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Domingo XVII del Tiempo Ordinario - amoz.com.mx

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econocimiento evangélico: la sabiduría de corazón consiste en el reconocimiento de loauténticamente valioso. Cuando la confusión tiende a adueñarse <strong>del</strong> ambiente cultural y se ofrece<strong>com</strong>o perlas el alimento de las bestias, y se exhibe a alto precio la podredumbre y el estiércol,conviene con humildad suplicar, <strong>com</strong>o lo hizo el sabio rey, la capacidad de distinguir el bien <strong>del</strong>mal, lo que corresponde a la voluntad de Dios y lo que se opone a ella y, por lo tanto, a nuestrapropia plenitud.La conclusión <strong>del</strong> discurso parabólico sobre el Reino de los cielos hace aún otra referencia altesoro. Se entiende aquí el baúl donde un jefe de familia guarda sus posesiones más preciadas.“Todo escriba instruido en las cosas <strong>del</strong> Reino de los cielos es semejante al padre de familia,que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas”. El texto literalmente habla <strong>del</strong>“escriba discípulo <strong>del</strong> Reino de los cielos”. Es decir, se trata <strong>del</strong> discípulo instruido, de quien seha apropiado de la auténtica sabiduría, de la enseñanza <strong>del</strong> portavoz <strong>del</strong> Reino. El mensaje <strong>del</strong>Evangelio, en efecto, contiene “cosas viejas” y “cosas nuevas”, contenidas con su inapreciablevalor en el cofre salvífico. Ante todo se trata de la misma historia que nos ha traído al redentor:la tradición antigua <strong>del</strong> pueblo de Israel que constituye una auténtica intervención divina queprepara su plenitud en Cristo. De ella el mismo Jesús y la Iglesia, <strong>com</strong>unidad de discípulos,abreva para la <strong>com</strong>prensión <strong>del</strong> misterio. Pero desde ahí se alcanza la novedad perenne de lapersona <strong>del</strong> Hijo de Dios que porta al mundo la integridad de la salvación. En este sentido, eldiscípulo maduro es el que ha sido iniciado en el entendimiento profundo de la historia humana,leyendo los signos que el mismo Dios ha puesto para ello. Pero además, las “cosas viejas” y las“cosas nuevas” quedan ahora constituidas por las diversas realidades que el discípulo de Cristodebe enfrentar al ser enviado a hacer discípulos a todos los pueblos, contando con la garantía <strong>del</strong>a presencia <strong>del</strong> Resucitado con él. El cristiano maduro debe vivir un continuo discernimientoque le permita descubrir en la Tradición de la que forma parte la frescura inmarcesible <strong>del</strong>Evangelio.La recta <strong>com</strong>prensión <strong>del</strong> misterio <strong>del</strong> Reino, en esta perspectiva histórica, la presenta tambiénsan Pablo en su carta a los romanos. Escribe el apóstol que el plan de Dios busca quereproduzcamos en nosotros mismos la imagen de su Hijo. De esa manera se realiza el Reino <strong>del</strong>os cielos. A quienes Dios predestina, los llama; a quienes llama, los justifica; y a quienesjustifica, los glorifica. Se mencionan así las etapas <strong>del</strong> Reino: el hombre escondidomisteriosamente en la eternidad de Dios que finalmente es llamado a la existencia, y en ellaa<strong>com</strong>pañado por su fuerza salvífica para desarrollarse conforme a los valores auténticos hastallegar al descanso luminoso de la gloria celeste.Al concluir las parábolas <strong>del</strong> Reino, antes de referirse al discípulo aventajado, Jesús hace unapregunta a sus interlocutores: “¿Han entendido todo esto?” Desde las primeras señales que elevangelio de Mateo nos fue presentando sobre las enseñanzas de Cristo en el sermón de lamontaña hasta este momento se ha dado un auténtico progreso. En el cierre de aquel discursosubrayaba la importancia de escuchar la palabra y ponerla en práctica. Ahora a la práctica, a lasobras <strong>del</strong> Reino, se añade la conciencia profunda <strong>del</strong> mismo, su intelección espiritual. Eldiscípulo ha madurado en el momento en que el mensaje de salvación tiene la contundencia deuna vida congruente y la claridad de una conciencia despierta. Este es el misterio <strong>del</strong> Reino alque queremos, <strong>com</strong>o los antiguos interlocutores <strong>del</strong> Señor, dar una respuesta nueva y decidida,sabia y alegre: “Sí”.

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