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Roberto arlt: Uno de los olvidados - SciELO

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<strong>Roberto</strong> Arlt: uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>olvidados</strong>.Orlando José Chirinos Colinap.p 232-246.Es por ello pertinente <strong>de</strong>cir que Astier es un personaje enajenado, una“conciencia infeliz”, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l concepto hegeliano: conciencia o naturalezadividida, escindida, y en este caso concreto: prisionera entre la urgenciay la necesidad <strong>de</strong> superar todas las limitaciones que le impone con rigorla realidad social (sueña con ser “alguien”, tener mucho dinero, en cuantoéste le abrirá las puertas <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r, <strong>de</strong>l afecto y <strong>de</strong>l reconocimiento) y porotro lado, el peso agobiante y concreto <strong>de</strong> esa realidad. Astier es una:“…conciencia (que) pue<strong>de</strong> experimentarse como separada <strong>de</strong> la realidada la cual pertenece <strong>de</strong> alguna manera. Surge entonces un sentimiento <strong>de</strong><strong>de</strong>sgarramiento y <strong>de</strong>sunión, un sentimiento <strong>de</strong> alejamiento, enajenación y<strong>de</strong>sposesión” (p.131), tal como la <strong>de</strong>fine Ferrater Mora (1973).Pero el joven Silvio no se transforma en ese enajenado en que <strong>de</strong>viene enel curso <strong>de</strong> la narración, por sí mismo. Lo que se produce es una interacciónentre el plano psicológico y el plano social, don<strong>de</strong> esto último es fundamentaly opera sobre él <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el propio ámbito doméstico- Tenés que trabajar, Silvio. (le dice la madre)- ¿Trabajar, trabajar <strong>de</strong> qué? Por Dios… ¿Qué quiere que haga…?¿que fabrique el empleo…? Bien sabe usted que he buscadotrabajo. Hablaba estremecido <strong>de</strong> coraje. Rencor a sus palabrastercas, odio a la in<strong>de</strong>ferencia <strong>de</strong>l mundo, a la miseria acosadora <strong>de</strong>todos <strong>los</strong> días, y al mismo tiempo una pena innominable: la certeza<strong>de</strong> la propia inutilidad (p.72)Eso es lo terrible y lo doloroso: la luci<strong>de</strong>z que él tiene <strong>de</strong> su situaciónpresente y <strong>de</strong> su <strong>de</strong>stino incierto. Eso potencia su enajenación.Mas la noción <strong>de</strong> fracaso (asimilada en mayor, menor o ningún gradopor algunos personajes <strong>de</strong> la novela) parece imponerse sobre el<strong>los</strong>: elviejo zapatero andaluz que inicia a Silvio en <strong>los</strong> afanes <strong>de</strong> la lectura esreseñado con amargura <strong>de</strong> fracasar. Así mismo, en el local <strong>de</strong>l “Club <strong>de</strong> <strong>los</strong>Caballeros <strong>de</strong> la Media Noche” (aquella pintoresca hermandad <strong>de</strong> aspirantesa rateros <strong>de</strong> envergadura), se encuentran “…montones <strong>de</strong> títeres inválidosy <strong>de</strong>spintados, herencia <strong>de</strong> un titiritero fracasado… (p.37). No es casualque <strong>los</strong> objetos, situaciones o personas que representen o estén ligados<strong>de</strong> algún modo al arte, a la literatura, al mundo <strong>de</strong> lo sensible aparezcanasociados casi siempre al fracaso. Hay que recordar que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>los</strong> años <strong>de</strong>242

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