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Galicia y el Bierzo en el s. XV: - Anuario Brigantino - betanzos

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JOSÉ GARCÍA ORO Y MARÍA JOSÉ PORTELA SILVANo estaba <strong>el</strong> Conde de Lemos para esperas y adivinaciones de futuro. Concibió deinmediato una operación señorial y militar que le permitiera hacerse fuerte <strong>en</strong> <strong>el</strong> Noroestey recuperar su patrimonio: dos pactos con sus mejores valedores: <strong>el</strong> Marqués de Astorga,Don Alvar Pérez Osorio, su cuñado, (16 de febrero de 1507) (62) y Don Fernando deAndrade (9 de abril de 1507) (63); invasión de Ponferrada, <strong>en</strong> mayo de 1507,contradici<strong>en</strong>do los consejos de sus mejores amigos, como <strong>el</strong> Almirante de Castilla, quefue su pararrayos <strong>en</strong> los arreglos subsigui<strong>en</strong>tes. Resonó <strong>en</strong> la Corte como un huracánque de rep<strong>en</strong>te se abatió sobre El <strong>Bierzo</strong>.En realidad todo acontecía como un arreglo casero. Nadie <strong>en</strong> la villa estabacomprometido seguir pautas firmes. Las milicias que custodiaban los castillos nuevo yviejo se s<strong>en</strong>tían indifer<strong>en</strong>tes fr<strong>en</strong>te al Conde de Lemos y a la Corona. Aceptarían sinescaramuzas a qui<strong>en</strong> les requiriese su rebajada lealtad. Sólo <strong>el</strong> corregidor Alonso de Ribera,se s<strong>en</strong>tía por oficio obligado a mant<strong>en</strong>er la bandera real<strong>en</strong>ga y requerir al regimi<strong>en</strong>to que lesiguiese <strong>en</strong> esta postura. En su día será llamado a cu<strong>en</strong>tas y v<strong>en</strong>drá pronta su respuesta.¿Qué aconteció <strong>en</strong> aqu<strong>el</strong> mayo de 1507 <strong>en</strong> la alm<strong>en</strong>ada Ponferrada? Lo escuchamos deun testigo parcial: <strong>el</strong> mismo Alonso de Ribera. Esta es su borrosa p<strong>el</strong>ícula de los hechos:—Corre mayo de 1507, cuando <strong>el</strong> corregidor, de visita <strong>en</strong> <strong>el</strong> pueblo de Otero, oyedecir que está de paso <strong>en</strong> la aldea de Villalibre, <strong>el</strong> Conde Don Rodrigo con un abultadoséquito de unos ci<strong>en</strong> hombres de armas. Se informa dilig<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te y constata que <strong>el</strong>Señor de Lemos está de paso, camino de Astorga.—El corregidor Alonso de Ribera sospecha de que algo se urde de nuevo sobrePonferrada y saca la conclusión de que <strong>en</strong> breve Don Rodrigo y <strong>el</strong> Duque de Alba realizaránun acto de fuerza que conllevará la <strong>en</strong>trega de la villa. En consecu<strong>en</strong>cia, regresaprecipitadam<strong>en</strong>te a Ponferrada, interroga a la guarnición y le requiere que esté dispuestaa mant<strong>en</strong>er la villa por la Corona. Al ver la carestía que sufre, les anticipa un a pequeñacantidad de maravedíes. Recibe la respuesta, un tanto desganada, d<strong>el</strong> alcaide, de quecu<strong>en</strong>ta con tropas, pero carece de víveres; con <strong>el</strong> agravante de que los vecinos no quier<strong>en</strong>facilitarlos, temerosos de que nunca cobrarán su precio, y respond<strong>en</strong> desairadam<strong>en</strong>teque, si se trata de def<strong>en</strong>der la condición real<strong>en</strong>ga, sabrán concurrir con sus personas, pero demom<strong>en</strong>to no quier<strong>en</strong> tratos con la guarnición. Por si vi<strong>en</strong>e lo peor, convoca precipitadam<strong>en</strong>tea los peones de las poblaciones vecinas y logra reunir una tropa de unos mil hombres de armas.— A los quince días todo está descarnadam<strong>en</strong>te claro. El Conde de Lemos está ante losmuros de Ponferrada con una s<strong>el</strong>ecta milicia de lanceros y jinetes y bi<strong>en</strong> equipado depertrechos militares. Se espera que empiece de inmediato <strong>el</strong> asalto y ya algui<strong>en</strong> ve lasescaleras dispuestas para <strong>en</strong>caramarse <strong>en</strong> los muros. Pero Don Rodrigo no se precipita.Sabe que ti<strong>en</strong>e muchos simpatizantes d<strong>en</strong>tro y que con una ar<strong>en</strong>ga podrá conseguir máscon una espada. Acierta <strong>en</strong> <strong>el</strong> cálculo. Proclama su derecho conculcado a conservar unseñorío de su casa desde tresci<strong>en</strong>tos años atrás; su desposesión humillante por los Reyes;una justicia incuestionable de su demanda a la que deb<strong>en</strong> colaborar como bu<strong>en</strong>os vasallos. Yrecibe la respuesta esperada: “que fuese bi<strong>en</strong> v<strong>en</strong>ido e que <strong>el</strong>los no deseavan otra cosa”.—Al conjuro d<strong>el</strong> discurso, los ponferradinos cambian de color. El vecindario abre laspuertas al Conde de Lemos y combate a los escasos resist<strong>en</strong>tes; los peones d<strong>el</strong> corregidorno ti<strong>en</strong><strong>en</strong> gana de combatir; <strong>el</strong> alcaide se queda solo, acompañado tan sólo de “una negrasuya”, se aturde y ni siquiera levanta <strong>el</strong> pu<strong>en</strong>te levadizo d<strong>el</strong> alcázar.— Como <strong>el</strong> percance es comprometedor y v<strong>en</strong>drán los ajustes de cu<strong>en</strong>tas, <strong>el</strong> corregidorti<strong>en</strong>e preparada su respuesta: “si no oviera traición y todos p<strong>el</strong>earan como dis<strong>en</strong> que122<strong>Anuario</strong> <strong>Brigantino</strong> 2006, nº 29

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