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- 52 -7apetecido reposo. Ah! esa bella resolucion habia de ser muipronto i repentinamente destruida.A la manana siguiente, Joaquin fu8 despertado por JnanTresdedos. Un grnpo compuesto de cuatro mineros, se adelantabna lo lttrgo de la ribera opuesta.-Si no no6 buscan a nosotros, dbjalos pasar, le dijo el IjefeI al mismo tiempo que hsblaba, dirijia una mirada a la riberrtpor 1111~ iendija de su tienda.-Ah! per0 no; por todos 10s santos.. . dijo inmediatamentecon una horribie espresion en la fisonomia. Pen, Juan. Depic Cardozo! Arribn Valeuznela! Segnidme.Despnes, sin escnchar 10s ruegos, sin prestar atencion Alas 1Agrim:rs de las mujeres, tom6 su rev6lrers i se lanz6 fuerade Is tienda, segnido de sns compaiieros.LOR viwjeros estaban y't a pocos metros de distancia, cami-neban con un paso tranqnilo, sin pensar en el menor peligro,cuando se dej6 oir nna cuadruple detonaciou, i tres de aque-110s mineros, condenados por Joaquin, cayeron muertos enmedio del camino. El cuarto, QUO solo habiarecibido una peqrienaherjda, se volvi6 para ver con que enemigoa tenia queInabdrselas.--Ah: candenado Yankee, grit6 el jefe, ;me reconoces ahora?Yo soi Joaquinl ... _...I haciendo fuego tres veces segaidas, di6 un grito pro!ongadode aleqria, viendo a1 americano caer mnerto a1 lado desus cornpsiieros.--3 uan, dijo ent6nces Joaquin. mostrando Bus cadriveres,ahnra no solo te doi permiso, sino qne te ordeno sati$facertodos 10s eanguinarios instintos de tu naturaleza. Puede serque algnno de esos hombres respire ann, yo te 10s entrego.A las primeras palabras del jefe, pe lanzd hiicia allii JuanTresdedos. Ya estaba en medio del rio, con el agua hasta lasespaldas i lnchando contra la corriente. En dos minntos 11eg6a la m8rLien opuesta, e inmediatamente se pus0 a la obra.Con cnbrita alegritt observo el iufernal bandido que doa deaqnellos infelices respiraban todavia, i que, aunque p ohnsofrir, no podian escapdrseles! Aturdido por sus gritos, i paracortar toda resistencia, el demonio, en unos pocos segundm.

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