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“Mujeres que trabajan”. Nuevos y viejos mandatos ... - Hecho Histórico

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Esta trayectoria, explica, entonces, como a pesar de la baja en los indicadores detrabajo femenino, durante la década de 1920 se ampliaron las oportunidades de ingresode las mujeres al trabajo asalariado fuera del hogar. De este modo, el empleo femeninoabarcó una extensa variedad de actividades <strong>que</strong> se sumaron a las existentes en el períodoprevio (Lobato, 2007). La participación económica femenina en la ciudad de BuenosAires se mantuvo estable en la primera mitad del siglo XX; así en 1904 constituían el23,2%, en 1914 el 24,5% y el 28% en 1947 (Nari, 2004: 294). Esta estabilidadimplicaba, en realidad, un importante aumento de mujeres trabajadoras en términosabsolutos, dado el incremento de la población. Este crecimiento estuvo acompañado porla inserción de las mujeres en sectores, hasta entonces vedados. Desde fines del sigloXIX, se produjeron dos grandes procesos de transformación de la inserción femenina enel mercado de trabajo. En primer lugar, el aumento de mujeres obreras en el sectorindustrial; en segundo lugar, el crecimiento del empleo femenino, en el sectoradministrativo y de servicios, transformación desarrollada con más fuerza en la décadade 1920. La segmentación vigente en el mercado laboral permitió <strong>que</strong> las trabajadorascon mayor calificación se emplearan en el magisterio, en los servicios públicos o en elcomercio.La participación económica femenina se constituyó en un fenómeno económicodifícil de observar en las estadísticas del período. Diferentes factores incidieron en elsubregistro del trabajo femenino por medio de los instrumentos de medicióndisponibles: la división sexual del trabajo, los comportamientos laborales diferentesentre varones y mujeres, los prejuicios de quienes elaboraron los registros y la identidadsocial de las trabajadoras influyeron en la invisibilización (Nari, 2004:78). Esta ausenciaen las estadísticas se trasladó a los estudios históricos sobre la clase obrera, <strong>que</strong>ocultaron su presencia tanto en la fuerza de trabajo, como en los conflictos sindicales ypolíticos (D’Antonio y Acha, 2000).La incorporación gradual de las mujeres al mercado de trabajo produjo un fuerteimpacto en la condición femenina; así, el período de entreguerras fue desde todo puntode vista una larga transición en torno a la visión de género imperante. El nuevo modelo<strong>que</strong> se abrió paso, gracias a los cambios sociales y políticos, permitió reprimir menos alas mujeres (Barrancos, 1999). La demanda de inclusión política y social por parte delas mujeres más instruidas y por algunos varones <strong>que</strong> las apoyaron, generó un debate<strong>que</strong> involucró a las fuerzas políticas. El movimiento feminista y el socialismo impulsóla ley aprobada en 1926 <strong>que</strong> equiparó los derechos civiles de varones y mujeres. Sin

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