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LA ROSA SALVAJE DE KILGANNON Kathleen Givens - Universo ...

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La Rosa Salvaje de Kilgannon 6-02-08:La rosa salvaje.qxp 6/2/08 18:20 Página 5<strong>LA</strong> <strong>ROSA</strong> <strong>SALVAJE</strong><strong>DE</strong><strong>KILGANNON</strong><strong>Kathleen</strong> <strong>Givens</strong>


La Rosa Salvaje de Kilgannon 6-02-08:La rosa salvaje.qxp 6/2/08 18:20 Página 6Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de lacubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningúnmedio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin la autorizaciónescrita de los titulares de los derechos de la propiedad intelectual.Título original: The Wild Rose of KilgannonTraducción: Alicia Azcue de Bartrons© 1999 <strong>Kathleen</strong> <strong>Givens</strong>. Reservados todos los derechos© 2008 ViaMagna 2004 S.L. Editorial ViaMagna. Reservados todos los derechos.© 2008 por la traducción Alicia Azcue de Bartrons. Reservados todos los derechos.Primera edición: Marzo 2008ISBN: 978-84-96692-88-6Depósito Legal: M-6784-2008Impreso en España / Printed in SpainImpresión: Brosmac S.L.© Valerywww.valery.eseditorial@valery.esEditorial ViaMagnaAvenida Diagonal 640, 6ª PlantaBarcelona 08017www.editorialviamagna.comemail: editorial@editorialviamagna.com


La Rosa Salvaje de Kilgannon 6-02-08:La rosa salvaje.qxp 6/2/08 18:20 Página 7Para mi maravilloso esposo Russ,quien hace de mi vida una aventura;Para mis hijas Patty y Kerry,y para mi yerno John,quienes hacen que mi vidasea completa y entretenida;Y para mis padres,Richard y Violet Wall,quienes me enseñaronqué es lo importante.


La Rosa Salvaje de Kilgannon 6-02-08:La rosa salvaje.qxp 6/2/08 18:20 Página 9RECONOCIMIENTOSMe gustaría dar las gracias a Maureen Walters y a MaríaAngelico de Curtis Brown Lda., por su constante estímulo ybondad; a Maggie Crawford de Dell, por su confianza y porbrindarme la posibilidad de trabajar con amplia libertad; a Russ,porque aún es mi héroe después de todos estos años; a Kerry ya Patty, por sus sugerencias y por recordarme las alegrías delamor joven; a mi madre Violet, a mi hermano Rich y a toda lafamilia por su entusiasmo; a mi hermana Nicole por su rápidaedición justo a tiempo; a Peggy Gregerson, quien me alentó aseguir; a Mary Meyer Lewis y a Patricia Crumley Meyer, porleer y releer; a George Fairnbaks, Rick Capaldi, Julius Panikowski,Forrest Peterson y Judy Sand, el grupo de los almuerzos,a los escritores de Go Ask Alice, por su incondicional y fervienteapoyo; al personal del Museo de Londres, de la Torre deLondres y del Museo Marítimo Nacional de Greenwich, por suayuda; a los innumerables historiadores, bibliotecarios y personalde museo que me guiaron al pasado de Mary y Alex.Cualquier inexactitud es sólo responsabilidad mía.


La Rosa Salvaje de Kilgannon 6-02-08:La rosa salvaje.qxp 6/2/08 18:20 Página 11PRÓLOGODiciembre de 1716Kilgannon, mi hogar… Algunas veces había pensadoque no volvería a verlo. El aire era frío en esa mañana de invierno,y el sol iluminaba el agua haciendo que el color zafirose tornase plateado. Arriba, asomaban las montañas de un colorazul profundo contra el pálido cielo donde las blancas nubesse deslizaban en lo alto. Y las ramas desnudas de los árbolesme recordaron que era una estación del año que conllevabala muerte. Tanta muerte.Durante todos esos meses había soñado con volver acasa, había pensado que estaríamos todos juntos. Si procediéramosde manera inteligente, visitaríamos a los que permanecíanaún aquí, y a la tumba, y después partiríamos en la oscuridad,como los criminales en que nos habíamos convertido.Miré fijamente al hombre rubio que permanecía de pie juntoa mí, después me aferré a la baranda del Mary Rose y observécómo virábamos para entrar en la bahía. Poco después, mientrasrodeábamos la península, allí estaba, el hogar más bellodel mundo. Las piedras oscuras contrastaban con el cielo y eltecho de la torre se alzaba hacia las nubes. Las gaviotas revoloteabanen lo alto dándonos gritos de bienvenida. Kilgannon…Mi hogar.Estaba igual y suspiré aliviada. Ahí estaba nuestra alcoba,allí estaba el parapeto donde había admirado tantosatardeceres. Y allí, en la pradera más allá del castillo, estaba la11


La Rosa Salvaje de Kilgannon 6-02-08:La rosa salvaje.qxp 6/2/08 18:20 Página 12cima de la colina donde Alex había entregado los premios ydonde lo había recibido a su regreso. Y frente a nosotros, elmuelle donde habíamos recibido a los MacDonald cuando llegaronpara cambiarnos la vida. Junto a mí, los niños brincabanimpacientes, sonreí ante su ansiedad y respiré profundamente.Ningún otro lugar en la tierra olía como Kilgannon. Elolor del mar y de las montañas se mezclaba con el perfume delas rosas. Rosas. Imposible, pero así era. El perfume de Kilgannonparecía el del paraíso. Me di la vuelta y miré hacia elotro lado del lago, donde estaba la tumba, y suspiré. Sabíamuy bien que sería el primer lugar que visitaríamos.—Mi hogar —dije.—Parece tan extraño sin él —dijo Matthew quedamentesiguiendo mi mirada—. ¿Cómo puede ser nuestro hogarsi él no está?—Él está aquí —dije suavemente girando hacia él, quepermanecía erguido junto a mí con su apuesto rostro demudado—.Él está aquí, Matthew —repetí.Junto a mí, Ian asintió.—Este es nuestro hogar —dijo y levantó los ojos haciamí. Le sonreí y le coloqué la mano sobre el hombro.—Estoy contento de estar aquí —dijo Jamie con tonoalegre.—También yo —dijo el hombre rubio junto a mí conla voz llena de emoción. Cuando me di la vuelta hacia él, meobsequió una fatigada sonrisa y le palmeé el hombro; sabíaque sentía, al igual que yo, el vacío de la misma ausencia.Había creído que Kilgannon estaría desierto, que lagente se habría ido, pero las colinas estaban cubiertas de siluetascon vestimentas escocesas que corrían hacia el lago, yen el muelle, un pequeño grupo nos saludaba. A pesar de misarduos esfuerzos, sentí cómo me caían las lágrimas al escucharlos primeros acordes de «El Regreso de MacGannon»,que surcaban el agua hasta nosotros.Mi hogar.Cerré los ojos por un momento. Y recordé…


La Rosa Salvaje de Kilgannon 6-02-08:La rosa salvaje.qxp 6/2/08 18:20 Página 13PRIMERA PARTEDéjenme vagar, déjenme errar,Aun así, mi corazón con mi amado ha de estar,Mis sueños en la noche, y mis pensamientos en el día,Permanecen junto a él que está en la lejanía.«En los mares y a la distancia», de Robert Burns


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La Rosa Salvaje de Kilgannon 6-02-08:La rosa salvaje.qxp 6/2/08 18:20 Página 15Capítulo 1Escocia, octubre 1715El remordimiento es un frío compañero. Viví con éldurante meses desde que Alex partiera. Siempre a mi lado,pero nunca tanto como al final del día, cuando subía la escalerade la torre y observaba ponerse el sol detrás de una islaazul. Sola.Me hacía compañía a finales de otoño, cuando las mujeresintentábamos mantener a Kilgannon con vida, junto alos niños y un puñado de hombres que se habían quedado connosotras. Y también estuvo conmigo mientras recolectábamosla magra cosecha, intentábamos ayudar con la pesca yreuníamos el ganado para arrearlo hasta las pasturas de invierno.Por la noche, intentaba no pensar mientras vendabamis manos ampolladas y reía junto al resto por las nuevas habilidadesadquiridas. Observé a los últimos hombres embarcarsepara reunirse con los demás: junto a mí, sus hijos llenosde júbilo; sus mujeres, llorando.El remordimiento me carcomió con mayor intensidadcuando las noches de otoño se adentraron en el invierno y depie junto a la ventana, observaba cómo la lluvia helada se deslizabasobre los cristales. Alex se había ido a la guerra a mediadosde septiembre, cuatro semanas después de su cumpleaños,una antes del mío.15


La Rosa Salvaje de Kilgannon 6-02-08:La rosa salvaje.qxp 6/2/08 18:20 Página 16KATHLEEN GIVENSEl remordimiento fue el invitado de honor en la humildecelebración de mi cumpleaños organizada por Ellen para levantarmeel ánimo. Hice todo lo posible para simular alegría enreconocimiento a su esfuerzo. Y estuve agradecida de tenerla ami lado porque ya no podría imaginar la vida sin ella. Resultabadifícil recordar que una vez había sido una de las criadas en lacasa de mi tía en Londres. Nunca se quejó, aunque sufría la ausenciadel Pequeño Donald, su novio, que había partido conAlex. El que el remordimiento fuera también compañero deEllen no aliviaba mi carga, sólo la empeoraba.Las largas noches de octubre y noviembre pasaron lentamente.Desvelada, recorría los pasillos de Kilgannon, elaborandodiscursos mentales mientras recordaba qué había sucedidoen cada lugar de la casa, mirando fijamente los retratosde familia como si tuviesen algo que decirme. Sentía remordimientopor haberlo dejado marchar.Lamentaba su partida. Lamentaba que no me hubieseelegido a mí en vez de a todas las demandas, y no podía aceptarde buen grado su elección. Y había dejado que mi esposo sefuese sabiendo de mi furia y de mi miedo. Debería haberle dichoque confiaba en él y en su gente, pero sólo había llorado yle había dicho que perdería. Y en esas largas horas, lamentabael no tener un hijo, el cual quizás jamás tendría. Permanecíade pie en el parapeto durante todos los ocasos observando lasislas azules y ofreciendo a Dios lo que fuese a cambio de unanoche con mi amado. ¿Cuántas mujeres durante siglos habríanpermanecido con la mirada perdida en la distancia deseandotener a sus hombres en el hogar? «No me interesa quién esrey», le dije a las piedras, «no me interesa quién gane la guerra.Sólo permite que mi amor regrese a mí». Pero las piedraspermanecían en silencio y después de un rato bajaba para reunirmecon el resto.No lamentaba amar a Alex, ni haberme casado con él,ni haber venido a este lugar imposible. El haber encontrado aAlex MacGannon esa noche de verano de 1712 había cambia-16


La Rosa Salvaje de Kilgannon 6-02-08:La rosa salvaje.qxp 6/2/08 18:20 Página 17<strong>LA</strong> <strong>ROSA</strong> <strong>SALVAJE</strong> <strong>DE</strong> <strong>KILGANNON</strong>do mi vida para siempre. Era distinto a todos los hombres quehabía conocido y quedé fascinada desde el primer momentoen que vi a ese gigante rubio entrar al salón de baile de mi tíaluciendo su vestimenta escocesa, con sus modales impecablesy su sonrisa encantadora. Fue honesto y directo, lleno de humory desdén por los convencionalismos a los que Londres seadhería esclavizada. Y era el hombre más apuesto que habíavisto en mi vida. Eso no había cambiado con el matrimonio.Aún me cortaba la respiración al acercárseme, todavía mearrebataban sus caricias con una pasión que no sabía que pudieseexistir. Aún después de dos años, con una sola mirada desus ojos azules, tan azules, podía hacer que fuese suya. Y sehabía ido a la guerra y con él, todas mis esperanzas de felicidad,porque mi país era contra el cual estaba luchando. Ycuánto había peleado contra eso… Con él, rogándole que nose uniera a los jacobitas, que no cometiera traición. Porqueera traición. Y un disparate. Sabía que no lograrían vencer, nopodían desafiar con éxito el poder que tenían los militares ingleses.No importaba lo admirables que fueran sus intenciones,no importaba cuán sinceras fuesen sus convicciones o lavalentía de sus hombres; perderían.Pero no iría a Inglaterra. Me quedaría en Kilgannon, elhogar de generaciones de MacGannon, a salvo por el momentoen esa formidable fortaleza. Su hogar y el mío, asentado enla cima de una colina con vista a un profundo lago, y fuertementeapuntalado. La esposa de Alex y sus hijos estarían bienprotegidos. Pero ¿por cuánto tiempo? No podía apartar mistemores. Alex podía no volver jamás, podía morir en algún lejanocampo de batalla, podía ser capturado por los ingleses.Mi gente. El enemigo. Sin embargo, para mi corazón la decisiónde quedarme había sido simple. Era la esposa de Mac-Gannon y si perdía el derecho a su título como décimo condede Kilgannon, y yo el mío de condesa, no me importaba. Loquería con vida y en casa conmigo, con los dos hijos de su primermatrimonio, ahora mis hijos.17


La Rosa Salvaje de Kilgannon 6-02-08:La rosa salvaje.qxp 6/2/08 18:20 Página 18KATHLEEN GIVENSLas cuestiones políticas no me importaban. A Alex, sí.Y en momentos de profunda sinceridad conmigo misma, inclusoreconocí haber tenido cierta envidia por su decisión. Sabíaque me amaba, pero también sabía que siempre antepondríasu lealtad y lo que él consideraba su deber. No melamentaba por eso, lo que lamentaba era haberles permitidoentrar en mi casa a los MacKinnon y a los MacDonald cuandovinieron a pedirle a Alex que levantara al clan en defensa deJacobo Estuardo. Debería haber sido ruda y echarlos sin miramientos.Pero también podría haber intentado contrarrestarsu presión y evitar que Alex se les uniera.El remordimiento no me abandonaba en aquella fría yventosa noche cuando llegaron las noticias de la batalla que el13 de noviembre habían librado en Sheriff Muir. El mensajero,un MacDonald, temblaba frente a nosotros.—Cinco de los hombres de Kilgannon murieron —dijo—. Andrew, Earvan y Cian MacGannon, Fergus MacManusy Sim de Glendevin. Angus no sufrió ni un rasguño,tampoco Matthew. Me lo hubiesen dicho si algún otro hombrede Kilgannon hubiese muerto —Ellen suspiró con alivio—.El amo está bien, lady Mary, pero lo hirieron.Los niños lanzaron una exclamación y me levanté de lasilla con Ian a mi lado.—¿Hirieron a Alex? ¿Cómo está?—Me dijeron que la herida no era grave. Ahora estámucho mejor.Asentí y me senté sosteniendo a Ian junto a mí mientrasel fatigado hombre contaba la historia. Las mujeres y losniños se acercaron, vi cómo a mis hijos se les iluminabanlos ojos cuando relató la batalla.—Fue una gran batalla —dijo—. Los jacobitas bajo elmando de Mar llegaban a los doce mil hombres. Los ingleseseran menos y los hombres de Campbell —escupió el nombre—estaban entre ellos.18


La Rosa Salvaje de Kilgannon 6-02-08:La rosa salvaje.qxp 6/2/08 18:20 Página 19<strong>LA</strong> <strong>ROSA</strong> <strong>SALVAJE</strong> <strong>DE</strong> <strong>KILGANNON</strong>«Robert», pensé, y mientras el mensajero continuó recordéal miembro de la familia Campbell que me había cortejadoen Londres.—Vuestros hombres estaban con nosotros, junto a losMacDonald y a los Maclean, en el flanco derecho bajo las órdenesdel general Gordon.Bebió un sorbo de su whisky mientras yo me imaginabala escena: Alex y los hombres de Kilgannon, que conocíatan bien, luchando junto a los MacDonald y a los Maclean.«Murdoch Maclean debe haber estado muy complacido»,pensé recordando a uno de los mejores amigos que teníaAlex fuera del clan quien infructuosamente había intentadoconvencerlo para que se uniera a la rebelión. Murdoch era unhombre imponente y apasionado, más proclive a la risa que alas matanzas. A pesar de sus denodados esfuerzos no habíasido capaz de convencer a Alex para que se les uniera. Había sidoSir Donald MacDonald, jefe del clan MacDonald de Skye,quien había sabido qué decirle a Alex para hacerle cambiar dedecisión, y Donald había sabido aprovechar ese conocimiento.Nunca se lo perdonaría.Ian habló durante la pausa.—¿Quién ganó?El hombre lo miró inexpresivamente.—Ninguno.—No —el mensajero parecía incómodo—. Ambasbandos debieron retirarse. Mar marchó hacia Perth. Su esposoquería aprovechar esa situación antes de que se revirtiera yasí lo querían otros también. Cuando ignoraron su planteamiento,fue muy expresivo al respecto, pero después llegaronlas noticias de la derrota en Preston…—¿Preston?—Sí. En Inglaterra. ¿No lo sabía? Parte de las fuerzasde Mar fueron hacia el Sur y se unieron a los jacobitas ingleses.Combatieron en Preston y fueron vencidos. Lord Kenmurey lord Derwentwater fueron capturados. Muchos abandonarona Mar después de eso.19


La Rosa Salvaje de Kilgannon 6-02-08:La rosa salvaje.qxp 6/2/08 18:20 Página 20KATHLEEN GIVENS—¿Qué ocurre ahora?—Supe que están llegando tropas provenientes de losPaíses Bajos en apoyo de los ingleses. Mar está en Perth.Argyll está comandando las tropas inglesas y espera que Marno intente aprovechar la ventaja que tiene por ahora. Perocuando las tropas holandesas lleguen… —sus palabras se perdieronen el silencio.«Si Argyll está comandando las tropas inglesas», pensé,«Robert, quien nunca se aparta de su primo, debió haberparticipado en la batalla y luchado contra Alex».—¿Cómo puede ser que no haya vencedores ni vencidosen un combate? —preguntó Ian.El mensajero me miró, después a Ian.—No lo sé, pequeño, pero eso es lo que me dijeron —Ian asintió aceptando la respuesta por el momento.Penosas como habían sido las noticias recibidas, al menossabíamos que aún estaban con vida. Pero Alex había sidoherido, y el remordimiento llenó la habitación.Visité a los familiares de los hombres que habíanmuerto y organizamos un responso en su memoria, pero noencontré las palabras apropiadas para mitigar su dolor y nosupe si había podido ser de ayuda. En mi visita a Glendevin supeque el esposo de Lorna, Seamus MacDonald, había muerto enel campo de batalla, y que Lorna había venido de Skye paraquedarse con su madre. Lo supe por ella misma y mientrassostenía a su hijo en brazos, recordé su boda, hacía tan pocotiempo. Ese mismo verano se había casado Malcom, el hermanomenor de Alex, con Sibeal MacDonald. «¿Dónde estaráMalcom ahora?», me pregunté.Detestaba a mi cuñado. Siempre lo había odiado, desdenuestro primer encuentro y más aún cuando fueron reveladossus pérfidos planes para asesinar a Alex en dos ocasiones.Malcom había envenenado a Alex para evitar que descubrieseque había urdido simular el hundimiento del Diana, y el capi-20


La Rosa Salvaje de Kilgannon 6-02-08:La rosa salvaje.qxp 6/2/08 18:20 Página 21<strong>LA</strong> <strong>ROSA</strong> <strong>SALVAJE</strong> <strong>DE</strong> <strong>KILGANNON</strong>tán había sido su cómplice para quedarse con el dinero de laventa del barco. Si bien el navío había sido recuperado, nuncapude perdonarlo. Y no podía eximirlo de sospechas por losataques en Londres. En uno de ellos yo casi había perdido lavida, y Alex en el otro. No, nunca podría perdonarlo. Lo considerabaun mentiroso y un ladrón, había intentado arteramentecualquier ardid para obtener la bendición de Alex. Y lehabía dado resultado durante un tiempo. Hasta el momentoen que Malcom había golpeado a su esposa, furioso porquehabía descubierto su infidelidad, y el haberme amenazado pordefenderla fue demasiado para Alex, quien lo había echado deKilgannon para siempre.A pesar de ello, Malcom había persistido y cuando estallóla rebelión y el conde de Mar lo amenazó si no se le unía,le escribió a Alex implorándole su ayuda.Malcom vivía en Clonmor, en las tierras que Alex le habíadado como legado de su madre y que ahora, al igual que lastierras circundantes, estaban bajo el control de John Erskinequien había exigido a Malcom, le gustase o no, su respaldo. Noconfiaba en Malcom y tampoco me conmovieron sus súplicas deayuda. ¿Dónde se encontraría ahora?, me pregunté inquieta.Durante un tiempo no recibimos noticias. Poco despuésde la partida de los hombres, supimos que Luis XIV deFrancia había muerto. Su fallecimiento traía aparejada la posibilidadde que se interrumpiese la ayuda y el oro que Franciahabía prometido a la rebelión jacobita. Francia, gobernadapor un joven príncipe, era, por decirlo de la mejor manera, unaliado débil. Y circulaban todo tipo de rumores, desde queFrancia había enviado diez mil hombres, como que no habíaenviado tropa alguna. Que Jacobo Estuardo había desembarcadocon las tropas francesas y el oro. Que los franceses se habíanunido a los ingleses. Que España estaba en guerra conInglaterra. Que España estaba en guerra con Francia. Que Españase había aliado a Inglaterra… Esperábamos para conocerla verdad.21


La Rosa Salvaje de Kilgannon 6-02-08:La rosa salvaje.qxp 6/2/08 18:20 Página 22KATHLEEN GIVENSLe escribí a mi tía Louisa, hermana de mi madre, y a suesposo, mi tío Randolph, quienes se encontraban en Londres,al igual que a mi hermano Will y a su esposa Betty, contándoleslo sucedido, y para pedirles que no vinieran a visitarmepara Navidad como solían hacer. No recibí respuesta y ni siquierapude tener la certeza de que hubiesen recibido mi carta.El correo, inseguro como siempre, ni siquiera podía serutilizado por el momento. En el pasado, habíamos podidoconfiar en los viajes de los barcos para recibir noticias, peroahora el Mary Rose y el Katrine permanecían anclados en labahía, y el Margaret y el Gannon’s Lady habían partido conlos hombres.No pensé que iba a echar tanto de menos las cartas.Louisa siempre me contaba las últimas noticias y los chismesde sociedad que circulaban en Londres; por su parte Randolphme mantenía al corriente de las cuestiones políticas ademásde agregar siempre algunos comentarios triviales para Alex,como por ejemplo la cría de caballos, los últimos diseños decarruajes y otras cosas por el estilo. Que a Alex rara vez le parecieraninteresantes, era otra cuestión. Sin embargo, siemprehabíamos valorado esa deferencia de Randolph. Mi hermanosolía escribirme recordándome cosas de nuestrospadres, de nuestra niñez en Mountgarden, de sus moradoresy de todo lo que sucedía con los cambios de estación, lo quesiempre me producía nostalgias de Warwickshire, por lo que habíadejado atrás en ese hermoso lugar. También me escribiósobre su hermosa aunque frívola esposa Betty. Sin embargo,el matrimonio de mi hermano era muy feliz. Mi mejor amigaRebecca Washburton Pearson me contaba en sus cartas —muchomenos frecuentes que antes, ya que debían cruzar elAtlántico— sobre su vida cotidiana en las Carolinas, de suadaptación tanto a la vida de casada como a convivir, al igualque yo, con gente totalmente diferente. Me escribió tambiénsobre su hija e incluso sobre el tedio que sentía a veces por elorden invariable de su vida. Ese tedio era lo que más le envi-22


La Rosa Salvaje de Kilgannon 6-02-08:La rosa salvaje.qxp 6/2/08 18:20 Página 23<strong>LA</strong> <strong>ROSA</strong> <strong>SALVAJE</strong> <strong>DE</strong> <strong>KILGANNON</strong>diaba, casi tanto como a su hija. Hacía mucho tiempo que mehabía percatado de que jamás podría aburrirme al estar casadacon Alex MacGannon. Había atesorado las cartas de mi amigae incluso le había leído algunos párrafos a Alex. Cuán diferenteshabían resultado nuestras vidas de como las habíamosimaginado siendo niñas. Becca se había casado con Lawrencey lo había acompañado a sus plantaciones en las colonias; yome había casado con un escocés que me había llevado al castilloque tenía en las Tierras Altas. Habíamos creído que al crecerjuntas como lo habían hecho nuestras madres, seríamosvecinas y amigas para toda la vida. Pero, reflexioné, mi madrehabía muerto a temprana edad dejando solas a su hermanaLouisa y a su mejor amiga Eloise, quien luego se convirtió enla duquesa de Fenster. Ambas siguieron siendo íntimas amigasy también con Sarah, la madre de Becca. Estaba decidida aque Rebecca y yo haríamos lo mismo a pesar de las circunstancias.¿Pero cómo?, me pregunté sumida en las profundidadesde mi soledad y de mi temor. ¿Cómo podríamos seguirsiendo amigas?Nuestra familia estaba desanimada como para mantenerel espíritu tradicionalmente festivo de las celebraciones defin de año. La Navidad fue sombría, y aunque celebramos AñoNuevo con el mejor ánimo que pudimos demostrar, nadie estabade talante jubiloso. Creo que todos respiramos aliviadoscuando no nos vimos obligados a representar más esa farsa.A principios de enero, me envolví en la vieja manta escocesade Alex y me abandoné a las lágrimas, que jamás habíalogrado alejar demasiado. Sollocé al recordar las últimas vacaciones.Je suis content, había dicho Matthew enfrentando lasconsecuentes burlas del resto. Yo había compartido ese sentimiento.Estaba contenta. Y ahora, doce meses después, mivida estaba destrozada, mi esposo se hallaba lejos junto a sushombres, rebeldes vencidos corriendo para salvar la vida.Finalmente pude dormir pero mis sueños fueron tanreales que desperté con el sonido de la voz de Alex resonando23


La Rosa Salvaje de Kilgannon 6-02-08:La rosa salvaje.qxp 6/2/08 18:20 Página 24KATHLEEN GIVENSen la alcoba. Había estado recordando la primera vez que mellamó Mary Rose. Había sido después de nuestra visita al hogarde los Glen, cuando uno de sus hijos me había entregadouna hermosa rosa blanca, diminuta pero muy fragante. «Unarosa salvaje», me había dicho Thomas.—Aunque es pequeña y se marchita fácilmente, crecesalvaje y florece por doquier. Cuando ha echado raíces, prendey no se desarraiga por muchos esfuerzos que se hagan —había dicho. Y Alex riendo, con sus ojos muy azules, les habíapreguntado a sus hombres—: ¿Quién es pequeña, muy hermosay frágil? —cuando todos se giraron en mi dirección,Alex sonrió y dijo—: La llamaremos Mary Rose.Más tarde esa noche, me había dicho que la flor se measemejaba y, desde entonces, me había llamado Mary Rose.Desperté al oír el eco persistente de su voz.—Tu cuerpo es muy tierno, Mary Rose —había dicho.Cerré los ojos nuevamente deseando aferrarme a él por mástiempo. Pero se había ido y la noche se imponía cuan larga erafrente a mí.El año 1716 se presentó con clima frío y crudo. Ellen yyo pasábamos las tardes en la biblioteca con los niños o en elsalón, donde las mujeres del clan se reunían cada vez más frecuentementejunto con sus hijos. Fue en una de esas nochesen las que la nieve caía copiosamente y el viento azotaba loscristales, cuando el primero de los Kilgannon volvió a casa.Escuchamos el grito de uno de los niños que permanecíaafuera, en una de las pocas tareas que tenían asignadas,irrumpió bruscamente profiriendo alaridos.—Lady Mary, unos jinetes se están acercando, sonhombres de Kilgannon, alrededor de veinte. Pronto estaránaquí —me había levantado al verlo entrar y asentí con el corazónpalpitando aceleradamente. «Dios mío», rogué, «quesea Alex, por favor». Aún incipiente el pensamiento, dedujeque si eran sólo veinte hombres, Alex no estaría entre ellos. Amenos que todos los demás hubiesen muerto.24


La Rosa Salvaje de Kilgannon 6-02-08:La rosa salvaje.qxp 6/2/08 18:20 Página 25<strong>LA</strong> <strong>ROSA</strong> <strong>SALVAJE</strong> <strong>DE</strong> <strong>KILGANNON</strong>Corrimos hacia las escaleras exteriores para recibir alos hombres que arribaban a los jardines. A mi alrededor, lasmujeres gritaban jubilosamente al ver a sus hombres, corrieronhacia ellos sollozando y los recibieron alborozadas. Elleny yo permanecimos de pie junto a Murreal, la esposa de ThomasMacNeill, y observamos los encuentros, después intercambiamosmiradas sombrías y regresamos a la sala. El primode Alex, Dougall, se hizo paso a través de la gente llamándomesin quitar el brazo de los hombros de su esposa Moira. Elhombre robusto parecía haber duplicado la edad que realmentetenía, su rostro gris se veía fatigado y una herida reciente lecruzaba la mejilla, aunque la batalla de Sheriff Muir había tenidolugar dos semanas atrás.—No está con nosotros, Mary —dijo Dougall con vozquebrada por la emoción—. Pero está vivo —me abrazómientras yo luchaba para dominar mi emoción, incapaz dehablar. Dougall no pareció darse cuenta de mi estado, dio unpaso atrás y buscó entre sus ropas una ajada carta que me extendió—.Es de Alex —aclaró innecesariamente mientras misojos se detenían en esa letra tan conocida.Abrí la carta ansiosamente. Ellen me instó a entrar enla sala y el resto del clan nos siguió. Fui a un rincón y la leí depie mientras la gente se reunía en torno a mí.Mary Rose, había escrito Alex. Te envío estacarta con Dougall. Él te contará lo que sucedió en SheriffMuir y sus consecuencias. Esta rebelión es la peorpesadilla que alguien pudo imaginar. No hay quiense haga responsable de dirigirnos y la mitad de loshombres han huido. Seguimos esperando mientraslos ingleses se rearman y reciben refuerzos del Continentediariamente. Si no pudimos vencerlos cuandolos superábamos en número, ¿qué sucederá cuando lasfuerzas se igualen?El campo está lleno de tropas inglesas tomandorepresalias, y nosotros nos hemos retirado a Perth;poco podemos hacer para detenerlos. Mar y los otrosno hacen más que hablar, estoy disgustado con la ma-25


La Rosa Salvaje de Kilgannon 6-02-08:La rosa salvaje.qxp 6/2/08 18:20 Página 26KATHLEEN GIVENSyoría de ellos, como lo están también los MacDonald,los Maclean y muchos otros. Tendríamos que estaracampando en las afueras de Londres y el rey Jorgedebería estar rogando por una tregua en vez de permaneceraquí de brazos cruzados. A menos que sucedaun milagro, estamos perdidos. Todo lo que algunavez dije sobre la necesidad de que los clanes se unan oserán destruidos, resulta una cruda realidad aquí, desearíano tener que verlo. Escocia y los MacGannonpagarán con creces por esto.—Mamá —dijo Ian aferrándome la falda y trayéndomeal presente. Me llevó un rato dejar de escuchar la voz deAlex, miré a mi alrededor y me sorprendí al ver que el clanme estaba esperando—. Ven, siéntate con nosotros. Dougallestá contando lo que sucedió —dijo Ian. Asentí y doblé la carta,me dirigí junto a él y me senté a la mesa frente a Dougall.—Alex nos envió a casa —dijo Dougall mientras comíacon las manos y mantenía el brazo sobre los hombros deMoira, quien evidenciaba un avanzado embarazo. Su hijo,Alasdair, que no alcanzaba los dos años, estaba sentado sobreel regazo de su padre con el pulgar en la boca.—¿Por qué? ¿Y la rebelión? ¿Terminó? —pregunté.Dougall se veía incómodo.—No. Pero no ocurre nada, por eso Alex nos envió acasa con los más jóvenes. Los que se han quedado están bien,Mary, aunque debo advertirte que Alex fue herido en combate.Asentí.—Ya lo sabía. ¿Cómo se encuentra?—Mejor. No fue una herida grave, pero no dejó desangrar porque Alex no guardó reposo —le pregunté la razón,Dougall rió y bebió un sorbo de su whisky—. Estaba demasiadoocupado discutiendo con Mar. Alex causó tal alborotoque Mar le prohibió participar en las reuniones de mandos.Los MacDonald dijeron que si Alex no participaba, ningunode ellos lo haría tampoco, y los Maclean hicieron lo mismo,por lo tanto, Mar tuvo que permitirle participar nuevamente26


La Rosa Salvaje de Kilgannon 6-02-08:La rosa salvaje.qxp 6/2/08 18:20 Página 27<strong>LA</strong> <strong>ROSA</strong> <strong>SALVAJE</strong> <strong>DE</strong> <strong>KILGANNON</strong>—Dougall rió otra vez—. No creo que el Inconstante JohnErskine, poderoso conde de Mar, se preocupe demasiado pornuestro Alex.—¿Por qué discutían? —pregunté.—Coraje —dijo y los otros hombres asintieron.—O la falta de él —dijo uno—. Mar se negó a aprovecharla situación de ventaja, lo que contrarió mucho a Alex y alos otros.—Sé qué pensaba Mar —dijo Dougall—, pero no compartísu decisión. Después de la batalla muchos hombres habíanperdido sus mantas. Se las quitaron antes del combate y pelearonen camisa, comenzó a nevar y al no tener la vestimentaapropiada, volvieron a sus casas. Muchos más cuando llegaronlas noticias de la derrota que habíamos sufrido enPreston. Los caminos se abarrotaron de hombres en retirada—suspiró y levantó el mentón, miró a la gente reunida detrásde mí—. Os gustará saber que no perdimos nuestras posicionesdurante la batalla, luchamos con coraje al igual que loshombres de Clonmor. El flanco derecho se logró mantener férreamente,aun cuando no lo pudieron hacer las tropas ubicadasen el flanco izquierdo, tampoco las del centro —Dougallse reclinó y guardó silencio—. Pero nunca podré olvidar esabatalla. Cuando alcé la vista y logré ver más allá del hombreque tenía adelante… No pude creer lo que vi.»Un mar rojo. Sangre roja, mantas rojas, chaquetasrojas, cabellos rojos. Jamás había visto tantas tonalidades derojo en mi vida. Y el barro, que se ablandó con la sangre vertidahasta que casi fue imposible hacer avanzar a los caballos,que se atascaban en el fango sangriento —Moira le posó unamano en la mejilla y él le besó la palma, después me miró—.Fue en ese momento cuando Alex fue herido. Estaba a pie, aligual que Angus y yo, y tres soldados enemigos lo estabanatacando. Angus cargó contra ellos, yo hice lo mismo pero llegaroncuatro más. Pensé que moriríamos pero apareció Gilbeya la derecha de Alex y nosotros nos colocamos en el me-27


La Rosa Salvaje de Kilgannon 6-02-08:La rosa salvaje.qxp 6/2/08 18:20 Página 28KATHLEEN GIVENSdio. ¿Quién podría haber dicho que el maldito tutor salvaría lavida de Alex? Las lecciones de Angus sirvieron para algo —rió ydespués continuó con el relato—. Cuando pudimos levantar lacabeza, nos dimos cuenta de que el combate había terminado.Fue entonces cuando Alex cayó de rodillas y Gilbey gritó avisandoque había sido herido. Sangraba tanto que pensamos quelo perdíamos, pero no dejó el campo de batalla hasta que encontramosal resto —bebió un largo sorbo de whisky y permanecióun rato con la mirada perdida en la distancia.—El resto es como os lo imagináis: hombres moribundosy otros muertos, los cuervos revoloteando a la espera deque nos alejáramos del campo de batalla —se secó las lágrimasy muchos de los oyentes hicieron lo propio—. Emprendimos laretirada hacia Perth y entonces comenzaron las deliberaciones.Aún sostengo, al igual que Alex, que debimos actuar en esemomento. Teníamos oportunidad de ganar si los hubiésemosatacado juntos y simultáneamente. No creo que lo logremosahora, a menos que algo surja —sacudió la cabeza—. Y entonces,supimos que Simon Fraser, lord Lovat, jefe del clan Fraser,había regresado de Francia. Habíamos creído que, ya que habíapasado los últimos años en la corte de los Estuardo, se nos uniría,pero no. Con el rabo entre las piernas se dirigió hacia Invernessy declaró su lealtad al rey Jorge. En consecuencia, todos loshombres del clan Fraser desertaron y los Gordon también. Sumadoa eso, los refuerzos de los ingleses llegaron de Holanda.Al cabo de dos semanas lograron triplicarnos en número y laventaja que habíamos tenido se había perdido.Se inclinó hacia delante y dijo con voz solemne:—Entonces Jacobo Estuardo llegó. Estábamos allícuando finalmente vino desde Peterhead, y recibimos la noticiade que el oro que había traído, todo el oro español, se habíaperdido en el mar —el rostro de Dougall se ensombreció—. Elrey nos reunió, pensamos que lo hacía para agradecer nuestrosesfuerzos y para decirnos lo que deberíamos hacer a continuación—se interrumpió entrecerrando los ojos—. Nos28


La Rosa Salvaje de Kilgannon 6-02-08:La rosa salvaje.qxp 6/2/08 18:20 Página 29<strong>LA</strong> <strong>ROSA</strong> <strong>SALVAJE</strong> <strong>DE</strong> <strong>KILGANNON</strong>dijo que continuáramos. Ese fue todo el apoyo que nos brindó.Continuar —sacudió la cabeza—. Y luego, Jacobo Estuardonos contó lo dificultoso que había sido el viaje desde Franciay se lamentó de la comida. Cuando nos fuimos se quedóplanificando su coronación —sacudió la cabeza—. Nuestropoderoso líder.Detrás de mí, alguien preguntó acerca de la batalla. Losdejé entonces, Dougall dibujando líneas sobre la mesa paraexplicar los movimientos de las tropas mientras los niños ylos hombres se inclinaban ansiosamente sobre ella, Ian y Jamieen medio del apiñado grupo. Me dirigí hacia la bibliotecay desdoblé la carta de Alex, con manos temblorosas busqué ellugar hasta donde la había leído.Ha llegado Jacobo Estuardo, había escritoAlex, y fue peor. Supimos que los ingleses estaban recorriendola costa en busca del oro que deberíamoshaber usado para derrotarlos, alimentar a nuestroshombres y proveerles armamento. Me quedaré unpoco más para ver si nuestras fuerzas se reúnen, peroenvío de vuelta con Dougall a los hombres que tienenhijos pequeños o mujeres embarazadas. Él te protegerá,Mary, confía en él.Mar todavía espera que más hombres dejensus hogares para unírsenos. Es un idiota pero puedeque me equivoque. Nos mantenemos con vida por elmomento y gozamos de buena salud; supongo que deberíaconformarme con eso, pero pequeña, te echo tantode menos… No soy un hombre formado para la guerra.Estoy tan furioso con la falta de mando de estacampaña que apenas puedo comportarme de maneracivilizada. Es un desastre. Si realmente estamos perdidos,Kilgannon puede ser sitiado. Si las noticias son peoresal recibir esta misiva o no tenéis noticias mías encorto plazo, vete y llévate a los niños contigo. Parte deinmediato si recibes información del desplazamiento detropas hacia el Oeste. No intentes luchar contra ellas ode defender el castillo. Dile al clan que se refugien en elbrezal y márchate en el Mary Rose a Inglaterra. Hazlo,Mary. Debo saber que te encuentras a salvo. Volveré aKilgannon en cuanto pueda. El Gannon’s Lady estáaquí, en Perth, y volveremos en él.29


La Rosa Salvaje de Kilgannon 6-02-08:La rosa salvaje.qxp 6/2/08 18:20 Página 30KATHLEEN GIVENSTe echo de menos en todo momento, MaryRose, y te amaré mientras viva. Ponte a salvo y cuidade mis hijos. Dispón de todos los recursos que sean necesariosy busca refugio con Will, o con Louisa y Randolph.La letra era distinta a partir de allí, como si hubiesesido escrita apresuradamente. Han llegadonoticias peores. Todas hablan de rendición, de Mar tomándonoscomo rehenes para sofocar intentos de rebelión.Si fuese cierto, puede que no regrese. Creo queyo seré uno de los primeros en ser entregados, ya queMar me tiene gran inquina. Si nos aprehenden, seréjuzgado aquí y sólo Dios sabe qué puede llegar a hacerun jurado de las Tierras Bajas leal a la corona. Soyconsciente del peligro que corro y haré todo lo quepueda para volver a casa sano y salvo. Cuídate y protegea mis hijos, y quiero que sepas que sigo siendo tuamante esposo,AlexLos días pasaron muy lentamente y temí que el inviernonunca terminara, que estaría prisionera de la lluvia y de lanieve por siempre, esperando. Intenté mantener buen ánimoy a todo el mundo ocupado, pero yo no era Alex, yo no era ellíder que Kilgannon necesitaba. Nunca me había dado cuentade cuánto esfuerzo era necesario para manejar el clan, y lo difícilque era tomar la inmensa cantidad de decisiones necesariasy con la habilidad y buen humor que a él le resultaba tanfácil. Tampoco me había percatado de lo invaluable que eraAngus, el primo mayor de Alex, quien como jefe militar,era responsable del entrenamiento de los hombres. Angus eravarios años mayor que Alex, y estaban tan unidos como sifueran hermanos, ya que habían crecido juntos. Alex confiabaen Angus más que en cualquier otro de los hombres del clan,y Angus, brusco, leal y hombre de pocas palabras, respondíacabalmente a esa confianza. Ambos habían perdido a sus esposasen los últimos cinco años: Mairi, esposa de Angus, habíamuerto al dar a luz, y Sorcha, a causa de una enfermedad.Ambos tuvieron que hacerse cargo de hijos pequeños a quie-30


La Rosa Salvaje de Kilgannon 6-02-08:La rosa salvaje.qxp 6/2/08 18:20 Página 31<strong>LA</strong> <strong>ROSA</strong> <strong>SALVAJE</strong> <strong>DE</strong> <strong>KILGANNON</strong>nes criar. Matthew, hijo de Angus, ya era un hombre y habíapartido a luchar junto a su padre. Los hijos de Alex estabanconmigo. Con ambos hombres lejos, no era de esperarse unavida normal. Dougall intentó llenar el vacío, y lo hizo bien sinanalizar demasiado. Y ninguno de nosotros deseaba hacerlo.Las noticias del Este no eran buenas. Las fuerzas lealesya superaban ampliamente en número a los jacobitas y lastropas de Mar se habían retirado a Montrose. Y entonces, enlos últimos días de enero, Thomas MacNeill, elemento deconfianza de Alex, volvió a casa.Llegaron en el Gannon’s Lady y por un momento maravillosopensé que Alex estaba con ellos. El hijo de Thomas,Liam, irrumpió portando la noticia de que un barco nuestroestaba en el lago y todos corrimos a verlo. El Gannon’s Lady estabavirando en la última curva, su estela dejaba huella en elagua azotada por un viento helado, su cubierta estaba abarrotadade hombres. Los gritos vitoreándolos estallaron a mi espaldamientras esperábamos que desembarcaran. Al acercarse la imponentefigura del navío, los niños entrecerraron los ojos paraver a su padre. O a Angus. O a Matthew. Ellen permanecía depie, con Ian a su lado, y una mano en la garganta. A medida queel barco se acercaba, descubríamos quiénes faltaban.—Papá no está —dijo Ian y guardó silencio.Dougall, quien estaba a mi izquierda, dejó escapar unamaldición, lo miré y se disculpó.—Temí que esto sucediera, Mary. Conoces a Alex. Novolverá hasta que todos los hombres estén a salvo. Probablemente,debe estar asegurándose de que los hombres de Clonmorno tuviesen inconvenientes para volver.Asentí. Pude entender las palabras de Dougall, pero nola razón por la cual Alex no los habría dejado ir con Malcom.Esperamos en silencio mientras amarraban el barco y loshombres descendían y corrían como un río humano hacia losbrazos de sus mujeres e hijos. Los niños se dieron la vueltahacia mí con expresión sombría. Su padre no había vuelto.31


La Rosa Salvaje de Kilgannon 6-02-08:La rosa salvaje.qxp 6/2/08 18:20 Página 32KATHLEEN GIVENSTampoco el Pequeño Donald y a mi lado, Ellen sollozó. Laabracé y esperamos. Thomas me encontró poco después.—Mary —dijo con voz queda—. Debo hablar contigo.Asentí, percibiendo cómo había envejecido, las líneasmarcaban su rostro. Me miró a los ojos con expresión cansada.—Thomas, dime. ¿Está vivo? ¿Se encuentra bien?¿Está libre?—Sí. Alex está vivo y permanece libre, al igual queAngus y Matthew.—¿Y el Pequeño Donald? ¿Y Gilbey?—Sí, todos están bien —Ellen respiró entrecortadamente.—¿Juntos? —pregunté.Me miró a los ojos.—Sí, Mary. Están juntos.—¿Dónde están?Sacudió la cabeza.—No lo sé. Los vimos por última vez en Montrose, depie en el muelle mientras nos íbamos.—Entiendo —respiré profundamente—. Gracias. Vecon Murreal y tu familia, Thomas. Me basta por ahora, yaque no ha venido contigo. Después me contarás el resto.—Sí, Mary, y gracias —extrajo una carta ajada de sumanta escocesa—. Es de Alex. Volveré pronto a verte.Estaba garabateada en la parte de atrás de un mapa, sucioy deslucido. Cogí la carta y la apreté contra mi pecho, laabrí allí mismo, en el muelle.Mi queridísima Mary, había escrito Alex. Teenvío esta carta con Thomas mientras nos disponemosa marchar. Ruego por que estéis todos bien. Estamosperdidos sin remedio y estoy intentando salvar acuantos hombres pueda. Coge el Mary Rose y huyeahora. Dirígete a Inglaterra si puedes, o pídele refugioa Morag en Skye. Por favor, perdóname por este desastre.Protege a mis hijos y diles que su padre losquiere. Huye ahora, antes de que los ingleses lleguen32


La Rosa Salvaje de Kilgannon 6-02-08:La rosa salvaje.qxp 6/2/08 18:20 Página 33<strong>LA</strong> <strong>ROSA</strong> <strong>SALVAJE</strong> <strong>DE</strong> <strong>KILGANNON</strong>a Kilgannon. Te amo, Mary. Si sigo con vida, te encontraré.Alex«Nunca le pediré refugio a Morag MacLeod», pensé,recordando sus miradas insistentes a Alex durante la celebraciónde nuestra boda en Kilgannon, y las furtivas caricias, quecreyó que yo no había visto, cada vez que se encontraban.Alex no le había correspondido, pero las debió haber notado.Y sin duda habría recordado lo que una vez había pasado entreellos. Morag, quien después fuera Morag MacLeod, habíasido la jovencita de quien Alex se había enamorado cuandoapenas tenían dieciséis y quince años, la joven que había enfrentadoa sus padres para que desistieran del casamiento previamenteconcertado con Sorcha MacDonald. Morag era lajoven por la cual Alex había sido enviado durante un año aFrancia para que la olvidara. La primera mujer a quien le habíahecho el amor. Y Morag lo esperó aún después de que sehubiera casado con Sorcha: no se casó con Murdoch Macleanhasta que Alex le demostró claramente, a ella y al mundo, quenuestra unión era por amor y muy feliz. Pero Morag jamáshabía olvidado su romance con Alex. Y yo tampoco.Leí la carta de Alex tres veces sosteniéndola con fuerzacontra el viento que amenazaba arrancarla de mi mano y hacerlajirones; después miré el anillo de bodas que me brillabaen el dedo. No, no le pediría refugio a Morag, y no buscaríaseguridad en Inglaterra. Me quedaría en Kilgannon a pesar delas instrucciones de Alex. Lo habíamos discutido lo suficienteantes de que se marchara. «Este es mi hogar», le había dichocuando me pidió que fuera a Francia con su tía Deirdre y losMacDonald. «Si me necesitas, Alex, estaré aquí. Puedo reunirmecontigo donde te encuentres. En cualquier lugar de Escocia»,le había dicho intentando explicarle que no era el únicoen sentirse responsable por el clan. Yo había sido educadacon un profundo sentimiento de responsabilidad hacia la gen-33


La Rosa Salvaje de Kilgannon 6-02-08:La rosa salvaje.qxp 6/2/08 18:20 Página 34te que vivía en Mountgarden, y en el poco tiempo que habíavivido aquí había asumido el rol de compañera de Alex. Esaresponsabilidad no era algo que podía desconocer a conveniencia.Me quedaría en Kilgannon por tanto tiempo comome fuese posible para acompañar a su gente. Y para estar tancerca de Alex como pudiese, por el tiempo que fuera posible.

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