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La disciplina hace al hombre. Apuntes sobre el ... - FedIcaria

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1LA DISCIPLINA HACE AL HOMBRE. APUNTES SOBRE EL REFORMISMOEN LOS ORÍGENES DE LA ESCUELAEl Pino de Tormes, enero de 2008Julio Mateos Montero.Al indagar en los sedimentos profundos de lo que he llamado <strong>el</strong> código pedagógico d<strong>el</strong>entorno 1 , pronto nos dimos cuenta de que las empresas reformistas de la escu<strong>el</strong>a nacena la par que la escu<strong>el</strong>a misma como institución específica de la era capit<strong>al</strong>ista. Enmedio de las convulsiones y utopías en <strong>el</strong> siglo XVII se acrisoló una tradicióndiscursiva que ha sido un referente en <strong>el</strong> pensamiento pedagógico a largo plazo: laintuición y las enseñanzas re<strong>al</strong>istas, los principios metódicos que sugieren proceder d<strong>el</strong>o cercano y fácil a lo lejano y difícil, la educación progresiva que sigue los pasos deun desarrollo natur<strong>al</strong>, etc.. A estos vetustos pero persistentes principios fueronañadiéndose otros que respondían a los cambios económicos, soci<strong>al</strong>es, políticos y a lasformas de dominación soci<strong>al</strong> cuando ya estaban en marcha los sistemas nacion<strong>al</strong>es deenseñanza (incluyendo <strong>el</strong> caso de España desde mediados d<strong>el</strong> siglo XIX). <strong>La</strong> pedagogíad<strong>el</strong> medio o entorno pertenece a esa tradición y, por vericuetos complejos y en un largorecorrido, fue ocupando espacios en las culturas de la escu<strong>el</strong>a.Pues bien. Con <strong>al</strong>gunas notas colater<strong>al</strong>es de esa investigación se pergeñan estaspáginas que en buena medida son una invitación a otras lecturas. En efecto, de otrosestudios y unas pocas fuentes primarias hemos <strong>el</strong>aborado estos apuntes que ofrecenuna visión gener<strong>al</strong> d<strong>el</strong> reformismo pedagógico en los orígenes de la escu<strong>el</strong>a.Esperamos que pueden ser útiles a los lectores interesados en la gene<strong>al</strong>ogía de laescu<strong>el</strong>a; un público potenci<strong>al</strong> que parece en aumento, aunque tras <strong>el</strong> marbete de lagene<strong>al</strong>ogía se oculten frecuentemente r<strong>el</strong>atos muy convencion<strong>al</strong>es y académicos.Utopías en los convulsos tiempos de la Edad ModernaA pesar de la artificiosidad de la cronología histórica, me referiré a la modernidad comocontexto donde nace nuestra tradición discursiva no sólo porque, como dice Ariès,1 Me refiero a una investigación que en formato de tesis de doctorado acabamos de presentar para serleída próximamente (Mateos, 2008). Este y otros trabajos nacen y se desarrollan en <strong>el</strong> Proyecto Nebraska,que, a su vez, se gestó entre un pequeño grupo de amigos pertenecientes a Fedicaria.Para mayor información véase http://www.fedicaria.org/miembros/Nebraska_proyecto.html.


2(1993, 8-9) «hay demasiados cambios en la vida materi<strong>al</strong> y espiritu<strong>al</strong>, (...) para que <strong>el</strong>periodo moderno no sea tratado aparte como un periodo autónomo y origin<strong>al</strong>, teniendopresente lo que debe a una Edad Media revisada como a lo que anuncia...», sino tambiénporque <strong>el</strong> concepto de modernidad es una convención muy pertinente para explicar l<strong>al</strong>iteratura pedagógica reformista de esa época de cambios.A lo largo de la Edad Moderna tienen lugar en <strong>el</strong> terreno económico, soci<strong>al</strong> y político,fenómenos muy r<strong>el</strong>evantes como <strong>el</strong> desarrollo d<strong>el</strong> capit<strong>al</strong>ismo comerci<strong>al</strong>, <strong>el</strong> crecimientode las ciudades y de la burguesía y la erección de los estados nacion<strong>al</strong>es congobernantes que miden su poder frente <strong>al</strong> de la Iglesia. En la cultura y las ment<strong>al</strong>idadesse han destacado otros cambios. <strong>La</strong> Reforma y Contrarreforma r<strong>el</strong>igiosas, darán lugar,además de las consabidas guerras, persecuciones y confrontaciones ideológicas quetanto han de influir en los modos de educación modernos 2 , a nuevas formas der<strong>el</strong>igiosidad basadas en la piedad interior. Y, además, la aparición de la llamada cienciamoderna frente a la tradición aristotélica y <strong>el</strong> escolasticismo de las universidadescristianas; la expansión de la <strong>al</strong>fabetización y las prácticas de leer y escribir (fenómenosclaramente vinculados <strong>al</strong> incremento de la enseñanza, a la dignificación de las lenguasvernáculas y a la democratización de los libros gracias a la imprenta). Estas prácticastranscurren en conexión a una nueva concepción de la infancia que, con los <strong>al</strong>bores d<strong>el</strong>mundo moderno, surge en occidente.El ide<strong>al</strong> de los humanistas cristianos mira a la concordia y <strong>al</strong> buen gobierno d<strong>el</strong> <strong>al</strong>ma, d<strong>el</strong>a familia y d<strong>el</strong> Estado. Concordia entre <strong>el</strong> soberano y la Iglesia, entre los súbditos y <strong>el</strong>monarca, en <strong>el</strong> interior de la familia donde cada miembro ocupa un lugar y una función,y en <strong>el</strong> interior de cada uno de los sujetos, cada vez más individu<strong>al</strong>izados, “civilizados”,meticulosamente educados.Sin embargo la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> de la época nos dice que <strong>al</strong>gunos ide<strong>al</strong>es de concordia nodescriben los hechos sino que más bien son utópicos sueños, pues se trata de una époc<strong>al</strong>lena de conflictos, convulsiones, guerras y cambios que ocasionan incertidumbre. Porese mismo carácter “<strong>al</strong>ternativo”, <strong>el</strong> pensamiento de los reformadores —<strong>sobre</strong> todo encasos como <strong>el</strong> de Erasmo, Comenio, Moro, ...— es todo un proyecto político de cambio<strong>el</strong> cu<strong>al</strong> requiere de una nueva educación. Es decir, de la reflexión gener<strong>al</strong> se deriva a la2«Europa entera se convierte en tierra de misión de los dos grandes bloques r<strong>el</strong>igiosos y políticos enpugna; católicos y protestantes.» Nos recuerda, entre otros autores, Var<strong>el</strong>a (1983, 30) en referencia a lacompetición r<strong>el</strong>igiosa y <strong>el</strong> consiguiente desarrollo escolar.


3pedagógica: proyectos de intervención en <strong>el</strong> <strong>al</strong>ma de los más jóvenes para moldear unproducto, un ide<strong>al</strong> de <strong>hombre</strong> de acuerdo a cada rango y posición. Para las clasesdistinguidas, <strong>el</strong> ide<strong>al</strong> de cab<strong>al</strong>lero cristiano, que es diametr<strong>al</strong>mente opuesto en sussaberes, su virtud y sus mod<strong>al</strong>es <strong>al</strong> tosco y vulgar plebeyo. Cada vez más <strong>el</strong> poder d<strong>el</strong>as armas es sustituido por <strong>el</strong> poder de las letras. <strong>La</strong> unión de la razón y <strong>el</strong> poderpermitirá la emergencia d<strong>el</strong> moderno racion<strong>al</strong>ismo. Estos mor<strong>al</strong>istas son clasificadores,ordenadores de identidades soci<strong>al</strong>es: que cada cosa esté en su sitio. Los que se ocupande las clases distinguidas, procuran la inculcación de la virtud basada en la contenciónde los impulsos vulgares y propios d<strong>el</strong> pueblo. <strong>La</strong>s mujeres de la burguesía moderna son<strong>el</strong> blanco de dispositivos más estrictos en la educación pues han de distinguirse deprostitutas, brujas, vagabundas, pordioseras y, en gener<strong>al</strong>, de todos aqu<strong>el</strong>los tipos demujeres que son objeto de exclusión, de marginación d<strong>el</strong> orden burgués (Var<strong>el</strong>a, 1983,44-45) 3 . Los que se ocupan de las capas soci<strong>al</strong>es subordinadas procuran la acomodaciónd<strong>el</strong> trabajo, que es la única posesión de estas clases, a la virtud, a la s<strong>al</strong>vación y <strong>al</strong> biende la cosa pública. El llamamiento de Lutero a la escolarización y las enseñanzas deComenio contienen ese mensaje s<strong>al</strong>vífico que heredará la razón ilustrada 4 .Entre Erasmo y Comenio: dos pedagogías reformistas de la modernidad.<strong>La</strong> mayoría de los esfuerzos reformistas por parte de los humanistas —Erasmo, Vives,Moro, Sturm, Sadoleto, entre los más destacados— se destinan a la escu<strong>el</strong>a gramatic<strong>al</strong> ya la enseñanza d<strong>el</strong> latín, que es lo mismo que decir a la educación de la juventud noble yadinerada 5 . Es cada vez mayor la demanda de estudios de humanidades no sólo por laemulación d<strong>el</strong> mod<strong>el</strong>o de la educación d<strong>el</strong> príncipe por parte de cortesanos y burgueses,sino por las nuevas necesidades comerci<strong>al</strong>es (no olvidemos que <strong>el</strong> latín, además de l<strong>al</strong>engua culta que distingue, es lengua de comunicación entre naciones a todos losefectos). Innovaciones técnicas piden, además d<strong>el</strong> latín como saber centr<strong>al</strong> y3 Para <strong>el</strong> estudio específico de la mujer puede verse también otra obra de Julia Var<strong>el</strong>a, El nacimiento de lamujer burguesa, Ed. <strong>La</strong> Piqueta, Madrid, 1997.4 Un amplio panorama gene<strong>al</strong>ógico y crítico de la escu<strong>el</strong>a en la era capit<strong>al</strong>ista puede verse en R. Cuesta(2005). Concretamente en <strong>el</strong> capítulo 1 y en las páginas 11-36 se aborda la erección d<strong>el</strong> proyectoescolarizador <strong>al</strong> que aquí nos referimos, como proyecto de s<strong>al</strong>vación y f<strong>el</strong>icidad.5 Véase Erasmo (1985): De la urbanidad en las maneras de los niños, MEC, Madrid. Esta edición —bilingüe— de la afamada obra d<strong>el</strong> de Rotterdam (traducida d<strong>el</strong> latín por A. García C<strong>al</strong>vo) contienecomentarios muy estimables de Julia Var<strong>el</strong>a.


4estructurante, nuevas materias de estudio. El historiador James Bowen r<strong>el</strong>ata cómo t<strong>al</strong>expansión de las enseñanzas gramatic<strong>al</strong>es mueve a los humanistas católicos a concebirmateri<strong>al</strong>es escolares, métodos de enseñanza y formas de organización académica, todo<strong>el</strong>lo para facilitar la enseñanza d<strong>el</strong> latín y, en gener<strong>al</strong>, dotar de mayor eficacia a lasescu<strong>el</strong>as de gramática, <strong>al</strong>ejándose de las obtusas y caducas formas de la enseñanzamediev<strong>al</strong>. Así hay que entender los múltiples manu<strong>al</strong>es de gramática, colecciones defragmentos literarios —florilegium— entre los que habría que citar por su repercusiónlos Adagios de Erasmo, publicados en 1500; también textos en forma de coloquios,como los Diálogos de L. Vives (Bowen, 1979, 551-563). <strong>La</strong> imprenta permite <strong>el</strong> usoindividu<strong>al</strong> de textos a los escolares (<strong>al</strong> menos en situaciones ide<strong>al</strong>es). Otra innovaciónde importantes repercusiones es la incorporación de lenguas vernáculas paraexplicaciones gramatic<strong>al</strong>es, glosas sintácticas, traducciones de los ejemplos en latín. Endefinitiva, un paso, aún tímido, hacia la vulgarización (nunca mejor dicho, pues se tratade usar la lengua vulgar y dichos textos didácticos se denominan Vulgaria).Para obtener <strong>el</strong> moderno ide<strong>al</strong> d<strong>el</strong> cab<strong>al</strong>lero cristiano que quieren los humanistas,cultivado en <strong>el</strong> ethos de la pietas litterata, mod<strong>el</strong>o en <strong>el</strong> que se va sustituyendo la espadapor la pluma 6 , se separan d<strong>el</strong> escolasticismo mediev<strong>al</strong>, aunque resulta ser para cambiarun form<strong>al</strong>ismo educativo por otro. Durkheim ponía <strong>el</strong> dedo en la llaga <strong>al</strong> decir que «<strong>al</strong>form<strong>al</strong>ismo escolástico sucede ahora un form<strong>al</strong>ismo de nuevo tipo: <strong>el</strong> form<strong>al</strong>ismoliterario», dando lugar <strong>al</strong> predominio erasmiano d<strong>el</strong> latín y de las p<strong>al</strong>abras <strong>sobre</strong> lascosas: verborum prior, (Cuesta, 1997, 34).Otra innovación escolar de los humanistas es la graduación de la enseñanza. Se debe aSturm 7 , la fundación en 1538 d<strong>el</strong> Gymnasium de Estrasburgo, primera institución deescu<strong>el</strong>a latina dividida en grados. El invento de la graduación es uno de los más6Véase <strong>el</strong> primer capítulo de J. Var<strong>el</strong>a (1983) – De las armas a las letras –, donde se an<strong>al</strong>iza <strong>el</strong> empeñopacificador de los príncipes humanistas y sus inspiradores int<strong>el</strong>ectu<strong>al</strong>es. Así mismo, Julia Var<strong>el</strong>a estudiaaquí como se construyen las identidades infantiles en los comienzos d<strong>el</strong> mundo moderno.7Johannes Sturm (1507-1589) pedagogo reformador <strong>al</strong>emán muy reconocido en su época. Dirige laescu<strong>el</strong>a de Estrasburgo durante casi cuarenta años. En <strong>el</strong> Gymnasium se entra a los siete años, después dediez grados, a los diecisiete años se s<strong>al</strong>e bien preparado para asistir a la Universidad. Ver A. Solana,(1940, 131-132) y J. Bowen (1972, vol. II, 534-537).


5importantes en la historia de la educación 8 . En efecto, <strong>el</strong> ejemplo de Estrasburgo, comootras ideas de la studia humanitatis, es asimilado por los jesuitas y en él fundamentan<strong>al</strong>go re<strong>al</strong>mente consistente y duradero a lo que Bowen se refiere en estos términos:«Los jesuitas propagaron por toda Europa un sistema educativo unitario, <strong>el</strong> más amplioy mejor estructurado de la época, regulado hasta en los mínimos det<strong>al</strong>les con unaclaridad y precisión nunca vistos hasta entonces.»J. Bowen (1979, 570).El éxito y la pervivencia de t<strong>al</strong> maquinaria educativa en los países católicos y otrosnuevos mundos de ultramar se debe a una obra colectiva, con criterios unificados en laRatio studiorum, y en <strong>el</strong>la la graduación es una organización derivada de la división demetas y niv<strong>el</strong>es en <strong>el</strong> programa de conocimientos. Una graduación estructurante de losespacios en <strong>el</strong> colegio y de lo que en cada momento se <strong>hace</strong> 9 . R. Cuesta (1997, 44)explica de forma muy expresiva la r<strong>el</strong>evancia y v<strong>al</strong>or de la guía educativa de laCompañía:«Si comparásemos la Ratio studiorum con las posteriores normativas estat<strong>al</strong>es que rigen<strong>el</strong> mundo escolar contemporáneo, podríamos afirmar que contiene, <strong>al</strong> mismo tiempo, unplan de estudios y un reglamento, <strong>el</strong> más ambicioso, duradero e influyente de la épocainmediatamente anterior a la implantación de los sistemas educativos estat<strong>al</strong>esnacion<strong>al</strong>es».He estimado oportuno fijar la atención en la labor d<strong>el</strong> humanismo cristiano que conducea las grandes re<strong>al</strong>izaciones de los seguidores de Ignacio de Loyola, para referirme a otroreformismo en muchos aspectos contrapuesto <strong>al</strong> anterior 10 , <strong>el</strong> reformismo protestante.8Pasarán muchos años para que tan decisiva innovación se traslade a la primera enseñanza. En España esuna “conquista” d<strong>el</strong> siglo XX. El profesor Antonio Viñao ha hecho, <strong>al</strong> respecto, las aportaciones másdestacadas, (Viñao, 1990, 2001 a y 2001 b).9Los ejercicios espiritu<strong>al</strong>es de Ignacio de Loyola son un ejemplo paradigmático de “industria” para <strong>el</strong>adoctrinamiento, la educación, <strong>el</strong> <strong>disciplina</strong>miento d<strong>el</strong> cuerpo y d<strong>el</strong> <strong>al</strong>ma; en <strong>el</strong>los están reglamentados lostiempos para la meditación, la oración, la lectura piadosa, <strong>el</strong> examen diario, etc.. Pero la devotio modernano es cosa exclusiva de clérigos, sino que ha de extenderse a las gentes laicas pues v<strong>al</strong>drá para <strong>el</strong> gobiernode la infancia (Var<strong>el</strong>a, 1983, 30).10Aunque <strong>el</strong> imperio de las lenguas clásicas ejerce similar dominación en cu<strong>al</strong>quiera de los humanistas ypedagogos de la época (desde Erasmo a Comenio) y en ese sentido no hay más que diferencias de matiz,R. Cuesta (1997, 35). Pero la enseñanza de latines, destinada a clases pudientes y que es la horma donde


6En éste se sitúa, a mi juicio, con claridad, la tradición pedagógica de la que hablaba <strong>al</strong>principio. En otras p<strong>al</strong>abras, estoy señ<strong>al</strong>ando la emergencia en la modernidad de doscorrientes pedagógicas diferenciadas. En gran medida la obra de Comenio es unareacción <strong>al</strong> humanismo de Erasmo. Son diferentes aunque, en <strong>el</strong> fondo, respondan <strong>al</strong>juego <strong>disciplina</strong>nte para dos instituciones diferentes: los colegios para la nobleza yburguesía y las escu<strong>el</strong>as populares. Ambas corrientes, en efecto, tienen en común <strong>el</strong> quese construyen <strong>sobre</strong> <strong>el</strong> supuesto de sujetos que la maquinaria escolar ha de producir enfunción de tipos ide<strong>al</strong>es: por <strong>el</strong> lado de la educación jesuítica para <strong>el</strong> gobernantepiadoso, <strong>el</strong> ciudadano cortés (cultivado-educado-distinguido); por <strong>el</strong> campo protestante<strong>el</strong> trabajador honrado, <strong>el</strong> sujeto patriota y humilde, obediente y virtuoso.Sustanci<strong>al</strong>mente todas esas son categorías de clasificación, con diferentesconocimientos, hábitos y apariencias. Y son <strong>al</strong> mismo tiempo <strong>el</strong>ementos de laradiografía d<strong>el</strong> poder.El estudio de las diferencias ha de tener presente la emergencia de la(s) infancia(s)como identidad autónoma d<strong>el</strong> adulto. El fenómeno ha sido ampliamente estudiado ygoza, en <strong>el</strong> presente, de un lugar destacado en las preocupaciones de los historiadores d<strong>el</strong>a educación y pedagogos.<strong>La</strong> configuración soci<strong>al</strong> de la infancia es indisoluble d<strong>el</strong> proceso de escolarización o deencerramiento de niños y niñas en inclusas, reformatorios, colegios, escu<strong>el</strong>asparroqui<strong>al</strong>es, etc..«Desde <strong>el</strong> siglo XVI se dibuja con trazos cada vez más firmes una política educativa decarácter tot<strong>al</strong>izador que intenta abarcar a niños y niñas de todos los estamentos soci<strong>al</strong>espara encerrar sus vidas en tantas ocupaciones y en un encerramiento t<strong>al</strong>, que <strong>al</strong> de unmonasterio pudiera compararse. Desde ahora la infancia va a ser sitiada, protegida,tut<strong>el</strong>ada.»J. Var<strong>el</strong>a, (1983, 16).Estamos hablando de los principios de un trayecto que conduce <strong>al</strong> incondicion<strong>al</strong>entusiasmo por la educación, p<strong>al</strong>abra y concepto diferente <strong>al</strong> de crianza de tiempos másse mod<strong>el</strong>an las enseñanzas medias de la educación tradicion<strong>al</strong> <strong>el</strong>itista, es cosa bien distinta a la enseñanzaprimaria para todos y para todas. Distinta <strong>al</strong> traído y llevado lema comeniano de enseñar todo a todos (yque, desde luego, habría que matizar, <strong>sobre</strong> todo cuando se <strong>hace</strong>n ciertas interpretaciones desde <strong>el</strong>presente).


7pretéritos t<strong>al</strong> y como an<strong>al</strong>iza Carlos Lerena en brillantes páginas, (Lerena, 1983, 9-17).Entusiasmo que va haciendo suyo <strong>el</strong> Estado desde la Ilustración y que no ha parado de<strong>al</strong>imentarse, ampliarse y fort<strong>al</strong>ecerse hasta <strong>el</strong> día de hoy. Y para proyectar, gestionar,dar sentido y eficacia <strong>al</strong> encierro <strong>disciplina</strong>rio de la escu<strong>el</strong>a, también de forma solidaria,la moderna didaktica, un saber que cada vez se <strong>hace</strong> más específico, y que se configuracomo un poder cuyo ejercicio es la producción de sujetos educados.Puede decirse que ciertas tradiciones pedagógicas cuyos ecos llegan hasta <strong>el</strong> presentecomo remozadas y “siempre nuevas” propuestas de innovación 11 , forman parte de unsaber, de unas técnicas ya presentes en <strong>el</strong> pensamiento reformista de la modernidad. <strong>La</strong>didáktica se constituyó como arte de gobernación para un nuevo orden soci<strong>al</strong>; se tratatambién de un poder que se ejerce <strong>sobre</strong> diversos tipos de infancia. El sujeto colectivo <strong>al</strong>que específicamente se dirigía la tradición discursiva inspirada en Comenio es lainfancia de capas populares. Y así es durante mucho tiempo, aún después de la puestaen marcha de los sistemas nacion<strong>al</strong>es de enseñanza, durante <strong>el</strong> modo de educacióntradicion<strong>al</strong> <strong>el</strong>itista.<strong>La</strong> <strong>disciplina</strong> <strong>hace</strong> <strong>al</strong> <strong>hombre</strong>Ya desde <strong>el</strong> siglo XVI, se encuentran testimonios <strong>sobre</strong> distintas percepciones de lainfancia. Julia Var<strong>el</strong>a recoge p<strong>al</strong>abras de sentido muy contrario en <strong>el</strong> mismo autor, JuanBonifacio, cuando éste jesuita habla d<strong>el</strong> v<strong>al</strong>or de la educación y de la labor d<strong>el</strong> maestroo cuando habla desde la posición d<strong>el</strong> maestro que tiene que afrontar directamente ladoma de sus discípulos: niños como flores d<strong>el</strong>icadas, inocentes, obedientes, moldeables,dulces, en <strong>el</strong> primer caso y, por otro lado niños díscolos, holgazanes, perversos,incluso crimin<strong>al</strong>es:«Como puede observarse existe una contradicción entre las ide<strong>al</strong>izaciones propias de lasnuevas teorías pedagógicas y las necesidades derivadas de las prácticas educativas. Almenos en esto la pedagogía d<strong>el</strong> s. XVI no parece diferir demasiado de la de nuestrosdías». (Var<strong>el</strong>a, 1983, 49).Pero esas visiones no responden solamente a las diferencias entre un ide<strong>al</strong> teórico de losmor<strong>al</strong>istas y <strong>el</strong> duro oficio de domesticar a la infancia. Al fin y <strong>al</strong> cabo la visión11El sedimento arqueológico d<strong>el</strong> código pedagógico d<strong>el</strong> entorno se inscribe en esa vetusta tradicióndiscursiva. Sin embargo, tras la apariencia de que “nada hay de nuevo bajo <strong>el</strong> sol” los discursos sufrieronprofundos cambios de los que aquí no podemos ocuparnos.


8beatífica de la infancia se corresponde también con las clases que, en primer lugar,merecen educación en función de su rango. Y la visión d<strong>el</strong> niño-asno es la d<strong>el</strong>“ineducable”, la d<strong>el</strong> que todos los esfuerzos por <strong>hace</strong>r de él <strong>hombre</strong> de letras seráninútiles y que es carne de arado; un destino que esa lógica contribuye a natur<strong>al</strong>izar.Pero la nueva concepción que se va formando de la infancia concuerda con laeducabilidad de todos los niños (una de las propuestas más conocidas y llamativas de laobra comeniana). <strong>La</strong> ductilidad es característica que se reconoce como propia de lainfancia y <strong>el</strong>lo <strong>hace</strong>, precisamente, de la educación una industria especi<strong>al</strong>mente rentablecuando se aplica a las primeras edades. Y en la misma lógica está que la infancia s<strong>el</strong>legue a considerar esperanza y f<strong>el</strong>icidad de la Iglesia y también de la república.Así, <strong>el</strong> capítulo VII de la Didáctica Magna, se inicia con la siguiente sentencia: «<strong>La</strong>formación d<strong>el</strong> <strong>hombre</strong> se <strong>hace</strong> muy fácilmente en la primera edad, y no puede <strong>hace</strong>rsesino en ésta» (Comenio, 1922, 67). <strong>La</strong>s metáforas <strong>sobre</strong> la m<strong>al</strong>eabilidad de los niños(cera blanda, arbolito tierno, etc.) son abundantes y prácticamente la tot<strong>al</strong>idad de lospedagogos redundan en <strong>el</strong>lo. Es, desde luego, una idea clave, porque en función de esaeducabilidad primordi<strong>al</strong> de la infancia (independientemente d<strong>el</strong> método d<strong>el</strong> maestro) se<strong>hace</strong> necesaria la escolarización primaria ya que la reforma pedagógica de lamodernidad es parte de un ambicioso proyecto político que pretende producir sujetosdeterminados y soci<strong>al</strong>mente útiles, ya vayan a ser gobernantes o gobernados.«Los que <strong>al</strong>guna vez han de dominar a otros, como reyes, príncipes, magistrados,pastores de las iglesias y doctores, tan necesario es que estén imbuidos de sabiduríacomo estar dotado de los ojos para guiar <strong>el</strong> camino, la lengua intérprete de la p<strong>al</strong>abra, latrompeta para <strong>el</strong> sonido, la espada para la bat<strong>al</strong>la. De igu<strong>al</strong> modo los súbditos tambiéndeben estar ilustrados para saber prudente y sabiamente obedecer a los que mandan; noobligados de modo asn<strong>al</strong>, sino voluntariamente por amor. No hay que guiar con voces,cárc<strong>el</strong> o azotes a la criatura racion<strong>al</strong>, sino con la razón. Si se obra de modo contrarioredunda en injuria de Dios, que puso en <strong>el</strong>los igu<strong>al</strong>mente su imagen, y las cosashumanas estarán llenas, como lo están, de violencias e inquietud.» Comenio, (1922, 65).Así, de la mano de la piedad comeniana y de su proverbi<strong>al</strong> apostolado por la pazunivers<strong>al</strong> se concibe un nuevo orden en <strong>el</strong> que la razón y la enseñanza diferenciadas,(para gobernantes y gobernados), han de regir la armonía de las r<strong>el</strong>aciones de poder.


9Pero los azotes, a los que se <strong>al</strong>ude en la cita anterior, es lo que hay en la parca re<strong>al</strong>idadescolar d<strong>el</strong> siglo XVII. <strong>La</strong> convicción gener<strong>al</strong> era que sólo <strong>el</strong> castigo y <strong>el</strong> zurriagazopueden domeñar la natur<strong>al</strong>eza bruta d<strong>el</strong> niño, como nos dicen tantos testimonios derecuerdos escolares. Recojo dos de <strong>el</strong>los:Luis Vives, en sus Diálogos, expone con claridad una concepción productiva de laenseñanza por la que <strong>el</strong> niño ha de ser transformado en <strong>hombre</strong>, de m<strong>al</strong>o en bueno, debestia en <strong>hombre</strong>, … 12Así cuando <strong>el</strong> niño es presentado por su padre <strong>al</strong> maestro en <strong>el</strong>patio d<strong>el</strong> gimnasio, en su primer día de escolarización los personajes se expresan así:«PADRE.- Hijo mío, esta es la oficina donde se forman los <strong>hombre</strong>s y éste es <strong>el</strong>artífice que los forma. Maestro, sea contigo Jesucristo. Descúbrete, niño. Dobla larodilla como te han enseñado, y ahora mantente derecho.FILIPONO.- Sed bienvenidos. ¿Qué se os ofrece?PADRE.- Te traigo a este hijo mío para que de bestia le hagas <strong>hombre</strong>.FILIPONO.- Pondré en <strong>el</strong>lo cuidado. Se hará, no lo dudes; de bestia volverá <strong>hombre</strong>; dem<strong>al</strong>o, bueno. »J. L. Vives, (1943, 24) 13<strong>La</strong> an<strong>al</strong>ogía de la educación con la domesticación, llega a traducirse en términoseconómicos cuando a renglón seguido de este mismo diálogo hablan <strong>el</strong> padre y <strong>el</strong>maestro de lo que ha de costar la enseñanza d<strong>el</strong> niño: «si aprovecha bien, barato; si no,caro». Igu<strong>al</strong> que se pacta para la doma de un potro entre dueño y domador.Otro ejemplo, declaradamente autobiográfico, procede de Vida, la más conocida obra deTorres Villarro<strong>el</strong>. Al margen las tintas cargadas de picaresca en <strong>el</strong> estilo d<strong>el</strong> geni<strong>al</strong>s<strong>al</strong>mantino, la descripción pedagógica es bien <strong>el</strong>ocuente:«A los cinco años me pusieron mis padres la cartilla en la mano, y, con <strong>el</strong>la, meclavaron en <strong>el</strong> corazón <strong>el</strong> miedo <strong>al</strong> maestro, <strong>el</strong> horror a la escu<strong>el</strong>a, <strong>el</strong> susto continuado <strong>al</strong>os azotes y las demás angustias que la buena crianza tiene establecidas contra losinocentes muchachos. Pagué con las n<strong>al</strong>gas <strong>el</strong> saber leer, y con muchos sopapos yp<strong>al</strong>metas <strong>el</strong> saber escribir; y en este Arg<strong>el</strong> estuve hasta los diez años, (...) Ni los h<strong>al</strong>agosd<strong>el</strong> maestro, ni las amenazas, ni los castigos, ni la costumbre de ir y volver de la12Vives usa d<strong>el</strong> mismo término que usa Comenio para denominar la escu<strong>el</strong>a: oficina, es decir t<strong>al</strong>ler, lugardonde se forja <strong>al</strong> <strong>hombre</strong>.13 Primera edición de 1538 en Basilea.


10escu<strong>el</strong>a, pudieron engendrar en mi espíritu la más leve afición a las letras y a lasplanas.»D. de Torres Villarro<strong>el</strong> D. (1948, 30).Y más ad<strong>el</strong>ante resume en esta incomparable frase <strong>el</strong> efecto de la escu<strong>el</strong>a en su persona:«Fuí bueno, porque no me dejaron ser m<strong>al</strong>o; no fue virtud, fue fuerza.» (Op. cit., 37).Si d<strong>el</strong> método sufrido deja constancia Torres Villarro<strong>el</strong>, también expresa con todaclaridad su comprensión con <strong>el</strong> punitivo procedimiento de obtener <strong>el</strong> sujeto educado:«En todas las edades necesitamos de las correcciones y los castigos; pero en la primerason indispensables los rigores. Una de las más f<strong>el</strong>ices diligencias de la buena crianza escoger a los muchachos un maestro grave, devoto y discreto, a quien teman e imiten ; (...)<strong>el</strong> zurriago es <strong>el</strong> maestro más respetuoso y más severo, porque no sabe adular, y sólosabe corregir y detener.»(Op. cit., 37)Sin embargo ya los reformadores a los que dedico estas páginas (Erasmo y Comenio,entre otros) abominan d<strong>el</strong> castigo corpor<strong>al</strong> en las escu<strong>el</strong>as. El primero lo llega a expresarcon muy duras p<strong>al</strong>abras:«Se sienten grandiosos [los maestros] cuando atemorizan a su tembloroso grupo conmirada amenazadora y voz tronante, cuando atacan a los pobres desgraciados con <strong>el</strong>azote de mimbres, con la p<strong>al</strong>meta o con <strong>el</strong> látigo y cuando pueden gritar y echar pestes asu antojo, siguiendo <strong>el</strong> proverbio de aqu<strong>el</strong> asno que asustaba mort<strong>al</strong>mente a las personascuando caminaba dentro de la pi<strong>el</strong> de un león.»Erasmo, en Elogio a la locura, tomado y traducido de Pit, K. y Stilma, B., (1992, 28).Y por su parte, Comenio expone la misma idea con an<strong>al</strong>ogías populares que él gustabade usar:«El conocido refrán de Bohemia: “una escu<strong>el</strong>a sin <strong>disciplina</strong> es un molino sin agua”, esmuy cierto. (...) Y si en una tierra no se quita a tiempo la m<strong>al</strong>a hierba, ésta crece antesque <strong>el</strong> trigo. También los arbolitos deben ser podados a tiempo: De aquí no se deduceque la escu<strong>el</strong>a debe estar llena de golpes y gritos lastimeros, sino más bien llena dedespierta atención de maestro y <strong>al</strong>umnos. Porque, ¿Qué es la <strong>disciplina</strong> escolar sino unaforma de actuación llena de confianza?» (Op. cit., 1992, 28).


11<strong>La</strong> imposición de orden y <strong>disciplina</strong> en la clase no habría que confundirla con loscastigos físicos. Afirmación que parece una obviedad pero que significó un giro radic<strong>al</strong>respecto a la escu<strong>el</strong>a preexistente donde reinaba <strong>el</strong> caos, justamente parejo con <strong>el</strong>implacable castigo físico como réplica a la batahola d<strong>el</strong> grupo de niños-anim<strong>al</strong>itos.Aqu<strong>el</strong>la escu<strong>el</strong>a, que es objeto de la crítica de todos los reformadores, es <strong>el</strong> reflejo de loque Foucault llama sociedad punitiva, en la cu<strong>al</strong> <strong>el</strong> cuerpo es <strong>el</strong> objeto de lapen<strong>al</strong>ización. El siguiente grabado de Pieter Breugh<strong>el</strong>, que muestra una escu<strong>el</strong>a populard<strong>el</strong> siglo XVI, puede ser —obsérvense atentamente los det<strong>al</strong>les— uno de los casos enque la imagen dice más que las p<strong>al</strong>abras.Frente <strong>al</strong> caos de la escu<strong>el</strong>a pre-moderna Comenio ofreció <strong>el</strong> mod<strong>el</strong>o de enseñanzasimultánea, con orden de grados, de espacios y tiempos, y actividades d<strong>el</strong> maestros ydiscípulos. Un mod<strong>el</strong>o eficaz, productor de sujetos educados (t<strong>al</strong>ler de <strong>hombre</strong>s). ¡Y taneficaz! Es <strong>el</strong> que en la práctica ha <strong>sobre</strong>vivido a pesar de los tiempos.En <strong>el</strong> primer libro escolar ilustrado, <strong>el</strong> famoso Orbis sensu<strong>al</strong>ium pictus de Comenio seilustra <strong>el</strong> ide<strong>al</strong> de escu<strong>el</strong>a con bastante claridad:


12« <strong>La</strong> escu<strong>el</strong>a es t<strong>al</strong>ler en<strong>el</strong> cu<strong>al</strong> se forman losjóvenes nuevos espírituspara la virtud y se dividen en clases…» Así de preclaro era <strong>el</strong> reformadormoravo. T<strong>al</strong>ler de forja y mod<strong>el</strong>ación. Nada de lugar donde se desarrollanlibremente roussonianas potencias de la infancia. Imagen tomada de Comenius(1999).<strong>La</strong>s primarias r<strong>el</strong>aciones pedagógicas basadas en la violencia y la confusión han de sersustituidas por otras más racion<strong>al</strong>es y más eficaces; por un saber-poder propio de lasociedad <strong>disciplina</strong>ria. Disciplina a la que conduce <strong>el</strong> nuevo saber pedagógico, <strong>el</strong> cu<strong>al</strong>,Comenio y tantos otros, consideran un arte destinado a conseguir que <strong>el</strong> sujeto colaboreen su propia sujeción, que sea parte activa d<strong>el</strong> aprendizaje-domesticación.«Cuando los maestros no conocen <strong>el</strong> arte de interesar a los <strong>al</strong>umnos, la violenciatampoco sirve. Golpear despierta <strong>el</strong> rechazo más que <strong>el</strong> amor por <strong>el</strong> estudio (...) Unmúsico no afinará su lira dando golpes con un p<strong>al</strong>o y un orfebre no <strong>hace</strong> ninguna obrade arte sólamente a martillazos» (...) (Comenio. Tomado y traducido de Pit, K. y Stilma,B., 1992, 28).Es decir, <strong>el</strong> maestro ha de sustituir <strong>el</strong> p<strong>al</strong>o por un arte (la didaktica) mediante <strong>el</strong> cu<strong>al</strong> sedespierta <strong>el</strong> interés d<strong>el</strong> <strong>al</strong>umno que acabará ofreciendo menos resistencias <strong>al</strong> trabajofuerza<strong>disciplina</strong>nte.«A los <strong>al</strong>umnos no hay que obligarlos a estudiar con castigos. Como maestro has deintentar despertar la curiosidad de los <strong>al</strong>umnos. Por eso soy de la opinión de que no hayque usar las varas y otros objetos. Sí, incluso había que <strong>hace</strong>rlos desaparecer de laescu<strong>el</strong>a. Puede pensarse en otros castigos para <strong>al</strong>umnos desobedientes» (Op. cit.,28)


13En otras muchas ocasiones nos habla Comenio <strong>sobre</strong> <strong>el</strong> mismo tema, especi<strong>al</strong>mente en<strong>el</strong> capítulo VI de la Didáctica Magna, <strong>el</strong> cu<strong>al</strong> principia con estas p<strong>al</strong>abras:«Como hemos visto, la Natur<strong>al</strong>eza nos da las semillas de la Ciencia, honestidad yr<strong>el</strong>igión, pero no proporciona las mismas Ciencia, R<strong>el</strong>igión y Virtud; estas se adquierenrogando, aprendiendo y practicando. De aquí se deduce que no definió m<strong>al</strong> <strong>al</strong> <strong>hombre</strong>quien dijo que era un Anim<strong>al</strong> <strong>disciplina</strong>ble, pues verdaderamente no puede en modo<strong>al</strong>guno formarse <strong>el</strong> <strong>hombre</strong> sin someterle a <strong>disciplina</strong>.» Comenio, (1922, 61)Afirmaba unas líneas más arriba que <strong>el</strong> saber-poder que marca la senda iniciada porComenio es arte destinado a conseguir que <strong>el</strong> sujeto colabore en su propia sujeción, quesea parte activa d<strong>el</strong> aprendizaje-domesticación. Y ahora añado, ¿Es otro la fin<strong>al</strong>idad d<strong>el</strong>a llamada “enseñanza activa” de raigambre psicopedagógica? A mi entender esa es yno otra. Se impone una reflexión fin<strong>al</strong> con proyección <strong>al</strong> presente.Por extraño que parezca, <strong>el</strong> contemplar la enseñanza natur<strong>al</strong>, no directiva (roussonianaen definitiva) como una estrategia más de dominación, es la única forma de explicarnoscoherentemente la institución escolar moderna, desde su aparición hasta <strong>el</strong> presente. Nohay más que mirar directamente cu<strong>al</strong>quier práctica de enseñanza o acudir a lo queRousseau, <strong>el</strong> mismo "padre" de la educación natur<strong>al</strong>, nos dice:«Tomad un camino opuesto con vuestro <strong>al</strong>umno; que él crea siempre ser <strong>el</strong> maestro yque seáis vosotros quien lo seáis. No hay sometimiento (sujeción, assujettissement) tanperfecto como <strong>el</strong> que guarda la apariencia de la libertad; se cautiva así la voluntadmisma. El pobre niño, que no sabe nada, que no puede nada, que no conoce nada, ¿noestá a vuestra merced? ¿No disponéis con r<strong>el</strong>ación a él de todo lo que le rodea? ¿No soisdueños de afectarle como os plazca? Sus trabajos, sus placeres, sus penas, ¿no está ennuestra mano todo <strong>el</strong>lo sin que él lo sepa? Sin duda, no debe <strong>hace</strong>r más que lo que élquiera; pero no debe querer más que lo que vosotros queréis que haga; no debe dar unpaso que vosotros no hayáis previsto; no debe abrir la boca sin que vosotros sepáis loque va a decir.» Rousseau: Emile, tomado de Lerena (1986, 97) 14 .14 Además de esta cita que intencionadamente hemos querido tomar de Lerena, en <strong>el</strong> Emilio puedenencontrase sustanciosos párrafos <strong>sobre</strong> como resu<strong>el</strong>ve Rousseau las paradojas de la autoridad, la<strong>disciplina</strong> y <strong>el</strong> poder: «No le mandéis jamás nada, absolutamente nada. No le dejéis siquiera imaginar quepretendéis tener autoridad <strong>al</strong>guna <strong>sobre</strong> él. Que sepa solamente que él es débil y que vosotros sois fuertes;que, por su estado y <strong>el</strong> vuestro, quede necesariamente a vuestra merced (…); que él sienta muy pronto


14<strong>La</strong>s llamadas pedagogías psicológicas o “blandas” reinantes en <strong>el</strong> actu<strong>al</strong> modo deeducación tecnocrático de masas y que tanto deben a Rousseau, son,(independientemente de aqu<strong>el</strong>los v<strong>al</strong>ores que puedan apreciarse en otro planodiscursivo) otra forma más sutil de inculcación, de conducción.Conviene quedar bien sentadas las siguientes ideas. <strong>La</strong> <strong>disciplina</strong> como control de losimpulsos de la infancia, como garante d<strong>el</strong> orden escolar, dominio d<strong>el</strong> cuerpo y <strong>el</strong> <strong>al</strong>ma,es forma de gobierno en la que participa <strong>el</strong> hábito creado en <strong>el</strong> sujeto. Y es unaaspiración moderna compartida “por todos” (Comenio y Erasmo, jesuitas yprotestantes,...). <strong>La</strong> idea se prolonga en <strong>el</strong> tiempo llegando a ser aspiración ilustrada porexc<strong>el</strong>encia. Para Kant, la <strong>disciplina</strong> es sinónimo de civilidad frente a barbarie, dehumanidad frente a anim<strong>al</strong>idad: ese es para <strong>el</strong> pensador <strong>al</strong>emán <strong>el</strong> sentido más profundode la educación 15 : la <strong>disciplina</strong> <strong>hace</strong> <strong>al</strong> <strong>hombre</strong>.Para superar las “prácticas pre-modernas” que a principios d<strong>el</strong> siglo XVIII describe, yrecomienda, Diego de Torres Villarro<strong>el</strong>, (y que, como es bien sabido, han estadopresentes en la escu<strong>el</strong>a hasta <strong>hace</strong> bien poco tiempo) los reformadores (los de laReforma y los de la Contrarreforma) inventan distintos mod<strong>el</strong>os: desde <strong>el</strong> completosistema teórico-práctico de los jesuitas hasta la fina y ordenada propuesta comeniana.Uno y otro han de tomarse como paradigmas que simplificadamente representantradiciones pedagógicas de prolongada presencia en la historia de la escolarización<strong>sobre</strong> su <strong>al</strong>tiva cabeza, <strong>el</strong> duro yugo que la natur<strong>al</strong>eza impone <strong>al</strong> <strong>hombre</strong>, <strong>el</strong> pesado yugo de la necesidad,bajo <strong>el</strong> cu<strong>al</strong> es necesario que acabe plegándose todo ser; que él vea esta necesidad en las cosas y , nuncaen <strong>el</strong> capricho de los <strong>hombre</strong>s; Que <strong>el</strong> freno que le retiene sea la fuerza y no la autoridad. En <strong>el</strong> caso enque deba abstenerse, no le prohibáis; impedidle que lo haga, sin explicaciones, sin razonamientos.»(Rousseau, 1988, 98). <strong>La</strong> estrategia educativa consiste en natur<strong>al</strong>izar de t<strong>al</strong> forma <strong>el</strong> dominio d<strong>el</strong> educadorque se vea en él una fuerza de la natur<strong>al</strong>eza, suprahumana, incontestable, ajena a su voluntad (y capricho).Así <strong>el</strong> niño se someterá <strong>al</strong> maestro como a un ciclón, <strong>al</strong> dolor o a la necesidad de comer, sin percibir <strong>el</strong>ejercicio de la coerción como una operación pedagógica, sin ver que es objeto de educación, en suma.15Estas ideas se pueden ver ampliamente desarrolladas en Kant, M. (1911): “Sobre pedagogía”, enLuzuriaga, L.: Kant, Pest<strong>al</strong>ozzi y Goethe, Dani<strong>el</strong> Jorro Editor, Madrid. Por cierto que Kant, en estaspáginas, se introduce en <strong>el</strong> contradictorio binomio represión-libertad, educación natur<strong>al</strong> / dominio de lanatur<strong>al</strong>eza empantanándose en la ambigüedad y los inevitables monstruos de la razón. A veces proponeprácticas educativas espartanas y otras claramente roussonianas. <strong>La</strong> ambiv<strong>al</strong>encia lereniana de reprimir yliberar puede entreverse en <strong>el</strong> conjunto de este ensayo de Kant, y concretamente la pág. 23: «<strong>La</strong> únicacausa d<strong>el</strong> m<strong>al</strong> es <strong>el</strong> no someter la Natur<strong>al</strong>eza á reglas. En los <strong>hombre</strong>s solo hay gérmenes para <strong>el</strong> bien».


15institucion<strong>al</strong>. Son los polos más visibles de un arco que, a lo largo de los modos deeducación en <strong>el</strong> capit<strong>al</strong>ismo, tensa la di<strong>al</strong>éctica entre la “escu<strong>el</strong>a tradicion<strong>al</strong>” y la“escu<strong>el</strong>a renovada”. <strong>La</strong>s diferencias entre mod<strong>el</strong>os pedagógicos, ya dependen, siguiendoun esquema marxista-lereniano, de la materia prima (de los sujetos educables, o mejordicho, la percepción de los mismos y, por tanto, de su identidad soci<strong>al</strong>) y d<strong>el</strong> producto aobtener (<strong>el</strong> ide<strong>al</strong> de formación que se busca). <strong>La</strong>s continuidades y —<strong>sobre</strong> todo— loscambios en esa triada de <strong>el</strong>ementos se producen <strong>al</strong> compás de las transformacioneseconómicas, políticas soci<strong>al</strong>es y cultur<strong>al</strong>es en <strong>el</strong> capit<strong>al</strong>ismo. Son vías de entrada paraentender históricamente la educación. Estos y otros equipajes teóricos nos ayudan amontar la estructura de categorías heurísticas como los modos de educación y loscomplejos periodos de transición entre los mismos 16 . Pero ese es asunto que supera loslímites de estos apuntes.16 Los modos de educación son un constructo de periodización histórica r<strong>el</strong>acionado con <strong>el</strong> desarrollo d<strong>el</strong>capit<strong>al</strong>ismo, con las formas <strong>disciplina</strong>rias de dominación y producción de subjetividades y las técnicas deproducción y distribución d<strong>el</strong> conocimiento. Una visión gener<strong>al</strong> <strong>sobre</strong> este asunto puede verse —ya se hadicho— en R. Cuesta (2005). En las investigaciones de J. Mainer (2007) y de J. Mateos (2008) se hausado (y adaptado) la categoría de modos de educación con <strong>el</strong> propósito de indagar problemasespecíficos.


16BIBLIOGRAFÍA CITADAAriès, Philippe (1993): Para una historia de la vida privada. En D<strong>el</strong> renacimiento a lailustración. Historia de la vida privada, Tomo III. Círculo de Lectores, pp. 7-19.Bowen, James (1979): Historia de la educación occident<strong>al</strong>, Tomo II. <strong>La</strong> civilización deEuropa. Herder, Barc<strong>el</strong>ona.Comenio, Juan Amós (1922): Didáctica Magna. Reus, Madrid.Comenius, J A (1999): Orbis Sensu<strong>al</strong>ium Pictus. (Copia digit<strong>al</strong>izada de la 2ª edición deNüremberg de 1660). Pedagogic<strong>al</strong> Museum of J.A. Comenius, Prague /Albertina icome Praha s.r.o., Praga.Cuesta, Raimundo (1997): Sociogénesis de una <strong>disciplina</strong> escolar: la Historia.Pomares-Corredor, Barc<strong>el</strong>ona.Cuesta, Raimundo (2005): F<strong>el</strong>ices y escolarizados. Crítica de la educación en la era d<strong>el</strong>capit<strong>al</strong>ismo. Octaedro, Barc<strong>el</strong>ona.Lerena, Carlos (1983): Reprimir y liberar. Crítica sociológica de la educación y de lacultura contemporáneas. Ak<strong>al</strong>, Madrid.Lerena, Carlos (1986): Escu<strong>el</strong>a, ideología y clases soci<strong>al</strong>es en España. Ari<strong>el</strong>,Barc<strong>el</strong>ona.Mainer, Juan (2007): Sociogénesis de la didáctica de las Ciencias Soci<strong>al</strong>es: tradicióndiscursiva y campo profesion<strong>al</strong>. Tesis de doctorado dirigida por A. Viñao y R.Cuesta. Departamento de Historia Moderna y Contemporánea, Universidad deZaragoza, Zaragoza.Mateos, Julio (2008): <strong>La</strong> construcción d<strong>el</strong> código pedagógico d<strong>el</strong> entorno. Gene<strong>al</strong>ogíade un saber escolar. Tesis de doctorado dirigida por J. Mª. Hernández.Departamento de Teoría e Historia de la Educación, Universidad de S<strong>al</strong>amanca,S<strong>al</strong>amanca.Pit, Klaas y Stilma, Bert (1992): Vier eeuwen Comenius. Comenius College, Hilversum.Rousseau, J. J. (1988): Emilio o de la educación. Edaf, Madrid.Torres Villarro<strong>el</strong>, Diego de (1948): Vida. Austr<strong>al</strong>, Buenos Aires.Var<strong>el</strong>a, Julia (1983): Modos de educación en la España de la Contrarreforma. <strong>La</strong>Piqueta, Madrid.Viñao, Antonio (1990): Innovación pedagógica y racion<strong>al</strong>idad científica. <strong>La</strong> escu<strong>el</strong>agraduada pública en España (1898-1936). Ak<strong>al</strong>, Madrid.


17Viñao, Antonio (2001): Escu<strong>el</strong>a graduada y exámenes de promoción: ¿necesidadendógena o imposición exógena? En <strong>La</strong> acreditación de saberes y competencias.Perspectiva histórica. (Actas d<strong>el</strong> XI Coloquio Nacion<strong>al</strong> de Historia de laEducación). Universidad de Oviedo / SEDHE, Oviedo, pp. 537-551.Viñao, Antonio (2001): <strong>La</strong> escu<strong>el</strong>a graduada. Una nueva organización escolar ypedagógica. En P. d. Álvarez (ed.), Cien años de educación en España. En tornoa la creación d<strong>el</strong> Ministerio de Instrucción Pública y B<strong>el</strong>las Artes. FundaciónBBVA / Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, Madrid, pp. 363-388.Vives, Juan Luis (1943): Diálogos. Austr<strong>al</strong>, Buenos Aires.

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