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Vísteme como madre, llámame padre: la necesaria ... - Iglesia Viva

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SIGNOS DE LOS TIEMPOSLisa Isherwoodni que tampoco pudiéramos formar partedel círculo de personas permitidas en <strong>la</strong>zona que quedaba justo frente a mí y queera dominio exclusivo de los hombres.Todo esto tenía que ser mucho más queuna obviedad teológica. Ahí había algomás, profundamente inscrito en <strong>la</strong> culturay en los cuerpos, algo que iba mucho másallá de una cuestión de representaciónde <strong>la</strong> igualdad de los derechos.La cuestión pedía c<strong>la</strong>ramente un accesoa un nivel más profundo y me p<strong>la</strong>nteabapreguntas sobre <strong>la</strong> fijación del género,<strong>como</strong> pi<strong>la</strong>r de todo lo que hay en <strong>la</strong> teologíay en <strong>la</strong> cultura. No es nuevo advertiry reiterar que el modo en que los cuerposde <strong>la</strong>s mujeres y los roles de génerohan sido considerados por <strong>la</strong> <strong>Iglesia</strong> y <strong>la</strong>teología tradicional ha tenido <strong>como</strong> consecuenciael que a <strong>la</strong>s mujeres se noshaya negado el acceso creativo o positivoal orden simbólico, pues el<strong>la</strong>s son <strong>la</strong>sviles, <strong>la</strong>s que deben ser rechazadas a finde que <strong>la</strong>s esferas simbólica y políticapuedan funcionar. Puede que ésta no seauna teoría nueva, pero aquí, en <strong>la</strong> p<strong>la</strong>zade San Pedro, a pocos metros de distanciadel Papa y de sus hombres, vi c<strong>la</strong>ramente<strong>la</strong> puesta en escena de esta teoríay sentí <strong>la</strong> profundidad de esta negación.¿Qué es lo que está en juego aquí?Negación simbólicade <strong>la</strong> carne y <strong>la</strong> sangrePara entender este despliegue simbólicode <strong>la</strong> masculinidad y <strong>la</strong> intimidad quese percibe entre los curas y <strong>la</strong> deidad masculina,una posibilidad es prestar atencióna Lacan, Butler, Braidotti o Goldenberg ya sus indagaciones sobre el género, <strong>la</strong>sexualidad y el poder. ¡A Jacques Lacan,<strong>como</strong> sabemos, podríamos l<strong>la</strong>marlo el<strong>padre</strong> del falo! Para él, el orden simbólicoes lo que nos define <strong>como</strong> personas corporales.Siguiendo a Freud, Lacan hace muydifícil que <strong>la</strong>s mujeres encontremos unlugar, sea el que sea, en este orden de los<strong>padre</strong>s. Para Lacan, <strong>la</strong> adquisición del lenguajees muy importante e incluso esto esdiferente para chicos y chicas, ya que <strong>la</strong>schicas no hab<strong>la</strong>n el lenguaje del <strong>padre</strong>,que es <strong>la</strong> moneda dominante. Así pues, <strong>la</strong>sdiferencias de género/sexo son el centrodel orden simbólico, donde el falo reinatodopoderoso <strong>como</strong> principio estructurador.Esto, por supuesto, proviene de unaaceptación sumamente acrítica de <strong>la</strong>noción freudiana del complejo de Edipo,pero también tiene raíces mucho más antiguasen nuestra herencia cultural.Algunos dirían que fue en el mismísimore<strong>la</strong>to del Jardín de Edén, cuando <strong>la</strong> diferenciaciónde los sexos y <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción a losimbólico se mencionaron por primeravez. Estos cuentos que nos contamoscrean un mundo en el que nosotras, <strong>la</strong>smujeres, y, por supuesto, nuestros cuerpossiempre están ausentes. De hecho,Lacan hab<strong>la</strong> de <strong>la</strong>s mujeres <strong>como</strong> ausenciasque deben ser llenadas con el falo 3 .No hay posibilidad de resolver estasituación dentro del orden simbólico yLacan urge a <strong>la</strong>s mujeres a encontrar unmodo de proceder propio, más allá delfalo. Esto se podría conseguir a través delp<strong>la</strong>cer sexual femenino (jouissance), peroes improbable que se alcance porque estámás allá del falo y por lo tanto, más alládel lenguaje y del significado mismo.De este modo, no puede haber subjetividady <strong>la</strong>s mujeres y sus cuerpos solopueden encontrar un significado a travésdel cuerpo masculino y de <strong>la</strong> simbólicamasculina. Esta situación impregna completamenteuna cultura en <strong>la</strong> cual <strong>la</strong>s mujeresestamos constantemente fuera, sin unlenguaje que podamos l<strong>la</strong>mar propio.Así pues, nuestros cuerpos no tienenninguna esperanza de tener voz en losdiscursos que se urden sobre ellos. Iriga-3 Mitchell, Juliet y Jacqueline Rose (eds.). FeminineSexuality: Jacques Lacan and the écolefreudienne, Macmil<strong>la</strong>n, Houndsmills 1982.iviva.org[252] 101


SIGNOS DE LOS TIEMPOSLisa Isherwoodlugar en particu<strong>la</strong>r y comprometerse enuna política de posicionamiento 9 . Se tratade encontrar nuevas formas de ser, pensandoa través del cuerpo. El nomadismodel cual hab<strong>la</strong> Braidotti quizás permita a<strong>la</strong>s teólogas recoger el concepto de loscristianos <strong>como</strong> pueblo resucitado yperegrino.Si tomáramos en serio <strong>la</strong> posibilidadde modificar y de movernos dentro de <strong>la</strong>sidentidades de género y sexo, estopodría liberarnos de <strong>la</strong>s repeticionesopresivas impuestas por <strong>la</strong> religión, <strong>la</strong>política, <strong>la</strong> economía y <strong>la</strong> cultura. Quizá sisubrayamos que <strong>la</strong>s categorías litúrgicas,doctrinales y religiosas están basadas enel género, podemos empezar a seña<strong>la</strong>rsu locura y su naturaleza restrictiva (noredimida).Comenzaríamos entonces a encarnaruna diversidad más amplia de <strong>la</strong> humanidadde <strong>la</strong> que en estos momentos sugiere<strong>la</strong> <strong>Iglesia</strong> y entenderíamos <strong>la</strong> fórmu<strong>la</strong>bautismal de Gá<strong>la</strong>tas: “en Cristo ya nohay hombre ni mujer”, <strong>como</strong> una posturapolítica cristiana positiva.No es de extrañar que, en lugar de aP<strong>la</strong>tón y Aristóteles, se recurra a filósofastales <strong>como</strong> Butler o Braidotti en <strong>la</strong>s investigacionesde género y en teología y quea menudo se cite este espacio abierto,esta inclusión de posibilidades infinitas,<strong>como</strong> una debilidad de <strong>la</strong> disciplina.Obviamente, algo tendremos que fijar siqueremos tener una disciplina que sere<strong>la</strong>cione con algo, sea lo que sea.Pero, ¿acaso no han sido <strong>la</strong>s definicionessimples <strong>la</strong>s que nos han llevado, siglotras siglo, a <strong>la</strong>s exclusiones? Butler esprovocativa cuando de c<strong>la</strong> ra que <strong>la</strong> multiplicidadno es lo que hace que <strong>la</strong> capacidadagente se torne imposible, sino que<strong>la</strong> multiplicidad es <strong>la</strong> misma naturaleza de<strong>la</strong> capacidad agente, siendo precisamente<strong>la</strong> condición en <strong>la</strong> cual esta capacidadflorece. Es más, Butler sugiere que es en9 Ibíd., p. 73.el temor a <strong>la</strong>s cuestiones p<strong>la</strong>nteadas por<strong>la</strong> multiplicidad donde encontramos <strong>la</strong>creación de una retórica moral <strong>como</strong>defensa de <strong>la</strong> política 10 . Butler ilustra suargumento fijándose en cómo <strong>la</strong> <strong>Iglesia</strong>católica trata los temas de diferencia degénero y de sexo.La curia ha pedido a <strong>la</strong>s Naciones Unidasque elimine el lenguaje de género detodas sus p<strong>la</strong>taformas que tengan quever con el estatus de <strong>la</strong>s mujeres. Ellosinsistieron en volver a <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra “sexo” ysu retórica intentó vincu<strong>la</strong>r el sexo demanera inape<strong>la</strong>ble con lo maternal y lofemenino, reflejando así “<strong>la</strong> bondad naturaldel orden divino de <strong>la</strong>s cosas”, tal<strong>como</strong> ellos lo conciben. Consideran quedeberíamos volver a un conjunto de categoríasmás fácilmente definidas y que <strong>la</strong>categoría sexo resulta más c<strong>la</strong>ra. Sinembargo, <strong>la</strong> noción resba<strong>la</strong>diza de génerop<strong>la</strong>ntea más cuestiones y evidenciauna mayor diversidad humana de lo quelo hace el instrumento contundente de <strong>la</strong>división exclusiva por sexos.Para los observadores de <strong>la</strong>s maniobrasvaticanas ante <strong>la</strong>s Naciones Unidas,<strong>la</strong> agenda estaba c<strong>la</strong>rísima. Se trataba deun intento por revertir muchos de loslogros que <strong>la</strong>s mujeres habíamos conseguidoen torno a los Derechos Humanos.Su propuesta era una definición estrechaque, de nuevo, pudiera ser puesta al serviciode <strong>la</strong> contención y el control.Butler lo explica del siguiente modo,“el Vaticano teme <strong>la</strong> separación entresexualidad y sexo, porque eso introduceuna noción de práctica sexual que noestá ligada a los fines procreadores,supuestamente naturales” 11 . Así, no essorprendente para Butler que el Vaticanoconsidere <strong>la</strong> inclusión de los derechos de<strong>la</strong>s lesbianas en <strong>la</strong> legis<strong>la</strong>ción de <strong>la</strong>s10 Judith Butler. Undoing Gender, Routledge, London2004, p. 180. Traducción en castel<strong>la</strong>no: Deshacerel género, Paidós, Barcelona 2006.11 Ibíd., p. 184.iviva.org[252] 103


SIGNOS DE LOS TIEMPOS<strong>Vísteme</strong> <strong>como</strong> <strong>madre</strong>, <strong>llámame</strong> <strong>padre</strong>:<strong>la</strong> <strong>necesaria</strong> invisibilidadde <strong>la</strong> mujer dentro de <strong>la</strong> <strong>Iglesia</strong>Naciones Unidas <strong>como</strong> algo “anti-humano”.Dada su concepción de <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ciónentre sexo y ser humano, se comprendeque hagan tal afirmación, ya que <strong>la</strong> inclusiónde <strong>la</strong>s lesbianas en el reino de louniversal significaría extender los límitesde lo que, de momento, se define convencionalmente<strong>como</strong> humano. Estosupondría hacer de <strong>la</strong>s “mujeres” unacategoría demasiado amplia para que <strong>la</strong>teología tradicional pudiera con ello, yaque <strong>la</strong> teología masculina requiere categoríasestrechas y no ambiguas sobre <strong>la</strong>scuales ejercer su poder. Butler nos recuerdaque el cuerpo es el lugar en el cual ellenguaje se tambalea 12 , puesto que lossignificantes del cuerpo permanecen engran parte inconscientes; esto en símismo es ya un lenguaje, pero un lenguajeen proceso que se expresa en muchaslenguas.Una exclusión profundaIncluso si desafiamos a Lacan a partirde <strong>la</strong>s intuiciones de Braidotti y Butler,sigue en pie una pregunta persistentere<strong>la</strong>cionada con <strong>la</strong> demostración depoder que presencié en San Pedro aqueldía, y ésta es: ¿por qué vestir <strong>como</strong> mujeresy reivindicar a <strong>la</strong> vez el poder simbólicodel falo? Soy consciente de que estapregunta no perturbaría a Butler en lomás mínimo, puesto que para el<strong>la</strong> elgénero no es algo fijado, pero yo consideroque no debe obviarse. Parece que,al formu<strong>la</strong>r<strong>la</strong>, me tras<strong>la</strong>do desde el ámbitode <strong>la</strong> filosofía <strong>como</strong> socia de <strong>la</strong> teologíahacia el ámbito del psicoanálisis,porque con tal exhibición de poder fálicomasculino hubiera esperado ver a loscuras, obispos, cardenales y al mismísimoPapa, vestidos de cuero y no de seda yencaje. Así que, ¿qué está pasando aeste nivel profundo?12 Ibíd., p. 198.Tal <strong>como</strong> Gloria Steinem nos recuerdaen el prefacio de los Monólogos de <strong>la</strong>Vagina, el diseño tradicional de <strong>la</strong>s iglesiasse parece al cuerpo de una mujer. Deesta manera, <strong>la</strong> iglesia se apropia a <strong>la</strong>vista de todos del mismo cuerpo de hembraque ha sido cuidadosamente escondidoa <strong>la</strong> mirada durante el rito religioso.Steinem afirma:“Así, hay una entrada exterior y otrainterna, <strong>la</strong>bios mayores y <strong>la</strong>bios menores;un pasillo central vaginal hacia e<strong>la</strong>ltar, dos estructuras con forma ováricaen cada uno de los <strong>la</strong>dos y en el centrosagrado, <strong>la</strong> matriz-altar donde el mi<strong>la</strong>grotiene lugar – donde los hombres dana luz –” 13 .Me gustaría añadir que en <strong>la</strong> tradiciónde <strong>la</strong> iglesia católica romana los varonesdan a luz, alimentan y lo hacen en compañíade otros varones que son los únicosque tienen <strong>la</strong> habilidad de manejar todoesto que nace. Esta es <strong>la</strong> “farsa divina”de lque nos hab<strong>la</strong> Naomi Goldenberg. Setrata de <strong>la</strong> representación religiosa de <strong>la</strong>virilidad <strong>como</strong> si fuera una reve<strong>la</strong>ción de<strong>la</strong> misma esencia divina. Esta puesta enescena requiere que toda <strong>la</strong> experienciahumana sea apropiada y transformada enuna manifestación divina/masculina.Goldenberg afirma que una parteimportante de <strong>la</strong> simbólica religiosa occidentalradica en el hecho de que éstapermite a los hombres disfrazarse demujeres. Haciéndolo de este modo, losvarones pueden afirmar que lo femeninoestá presente en sus tradiciones. Pero,¿cómo ocurrió tal inversión, tal parodia,tal exclusión de <strong>la</strong> hembra y de su carne?Para responder a esta pregunta Goldenbergcree que tenemos que fijarnos en eldesarrollo infantil y encuentra una posi-13 Eve Ensler. The Vagina Monologues, WilliamHeinneman, London 2004, pp. xxxv. Traduccióncastel<strong>la</strong>na: Monólogos de <strong>la</strong> Vagina, P<strong>la</strong>neta,Barcelona 2003.104 [252] iviva.org


SIGNOS DE LOS TIEMPOSLisa Isherwoodble respuesta o, al menos, una explicación,en <strong>la</strong> teoría de <strong>la</strong> construcción delgénero de Chodorow 14 .Para Chodorow, cualquier estructurasocial que aparece <strong>como</strong> universal, necesitaser cuestionada y debe tener encuenta <strong>la</strong> maleabilidad social de los factoresbiológicos. La naturaleza rígida delgénero en muchas instituciones sociales,incluyendo <strong>la</strong>s iglesias cristianas, debeser cuestionada.Para Chodorow, <strong>la</strong> insistencia sobre <strong>la</strong>complementariedad dentro de <strong>la</strong> doctrinacristiana, nos llevaría a establecerpatrones de identificación en hombres ymujeres desde los primeros años. Dadoque <strong>la</strong>s <strong>madre</strong>s son <strong>la</strong>s primeras y principalescuidadoras, <strong>la</strong>s niñas no tienen quealejarse de el<strong>la</strong>s para acceder a una vidaadulta en <strong>la</strong> cuál se asume que el<strong>la</strong>s serántambién, a su vez, <strong>la</strong>s cuidadoras principales,normalmente <strong>como</strong> <strong>madre</strong>s, perono siempre, pues hay un montón de rolesestablecidos para que <strong>la</strong>s mujeres seentreguen a los otros a través de los cuidados.Entonces a <strong>la</strong>s chicas jamás se <strong>la</strong>sanima a trazar una línea rígida entre sus<strong>madre</strong>s y el<strong>la</strong>s mismas.La situación no es exactamente igualpara los chicos, que tienen que actuar<strong>como</strong> hombres mientras reciben sus cuidadosen el mundo femenino. Dado que<strong>la</strong> masculinidad se supone que se encuentralejos del hogar y lejos de <strong>la</strong> cuidadoraprincipal, los chicos perciben <strong>la</strong> masculinidad<strong>como</strong> algo que no tiene nada quever con <strong>la</strong> <strong>madre</strong> y, por lo tanto, en unprimer momento <strong>la</strong> definen negativamenteen re<strong>la</strong>ción con <strong>la</strong>s mujeres.Así que el chico tiene un problema deentrada, pues tiene poco acceso a <strong>la</strong>masculinidad <strong>como</strong> modelo, pero almismo tiempo, en <strong>la</strong> sociedad ésta semantiene <strong>como</strong> superior a <strong>la</strong> feminidad.14 Nancy Chodorow. The Reproduction of Mothering:Psychoanalysis and the Sociology of Gender,University of California Press, Berkeley 1978.El chico, pues, se ve obligado a eliminarcualquier aspecto femenino, tanto en suinterior <strong>como</strong> en su exterior. Sin embargo,esto no es un asunto fácil y crea tantatensión y tanto miedo que se presta aque el chico llegue a despreciar a <strong>la</strong>smujeres.Esto comporta sentimientos de pérdidae inseguridad para el varón dado quesu mundo exterior está dominado por <strong>la</strong>figura femenina que es su principal cuidadoray le aporta seguridad emocional yconfort físico. A <strong>la</strong> par que reprime susaspectos femeninos, el varón se da cuentatambién de que su dependencia de <strong>la</strong>smujeres es intensa y esto puede llevarle amenospreciar <strong>la</strong>s cualidades femeninas, a<strong>la</strong> vez que a <strong>la</strong>s propias mujeres. Para él,su vida física depende de una mujer y, sinembargo, su masculinidad estriba en sercapaz de expulsar <strong>la</strong> feminidad de su interior.Esta batal<strong>la</strong> interna se proyecta en <strong>la</strong>sociedad y convierte en un tema de extremaimportancia psíquica el hecho de quealgunas actividades sean definidas <strong>como</strong>masculinas y otras <strong>como</strong> femeninas; estomismo podemos observarlo también en <strong>la</strong>religión.Chodorow, sin estar particu<strong>la</strong>rmenteinteresada en <strong>la</strong> religión, ha destacado elhecho de que <strong>la</strong>s creencias popu<strong>la</strong>res, lospoemas, <strong>la</strong>s leyendas y <strong>la</strong>s religiones sehan desarrol<strong>la</strong>do a fin de permitir al varónsuperar su miedo a <strong>la</strong>s mujeres y distanciarsede el<strong>la</strong>s, sin renunciar completamentea el<strong>la</strong>s. De esta forma, los varonesdefienden su miedo gracias a <strong>la</strong> negaciónalcanzada a partir de <strong>la</strong> externalización y<strong>la</strong> objetivación de <strong>la</strong>s mujeres que, o bienacaban siendo <strong>la</strong> encarnación de todoaquello que es siniestro, o bien de cuantoes ridículo o inadecuado, e incluso detodo lo bello, santo e increíble.Todos ellos son modelos internos quepermiten al varón expulsar a <strong>la</strong>s mujeresreales de su mundo psíquico, de maneraiviva.org[252] 105


SIGNOS DE LOS TIEMPOSLisa IsherwoodLo que Goldenberg nos ofrece es unavía para comprender <strong>la</strong> afirmación deLacan de que el símbolo fálico es “eltodo” y que <strong>la</strong>s mujeres somos poco másque un “espacio vacío”. Esta teólogasugiere que <strong>la</strong> envidia, vivida por los niñosy no-superada por los varones adultos, seencuentra en el núcleo del deseo de anu<strong>la</strong>r<strong>la</strong> existencia separada de <strong>la</strong>s mujeres yde emp<strong>la</strong>zar <strong>la</strong> creatividad y <strong>la</strong> capacidadde nutrir bajo control masculino.Goldenberg advierte también que <strong>la</strong>smujeres somos parte activa en esta farsa apesar de que el simbolismo que <strong>la</strong> sostienese apoya en el sentimiento de alienaciónmasculino. No cabe duda de que setrata de un universo simbólico enormementepernicioso para ambos sexos, perode forma particu<strong>la</strong>r lo es para <strong>la</strong>s mujeres.El daño que este universo simbólico yeste desp<strong>la</strong>zamiento originan a nivel profundoen <strong>la</strong>s mujeres está aun sin explorar,pero despierta ya múltiples interrogantesacerca del lugar propio de <strong>la</strong>s mujeres encualquier religión y, muy especialmente, en<strong>la</strong> <strong>Iglesia</strong> Católica Romana, donde tanto elsimbolismo <strong>como</strong> los actores reinscriben yrepresentan esta “farsa de lo divino” 17 .Quizás nosotras, <strong>la</strong>s mujeres, debamosrevisar a fondo nuestra pertenencia aestas puestas en escena que puedendañarnos pues, a pesar de que existenmujeres que crean rituales y ceremoniasalternativas, sigue siendo cierto que, entérminos eclesiales, lo que domina es <strong>la</strong>psique masculina alienada. También esverdad que somos suficientemente fuertes<strong>como</strong> para resistir los embates de <strong>la</strong>Curia eclesial para eliminar nuestra presenciay capacidad agente, pero, ¿somosbastante conscientes del daño interiorque nos causa <strong>la</strong> repetición de este ordensimbólico perjudicial, que afirmamos connuestros <strong>la</strong>bios y con nuestros corazonespermitiendo que se introduzca en lo másprofundo de nuestras psiques?17 Ibíd., p. 188.Existe un creciente corpus de estudiossobre el vínculo entre teología y trauma, yme parece que podemos afirmar que <strong>la</strong>smujeres hemos sido traumatizadas por <strong>la</strong>manera en que hemos sido desp<strong>la</strong>zadas yreemp<strong>la</strong>zadas en <strong>la</strong> religión.Asimismo se nos ha tergiversadohasta convertirnos en parodias de nosotrasmismas y, hasta el día de hoy, se nosexcluye de todas <strong>la</strong>s áreas en <strong>la</strong>s quenuestras voces podrían ser cruciales.Hasta que este trabajo de toma de concienciano se realice, me temo que <strong>la</strong>smujeres en <strong>la</strong> <strong>Iglesia</strong> continuaremossufriendo un trauma, que en muchoscasos se manifestará en nuestros cuerpos<strong>como</strong> enfermedad.Según Goldenberg, esta farsa ya nopuede tolerarse más. Las máscaras poco apoco van cayendo para mostrar a plena luzlos semb<strong>la</strong>ntes encarnados que nos reve<strong>la</strong>n<strong>la</strong>s posibilidades de un nuevo camino. Así,allí donde <strong>la</strong>s mujeres somos abocadas a<strong>la</strong>bismo de esta farsa, nos encontramosausentes a nosotras mismas y presentes encualquiera de <strong>la</strong>s múltiples variantes de <strong>la</strong>alienación. Para mí éste es un peligrocomún a todas <strong>la</strong>s mujeres que piden seradmitidas <strong>como</strong> actrices en esta farsa.En los lugares donde esto ocurre, senos exige que parodiemos nuestro “sermujer” y lo denigremos, de manera que,en vez de poner punto final a <strong>la</strong> farsa,corremos el peligro de perdernos a nosotrasmismas en el poder, <strong>la</strong> fuerza y <strong>la</strong>sraíces psicológicas de esta puesta enescena eclesial. Percibo <strong>como</strong> muy real elpeligro de que <strong>como</strong> mujeres envidiemosincluso el poder social y el prestigio que <strong>la</strong><strong>Iglesia</strong> parece ofrecer a los varones y, así,al formu<strong>la</strong>r alternativas, debemos ser muyconscientes de dos posibles trampas.La primera es desear poseer el podero el prestigio que además de no ser valoresevangélicos, no parecen ser muy saludablesdesde el punto de vista psíquico a<strong>la</strong> luz de lo examinado hasta ahora.iviva.org[252] 107


SIGNOS DE LOS TIEMPOS<strong>Vísteme</strong> <strong>como</strong> <strong>madre</strong>, <strong>llámame</strong> <strong>padre</strong>:<strong>la</strong> <strong>necesaria</strong> invisibilidadde <strong>la</strong> mujer dentro de <strong>la</strong> <strong>Iglesia</strong>La segunda trampa es también obvia:que nos acabemos definiendo a nosotrasmismas simplemente en oposición a loque ya existe. La psique femenina no essimplemente lo opuesto a <strong>la</strong> masculina:construir un nuevo sistema simbólico religiosobasado en opuestos sería igual depernicioso para <strong>la</strong>s mujeres. No estamosacostumbradas a oír nuestra propia voz ycuando ésta nos susurra o nos grita, tendemosa aceptar<strong>la</strong> únicamente si noshab<strong>la</strong> en un lenguaje familiar para nuestropsiquismo, ¡acostumbrado durante másde dos milenios a ponerse al servicio delvarón a fin de hacerle sentir mejor a él!Así, ¿qué lenguaje podemos crear enun universo simbólico en el que inclusonos han robado nuestro propio lenguaje?Foucault y Lacan se han enfrentado a <strong>la</strong>cuestión del poder y el conocimiento, profundizadosobre el acceso al orden simbólicomediante <strong>la</strong> adquisición del lenguaje.Para Foucault, el discurso es muchomás que lenguaje ya que, a causa de sumaterialidad, se encuentra <strong>necesaria</strong>menteinmerso en instituciones tantoculturales <strong>como</strong> sociales. Nuestra subjetividades, en consecuencia, indisociablede <strong>la</strong> praxis material de <strong>la</strong> vida cotidianaque actúa <strong>como</strong> normalizadora, reinscribiendoen nosotras <strong>la</strong> cultura que habitamos.Según Kristeva 18 , sin embargo, <strong>la</strong>smujeres tenemos una desventaja en elnivel psicolingüístico por haber sidoemp<strong>la</strong>zadas en <strong>la</strong>s mitologías religiosasdel <strong>la</strong>do de lo ab yecto y de lo radicalmenteexcluido que co<strong>la</strong>psa todo intentode significación. Así, ¿dónde podremos<strong>la</strong>s mujeres encontrarnos a nosotras mismas,si estamos excluidas del universosimbólico de <strong>la</strong> farsa de lo divino propiade <strong>la</strong> religión patriarcal?Según Irigaray 19 , este “encontrar <strong>la</strong>propia voz” y encontrarse a sí misma,puede empezar con el cuerpo, pueshal<strong>la</strong>mos un lenguaje cuando nuestros<strong>la</strong>bios genitales se unen y hab<strong>la</strong>n. Paraesta filósofa feminista, ésta es una manerade mostrar que lo que sabemos y loque debe ser expresado se encuentra en<strong>la</strong> profundidad de aquello que somos<strong>como</strong> mujeres y, a <strong>la</strong> vez, está literalmentepresente en todo lo que nos hacebiológicamente mujeres. Su argumentono es que este lenguaje propio estéconectado sólo con el sexo y <strong>la</strong> sexualidad,sino que es un lenguaje de lo divino,ya que para Irigaray el descubrimientodel lenguaje del cuerpo y el lenguaje delo divino son indisociables, están íntimamentere<strong>la</strong>cionados.No es casual entonces que los cuerposde <strong>la</strong>s mujeres hayan sido castigadosy excluidos por <strong>la</strong> religión, y que nuestrasvoces hayan sido silenciadas. Por ello, esurgente encontrar este nuevo lenguajesin el cual estamos condenadas a repetir<strong>la</strong>s viejas historias, al faltarnos <strong>la</strong> capacidadde pensar de modo distinto. La contribuciónde Irigaray a <strong>la</strong> filosofía religiosaes bien conocida: quizás lo más relevanteen re<strong>la</strong>ción a nuestro tema sea suinsistencia en que <strong>la</strong>s mujeres, a fin deempoderarnos, debemos encontrar unlugar en <strong>la</strong> cultura, una tradición propia.Para concluir y respondiendo a <strong>la</strong> preguntasobre cuál es <strong>la</strong> situación actual de<strong>la</strong>s mujeres en <strong>la</strong> <strong>Iglesia</strong>, mi opinión esque tenemos una necesidad imperiosade mantenernos a salvo del trauma infligidomediante <strong>la</strong> humil<strong>la</strong>ción de nuestroser hembra/feminidad; y <strong>la</strong> manera deconseguirlo parece ser a través de “<strong>la</strong>vuelta al hogar” que nos aconsejabaNelle Morton, para que podamos hacer18 Julia Kristeva. Powers of Horror: An essay inAbjection, Columbia University Press, New York1982. Traducción castel<strong>la</strong>na: Poderes de <strong>la</strong> perversión,Siglo XXI, México 2004.19 Luce Irigaray, Speculum of the Other Woman,New York, Cornell University Press, 1985. Traduccióncastel<strong>la</strong>na: Espéculo de otra mujer. Madrid,Akal, 2007.108 [252] iviva.org


SIGNOS DE LOS TIEMPOSLisa Isherwoodel viaje de vuelta a nuestros cuerpos, anuestra materialidad, tan denostada yparodiada en esta farsa que es <strong>la</strong> puestaen escena religiosa de <strong>la</strong> <strong>Iglesia</strong>.Hacer el viaje de vuelta a lo que hasido descrito <strong>como</strong> “espacio vacío” deacuerdo a <strong>la</strong>s necesidades derivadas de<strong>la</strong> ansiedad y los miedos masculinos, esen realidad <strong>la</strong> gloriosa encarnación delpoder y <strong>la</strong> divinidad femeninas. Este“espacio que asume plenamente lo corporal”es el lugar desde el cual <strong>la</strong>s mujerespodemos empezar a implicarnos profundamentecon lo divino, y precisamenteeste espacio es desde donde puedeemerger un hab<strong>la</strong> auténtica, un nuevolenguaje que exprese <strong>la</strong> diversidad de <strong>la</strong>materialidad de <strong>la</strong>s hembras reales, portadorasde <strong>la</strong> Divinidad encarnada. Es <strong>la</strong>presencia de esta materialidad, los cuerposde hembra que son previos y no hansido creados por el dogma, el discurso niel ritual de los machos, <strong>la</strong> que finalmenteforzará <strong>la</strong> farsa de lo divino a reve<strong>la</strong>rse<strong>como</strong> tal. En nuestro continuar estandopresentes, celebrando nuestros cuerposde hembra, nos mantenemos fieles alcristianismo <strong>como</strong> religión de <strong>la</strong> encarnacióny desenmascaramos a los varonesque, a causa de su miedo y su negación,desean seguir modelándonos, deformándonosy en último término invisibilizándonosante nuestros propios ojos y ante losojos del mundo.Deseo concluir mi artículo con <strong>la</strong>spa<strong>la</strong>bras de una poeta que, en mi opinión,resume el lugar que <strong>la</strong>s mujeresdeberíamos ocupar hoy en <strong>la</strong> iglesia católicaromana, y que sirve de respuesta a <strong>la</strong>creciente marginalización sufrida.Digo “deberíamos ocupar” porque nosoy de <strong>la</strong>s que creen que lo que debemoshacer es abandonar <strong>la</strong> <strong>Iglesia</strong>, puesto queesto equivaldría a dejar el valioso espaciode <strong>la</strong> historia compartida en manos devarones que siguen parodiando a <strong>la</strong>smujeres.Debemos, por el contrario, erguirnosen nuestros cuerpos de hembra encarnaday crear una teología, desarrol<strong>la</strong>r unaliturgia y dar a luz juntas unas re<strong>la</strong>cionescon <strong>la</strong> divinidad más reales e inclusivas,también a nivel humano.So<strong>la</strong>mente los cuerpos reales de <strong>la</strong>smujeres haciendo todo lo que hacemos,tienen el poder de desenmascarar <strong>la</strong>farsa de lo divino y de crear el espacionecesario para una mayor manifestaciónde lo divino encarnado.La poeta Robin Morgan hace un l<strong>la</strong>mamientoa <strong>la</strong>s mujeres a nutrir y empoderarel amor. Morgan considera que es elcuerpo de <strong>la</strong>s mujeres y <strong>la</strong> mujer en símisma quien hace posible este empoderamientoy considera que esta afirmacióndel cuerpo de hembra es “sacramental”.En su poema La Señora de <strong>la</strong>s Bestiasnos ofrece una celebración eucarísticadel cuerpo de <strong>la</strong>s <strong>madre</strong>s <strong>como</strong> el verdaderopan y vino, <strong>como</strong> lo que capacita ennosotras lo divino encarnado.Las pa<strong>la</strong>bras de Morgan, que reproducimosa continuación, resuenan <strong>como</strong><strong>la</strong> inversión de <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras de Jesús en elevangelio según san Lucas mencionadasmás arriba en este artículo:iviva.org[252] 109


SIGNOS DE LOS TIEMPOS<strong>Vísteme</strong> <strong>como</strong> <strong>madre</strong>, <strong>llámame</strong> <strong>padre</strong>:<strong>la</strong> <strong>necesaria</strong> invisibilidadde <strong>la</strong> mujer dentro de <strong>la</strong> <strong>Iglesia</strong>Blessed be my brainThat I may conceive my own powerBlessed be my breastThat I may give sustenance to thoseI loveBlessed be my wombThat I may create what I choose tocreateBlessed be my kneesThat I may bend and not breakBlessed be my feetThat I may walk in the path of myhighest will. 2020 Robin Morgan, Lady of the Beasts, New York,Random House, 1976, pp. 87-88.Bendito sea mi cerebroQue pueda yo concebir mi propiopoderBendito sea mi pechoQue pueda yo nutrir a los queamoBendita sea mi matrizQue pueda yo crear aquello queelijaBenditas sean mis rodil<strong>la</strong>sQue me pueda dob<strong>la</strong>r sin rompermeBenditos sean mis piesQue pueda yo andar el caminode mi voluntad más alta.110 [252] iviva.org

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