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Violencia y castigo desde una perspectiva integral - BVSDE

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137NUEVA SOCIEDAD 208<strong>Violencia</strong> y <strong>castigo</strong> <strong>desde</strong> <strong>una</strong> <strong>perspectiva</strong> <strong>integral</strong>limitará su capacidad de enfrentar el crecimientode la violencia y la criminalidad. Desjudicializarlos conflictos, e incluso ciertos episodiosde violencia, es lo que permite que el PoderJudicial constituya un instrumento eficaz de<strong>una</strong> política de Estado en materia de convivenciapacífica.Otro tanto puede decirse en materia penal. Latendencia a etiquetar como delito los conflictosy los actos menos graves de violencia conDesjudicializar losconflictos, e inclusociertos episodiosde violencia, es lo quepermite que el PoderJudicial constituyaun instrumento eficazde <strong>una</strong> política deEstado en materiade convivencia pacíficala esperanza de evitar que esos hechos escalen a un nivel superior significa convertira la penalización en un instrumento sin peso. Como afirma el Instituto Latinoamericanode las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y el Tratamientodel Delincuente (Ilanud), la penalización debe usarse discretamente si sequiere que sea eficaz.Este razonamiento se hace más complejo al examinar los sistemas penitenciarios.Existe ya evidencia suficiente de que la superpoblación en las cárcelesha sido el efecto más inmediato del aumento de la violencia. Esta superpoblaciónha agudizado dramáticamente las condiciones infrahumanasen que se encuentran los prisioneros latinoamericanos. En esas circunstancias,los países no tienen más remedio que aumentar la capacidad del sistemapenitenciario, como ha hecho recientemente Costa Rica, para evitarel riesgo de estallidos sangrientos. Y todo esto sin que nadie se haga ilusiones,al menos en el mediano plazo, de la capacidad regenerativa real delas cárceles, que seguirán siendo, en general, verdaderas universida<strong>desde</strong>l delito.Esto no implica postular el abandono de los sistemas penitenciarios. Peroes necesario reconocer que, en la actualidad, no se puede esperar muchomás de éstos que el cumplimiento de su función primaria de impedir quelas personas más violentas o los criminales más graves sigan dañando eltejido social.El problema también puede mirarse <strong>desde</strong> el ángulo opuesto: el daño colectivoque se produce cuando se extiende la percepción de impunidad respectode la violencia y el crimen. Esto puede llevarnos a la confusión cuando manejamosinformación estadística. Por ejemplo, Guatemala presentaba en2004 índices más bajos de judicialización y de superpoblación penitenciaria

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