Daniel GolemanInteligencia Emocionalmero espectador de las pérdidas y los fracasos de su pasado, sin mostrar la menor desazón, tristeza,frustración o enojo por la injusticia de la vida. Su propia tragedia parecía causarle tan poco sufrimiento quehasta el mismo Damasio parecía más preocupado que él.Damasio llegó a la conclusión de que la causa de aquella ignorancia emocional había que buscarlaen la intervención quirúrgica, ya que la extirpación del tumor cerebral debería haber afectado parcialmente alos lóbulos prefrontales. Efectivamente, la operación había seccionado algunas de las conexiones nerviosasexistentes entre los centros inferiores del cerebro emocional, (en panicular, la amígdala y otras regionesadyacentes) y las regiones pensantes del neocórtex. De este modo, su pensamiento se había convertido enuna especie de ordenador, completamente capaz de dar los pasos necesarios para tomar una decisión,pero absolutamente incapaz de asignar valores a cada una de las posibles alternativas. Todas lasposibilidades que le ofrecía su mente resultaban, así, igualmente neutras. Ese razonamiento francamentedesapasionado era, en opinión de Damasio, el núcleo de los problemas de Elliot, ya que la falta deconciencia de sus propios sentimientos sobre las cosas era precisamente lo que hacía defectuoso suproceso de razonamiento.Las dificultades de Elliot se presentaban incluso en las decisiones más nimias. Cuando Damasio tratóde concertar un día y una hora para la próxima cita, Elliot se convirtió en un amasijo de dudas porqueencontraba pros y contras para cada uno de los días y de las horas que le proponía Damasio y no acertabaa elegir entre ninguna de ellas. Los motivos que aducía para aceptar u objetar cualquiera de las alternativaseran sumamente razonables, pero era incapaz de darse cuenta de cómo se sentía con cualquiera de ellas.Y aquella falta de conciencia de sus propios sentimientos era precisamente lo que le convertía en alguiencompletamente apático.Los sentimientos desempeñan un papel fundamental para navegar a través de la incesante corrientede las decisiones personales que la vida nos obliga a tomar. Es cierto que los sentimientos muy intensospueden crear estragos en el razonamiento, pero también lo es que la falta de conciencia de los sentimientospuede ser absolutamente desastrosa, especialmente en aquellos casos en los que tenemos que sopesarcuidadosamente decisiones de las que, en gran medida, depende nuestro futuro (como la carrera queestudiaremos, la necesidad de mantener un trabajo estable o de arriesgarnos a cambiarlo por otro másinteresante, con quién casamos, dónde vivir, qué apartamento alquilar, qué casa comprar, etcétera). Estasson decisiones que no pueden tomarse exclusivamente con la razón sino que también requieren delconcurso de las sensaciones viscerales y de la sabiduría emocional acumulada por la experiencia pasada.La lógica formal por sí sola no sirve para decidir con quién casamos, en quién confiar o qué trabajodesempeñar porque, en esos dominios, la razón carente de sentimientos es ciega.Las señales intuitivas que nos guían en esos momentos llegan en forma de impulsos límbicos queDamasio denomina «indicadores somáticos», sensaciones viscerales, un tipo de alarma automática quellama la atención sobre el posible peligro de un determinado curso de acción. Estos indicadores suelenorientarnos en contra de determinadas decisiones y también pueden alertamos de la presencia de algunaoportunidad interesante. En esos momentos no solemos recordar la experiencia concreta que determinaesa sensación negativa, aunque en realidad lo único que nos interesa es la señal de que un determinadocurso de acción puede conducimos al desastre. De este modo, la presencia de esta sensación visceralconfiere una seguridad que nos permite renunciar o proseguir con un determinado curso de acción,reduciendo así la gama de posibles alternativas a una lista mucho más manejable. La llave que favorece latoma de decisiones personales consiste, en suma, en permanecer en contacto con nuestras propiassensaciones.SONDEANDO EL INCONSCIENTELa vacuidad emocional de Elliot patentiza la existencia de todo un abanico de capacidadespersonales para darse cuenta de las emociones en el mismo momento en que se están experimentando.Según la lógica de la neurociencia, si la ausencia de un determinado circuito neuronal conduce a unadeficiencia en una capacidad concreta, la fortaleza o debilidad relativa de ese mismo circuito en personascuyos cerebros se hallan intactos debería conducir a niveles comparables de competencia en esa mismacapacidad. Esto significa que existen motivos neurológicos —ligados al papel que desempeñan los circuitosprefrontales en la toma de conciencia de las emociones— que justifican que determinadas personaspuedan detectar con más facilidad que otras la excitación propia del miedo o la alegría y así ser másconscientes de sus emociones.Tal vez la capacidad para la introspección psicológica esté relacionada con estos circuitosneuronales. Hay personas que naturalmente se hallan más sintonizadas con las modalidades simbólicaspropias de la mente emocional, como, por ejemplo, la metáfora, la analogía, la poesía, la canción y la fábula38
Daniel GolemanInteligencia Emocionalescritos todos ellos en el lenguaje del corazón. Y lo mismo ocurre en el caso de los sueños y los mitos, enlos que el flujo narrativo está determinado por asociaciones difusas que siguen la lógica de la menteemocional. Quienes sintonizan naturalmente con la voz de su propio corazón -con el lenguaje de laemoción— son más proclives a escuchar sus mensajes, ya sea como novelistas, compositores opsicoterapeutas. Esta sintonía interna les hace más aptos para escuchar la voz de «la sabiduría delinconsciente» y captar así el significado que sienten sobre sus sueños y sus fantasías, los símbolos queencaman nuestros deseos más profundos.La conciencia de uno mismo —la facultad que trata de fortalecer la psicoterapia— es fundamentalpara la introspección psicológica. De hecho, el modelo de la inteligencia intrapsíquica que sigue HowardGardner es el propuesto por Sigmund Freud, el gran cartógrafo de la dinámica oculta del psiquismo. Comoseñaló claramente Freíd, gran parte de nuestra vida emocional es inconsciente, y nuestros sentimientos nosiempre logran cruzar el umbral de la conciencia. La verificación empírica de este axioma psicológicoprocede, por ejemplo, de los experimentos sobre las emociones inconscientes, como el descubrimiento deque las personas relacionan concretamente cosas que ni siquiera saben que han visto anteriormente.Cualquier emoción puede ser —y normalmente es— inconsciente.El correlato fisiológico de la emoción suele tener lugar antes de que la persona sea consciente delsentimiento que le corresponde. Cuando, por ejemplo, a las personas que temen a las serpientes se lesmuestra la imagen de una serpiente, sensores convenientemente colocados en su piel detectan el sudor —un signo de ansiedad— antes de que los sujetos afirmen experimentar miedo. Y esta respuesta tiene lugaraun en el caso de que el sujeto se vea expuesto a la imagen una fracción tan corta de tiempo que no tengala menor idea consciente de lo que ha visto y que sólo sepa que está comenzando a sentirse ansioso. Sinembargo, en la medida en que esa emoción preconsciente sigue intensificándose, llega un momento en elque logra atravesar el umbral y emerge en la conciencia. Existen, pues, dos niveles de la emoción, un nivelconsciente y otro inconsciente, y el momento en que llega a la conciencia constituye el jalón que indica suregistro por el córtex frontal.Pero. aunque no tengamos la menor idea de ellas, el hecho es que las emociones que bullen bajo elumbral de la conciencia pueden tener un poderoso impacto en nuestra forma de percibir y de reaccionar.Tornemos, por ejemplo, el caso de alguien que haya tenido un encuentro desagradable y que luegopermanezca irritable durante muchas horas, sintiéndose insultado por el menor motivo y respondiendo mala la menor insinuación. El sujeto puede ser completamente inconsciente de su susceptibilidad ysorprenderse mucho si alguien le llama la atención a este respecto, aunque no cabe la menor duda de quelas emociones están bullendo en su interior y son las que dictan sus ariscas respuestas.Pero una vez que el sujeto toma conciencia de este hecho —una vez que su córtex lo registra—,puede evaluar las cosas de un modo nuevo, decidir dejar a un lado los sentimientos que experimento aqueldía y transformar así su visión y su estado de ánimo.Así es como la conciencia emocional de uno mismo conduce al siguiente elemento constitutivoesencial de la inteligencia emocional: la capacidad de desembarazarse de los estados de ánimo negativos.39