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Daniel GolemanInteligencia Emocionalcual no sólo incluye todos los pormenores visuales, auditivos, olfativos y táctiles, sino también lasreacciones —miedo, rechazo, náusea— que le produjeron estas sensaciones. El objetivo que se persigueen esta fase consiste en llegar a traducir verbalmente todas sus vivencias del acontecimiento, lo cualcontribuye a la reintegración de recuerdos que pudieran estar disociados y desgajados de la memoriaconsciente para poder recomponer así la escena con todo lujo de detalles. Esta tentativa verbalizadoracumple con la función de poner a todos los recuerdos bajo el control del neocórtex para que así lasreacciones suscitadas puedan comprenderse y dirigirse mejor. En este punto del proceso de recuperación,el reaprendizaje emocional se logra en buena medida gracias a la vivida rememoración de los sucesostraumáticos y de las emociones que éstos suscitaron pero, en esta ocasión, en el contexto seguro de laconsulta de un terapeuta responsable. Este abordaje terapéutico permite que el sujeto experimentedirectamente que el recuerdo del incidente traumático no tiene por qué ir acompañado de un pánicoincontrolable, sino que puede ser revivido con total seguridad.En el caso del niño de cinco años que fue testigo del espeluznante asesinato de su madre, el dibujodel personaje con los ojos desorbitadamente abiertos realizado en la consulta de Spencer Eth, fue el últimoque hizo. A partir de entonces, él y su terapeuta se implicaron en diferentes juegos que les permitieronestablecer un vínculo profundo y armónico. Poco a poco, el niño comenzó a relatar la historia del asesinato,primero de un modo muy estereotipado, repitiendo una y otra vez los mismos detalles pero, con el paso deltiempo, sus palabras fueron haciéndose cada vez más flexibles y fluidas, su cuerpo se fue relajando y,paralelamente, las pesadillas también fueron desapareciendo, indicadores, todos ellos, en opinión de Eth,de un cierto «control del trauma».Paulatinamente, el tema de las entrevistas fue cambiando y centrándose cada vez menos en losmiedos relacionados con el trauma y enfocándose en lo que ocurría en los acontecimientos cotidianos delniño, quien estaba tratando de recuperar paulatinamente el ritmo normal de su vida en su nuevo hogar consu padre. Una vez liberado del trauma, el niño fue finalmente capaz de centrarse en su vida cotidiana.Herman sostiene, asimismo, que los pacientes deben atravesar un período de duelo por las pérdidasque el trauma haya podido ocasionarles, ya se trate de una herida, de la muerte de un ser amado, de laruptura de una relación, del arrepentimiento que les ocasiona algún paso que no debieran haber dado osimplemente de la crisis que suscita la pérdida de confianza en el prójimo. En este sentido, las quejas queacompañan a la rememoración verbal de los acontecimientos traumáticos constituyen un claro indicador dela capacidad del paciente para superar el trauma, porque ello significa que, en vez de estar continuamenteasediado por los acontecimientos del pasado, puede comenzar a mirar hacia el futuro y albergar ciertaesperanza de que es posible reconstruir su vida libre del yugo del trauma. Es, pues, como sí por fin sepudiera erradicar la reactivación del terror traumático por parte del circuito emocional. El sonido de unasirena no tiene por qué desencadenar un ataque de pánico y los ruidos nocturnos no deben irnecesariamente acompañados de una reacción de terror.Ciertamente, los efectos posteriores y las recurrencias ocasionales de los síntomas persisten —diceHerman— pero hay signos inequívocos de que el trauma ya ha sido notoriamente superado.Entre éstos cabe destacar la reducción de los síntomas fisiológicos hasta un nivel soportable y lacapacidad de afrontar los sentimientos asociados al recuerdo del trauma. Especialmente significativo resultael hecho de que los recuerdos traumáticos dejan de irrumpir de manera descontrolada, que el sujeto escapaz de recordarlos a voluntad, como si se tratara de recuerdos normales y, lo que es quizá másimportante, que puede dejar de pensar en ellos. Todo esto implica, finalmente, la reanudación de una nuevavida en la que puedan establecerse profundas relaciones basadas en la confianza y en un sistema decreencias que encuentre sentido incluso a un mundo en el que caben este tipo de injusticias. Todos éstosson, a fin de cuentas, indicadores del éxito de cualquier proceso de reeducación del cerebro emocional.LA PSICOTERAPIA COMO REAPRENDIZAJE EMOCIONALAfortunadamente, las tragedias que quedan grabadas a fuego son relativamente escasas en la vidade la mayoría de la gente. Sin embargo, a pesar de ello, el mismo circuito emocional que tan profundamenteinscribe los recuerdos traumáticos, también permanece activo en los momentos menos dramáticos. Losproblemas más comunes de la infancia —como, por ejemplo, sentirse crónicamente ignorado y falto deatención o afecto, el abandono, la pérdida o el rechazo social— tal vez no lleguen a alcanzar dimensionestan traumáticas, pero también dejan su impronta en el cerebro emocional, ocasionando distorsiones —ytambién lágrimas y arrebatos de cólera— en las relaciones que el sujeto establecerá durante el resto de suvida. Pero si el TEPT puede curarse, también pueden serlo las cicatrices emocionales que muchos denosotros llevamos profundamente grabadas. Esa es, precisamente, la tarea de la psicoterapia y, en135

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