leer sin cansar la vista. Estos consistían de un solovidrio, el cual se ajustaba con una serie de piolinespara leer con un solo ojo. Llegado el cansancio deeste, solo era cuestión de desatar nudos y volver aatarlos para pasar el vidrio al otro ojo.Aparte de las esperadas felicitaciones oficiales, lossucesivos gobiernos no demostraron mayor interés<strong>en</strong> mejorar las condiciones (edificio y equipami<strong>en</strong>to)de investigación de Leloir y sus colaboradores hastaque <strong>en</strong> 1980 el <strong>en</strong>tonces Int<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te de la Ciudad deBu<strong>en</strong>os Aires, donó a la Fundación un terr<strong>en</strong>omunicipal situado <strong>en</strong> el barrio porteño de ParqueC<strong>en</strong>t<strong>en</strong>ario y piloteó la recaudación de fondos paraconstruir un nuevo edificio, el primero que ocuparía elInstituto que hubiera sido diseñado con la expresafinalidad de ser un c<strong>en</strong>tro de investigación <strong>en</strong>Bioquímica. Los costos fueron cubiertosaproximadam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> partes iguales por donacionesprivadas y públicas y la mudanza al edificio de 7.000mts2 tuvo lugar <strong>en</strong> Diciembre de 1983. Leloir tuvo lasatisfacción de ocupar esta nueva sede por cuatroaños.¿Cómo era Leloir?Leloir era una persona sumam<strong>en</strong>te s<strong>en</strong>cilla <strong>en</strong> sumanera de ser y de interactuar con otras personas.Trataba a todos sus interlocutores, sin distinción desus niveles culturales o sociales, <strong>en</strong> formadesprovista de formalismos acartonados pero conrespeto y defer<strong>en</strong>cia. Era muy calmo, nuncamostraba <strong>en</strong>ojo pero se molestaba cuando algui<strong>en</strong>emitía <strong>en</strong> su pres<strong>en</strong>cia opiniones descorteses sobreterceros o t<strong>en</strong>ía actitudes poco educadas. Odiaba laost<strong>en</strong>tación y hoy lo podríamos calificar como de“bajo perfil”. Cosa rara <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina de su época,supo compartir la dirección del Instituto con suscolegas de manera a <strong>hacer</strong> s<strong>en</strong>tir a todos susintegrantes, incluso a los doctorandos, comointegrantes es<strong>en</strong>ciales de una gran empresa común.Se podría decir que era un tanto tímido, le costabahablar <strong>en</strong> público, incluso sobre temas ci<strong>en</strong>tíficos.Era bastante mal expositor y se lo veía sufrir cuandodebía dar una charla, incluso los seminarios internosdel Instituto. Creo que uno de sus mayores placeresera estar <strong>en</strong> el laboratorio trabajando con sus manos,cosa que hizo hasta muy poco antes de fallecer <strong>en</strong>Diciembre de 1987. El recibir el Premio Nobel, si bi<strong>en</strong>le produjo una alegría indudable, también le trajoalgo de preocupación, porque intuyó correctam<strong>en</strong>teque sus días de tranquilidad se habían terminado.T<strong>en</strong>ía, eso sí, un sutil y exquisito s<strong>en</strong>tido del humor,del tipo que podríamos calificar como británico, loque hacía un placer trabajar <strong>en</strong> su cercanía yapreciaba a los colaboradores que compartían estacaracterística. Nunca tuvo una oficina privada.Recibía a los visitantes y despachaba los asuntosburocráticos (cuando no t<strong>en</strong>ía más remedio) <strong>en</strong> elmismo laboratorio. El contraste de su personalidadcon la de Houssay fue <strong>en</strong> algunos aspectos muymarcado. Este último era un hombre con actuaciónpública notoria, visitante frecu<strong>en</strong>te de despachosministeriales y presid<strong>en</strong>ciales a fin de obt<strong>en</strong>erfinanciami<strong>en</strong>to para las instituciones promotoras de<strong>ci<strong>en</strong>cia</strong> (Asociación Arg<strong>en</strong>tina para el Progreso de lasCi<strong>en</strong>cias, Consejo Nacional de investigacionesCi<strong>en</strong>tíficas y Técnicas, etc.) que iniciaba y dirigía.Este contraste <strong>en</strong>tre ambas personalidades nodificultó, sin embargo, una larga y estrecha amistad<strong>en</strong>tre ambos, basada tanto <strong>en</strong> el respeto mutuo porsus respectivos logros ci<strong>en</strong>tíficos como <strong>en</strong> una visióncomún de lo que debe ser la educación superior y lainvestigación <strong>en</strong> un país moderno que desea llegar aun desarrollo pl<strong>en</strong>o. Leloir era sumam<strong>en</strong>te austero <strong>en</strong>el manejo de los fondos que le eran confiados parasu administración. Solía escribir los borradores desus trabajos ci<strong>en</strong>tíficos <strong>en</strong> medias hojas de papel yaimpresas de un lado y con lápiz para facilitar lascorrecciones con una goma. Esta austeridad <strong>en</strong> elmanejo de los fondos aj<strong>en</strong>os contrastaba con sug<strong>en</strong>erosidad cuando se trataba de los propios, yaque siempre donó su salario como profesoruniversitario al Instituto y mantuvo con su peculiopersonal gran parte de su biblioteca. Era muying<strong>en</strong>ioso manualm<strong>en</strong>te y muchas veces diseñaba yconstruía pequeños aparatos necesarios para eltrabajo del laboratorio. En <strong>ci<strong>en</strong>cia</strong> es común<strong>en</strong>contrar personalidades que podríamos calificar de“brillantes”, que luego de escuchar una confer<strong>en</strong>ciaci<strong>en</strong>tífica son capaces inmediatam<strong>en</strong>te de brindaruna o varias interpretaciones alternativas a la dadapor el expositor y de sugerir un sinnúmero de ideas yexperim<strong>en</strong>tos para seguir adelante. Este no era elcaso de Leloir. Luego de discutir los resultadosobt<strong>en</strong>idos <strong>en</strong> el laboratorio o de com<strong>en</strong>tar un trabajoaparecido <strong>en</strong> una revista, podrían pasar bi<strong>en</strong> uno odos días hasta que Leloir, con una frase o unapregunta nos sugiriese cómo seguir o nosdemostrase que lo que creíamos haber <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dido <strong>en</strong>realidad no había sido realm<strong>en</strong>te así. Creo que suproceder derivaba tal vez de su deseo de no of<strong>en</strong>dero intimidar a sus interlocutores o tal vez porqu<strong>en</strong>ecesitaba madurar sus ideas. Todo lo que tocó(oxidación de ácidos grasos, hipert<strong>en</strong>sión arterial,descubrimi<strong>en</strong>to y función de nucleótido azúcares,camino de formación de glicoproteínas) lo convirtió<strong>en</strong> oro. Una vez que abría un camino <strong>en</strong> Bioquímicadejaba que otros ll<strong>en</strong>aran los detalles del tema. Estosúltimos lo aburrían y lo alejaban de lo que para él eralo es<strong>en</strong>cial y realm<strong>en</strong>te importante, divertirsehaci<strong>en</strong>do <strong>ci<strong>en</strong>cia</strong>. En el Instituto decíamos que laPrimera Ley de Leloir era: número de tubos x ideas =constante. Esto quería decir que si t<strong>en</strong>íamos muchasy <strong>bu<strong>en</strong>a</strong>s ideas el número de tubos (esto es de6
<strong>en</strong>sayos) para obt<strong>en</strong>er bu<strong>en</strong>os resultados seríapequeño mi<strong>en</strong>tras que si las <strong>bu<strong>en</strong>a</strong>s ideasescaseaban, había que aum<strong>en</strong>tar el número de tubospara poder lograr algún resultado publicable. Erantradicionales los experim<strong>en</strong>tos de Leloir de solo dostubos, el <strong>en</strong>sayo y el control. No todos t<strong>en</strong>íamos esedon.Aquel que conozca la historia arg<strong>en</strong>tina, y no <strong>en</strong>traréaquí <strong>en</strong> detalles, se sorpr<strong>en</strong>derá de que se hayapodido <strong>hacer</strong> <strong>ci<strong>en</strong>cia</strong> y de la <strong>bu<strong>en</strong>a</strong> <strong>en</strong> medio de unasituación política extremadam<strong>en</strong>te inestable como lavivida por la Arg<strong>en</strong>tina desde principios de la décadadel 40 hasta 1984, con revoluciones, golpes deestado y gobiernos dictatoriales o fraudul<strong>en</strong>tos a laord<strong>en</strong> del día, con a m<strong>en</strong>udo nulo o azaroso apoyooficial a la actividad ci<strong>en</strong>tífica. Fue el profundo amorde Leloir por su país y los suyos lo que lo llevó arechazar t<strong>en</strong>tadoras ofertas de trasladarse a trabajar<strong>en</strong> el exterior y su inm<strong>en</strong>sa capacidad intelectual loque le permitió <strong>hacer</strong> <strong>ci<strong>en</strong>cia</strong> con escasos medios. Yfundam<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te que para él, el <strong>hacer</strong> <strong>ci<strong>en</strong>cia</strong> eraes<strong>en</strong>cialm<strong>en</strong>te una diversión.Unas palabras que escribió poco después de recibirel Premio Nobel ejemplifican su manera de <strong>en</strong>carar la<strong>ci<strong>en</strong>cia</strong>: “una cosa que yo siempre traté de evitar esel trabajar <strong>en</strong> temas que interesaran ya a muchosinvestigadores o que estuvies<strong>en</strong> de moda. Losinvestigadores jóv<strong>en</strong>es están muchas vecesfascinados por el desarrollo de los temas de moda ydecid<strong>en</strong> trabajar <strong>en</strong> ellos. Para el mom<strong>en</strong>to <strong>en</strong> quellegan a dominar dichos temas, puede ser que elglamour de ellos esté ya declinando, o lo que espeor, que estén sujetos a una compet<strong>en</strong>ciadespiadada. Recuerdo una situación similar cuando<strong>en</strong> mis años juv<strong>en</strong>iles jugaba al polo. Comoprincipiante, t<strong>en</strong>ia jugadores experim<strong>en</strong>tados que meaconsejaban. Una de las tácticas era no correr atrásde la bocha, porque cuando uno la alcanzaba erademasiado tarde. Un jugador experim<strong>en</strong>tado correhacia donde la bocha va a llegar. Hay una difer<strong>en</strong>ciapequeña de tiempo <strong>en</strong>tre ambos comportami<strong>en</strong>tos y<strong>en</strong> el deporte la estrategia se apr<strong>en</strong>de con laexperi<strong>en</strong>cia. En <strong>ci<strong>en</strong>cia</strong> supongo que la estrategia esseguir lo sugerido por los resultados experim<strong>en</strong>talesmás que por la literatura”.Armando J. Parodi, Ph. D.Fundación Instituto LeloirBu<strong>en</strong>os Aires, Arg<strong>en</strong>tinaaparodi@<strong>leloir</strong>.org.ar7