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Haber Vivido. Eloy Sánchez

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HABER VIVIDOHABER vivido en este mundo hermosoinspira confianza. ¿Quién que tengacierta experiencia del vivir diráque todo fue un engaño? Si escuchasteal jilguero cantar cuando eras niño,si has tocado la luz, si conocisteel amor y el dolor, viste la luna,te dio su sombra un árbol, caminastesolo o con alguien junto al mar o un río,sabes de sobra que es verdad la viday que somos misterio, que es misteriocuanto ha existido, o es, o existirá.También, que aquí te encuentres y que un día–un día milagroso como todos–digan que te has marchado y aún se escuchetu canción a lo lejos.De Sueño del origen<strong>Eloy</strong> Sánchez RosilloLEGANÉSGESTIÓNDEMEDIOS<strong>Haber</strong> vivido Leganés a <strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo<strong>Haber</strong> vividoLeganés a<strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo<strong>Eloy</strong> Sánchez RosilloPoeta y profesor de literatura española.• 1948. Nace el 24 de junio en Murcia.• Gran lector desde su niñez, va poco a pocodescubriendo la literatura y acercándose a la poesía.• A los 14 años escribe sus primeros poemas y a los 17toma conciencia plena de su vocación.• 1969-1974. Estudia Filosofía y Letras en la Universidadde Murcia, donde se doctorará en Filología Románica.• 1973. Estancia en la Università Italiana per Stranieride Perugia. Estudia italiano y viaja por Italia.• 1975. Comienza a trabajar en la Universidad de Murcia,donde se ha desarrollado su vida laboral hasta la fecha.• 1977. Premio Adonais por su libro Maneras de estarsolo, Ediciones Rialp.• 1981. Publica Páginas de un diario, colección El Bardo.• 1984. Elegías, Editorial Trieste.• 1982. Después de un viaje a Recanati, pueblo natal deGiacomo Leopardi, comienza a traduciresporádicamente parte de la obra en verso deladmirado poeta.• 1989. Autorretratos, Ediciones Península.• 1996. Edita su quinto libro de poemas, La vida,Tusquets Editores.• 1998. Publica Antología poética de Giacomo Leopardi,Editorial Pre-Textos.• 2004. Las cosas como fueron (1974-2003), TusquetsEditores, recopilación de sus cinco primerospoemarios.• 2005. Premio Nacional de la Crítica de Poesía por sulibro La certeza, Tusquets Editores.• 2008. Oír la luz, Tusquets Editores.• 2011. Sueño del origen, Tusquets Editores.• 2012. Antes del nombre, Tusquets Editores.


EDITA:AYUNTAMIENTODE LEGANÉSDISEÑO:LEGANÉS GESTIÓN DE MEDIOS S.A.Chema RiveroCORDINACIÓN TÉCNICA:Concejalía de Educación y CulturaEquipo técnico de Apoyo a la EscuelaEste libro ha sido posible gracias a la colaboración de:Los Institutos de Educación Secundaria de Leganés: Butarque,E. Tierno Galván, Gabriel García Márquez, Isaac Albéniz, José deChurriguera, Julio Verne, La Fortuna, Luis Vives, María Zambrano,Pablo Neruda, Pedro Duque, Salvador Dalí, San Nicasio y Siglo XXIAndrés TrapielloAntonio MorenoFrancisco Javier IrazokiJosé Rubio FresnedaJuan MarquésMárcio CatundaPedro García MontalvoSantiago Gómez ValverdeSoren PeñalverSusana BenetVicente GallegoColectivo Fotográfico de Leganés• Carlos Escribano• Enrique Maldonado• José Hernández “Chiqui”• Luz Cortés• Manuel G. Viñas• Paco Morillo• Rafa Martín• Raquel ÁlvaroTusquets EditoresMAQUETACIÓN E IMPRESIÓN:GRÁFICAS LE COQ D´OR S.L.DEPÓSITO LEGAL : M-10764-2013IMAGEN DE PORTADARafa Martín. Luz que revela. Monasterio de Yuso. 2012


<strong>Haber</strong> vivido \3ÍndicePresentación de Jesús Gómez 5Vicente Gallego 9IES Luis Vives 12Carlos Escribano 15Francisco Javier Irazoki 17IES Gabriel García Márquez 18Enrique Maldonado 21Andrés Trapiello 22IES Siglo XXI 25José Hernández «Chiqui» 29Juan Marqués 31IES Enrique Tierno Galván 32Luz Cortés 35Márcio Catunda 37IES Isaac Albéniz 38Ramón Gaya 41Soren Peñalver 43IES José de Churriguera 44Manuel G. Viñas 47José Rubio 48IES Julio Verne 54Paco Morillo 57Pedro García Montalvo 58IES La Fortuna 66Rafa Martín 69Susana Benet 70IES María Zambrano 73Raquel Álvaro 77IES San Nicasio 78IES Salvador Dalí 80IES Butarque 82IES Pablo Neruda 84IES Pedro Duque 86Antonio Moreno 88Santiago Gómez Valverde 93


<strong>Haber</strong> vivido \5Queridos vecinos, profesores y alumnos de Leganés:Este curso, los estudiantes de Bachillerato de los IES de Leganés han dedicado sutiempo a profundizar en la obra del poeta murciano <strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo, un autor delarga trayectoria y reconocido prestigio en las letras españolas de finales del siglo XX.Sánchez Rosillo se ha convertido en una voz propia de la poesía contemporáneadesde 1977, año en que publicó su primer poemario, ‘Maneras de estar solo’, por elque obtuvo el Premio Adonais. Su obra también ha sido merecedora del PremioNacional de la Crítica en 2005.La poesía de Sánchez Rosillo refleja un mundo propio que, gracias a su estilo, escapaz de trascender lo personal y alcanzar una idea de universalidad. Su obra hasido traducida a diferentes idiomas y sus poemas figuran en las antologías másrepresentativas de la poesía actual.El trabajo realizado por los estudiantes de Leganés se plasma en este libro, queha sido realizado con la colaboración de distintos autores, así como la aportacióndel Colectivo de Fotografía, que ha realizado la aportación gráfica. Espero quedisfrutéis estas páginas, que reflejan el trabajo de todo un curso, por el que felicitosinceramente a los profesores y alumnos de los institutos de nuestra ciudad. Elloshan interiorizado e interpretado la obra de <strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo y su esfuerzo ytrabajo debe servirnos de aliciente a todos para acercarnos a la poesía y alimentarla pasión por la lectura.Jesús Gómez RuizAlcalde de Leganés.


<strong>Haber</strong> vivido \9<strong>Eloy</strong> Sánchez rosillo,poeta y hombre verdaderoEn esta vida, cuya secreta y honda sabiduría acostumbra a mostrarse juguetonae imprevisible ante los que abren los ojos del asombro —que son los de lagratitud—muchas de las cosas que nos parecen negativas terminan por resultarbenefactoras. El caso es que la editorial El Bardo, donde <strong>Eloy</strong> publicó su segundolibro, Páginas de un diario, debió de quebrar en aquellos tiempos de mi muytemprana juventud en los que yo andaba en una quiebra permanente, así quemuchos de sus libros estaban de saldo en la librería París-Valencia de la callePelayo de mi ciudad. En resumidas cuentas, lo que llevo un rato tratando de decires que pude hacerme con aquel libro de <strong>Eloy</strong>, cuya poesía no tiene precio, por lamódica cantidad de dos pesetas; y las dos pesetas no deben ser entendidas aquíbajo clave de metáfora, pues eso fue lo que tuve que pagar exactamente. La poesíade <strong>Eloy</strong>, tan intensa y rica en su sencillez casi franciscana, caló profundamente enmí desde el principio, y supe que había hallado en ella una compañía inestimable.No me equivoqué —a pesar de ser yo en esos momentos un lector bisoño— y,después de aquel primero, cada uno de sus libros ha venido a sumarse a la cuentade mi asombro y de mi agradecimiento siempre renovado. La voz límpida de <strong>Eloy</strong>le enseñó al joven poeta cursi, altisonante y vetusto que yo era secretamentepara todos —con las honrosas excepciones de mi madre y de mi abuela, que devez en cuando escuchaban de mí, con gran caridad cristiana, un soneto cojitrancode acentos o una silva ripiosa— que a la poesía no era preciso ir a buscarla en lapalabra-cascabel ni en la purpurina, porque ella se daba, de manera mucho máspropia y más cierta, en esa naturalidad de la media voz y en la observación de lasmil delicadezas de nuestra vida cotidiana. La poesía, que en <strong>Eloy</strong> era ya una verdadserena, regalada y viva, en mí apuntaba todavía como un apasionado esfuerzopersonal cuyo único fruto consistió, durante algunos años, en un escandalosoreguero de cadáveres: las obras completas de mi inmadurez. Pasó el tiempo, fuipurgando ínfulas y amaneramientos, y cuando publiqué el que considero miprimer libro, La luz, de otra manera, me hice con la dirección de <strong>Eloy</strong> y se lo mandécon una dedicatoria que ya no recuerdo, pero en la que le expresaba mi sinceraestima por su obra.Para mi sorpresa, a los pocos días tenía una carta suya en mi buzón, una cartaque venía como debe venir una carta, en un sobre con un elegante membrete queconsignaba con letras de imprenta, en su cara posterior, los datos del remitente.La ilusión con que abrí la misiva sólo la comprenderá el que haya sido joven yhaya sentido reverencia hacia la palabra escrita de otro hombre. El poeta


10 /<strong>Haber</strong> vividoque tanto admiraba me había leído y, según todos los indicios, tenía algo quedecirme. Y lo que <strong>Eloy</strong> tuvo a bien decir acerca de mis versos en aquella carta,me presentó de inmediato la generosidad de un alma. Por si faltara algo, sedespedía de mí ofreciéndome su amistad. Poco a poco, la vida fue disponiendolas ocasiones y aquel sincero ofrecimiento se convirtió en esta fraternacamaradería que hoy nos une.Fue allá por el verano de 1989 cuando pude conocer al hombre, pues lo invitamos,junto a unos sesenta o setenta poetas más de todos los colores, a unas jornadaspoéticas que organizamos en Valencia Carlos Marzal, Juan Pablo Zapater, JoséMiguel Arnal y yo mismo. Quiero evocarlo a las tantas de la madrugada, en mitadde la pista de baile de los garitos de la playa de la Malvarrosa. No era <strong>Eloy</strong> unbailarín consumado, aunque nunca perdía el ritmo a base de fregotear el suelosuavemente con las suelas de los zapatos. Alto, elegante y maleable como unaespiga, bien pertrechado de su vaso de tubo y su purito Farias reglamentario,lo que no había es quien le ganara en cordialidad, en su estar tan a gusto conla gente, ni tampoco en su empeño de retirarse el último de todos los saraos.Salimos muy bien hermanados ya de aquellos días, porque a <strong>Eloy</strong>, con sucampechanía, su vivaz inteligencia socarrona y su alegría de estar vivo, no haymanera de tratarlo sin quererlo, a no ser que uno sea raro de remate. Los añosque vinieron después no han hecho sino poner de manifiesto, de mil maneras, sucalidad humana. Tantas primaveras juntos en Murcia, invitados por el almiranteJosé María Álvarez a su legendario congreso poético anual: Ardentísima. Y tantosencuentros memorables aquí y allá, casi siempre reunidos en torno a la poesía.Pero <strong>Eloy</strong> no ha sido para mí sólo <strong>Eloy</strong>, sino que por la puerta grande de su amistadhan ido entrando en mi vida algunos de sus mejores amigos, que hoy lo son tantosuyos como míos, porque la amistad es el más contagioso de los sentimientos alser el más puro. Gracias, querido <strong>Eloy</strong>, por tantas y tantas alegrías, y por todasaquellas que aún espero que compartamos.Cuando todos los críticos se empeñaban en destacar el tono elegíaco de supalabra, yo sentía que en sus versos, precisamente desde el corazón mismo dela elegía, se elevaba en plenitud un cántico desaforado de amor a la vida, deperplejidad ante el calado inabarcable de sus misterios. Lo que constituye a labelleza es esa condición fugaz, casi relampagueante de sus manifestacionesparticulares, y eso lo vio y lo cantó <strong>Eloy</strong> como muy pocos han llegado a cantarlo,vislumbrando su colmo en los andares distraídos de una hermosa muchacha queestá a punto de perderse para siempre en sus mundos al doblar una esquina;columbrando su entera gloria en los aromas de una tarde primaveral, en el pasmoinagotable de un rayo de luna o en el canto eterno de los pájaros madrugadores.Varios fueron los libros de tono elegíaco en los que <strong>Eloy</strong> nos enseñó a amar másy mejor este mundo hecho de blancas fragilidades, de destellos deslumbrantes y


<strong>Haber</strong> vivido \11emociones claras. Sin embargo, cuando ni él mismo lo esperaba, porque un poetaverdadero como él no se atreve siquiera a sospechar los rumbos que le pueda irmarcando el señorío siempre inesperado de la poesía, se vio convertido en unpoeta raro, en un poeta hímnico, un poeta de mirada por completo esclarecidaque, en vez de cantar el cielo de este mundo con nubes pasajeras, está cantandoel cielo siempre transparente del espíritu humano. No, no es que <strong>Eloy</strong> se nos hayaido por las abstrusas ramas de la metafísica, sino que se ha encontrado felizmentecon la infinitud de la realidad en cada uno de los detalles de esta asombrosamanifestación suya a la que llamamos nuestra vida. Desde su libro La certeza,donde <strong>Eloy</strong> nos dejó escrito: “Qué ciego estuve, habiendo como hay / tanta luz,tantos signos / que en todo instante la verdad nos dicen. / Hay que abrir bien losojos para ver, / aguzar el oído / para oír lo que importa. / Cada vez se apodera / demí con más pujanza y más dulzura / la certidumbre de que sólo hay vida”, el poetaha visto desvanecerse toda separación real en el seno del ser y no ha cesado decompartir con nosotros, mediante una palabra cada vez más poderosa y entrañadaen la gratitud, su sentimiento de unidad con respecto a todo lo vivo. Si la poesíaes siempre el testimonio decantado del vivirse de un alma, y ya que las cosas notienen otra realidad más que la que imprime en ellas ese troquel que es la miradaque las considera, no cabe duda alguna de que todas las cosas que pueblan lapoesía del amigo <strong>Eloy</strong>, esas pequeñas cosas de cada día, han sido vistas a la luz deun alma bella. “Hay que abrir bien los ojos para ver…”, repetimos con uno de esospocos poetas capaces de abrir los nuestros, poema tras poema, al esplendor sinmácula de lo dado, a este júbilo eterno de abrir los ojos a la verdad del mundo y nopoder distinguirla de la verdad pura del alma.Vicente Gallego(11 de noviembre de 2012)


12 /<strong>Haber</strong> vividoHASTA QUE LLUEVADesde niño, madre me cuidaba y daba consuelo,ella era mi calor y yo un trozo de hielo,un niño con anhelos...alcanzar el éxito,mirar abajo sobre nubes posadas en el cielo.Tanto calor y cariño recibí de los míos,que dejé de ser hielo y me convertí en río.Ya no era un crío, era un adolescente,el tiempo ya no estaba quieto, pasaba al ritmo de la corriente.Por no ser prudente, aciertos y errores tuve,pero quería, todavía, convertirme en una nube.Alcanzado el éxito, ya hombre, nube me mantuve,deseando no llorar, deseando no llover...Deseando no recordar que deseé crecer y envejecer.Inspirado en Miro pasar las nubes. (Autorretratos).<strong>Eloy</strong> Sánchez RosilloAntonio Elias Kinamvuidi Gombe2º DISEÑO DE FABRICACIÓN MECÁNICA. IES LUIS VIVES


14 /<strong>Haber</strong> vivido


<strong>Haber</strong> vivido \15Inspirado en Desde un acantilado. <strong>Eloy</strong> Sánchez RosilloCarlos EscribanoDesde el acantilado


16 /<strong>Haber</strong> vivido


<strong>Haber</strong> vivido \17<strong>Eloy</strong> Sánchez RosilloY La Consciencia LuminosaEn diversos círculos se sigue repitiendo una especie de mantra: la honduraartística está reservada a los que caminan en el interior de los abismos. Sospechoque de esta frágil certeza han salido bastantes naderías. En mi opinión, labúsqueda del malditismo es trivial y sus simas presentan a menudo la forma deuna mirada injusta. Disiento de quienes piensan que la calidad creativa es el frutode alguna derrota íntima. He encontrado más profundidad en artistas que desdela lucidez resaltan la existencia. Me acompaña un buen modelo. Frecuentementeleo un volumen donde se recopilan casi todos los poemas de <strong>Eloy</strong> SánchezRosillo. Llevo el libro en los paseos matinales por las calles de París. Lo abro ysiempre recibo un alivio suave. En el tomo, Las cosas como fueron (Tusquets),cuyas cualidades se han extendido a las obras recientes del autor, percibimos unconocimiento que elige la respuesta luminosa. Aunque la angustia tenga muchafama en nuestra cultura, el escritor propone su alternativa: la consciencia contrala simpleza sombría. Hay en sus palabras una gratitud que excluye recompensas.Por fin disfrutamos con un poeta que no participa en los campeonatos de dolor.No necesita imitar el tono y las músicas marginales; no redacta textos con olor aserpiente muerta. Tampoco suelta ráfagas herméticas por las que el lector vuelacon los ojos vendados. Nunca lo vemos caer en gestos comerciales de abandonoy languidez. Los versos de <strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo transmiten la complejidad conexpresión limpia, y la riqueza interna de su arte llega sin trabas a la superficie.Son páginas escritas por un hombre que se sabe efímero y ensalza la vida en queél se consume.Francisco Javier Irazoki


18 /<strong>Haber</strong> vividoLas grises nubes de invierno no me dejaban verte, un vano intento de eclipsara la reina de la noche. Imposible olvidar tu belleza, cuando en las noches deverano, tú, radiante y espléndida, te elevas sobre tu reino de sombras, tan fría,tan cálida, eternamente puede estar tu reflejo en mi pupila; tú, tímida y humilde,careces de luz propia y dejas a la vista del mundo tu cegador esplendor. De tuserenidad enamoradas están las mareas que inútilmente desean rozarte alzandosus desesperadas olas en un intento de acariciarte, pero por más que lo intentenes un deseo insaciable, a cada intento su necesidad de tocarte se incrementa,frustradas, descargan su ira contra el acantilado que las retiene. Hoy, sin poderverte, siento la angustia del mar, aunque sé que estás ahí. Nunca has faltado aninguna de nuestras citas.El viento se desperezaba llevando consigo aquel fresco olor y al instante esedulce rumor, manso y delicado, invadía la oscura ciudad, cuyo horizonte a cadasegundo era más difuso. La lluvia caía mansamente sobre las verdes hojas deaquel naranjo que algún día de verano me refugió en su sombra, acompañadopor el singular canto de un jilguero.Oía los árboles mecerse en los soplos del viento, mi mirada ya no traspasabaaquel cristal, ahora opaco por el vaho y agrietado por el paso inexorable de lasgotas que resbalaban hasta el final de la ventana, como las lágrimas que por miculpa se deslizaron por tu rostro hasta morir en el suelo.Queda tan poco por vivir, solo quiero quedarme aquí, sumido en la penumbra,solo con mis recuerdos, rodeado por el susurro de la lluvia, pensando en los díasluminosos que se fueron.Inspirado en los poemas Noche de luna, Después de la lluvia, Huertos junto al ríoy Dejadme aquí, sumido en la penumbra de <strong>Eloy</strong> Sánchez RosilloSaray Cruz Palma4º ESO. IES GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ


<strong>Haber</strong> vivido \19Inspirado en El viajero. (Maneras de estar solo).<strong>Eloy</strong> Sánchez RosilloMarta Costumero4º ESO. IES GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ


20 /<strong>Haber</strong> vividoEL RÍOEL sauce y el río.El sol en el agua.Detente. Contemplala mañana.No piensesen nada.<strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo


Inspirado en El río. <strong>Eloy</strong> Sánchez RosilloEnrique Maldonado<strong>Haber</strong> vivido \21


22 /<strong>Haber</strong> vividoETERNO RETORNOPara <strong>Eloy</strong> Sánchez RosilloHa vuelto a suceder.Me recuerdo de mozo descubriendoen un libro de Bécquer la Poesía,no ya como cualquier adolescente,mas como el hombreque empecé a ser entonces,pues se me revelóque cuanto allí pasaba concerníaa todos y a ninguno, en su misterio.Recuerdo con qué vértigo esperabaque pasaran las clases y deberespara correr hasta un rincón cualquieradonde quedarme a solas con el librode mi amado poeta. Le entregabami alma y le decía: Haz de ellaalgo noble que puedahablar de sí y del mundo,que me enseñe a estar soloo a entregarme a un abrazo,si me cabe tal suerte.Entonces empecé a escribir mis propiosversos, que quise iguales que los suyos,no por imitación, sino porque eraigual nuestro sentir, o eso creía,y me habría avenido malamentea palabras labradas de otro modo.


<strong>Haber</strong> vivido \23Han pasado los años, y de nuevoha vuelto a suceder con los poemasde un poeta de ahora, de ahora mismo.Él me ha devuelto a aquella adolescencia,y aunque ya no soy joveny la vida haya hecho su trabajo de zapaen tantas ilusiones, he sentidoque el sueño del origen es origen,como el grano es espigay como siento ahora que estos versosa los suyos debieran parecersepara darlos por míos.Andrés Trapiello(Marzo de 2011)


<strong>Haber</strong> vivido \25La Culpa- Cuando era pequeño, teníamos una gata en casa, se llamaba Menta, y era negracomo el carbón, y tenía unos ojos verdes muy grandes. Estábamos en verano.Mamá estaba haciendo la cena y papá limpiando.Yo quería jugar, me aburría mucho- Mientras Oliver se sumía en sus pensamientos,sentimientos y recuerdos, Marta tomaba notas en su cuadernito rápidamente a lavez que escuchaba el relato del niño con mucha atención- Empecé a jugar con Menta.Me aburrí de darle caricias y empecé a cogerla y a lanzarla hacia arriba. Entoncesella salió corriendo, y yo quise perseguirla. La seguí por toda la casa. La puertadel jardín estaba abierta para que entrase el frescor de la tarde. La gata salió y sesubió al almendro que papá y mamá habían plantado hacía muchos años. El árbolhabía crecido mucho y yo no llegaba a las ramas más bajas. Menta se subió en él,y me bufó desde arriba…- Sin darse cuenta, Oliver empezó a apretar los puños, suvoz se empezó a aflautar y los ojos se le tornaron vidriosos.- Yo quería que bajara,y comencé a tirarle piedras. Las ramas eran finas y Menta no tenía mucho espaciopara moverse, por lo que no fue muy difícil empezar a acertar en el blanco.Los ojos de Oliver se hinchaban poco a poco y sus lágrimas empezaban a aflorar.- Estuve largo rato tirando piedras, cada vez más grandes y con mayor fuerza. Sentíaque eso era divertido, me lo estaba pasando bien. Había visto muchas veces a losmayores tirar piedras a los gatos callejeros y no pensé que tuviera nada de malo.Marta seguía escuchando atentamente.- Al cabo de un rato, Menta cayó al suelo, sangraba mucho por la boca. Paré de reír,me había pasado y lo sabía, pero no sabía hasta que punto me había pasado. Mentame miró y… Y…No pudo contener más las lágrimas. Comenzaron a resbalarse desde los párpadoshasta sus mejillas, notó el sabor de sí mismo en la boca, sus ojos escocían. Mordíalos labios para contenerse un poco el llanto, sin conseguirlo.- Me pareció que lloraba. Me pareció que en sus ojos no había maldad, no bufó, notrató defenderse. Yo estaba paralizado, no sabía lo que estaba pasando, sólo tenía


26 /<strong>Haber</strong> vividocinco años. Nunca pensé que tras convulsos movimientos, extraños, y maullidostristes, delante de mí se derrumbaría sobre la hierba del jardín para no levantarsenunca más.Ni por un segundo más pudo aguantar el llanto. La espera se hizo larga y pesada.Marta nunca pensó que el origen de la tristeza del chico pudiera remontarse atantos años atrás. Lo dejó unos minutos consigo mismo, entonces le preguntó:- ¿Qué hiciste después? ¿Cómo te sentiste?- Entonces no sabía lo que estaba sintiendo, pero, tras muchos años después, yasé lo que sentí, le he dado muchas vueltas con el paso del tiempo. Después quisevolver a casa hablar con mis padres. Eso fue lo que hice. Mientras daba la espaldaa Menta, cabizbajo, caminando sobre la hierba del jardín, me sentí… Me sentí…Asustado, confuso, lleno de angustia y de desasosiego. Desde entonces supe quellevaría siempre la carga de tan horrendo crimen. Mientras caminaba, noté un pesoterrible sobre mi espalda, que me haría caer si no aguantaba. Un gran dolor decabeza, que ahora sé que era la conciencia, que todavía hoy me sigue atenazando.Y esa opresión en el corazón… Menta…Marta cogió la silla que ocupaba y de forma que no arrastrase las patas, para nomolestar al chico, volvió a apoyar la silla en el suelo. Acto seguido se sentó sobre ella,retiró las manos de la cara de Oliver, y habló con él el resto de la hora de terapia.Irene Martín Andrés3 º C ESO. IES Siglo XXI


Andrea Escobar y María Jaramillo3 º A ESO. IES SIGLO XXI<strong>Haber</strong> vivido \27


<strong>Haber</strong> vivido \29LA AMISTADNo pienses que fue breve la hermosurade esos días que hoy cantas, ni escasa laalegría que la fortuna os diera:la belleza sólo un tiempo requiere,y su fugaz reinado tiene la permanenciade lo eterno.<strong>Eloy</strong> Sánchez RosilloJosé Hernández “Chiqui”


<strong>Haber</strong> vivido \31No hablo de mí: despierto, salgo afueray en general las cosas soncomo las preveía, o, mejor,tal y como podría haber previstosi lo hubiese pensado,si estuviera dispuesto a meditar.Nunca quise sorpresas.Me basta con estar, saberme aquí,sentirme limitado y adoptar la costumbrede existir sin disfracesy sin sobreactuaciones, con la luzquemando hasta el final–no hablo de mí– mis ojos.Juan Marqués


32 /<strong>Haber</strong> vividoInspirado en Huertos junto al río. (Sueño del origen).<strong>Eloy</strong> Sánchez RosilloSergio Romero del Hombrebueno García4 º A ESO. IES Enrique Tierno Galván


<strong>Haber</strong> vivido \33Inspirado en Un día que se va. (Sueño del origen).<strong>Eloy</strong> Sánchez RosilloLucía Ramírez de la Rosa4 º A ESO. IES Enrique Tierno Galván


<strong>Haber</strong> vivido \35Inspirado en Sucede que allí estoy. (Sueño del Origen).<strong>Eloy</strong> Sánchez RosilloLuz Cortés


<strong>Haber</strong> vivido \37LA NOSTALGIA DE ELOY SÁNCHEZ ROSILLOCierra los ojos y vislumbra los geranios.Ve a una muchacha más bella que el fulgor del verano.Pasaron los días de la antigua primavera.La sombra no le devuelve aquellas imágenes:la vieja acacia que vio plateada, bajo la luna,el recuerdo de su madre cuando era joven,el pastor y el balido del rebaño,los gorriones que lo despertaban en el primer albor.Bendice los recuerdos de su juventud,la canción de un jilguero en la luz vespertina,la gloria melancólica de haber vivido.No se detuvo el curso de las horas,y no le queda más que añorar el pretérito encantode aquellas plácidas tardes.Al fin de la hermosa fiesta,de pronto está bajo la misma acacia.Recuerda el rostro ajeno que tenía,otra era la llamaradade los largos días de la infancia.Va acabándose el tiempo,mientras crece la expectativa del gran silencio.La vida, un día lleno de indulgencia,le entrega la libertad de andar solo,lejos de sí mismopara meditar sobre el enigma.Márcio Catunda


38 /<strong>Haber</strong> vividoA LO LEJOSUNA niña —qué lejos— me sonríe.Y, desde allí, me mira.Infancia de mi madre.Vieja fotografía.<strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo–A lo lejos una niña –qué lejos– me sonríecon trapos viejos vestida,pasa entre las florescomo de vieja fotografía.Deslumbra por los brillos,del intenso y soleado día.Se refugia entre las sombrasde los álamos de vida.Y, vestida de blanco y negro,desde allí… me mira,recordando otros tiemposde otras épocas sufridas.Su imagen gris, en un recuerdo,es mi madre rejuvenecidade unos años ya pasados,de otra etapa de la vida.Recreación - continuación del poema A lo lejos. (Elegías).<strong>Eloy</strong> Sánchez RosilloSonia García Nieto3ºC ESO. IES Isaac Albéniz


Ramón GayaRetrato de <strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo, 1981, óleo sobre lienzo<strong>Haber</strong> vivido \41


<strong>Haber</strong> vivido \43PARA ELOY SÁNCHEZ ROSILLO(UNDÉCIMAS A SU LIBRO DE LOS PÁJAROS* )Como para Rilke las rosas, son tus pájaroscriaturas epistolares. En el perfectomilagro de la sola pluma de uno cualquierade ellos, vive y se lee la cifra del cielo.Nos acompañan las aves de tus versos,nos dicen cómo tú las tratas y conoces.Van en bandadas estos seres solitarios,escriben sobre la línea del crepúsculo,y se mojan y beben en la nubeque baja hasta la copa del árboldel tiempo, donde sus crías duermen.En continuo trasiego, al verde laurel,al grácil almendro o a la tupida acacia,acuden los alborotadores, luego de la rebuscadel grano hundido en los terrones sedientos.Son éstos los parajes en donde tus jilguerosesperan el misterio del alba, al que cantan,mientras sus inquietas y chicas vidas pasan.Y es éste el lar del ruiseñor sagradoque el sueño de su compañeray el tuyo protege, en la nochecerrada, con su impalpable canción.Los alados animalillos que tus páginasalbergan, traen y se llevan la luzy el calor de lejanos y cercanos días.¿De qué otros existentes o soñadoshorizontes acudirán los venideros pájarosque han de ocupar las nuevas páginasy anidan al abrigo del atareado amor,con la certeza que el corazón ocupa?De Hesíodo y Leopardi, de Keats y Pascoli,tus pájaros epistolares acuden; picoteanen las cardenchas las flores azules.Soren Peñalver- En el árbol del tiempo, antología de poemas del autor alusivos a distintas aves, entresacados desu obra poética por Juan Marqués (Editorial Pre-Textos, col. El Pájaro Solitario, Valencia, 2012).


44 /<strong>Haber</strong> vividoSENSACIONES(Al borde del acantilado)El sol se refleja en el agua cristalina,y se siente la humedad en la piel.El cielo sujeta una nube blanca,y la arena arde como el propio infierno.Al borde del acantilado, todoparece más liviano.No la he tocado y ya la siento.El mar me inunda.Basta con pensarlo para refrescarme.Me estoy empapando mientras me quemo.Doy un paso al frente,inspiro profundamentey me dejo caer.El mar está sereno,claro, limpio,silencioso.Y sin embargo…El agua estaba más fríaal borde del acantilado.Andrea de la Braña Sánchez4ºB ESO. IES JOSÉ DE CHURRIGUERA


<strong>Haber</strong> vivido \45Inspirado en Huertos junto al río. (Sueño del origen).<strong>Eloy</strong> Sánchez RosilloIván Camps Abad1 º B ESO. IES JOSÉ DE CHURRIGUERA


46 /<strong>Haber</strong> vividoLA INTRUSA[…]Nadie quierelabrar ahora estos campos. No dan frutolas hazas ni los árboles. Por doquier, han crecidomalas hierbas. Y el aireno mece como antaño, cuando el verano llega, lostrigales maduros.No sé qué pueda hacerse. En cierto modo, tengoya el hábito de verla,aunque siempre que encuentran mis ojos su figurasienta un escalofrío.Me acecha a cualquier hora; ronda mi casa. A veces,canta, mientras me observa,una canción dulcísima, y entretejen sus labios minombre con la música.Un día, fatalmente, no sé cuándo- acaso cuando deje su miradade infundirme temor y esté dispuestoa hacer lo que ella quiera, a ser suyo, a seguirla -,vendrá a buscarme al fin.Yo la estaré esperando. Y emprenderemos juntosel más largo viaje.<strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo


<strong>Haber</strong> vivido \47Inspirado en La intrusa. <strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo.Manuel G. ViñasEl buitre


48 /<strong>Haber</strong> vividoEL BALCÓN DE ELOY(Notas sobre <strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo)Al pensar en <strong>Eloy</strong> antes de comenzar a escribir estas líneas, lo primero que mevino a la cabeza fue la imagen de su balcón iluminado de noche. He visto esebalcón infinidad de veces, de día y de noche. Él vive en Murcia, en el 4º piso deun edificio situado hacia la mitad de la calle de San Nicolás. Dos puertas antesestá mi casa, y en el bajo de aquel edificio mi oficina. Conozco bien la calle y elinmueble de los que hablo, pero es la imagen de ese balcón encendido la que tengograbada. Con frecuencia, a horas avanzadas, es el único con luz en toda la fachada.Aun de día lo identifico de un golpe de vista y de un modo inconsciente al entraro salir de mi casa, pero llama mi atención sobre todo cuando oscurece y refulgeen él, casi a la mano, a pesar de la considerable altura, una luz amarilla y cálida.Entonces pienso en el amigo. Sé que estará allí, en su cuarto, en la soledad en laque ha ido encontrando día a día lo suyo. Quizá esté leyendo, o escribiendo, medigo, o tal vez no haga nada, y descanse, y espere. Alguna vez, mirando el balcón,me han venido a la memoria un par de versos del poema de Goethe “Legado”, quecuadran bien con lo que me sugiere:Obra de amor realizan espontánea,en este mundo, el vate y el filósofo.Y es que allí, en aquel cuarto, ha nacido buena parte de la obra de <strong>Eloy</strong> SánchezRosillo. Ese balcón iluminado se me ha ido transformando por sí solo en unareferencia, en una guía. Se ha convertido en el símbolo de lo que la amistad de <strong>Eloy</strong>,y él mismo, son para mí desde hace ya treinta y cinco años, que es el tiempo queha pasado desde que lo conocí.El poeta se trasladó a su casa de la calle de San Nicolás en el año 1979. En ellasigue, y en ella ha vivido buenos y malos momentos, como cualquiera en cualquiersitio, pero siempre, fueran cuales fuesen las circunstancias, cada noche la luz delbalcón que digo permaneció encendida muchas horas.Podría referir tantas cosas de la persona y de la vida de <strong>Eloy</strong>, y de su influenciaen la mía propia, que no sé por dónde empezar. Me vienen a la memoria infinidadde recuerdos, y con ellos algunas personas fundamentales en su vida. La primera,su madre, Celia Rosillo, por la que el poeta sentía verdadera veneración, y a laque, ahora que el hijo anda por la edad que ella debía tener cuando yo la conocí,encuentro que se parece cada vez más, y no me refiero sólo al parecido físico.A veces, hablando con él, una expresión suya, un acento, un modo de decir,


<strong>Haber</strong> vivido \49me recuerdan muy vivamente a su madre. Además de la incuestionable huellagenética, sucede que cuando se quiere tanto a una persona se tiende, de modoconsciente o no, a emularla. Se interiorizan sus gestos, su manera, su modo de ser,y, cuando menos se piensa, aflora aquel estilo en nuestra forma de expresarnos. Secumple así el profundo deseo de que algo de aquella persona que tanto quisimossiga presente en nuestra vida. Esto le sucede a nuestro poeta con su madre. Éllo ha dicho maravillosamente en su espléndido poema “Siempre”, que terminadándonos cuenta de un encuentro con ella:Ambos reconocemos que ese encuentro es la vida,el relámpago eterno de amor que nos fue dadodel todo y para siempre. Y otra cosa no hay.Su madre fue una persona buenísima, simpática, entrañable; esas cualidadessuyas se advertían nada más verla. De ella habla el poeta en el emocionantefinal del poema “Una temporada en el infierno”, del libro La certeza. A ella le hadedicado algunos poemas que están entre los más hermosos y conmovedores detoda su obra, por ejemplo: “A lo lejos”, del libro Elegías, “Madre”, del libro Oír la luz,y el ya citado “Siempre”, del libro Sueño del origen.Recuerdo también al pintor Ramón Gaya, una de las personas más importantesen la vida de <strong>Eloy</strong>, y sin duda decisiva en su formación. Fui yo mismo quien lospresentó en el año 1979. Unos días antes le había regalado a Gaya el primer libro,en aquella fecha el único, de Sánchez Rosillo: Maneras de estar solo. Al pintorle encantó, lo leyó de un tirón en una sola tarde, y al día siguiente me comentómuchos de sus poemas, y versos, y hasta alguna de las palabras empleadas porel poeta. El poema “Tarde de junio” era uno de sus preferidos. No olvido que meseñaló estos versos:En un rincón del cuartobrilla la enredadera de la música.Le parecía acertadísima la elección de la palabra brilla. Recuerdo que me dijo:“Otro cualquiera habría escrito con toda probabilidad suena, pero un poeta ahíescribe brilla”; y añadió: “Llama a tu amigo, que quiero saludar a un verdaderopoeta”. Durante los días que siguieron visitamos casi a diario a Ramón Gaya,solíamos cenar y conversar con él hasta bien avanzada la noche. A menudo,después de dejar a Gaya en su hotel, nosotros prolongábamos la conversaciónvolviendo sobre los temas tratados o comentando las opiniones y juiciosdel propio Gaya. Éramos conscientes del privilegio que suponía tratarlo. Con


50 /<strong>Haber</strong> vividofrecuencia, en el momento de despedirnos, <strong>Eloy</strong> me acompañaba a mi casa, muydistante por cierto de la suya, y luego, para corresponder, yo lo llevaba hastasu puerta; entonces él volvía otra vez conmigo hasta mi casa, y yo, para no sermenos, regresaba con él hasta la suya. Solíamos repetir esas idas y venidasinfinidad de veces, y hablábamos sin parar por la ciudad completamente desiertaa esas horas. Era tan grande el deleite de aquellas conversaciones que no nosdábamos cuenta ni de la hora ni de los kilómetros recorridos. En más de unaocasión vimos amanecer en esos mutuos acompañamientos, que solían resolversedespidiéndonos al fin en un lugar equidistante de nuestros domicilios. Al díasiguiente, a la siguiente noche, repetíamos aquel mismo programa. Así se estrechóy fortaleció nuestra relación, que aún era reciente. Aquellos días comenzó entreRamón Gaya y <strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo una entrañable amistad, basada en el afectoy la mutua admiración.En un pasaje de sus Meditaciones, Marco Aurelio dice:Siempre que quieras alegrarte, piensa en los méritos de los que te rodean…Porque nada produce tanta satisfacción como los ejemplos de las virtudes, almanifestarse en el carácter de los que con nosotros viven y al ofrecerse agrupadasen la medida de lo posible.Trataré de “ofrecer agrupadas en la medida de lo posible” las virtudes del poeta.Si se me preguntara por las cualidades de <strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo, acudiría a unaserie de palabras que son las que siguen: auténtico, generoso, profundo, natural,creyente. También me vienen a la cabeza, como la otra cara de la moneda, las quejamás se podrán predicar de él: afectado, superficial, engañoso, frívolo, mezquino.Muchas son las pruebas que yo mismo he tenido de la realidad de estas virtudes.A ellas habría que añadir una inteligencia honda y viva, una constante bondad, yun sentido común excepcional, capaz de analizar con detalle los vericuetos másintrincados y oscuros de la vida y de las relaciones humanas, y arrojar sobreellos luz, clarividencia. Su carácter se completa con un agudísimo sentido delhumor, siempre bajo el control de una delicadeza que le permite utilizarlo sin herirni sojuzgar a nadie. Todavía, a sus 64 años, se ve en la expresión de sus ojos alniño que fue cuando se acalora ante algún hecho o circunstancia que considerainjustos, cuando comenta entusiasmado algún poema que lo emociona, o si letoca hablar de alguno de los poetas que prefiere. Tiene un profundo sentido dela justicia, y sus preferencias están siempre del lado de los débiles y acuciados.También he visto en sus ojos la mirada de aquel niño cuando lo mueve el deseo porprestar ayuda a alguien que él considera que la necesita. Entonces, olvidándosede sí mismo, se moviliza apasionadamente, desarrolla una extraordinaria y


<strong>Haber</strong> vivido \51contagiosa energía, y una constancia capaz de sostener su esfuerzo el tiemponecesario hasta conseguir el fin que se ha propuesto. Sean cuales sean losproblemas que encuentre, jamás tira la toalla, al contrario, soy testigo de queante las dificultades aumenta su tenacidad, crece su convicción de que tarde otemprano podrá con ellas. Yo mismo he sido beneficiario de su ayuda en muchasocasiones, y cuando acudí a él recibí siempre una acogida fraternal, y volvíreconfortado con su palabra y con su trato.En lo que se refiere a su obra, no descubriré nada si digo que escribe únicamentedel mundo y de la vida, que su poesía es autobiográfica, que vive antes de escribir.Sus poemas son lo más lejano de algo abstracto o artificioso. Escribir por escribir,sin verdadero impulso, sin necesidad, es algo impensable en él. No hay dualidadentre la experiencia que el poeta ha vivido y el poema que la dice, se diría que éstees obra de la propia vida. De este modo, nos acercamos a una idea que el poetaviene repitiendo cuando se le pregunta por su trabajo: “Los poemas no los escribeuno, sino que los recibe como un don, como una gracia”. Para esta concepciónde la poesía el poeta no es más que un mediador entre lo inefable y el mundo;y su única labor la de permanecer atento, la de mantener viva la atención parapercibir una voz que pocos escuchan. Sólo cuando esa voz se ha oído se estálegitimado para escribir, no antes. Claro está que hay que conocer bien el oficio, yejercitarse duramente en él, pero lo decisivo es la escucha. Esta es la creencia de<strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo. De ahí que el paso de una poesía de tono elegiaco a otra másvital y celebrativa, que se produjo hace unos años, no causó extrañeza a quienes loconocen. No fue un cambio de rumbo deliberado por alguna oculta razón del autor,o decidido por este o aquel interés, sino un paso dado con absoluta naturalidad ensu propia vida. Se puede teorizar lo que se quiera sobre este asunto, pero la realidades en ocasiones más simple que las elucubraciones que pretenden explicarla.Con frecuencia el poeta nos da pruebas en sus propios poemas de la identidadque existe entre su vida y su obra. Así, hacia el final del hermosísimo poema “Lacerteza”, que cierra el libro de ese mismo nombre, nos dice algo plenamente válidopara todo lo escrito por él:Toco con estas manos lo que afirmo,con nitidez contemplo su fulgor…Mal se aviene esta poesía con los análisis puramente literarios, que por agudosy documentados que sean andan siempre por lugares lejanos a la realidad. Siqueremos conocer su verdadero valor debemos acogerla como a un ser vivo, esdecir, haciéndola vivir en nosotros. El trabajo del poeta ha sido tan intenso y a la


52 /<strong>Haber</strong> vividovez ha desaparecido de tal modo que nos permite acceder, sin sentirlo siquiera, ala emoción que lo llevó a crear. El poema que surge así es algo puramente natural,como unas hierbas, un chubasco, o unas rocas, y, como ellos, su mera presencia nosemociona. No se precisa nada ante la naturaleza para apreciarla y sentir su verdad.Lo mismo ocurre con los poemas de <strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo. Estoy pensando ahoraen los prodigiosos: “En mitad de la noche”, “Plegaria”, “La certeza”, “Misericordia”,“La escondida fuente”, aunque podría citar muchos otros.Precisamente en un texto titulado “Sobre la pintura en Ramón Gaya”, escribióMaría Zambrano: “Contemplar es lo adecuado a lo que está vivo” y, poco másadelante: “Algunas presencias… ejercen así una función insustituible: la de llamara la contemplación, la de exigirla y aun la de ponerla en ejercicio y en acto”. Estees el caso de la poesía de Sánchez Rosillo. Sucede así porque sus poemas noshacen partícipes de la vida que emana de ellos. Después de su lectura, conmovidospor ella, fijamos la atención en las palabras que obraron este suceso, volvemos aleerlas, y guardamos silencio para oír la maravillosa voz que el poeta hizo audible.Y otra cosa no hay, que diría el propio autor.Hace un par de días, al salir de mi casa, volví a ver el balcón de <strong>Eloy</strong>. Era sólo untrazo de luz en la mancha oscura de la fachada. Lo miré, pensando en él, con laemoción de quien ha visto en medio de la noche, aún de travesía, la señal infalibleque es la luz de un faro.José Rubio


54 /<strong>Haber</strong> vividoMAMITA MÍAUna niña que de lejos me sonríey, desde allí, me mira.Infancia de mi madre,vieja fotografía.Sangre de mi sangre,mamá, mamita mía.No me dijes solavuelve por el día.Mamá, mamita míasangre de mi sangreantigua infanciade aquella fotografíapero no me dejes solaque me perdería.Infancia de mi madreque brilla todavía.Sus ojosmi sonrisami sonrisasu alegría,sangre de mi sangrevieja fotografía.La luna que allí brillano cambia tu miradatan pura y firmedesde tu infancia.Esa niña que de lejos me sonríey que allí ya no está,está aquí a mi lado,aquí morirá.Sangre de mi sangre,mamá, mamita mía.Siempre estaremos juntassiempre cerca mía.Sara Díez2º ESO. IES JULIO VERNE


<strong>Haber</strong> vivido \55SUCEDE que no estás y que es de noche que es inviernoen mi casa y que la lluvia cae sobre la ciudad que hastahace poco fue tuya y del verano.Sucede que no estás<strong>Eloy</strong> Sánchez RosilloLidia Gallego Fraile3ºC ESO. IES JULIO VERNE


56 /<strong>Haber</strong> vividoInspirado en Otro tren, otra lluvia. Seis poemas para un libro nuevo.<strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo.Paco Morillo


<strong>Haber</strong> vivido \57


58 /<strong>Haber</strong> vividoESTAR EN LO ESENCIAL(PALABRAS PARA ELOY SÁNCHEZ ROSILLO)Estamos a mediados de los setenta, en Murcia, cuando ya dejábamos de serestudiantes. En un atardecer claro de primavera, <strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo llega aljardín de la Glorieta con su novia Marili, tan simpática, tan guapa. En un rincón,bajo los árboles, Encarna, mi novia —no menos atractiva, lo tengo que decir—,y yo los estamos esperando. Comienzan las risas y las bromas. Vamos, desde esemomento, a “incendiar la noche” (como decíamos en aquellos días) hasta la altamadrugada. Cuánto tiempo ha pasado desde entonces, desde esa escena feliz. Sí,ha pasado mucho tiempo. Pero, hace unas semanas, treinta y siete años después,en la madrugada de la Nochevieja, las dos mismas parejas tomamos copas yreímos en el Café Moderno, también en Murcia, en el Paseo o Bulevar de AlfonsoX el Sabio. Parece el mismo momento, la misma escena de la vieja Glorieta. Y loes. Quizás algunas cosas han cambiado, pero es la misma la luz y la esperanza delas miradas, y también el reír, el vivo humor nuestro y de nuestras compañeras.Es, sin duda, la misma e incesante escena.Así pues, si sumamos un par de años anteriores a ese encuentro de la Glorieta,treinta y nueve años largos viene durando esta fundamental y gratísima amistad—y fraternidad—, esta Conversación Interminable entre <strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo yyo con que a mí la vida me ha obsequiado y favorecido, y en la que muchas veceshemos oído nuestras shakespearianas “campanadas a medianoche”, nuestras“chimes at midnight”. Los dos hemos vivido acostumbradamente en Murcia,donde fueron naciendo nuestros hijos. Alguien llamaba a esta acogedora ciudadsureña, en aquella década de los setenta, con un punto de ironía, “la pequeñaAtenas”. Pero estaba en lo cierto, porque en esos años de nuestra incipienteamistad coincidieron en esta urbe, su lugar de nacimiento —aunque nuncallegaron a conocerse—, dos grandísimos creadores y humanísimas personas,Miguel Espinosa y Ramón Gaya, figuras centrales en la cultura de la España delsiglo pasado, con los que poco a poco fuimos fraguando una amistad profunda, unverdadero milagro para nosotros. A esa luminosidad se fueron sumando amigosíntimos como Pepe López Martí, Carmen Barberá, Soren Peñalver y tantos otros.Y a ellos, con los años, se agregó el pequeño grupo de Madrid, representado antetodo por nuestros entrañables Andrés Trapiello y Miriam Moreno. Un fulgorbenévolo ilumina, casi cegador, como un inmenso verano, esta época prodigiosa.En un artículo reciente sobre mi persona, <strong>Eloy</strong> casi ha agotado el tema de nuestrasperipecias, andanzas y correrías comunes, literarias y vitales, en todos estos años.A la generosa minuciosidad de esas líneas tengo poco fundamental que añadir.


<strong>Haber</strong> vivido \59Por tanto, a ese escrito me remito, dándole la vuelta a las cosas que él dice de mí—y aumentándolas— para agasajarlo como se merece. Y me dedicaré más a haceralgunos apuntes de retratos suyos, de su carácter y de su obra, y, sobre todo, aescribir acerca de un elemento central de nuestra fraternal relación que tiene quever con su actitud ante la literatura y la vida. Empezaré por este último. Ocurrióque, muy pronto, yo —pero no sólo yo, sino también algunos de los amigos que hemencionado— advertí ese rasgo genuino, original, de <strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo, queda título a estas páginas, y que se refiere tanto a su posición personal frente ala existencia diaria como a su manera de ser en la creación poética. Y que es suinnata (yo diría, “fatal”) capacidad para estar en lo esencial.Al principio de nuestra amistad, los dos supimos enseguida que a ambos nosapasionaba escribir, pero tardamos un poco —un año o dos— en mostrarnos lasprimeras páginas. El caso es que, desde ese momento, mientras yo me afanaba—con luchas y dificultades diversas— en mis libros y mis cosas, miraba cómoenfrentaba <strong>Eloy</strong> sus asuntos literarios, y veía cómo él avanzaba, fiel a sí mismo,sin aparente esfuerzo. Esto, como he dicho antes, también tenía que ver con suforma de vivir, con su no apreciar los “cantos de sirena” del mundo, ni su malavariedad tonta, ni sus aparentes encantos estrafalarios y falsos. Eso no quieredecir que Sánchez Rosillo no estuviera, sin embargo, a la última de lo que fuerarealmente válido en el devenir de las cosas. Pero, sobre todo, atendía con plenaentrega a lo fundamental, a amar infinitamente “los árboles, los libros, la música,el verano, las muchachas”; es decir, todo lo auténtico y vivo del ser. Tenía él, desdeel principio, una mirada desdeñosa para toda esa novedad espuria del mundo, sóloapariencia, para esas simples y coloristas tentaciones que a todos nos convocan.(Luego, durante años, esos pocos amigos y yo hemos acabado por hablar de todoesto unos con otros, con una sonrisa de admiración, sin decírselo quizás del todo a<strong>Eloy</strong>, para no hacerlo demasiado consciente de su bienaventuranza.) El caso es que,por muchos sentidos elogios que yo le haya hecho de su obra, sobre ese estar en loesencial nunca hemos hablado <strong>Eloy</strong> y yo, hasta el día en que escribo estas líneas,aunque yo se lo haya comentado de manera indirecta más de una vez.Estar en lo esencial no significa que las cosas se cumplan de inmediato, o muypronto, en el tiempo de la vida. Eso sucede en contados casos, como el de un Keats.El cumplimiento de “lo que ya es” suele tardar un poco en producirse, y tiene suparticular “evolución” interior. Al comienzo, en sus primeros versos de juventud,<strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo fue haciendo tanteos, dando “pasos”. <strong>Eloy</strong> tenía conciencia,desde luego, de un estar solo primigenio, por lo menos ante su obra, que es lacondición primera de la estancia en lo esencial. Así lo demuestra la cita de Pessoade la que obtuvo el título de su primer libro, Maneras de estar solo. El hallazgo de


60 /<strong>Haber</strong> vividola buena soledad es ya el mejor fundamento de un escritor. Pero enseguida se diocuenta de que no se trataba de ir a ninguna parte, dando pasos, sino de quedarseen posesión de lo que ya tenía desde siempre —lo que todo ser humano tiene porel hecho de existir, aunque sólo unos pocos elegidos logran llevarlo a la plenitud—,y de aprender sin esfuerzo, pero con intensísima atención, a verlo, a “serlo”.Quedarse cerca de sí mismo, no alejarse de sí mismo, no separarse de sí mismo.No dejarse tentar por apariencias de avance, de madurez. Se madura sin querer. O,mejor, uno ya estaba en la madurez desde el principio. Como bajo la sombra de unárbol protector. Se trataba sólo de evitar toda dispersión, y hacerse fuerte en unomismo. (Esto es la antítesis del solitario o del misántropo, que se hacen débilesdentro de sí mismos.)Todos tenemos un “alma grande” como Tolstói o como San Juan de la Cruz. Peroen ellos el alma grande tiene lugar, tiempo y circunstancia para manifestarseplenamente. Otras personas la muestran de manera discontinua, o en un solomomento sencillo o deslumbrante que la vida les depara. (Como también hayacaso quien muere, en la desesperación, sin haber sabido nunca que la tuvo.)Yo creo, aunque sea el tiempo venidero el que tenga la última palabra, que, en supoesía, poco a poco, sobre todo en los últimos tiempos, <strong>Eloy</strong> la ha dejado aparecer,sin estridencia alguna. Si cayó en la cuenta de ello, en un instante determinado, sualegría debió de ser inmensa, y lo llenaría de felicidad.La evolución de <strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo ha sido pues, en realidad, un mantenimiento,un reconocimiento, y en su tercer libro, Elegías, está ya, plenamente, con totallimpidez, el fruto de esa renuncia a lo exterior, a lo accidental. Lo cual no implicauna difícil “pureza” — aunque él sea un poeta muy puro—, sino una claridad jugosay bruñida, un sereno esplendor imaginativo, y una amenidad trascendente.Con un ejemplo, tomado de mi vida familiar, puedo quizás explicar mejor la actitudde <strong>Eloy</strong> en sus primeros contactos con la inspiración, según algunas cosas que lehe escuchado, o que yo mismo he intuido.Hace años, en las largas tardes de invierno, cuando mis hijos eran aún muy, muyjóvenes, solía ocurrir que alguno de ellos venía al salón, donde me encontrabayo leyendo o tomando alguna nota, sentado en una butaca. En silencio, para nomolestarme, mi hijo miraba entre los libros de la biblioteca, y, a lo mejor, elegía unode ellos que llamaba su atención. Y lo hojeaba, allí de pie, un par de minutos. Yono decía nada, no hacía nada, no se me ocurría romper el momento, animándolo:“Ese libro está muy bien”. (Aunque habitualmente estaba siempre aconsejándolescosas, no lo hacía en instantes así). Dejaba pasar ese tiempo intenso y callado,fingiendo seguir en mi tarea. Muy a menudo, el pequeño milagro se producía. Mi


<strong>Haber</strong> vivido \61hijo —Pedro o Juan— se sentaba a mi lado, en la otra butaca, con el volumen en susmanos, y se quedaba allí leyendo un buen rato, hasta que la situación derivaba enuna conversación, una larga y sonriente y bromista charla —sobre ese libro o sobrecualquier otro tema—, y allí permanecíamos, padre e hijo, en la larga tardede invierno, hermanándonos, siendo uno en el otro.Con los años, todo eso cambió, ellos se hicieron hombres, y nuestroshermanamientos ocurrían al instante, libre y gustosamente.No de otra manera fue obrando al principio <strong>Eloy</strong> en sus primeros encuentroscon la poesía, al final de los setenta. Prestaba primero una atención larga,extensa, infinita. Cuando advertía la presencia, la cercanía luminosa, pero aúnno asegurada, de esa poesía, continuaba en su tarea, pero simulaba mirar haciaotra parte, fingía no darse cuenta. Él suele decir: “Para ciertas cosas de la vida,para que sucedan, hay que hacerse un poco el distraído”. Como el que espera,mirando hacia otro lado, que un jilguero que vuela cerca se aquiete en unarama, y comience su canto. Al final, <strong>Eloy</strong> conseguía que ese momento quedaracentelleando sobre el blanco de sus páginas.Entre sus primeros libros había siempre un lapso corto de tiempo, conuna escritura dejada siempre al azar de la inspiración. Entre La vida y Lacerteza llegaron a transcurrir nueve años (aunque esto fue también debidoa circunstancias personales). Luego, a partir de 2005, el ritmo de publicaciónvolvió a ser como al principio. Pero su relación con la poesía cambió. La cita conel acto creativo se hizo voluntaria, regular, casi monástica, no dependiente ya dela fortuna, como antes, y el poeta concibió el modo de verse con ella a solas: enciertas épocas, retirado junto al mar, en el Puerto de Mazarrón, ha ido acudiendoal encuentro con sus versos de manera firme y continuada en los meses extremosdel bochornoso Agosto y el helado Enero, aislado, inmerso en esa esencia que eraquedarse en sí mismo, y, ahora mirando de frente, “por las tardes, de cara a unapared blanca de mi casa”, la llegada misteriosa de la Poesía, que nunca ha dejadode acudir milagrosamente a esa hora precisa.Para otras cosas de su vida, en su manera de estar en el mundo y unirse oenfrentarse a él, como hemos dicho, <strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo ha estado tambiénsiempre en lo esencial.Le gustaba, en aquella primera juventud, y aún después, alardear de no ser unpensador (al margen de lo que toda gran poesía tiene de pensamiento) o, almenos, de ser poco pensador, en absoluto dado a teorías, ni generales ni sobreel comentario de la vida cotidiana. Con los años, quizás a pesar suyo, se ha ido


62 /<strong>Haber</strong> vividoconvirtiendo en un tanto pensieroso (eso sí, parco siempre en sistemas, y muy ricoen los detalles y abismos del ser humano). Pero siempre dejó el lugar de honor, y amucha distancia, para la creación y su hondura emotiva.Frente a la dispersión, siempre el “centrarse”. No disgregarse nunca. La nodispersión priva a veces de cierta relación mundana, pero innecesaria, noauténtica “comunión” entre personas. De ahí que, en ocasiones, haya en él, tanhumano, tan alegre, cierta severidad de fondo. A menudo guarda silencio antelas voces disparatadas. Hasta que, a veces, muy de vez en cuando, esa severidadirrumpe, de forma radical, inapelable, sin dar opción.<strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo ha tenido a veces un carácter algo extremoso —hablo sobretodo de tiempos pasados—, esto es, ha estado sometido a pasar de un extremoa otro de sus estados de ánimo con cierta facilidad, aunque la mayor parte deltiempo fuera una persona ecuánime. Así, siendo de naturaleza expansiva y dadaa la efusión, llena de un grandioso sentido del humor, y de carcajeantes y noblesironías, podía pasar en el transcurso de la jornada (y en especial en las retiradasnocturnas después de una noche de fiesta) a inesperados raptos de melancolía,a súbitas cavilaciones ojerosas, en las que movía negativamente la cabeza comodiciendo, “Ah, por mucho que os empeñéis, todo acabará más temprano o mástarde”. Pero con el tiempo, paradójicamente, ese decaimiento de última hora haido desapareciendo —como ha ido atemperándose en su poesía lo elegíaco, hastairse casi del todo a partir de La certeza (2005)— para dar paso a un asentimiento,una fe y un goce muy puro de la vida.En una entrevista para un programa nacional de radio dedicado a la músicaclásica, en el que había que elegir varias obras favoritas, <strong>Eloy</strong> se decidió, entreotras piezas, por el segundo movimiento de la Sonata para violín y piano, nº 5,de Beethoven, adagio molto espressivo. Yo creo que ese tempo es el que ha tenidotoda su poesía, en las dos épocas de su creación—si puede decirse así en un poetasiempre tan fiel a sí mismo y a sus verdades—. Por tanto, un tempo lento, sereno,muy clásico, y una intensa expresión, incluso a veces romántica, ya un tantodolorida, ya exultante, cuando no cercana a una plenitud casi mística.En muy pocos autores de los últimos tiempos he apreciado yo esa sensualinvisibilidad de la música de sus poemas. Así, el sonido, el declinar, la caída de susversos es como la de esos balaustres acanalados en ciertas escaleras de frondososjardines árabes, por las que discurre el agua límpida, con completa y feliz placidez.Ha sido suya, desde el punto de vista de la sonoridad —siempre justa y medida—,la keatsiana felicidad verbal, la “verbal felicity” que es el requisito primero de unapoesía.


<strong>Haber</strong> vivido \63Me gustaría hacer un último apunte en el que se muestra otro aspecto de lapersonalidad de <strong>Eloy</strong>, un dualismo sólo aparente: el contraste entre, por un lado,el hombre práctico que domina hasta el último detalle los aspectos más variadosde la vida cotidiana, desde la técnica (es, por ejemplo, un consumado electricistacasero) hasta el conocimiento de la buena ropa, y, por otro lado, el soñador quevive sólo en su canto, el cual constituye su ser más verdadero.Se trata de una escena de hace algunos años.Yo estoy sentado un anochecer de invierno en el Café del Arco de Santo Domingoy lo veo venir por mitad de la plaza del Romea, rumbo a la Universidad, o a lalibrería de nuestro gran amigo Diego Marín. Lo veo acercarse con su abrigo oscuroconcienzudamente abotonado hasta el cuello, y con su andar decidido, algo marcial,la cabeza un tanto desafiante, el brazo izquierdo doblado para sostener un casihabitual sobrecillo marrón que lleva —con algún libro o papeles de su profesión—, yel brazo derecho arriba y abajo, lanzado al aire con cierta energía. Es, desde luego, unandar inconfundible.Pero he aquí que, de pronto, alza un poco la vista, y va deteniendo su marcha, hastaque se para. Algo ha observado que contempla con suma atención. Desde dondeyo estoy no puedo saber qué es (nadie sabe lo que ve el poeta). Pero sin duda tienerelación con los cielos del hermoso anochecer que nos ha tocado vivir hoy, con lagloria del día que termina. Así está unos segundos, sin moverse, entregado a esemaravilloso regalo de la vida.Ahí hemos visto cómo ha pasado en un momento de ser el hombre práctico,conocedor de los mecanismos del mundo, de caminar voluntarioso y resuelto, aser el hombre contemplador que habita en lo hondo de su ser.Luego sigue andando, yo hago un gesto por la cristalera del bar y él me ve,sonríe y levanta la mano. Como aún le queda tiempo, se sienta un rato en el café—aunque declina la oferta del camarero— y allí recomenzamos nuestra charla desiempre, esa Conversación Interminable que llevamos, que es seria en muchas cosas,y en la ultimidad, pero que pasa llena de bromas, de sorna, de chanzas, de increíblebuen humor.* * *


64 /<strong>Haber</strong> vividoMucho tengo que agradecerle yo a <strong>Eloy</strong> sus hondos y precisos comentarios sobremis obras cuando aún no están publicadas, ya sean novelas, artículos o cualquierotra clase de escritos. Pero lo que más le agradeceré siempre, con respecto ala creación literaria, es esa sencilla y definitiva enseñanza que nunca me hizoexplícita. Estar en lo esencial.Por lo demás, sé que nuestra Conversación Interminable terminará algún día en estemundo.Pero sé, más profundamente, que nunca acabará.Pedro García MontalvoMurcia, 11 y 12 de enero de 2013


66 /<strong>Haber</strong> vividoESTE DÍAMe desperté aquella mañanaesperando que fuera un maravilloso día,mas de pronto vino mi sobrinoy lo estropeó todo.Rompió una lámpara, una fotoy hasta mi corazón.La casa ya no era como antes;ahora era triste,era oscura, eincluso, era desesperante estar en ella.Las horas no pasaban,ni siquiera lo hacían los minutos,y mientras yo pensaba en el tiempo,mi sobrino lo estropeaba todo.Después de cinco interminables horas,el diablo se fue, y,como una bendición,la noche llegó.Me asomé por el balcóny ahí estaba la luna,tan brillante, bella y hermosa ella,parecía estar colgada del cielo.Me enamoré de la luna yMe quedé observándola toda la noche yal llegar el día,volvió a venir el maldito diablo.Inspirado en Este día (Sueño del origen).<strong>Eloy</strong> Sánchez RosilloMariam Ben-Taieb Ibn-Taieb1º B ESO. IES LA FORTUNA


<strong>Haber</strong> vivido \67Inspirado en Entra Marzo. (Sueño del origen).<strong>Eloy</strong> Sánchez RosilloLucía Alonso Martín1º B ESO. IES LA FORTUNA


68 /<strong>Haber</strong> vividoInspirado en <strong>Haber</strong> vivido. (Sueño del origen).<strong>Eloy</strong> Sánchez RosilloRafa MartínLuz que revela. Monasterio de Yuso. 2012


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70 /<strong>Haber</strong> vividoELOY SÁNCHEZ ROSILLO, POETA VITALCuando lees a <strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo sientes que en sus poemas late la vida deuna forma casi palpable. Que las páginas se inundan de luz, esa luz mediterráneaque él tanto disfruta en sus paseos junto al mar. Hay luz en sus poemas aunqueexista la nostalgia, nostalgia del tiempo ido y de una infancia feliz. Y, sobre todo,está presente la naturaleza, como en los mejores poetas orientales. Alguien medijo, tal vez fue su colega y amigo José Luis Parra, que Sánchez Rosillo era el másjaponés de nuestros poetas. Yo siento una gran atracción por la poesía china yjaponesa, y precisamente por eso aprecio el lenguaje claro, sencillo y hondo de<strong>Eloy</strong>. Por eso siento tanta cercanía al leer sus versos. Porque no me habla desdela oscuridad, desde el artificio o la pedantería, sino que me habla llanamente,para hacerse entender, para que quien lo lea descubra ese mundo luminoso quetanto le fascina.Nos dice en un poema, titulado “Gratitud”: “Mi patrimonio fue la luz del mundo; /toqué la realidad, también soñé, / y tuve amor, tuve en el pecho el canto.”El poeta apenas se lamenta, sino que agradece los dones recibidos y también losofrece con amplia generosidad, porque aparte de regalar su poesía, se entrega a laamistad sin titubeos. Quienes hemos visitado su querida ciudad, Murcia, y hemoscompartido horas con él, podemos afirmar que posee un alma tan espléndidacomo su poesía. Que a pesar de su aspecto imponente, a veces adusto, es capaz dedisfrutar como un niño de las conversaciones, del humor, de los afectos.Hay un tema importante en la poesía oriental: la luna. Un motivo al que <strong>Eloy</strong> rindehomenaje en sus poemas, entregándose a su contemplación como se entrega elniño a la tierna mirada de una madre: “Me olvido de mí mismo y me disuelvo /en la luz maternal que bendice mi carne, / en la mágica y dulce plenitud de eserostro”, leemos en el poema “Nocturno con luna”.Aunque posee un alto bagaje cultural, la suya no es una poesía oscura yartificiosa, fruto de la lectura y el estudio, sino que procede del contacto con larealidad y de la pura emoción contemplativa. Como declara en algunas entrevistas,para el poeta es fundamental la soledad. Es cuando está solo, en su casa de laplaya, cuando brotan con más facilidad los poemas. Incluso cuando el poeta noestá solo, cuando aparentemente disfruta de una conversación mientras pasea conun amigo —como ocurre en el poema “Las nogueras”—, irrumpe en su pensamientoel recuerdo de unas nogueras “que había junto al pozo, en la casa / blanca de misveranos infantiles”. Y añora con tanta fuerza aquella infancia, que los asuntos que


<strong>Haber</strong> vivido \71le comentan llegan a parecerle aburridos y el poeta se aísla, buscando refugio enla soledad de su pensamiento.Podría decirse que Sánchez Rosillo es oriental cuando un detalle, aparentementesin importancia, es capaz de producir el asombro necesario para componer unpoema. Una luz, un sonido, un olor pueden desencadenarlo: “Aun con las puertasbien cerradas, / el olor del invierno se ha metido / en mi casa esta tarde…” (“Elolor del invierno”). Porque su poesía es una poesía de los sentidos, fruto de unafinísima sensibilidad. Así lo muestra el título de uno de sus libros: Oír la luz.También su poesía evoca, en algunos versos, la filosofía Zen, como vemos en “Miropasar las nubes” : “Busco un poco / de paz, y, en esta nada, puedo acaso / decir quesoy casi feliz. No pienso. / Acepto y vivo.” También nos encontramos con estrofasque, al ser desligadas del resto, se transforman en auténticos haikus, como en lossiguientes ejemplos:Absorto, miro.A los ojos del hombrese asoma un niño.(“Nocturno del Mar Menor”)Vuelve el verano.Mas con él no regresami juventud.(“Extrañeza”)Aunque en los principios de su obra podía considerarse a Sánchez Rosillo unpoeta elegíaco, a medida que va avanzando en su creación, a medida que seenfrenta con la irremediable fugacidad del tiempo, va tornándose celebratorio,esperanzado, agradecido al don de la existencia, entregado al lado luminoso dela vida: “No, la luz no se acaba, si de verdad fue tuya. / Jamás se extingue. Estáocurriendo siempre. / Mira dentro de ti, / con esperanza, sin melancolía. / Noconoce la muerte la luz del corazón.” (“Luz que nunca se extingue”).No pretendo afirmar que sea un poeta oriental, ya que es un poeta mediterráneo,traductor de Leopardi, admirador de Homero, y formado en nuestra poesíaclásica. Si en algunos aspectos la poesía de <strong>Eloy</strong> (tan murciano él) tiene puntosde contacto con aquella poesía, es principalmente en la sencillez y claridad dellenguaje, en la sinceridad con que nos muestra sus emociones, sin disfrazarlas conoscuras metáforas, en el protagonismo que otorga a la naturaleza , en su forma


72 /<strong>Haber</strong> vividode reflejar la realidad tal como se presenta, sin adornos, con la simple belleza delo que es auténtico. Tal y como él lo expresa, magníficamente, en unos versos de“Apunte de una tarde”:Dejadme a mí que diga la gracia irrepetiblede esta tarde de abril, la efímera hermosurade la luz, que es mi amiga y que plácidamenteacaricia el papel en el que escribo.Susana Benet - 2012


<strong>Haber</strong> vivido \73Me ocurre a veces, raras veces<strong>Eloy</strong> Sánchez RosilloMe ocurre a veces, raras veces,ir paseando a solas, como hoy, por este puente de candados,al que yo iba con frecuencia,calor de verano, echando cerradura a la muerte eterna,mi soledad colgada de un candadoen este aislado mar en el que tú me mientes.Inspirado en Sucede que allí estoy. (Sueño del origen)<strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo.Raquel Carrero Zapardiel1º D ESO. IES MARÍA ZAMBRANO


74 /<strong>Haber</strong> vividoTIERRA DE NADIELas estrellas caen golpeando fuertemente el suelo.Sus ráfagas de luz gruñen con melancolía,peinando el aire con sus repiques, deteniéndose lentamente…Cuatro simples paredes. Mil eternos golpes de luchahacen que me apriete con fuerza a mis recuerdos.Ya no se distinguen los días de las noches.Lacerantes rayos de luz cubren mi almacomo anhelos olvidados,como huellas que el viento apaga,como pasos que la noche desordena... cual cavidad permanente.Por fin mis ojos ciegos destapan la luz en este duermevela.Intento controlar mis pasos, lentos, inermes,pero ya he empezado a correr sin darme apenas cuenta...El continuo recelar de mis pensamientosme impide escuchar ese estruendoso y molesto ruido del motorde mis pesadillas.Las mudas caricias del viento han detenido su cruel agonía.“¿Dónde estoy?”, esperé la respuestacomo quien teme el disparo del arma que lo apunta.La valiente cerradura me arranca los pocos sueños en vela,mas el saber me embriaga…A pesar de mi insufrible paciencia, vagando taciturna,de pronto, mis ojos, anegados en lágrimas,reflejaron un cobarde cañón de luna.Sus miradas emergían como lanzas entre un mar de sueños rotos.Un anaquel tras otro, y, sin embargo, no encuentro la palabra quebuscaba.¿Se habrá ido, pues?Sueño de alegría y esperanza para algunos,tranquilidad eterna para otros. Ese es mi destino.Pero no soy yo, esa presencia débil y nerviosa,como el murmullo de la noche.Aquellos hombres se esconden tras sus armas como sombrasasustadas.Mis ojos se rompen,


<strong>Haber</strong> vivido \75mis labios estremecidos comienzan a lucharpor recordar ese último beso...Un hombro suave y morenosurge entre la niebla como la noche oscura de un sol azul.Su amo y señor me tiende su mano,me corteja mostrándome su lúgubre belleza,como una sombra de pesar,apenas notaba cómo su alma marchitateñía mis miradas como la piel roja del otoño.Los hombres me prestaron su nochepara darme un sol con el que compartir su alegre danza,como un pequeño candil que descarnaba mis recuerdos…Los hombres apoyaron la barbilla en el pecho, compungidos.Como una rosa con su tallo quebrado.Parecía mentira que una sola mujerhubiera mantenido en jaque a la muerte.Inutilidad del dolor.El tiempo no respeta siquiera los recuerdos más hermosos,ni los cálidos pesares...simplemente, difumina la vida, sin darle importancia alguna.Los pequeños rayos de mi nueva mañaname piden una tarde lila, con campos adormilados,e inconscientes aguas danzando con tu cuerpo.Mis versos ya descansan sobre tu regazo dormido,pues quise que fueras mía y, al final,no serás de nadie.pues tu decisión ha sido ser,hasta la última gota de una tormenta de verano,“tierra de nadie”.Inspirado en Tierra de nadie. (Autorretratos).<strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo.Andrea Martín Mejías1ºD ESO. IES MARÍA ZAMBRANO


76 /<strong>Haber</strong> vividoPENSANDO EN MARZOEn su momento, marzo volverá,según los calendarios nos indican.Y no es que piense yo que no sea ciertoque ha de ocurrir su vuelta. Sin embargo,cuánto lo echo de menos esta tardede mediados de enero. Se diríafábula en la memoria e ilusiónde todo el bien posible. Uno no ignoraque existe el sol, que hay pájaros, abejas,tardes que paulatinas van creciendo,rosas, cielos azules, y muchachasde ojos irresistibles y de andaresmuy peligrosos para los que miransin tomar precauciones. Pero esmisterio que confluya lodo eso- y tan intensamente, y tan de golpe -en un punto del año, que se juntey se funda enseguida en una cosaque es más que cada cosa y es milagrohecho ante nuestro asombro. Sí, parece […]<strong>Eloy</strong> Sánchez RosilloRaquel Álvaro


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78 /<strong>Haber</strong> vividoESPEJOS ROTOSMe miras de esa forma y mi cuerpo se estremece.Tiemblan los cristales azotados por el viento de tu alma,alentados por la furia de tu voz.Tu voz, que un día fue música para mis oídos,es ahora un grito espantoso que me ahoga.Y lucho por coger aire, por salir a la superficiecuando toco fondo y lágrimas de sangreresbalan por mi rostro.El espejo de tus ojos vistos en los míosya no existe, solo el reflejo efímerode lo que una vez fuimos y de lo que pudimos ser.Así que hoy, conducida por el odio y la ira,rompo ese cristal en mil pedazosy, borracha de dolor,maldigo las noches sin estrellas y la luna llena.Me arrastro mendigando por las callesde tu corazón hueco y buscoun lugar donde calentar mis manos.Pero gotas de hielo caen del cielo como lágrimasy me impiden moverme.Desesperada, busco los pedazos de cristal rotoy los uno como puedo en el perfecto espejo de tu alma.Inspirado en El espejo. (Maneras de estar solo).<strong>Eloy</strong> Sánchez RosilloMariya Ivanova Dimankova3ºB ESO. IES SAN NICASIO


Antonio Torrado4ºA ESO. IES SAN NICASIO<strong>Haber</strong> vivido \79


80 /<strong>Haber</strong> vividoSoñamos una luz incandescenteun laberinto que se extiende hacia el infinitoel reloj del tiempo ha sido destruidocreemos escapar al destino escritoluchamos contra el mar embravecido y vencemoslos depredadores acechan el descuidoavanzamos en una soledad llena de gentela vida es una carrera desenfrenada tras la muerteobservamos el pasado, pero no podemos tocarlolos límites de la sombra nos pisan los talonesuna cortina de oscuridad nos oculta el futuroel cansancio entumece nuestros sentidosel miedo se apodera de nuestras venasel corazón se rebelar contra el cuerpola sangre se congela en las venaslos ojos registran las esquinaspero nada encontramos. Y respiramos muerte.Naoual Mokaddam.2º BACHILLERATO. IES SALVADOR DALÍ


<strong>Haber</strong> vivido \81En el amanecer, después de la lunaveo el sol acariciando el río caudaloso de la nuevaciudad.La luz es profunda,se inyecta en la tibia agua,deslizándose por un largo camino marcado por suscurvas.Cuando nos miramos él y yo,se incendió la llama del amor.Y contemplamos el precioso paisajecon las manos unidas.Luna Ramos González1º ESO. IES SALVADOR DALÍ


82 /<strong>Haber</strong> vividoLA VIDA EN VERSO - EN SILENCIO -Si el amar es mi prisióny mi condena es recordaraquel año de pasiónque no fue fácil de olvidar.La mentira y el engaño,se reducen en un llantoy a todos nos hace dañoque vuelvan a traicionarnos.Que ilusionarse no sirvese convierte en decepción,no trates de confundirteno caigas en depresión.Y sientes miedo a estar solo,a la ignorancia y al saber,a enfrentarte a tus demoniosdonde nadie te puede ver.El frío helado en los huesosal empezar a envejecer,vuelven todos los recuerdosy la muerta está ya al caer.Muerte, se mueve en silencio,de la que no puedes huir,eres víctima del miedodespídete, vas a morir.Todo ocurre tan deprisa,gira a nuestro alrededor,ya se ha acabado tu vida,es hora de decir adiós.Que reviva la experiencia,sufras por verdadero amor,y que reine la ignoranciacuando alguien hable del dolor...Inspirado en el poemaEn silencio. (Sueño del origen).<strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo.Samuel Montero Pascual4ºA ESO. IES BUTARQUE


<strong>Haber</strong> vivido \83Inspirado en el poema El Crepúsculo. (Sueño del origen).<strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo.Álvaro Cabanillas Solano4ºB ESO. IES BUTARQUE


84 /<strong>Haber</strong> vividoCadáver exquisito: UN TÍO ESPERAUn tío espera “hecho un imbecil” -risaunhombre que está enamorado.No para de echarla de menos, porque la necesita, tiene laesperanza de que va a aparecer.Yo espero y no llega, pasa el tiempo, y sigue sin venir. Lleno deamor, odio y tristeza sigo esperando a que llegue.La tristeza por la ausencia de mi amada.Hecho un imbecil esperando a que venga.Amor y tristeza,tristeza que da pena, amor, querer, odio, rabia. ☺☺De amor y sentimiento,pasión, desesperación, locura, nervioso, inquieto,refleja el amor de verdad.Hecho un imbécil esperando a que vuelva.Y no la vuelve a ver.Un desgraciado mirando el reloj.Recuerdos del pasado,recuerdos de la vida.Tengo tristeza y por la noche duermo con alegría.Ciclos de la vida.Enrique Bazán, Jesús Cabello, Nicolás Casas, Andrea Castillo, Noemí Cruz, RodrigoGonzález, Juan Carlos Jimeno, Alba Jaramillo, Álvaro Jodar, Jennifer Martín, DanielMata, Andrés del Monte, Carlos Moreno, Daniel Morillo, Nassim Othman, SergioRojas, Rubén Sanchidrián, Soraya Sarabia y Jorge ZullaPCPI. IES PABLO NERUDA


<strong>Haber</strong> vivido \85Inspirado en Las nogueras. (Elegías).<strong>Eloy</strong> Sánchez RosilloVerónica Bullón Martín Consuegra, A. Isaac Cabrera Andrade, Cristina ChocanoCazalla, Coral Guzmán Tacero, Daniel Jabalera Camarasa, Mildred Maguiña Robles,Victoria Martín Terrón, Bryan Orbegozo Chang Kau, Estefanía Ruiz Rivas, SergioRuiz RuizEDUCACIÓN PLÁSTICA Y VISUAL 4º ESO. IES PABLO NERUDA


86 /<strong>Haber</strong> vividoEsta noche estamos soloscasi solos,acompañados.Tú, yo.La luna y las estrellaslejanas y celosas.Una madeja de besosque se desenredapor mi cuello.¿Tú? ¿Yo?y unos labiosque marcan a fuegomi piel húmedade deseo.Quítame las alasarrancándome arpegiosde esta partitura absurdade las notas de nuestras vocesjuntas,los corazonesacompasados y desbocados.¿Qué mueve tus manoshacia el desvío del deseo?Encender tus mejillascon mi fuegohundirme en el ropaje de tucarne.Beso a besotramo a tramoen esta carreraconjuntaen la que el segundotambién llegaprimero.Y los astros,las estrellas,giran para nosotrossin manecillashaciendo eternala ondulada nocheel temblor de nuestras piernas.Inspirado en varios poemas de<strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo sobre lasensualidad del amor juvenil.Noelia Pámpanas1ºX BACHILLERATO. IES PEDRO DUQUE


<strong>Haber</strong> vivido \87Inspirado en el poema Haciendo el equipaje. (Sueño del origen).<strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo.Ani Amiryas1ºX BACHILLERATO. IES PEDRO DUQUE


88 /<strong>Haber</strong> vividoELOY SÁNCHEZ ROSILLO, LA ESPIRAL MARAVILLOSA«De amicitia» como el diálogo ciceroniano, se titulan unos versos deAutorretratos, cuarto libro de poemas de <strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo. Por curiosidad,consulto el índice cronológico del libro, donde, como en todos los otros suyos,se detalla la fecha de escritura de cada poema. «De amicitia» fue escrito el 2 defebrero de 1985, hace casi veintisiete años. En él se nos invita horacianamente,en una variante del carpe diem, a disfrutar de una tarde «de amistad verdadera,/ tan perfecta en sí misma que milagro parece»; se nos insta, en fin, a gozarde esa afinidad entre dos almas, y de las palabras que las unen durante unosinstantes que quizá puedan ser efímeros, sujetos como están al paso disolventedel tiempo, capaz de convertir en extraños a quienes ahora viven su camaraderíafraternamente.Uno de los prodigios de la poesía de Sánchez Rosillo es que, centrada —como unaespecie de espiral— en unos cuantos motivos muy reconocibles, siempre reverdecesegún sigue creciendo, y nos sorprende con gotas limpias y brillantes de unnuevo rocío. Sabemos que en ella encontraremos trenes que cruzan un paisajeintensamente vivido y observado; que sentiremos la compañía alada del jilgueroy de otras aves cómplices; que pasará alguna muchacha reinante como parteprimaveral de la vida; y que habrá un cuarto donde alguien medita, mira y escuchacómo se suceden las estaciones y cuán misteriosamente transcurre el tiempo;y también sabemos que ciertamente habrá seres cercanos y muy queridos. Todoen el curso de su poesía nos recuerda el lema del matemático Jakob Bernoulli,fascinado por lo que él, hombre de números, denominó «la espiral milagrosa»:«Cambiante y permanente, resurjo» («Eadem mutata resurgo»).Vaya su movimiento adentro o se expanda afuera, toda espiral apunta al infinito, yesta presencia de lo infinito es la que, como una inquebrantable certeza, traspasalos últimos libros de <strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo, más consciente que nunca de que elprincipio y el final, muerte y vida constituyen una sola realidad continua, por laque somos, y que nunca acaba. No es que en la primera parte de su obra —acasola que llegaría hasta La vida— no estuviese presente este convencimiento, peroya digo que es en los últimos libros donde adquiere su expresión más inequívoca,luminosa y rotunda. Y una seguridad tan definitiva por fuerza tenía que acendrarla mirada y las cosas por ella vistas, como, por ejemplo, el don de la amistad.


<strong>Haber</strong> vivido \89Si antes el tema de ese bien que ilumina nuestras vidas ya estaba presente enlos versos de Sánchez Rosillo, como en el citado «De amicitia», en las entregasposteriores cobra mucha mayor hondura, más vuelo y también más protagonismo.Aquí y allá asoman ahora los amigos del poeta —a veces con sus nombres—,ya estén presentes o ya hayan desaparecido, aunados todos ellos en esa únicarealidad inagotable, cuya verdad da título a uno de sus libros, así como a otro desus poemas memorables: «La certeza».Los amigos son un decidido motivo de íntima alegría. Son ejemplos tutelares,porque uno encuentra en cada amigo argumentos que actúan como vínculoscon el hecho de vivir; constituyen una extensión de nuestra propia voz y denuestra existencia. Algo de todo esto hay en «Un regreso», uno de los poemasde <strong>Eloy</strong> sobre la amistad que más estimo. En él refiere su viaje de vuelta en trendesde Sevilla a Murcia, de paso por Madrid, donde ha podido estar unas horasen compañía de Ramón Gaya y Andrés Trapiello, a finales de marzo, cuando elinvierno comienza a despedirse y a dar paso a una incipiente primavera. Por latarde, tras estar con los dos amigos, reanuda el viaje, y, desde la amplia ventanadel tren en donde marcha, describe los hermosos horizontes que contempla. Delos amigos apenas se nos dice un par de cosas; únicamente el afecto que lesprofesa y que ha comido junto a ellos. Nada más; todo de pasada, igual que hasido la estancia en Madrid. Pero en la exacta y muy hermosa visión de las llanurasmanchegas, con los primeros trigos, sus cortijos apartados y las solitarias figurasque de vez en cuando aparecen por ellas; en todo cuanto se describe, en suma,a lo largo de la mayor parte de este poema, sentimos que quien mira lo haceconfortado por esa compañía reciente, aún acompañado; y que mira a solas y consus ojos, claro, aunque paradójicamente también con los ojos de los amigos de losque acaba de despedirse.Sé que la poesía de <strong>Eloy</strong> cuenta con la atenta admiración de un buen número delectores, y tengo la seguridad de que en un futuro ese número irá creciendo. Lasrazones de esta convicción son diversas, aunque aquí probablemente resultaríaprolijo precisarlas. Con todo, sí que me referiré a una muy concreta, y es que entodos sus versos hay un fondo de emoción y de comunicación cordial, porque paraél los distintos senderos de la poesía, por muy tamizada o por muy embridada queesté por la cabeza, pasan necesariamente por el camino central del sentimiento,y llegan a un destino. Ese destino es a menudo un interlocutor, alguien, unconfidente, un amor, ciertos amigos, el lector, <strong>Eloy</strong> mismo desdoblado en otro conquien se reencuentra o ante el que siente extrañeza de encontrarse; pero siemprealguien que es un destino, un interlocutor, un destinatario, y con quien el lectores fácil que se identifique. De modo tal que finalmente nos sentimos compañeros


90 /<strong>Haber</strong> vividode una voz entrañable y, por eso mismo, amiga. Lo asombroso de todo esto esque desde el primer momento uno intuye —o, más que intuir, sabe— que no existeninguna diferencia entre esa voz que escuchamos en estos límpidos poemas yla persona que los hizo, y luego acierta. Yo ya era amigo de <strong>Eloy</strong> Sánchez Rosilloantes de tratarlo, pero mi inmensa suerte es disfrutar de su imprescindiblecompañía, tan necesaria como sus versos.La última vez que estuvimos todos juntos en Murcia fue un caluroso día de junio,como suelen serlo casi todos los de ese mes en aquella ciudad. Hablamos mucho,bebimos algunas copas; también nos reímos mucho. Fuimos allá en tren y, cuandonos tocó volver a Elche, <strong>Eloy</strong> quiso acompañarnos a la estación del Carmen.Propuso seguir un trayecto por donde se atajaba, y lo calculó todo —él siempre esprevisor y exacto en todo lo relacionado con el tiempo— para que llegáramos altren de Alicante en el preciso minuto de la hora justa de partida. Promediado elcamino, no lejos ya de la estación, tuvimos que sortear un gran rastrillo instaladoen un antiguo cuartel militar. Había allí mil cachivaches y objetos inservibles,incluidos un buen número de motocicletas y coches antiguos, acumulado todobajo un sol cegador con tal caos que nos cerraba el paso. Parecía un sueño.Tratamos de evitar aquello, hasta que encontramos por dónde seguir. Sabíamosque resultaba casi imposible llegar a tiempo, pero aun así anduvimos muy deprisa,bromeando sobre la resistencia de cada uno. Finalmente llegamos sudorosos y unpoco jadeantes a la estación, cruzamos el paso subterráneo que conducía hastanuestro andén y, cuando ya lo alcanzábamos y hasta podíamos tocarlo, el trenpartía cerrando sus puertas…Fue cosa de segundos, de dos o tres segundos… El cálculo falló por aquelimprevisto del mercado. <strong>Eloy</strong> tuvo la atención de acompañarnos a Bárbara, mimujer, y a mí hasta la salida del siguiente tren. Nos sentamos un rato. La luz dela tarde, aún muy intensa, empezaba a declinar. Durante unos instantes nuestroamigo cayó en uno de sus ensimismamientos. Pensaba en otra cosa de las queestábamos comentando; se le veía algo ausente, abstraído. Entonces nos evocó unsueño recurrente que solía tener en otra época. De ese sueño habla «Trenes», unpoema de Oír la luz que en ese momento yo no recordaba. En él relata cómo quierepartir junto a otros seres queridos, «personas sin las cuales / no podía siquieraimaginar mi vida». Aquellos trenes soñados «de forma indefectible, se ponían enmarcha / unos momentos antes de que yo me subiera, / y por más que corría trasellos como un loco / no podía alcanzarlos / e iban desvaneciéndose a lo lejos».<strong>Eloy</strong> siguió unos minutos turbado y pensativo, como si en plena vigilia le hubiesetocado volver a vivir aquel viejo sueño. «Vosotros no os habéis marchado», nosdijo, «pero la sensación es casi la misma». Posteriormente, nos abrazamos y nos


<strong>Haber</strong> vivido \91despedimos. Por el camino, el sol, ya bajo, doraba los montes y los huertos denaranjos y limoneros que llegan hasta Orihuela.Por mi parte, sé que muchos lectores han subido y viajado en los trenes que van yvienen por los libros de <strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo. Sé que muchos lectores viven en suspoemas encuentros y despedidas. También sé, como antes decía, que ellos sientenun trato de amistad con el poeta. Pero sobre todo sé que un tren hará posible quevuelva a ver a mi amigo, a quien deseo que la poesía siga haciéndole crecer en esaespiral maravillosa.Antonio Moreno


92 /<strong>Haber</strong> vividoTHE REST IS SILENCELa pluma se detiene al fin de tus palabras y tesientes en paz contigo mismo.No digas nada más: que digan estas páginas loque querías decir y acaso has dicho.El eco de los días que viviste, el reflejode una ilusión, tal vez, guarda tu libro.Cosas que fueron tuyas un instante y que eltiempo te quitó de las manos cuando quiso.Nada añadir deseas. Nada tu pecho turbaen esta lenta tarde que se apaga.Que las palabras cesen y acabe aquí su música.Mira el atardecer. Detente. Calla.The rest is silence. Páginas de un diario.<strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo.


Letra: <strong>Eloy</strong> Sánchez RosilloMúsica: Santiago Gomez Valverde<strong>Haber</strong> vivido \93


<strong>Haber</strong> vivido \95Índice de autores (alfabético)Alonso Martín, Lucía 67Álvaro, Raquel 77Amiryas, Ani 87Bazán, Enrique 84Benet, Susana 70Ben-Taieb Ibn-Taieb, Mariam 66Bullón Martín Consuegra, Verónica 85Cabanillas Solano, Álvaro 83Cabello, Jesús 84Cabrera Andrade, A. Isaac 85Camps Abad, Iván 45Carrero Zapardiel, Raquel 73Casas, Nicolás 84Castillo, Andrea 84Catunda, Márcio 37Chocano Cazalla, Cristina 85Cortés, Luz 35Costumero, Marta 19Cruz Palma, Saray 18Cruz, Noemí 84de la Braña Sánchez, Andrea 44del Monte, Andrés 84Díez, Sara 54Dimankova, Mariya Ivanova 78Escobar, Andrea 27Escribano, Carlos 15Gallego Fraile, Lidia 55Gallego, Vicente 9García Heras, Sara 13García Montalvo, Pedro 58García Nieto, Sonia 38Gaya, Ramón 41Gómez Valverde, Santiago 93González, Rodrigo 84Guzmán Tacero, Coral 85Hernández “Chiqui”, José 29Irazoki, Francisco Javier 17Jabalera Camarasa, Daniel 85Jaramillo, Alba 84Jaramillo, María 27Jimeno, Juan Carlos 84Jodar, Álvaro 84Kinamvuidi Gombe, Antonio Elías 12Maguiña Robles, Mildred 85Maldonado, Enrique 21Marqués, Juan 31Martín Andrés, Irene 25Martín Mejías, Andrea 74Martín Terrón, Victoria 85Martín, Jennifer 84Martín, Rafa 69Mata, Daniel 84Mohamed, Raghad 39Mokaddam, Naoual 80Montero Pascual, Samuel 82Moreno, Antonio 88Moreno, Carlos 84Morillo, Daniel 84Morillo, Paco 57Orbegozo Chang Kau, Bryan 85Othman, Nassim 84Pámpanas, Noelia 86Peñalver, Soren 43Ramírez de la Rosa, Lucía 33Ramos González, Luna 81Rojas, Sergio 84Romero del Hombrebueno García, Sergio 32Rubio, José 48Ruiz Rivas, Estefanía 85Ruiz Ruiz, Sergio 85Sanchidrian, Rubén 84Sarabia, Soraya 84Torrado, Antonio 79Trapiello, Andrés 22Viñas, Manuel G. 47Zulla, Jorge 84

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