11.07.2015 Views

Del Duelo a la Catarsis - Publicatuslibros.com

Del Duelo a la Catarsis - Publicatuslibros.com

Del Duelo a la Catarsis - Publicatuslibros.com

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong>a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>[ ... y otras fábu<strong>la</strong>s sin moraleja ]de:Eduardo Perezchica


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo Perezchica<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>[ ... y otras fábu<strong>la</strong>s sin moraleja ]de:José Eduardo Perezchica Vegahttp://eperezchica.blogspot.<strong>com</strong> [ fábu<strong>la</strong>s sin moraleja ]Prólogo:Cristian Gómez Medina (Kriz)Fotos de portada:Izq.: Marce<strong>la</strong> Pérez Espinoza; Der. abajo: Eduardo PerezchicaFoto contigua:Miguel Ángel Lozano Chairezhttp://badbit.blogspot.<strong>com</strong>Diseño Editorial e Imáges Interiores:Eduardo PerezchicaBotel<strong>la</strong>s al mar...El blog del libro: http://duelo-catarsis.bloguen.<strong>com</strong>Esta obra está bajo una licenciaAtribución-No <strong>com</strong>ercial-Licenciamiento Recíproco 2.5México de Creative Commons.Para ver una copia de esta licencia, visitehttp://creative<strong>com</strong>mons.org/licenses/by-nc-sa/2.5/mx/o envie una carta a Creative Commons, 171 Second Street, Suite 300,San Francisco, California 94105, USA.2Es decir, salvo donde se especifique lo contrario, los textos e imágenesque conforman ésta obra y que se atribuyen a mi persona,pueden ser copiados, distribuidos y <strong>com</strong>unicados públicamente,incluso pudiéndose hacer obras derivadas a partir de ello, siemprey cuando se señale y reconozca mi autoría en los términos que en<strong>la</strong> licencia CC se especifican, sin hacer uso <strong>com</strong>ercial de mi obra ydando el mismo licenciamiento a <strong>la</strong> obra resultante. Para cualquierduda, consulte <strong>la</strong> licencia en línea en <strong>la</strong> dirección mencionada aun costado.


Eduardo PerezchicaII. Andanzas iIdeas... 31Fuerzas Irreales... 32Lobo en lejanía... 33Aprender... 34Gajes del oficio... 35Mi escencia... 36El fuego de mi florecimiento... 37Un murmullo... 38Escritos que son eco...y que aun estan oyendoseI. A <strong>la</strong>rgo AlientoRe<strong>la</strong>tos Noctámbulos... 10Carta para Cluadia... 18Moral... 20Remordimientos... 22Nacer, Morir, Renacer... 28III. Andanzas ii¿Por qué?... 40Aire... 41Expresar... 42Pa<strong>la</strong>bras... 43Aunque no me conozcas... 44No soy quién... 45Espinas... 46IV. Para el<strong>la</strong>...Se me antoja... 48Si un día te me vas... 49No sé qué decirte... 50El apartado de Escritos que son eco... contiene narrativa y ‘poesía’ quedata de entre 2001 y 2005. Está dividido conforme al tipo de construcciónque tuvieron, donde A <strong>la</strong>rgo aliento <strong>com</strong>prende narrativa y reflexiones,mientras que Andanzas i y ii lo <strong>com</strong>ponen escritos breves: Andanzas ise enfoca en aspectos existenciales, en tanto que Andanzas ii trata aspectossentimentales.Para el<strong>la</strong>... son algunas cartas que alcanzaron a llegar a su destino.Prólogo... 4Querido lector... 6<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>54 ...Escribir55 ...Esto57 ...¿Sabes...?58 ...Olvidar59 ...Le pedí a <strong>la</strong> luna60 ...La almohada61 ...Embrujo64 ...La simple necesidad de leer66 ...Fantasma<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>68 ...Cal<strong>la</strong>da70 ...Obsesión72 ...Ermitaño74 ...Transcurso bendito76 ...Desechos77 ...Rezos79 ...Déjame caer81 ...a manera de PostData:<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong> representa un ciclo de mi vida en el que atraveséel proceso de un duelo sentimental que, a lo <strong>la</strong>rgo de 2004, fue decantándoseen <strong>la</strong>s letras dejando un testimonio crudo, intimista y altamenteemotivo -al menos para mí-. Dicho proceso, tanto en el p<strong>la</strong>no sentimental<strong>com</strong>o en el literario, fue dando paso a <strong>la</strong> liberación catártica a través de <strong>la</strong>sletras, permitiéndome cerrar un ciclo importante de mi vida y, sobretodo,aprender profundamente sobre mí mismo.Mencionaba ya en el prólogo del libro “Entre <strong>la</strong> crueldad y <strong>la</strong> pared” de Carlos Quintero, que “Cuando <strong>la</strong> obra se ha cerrado [...] se p<strong>la</strong>ntean en quien escribe <strong>la</strong>s decisiones deguardar, <strong>com</strong>partir o incinerar –literalmente– lo que se ha hecho. Dejar constancia o no, es el cuestionamiento con el que a veces nos encontramos”. La decisión de <strong>com</strong>partir estocon mis seres queridos, amigos y con todo aquel a quien pueda interesarle fue tomada hace mucho, pero es hasta hoy que se materializa. Espero les guste.3


Eduardo PerezchicaPrólogo4<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Un poquito de decadencia es lo que hay en todas <strong>la</strong>s <strong>Catarsis</strong>,un poquito de esplendor y de sueños, de vida y muerte, deletras que se fecundan en los rincones y letras que renacena cada rato <strong>com</strong>o si se tratara del día o <strong>la</strong> noche, de letrasque nacen de <strong>la</strong> mano de los poetas, y aquí tienen a uno: JoséEduardo Perezchica Vega, un joven poeta, un escritor innato,un ser que vive lo que cuenta y cuenta sus sueños y su vidacon <strong>la</strong>s letras.Nace el 13 de octubre de 1984 en El Fuerte deMontesc<strong>la</strong>ros, Sinaloa. A los 5 años se muda a Mexicali, BajaCalifornia, de donde ya es oriundo de corazón. Ya siendocachanil<strong>la</strong>, descubre su interés por <strong>la</strong> poesía y <strong>la</strong> literaturadesde muy joven, pero no es sino cuando se ve en <strong>la</strong> necesidadde expresarse para conocerse, autodescubrirse, es entoncesque el hobbie se convierte en pasión, que en <strong>la</strong> mente, <strong>la</strong>consciencia y el corazón, se decide a ser poeta, escritor yun enamorado dec<strong>la</strong>rado de <strong>la</strong>s letras. No hace mucho, leeRompiendo <strong>la</strong>s Reg<strong>la</strong>s de Poli Dé<strong>la</strong>no y Poesía Amorosa de JaimeSabines, y se ve marcado por ellos. La importancia de esoslibros es que lo marcan sobre lo que quiere hacer con su obra,<strong>la</strong> forma en que quiere <strong>com</strong>unicarse, sus intensiones.Él es un poeta y lo lleva en el alma, y en su mano queexige satisfacer <strong>la</strong> necesidad de escribir y dar vida a los sueñosmás íntimos de propios y extraños.


Eduardo PerezchicaJosé Eduardo Perezchica Vega es actualmenteestudiante de <strong>la</strong> carrera de Ciencias de <strong>la</strong> Educación en <strong>la</strong>Facultad de Ciencias Humanas de <strong>la</strong> Universidad Autónomade Baja California, en donde empezó y terminó su obra <strong>Del</strong><strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>.Y ¿qué es esto? Sino un <strong>Duelo</strong>, afrontar una pérdida,sufrir<strong>la</strong>, escribir<strong>la</strong> para no olvidar<strong>la</strong>, no obstante lo escribe parasuperarlo, “Escribir no sana, apacigua. Escribir es <strong>com</strong>ollorar, ayuda a sobrellevar un dolor. Cuando escribosiento que lloro; siento lágrimas secas desde más allá demis ojos, que terminan más allá de mis mejil<strong>la</strong>s, en misdedos.” Así es el <strong>Duelo</strong> de este escritor, así lo sufre, así losupera, el duelo aturde, el duelo insita, insita al desasosiego, loconvierte, se transforma en algo más que escritos, en algo másque simples pa<strong>la</strong>bras, estamos hab<strong>la</strong>ndo de entrar en <strong>Catarsis</strong>,ese proceso de cambio, ese peregrinar en <strong>la</strong> me<strong>la</strong>ncolía, esaprocesión hacia <strong>la</strong> maduración, ese camino que es inevitable:escribir, y que para usted, lector, imposible dejar de leer.<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Amor: que es el fuego de su alma, su tormento devida y su muerte, es el goce de amar al ser querido, inspiraciónpara el olvido, para el recuerdo, el l<strong>la</strong>nto y <strong>la</strong>s sonrisas, <strong>la</strong>snoches de insomnio que todos sufrimos, <strong>la</strong> concepción de<strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras que brotan de <strong>la</strong> mano y de <strong>la</strong> boca, y sin dudardel mismo amor, que todos hemos tenido, gozado y sufridoalguna vez.Cambio: aquí se sumerge <strong>la</strong> muerte, el inicio de lonuevo y el recuerdo ya acontecido, parece casi necesario quepara <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong> se necesitan dos, el amor y el sufrir, <strong>la</strong> vida y <strong>la</strong>muerte, el sueño y <strong>la</strong> realidad, el escritor y sus amores, el libroy usted mi querido lector, que sin lugar a dudas después de leereste libro vivirá y amara diferente, <strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>.Cristian Gómez (Kriz)En <strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong> hay tres cosas que no sepueden dejar pasar:Vida: vivencias que son <strong>la</strong> poesía de cada día de<strong>la</strong>utor, su hambre y su sed, <strong>la</strong> necesidad de <strong>la</strong>s letras que nacendel corazón.5


Eduardo PerezchicaQuerido lector:6<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Antes que nada, prepare el ambiente bohemio que confortarásu lectura. Primero, elija el vino tinto de su preferencia, sucerveza o licor favorito; es decir, contemple tener despiertos elnúmero de sentidos que considere necesarios.Tome una postura cómoda, pudiendo ser una de éstas:sentado en un sillón, recostado en una cama, tirado en el piso,de pie, caminando o, si en algún momento lo decide, préstesea vo<strong>la</strong>r, literalmente.Encienda o apague luces, buscando lograr tenerun nivel de luz emotivamente suficiente, que permita almismo tiempo una lectura c<strong>la</strong>ra y eficaz, con <strong>la</strong> finalidad deno deslumbrarse con <strong>la</strong> luz que emanará de <strong>la</strong>s páginas y,asimismo, poder apreciar de entre los rincones oscuros quefrecuentemente encontrará, no sólo <strong>la</strong>s letras, también <strong>la</strong>s ideasininteligibles que no pudieron ser borradas debido a <strong>la</strong> necedaddel autor.Si para usted resulta necesario tomar <strong>la</strong>psos decavi<strong>la</strong>ción, hágalo, está en su derecho. Pero, <strong>com</strong>o advertencia,le sugeriría no dejar ningún texto a <strong>la</strong> mitad, ya que el tiempoque quedara entre una lectura y otra podría enrarecer <strong>la</strong>idea original, tanto del autor <strong>com</strong>o <strong>la</strong> suya, querido lector.Sucedería lo mismo que con un vino descorchado y dejado a <strong>la</strong>intemperie: se avinagraría.<strong>Del</strong> mismo modo, <strong>com</strong>o nota anexa, le digo queno todo con lo que se encuentre necesariamente deberá ser


Eduardo Perezchicaentendido por usted. No. Habrá ocasiones en <strong>la</strong>s que, porqueasí ha sido previsto o porque usted desconoce detalles de <strong>la</strong>vida del autor, simple y sencil<strong>la</strong>mente usted no <strong>com</strong>prenderáni el título.Pero, también es importante seña<strong>la</strong>r que el autor de <strong>la</strong>spáginas que tiene usted en sus manos, se encuentra abierto aesc<strong>la</strong>recer cualquier duda, dispuesto a proporcionar <strong>la</strong> cantidadde ac<strong>la</strong>raciones que considere oportunas. Estas ac<strong>la</strong>racionesdependerán, tanto del humor con que se encuentre ese díael personaje citado, <strong>com</strong>o de algún detalle que él mismo hayaolvidado considerar y que, después de varias consultas, salieraa relucir para cambiar su percepción de <strong>la</strong>s cosas.Resulta oportuno mencionar que no es preciso seguiral pie de <strong>la</strong> letra <strong>la</strong>s indicaciones aquí citadas. Al contrario,siéntase libre de tomar <strong>la</strong> lectura en <strong>la</strong> manera que usualmentelo haría. Empero considere que éste no es un escrito cualquiera,por ello es que se sugiere un contexto distinto, contexto en queal autor le gustaría leerse, ya impresas éstas hojas.Por mi parte es todo, o más bien, es el principio.Así que dispóngase a disfrutar o maltragar éstas páginas.Esperamos, además de sus <strong>com</strong>entarios, que sienta agradable,o al menos soportable, toda esta obstinación.“Dices que eres poeta porque no tienesel pudor necesario del silencio”Jaime SabinesRecuento de Poemas<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>“…y en alguna parte se afirmaque el lunático, el enamorado y el poetano son más que un pedazo de imaginación”Alfredo Montaño HurtadoLas cenizas de los SueñosJacques Duvine.29 de septiembre de 20047


fdgfEduardo PerezchicaEscritos que son ecos... y que aun estan oyendose<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>8


Eduardo Perezchica“La narración es el descubrimiento de misterios,<strong>la</strong> poesía su conservación.”José Ramón RuisánchezRemedios infalibles contra el hipoI. A <strong>la</strong>rgo Aliento<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>“Sabes lo que nos conviene;queremos licores espirituosos;danos un poco ahora mismo.”J.W. GoetheFausto.“No hay más que un solo remedio: adéntrese en sí mismo.Escudriñe hasta descubrir el móvil que le impele a escribir.Averigüe si ese móvil extiende sus raícesen lo más hondo de su alma.”Rainer María RilkeCartas a un joven poeta9


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo PerezchicaP r œ m i oRe<strong>la</strong>tos NoctámbulosDesde el fondo de mi alma siento un vacío en mi existencia, algo estámal y no sé cómo superarlo. Entonces me oculto del todo para no sentirsu mirada presionando mi pecho, dificultándome <strong>la</strong> respiración; sin saberque así me sumerjo lentamente en mi propia desgracia.“La enfermedad es <strong>la</strong> verdadera muerteactuando de protagonista,<strong>la</strong> otra muerte es sólo <strong>la</strong> caída del telón.”Joaquín Antonio PeñalosaEl ángel y el prostíbulo10


Eduardo PerezchicaIAunque estaba en vigilia, me encontraba inconsciente. Mimente sólo buscaba atar los cabos de mi vida –sin éxito–,<strong>com</strong>o en un rompecabezas infinito en el que, cuando creíaestar formando algo, al alzar <strong>la</strong> vista descubría que había aúnmucho por entender. El reto parecía entonces volverse unmartirio.Despierto por fin de ese pensar en todo con <strong>la</strong> vista en<strong>la</strong> nada, y se me ocurre escribir. Pluma y papel se encontrabanjunto a mi cama. Sentía una urgencia de gritar, pero me ganó<strong>la</strong> costumbre de permanecer cal<strong>la</strong>do. Sí, volver a escribir, contodo y que lo había dejado de hacer debido a <strong>la</strong> confusión quehe sentido los últimos meses, por <strong>la</strong> interrogante de mi vidao lo que, me parece, definirá el rumbo que tomaré de aquí enade<strong>la</strong>nte. Escribir antes era para mi un pasatiempo, no obstante,ahora se me presenta <strong>com</strong>o una necesidad que me ca<strong>la</strong> en <strong>la</strong>mente y que me punza en los dedos. Creo que no tengo <strong>la</strong>confianza en alguien <strong>com</strong>o para contarle todo y esperar queme resuelva algo al día siguiente, y pese a que escribir no me darespuestas, sí me sirve para desahogarme.“Me encuentro rodeado por una pared grisácea donde nohay esquinas que me sirvan de refugio, tan sólo <strong>la</strong> puertapara entrar, que abre por fuera, y una ventana que impide <strong>la</strong>entrada a <strong>la</strong> luz. La estructura de esta habitación se parecetanto a <strong>la</strong> de una te<strong>la</strong>raña, tan frágil y tan <strong>com</strong>pleja, podría11<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>escapar si lo quisiera, pero una c<strong>la</strong>se de veneno ya corre pormis venas desde el momento en que me adentré en este sitio.Todo tiene <strong>la</strong> misma apariencia donde quiera que voltee, esincómodo, repulsivo.Tocan personas a <strong>la</strong> puerta, ¿a quién buscan si noes a mí?, es mi puerta y permanecerá cerrada. No tengo elvalor suficiente <strong>com</strong>o para contestarles, los siento <strong>com</strong>odesconocidos que en poco podrán ayudarme.Hay una ventana, para mi desgracia, que atentacontra mi paciencia y mi cordura, pues se encuentraempañada. A pesar de que es mi única forma de ver elmundo real, <strong>la</strong> suciedad con que <strong>la</strong> limpio no me permite vermás que sombras y siluetas. Todo lo que veo a través de el<strong>la</strong>es deprimente. He llegado a pensar que es un espejo.La penumbra casi es dueña de este espacio, a noser por algunos cuantos recuerdos de luz que guardo en mimemoria. Pero aún así, <strong>la</strong> oscuridad simu<strong>la</strong> al silencio: taneterno, tan profundo, tan desesperante en estos momentos.Y el silencio simu<strong>la</strong> a <strong>la</strong> luz, pues se encuentra ausente:voces, gritos, suspiros y rec<strong>la</strong>mos son lo único que hace ecoy presencia firme en este sitio. Pero pocos allá afuera llegana enterarse.A veces me preocupo por salir, por emprender<strong>la</strong> fuga que me libere de los tormentos que provoca e<strong>la</strong>is<strong>la</strong>miento, pero me da miedo. Siento <strong>com</strong>o si <strong>la</strong> amenaza,sea cual sea, fuera más grande en <strong>la</strong> libertad que en estacárcel en que me autosecuestro”.Solté el pluma y abracé el cuaderno. Quise releerlo,pero no, mejor no, después, aún está fresco y, de hacerlo,


Eduardo Perezchicacorrería el riesgo de hundirme nuevamente y no sé si podríasalir entonces de ese sitio, ese abismo de lodo y mugre. Undulce suspiro salió para limpiar mis pulmones de ese turbioaire que he descrito. Algo está sucediendo en mi interior,depuración o catarsis, no sé. Tan sólo sé que sucede porque meestoy dando cuenta de algo y por eso siento este alivio, aunqueese algo aún sea una incógnita.Me dio sueño. Era lógico, habían sido tres o cuatrohoras de búsqueda interna, escribiendo con un ánimo hastaentonces inusitado. Dormí profundamente, un poco mássereno.<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>IILeí lo que había escrito, creo que a <strong>la</strong> noche siguiente. Ya sehabía vuelto más firme y no había ya tanto peligro de caer. Meacordé del fragmento de una poesía que escribí hace <strong>com</strong>o dosaños. Tuve que buscar<strong>la</strong> entre tantas que mantengo guardadas,olvidadas en una caja forrada con fotos y recortes de Jaguares,en el cuarto vacío junto al mío.“...todo mi pensamiento se derrite y evapora,todo lo que soy y he sido está escritoprecisamente en lo que leo ahora”.Pensé que al fin tenía sentido, tarde y fuera de sucontexto, pero ya tenía una coherencia, un alcance en mivida, en éste instante. También pensé: “lo que soy y he sido”,pero, ¿quién seré? Y es así <strong>com</strong>o se me vino a <strong>la</strong> mente otrapoesía; de repente me empezaron a cosquillear <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras en<strong>la</strong> lengua, en <strong>la</strong> memoria:“...no sabes quién serás,pues no sabes ni quién eres.Eso es lo que tienes que contestar.”12Por un momento no caía en cuenta de lo querepresentaba sino hasta después de un rato. Aunque secontradicen, ambas tienen razón. Lo cual me alegra, pues


Eduardo Perezchicapareciera que yo solo, en mi pasado, he ido sembrándome<strong>la</strong>s respuestas. Pero el problema que aún me persigue es: ¿endónde están tales respuestas? Quién soy y quién seré es lo quenecesito responderme. Pero, ¿cómoAsí pasaron varios días, igual de grises. Todo dentro deuna misma rutina. Esa rutina que me estaba secando <strong>la</strong> vida,que hacía pasar lento el tiempo, y no sólo lento, sino impasible,frío, insípido.<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>IIISemanas después, un miércoles o jueves, no recuerdo,posiblemente en el transcurso entre ambos, olvidé dormirboca abajo. Había llegado cansado del trabajo y me recosté aver televisión, aunque no había ya nada interesante. El sueñome tomó por sorpresa.Estaba durmiendo boca arriba con mis brazoscruzados a <strong>la</strong> altura de mi pecho, justo <strong>com</strong>o me dijeron que nolo hiciera. Creo que eso me provocó que tuviera <strong>la</strong> pesadil<strong>la</strong> quedecidí escribir en cuanto desperté de el<strong>la</strong>, agitado, empapado enel líquido de los sueños, el cual era espeso, consistente, parecíalodo. Ya tenía listos pluma y papel, esperando el momentode ser útiles. Lo fueron. Todo <strong>com</strong>ienza cuando cierro misojos…“Escucho <strong>la</strong>tir mi corazón, a pesar de que no lo siento ya<strong>com</strong>o una víscera más dentro de mi ser. Los <strong>la</strong>tidos sontambores que galopan a mi alrededor, trepidantes.Me miro reposando a <strong>la</strong> deriva con mi cuerpo arrojadoa <strong>la</strong> nada para que el<strong>la</strong> haga con él lo que le p<strong>la</strong>zca. Podríaser cualquier otra persona <strong>la</strong> que ahí se encuentra, pero creoque soy yo. Parece mi rostro, es mi cuerpo, inmutable, <strong>com</strong>osin vida.Siento <strong>la</strong> calidez de mi aliento, pues es éste lo únicoque me rodea. No imagino dónde puedo encontrarme. Noconozco el lugar, ya que no puedo ni palparlo.13


Eduardo PerezchicaPruebo mi sangre firme, coagu<strong>la</strong>da y vieja, sabea dolor, pero he llegado al extremo donde el dolor no sesiente, al menos no <strong>com</strong>o lo conozco. Sólo huelo mi cuerpo,mi aliento, mi sangre, pero ni una pista que me diga quélugar es este.Tengo una herida enorme. Me debilito a cadainstante. Bien podría <strong>la</strong> sangre estar cayendo desde micabeza, <strong>com</strong>o un cuentagotas dosificando mi tormento, perolo ignoro. No sé cuanto tiempo llevo así.Intento golpear algo, pero no me siento en éstevacío. He querido tantas veces abrir los ojos, es sólo que <strong>la</strong>slágrimas me impiden mirar, se han convertido en una masil<strong>la</strong>putrefacta que me <strong>la</strong>stima los párpados.A excepción de mis <strong>la</strong>tidos, todo es silencio. ¡Quierogritar!, sin embargo un nudo en mi garganta me impidehasta <strong>la</strong> respiración. Puede ser que de ahí esté colgando,pero no siento ninguna soga raspando mi cuello. Ni siquierasé si estoy de pie o de cabeza. Nada tiene sentido.Me inunda <strong>la</strong> angustia de <strong>la</strong> incertidumbre, de<strong>la</strong> impotencia. Estoy mudo, sordo, soy un vegetal consentimientos tan dispersos que no se aprecian, o tancontiguos que se confunden.‹‹«(Empiezan a aparecer vestigios de vida)»››Es posible que una lámpara se encienda lentamente,casi imperceptible, a unos centímetros de mis ojos.Ahora, sólo escucho el silencio y ese silbido eterno,nunca ausente. El volumen y el ritmo de mis <strong>la</strong>tidos handescendido hacia niveles mas normales y pasivos, que hasta14<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>los he olvidado.Extiendo mis manos, por impulso. Un nerviovenció el entumecimiento y <strong>la</strong> presión que retenía provocóreacciones en mis dedos, los cuales se tocaron. Estasensación, normalmente es un detalle, y ahora me provoca <strong>la</strong>certeza de que sigo vivo.En cadena se suscitan nuevos acontecimientos.Podría decirse que es un parto, pues cada sensación <strong>la</strong> vivo<strong>com</strong>o si fuera nueva. Ac<strong>la</strong>ro mi garganta y el murmullo llegahasta mis oídos. Pero al provenir de mi, es <strong>com</strong>o si unaorquesta tocara «La cabalgata de <strong>la</strong>s Valquirias», de Wagner.Es impresionante, satisfactorio.Respiro profundo, <strong>com</strong>o si volviese a nacer. Busco enmi mente un recuerdo, o al menos mi nombre o mi rostro. Esel alumbramiento, porque de nuevo todo se torna confuso.Todo se torna confuso.La respuesta llega después de abrir mis ojos,habiendo removido ya el l<strong>la</strong>nto, <strong>la</strong> sangre y el polvo de ellos.Me sorprendo enormemente. La impresión me confunde,me distrae y me mantiene fuera de <strong>la</strong> realidad un tiempomás. Momentos después, o tal vez días, <strong>la</strong> lámpara quedaencendida ante mis ojos que aún no despiertan de un letargoque se aferra, <strong>com</strong>o aquel que produce una botel<strong>la</strong> de tintoo de tequi<strong>la</strong>. Mis ojos, cegados por <strong>la</strong> intensidad de <strong>la</strong> luzque me rodea, parecieran abrirse por primera vez en toda <strong>la</strong>vida, sin enfoque ni dirección fija, todo me l<strong>la</strong>ma <strong>la</strong> atención,todo es nuevo. Pero lo que veo u oigo en el momento precisode mi renacimiento, de mi reencarnación en mí mismo, es loúnico que no logro recordar. Lo que ví, u oí, es un fantasmaenc<strong>la</strong>ustrado en el olvido.”


Eduardo Perezchica<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Dicen que los sueños se olvidan al poco rato de salirIVde ellos. Pero éste no, lo recordaba vívidamente, <strong>com</strong>o si aún Perdí el trabajo. Se trata de recorte de personal –eso dicenno saliera de él. Por un momento mantuve el miedo de cerrar siempre–. Creo que sería bueno tomarme una o dos semanaslos ojos, no fuera a ser que ya no pudiera abrirlos.de vacaciones, después buscaré otro.A diferencia de aquel lugar que describí una nocheHe estado muy tenso, mi vida se había convertido ende insomnio <strong>com</strong>o una habitación, lo que estoy describiendouna rutina que no me llevaba a nada, más que al día siguiente.ahora, acabo de sentirlo en carne propia, sin exageraciones.Con todo lo bizarro e imposible que pueda parecer, no mientoGeneralmente era lo mismo: despertar a mediodía, dos horasen detalles. Aunque en un sueño, todo esto sucedió, lo sentí, para ejercitar el ocio y una hora más para alistarme antes de ir apude vivirlo y sobrevivirlo, por alguna extraña razón que podría trabajar. Y ahí sólo se trataba de ver pasar nueve horas hasta elconsiderar <strong>com</strong>o un presagio, pero que prefiero ver <strong>com</strong>o una momento de salir, a medianoche. Frecuentemente me dormíacircunstancia más de no saber qué sucede.<strong>com</strong>o a <strong>la</strong>s tres o cuatro de <strong>la</strong> madrugada, al principio usaba eseRespiro paz por un instante. Respiro realidad y me tiempo para ver televisión, pero fácilmente me harté de el<strong>la</strong>.despierta, o me adormece, según se vea. Me queda <strong>la</strong> sensación Entonces empecé a <strong>com</strong>prar libros que, al principio, sólo leíade que soy yo y el silencio.para matar el tiempo.Silencio que poco a poco se esfuma, dando paso a <strong>la</strong>De hecho, ya sabía que me iban a despedir, por el finmúsica de fondo de algún programa en <strong>la</strong> televisión que siguede mi contrato –divino neoliberalismo–. Por eso <strong>com</strong>pré unaencendida. Tomo el control y <strong>la</strong> apago. Momentáneamente seme espanta el sueño.buena cantidad de libros que supuestamente leeré en estos díasLa confusión me hace sentir que algo, o mucho me para mantenerme ocupado. A veces leer me incita a escribir,falta aún por saber. Pareciera que todo se reafirma: “...siento un se ha vuelto un diálogo, el cobijo de mis ideas y necesidades.vacío en mi existencia, algo está mal y no sé cómo superarlo”.He sentido un poco de consuelo, de distracción, me ha dadoLa razón por <strong>la</strong> que escribo todo esto, es entre otras, porque tiempo de pensar algunas cosas.dicen que cuando uno tiene una pesadil<strong>la</strong> y no se <strong>la</strong> <strong>com</strong>enta a Era tal <strong>la</strong> rutina en que me encontraba que casi todonadie es posible que se vuelva realidad. ¡No quiero eso! aunque mi tiempo lo pasaba en mi cuarto. Hasta hace unas noches,tal vez ya es tarde; cuando desperté tuve <strong>la</strong> sensación de que antier o el lunes, que empecé a salir al traspatio, ese que sóloesto ya lo había vivido. Dejà Vuh.sirve de tendedero, para poder cambiar por unos momentos el15


Eduardo Perezchicaaire estancado por aquel que corre libremente. Abrir <strong>la</strong> ventanade mi cuarto ya no me bastaba, quería ver el cielo sin <strong>la</strong>s rejasde por medio.Al principio permanecía sentado, a veces absorto,pensando en todo: en el universo, en <strong>la</strong>s infames mujeres, en elporqué de dejarme crecer el pelo, o en el dilema existencial enque me hallo. Otras veces me quedaba <strong>com</strong>o ido, con <strong>la</strong> miradaindiferente, y si llegaba a pensar en algo durante ese tiempo,raras veces me acordaba.Esa noche el clima era perfecto, <strong>la</strong> tenue luz de <strong>la</strong> lunaera perfecta, <strong>la</strong> noche era perfecta, inspiradora. Y con tantotiempo libre me dije: ¿por qué no?“Una nube, dos, tres. El viento estremece mi rostro concaricias en forma de marea; naufrago.Otra nube, cinco, seis. La luna con su infinito ejércitome vigi<strong>la</strong>n a lo lejos, son guardianes de <strong>la</strong> noche que sólonecesitan de su simple presencia para cuidar<strong>la</strong>.Una nube más, y quién sabe cuántas podríanaparecer en este fresco envidiable por cualquier pintor, enesta figura viva que sólo pudo haber sido esculpida por <strong>la</strong>madre naturaleza, ya que nadie puede igua<strong>la</strong>r –de ningunaforma– <strong>la</strong> sensación que te da <strong>la</strong> noche cuando te rodea.Se avistan estrel<strong>la</strong>s tras <strong>la</strong>s nubes, <strong>la</strong>s nubes sedisipan y el cielo se eterniza. El horizonte es una pared queno me permite ver más allá, es una mural<strong>la</strong> que oculta trasde sí el misterio del fin de <strong>la</strong> tierra y <strong>la</strong> caída hacia <strong>la</strong> nada.<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Sólo me queda –ahora que allá arriba todo es másc<strong>la</strong>ro– ésta gran obra para disfrutar, esta luna que se muevepara observarme y esta noche nub<strong>la</strong>da, que después es uncielo abierto.El viento abulta mi cabello en mi rostro, y <strong>la</strong> paz, <strong>la</strong>calma que esta noche emana, me invita a dejar que <strong>la</strong> brisajuegue conmigo, mientras yo esté tranquilo.”Cuando me doy cuenta que no tengo nada más quéescribir, me azota un desconcierto. ¿Qué fue eso? Mis dosúltimas experiencias son mínimamente parecidas a esto. No esque me desagrade, al contrario, me alegra saber que aún puedoescribir algo nacido de <strong>la</strong> inspiración y que, además, no seaenfermizo. Pero, ¿a qué se debe? ¿por qué ahora?Creo que, si bien el ambiente en que hoy me sientono es estresante, también sucede que he dejado a un <strong>la</strong>do elnerviosismo y me he dado a mí mismo <strong>la</strong> oportunidad deolvidarme por un rato de tanta preocupación, sin que estosignifique que ya no me importa. Aunque también especulo unpoco, no me he puesto a pensarlo detenidamente.En esta ocasión, escribir no me cansa ni me producesueño, pues hoy lo he hecho por p<strong>la</strong>cer y no por necesidad uobligación conmigo mismo. Ahora bien, ¿por qué había dejadode escribir si me produce tanta satisfacción?Aprovechando que no me encontraba cansado y quemi mente se encontraba c<strong>la</strong>ra –<strong>com</strong>o el cielo de esta noche–,16


Eduardo Perezchicaempecé a recordar tantas cosas, a descubrir lo que habíaextraviado de mí mismo, leer cartas que nunca llegaron, que nisiquiera han salido a <strong>la</strong> luz de aquellos que más me conocen.Empezar a recapitu<strong>la</strong>r, recordar, revivir lo que estuvo a puntode ser olvidado...<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>VDespués de una tormenta, de estar a punto de irse a pique,de hundirse y perderse en lo inhóspito del mar profundo queembiste mareas en el interior de mi pecho y de mi mente,<strong>la</strong> embarcación en que navega mi vida ve de nuevo <strong>la</strong> luzdel sol e iza todas <strong>la</strong>s ve<strong>la</strong>s, aprovechando el viento a favor,para regresar a casa, hacía sus orígenes, para reencontrarse,descansar y tomar nuevas fuerzas. Ya se siente en tierrafirme. No sabe que este <strong>la</strong>pso es tan sólo el ojo del huracán,que <strong>la</strong> verdadera vida está allá, de donde está huyendo, en <strong>la</strong>tempestad. Pues ahí nació y ahí ha librado todas sus batal<strong>la</strong>s.La tierra firme es so<strong>la</strong>mente un sueño, al cual aspira sólo sitodas sus batal<strong>la</strong>s son ganadas, y para el que, <strong>com</strong>o siempre,queda <strong>la</strong> posibilidad de que desaparezca en el intento.No. No has nacido allí, tan sólo te confundes y creesque al fin estás cuando <strong>la</strong> marea es alta y serena, cuando elviento es suave y sientes <strong>la</strong>s estrel<strong>la</strong>s tan cerca. Pero no tepertenece, porque aún no te lo has ganado.17


Eduardo Perezchicano me refiero a un beso, sino a que me dejaste mirarte toda <strong>la</strong>noche, y con mirarte me basta y me ha bastado el recuerdo.¿Por qué no te he buscado? Por cobarde, en parte.Por otra parte, pensándolo bien, quisiera que el día en quete encontrara por <strong>la</strong> calle y te invitara a p<strong>la</strong>ticar a un café,con una taza que sea eterna, que no se acabe, te contaría queestoy estudiando, pues <strong>la</strong> última vez que te vi no sabía si ibaa estudiar. –Y adivina qué –te diría–, quiero ser maestro, sí,maestro–. ¿Extraña coincidencia? Sí, si así deseas creerlo, puesa mí eso de <strong>la</strong>s coincidencias ya no me suena lógico, no quierodecir con esto que creo en el destino, no, descarto su existencia,soy un fiel creyente del libre albedrío, pero también sé que <strong>la</strong>scosas pasan por algo. Además te diría que estoy trabajando, sipara entonces trabajo, que ya no soy el güevón que conociste,que he cambiado, pero que sigo sintiendo lo mismo por ti.Éste no es el caso, <strong>com</strong>o sabes, en el que he perdidotu huel<strong>la</strong> por azares del destino, recuerda que creo en el librealbedrío, y reconozco que teniendo los medios para conocer tudirección o tu teléfono, nunca te he buscado, algún día lo haré.Pero <strong>com</strong>o te he dicho, quiero p<strong>la</strong>ticarte de mis sueños cuandoesté trabajando en ellos (cuestión de meses o de años), y nohoy que son sólo sueños de opio.En este sueño en el que apareciste –te termino decontar– sólo cruzamos unas cuantas pa<strong>la</strong>bras pues tenías queirte –tal y <strong>com</strong>o <strong>la</strong> última vez en que te vi, fuera del baile–, y tedespediste, <strong>com</strong>o solías p<strong>la</strong>ticar conmigo, con una mirada.19<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Lo relevante de esto es que desperté, si no eufórico,si tranquilo por volver a ver tus ojos, tu sonrisa y tu rostro,aunque fugazmente. Te contaré también que, cuando desperté,hice una caricia al aire, con los ojos cerrados, y sentí tu pielsuave, inhalé tu perfume, no aquel que usabas algunas veces,sino el que tienen tus hombros, pues, quizá ya lo sepas, pero<strong>la</strong> razón por <strong>la</strong> que me sentaba detrás de ti en el salón era paraverte el mayor tiempo posible, olerte y sentirte cerca, aunquetú no me miraras.Madrugada del lunes 23 de junio de 2003.a C<strong>la</strong>udia MagdalenaIn Memoriam. †


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo PerezchicaVa un hombre caminando con sonrisa en <strong>la</strong> cara, pero es purahipocresía, se siente mal. Trae <strong>la</strong> moral cargada de piedras que élsolo se ha echado a cuestas. Le han dicho que es mejor reír quellorar. No saben lo que dicen, quizá porque no <strong>com</strong>prenden loque pasa. Ni él mismo tiene idea. No piensa, sólo siente.MoralY no te pido que llores,tan sólo que <strong>la</strong>ves esos ojosde <strong>la</strong>s nubes que no te dejan ver <strong>la</strong> realidad,tal cual es.Aparenta ir vo<strong>la</strong>ndo con sus ojos hacia el cielo, pero espara no ver que abajo de sí mismo, y en su propio cuerpo, haysuciedad que no suda ni desti<strong>la</strong>, pues ni <strong>la</strong> quiere tocar.Siente miedo,¡y sólo cal<strong>la</strong>!¿Qué diablos pasa conmigo? ¿Quién he creído quesoy? He pretendido un destello, tanto, que hasta lo llegué acreer. Pero llegó <strong>la</strong> noche y me lo ha negado.Siento miedo,¡y sólo callo!20


Eduardo PerezchicaEl silencio es una oportunidad para pensar. Sinembargo, en mi mente hay tanto ruido que me impide elpensamiento. Mi mente sólo percibe lo que pasa <strong>com</strong>o lo,hasta ahora, indescifrable de <strong>la</strong> estática: gris, b<strong>la</strong>nco, zumbido,ausencia, conjunción incoherente, todo y a <strong>la</strong> vez nada, eso eslo que pienso, o más bien dicho lo que está en lugar de.Me he puesto un antifaz y los hilos que lo ataban a micara se han roto. En el momento en que alguien lo acariciaba,de repente se tornó frágil, y ha quedado expuesto el verdaderoyo, ése que me da miedo, aquel que siempre niego ser.Ya sin máscara,ha visto su reflejo.Está escurriendo mugre desde sus ojos,pues siente asco.Tiene repulsión de sí mismo,pero <strong>la</strong>s pestañas son agujas afi<strong>la</strong>das que,de cerrarse,herirían los párpados,y <strong>la</strong> sangre puede tornar a un imbécil en demente.<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Ahora, cabizbajo,no vuelo ni camino,me arrastro en una calzadade vidrios y piedras filosas.Soy un ente confundido.Es mi suplicio, mi martirio,en espera de pagar mi deuda conmigo mismo.Me doy cuenta –maldita sea, ¿porqué ahora?–, que <strong>la</strong>scosas no se olvidan, ni se van al cerrar los ojos ante el<strong>la</strong>s, sedeben superar y afrontarse. “<strong>Del</strong> dicho al hecho...”. Dejar de serun cobarde pues. Pero –siempre hay un pero– <strong>la</strong> cobardía estambién un refugio. Me siento inseguro y necesito protegermede mí mismo.Anochecer del sábado 28 de noviembre de 2003.Prefiere llorar, mas yo aún no lloro. Hoy <strong>com</strong>o nuncame duele no hacerlo. Siento <strong>la</strong> imperiosa necesidad de que algotangible me indique que sufro, pues a veces llego a dudar demí mismo.21


Eduardo Perezchica*Cuento ganador del 2do. Certamen Literario“Nuevos Valores Universitarios”de <strong>la</strong> Facultad de Ciencias Humanas de <strong>la</strong> UABC.Mayo de 2005.Remordimientos“El Apocalipsis no es <strong>la</strong> destrucción del exterior,es el olvido, <strong>la</strong> destrucción del interior,de uno mismo y de los otros en uno.”David OlguínAmarillo Fúnebre<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Entró a <strong>la</strong> habitación, a ese espacio deso<strong>la</strong>do, sucio y oscuro,pero tan extrañamente cálido entonces. Él portaba un arma y,aunque en ese momento no tenía <strong>la</strong> más mínima idea de qué eslo que iba a hacer con el<strong>la</strong>, con tal de no cargar solo con el pesode <strong>la</strong> culpa, decide romper el silencio.Tiene en el gatillo un dedo tembloroso. El cañóndel arma levanta para verme y nuestras miradas se cruzan.Se reclina en el escritorio polvoriento que él mismo arrumbóallí, junto a <strong>la</strong> pared en <strong>la</strong> que, apenas, cuelga manchado ydespostil<strong>la</strong>do un espejo. Se acerca y lo toca, le quita un poco depolvo con los dedos y después con <strong>la</strong> palma de su mano.Se observa a sí mismo, piensa en lo solo que se sienteen esta casa, en este mundo; los últimos días, desde hacetanto. Piensa, imagina, sueña, anhe<strong>la</strong> algún día despertar deesta pesadil<strong>la</strong>, y así poder echarse a <strong>la</strong> tierra y tomar el sueñoperpetuo con <strong>la</strong> serenidad del desierto. Quiere estar allá dondeestán todos los que ya se fueron –yo, a veces, también lodeseo–.De abajo de su cama saca un vaso con agua sucia, detonalidad oscura, y lo deja sobre el escritorio para quedárseleviendo un rato. Entretanto, con su mano izquierda acaricia e<strong>la</strong>rma <strong>com</strong>o si ese artefacto no tuviera <strong>la</strong> finalidad que tiene.Después, voltea hacia mí nuevamente. Pierde su mirada unmomento y entrecierra los ojos por el cansancio que traeconsigo. No ha dormido lo suficiente en varias noches,22


Eduardo Perezchica<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>y ni pensar en dormir tranquilo, hace ya tanto tiempo que –¿Pero por qué crees que soy yo el culpable? –lesimplemente no puede.pregunto– ¿Por qué insistes tanto en que yo tengo una deuda?Entonces, <strong>la</strong> tregua instituida para ésta habitación, Si yo <strong>la</strong> amaba, y no tenía ningún motivo para hacerle daño.persiste por un <strong>la</strong>rgo, <strong>la</strong>rgo tiempo incalcu<strong>la</strong>ble. («silencio»). Con Además, si lo hubiera sabido, si siquiera lo hubiera sospechado,un suspiro, después de este mutismo, se renueva <strong>la</strong> descripción no me habría arriesgado. Me hubiese esperado al día siguiente.de los hechos.Pero, ¿qué iba a saber yo? No, no es mi culpa, no tenía motivos,¿Quién se está creyendo que es? Vestido con harapos, y culparme no soluciona nada. ¡Entiéndelo!sucio y mal oliente, se atreve a amenazarme <strong>com</strong>o si mi vida –¡Qué importan los motivos!, sabes que lo que meno valiese nada, tan sólo por que piensa que <strong>la</strong> suya no lo vale. tiene aquí es <strong>la</strong> venganza. Quiero acabar con los espíritus queSigo sin <strong>com</strong>prender por qué me ha dicho tantas veces que me rondan, cerrar <strong>la</strong> herida que tú abriste, <strong>la</strong> sangre paga <strong>la</strong>soy yo el culpable de su miseria, si tantas veces yo mismo he sangre. Esa es <strong>la</strong> cuota que me brindará paz, que me hará libre,querido ayudarle y siempre se niega.al menos de ésta vida que no es vida–. Entretanto, continúa–Hace ya un año, o más, no recuerdo –me dice–. No girando y cerrando el cargador del revólver, alternando eltengo ya más noción del tiempo, tan sólo de un ayer que me juguete entre ambas manos, colocándolo a veces en sus sienespersigue, un ahora que apenas puedo sobrellevar y un mañana y jugando a que dispara, jugando a que se mata ahí, frente a mí,que no existe, porque, ¿sabes?, mi vida se detuvo. Aún pienso viéndome fijamente a los ojos.que todo fue ayer. El tiempo no pasa donde no hay espacio, –Y para esto estoy dispuesto a morir contigo si esporque yo mismo, mi mente y mi cuerpo, soy un vacío. necesario –me asegura–. Sabes bien que tengo miedo, igual oDetiene momentáneamente sus pa<strong>la</strong>bras para jugar más que tú, porque hacer lo que pretendo hacer me pondrácon el cargador del revólver, girándolo y cerrándolo, dejando a más lejos de el<strong>la</strong>, porque será entonces <strong>la</strong> eternidad <strong>la</strong> que nos<strong>la</strong> suerte, mi suerte.separe. Pero el dolor es tan grande –da un suspiro profundo–Tal vez tú creas que olvidar es una opción y decidiste y lento– y, a parte, yo padezco el dolor del que tú te olvidas,tomar<strong>la</strong> –continúa–. No. Yo sé cuáles son tus opciones, y yo lo vivo. Por eso veo tu muerte <strong>com</strong>o un respiro, antes deolvidar no es una de el<strong>la</strong>s. He estado pensando que con <strong>la</strong> ahogarme finalmente en el dolor que me está tragando. Serámuerte se pagan <strong>la</strong>s deudas de nuestra vida. Tú tienes una, no <strong>com</strong>o robar un puñado de luz, que precederá a <strong>la</strong> más cruel yse te olvide, y va siendo tiempo de saldar<strong>la</strong>.fría de todas <strong>la</strong>s oscuridades.23


Eduardo Perezchica<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>–¡Pues dispara ya, si así lo quieres!, que sea <strong>la</strong> última vez que poco de justicia divina, aunque no sea en <strong>la</strong>s manos de uno de esosvienes y te arrepientes –le digo.ángeles que vio llegar por el<strong>la</strong> aquel día, su último día. A pesar deImpresionado y asustado con mis propias pa<strong>la</strong>bras, trato que así me convierta en pecador y me condene, pero qué importa,de corregir mi idiotez para evitar eso que me provoca tanto miedo ya nada importa. Sé que nos veremos en el infierno. Tú ya te lo hasdesde siempre, y sobretodo desde aquel<strong>la</strong> noche.ganado, en tanto que yo ya vivo en él.–Aunque sabes que el<strong>la</strong> odiaría que esto pasara –prosigo–. Decidido, pero sin valor, sin ese valor que nunca ha tenido,Si el<strong>la</strong> estuviera aquí se culparía a sí misma de todo lo que está apunta, respira, apunta, suda, aprieta <strong>la</strong> quijada, deja de respirar,sucediendo.tensa los músculos del puño, todo el brazo; tiemb<strong>la</strong>. EntrecierraMis últimas pa<strong>la</strong>bras traen consigo un <strong>la</strong>pso de silencio, el ojo izquierdo para ser más certero, pues no puede fal<strong>la</strong>r, nopues él enmudece y yo no me arriesgaré a decir nada más, por el debe fal<strong>la</strong>r, no nuevamente, sería imperdonable. El nerviosismomomento. En sus ojos se advierte repentinamente un gran vacío; crece con el silencio. Sólo los grillos se escuchan. Su melodía suenarealmente pareciera que en ese momento se hubiera transportado a amarga y a <strong>la</strong> vez funesta, suena a una bur<strong>la</strong> su falta de solemnidadotro <strong>la</strong>do. Y sí, posiblemente al recuerdo de aquel<strong>la</strong> noche, porque al no guardar silencio.sé que aún lo tiene vivo en su memoria, repitiéndose paso a paso, Hay un momento en <strong>la</strong> vida en que te llega <strong>la</strong> certidumbredetalle por detalle. Tengo <strong>la</strong> certeza de que no ha pasado un sólo día de que has de morir. El mundo deja de girar, se detiene porsin sentirse atormentado por él. Llegan a ser navajas los recuerdos, <strong>com</strong>pleto. Los <strong>la</strong>tidos se convierten en un reloj cuyo tic-tac es <strong>la</strong>¡si lo sabré yo!palpitación estremeciéndote todo el cuerpo en cuenta regresiva.De pronto regresa, de donde sea que andaba, y voltea a Como en una pelícu<strong>la</strong>, el momento más importante y definitivo deverme. Una sonrisa que se confunde con l<strong>la</strong>nto –o viceversa– se <strong>la</strong> trama se ve en slow motion. Se pierde el enfoque y <strong>la</strong> perspectiva;dibuja en su rostro. Unas risas que no tienen el mínimo dejo de con <strong>la</strong>s pupi<strong>la</strong>s di<strong>la</strong>tadas no se ve nada. Todo lo que se ve quedaalegría le brotan <strong>com</strong>o sin querer; parecen quejidos atorados en en segundo p<strong>la</strong>no; uno es el primer p<strong>la</strong>no. Es el preludio del final.su garganta, <strong>com</strong>o si se le desbocaran sentimientos y todo fuera Se experimenta cómo el cuerpo en un último intento por salvar <strong>la</strong>involuntario.vida, se siente torpe y se convierte en piedra. Sólo queda el espasmo,–Recuerda que el<strong>la</strong> ya no está aquí –me dice–, qué pronto una gota fría de sudor corriendo por <strong>la</strong> espalda y unos dedos queolvidas. No pienso que el<strong>la</strong> se culpe, no, creo que le gustaría un tiemb<strong>la</strong>n amenazantes, que sudan también muy frío, conge<strong>la</strong>nte.24


Eduardo Perezchica<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Estoy de espaldas al espejo, y ni siquiera puedo ver <strong>la</strong> muerto y solo, y muy muerto y muy solo; es sólo que... no sé.expresión de mi rostro y de mis ojos a unos instantes de mi Agitado, desesperado, sin saber qué diablos pasa, dirigemuerte; pero los imagino, me imagino a mí mismo <strong>com</strong>o mi su mirada nuevamente hacia mí para, en medio de un balbuceo,propio asesino, excitado viendo en el rostro de mi víctima su decirme: –¡Te odio!, te aborrezco –y para que el balbuceo nosufrir y su desesperanza.tarde en convertirse en <strong>la</strong>mento, en un grito desgarrándole <strong>la</strong>Y concentrada <strong>la</strong> ira, el arma es disparada. El crujido garganta–, ¡maldito!, ¡maldito seas!. ¡Estás maldito!.del mecanismo se siembra en <strong>la</strong> habitación y resuena en mis Luego, arroja <strong>la</strong> pisto<strong>la</strong> con todas <strong>la</strong>s pocas fuerzasoídos, en mi pecho, en el <strong>la</strong>nguidecer de mis rodil<strong>la</strong>s. Resuena que le quedan, deseando golpearme en <strong>la</strong> cara, deseando nojusto en medio de mis ojos, mientras mis pupi<strong>la</strong>s se contraen verme más.y se pierden en <strong>la</strong> nada, en el abismo que dicen –y que ahora Mientras, yo cierro los ojos y escucho cómo se vasé– que es <strong>la</strong> muerte. La siento en medio de mi garganta rompiendo el espejo. Y conforme caen los pedazos, sale derompiéndome el pa<strong>la</strong>dar. Ya siento penetrado mi cuerpo, <strong>la</strong> habitación, <strong>la</strong> cual queda nuevamente vacía, deso<strong>la</strong>da, suciasiento salir <strong>la</strong> ba<strong>la</strong> detrás de mi cráneo, siento explotar en y oscura; penetrada con un olor a muerte, ése olor a muertepedazos mi cerebro, siento cómo el mundo se va, mi cerebro que llevan consigo los que siguen vagando por el mundo cualembarrado en <strong>la</strong> pared, cayendo trozos en el vaso de agua, si estuvieran vivos, pero que no lo están, y que cargan <strong>com</strong>ootros más manchando el espejo, <strong>la</strong> sangre deslizándose junto a marca ese olor para recordarles el dolor que causan, el dolormi cuerpo tirado mientras <strong>la</strong> luz se apaga lento, lento; «¿qué es que viven, el dolor. Porque el aroma a rosas a veces también esun instante, si todo es re<strong>la</strong>tivo?».dolor, quizá por el rojo sangre, quizá por <strong>la</strong>s espinas.Pero el arma no llevaba ba<strong>la</strong>s –nunca <strong>la</strong>s lleva–. Poreso grita, llora, se <strong>la</strong>menta por su cobardía y golpea todo lo que***está a su alcance.En eso, escapo del mal sueño, sabiendo que no deberíade ser así, que debería estar muerto, que sólo había una formade escapar y era esa: <strong>la</strong> muerte. No creí que volvería a abrir losojos sino hasta que alguien los bien cerrara al encontrarme aquí25


Eduardo Perezchica<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Un 26 de enero viajaban C<strong>la</strong>udia y Eduardo a Tijuana. El rostro de C<strong>la</strong>udia había golpeado contra el parabrisas y elRecién casados. Después de tanto tiempo, de tanta espera, el<strong>la</strong> vo<strong>la</strong>nte, su cuerpo quedó tendido, dormido, a un <strong>la</strong>do del de él.le había dado el sí. Era <strong>la</strong> mujer perfecta, siempre lo supo. Sus cráneos sangraban juntos. El<strong>la</strong> murió instantáneamente.Durante el camino, ambos se mantuvieron cal<strong>la</strong>dos. No llevaba puesto el cinturón de seguridad pues, aunque élEl<strong>la</strong> sonreía, volteaba, le dirigía una mirada, pero no decía nada, siempre le pedía que se lo pusiera, últimamente le in<strong>com</strong>odaba<strong>com</strong>o pretendiendo guardar un secreto en <strong>com</strong>plicidad con el cómo le ceñía el abdomen.paisaje. Él <strong>la</strong> notaba distinta, pero no sabía en qué radicaba lo Cuando despertó, Eduardo se sintió solo. Al preguntarespecial –especial, ésa era <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra–, quizá ese brillo en los por el<strong>la</strong> a todo el mundo, todos bajaban <strong>la</strong> mirada. Pensó loojos, tal vez en <strong>la</strong> distancia inusual en que se mantenía desde peor y sus sospechas eran ciertas. No sabían cómo decirlehace unas noches.que ya no estaba, que <strong>la</strong> habían enterrado hace dos días yA diferencia de el<strong>la</strong>, él iba pensando, sólo pensando, ya no tendría tiempo de despedirse. Que había perdido <strong>la</strong>no veía el paisaje porque éste era lo menos importante. oportunidad de decirle un último te amo, ese te amo que no leSe mantenía distante. No se quería mostrar preocupado. dijo el sábado porque estaba preocupado por su nueva vida. YaCuando se detuvieron en Tecate para ver <strong>la</strong> nieve, so<strong>la</strong>mente no hay más una nueva vida, ya no hay vida. «Y ¿qué es <strong>la</strong> vida?»se abrazaron, no dijeron nada más allá de lo esencial. No <strong>com</strong>enzaba a preguntarse sumido en el silencio.consideraron necesario decir lo que ya sabían el uno del otro,El impacto de <strong>la</strong> noticia le hizo decaer, ni siquiera¿para qué?<strong>la</strong> morfina le calmaría el dolor que ahora descubría. SentíaYa más tarde, se oscureció el camino. No sólo <strong>la</strong> noche<strong>com</strong>o si le hubiesen amputado uno de sus brazos, pero no,haría difícil conducir, también el cansancio, <strong>la</strong> preocupación.lo que le había amputado <strong>la</strong> vida era <strong>la</strong> otra mitad de su alma.Dejándole esa mitad que había olvidado cómo vivir so<strong>la</strong>, ySúbitamente, de <strong>la</strong> nada salió un camión, el chofer no calculóque no podría curarse, considerando tanta pérdida de sangre,bien <strong>la</strong> curva y se le cerró a su auto, provocando que se salierande un cuerpo y de todo lo que éste contenía: un alma geme<strong>la</strong>del camino y chocaran contra el muro de contención. Eduardo,que, según estaba escrito, lo a<strong>com</strong>pañaría <strong>la</strong> eternidad. Perodespués del golpe, trató de levantar el rostro para ver cómo<strong>la</strong> tinta con que fue escrito, fue manchada por <strong>la</strong> desgracia.estaba el<strong>la</strong>, pero antes de poder, se desplomó inconsciente.Ahora <strong>la</strong> historia había sido arrancada del tiempo, incinerada.26


Eduardo Perezchica«Cenizas, nada más que cenizas». Tendrá que acostumbrarse avivir muriendo, o a morir, sabiendo que el pulso seguirá ahí,uniéndolo a éste mundo, atándolo, hasta que el capricho que lomantiene muerto en vida se acabe.Supo días después, por <strong>la</strong> madre de C<strong>la</strong>udia, que el<strong>la</strong>estaba embarazada. ¿Por qué no se lo había dicho? ¿Qué es loque estaba esperando? ¿El<strong>la</strong> misma lo sabría? Duele cuando <strong>la</strong>spreguntas no hay quién <strong>la</strong>s responda. Quizá estaba esperando elmejor momento para decírselo, tal vez en Tijuana, ya insta<strong>la</strong>dosen su nueva vida. No tuvo ocasión para hacerlo. Pero eso es lode menos, ya no importa. «¿O sí importa?» se pregunta. Piensaen ello mientras observa los techos de casas y edificios dealrededor del hospital a través de su ventana. «Sería tan fácilromper<strong>la</strong> y dejarse caer y olvidarse de todo y empezar por el fin, acabandotendido en el aire de repente tan duro». Piensa en ello mientras nopiensa, porque son sólo pa<strong>la</strong>bras que le rayan <strong>la</strong>s neuronashasta el punto de sólo ver sangre en los recuerdos. Un «¿por quéno me lo dijo?» hace visitas constantes a su pensamiento.Desde entonces, de una forma u otra, se ha sentidoculpable de truncar tres vidas: <strong>la</strong> de C<strong>la</strong>udia, por no haberpodido cumplirle todas <strong>la</strong>s promesas que le hizo un día, podríatener <strong>la</strong>s estrel<strong>la</strong>s en <strong>la</strong>s manos, pero no estaría el<strong>la</strong> para tomar<strong>la</strong>s«¡qué ironía!»; <strong>la</strong> de su hijo, ése ángel que ni <strong>la</strong> oportunidad denacer tuvo; y <strong>la</strong> suya, porque sin el<strong>la</strong>, para él <strong>la</strong> vida no es vida,es sólo un vagar por el mundo cual si estuviera vivo, cargandolágrimas secas, una mirada opaca, vacía, y un aroma a rosas quese ha impregnado en los lugares que suele transitar.27<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Bajo su cama mantiene un vaso de cristal con agua,justo <strong>com</strong>o el que guardan bajo el féretro, algunas veces,aquellos que viven el duelo de un ser querido. Este vaso conagua sucia y de tonalidad oscura, es aquel que le recuerda supenar por el mundo; el cual se va pudriendo porque no quieretirar el agua ni olvidar, porque quisiera tragárse<strong>la</strong> y terminarsede morir, envenenándose al engullirse el pecado, pero nolo hace. No por temor al suicidio, a estas alturas el quiénconsumara el acto de brindarle <strong>la</strong> preciada muerte, es lo demenos; sino porque sería muy lento, porque ni <strong>la</strong> muerte seríadefinitiva, no calmaría su dolor de una vez por todas.Está condenado a repetir <strong>la</strong> misma escena por elresto de sus días, sin tener siquiera una noción de cuántosserán éstos. Ahora es un fantasma; es el fantasma de sí mismomientras sigue vivo. Ya no pertenece a nada, a ningún tiempo, aningún sitio. El tiempo al que pertenecería, ya no es ni será. Ellugar al que pertenece le resulta aversivo, porque sabe que, devolver a él, no soportaría ver <strong>la</strong> imagen de <strong>la</strong> carretera y de unacruz al <strong>la</strong>do de ésta con el nombre de C<strong>la</strong>udia.A veces piensa que el tiempo, el sufrimiento, que todoha dejado de importarle. Aunque, si fuera así, estas pa<strong>la</strong>brashubieran sido más cortas.El original sin fecha. Ésta versión:Agosto de 2004 a Febrero de 2005. Siempre a medianochea C<strong>la</strong>udia MagdalenaIn Memoriam. †


Eduardo PerezchicaNacer, Morir, Renacer<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Mas allá de que <strong>la</strong>s gaviotas vuelen y sólo vayan mar adentropara morir, sé que mantenerme tierra adentro no me libra deese mismo final, incierto pero seguro.Ahora pienso en <strong>la</strong> vida no <strong>com</strong>o un recuerdo, sino<strong>com</strong>o un sueño del que aún no despierto. Cuando despierte,quisiera que ese mundo que soñé aún siga vivo.Noto que nubes negras me rodean y me siguen,escurren, me humedecen y ya siento ahogarme. Luego cierrolos ojos y olvido que podría enfermarme, sólo pienso que meestoy limpiando, que si sufro es parte de, que <strong>la</strong> catarsis duele.Abro <strong>la</strong> boca, mis ojos, todos mis poros, para que se purifiquemi interior si es posible. Quiero sentirme fresco, nuevo, ligero,ya sin toda aquel<strong>la</strong> mugre que me tenía irreconocible ante elespejo. Antes tenía miedo al agua, ahora no queda más remedioque disfrutar<strong>la</strong>.Morir o nacer. ¿Quién sabe cuál es el momentoen que sucede? A veces me siento más vivo, otras sólodeambulo, pero estoy muerto por dentro. Entonces necesitorenacer, porque nuevamente necesitaré morir. No sé qué esno necesitar, si desde que nací he necesitado; dar, recibir,amar, odiar. Vivir y morir son sólo una exigencia de estar,son exigencias mutuas, <strong>com</strong>o el amor y el odio. Ser o noser. En los momentos en que busco ser igual que todos medoy cuenta que soy distinto, porque ellos no <strong>com</strong>parten loque pienso, so<strong>la</strong>mente <strong>com</strong>partimos el mismo mundo; pero28


Eduardo Perezchicabuscar ser distinto es ignorar que somos iguales en el fondode todo, todos sentimos una profunda soledad. La verdaderadiferencia está en que unos quieren remediar<strong>la</strong> amando a susiguales y otros odiando a los que son distintos.Es libre albedrío, todo: nacer, vivir y morir. Nuestrasvidas son una <strong>com</strong>plejidad de actos circunstanciales; sólo enfracción de segundos se decide el resto del día, o <strong>la</strong> mismavida.No obstante, se nos dan mil y una oportunidades deenmendar, tan sólo que un error te pone una venda en los ojos,otro te tapa los oídos, uno más te satura <strong>la</strong> boca apunto de <strong>la</strong>asfixia; puede ser en cualquier orden. En ocasiones quedamossordos, ciegos, mudos, y golpeamos, pateamos todo aquello quese nos acerque, volvemos a un estado animal, somos bestias denuevo. Otras veces quedamos mudos, lo vemos y oímos todo,pero tenemos cadenas en nuestras extremidades, no tenemosmás respuesta que llorar y querer cerrar los ojos, hasta que, conel tiempo, perdemos <strong>la</strong> conciencia de lo que sucede.Las lágrimas se resecan cuando ya no tienen sentido,los sollozos se pierden en el ruido cuando se vuelvenmonótonos; poco a poco <strong>la</strong> sangre se vuelve pus bajo unaherida que so<strong>la</strong>mente se oculta, mas no sana. Luego unacicatriz es <strong>la</strong> única prueba de que aún duele y, por eso, no hayque tocar<strong>la</strong>.Pero pensar por ello que toda solución radica enenmendar errores o evitarlos, no me parece tan sencillo.29<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Es antinatural, corro el riesgo de no vivir, de no morir, de nodistinguir <strong>la</strong> diferencia entre uno y otro. Me convertiría en unapiedra que por no estar viva no es culpable de lo que provoca;por eso una piedra es eterna, porque es inocente. Tampoco setrata de sentir una culpa que no provocamos, eso es ser unapiedra que pierde <strong>la</strong> esencia de <strong>la</strong> inocencia, pues <strong>la</strong> culpa le davida para pagar su deuda. Sin embargo, una piedra no puedeenmendar, lo cual significa una muerte en vida, o lo que es lomismo: un pulso frío, lento, agonizante, pero que se negará adejar de existir hasta <strong>la</strong>s últimas consecuencias.Miércoles 28 de abril de 2004


Eduardo PerezchicaII. Andanzas i<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>30


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo PerezchicaIdeasComo el viento viajan <strong>la</strong>s ideas, de cualquier lugar y concualquier sentido. Vienen de más lejos de lo que imagino ytienen más fundamento de lo que se cree. Tomo <strong>la</strong> experienciade los sueños que despierto vivo, reflejo en <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras y <strong>la</strong>sletras hasta donde puedo, mas no logro terminar, siempre<strong>com</strong>ienzo con el final de lo anterior y climatizo con algodiferente. Sigo dando vueltas en espiral, dejando y alejándomedel principio, sin olvidarme de dónde provengo, conozco haciadónde voy.Me he dado tiempo y no hay respuestas. Sólosurgen más dudas que alimentan <strong>la</strong> naturaleza del caos y meconfunden. Pero, aún así, <strong>la</strong> confusión me da opciones.Otoño de 2001.31


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo PerezchicaFuerzas IrrealesMurmuran sin pensar en lo que dicen. Imaginan sin observarlo que contemp<strong>la</strong>n; en sus ojos <strong>la</strong>s sombras del pasado abrenviejas heridas que han querido olvidar hasta el cansancio.Posiblemente ahí resida el origen de su locura.Las pa<strong>la</strong>bras se vuelven tersa <strong>com</strong>pañía, pese a quesiempre suenan ser en un idioma extraño. Las imágenes sonvisitantes de ocasión que so<strong>la</strong>mente acrecientan <strong>la</strong> tortura.Son fuerzas irreales que convalecen y lloran por sumutua muerte, en plena agonía. Algo sucede, o más bien,algo deja de suceder. Entonces se desprenden de sí mismasy se ven cada vez más lejos; sin saber si es subir o caer, sólosienten vértigo, pánico, desesperanza. No saben si estar feliceso sentirse tristes; a veces una sonrisa, un gesto, significaincertidumbre.Turbulentas sensaciones que afloran y abandonanfácilmente, <strong>la</strong>s rodean, <strong>la</strong>s hacen presas, para después dejar<strong>la</strong>slibres y apartarse pacíficamente, llenándoles de vacío a unas,saciando de paz a otras.La agonía deviene en muerte. El silencio <strong>la</strong>s cautiva, <strong>la</strong>shace suyas, <strong>la</strong>s hace eternas. Luego <strong>la</strong>s olvida, <strong>la</strong>s desvanece...“polvo eres y en polvo te convertirás”...32


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo PerezchicaLobo en lejaníaEstoy loco y abandonado en un desierto de mi mente, sinsaber si perderme o quedarme así. Me encuentro sólo ycon preguntas, <strong>la</strong>s respuestas me abandonan, <strong>la</strong>s culpas noperdonan y <strong>la</strong> confusión <strong>com</strong>ienza a sofocarme. Sé muy bienque al caminar nunca habrá un rumbo fijo, ade<strong>la</strong>nte será atrásy un sí un acertijo.Hay nopales y sahuaros de espinas dolorosas,representan todo aquello que he querido olvidar. Es posibleque si los toco, sus filos abrirán heridas que me dificultarán eltrayecto, y no sé si esté lo suficientemente fuerte <strong>com</strong>o paracargar con más piedras en mi morral.Soy un lobo en lejanía del mundo que conoce que,con tan sólo dar un paso, todo cambió. Ahora no sabe <strong>com</strong>oregresar con nada más que <strong>la</strong> esperanza.Este mundo que es tan grande parece el enemigo. Unlobo sin manada es <strong>com</strong>o un soldado sin ejército, contra elmundo. Poco puede hacer.33


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo PerezchicaAprenderEs incesante el dolor que habita en mi. Como ese sentir que memuero y nada pasa, creer que me voy y seguir aquí, sentir quedespierto y continuar sumergido en éste cruel desvarío.Duele tanto imaginar y darse cuenta del hastío quellega a ser <strong>la</strong> realidad. Aprender del dolor de <strong>la</strong> experiencia y,aún así, volverme a equivocar, intentando quitar el mal de miconciencia sin saber siquiera qué va a pasar.Desenvuelta <strong>la</strong> historia trágica, sólo un día essuficiente para resurgir. Resuelta <strong>la</strong> escena épica, sentimos quelo podemos todo, sólo un día sería suficiente para cambiar.Duele tanto imaginar y darse cuenta que una ilusión es<strong>com</strong>o una cuerda, mientras más creemos más aprieta y es másdifícil escapar. Aprender del dolor de <strong>la</strong> experiencia, que unsueño vale tanto <strong>com</strong>o pretendamos luchar. ¿Hasta dónde?34


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo PerezchicaGajes del oficioSólo me horma <strong>la</strong> paciencia y un ayer de mil historias bienguardadas en <strong>la</strong> memoria y en una oscura conciencia, y delfuturo que me espera no sé si sean días, meses, o unas horas.En ocasiones, cuando el pensamiento me visita, buscoen todos los pasos que he dado ¿cómo fue que tropecé? Ayerfue un día malo, mañana quizás también; pruebo los gajes deloficio y hoy me son amargos. No sé por qué tanta desventura.35


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo PerezchicaMi escenciaToda mi esencia quiere escapar por mis ojos, mi pensamientofluye hacia afuera sin cesar, mi cuerpo se está secando ydeshaciendo, mi alma ya está buscando un nuevo hogar.Mi esencia es un mar y explota al infinito, todo mipensamiento se derrite y evapora, todo lo que soy y he sido estáescrito precisamente en lo que leo ahora.Abandonado, mi cuerpo es polvo nuevamente, y <strong>com</strong>ogran río mi alma se desliza despacio, constante, de <strong>la</strong> cima enmi mente a <strong>la</strong> infinidad que nos eterniza.36


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo PerezchicaEl fuego de mi florecimientoPara cambiar de piel necesito despellejarme y tirarlo todo alcesto de mi mente, recoger tierra, aire, y un trago de mar parano ahogarme, y hacerme un traje de algo imaginable para seryo mismo eternamente. La piel debe llevar <strong>la</strong> carne, <strong>la</strong> carnedebe llevar los huesos, los huesos deberán romperse al airepara poder perderse en el tiempo. El tiempo no volverá y mialma será por siempre <strong>com</strong>o ha sido hoy, <strong>com</strong>o será mañana,pero nunca más <strong>com</strong>o antes. Tan sólo con recoger tierra, aire,y un trago de mar para no ahogarme, y encender el fuego demi florecimiento.Habrá una chispa, habrá mucho calor y mucha luz,luego decaerá hasta extinguirse. Quedarán tan sólo cenizasregadas en <strong>la</strong> tierra, y al secarse ambas, se confundirán y nopodrán decir que soy más que le que parezco, lo que siemprehe sido: polvo. Tan sólo sabrán que he existido aquellos queme vieron arder y que sintieron mi calor.37


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo PerezchicaUn murmulloQue no se seque el Sol, que el líquido siga corriendo, quequiero sentir calor aunque ya sea invierno. Que el p<strong>la</strong>sma delinfinito se evapore hoy, aquí, que <strong>la</strong> sombra sea mi cuerpo y metenga que seguir.Camino en el aire, me elevo a <strong>la</strong> tierra, nado entrepolvo y piedras y vuelo en tus aguas. Dejo que el aire cambie,que <strong>la</strong> tierra se seque y humedezca, que el agua se evapore y metrague y...Despierto de nuevo, aquí. Despierto del soporangustiante de una madrugada sudando frío y un dolor enel estómago que es <strong>com</strong>o un vacío y a <strong>la</strong> vez una hinchazón,un entumecimiento del cuerpo aca<strong>la</strong>mbrado. Pero una ideaqueda vagando en mi cabeza, resonando, haciendo eco, <strong>com</strong>oun murmullo que acrecienta su intensidad vertiginosamente.Guardo silencio. Resisto <strong>la</strong> respiración para poder oír aquel<strong>la</strong>voz que quiere escapar para hab<strong>la</strong>r de todo:...lo que mis ojos miren,lo que escuchen mis oídos,lo que mis dedos toqueny hasta el aire que respirepuede ser el cielo y el infierno.Todo es posible en nuestras mentes.38


Eduardo PerezchicaII. Andanzas ii<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>39


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo Perezchica¿Por qué?¿Por qué ahogamos el sentimiento con miradas que noquieren encontrarse con tal de evitar el peligro? Sería más fácildejarnos llevar por lo que <strong>la</strong>s pupi<strong>la</strong>s reconocen. Pero no llegael momento y quizá nunca llegue.¿Por qué nos da miedo el sabor que tiene <strong>la</strong> vida ynos resignamos a <strong>la</strong> amargura? Sería más fácil tomar lo quepodamos y disfrutarlo lentamente, con <strong>la</strong> lentitud en queexplota el universo. Pero no nos atrevemos, sino hasta elúltimo momento, si es que se puede.40


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo PerezchicaAirePareces aire, en todo. Me empujas y a<strong>com</strong>pañas, me enfrentasy abandonas, pasas frente a mí sin voltear a verme y otras vecesno me dejas. Te metes en mi ser, le das vida, y te sales aún máspronto.Lo más cierto de ti que conozco es tu nombre, elresto: tus secretos, tus sentimientos, tu manera de ser y tuforma de enamorarme, son cambiantes. Como si fueras cadadía una distinta tú <strong>la</strong> que se muestra frente a mí. ¿Quién eres?Por cómo te <strong>com</strong>portas, a veces te odio, te guardorencor. Por cómo me acaricias yo te amo.¿Qué más quieres que te diga? apenas puedo<strong>com</strong>prenderlo, mucho menos describirlo. ¿Puedes describir<strong>la</strong> luz del sol con los ojos cerrados? Déjame decirte que no,al intentarlo describirás un recuerdo, y podrás describirlo milveces, pero siempre, siempre, describirás un recuerdo.Te <strong>com</strong>portas fuerte y débil, me besas, golpeas,acaricias e intentas, cuando puedes, matarme.Te siento en mí <strong>com</strong>o una brisa en mi edéninterno,<strong>com</strong>o una tormenta en mi mente, destruyéndome,llevas mi pasión al límite con tu vientoy eres -cuando quieres–, para todo mí,ese incontenible huracán.41


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo PerezchicaExpresar¿Cómo puedo expresar lo que siento sin más pa<strong>la</strong>bras? Tal vezcon un beso, pero corro el riesgo de caer en <strong>la</strong> tentación. Quizá<strong>la</strong> imagen de una lágrima diga más.¿Cómo puedo expresar lo que siento sin más pa<strong>la</strong>bras?Acercándome lentamente sin que me veas, hasta que esté juntoa ti, y ya no puedas huir <strong>com</strong>o siempre.¿Cómo poder? Si ni siquiera me miras, si apenas sabesque existo.Sólo por mirarintenté atraparte entre mis ojosy te solté al cerrarlos.Sólo por pensarquise guardarte en mis recuerdosy en un instante,divagando,te olvidé.Maldita sea <strong>la</strong> hora.42


Eduardo Perezchica<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>La pa<strong>la</strong>bras son hojas secas, que se van al viento y sólo quedan<strong>com</strong>o eso; en algún momento terminarán siendo despojos de loque fueron. Los hechos estigmatizan el tiempo, son <strong>com</strong>o unacicatriz en el pecho que nos recuerda lo cercano de <strong>la</strong> muerte.Las ilusiones de un día alegran el instante y se olvidan, pero unsueño maquinado en tu mente puede guiar toda tu vida.Pa<strong>la</strong>bras...cada paso deja su huel<strong>la</strong>,aunque se borre,cada pa<strong>la</strong>bra significa algo,aunque no se entienda,un silencio podrá ser lo más bello y,aunque no te importe,tendrás que aprender a vivir,aunque no quieras.43Aprende a disfrutar todas tus lágrimas, pues quizá sealo más bello que puedas tener. Conoce el amor por más sutilque sea, haz todo por conservarlo, pues no sabes de <strong>la</strong> soledadque se viene cuando asumes estar solo.Si no conoces el miedo, conócete a ti mismo, ahí y sóloahí está todo lo imposible. Si ya olvidaste el cariño, recuerda tusorígenes. Si quieres conocer el amor, tan sólo pídeme que lointente un poco, pues eso quiero.Las pa<strong>la</strong>bras se van al viento y sólo quedan <strong>com</strong>o eso,mientras me quede aquí tan sólo diciéndote cuánto te quiero,pero sin hacértelo sentir.


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo PerezchicaAunque no me conozcasEn tus pupi<strong>la</strong>s aún siguen rondando sombras de recuerdos quemarcaron tu historia, y en tu boca aún queda el sabor de unos<strong>la</strong>bios que endulzaron tu vida. Si <strong>la</strong>s caricias te estremecenes porque piensas en mis manos y en mi simple miradarecorriéndote. Con un sólo aroma vienen hacia ti momentosque te persiguen en los sueños y que persigues revivir.Y si es que así, aún se te borra mi rostro de <strong>la</strong> memoria,aunque intentes fingir asombro, yo te conozco. Porque en tuspupi<strong>la</strong>s, en tu boca, en <strong>la</strong>s caricias y en los aromas, sabrás quiensoy yo aunque no me conozcas.44


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo PerezchicaNo soy quienNo soy quién para pedirte que me ames, si apenas y te quiero, yno estoy seguro, es una idea que se pasea y me tienta, e intentaconvencerme. Tampoco soy quién para pedirte que me quieras,que me recuerdes, si lo que quiero es olvidarte. ¿Por qué he depedirte que me olvides? Siento que para ti no soy, ni he sido,nadie. ¿Por qué habría de serlo después? Quisiera tener unarespuesta para calmarme y desistir o insistir y volverme loco.Amarte sería un diluviocon una respuesta desértica,quererte sería nadare intentar ahogarme,recordar sería echarmás agua al mary olvidarsería el fin de todo este problema.45


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo PerezchicaEspinasEncontré una rosa al caminar de <strong>la</strong> que no vi <strong>la</strong>s espinas.Daba pasos contigo de <strong>la</strong> mano mientras me heríaslentamente. Hasta que vi <strong>la</strong> sangre sentí el dolor. Hasta verque, con el tiempo, lo único marchito era mi esperanza, hastaentonces decidí soltarte. Seguramente ya es tarde.Ahora que camino en un jardín tan grande, al ver <strong>la</strong>srosas siento un poco de miedo, pese a que en el fondo de mícrece una atracción, profunda, desconcertante. A veces piensoantes en <strong>la</strong>s espinas que en el aroma, otras veces me dejo llevary me descubro peligrando de nuevo. Sé que cada vez que meseduzca una flor, lo pensaré dos veces antes de tomar<strong>la</strong>, pues<strong>la</strong>s heridas aún son frescas, siguen escurriendo gotas de sangreque me mantienen débil y el sólo recordar<strong>la</strong>s me <strong>la</strong>cera e<strong>la</strong>lma.46


Eduardo PerezchicaIV. Para el<strong>la</strong>...<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Dedicado a Angélica47


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo PerezchicaSe me antojaSe me antoja:mirarte a los ojos,quedarme asíun día o dos;se me antoja:besarte un minuto,tomar alientoy volverte a besarhasta nunca acabar,para que nuestros <strong>la</strong>biosse conozcan tantoque no necesiten hab<strong>la</strong>rpara entenderse mejor que nosotros.Quisiera tomarte en mis brazos,arrul<strong>la</strong>rte y dejar que te duermas,besar tus mejil<strong>la</strong>s,tu frente, tus párpados,quedarme en silenciocon tu calory tu aroma a rosasjunto a mi.Hoy todo es un recuerdo.48


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo PerezchicaSi un día te me vasSi un día te me vassin avisarme,sólo sé que enmudecería,no lloraría,no inmediatamente,sólo sería más cal<strong>la</strong>do de lo que soy,más de lo que conoces.Me quedaría mudosin poder explicarmecómo Alguien puede quitarte lo que amasaún antes de darte cuenta que es así.49


Eduardo PerezchicaNo sé qué decirte<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>No sé qué decirte, los poetas me han robado <strong>la</strong>s ideasque lo explican mejor, y aun así se quedan cortos,pues no han llegado a describir lo que yo siento.Tan sólo juegan a decir que les duele y les alegra, yademás afirman que saben el porqué; en eso yo soymás sincero, aún no lo <strong>com</strong>prendo.Es sólo que te extraño, a veces una hora yotras veces te olvido <strong>la</strong>rgo tiempo, pero tarde otemprano vuelves hasta mi. Y es que no te has ido, tellevo en mi aliento y al suspirar recuerdo tus <strong>la</strong>bios, tellevo en mis ojos y al cerrarlos puedo verte. Pues ereslo que más quiero en este mundo, eso eres.No es que te necesite para seguir vivo, podríaaferrarme a tu recuerdo y morir lentamente, pero esmejor asirme a tu presencia y vivir tranquilo. Lo quenecesito son pequeñas dosis de tus <strong>la</strong>bios cálidos, detu aroma a rosas, sentir el calor que tu cuerpo emanaal abrazarme. Escuchar <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras que no sabesdecir pero que dejas en el aire al intentarlo, pa<strong>la</strong>brasque sólo salen de tus <strong>la</strong>bios cuando me besas,pa<strong>la</strong>bras que no escucho pero que entiendo, aunquea veces por capricho quisiera oír<strong>la</strong>s.50


Eduardo PerezchicaMe gusta tu sonrisa.No se porqué me resulta tan fácil decirte tequiero, todo me es más fácil contigo. Es <strong>com</strong>o site conociera desde hace mucho y pudiera hab<strong>la</strong>rtede mí, sin miedo a nada. Sabes más de mí que muchagente, sabes más de mí de lo que yo creo. Hay tantossecretos que sólo a ti te he contado, hay tanto quesólo a ti he de contarte, aunque, ¿sabes?, también haycosas que no quisiera contarte, pues siento vergüenzade ello.Siempre he tratado de ser lo más sincerocontigo, por eso sabes bien cuando te miento, y mealegra que lo sepas, gracias a ello seguimos juntos.Aunque mis pa<strong>la</strong>bras quieran mentirte, mis <strong>la</strong>biosno saben más verdad que <strong>la</strong> de mis sentimientos.Respecto a mí, yo sólo sé creerte, y si llego a dudar,son sólo instantes. Me tienes en tus manos y me dejaslibre. Es por eso que te quiero.<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Madrugada del Domingo 18 de Enero de 200451


Eduardo Perezchica<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong><strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>52


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo Perezchica“Me avergüenzo de mí hasta los pelospor tratar de escribir estas cosas.¡Maldito el que crea que esto es un poema!”Jaime SabinesAlgo sobre <strong>la</strong> Muerte del Mayor Sabines“Sólo podemos seguir siendo si no olvidamostodo lo que somos y hemos sido”Carlos Fuentescitado por Alejandro Carrillo Castro enEl Dragón y el Unicornio“Únicamente aquellos que evitan el amor,pueden evitar el dolor del duelo.Lo importante es crecer, a través del duelo,y seguir permaneciendo vulnerables al amor.”John Brantner53


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo PerezchicaEscribirLa parálisis de mis dedos termina siendo derrotada cuando haytantos sentimientos moviéndose en mi alma que <strong>com</strong>ienzana desbordarse. P<strong>la</strong>smados en el papel es un canal por dondefluyen. Son sólo gotas. A veces son también ideas que vagantanto en <strong>la</strong> cabeza que terminan escapando y que, por algunascircunstancias, también son escritas.Escribir no sana, apacigua. Escribir es <strong>com</strong>o llorar,ayuda a sobrellevar un dolor. Cuando escribo siento que lloro;siento lágrimas secas desde más allá de mis ojos, que terminanmás allá de mis mejil<strong>la</strong>s, en mis dedos. Por eso, a veces lo queescribo es seco y otras veces puedo tocar el papel y aún sentirlohúmedo.Madrugada del miércoles 21 de julio de 2004.54


Eduardo PerezchicaEsto<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Esto, no es más que un racimo de intenciones, de pretensiones,un puñado de sueños, de mentiras. Las verdades no se dicen,se cumplen; <strong>la</strong>s acciones son espejos de lo que en verdadpensamos, aún lo desconocido.¿Por qué lo que nos han dicho a lo <strong>la</strong>rgo de <strong>la</strong> vida senos presenta un día de esos menos pensados, inesperadamente,a tiempo para entenderlo, para aprehenderlo, aunque quizátarde para muchas cosas?Esto, no es más que intentar decir lo que no se sabe,preguntar mil veces lo que no se quiere oír. Esto, no es más queaños, meses, días, resumidos en momentos, instantes, tinta quese seca, letras, polvo, nada. ¿A esto se reduce todo? «¿a esto sereduce mi vida?».Pa<strong>la</strong>bras, mujerzue<strong>la</strong>s, p<strong>la</strong>stilina. Pa<strong>la</strong>bras, no son másque pa<strong>la</strong>bras, moldeadas a <strong>la</strong> conveniencia de un amo que nosabe usar<strong>la</strong>s, o que más bien, sólo <strong>la</strong>s usa y <strong>la</strong>s deja, y no vuelvea el<strong>la</strong>s hasta que no siente ansias, hasta que sus manos ya notienen con qué entretenerse y buscan algo fácil, plástico, inerte,para jugar a interpretar papeles y saciar instintos, porque el egotambién necesita alimentarse.Lo que no sabe, y que descubre a veces, aunquelo olvida, es que <strong>la</strong>s prostitutas muerden, enferman ycontagian; que <strong>la</strong> p<strong>la</strong>stilina que usamos contiene plomoy mata lentamente, que se nos mete en <strong>la</strong>s venas y nosdestruye desde adentro; ¿que <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras son sólo letras?55


Eduardo Perezchica¡qué inocencia!. Las pa<strong>la</strong>bras son espadas, flechas, armasb<strong>la</strong>ncas que se manejan con arte. Suelta una pa<strong>la</strong>bra y espera<strong>la</strong> guerra.¿Mis pa<strong>la</strong>bras serán flechas que apuntan hacia el vacío?¿será que mi espada sólo penetra en el aire?. Entonces tantalucha, tanto sudor, tanto de mí gastado, ¿ha sido en vano?<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>***¿Cuánto tiempo cabe en unas pa<strong>la</strong>bras? ¿cuántos días,meses, son posibles de resumir en unas hojas de éste materialtan efímero, tan f<strong>la</strong>mable, tan frágil? Una pa<strong>la</strong>bra puedecontener en el<strong>la</strong>: cosas, sentimientos, hechos más grandes que<strong>la</strong>s pocas letras que <strong>la</strong> forman; pero también podría escribir<strong>com</strong>pendios enteros para describir un instante.18 de octubre de 2004.56


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo Perezchica¿Sabes...?Una vez pensé que una mujer es <strong>com</strong>o una nube en el cielo.Si bien parece que el cielo <strong>la</strong>s lleva, tal vez el<strong>la</strong>s lo arrastransutilmente.¿Sabes?¿Sabes...?Contigo fue <strong>la</strong> primera vez que un beso me quemó por dentro.Sentí <strong>la</strong> paz al abrazarte, y me sentí morir cuando me soltaste.Quise creer que estabas jugando, que volverías, me besarías ydirías “perdón, me equivoqué”. Pero sé que es un sueño, que denuevo se ha tornado gris.¿Sabes...?No veo el día en que vuelva <strong>la</strong> luz; se avecina una racha deadversidad y tinieb<strong>la</strong>s en que el sonido más <strong>com</strong>ún serántruenos y tecleos, pa<strong>la</strong>bras repetidas <strong>com</strong>o rezos, y unabúsqueda constante de saber quién soy, quién es el que haquedado.57


Eduardo PerezchicaOlvidar<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Sé que está mal preguntar si me recuerdas, aún más el pensarque tal vez me extrañas. Es que soy yo el que dice tanto quequiere olvidarte y en todo momento en mi mente te llevo.No me diste tiempo de nada, ni de olvidarte, cuandodejé de pensarte apareciste de nuevo. Y ahora no puedo dejar desoñarte, por más que lo intente, sólo atraigo más recuerdos.Mis <strong>la</strong>bios se resecan pues se sienten solos, mis brazosson torpes sin abrazarte, yo mismo soy otro, soy mi silencio.Te podré olvidar si olvido esos sueños en los quesiempre estás, que hacen que mi realidad no me merezca estardespierto.Te podré olvidar si evito esos encuentros que meimpregnan <strong>la</strong> mente de tu imagen, si puedo olvidar el tiempo<strong>com</strong>o si hubiera sido un sueño. Pero todo sería un juego queno pienso soportar, porque al olvidar cuánto te quise olvidoque puedo amar, al olvidar todo ese tiempo me olvido que heexistido, porque al olvidar cuánto has sido, también me olvidoa mí mismo. Porque si el olvido valiera, mi vida sería perfecta,y <strong>la</strong> perfección es un defecto.58Cuando un simple roce deje de ser una caricia,cuando una mirada deje de ser una pasión,y el sólo recordarte ya no sea un sueño eterno,quizás podré pensar en que te he olvidado.Aún no.


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo PerezchicaTarde o temprano te acordarás de mí. Tarde, quizás, parainvocar fantasmas que no querrán volver; para que un besosepa igual que antes. Y tarde: es el día en que el vacío quesientes se vuelve una bestia enorme que no presentías antes;tarde: es el día en que el pasado no tiene más una faceta defuturo. Despertarás un día sabiendo que ya es tarde.Le pedí a <strong>la</strong> lunaLos besos se consumieron <strong>com</strong>o el fuegoy <strong>la</strong>s cenizas <strong>la</strong>s esparció el tiempo en <strong>la</strong> nada,el recuerdo sigue atado a <strong>la</strong> nostalgiaque irrita cicatrices que no sanan.Le pedí a <strong>la</strong> luna, a <strong>la</strong> noche,a <strong>la</strong>s estrel<strong>la</strong>s y a tu estrel<strong>la</strong>,al fuego, a <strong>la</strong> montaña,les pedí olvidarte, les recé... y esperérespuesta.59Les dije lo difícil que es dejar de sufrir, deauto<strong>com</strong>padecerse. Olvidar es más difícil, porque implicadesprenderse de algo que es propio: el dolor que causa unrecuerdo. El dolor es una droga.Jueves 24 y Martes 29 de Junio de 2004.Ambas veces a medianoche.


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo PerezchicaLa Almohada“Es tan fría que con su contacto extingue el fuego”Efrén RebolledoSa<strong>la</strong>mandra60Abrazo <strong>la</strong> almohada para poder llenar el vacío que dejó tuausencia entre mis brazos. Intento pensar en alguien más,en una nueva conquista, pero un c<strong>la</strong>vo no saca otro c<strong>la</strong>vo, nofunciona así conmigo. Mis <strong>la</strong>bios sin tus <strong>la</strong>bios, sin tus besos, sehacen tierra, se vuelven áridos, un desierto a donde a veces serefugia una lágrima del dolor que me da recordarte.Y te dije cien veces un te quiero, y tanto lo negaste,tanto fuiste indiferente a mis súplicas, que <strong>com</strong>encé a dudarlo.Hoy me queda aún un sentimiento de cariño y <strong>la</strong>s secue<strong>la</strong>s delrencor que te fui tomando por un tiempo y el que también heolvidado para poder olvidarte.Abrazo <strong>la</strong> almohada y es fría, a veces es mi pequeñotémpano de hielo. Duele porque el frío quema <strong>la</strong> piel. Dueleporque no eres tú, aunque a veces me recuerda cómo eras, sóloque tú me quemabas por dentro.A veces paso <strong>la</strong> noche pensando en ti. Sueño despierto,imaginando el qué sería de nosotros, si yo hubiera... Y es ahícuando más coraje siento, porque me pienso culpable, luego teculpo a ti, después pienso que así tenían que ser <strong>la</strong>s cosas. Perono, <strong>la</strong>s cosas sólo son lo que queremos, ¿verdad? Entoncesuno de los dos lo buscaba así, tal vez yo y aún persisto ennegármelo, tal vez tú y te diste cuenta.


Eduardo PerezchicaEmbrujo“¿Qué es una pesadil<strong>la</strong>?Un sueño echado a perder. Tal <strong>com</strong>o nuestro amor.Somos los amantes del <strong>la</strong>berinto. Lejos uno del otro,perdidos en caminos que no van a ninguna parte.”Víctor RonquilloLesbia se va de casa<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>El amor –o lo que fuere–, <strong>la</strong> pasión, todo lo bello se acabóun 20 de enero. Era un día de lluvia que parecería haber sidoescrito, porque <strong>com</strong>enzó a llover y mis lágrimas no se notaron.Desde aquel día, siento que siempre han pasado desapercibidas.Sólo era perceptible el rojo en mis ojos, el cual disimuléagachando <strong>la</strong> mirada, porque además, no tenía sentido ver anadie a <strong>la</strong> cara en esos momentos. Sólo conduje mi carro hasta<strong>la</strong> casa, sin encender <strong>la</strong> radio, en <strong>com</strong>pleto silencio; pensaba,sí, en tantas cosas que casi no recuerdo. Tenía presente éseinstante y mis pa<strong>la</strong>bras, mis pocas pa<strong>la</strong>bras, de <strong>la</strong>s que a vecesme arrepiento. Dejar que te fueras sin decirte que no, que noquería que te fueras; sentí más importante tu decisión que misargumentos, mi único argumento, ese “te quiero y no quisiera que<strong>la</strong>s cosas acaben”, hubiera bastado, creo, pero fui torpe y dejéque te fueras. Nunca más volviste. Tenía presente que no huboun último beso y que el que sí fue el último ha sido el máshermoso de toda mi vida.El tiempo ha pasado a ritmo inconstante, lento eirreparable. Desde entonces, ha sido un transportar <strong>la</strong> vidamuy apenas. Un imaginar recriminaciones que nunca hepodido hacerte, para que al volver a verte todo me suenetan ridículo que decida mejor cal<strong>la</strong>rlo, guardar silencioy dejar que el fuego, transformado del amor a <strong>la</strong> ira, se61


Eduardo Perezchica<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>apague solo con el pasar impulsivo del tiempo, con los mares “Corre el sudor, corren <strong>la</strong>s lágrimas y corre sangre. Corren polvos dede lágrimas que me inundan e inf<strong>la</strong>man los ojos. Y ahora que ideas que a medianoche te l<strong>la</strong>man...” y a veces te ahuyentan. Sonvoy sintiendo que el fuego se ha extinguido, <strong>com</strong>ienzo a pensar tan indescifrables los mensajes que a veces mando, que noque gasté el tiempo en algo que no valió <strong>la</strong> pena.sabes si venir, por eso en<strong>com</strong>iendas a tus heraldos fantasmasPero cambia todo, hasta yo mismo, sin darme cuenta. que me visiten. Vienen y me dicen que si qué pretendo. NoAnsío librarme de <strong>la</strong> deuda que siento en el alma. Quiero sé contestarles, así que me callo y guardo todo: el dolor, losaprender algo del dolor que aún recuerdo, hasta del que pude recuerdos y sobretodo <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras, sin embargo regresan –yahaber causado, ahora, desde otra perspectiva. Las perspectivas ves–, pocas veces so<strong>la</strong>s, a veces más c<strong>la</strong>ras o más confusas,son múltiples. Todo me dice que ha sido lo mejor, que no había <strong>com</strong>o los sentimientos que <strong>la</strong>s a<strong>com</strong>pañan.ningún rumbo, hasta yo mismo llegué a decírmelo. Pero a veces El embrujo nuevamente ha fal<strong>la</strong>do; sólo una vezduele aceptar que lo que uno quiere no es posible, sobre todo funcionó, inesperadamente. Ha sido un desengaño tras otro, locuando lo siente uno en <strong>la</strong>s propias manos. No quise ver que sé porque cada vez estás más lejos. Empieza a parecerme quesiempre estuvo tan distante. Ya lo escribí alguna vez, e incluso ésta distancia es <strong>la</strong> que siempre habrá de aquí en ade<strong>la</strong>nte.puede que lo hayas leído, mas no creo que te hayas dado cuenta Eres un parteaguas en mi vida. Un día estaba solo,de que era a ti a quien iban dirigidas esas pa<strong>la</strong>bras: “Me caí de otro día contigo en mis brazos-conmigo en los tuyos, contigo<strong>la</strong> nube en que andaba. Caí con el rostro y <strong>la</strong> sangre me ha cubierto los en mi mente-conmigo... (no sé dónde), y un día despuésojos. ¿Cómo no ver el dolor? Es todo lo que puedo ver por ahora”. Sinnuevamente solo, contigo a unos metros, pero lejos, lejos. Laembargo, <strong>la</strong> sangre se secó y fue <strong>la</strong>vada, <strong>la</strong>s cicatrices poco adistancia no hace <strong>la</strong> lejanía, ¿porqué no lo <strong>com</strong>prendí antes?,poco se han ido cerrando; ahora no es más que costumbreantes de. Ahora que lo entiendo, aunque lo he sabido siempre,lloriquear cuando <strong>la</strong>s toco.me duele mi poca conciencia sobre <strong>la</strong>s cosas más simples, <strong>la</strong>sA veces finjo para no perder lo que, de tanto sermás importantes. Lo más prudente ahora es dejar que todorepetido, se ha ido volviendo un ritual; sigo deseandopase; pasará lo que tenga que pasar.que el embrujo te traiga de vuelta, pero no vuelves.62


Eduardo PerezchicaHay veces que no quiero ser dueño de mis decisiones,con <strong>la</strong> esperanza de que así me vaya mejor. Otras veces, <strong>com</strong>ohoy, mi decisión no implica mucho, tan sólo abstenerme.Abstenerme de seguir rituales, desde recordarte, hastaescribirte, todo aquello que pudiera traer consigo más dolorinnecesario.<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Infierno sin fin,recurrente tormento:nacer, vivir y morira cada momento.Dilema de vida:viviro morir,existir o abstenerse.Lunes 9 de Agosto de 2004.63


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo PerezchicaLa simple necesidad de leer64Leo <strong>com</strong>o un párrafo y con una cachetada me dices que mecalle. ¿Cal<strong>la</strong>rme de qué si yo no he dicho nada?–Te estás volviendo loca –te digo con ganas deni siquiera contestarte, pero el que cal<strong>la</strong> otorga–. Te estásvolviendo loca con esa manía tuya de volverme marioneta deese juego de no decir nada–. No sé qué es lo que intentas.Continúo leyendo unas líneas más y me adviertes quedeje de mirarte, que sea <strong>la</strong> última vez que me descubres así.Pero ¿por qué?, si tengo rato leyendo y ni me había percatadode que seguías aquí.–¿Qué es lo que pretendes? –te pregunto–. Anda,contesta–. No contestas, de hecho te alejas, mas no te marchas.No puedes. Te quedas cerca y aprovechas <strong>la</strong> ocasión paraimportunarme un poco, de vez en cuando.Empieza a valerme madre que sigas por aquí, así quereanudo lo que estaba haciendo.Eres <strong>com</strong>o un libro que busca cerrarse a sí mismocada vez que corre el riesgo de perder lo que más le importa:los secretos que descubren el final y que le dan sentido a toda<strong>la</strong> nebulosa que rodea <strong>la</strong> historia que eres y que contienes. Entu cubierta morena, de piel gruesa y bien cuidada, hay unahistoria. Y más que una historia, hay un <strong>la</strong>berinto; en tus hojasquebradizas, donde hay pa<strong>la</strong>bras que sólo tú entiendes, ¿<strong>la</strong>sentiendes?


Eduardo PerezchicaDebo admitir que me atrajo <strong>la</strong> intención de conocer tuhistoria, de leer un poco. Me gusta leer. Pero <strong>com</strong>etí un error:me extravié. Perdí <strong>la</strong> brúju<strong>la</strong>. Es más fácil volver atrás queavanzar un metro. Es más fácil reconstruir desde los trozos queconozco e imaginarme explicaciones, que tener nuevamente <strong>la</strong>oportunidad de hojear tus días.Empieza a valerme madre que sigas por aquí –¿o esque empiezo a perder <strong>la</strong> esperanza de conocerte?–. Así quereanudo lo que estaba haciendo: leer tus <strong>la</strong>bios para descifraruna que otra pa<strong>la</strong>bra, leer tus ojos para ver qué es lo quepiensas.<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>2 de septiembre de 2004.65


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo PerezchicaFantasmaGuardas, en el cristal oscuro –aunque transparente– de tus ojos,<strong>la</strong>s miradas furtivas de tu inconsciente; miradas sancionadasdespués por tu razón, tu necedad, tu afán de buscar dejar deser, bajo <strong>la</strong> pena de volverte mi quimera.Así es <strong>com</strong>o tus a<strong>la</strong>s se transforman en garras yme estrujan <strong>la</strong> garganta, adueñándose para sí de todos lossuspiros.Así es <strong>com</strong>o tu presencia y tu sombra llenan mi miradade alucinaciones y tristeza, aún cerrando los ojos.Tus cabellos se me enredan en los dedos, en los pies;no me permiten avanzar. Me detienes, me hundes.Me siento <strong>com</strong>o un cesto de basura que se va llenandode preguntas para <strong>la</strong>s que no hay respuesta; porque nunca sereve<strong>la</strong>n, tal y <strong>com</strong>o son escritas en mi mente terminan despuéshechas bo<strong>la</strong> en una esquina a <strong>la</strong> altura de mis sienes, y sejuntan, se pudren. Luego escurren un poco de <strong>la</strong> hiel que seva fundiendo; otras veces se petrifica y el rostro, el entrecejo,se endurece. Estoy llegando al tope y <strong>la</strong>s pocas respuestas queobtuve, no son más que suposiciones.Me estoy colmando de impaciencia con preguntas quese pudren, con tiempo perdido. Me estoy colmando de sueñosvacíos, desfasados, que ya se están pudriendo. No quiero llegaral momento donde, al perder el sentido de mi existencia, mi66


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo Perezchicaexistencia pierda sentido. Aunque no soy de ese tipo, no tienecaso llegar tan lejos por tan poco –éste último tan poco, esmás por coraje y determinación, que por creérmelo–.Me siento <strong>com</strong>o un tonto –por no decir imbécil–,por seguir maniatado al recuerdo de alguien que ya ni existe,de alguien que quizá nunca ha existido.Era un fantasma, sólo un fantasma que osóvisitarme durante un tiempo, sin ser invocado, aveces sin ser deseado; a veces, sólo a veces.10 de septiembre de 2004.67


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo PerezchicaCal<strong>la</strong>da¿Por qué cal<strong>la</strong>s tanto –seis meses– y ahora, con cuatro pa<strong>la</strong>bras,con un timbre de voz necesitado, con una mirada que se niegaa ser directa, con un semb<strong>la</strong>nte triste: un arrugar los <strong>la</strong>biosagachar<strong>la</strong> mirada-encoger los hombros, y un cuerpo tuyoque huye buscando; me c<strong>la</strong>vas en el pecho una angustia,una necesidad, ya no de decirte sino de escucharte? Lo quetengo que decirte lo he dicho tantas veces que quizá ya perdiósentido, en cambio tú nunca has dicho nada.Me dejas –al decir adiós– un vacío, una preocupación,algo que hacía tiempo no sentía. Me dejas con incertidumbre,inquieto, más preocupado que nunca. Me dejas no sólo conuna duda sobre ti, sobre lo que pudiste haber querido decir,sino sobre mí mismo, sobre lo que creo, lo que siento. Me dejasdando vueltas, sin rumbo, sin una idea de qué hacer, más queesperar algo que posiblemente no llegue. Me quedo rondandolibros y encuentro a Sabines, lo conozco y me p<strong>la</strong>tica que éltampoco entiende, pero al igual que yo se crea explicaciones.¿Por qué en el momento que he decidido por enésimavez –un poco más decidido que <strong>la</strong>s otras veces– que he deolvidarte, tiras todo al suelo y me dices –con nada más cuatropa<strong>la</strong>bras– que mis intentos son sólo eso: intentos, y que, a <strong>la</strong>vez, no son nada, que no podré olvidarte?68


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo PerezchicaOlvidarte sería dejar de quererte y no es fácil, noha sido fácil, nunca, nunca será fácil. Ni siquiera fue fácilenamorarme. No es fácil saber qué es lo que siento. Es unaincongruencia, una vorágine. Es <strong>la</strong> certeza de que el amor síexiste, aunque no seas tú. Es <strong>la</strong> evidencia de que olvidar nosirve, y pretenderlo no es más que perder el tiempo. Es, no es,¿me explico?; no me entiendo, sólo me justifico.Busco –deseando no encontrar– mi pasado, porquees una buena versión de mi futuro, si bien significaría <strong>com</strong>eterlos mismos errores, soy consciente; no tengo un ánimo desuperación si encuentro algunas cosas insuperables.Y ya no digo nada. Espero a que tú des ése segundopaso. Yo me he tardado tanto en dar el primero que prefierocederte por un tiempo <strong>la</strong> iniciativa, sabiendo que no habrás detomar<strong>la</strong>, no es tu manera de ser. Pero me estoy cansando dehacer lo que, irremediablemente, seguiré haciendo por muchotiempo.Por último, quisiera dedicarte unos poemas de Sabines,pero mejor que sea todo un libro: Poesía amorosa. A lo mejor,sólo él entiende lo que pienso.Jueves 16 y sábado 18 de septiembre de 2004.69


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo PerezchicaObsesión¡Qué chulo me veo leyendo a Sabines en el camión! ¡Qué bien!,¡já! Leyendo «los amorosos» en el parque, yo y el libro, solo. Peroque quede c<strong>la</strong>ro que es en contra de mi voluntad. ¡Qué másquisiera yo!, p<strong>la</strong>ticárselo a una mujer y hacerle ver lo tanto quenos identificamos. Conozco cien mujeres para p<strong>la</strong>ticar, y tansólo te me antojas tú.Me dirás que estoy loco, obsesionado, que qué mepasa, que me deje de pendejadas, que ya no te importo. Y, talvez, entonces mi obsesión muera para siempre, fulminada aquemarropa y sin tocarte el corazón, y quizá después de esopodré dormir tranquilo.Sé que entonces me desve<strong>la</strong>ré, ya no pensando en ti,sino extrañando a <strong>la</strong> musa chupasangre. Extrañando <strong>la</strong>s nochesde conjuros, embrujos, de sortilegios nocturnos, más que nadanocturnos. Extrañando los ruegos, plegarias y b<strong>la</strong>sfemias queen tu nombre, en el nombre de tu cuerpo y de tus ojos, hehecho. Extrañando el licor de los recuerdos, que sabe a vinotinto y deja un sabor amargo; saborear instantes de vida ysoplos de muerte.Ya no te extrañaré a ti, extrañaré una forma devida, extrañaré un motivo, un germen y un pretexto, todosconjugados en ocho letras. Ocho letras grabadas <strong>com</strong>o tatuajesque, en el transcurso de no nombrarse, han sido absorbidaspor <strong>la</strong> piel y ahora manchan <strong>la</strong> sangre, <strong>la</strong> carne y <strong>la</strong> saliva,70


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo Perezchicabuscando escapar al derramarse, consumirse o pronunciarse.Desearía hacerlo todo para borrar hasta el último vestigio de loque fue y que nunca más será, desgraciadamente.Todo en este mundo se desgasta. Quisiera que el<strong>com</strong>eter este crimen, el hacerme justicia con mis propiasmanos, nos haga libres a ambos. El destino, si es que existe,se está cansando de esperar a que me decida a hacerle caso.Mientras yo sigo aferrado a vivir en el pasado, el presentetranscurre. Sí noto qué sucede frente a mis ojos, pero a vecesno tengo respuesta, no sé reaccionar ante lo que desconozco.Espero estar inscribiendo el epitafio de <strong>la</strong> obsesión,en tanto se transgreden mis límites y mis afanes, al tiempo queme vulnero nuevamente. El atentado le dolerá a todos, pero notanto <strong>com</strong>o a mí mismo.24, 25 y 26 de Septiembre de 2004.71


Eduardo PerezchicaErmitaño<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Mi corazón está en... ¿cuántos quieres? ¿diez, veinte esquir<strong>la</strong>so un mil<strong>la</strong>r de fragmentos?, regados por el suelo, esparcidosen el aire <strong>com</strong>o tierra, buscando que lo inhales. Pero tú ya nome respiras. Esparcidos en el aire <strong>com</strong>o tierra mojada, conlágrimas si quieres, con saliva o incluso semen; <strong>com</strong>o tierramojada, pretendiendo que el malestar en tu garganta, entus pulmones y narices, provoque lágrimas, contracciones ysofoco; pretendiendo, sin embargo, sobretodo que despiertes.Pero tú ya no me respiras.Estás dormida, ¿estás muerta? Ya no me respiras, yano me miras, ¿alguna vez lo hiciste? Tu cuerpo se mueve porinercia, pues <strong>la</strong> mujer que conocí ya no existe. Tu rostro se vegastado, <strong>com</strong>o si fueras una foto guardada en <strong>la</strong> cartera y eltiempo te estuviera deshaciendo. Si considero <strong>la</strong> imagen con<strong>la</strong> que te conocí, hoy eres otra, para bien o para mal, eres otra,muy distinta, sí, pero que mantiene a <strong>la</strong> vez en el fondo de suboca, debajo de su lengua, ese dulce, saciante y narcótico sabor–adictiva promesa de tiempos distintos–. Pretérito imperfecto,mal conjugado por unos <strong>la</strong>bios torpes.Esto es, todo, mucho o algunas cosas, unaexigencia mínima, aunque prolongada, para desterrarmede <strong>la</strong> sangre <strong>la</strong> droga; purgando, a través de mis dedos,mis sentidos, para no llorar de más ni guardar rencoresinnecesarios; para rehabilitarme y reintegrarme almundo que dejé un día que decidí buscar adentro.72


Eduardo PerezchicaHoy que voy saliendo, hoy que <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras de ermitaño se hancondensado y van formando un cuajo de respuestas, que noimporta si son mentiras, empiezo a sentirme otro, empiezo asentirme yo mismo y no este loco que voy dejando de ser.Ahora que digo saber por qué he hecho, dicho y escritotodas estas cosas, guardo, sé que guardo, en algún lugar de misentrañas, momentos, instantes, noches, mañanas, días, tiempossin horario; los guardo y no podré sacarlos, sólo si se pierdenellos mismos. Fa<strong>la</strong>nges que extrañan fa<strong>la</strong>nges, un cuerpo queextraña pese a que <strong>la</strong> mente, y en ocasiones el alma, le dicenque no debe, eso es lo que me va quedando. Me voy quedandonuevamente yo, <strong>com</strong>o al principio; soy otro, pero estoy <strong>com</strong>oantes de, soy tan sólo, solo yo.Mi corazón está en un solo pedazo, con una cicatrizque lo atraviesa, pero sanando. Mi corazón es más fuerte, yapuedo cerrar mi pecho con candados y llevar <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>ves, todasel<strong>la</strong>s, en mis manos; no habré de decirle a nadie más dónde está<strong>la</strong> l<strong>la</strong>ve de <strong>la</strong> última y más débil cerradura, <strong>la</strong> de mi mente, niyo mismo sé dónde. Sabemos de todo, mas nunca lo suficientesobre nosotros mismos.<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Viernes 1ro. de Octubre, por <strong>la</strong> tarde.Domingo 3 de octubre, de madrugada. 2004.73


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo PerezchicaBendito transcursoBendito el transcurso de otoño a invierno,<strong>la</strong>s interminables y escasas noches de octubre,atardeceres de días muy cortosque se escapaban repentinamente de ambas manos,ese noviembre confuso de errores–golpes de agua fría en <strong>la</strong> cara–,y diciembre con los días más cortosy <strong>la</strong>s noches más <strong>la</strong>rgas,aunque no tanto <strong>com</strong>o <strong>la</strong> distancia creciente.Y todo para que llegara invierno,enero y su pesadumbre.No maldigo el invierno,maldigo <strong>la</strong> circunstanciade sentir una hoguera en el pechoy perder <strong>la</strong> razón de su existencia,maldigo los días más tristes de mi memoria,maldigo el juego sutilde pretender que nada ha pasado,maldigo todo, a mí mismo,y me arrepiento.74


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo PerezchicaBendigo al frío que incita,entre otras cosas,a saciar <strong>la</strong> necesidad de calor de los cuerpos.Bendigo a <strong>la</strong> noche que oculta,hasta y para uno mismo,<strong>la</strong> ceguera de los ojos y <strong>la</strong> torpeza de los dedos.Benditos los aniversariosque dejan presente <strong>la</strong> posibilidad de ser,sin volver a serlo,que dejan un suspiro ahogándose,unos brazos que no se bastany unos ojos que prefieren estar cerradosporque no ven lo que quisieran.Bendito yo, que no olvido lo que más quiero.9 de octubre de 2004.75


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo PerezchicaDesechosSe van agotando los pocos restos de sangre que se manteníanfluyendo, corrosivamente, por venas, carne y neuronas. Se vanvaciando en un frasco de papel de varios pliegues gruesos denecesidad, que será sel<strong>la</strong>do con candados y mostrado al mundo,al pequeño mundo, <strong>com</strong>o una caja de Pandora que no deberáabrirse nuevamente. Lo cargaré por todos <strong>la</strong>dos y mantendré<strong>la</strong> l<strong>la</strong>ve siempre conmigo, con su mecanismo indescifrable, tansólo por mí.Sangre, pus y costras; desechos de <strong>la</strong> frustración quehe ido recopi<strong>la</strong>ndo, oliendo, aferrándome a ellos por miedoa desprenderme de los restos que dejo de ser, pues ya no mepertenecen. Sangre, pus y costras que se van depositando enéste frasco. Eso ha sido. Eso es lo que queda después de sudar<strong>la</strong>mentos.Si me ven con una caja bajo el brazo, no los culpo desentir curiosidad, pero deberían de sentir miedo, al menos esodeberían sentir si conocieran lo que contiene; es infeccioso.13 y 20 de octubre de 2004.76


Eduardo PerezchicaRezos77<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Sshh!... (cal<strong>la</strong>).Sshhht!!... (guarda silencio).Reza por mí dos Aves Marías, un Rosario y un Padre Nuestro.Pide olvidarme y trágate los murmullos; con los ojos cerradosrecuéstate en el suelo, deja caer tu cuerpo <strong>com</strong>o una pluma,suave; separa tus manos y con un dedo quítate el pelo delrostro, extiende <strong>la</strong>s piernas y duerme. Mantente cal<strong>la</strong>da.¿Ya estás soñando? ¿estoy allí? ¿me ves? Detrás deesas sombras a lo lejos, de los reflejos que produce el fuego oen <strong>la</strong> copa de los árboles, observándote. ¿Seré yo? dime, ¿o elque está soñando que te observa es alguien más, ninguno denosotros?Siento frío a media noche, es octubre, amo octubre.Siento frío en <strong>la</strong> espalda, me duelen <strong>la</strong>s piernas y mi pecho estávacío, vacío de lo que contenía hace unos meses; pero no vacío,sano. Me sigo cortando el pelo, ya no importa, ¿sabes qué es loque importa? Después del abrazo más frío de todos, esto ya noimporta. Gracias por todo. Me decido a conocer a <strong>la</strong> otra queusurpa el lugar de <strong>la</strong> que fue.Puedes despertar. Y no te quedes con <strong>la</strong> duda, yo nosoy más el que se oculta, me harté de vivir en <strong>la</strong>s sombras.


Eduardo Perezchica¿Soy un hombre nuevo? No. Soy yo, soy el mismomaldito perdedor de antes y éste que ves/lees/escuchas/piensas, que es <strong>la</strong> mejor versión de ninguno de los días o detodos ellos.***<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>El camino de <strong>la</strong> obsesión llega a un límite, en eselímite hay una frontera con una fosa que cae en lo enfermizo.Detrás de ésta línea, tan delgada, está <strong>la</strong> paz, el olvido, el amor,lo que sea que me signifique algo mejor, lo que sea, <strong>la</strong> certeza,<strong>la</strong> contundencia. He permanecido en el borde más tiempodel debido y ahora lo veo más grande. Mejor decido regresar,porque no vale <strong>la</strong> pena – ¿o sí?– arriesgar tanto por... ¿tanpoco?Jueves 14 de octubre de 2004, a medianoche.78


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo Perezchica“ –(¡Qué gran sedante es el mar!)”Poli Dé<strong>la</strong>noRompiendo <strong>la</strong>s Reg<strong>la</strong>sDéjame caer79Déjame caer mar adentro, con los brazos atados sigilosamente,en ese maldito silencio que me va gastando <strong>la</strong>s cuerdas bucalesal negarme a pronunciar <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras, y los tímpanos por sermateria inerte que es golpeada por el silencio, ese silencio queensordece por su brusquedad, ese silencio al cual no acabo deacostumbrarme por más que el tiempo diga que ya va siendotiempo, pero ¿qué va a saber el tiempo de estas cosas? si ni unomismo sabe qué diablos pasa.Déjame caer mar adentro, en ese mar perpetuo detémpanos de hielo y una marea que se cristaliza para guardarme<strong>com</strong>o una ofrenda a su naturaleza. Déjame caer, me niego asalir del fuego, prefiero quemarme entero. ¿He dicho ya que, aveces, tu marea es una hoguera que necesita <strong>com</strong>bustible y queyo frecuentemente me he sentido dispuesto a ser consumido enti? si no lo he dicho es porque, también a veces, me arrepientoy tomo un <strong>la</strong>psus de cordura y amor propio. Es eso lo que meha mantenido vivo, ¿es eso lo que me ha mantenido vivo? SóloDios sabe, espero.Déjame caer en el abismo que me significa unaduda. Tengo una duda enorme que contiene en sí el tiempo,


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo Perezchicalos significados, los cuerpos y sus intenciones. Tengo una dudaenorme que me contiene a mí mismo, que te contiene a ti, atu recuerdo –aunque, en este preciso instante se me dificultemencionarte–, que contiene todo pero, siendo una duda,no contiene nada. Ese es el problema: sujeto una duda y, alobservar<strong>la</strong>, sólo hay un vacío, porque <strong>la</strong> –o <strong>la</strong>s– respuestas noestán en mis manos y algo me hace pensar desde hace tiempo,desde siempre, que tú eres quien <strong>la</strong>s tiene ocultas hasta para timisma. Sólo Dios sabe, espero.Déjame caer, que, al fin y al cabo, el único responsablede mí, soy yo mismo.Madrugada del 1º de Enero de 2005.80


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo Perezchicaa manera de PostData:Unas últimas pa<strong>la</strong>bras, en el último día del año, para cerrar esteciclo que es parte de todo, del antes y del después; en este añoque ha sido eterno, en el que el tiempo se ha mostrado lo másflexible, porque, cuando apenas levanto los ojos, tu sombra yase ha marchado.Este es un año para no olvidar sino para guardar yaferrar todo en mi interior, para aprender después de habercambiado, crecido, renacido y muerto de nuevo varias veces,y para, nuevamente en vida, aprender una virtud y seguir unnuevo camino: el mismo de siempre.Esto ha sido un paso <strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong> parapoder ser yo mismo, «para ser yo mismo eternamente».“...el amor sin realidad suele evaporarse sin dejarrastro”.Mario Benedettien prólogo a Poesía Amorosade Jaime Sabines81Madrugada del 31 de Diciembre de 2004


<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>Eduardo Perezchica<strong>Del</strong> <strong>Duelo</strong> a <strong>la</strong> <strong>Catarsis</strong>de José Eduardo Perezchica VegaPublicado en julio de 2007.Algunos derechos reservados, consulte <strong>la</strong> licencia <strong>com</strong>pleta en:http://creative<strong>com</strong>mons.org/licenses/by-nc-sa/2.5/mx/Mayor información en:http://duelo-catarsis.bloguen.<strong>com</strong>http://eperezchica.blogspot.<strong>com</strong>82

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!