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Meditaciones metafísicas - Colegio del Rosario de Santo Domingo

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MEDITACIONES METAFÍSICASRene Descartes1641Traducción <strong>de</strong> José AntonioMíguesEdición electrónica <strong>de</strong>www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong>Filosofía Universidad ARCIS.


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.Í NDICEDEDICATORIA .................................................................................................................................................... 3PREFACIO AL LECTOR......................................................................................................................................... 7SINOPSIS DE LAS SEIS SIGUIENTES MEDITACIONES............................................................................................ 9PRIMERA DE LAS MEDITACIONES SOBRE LA METAFÍSICA, EN LAS QUE SE DEMUESTRA LA EXISTENCIA DE DIOSY LA DISTINCIÓN DEL ALMA Y DEL CUERPO .................................................................................................... 12MEDITACIÓN SEGUNDA: SOBRE LA NATURALEZA DEL ALMA HUMANA Y DEL HECHO DE QUE ES MÁSCOGNOSCIBLE QUE EL CUERPO ........................................................................................................................ 16MEDITACIÓN TERCERA: DE DIOS, QUE EXISTE................................................................................................. 22MEDITACIÓN CUARTA: SOBRE LO VERDADERO Y LO FALSO............................................................................ 32MEDITACIÓN QUINTA: SOBRE LA ESENCIA DE LAS COSAS MATERIALES. Y NUEVAMENTE SOBRE DIOS Y QUEEXISTE ............................................................................................................................................................... 38MEDITACIÓN SEXTA: SOBRE LA EXISTENCIA DE LAS COSAS MATERIALES Y SOBRE LA DISTINCIÓN REAL DELALMA Y DEL CUERPO........................................................................................................................................ 43/ 2 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.tiene por evi<strong>de</strong>ntes y verda<strong>de</strong>ros por la razón <strong>de</strong> que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego no contienennada que, consi<strong>de</strong>rado aisladamente, no sea muy fácil <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r, y nada en loque las consecuencias no estén perfectamente enlazadas con sus antece<strong>de</strong>ntes, sinembargo, como son un poco prolijos y exigen una lectura muy <strong>de</strong>tenida, sólo muypocos los compren<strong>de</strong>n, así, aunque los que aquí uso yo entiendo que, en certidumbrey evi<strong>de</strong>ncia, igualan a los geométricos, o incluso los superan, temo, no obstante,que muchos no los puedan compren<strong>de</strong>r bien, tanto porque también son un pocoprolijos y <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n unos <strong>de</strong> otros, como sobre todo porque requieren un espíritucompletamente libre <strong>de</strong> prejuicios y que sea capaz <strong>de</strong> evadirse con facilidad <strong>de</strong> laalianza con los sentidos. No se encuentra, en verdad, en el mundo mayor cantidad<strong>de</strong> gente apta para los estudios metafísicos que para los geométricos. Y existe enello, a<strong>de</strong>más, la diferencia <strong>de</strong> que en geometría, estando todo el mundo convencido<strong>de</strong> que no se suele escribir nada para lo cual no se disponga <strong>de</strong> una <strong>de</strong>mostraciónsegura, con más frecuencia yerran en la materia los indoctos admitiendo lo falso ensu <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> que parezca que lo entien<strong>de</strong>n que rechazando lo verda<strong>de</strong>ro; mientrasque, por el contrario, en filosofa, creyéndose que no hay nada a propósito <strong>de</strong> locual no se puedan <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r opiniones contrarias, son pocos los que investigan laverdad y muchos más los que esperan conseguir fama <strong>de</strong> inteligentes con sóloatreverse a combatir las mejores doctrinas.Por lo tanto, sean cualesquiera mis argumentos, como se refieren a la filosofía,no espero ser <strong>de</strong> gran utilidad gracias a ellos, si no me ayudáis con vuestropatrocinio. Siendo tan gran<strong>de</strong> el prestigio <strong>de</strong> vuestra Facultad para cualquierintelectual y teniendo tal autoridad el nombre <strong>de</strong> la Sorbona que no solamente enlas cuestiones sobre la fe no se ha confiado tanto <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> los sagrados conciliosen ninguna otra sociedad como en la vuestra, sino que también en lo que respecta ala filosofía humana se juzga que no existe en ninguna otra parte mayor perspicaciay soli<strong>de</strong>z, ni mayor integridad y sabiduría para enjuiciar, no dudo que, si os dignáisrecibir este escrito, primero, para que lo corrijáis (ya que, acordándome nosólo <strong>de</strong> mi <strong>de</strong>bilidad, sino especialmente <strong>de</strong> mi ignorancia, no afirmo que no hayaerror alguno en mi obra); segundo, para que todo lo que falte o no esté suficientementeacabado o requiera mayor explicación, sea añadido, terminado y explicado,ya por vosotros, ya por mí mismo, <strong>de</strong>spués que me hayáis aconsejado; y porúltimo, para que, una vez que los argumentos contenidos en este libro, con los quese prueba que Dios existe y que el alma es diferente <strong><strong>de</strong>l</strong> cuerpo, lleguen a laevi<strong>de</strong>ncia que confío alcanzarán <strong>de</strong> modo que se <strong>de</strong>ban consi<strong>de</strong>rar como diligentísimas<strong>de</strong>mostraciones, lo queráis <strong>de</strong>clarar y confirmar públicamente vosotros mismos,no dudo, repito, que, si hacéis esto, en breve plazo <strong>de</strong>saparezcan <strong>de</strong> lasmentes <strong>de</strong> los hombres todos los errores que existieron sobre estas cuestiones; laverdad misma logrará fácilmente que los restantes hombres ingeniosos y doctossuscriban vuestro juicio, y vuestra autoridad que los ateos, que suelen ser más/ 5 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.presuntuosos que ingeniosos o cultos, <strong>de</strong>pongan su afán <strong>de</strong> contra<strong>de</strong>cir o aceptenellos mismos los argumentos que saben que son aceptados como <strong>de</strong>mostracionespor todos los dotados <strong>de</strong> ingenio, para que no parezca que no los compren<strong>de</strong>n.Finalmente, todos los <strong>de</strong>más creerán fácilmente a tantos testimonios, y no habránadie más en el mundo que ose dudar <strong>de</strong> la existencia <strong>de</strong> Dios o <strong>de</strong> la distinciónreal <strong><strong>de</strong>l</strong> alma respecto <strong><strong>de</strong>l</strong> cuerpo.Cuál es la utilidad <strong>de</strong> este propósito, lo podéis estimar vosotros mismosantes que nadie, gracias a vuestra singular sabiduría, y no parece conveniente queos recomien<strong>de</strong> la causa <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong> la religión a vosotros, que habéis sido siempreel más firme baluarte <strong>de</strong> la Iglesia Católica./ 6 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.PREFACIO AL LECTORYa he tratado anteriormente en pocas palabras los temas <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong> lamente humana en mi Discurso sobre el método para encaminar bien la razón y hallar laverdad en las ciencias, editado en francés en el año 1637, no para un estudio exhaustivo,sino <strong>de</strong> pasada y para saber según el parecer <strong>de</strong> los lectores <strong>de</strong> qué manera loshabía <strong>de</strong> enfocar más a<strong><strong>de</strong>l</strong>ante. Efectivamente, <strong>de</strong> tan gran importancia me parecían,que juzgué apropiado consi<strong>de</strong>rarlos más <strong>de</strong> una vez; sigo, por otra parte, uncamino tan poco trillado y tan apartado <strong><strong>de</strong>l</strong> uso común, que no me ha parecidooportuno aclarar mis puntos <strong>de</strong> vista en francés mediante un libro que pudiese serleído por todos, con objeto <strong>de</strong> que las inteligencias mediocres no creyesen que esésta la postura que <strong>de</strong>bieran adoptar.Habiendo rogado a todos aquellos que encontrasen algo en mis libros digno<strong>de</strong> reprensión que se dignasen avisármelo, no se me ha hecho ninguna objeciónque merezca ser mencionada sobre los temas que <strong>de</strong>sarrollaba, excepto estas dos, alas que respon<strong>de</strong>ré ahora en pocas palabras, antes <strong>de</strong> que intente una explicaciónmás <strong>de</strong>tallada <strong>de</strong> las mismas.La primera es que, <strong><strong>de</strong>l</strong> hecho <strong>de</strong> que la mente humana, introvertida en símisma, llegue a la conclusión <strong>de</strong> que no es otra cosa más que una cosa que piensa,no se sigue que su naturaleza o su esencia consista solamente en ser una cosa quepiensa, <strong>de</strong> tal modo que el vocablo «solamente» excluya todas las <strong>de</strong>más cosas quese podrían atribuir a la naturaleza <strong><strong>de</strong>l</strong> alma.Respondo a esta objeción que yo no quise excluirlas en lo que se refiere a lamisma verdad <strong>de</strong> la cosa (puesto que no trataba <strong>de</strong> ella), sino en cuanto a mi percepción;<strong>de</strong> manera que lo que quiero <strong>de</strong>cir es que yo no sé nada que ataña a miesencia, excepto que soy una cosa que piensa, es <strong>de</strong>cir, una cosa que tiene en sí laposibilidad <strong>de</strong> pensar. Más a<strong><strong>de</strong>l</strong>ante mostraré <strong>de</strong> qué manera, <strong><strong>de</strong>l</strong> hecho <strong>de</strong> que noconozca otra cosa que se refiera a mi esencia, se <strong>de</strong>duce que nada en realidad atañea ésta, excepto lo anterior.La segunda es que, <strong><strong>de</strong>l</strong> hecho <strong>de</strong> que yo tenga la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> una cosa más perfectaque yo, no se sigue que la i<strong>de</strong>a misma sea más perfecta que yo, y muchomenos que exista aquello que se representa por la i<strong>de</strong>a.Respondo a esto que existe equívoco en el término «i<strong>de</strong>a»; se pue<strong>de</strong> tomaren efecto <strong>de</strong> un modo material como la operación <strong><strong>de</strong>l</strong> intelecto, en cuyo sentido nose pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir que sea más perfecta que yo, y <strong>de</strong> un modo objetivo como la cosarepresentada por esta operación, la cual, aunque sin suponer que exista fuera <strong>de</strong> mi/ 7 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.mente, pue<strong>de</strong> ser sin embargo más perfecta que yo en razón <strong>de</strong> su esencia. Seráexpuesto más ampliamente a continuación <strong>de</strong> qué manera, <strong><strong>de</strong>l</strong> hecho solamente <strong>de</strong>que exista la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> algo más perfecto que yo, se sigue que aquello existe enrealidad. He visto, a<strong>de</strong>más, dos libros bastante extensos, en los que se impugnabanno tanto mis razones sobre estos temas, como las conclusiones, mediante argumentostomados <strong>de</strong> los lugares comunes <strong>de</strong> los ateos. Y puesto que los argumentos <strong>de</strong>esta clase no pue<strong>de</strong>n tener ningún influjo sobre aquellos que compren<strong>de</strong>n misexplicaciones, y es al mismo tiempo tan absurdo y tan necio el enjuiciamiento <strong>de</strong> lamayoría, que más se <strong>de</strong>ja persuadir por las opiniones aceptadas antes, aunque seanfalsas y alejadas <strong>de</strong> la verdad, que por las verda<strong>de</strong>ras y estables pero escuchadasmás tar<strong>de</strong>, no quiero refutarlas para no exponerlas en primer lugar.Tan sólo diré, en general, que todo lo que objetan los ateos para impugnar laexistencia <strong>de</strong> Dios se basa únicamente en atribuir a Dios afectos humanos, o enarrogar a nuestras mentes tanto po<strong>de</strong>r y sabiduría como para intentar <strong>de</strong>terminar ycompren<strong>de</strong>r qué pueda y <strong>de</strong>ba hacer Dios; <strong>de</strong> manera que estas objeciones no nosproducirán ninguna dificultad con tal <strong>de</strong> que recor<strong>de</strong>mos que se han <strong>de</strong> juzgar finitasa nuestras mentes, y a Dios, por el contrario, incomprensible e infinito.Por fin, una vez que he probado los juicios <strong>de</strong> los hombres, trato por segundavez los mismos temas <strong>de</strong> Dios y la mente humana y con ello los fundamentos <strong><strong>de</strong>l</strong>a metafísica, sin esperar el aplauso <strong><strong>de</strong>l</strong> pueblo ni una afluencia <strong>de</strong> lectores. Muy alcontrario, no aconsejo a nadie que lea esto, exceptuando a aquellos que pudieran yquisieran meditar conmigo seriamente, y apartar la mente <strong>de</strong> los sentidos y conello <strong>de</strong> todos los prejuicios. En lo que se refiere a aquellos que, sin preocuparse <strong>de</strong>compren<strong>de</strong>r la serie y el enlace <strong>de</strong> mis argumentos, se <strong>de</strong>dican únicamente a parlotearen cada cláusula, no percibirán un fruto especial <strong>de</strong> la lectura <strong>de</strong> este libro; yaunque encuentren con frecuencia ocasión <strong>de</strong> criticar, no objetarán fácilmente algo<strong>de</strong> peso o digno <strong>de</strong> refutación.Puesto que no prometo convencer al instante ni soy <strong>de</strong> tal arrogancia queconfíe en po<strong>de</strong>r prever todo lo que parezca difícil a cada uno en particular, expondréprimero en las <strong>Meditaciones</strong> aquellos pensamientos mediante los cuales meparece haber llegado a una percepción cierta y positiva <strong>de</strong> la verdad, para probar sipuedo persuadir a los <strong>de</strong>más con los argumentos por los cuales yo mismo he sidoconvencido. Después respon<strong>de</strong>ré a las objeciones <strong>de</strong> algunos hombres excelentespor su inteligencia y su doctrina, a los que se mandaron estas meditaciones paraser revisadas antes <strong>de</strong> entregarlas a la imprenta. Me pusieron muchas y diversasobjeciones, <strong>de</strong> manera que espero que a nadie se le ocurrirá fácilmente otra refutación,al menos <strong>de</strong> alguna importancia, que no haya sido ya discurrida por aquéllos.Por lo tanto, ruego una y otra vez a los lectores que se abstengan <strong>de</strong> juzgar estas<strong>Meditaciones</strong> antes <strong>de</strong> que se hayan dignado leer todas las objeciones y soluciones alas mismas./ 8 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.SINOPSIS DE LAS SEIS SIGUIENTES MEDITACIONESEn la primera se exponen las causas por las que po<strong>de</strong>mos dudar <strong>de</strong> todas lascosas, especialmente <strong>de</strong> las materiales, al menos mientras no poseamos otrosfundamentos <strong>de</strong> las ciencias que los que hemos tenido hasta ahora. Aunque lautilidad <strong>de</strong> esta tan gran<strong>de</strong> duda no aparezca a primera vista, su efecto más principales que nos libera <strong>de</strong> todo prejuicio y facilita un camino sencillísimo para apartarla mente <strong>de</strong> los sentidos, y hace finalmente que no podamos seguir dudando <strong><strong>de</strong>l</strong>o que posteriormente averigüemos ser cierto.En la segunda, la mente que, usando <strong>de</strong> su libertad congénita, supone quetodas esas cosas no existen (aun aquellas cuya existencia es casi indudable), se dacuenta <strong>de</strong> que no pue<strong>de</strong> ser que ella misma no exista. Lo cual es <strong>de</strong> gran utilidad,puesto que <strong>de</strong> esta manera se distingue fácilmente qué es lo que atañe a sí misma,es <strong>de</strong>cir, a la naturaleza intelectual, y qué es lo que se refiere al cuerpo. Pero dadoque quizás algunos esperarán en este lugar los argumentos sobre la inmortalidad<strong><strong>de</strong>l</strong> alma, creo que se les ha <strong>de</strong> advertir que no he intentado escribir nada que nopueda <strong>de</strong>mostrar diligentemente; por lo tanto, no he podido seguir otro or<strong>de</strong>n queel usado por los geómetras, es <strong>de</strong>cir, pasar por alto todo lo que <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> laproposición buscada antes <strong>de</strong> que se haya <strong>de</strong>finido ésta misma. Lo primero y másprincipal que se requiere para conocer la inmortalidad <strong><strong>de</strong>l</strong> alma es formarse unconcepto lo más claro posible y diferenciado en absoluto <strong>de</strong> todo concepto <strong><strong>de</strong>l</strong>cuerpo, y esto se ha hecho allí; se requiere, a<strong>de</strong>más, saber que todas las cosas queconocemos <strong>de</strong> un modo claro y <strong>de</strong>finido son verda<strong>de</strong>ras, lo cual no se <strong>de</strong>muestraantes <strong>de</strong> la meditación cuarta, y que se <strong>de</strong>be tener un concepto claro <strong>de</strong> la naturalezacorpórea, lo cual es tratado, parte en la segunda, parte en la quinta y sexta; yque <strong>de</strong> ello se <strong>de</strong>be concluir que todas las cosas que se conciben clara y <strong>de</strong>finidamentecomo substancias diversas, como se concibe al alma y al cuerpo, son enrealidad substancias diferentes recíprocamente entre sí, lo cual se <strong>de</strong>muestra en lasexta; esto es, a<strong>de</strong>más, confirmado en ella por el hecho <strong>de</strong> que no concebimos aningún cuerpo sino como divisible y, por el contrario, a ningún alma sino comoindivisible: ya que no po<strong>de</strong>mos imaginar la mitad <strong>de</strong> ningún alma, como po<strong>de</strong>moshacerlo respecto <strong>de</strong> cualquier cuerpo por exiguo que sea; <strong>de</strong> modo que sus naturalezasno sólo son diversas, sino también en cierto modo contrarias. No he tratadomás sobre este asunto en este libro; no sólo porque sobra lo anterior para <strong>de</strong>mostrarque no se sigue la muerte <strong><strong>de</strong>l</strong> alma a la corrupción <strong><strong>de</strong>l</strong> cuerpo y han <strong>de</strong> esperanlos mortales una vida ulterior, sino también porque las premisas <strong>de</strong> las que se/ 9 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>ducir la inmortalidad <strong><strong>de</strong>l</strong> alma <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n <strong>de</strong> la explicación <strong>de</strong> toda lafísica; primero, para saber que absolutamente todas las substancias, es <strong>de</strong>cir, lascosas que han <strong>de</strong> ser creadas por Dios para existir, son incorruptibles por su naturaleza,a no ser que sean reducidas a la nada por el mismo Dios si les niega suapoyo; y, por último, para que se advierta que el cuerpo tomado en general es unasubstancia, y por lo tanto no perece nunca. Pero el cuerpo humano, en cuantodifiere <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más cuerpos, está formado por cierta configuración <strong>de</strong> miembros yotros acci<strong>de</strong>ntes por el estilo; mientras que el alma humana no sólo no consta <strong>de</strong>ningún acci<strong>de</strong>nte, sino que es ella misma pura substancia: aunque se mu<strong>de</strong>n susacci<strong>de</strong>ntes, es <strong>de</strong>cir, que comprenda unas cosas, quiera otras, perciba otras, etc., nocambia en su esencia; el cuerpo humano, por el contrario, se convierte en algodistinto por el simple hecho <strong>de</strong> cambiar la figura <strong>de</strong> ciertas partes. Por todo lo cualse sigue que el cuerpo se extingue fácilmente, mientras que el alma es por naturalezainmortal.En la Meditación tercera he explicado bastante prolijamente, según creo, miprincipal argumento para probar la existencia <strong>de</strong> Dios. Sin embargo, como no hequerido usar <strong>de</strong> comparaciones tomadas <strong>de</strong> las cosas corporales, para apartar lamente <strong><strong>de</strong>l</strong> lector, en lo posible, <strong>de</strong> los sentidos, quizás existan muchas dificulta<strong>de</strong>s,que se disiparán según espero en las respuestas a las objeciones; como, entre otras,<strong>de</strong> qué manera la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> un ente sumamente perfecto tiene tanta realidad objetivaque no pue<strong>de</strong> provenir sino <strong>de</strong> una causa sumamente perfecta, lo cual se explicacon la comparación <strong>de</strong> una máquina perfectísima, cuya i<strong>de</strong>a existe en la mente <strong>de</strong>algún artífice; <strong>de</strong> igual manera que el artificio objetivo <strong>de</strong> esta i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>be teneralguna causa, es <strong>de</strong>cir, la ciencia <strong><strong>de</strong>l</strong> artífice, o <strong>de</strong> algún otro <strong>de</strong> quien recibióaquélla, así la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Dios que existe en nosotros no pue<strong>de</strong> no tener a Dios mismocomo causa.En la cuarta se prueba que todo lo que percibimos clara y distintamente esverda<strong>de</strong>ro, y al mismo tiempo se explica en qué consiste la falsedad, cosas que hayque saber necesariamente tanto para afirmar lo que antece<strong>de</strong> como para compren<strong>de</strong>rlo siguiente. (Se ha <strong>de</strong> advertir que no se trata, <strong>de</strong> ninguna manera, <strong><strong>de</strong>l</strong> pecadoo <strong><strong>de</strong>l</strong> error que se comete en la búsqueda <strong><strong>de</strong>l</strong> bien y <strong><strong>de</strong>l</strong> mal, sino <strong><strong>de</strong>l</strong> error queacaece solamente en el discernimiento <strong>de</strong> lo verda<strong>de</strong>ro y lo falso; y que no examinalo que atañe a la fe o a una conducta <strong>de</strong> vida, sino tan sólo verda<strong>de</strong>s especulativaso conocidas solamente mediante la luz natural.)En la quinta, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> explicarse la naturaleza corpórea tomada generalmente,se <strong>de</strong>muestra la existencia <strong>de</strong> Dios <strong>de</strong> un nuevo modo; en ella se presentaránquizás algunas dificulta<strong>de</strong>s, que serán resueltas en la respuesta a las objeciones;y, finalmente, se muestra <strong>de</strong> qué manera es cierto que la certidumbre <strong>de</strong> las propias<strong>de</strong>mostraciones Geométricas <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong><strong>de</strong>l</strong> conocimiento <strong>de</strong> Dios./ 10 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.Por último, en la sexta, se separa el intelecto <strong>de</strong> la imaginación, se <strong>de</strong>scribenlos signos <strong>de</strong> esa distinción, se prueba que el alma se distingue realmente <strong><strong>de</strong>l</strong> cuerpo,pero que está tan estrechamente ligada con el que forma un todo unido; se pasarevista a todos los errores que se originan <strong>de</strong> los sentidos y se exponen los mediospor los que pue<strong>de</strong>n ser evitados, y se muestran, por último, las razones por lascuales se pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>ducir la existencia <strong>de</strong> las cosas materiales: no porque las juzguemuy útiles para probar lo mismo que prueban, es <strong>de</strong>cir, que existe en realidadalgún mundo, que los hombres tienen cuerpo, etc., <strong>de</strong> lo cual nadie que esté en susano juicio ha dudado nunca, sino porque cuando se las consi<strong>de</strong>ra, se reconoce queno son tan firmes ni tan obvias como aquellas mediante las que llegamos al conocimiento<strong>de</strong> Dios; <strong>de</strong> manera que estas últimas son las más ciertas y evi<strong>de</strong>ntes quepuedan ser conocidas por el intelecto humano. Su <strong>de</strong>mostración es la meta <strong>de</strong> estasmeditaciones. No hago recensión <strong>de</strong> las varias cuestiones sobre las que se trata eneste libro ocasionalmente./ 11 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.PRIMERA DE LAS MEDITACIONES SOBRE LA METAFÍSICA, EN LAS QUE SE DEMUESTRA LAEXISTENCIA DE DIOS Y LA DISTINCIÓN DEL ALMA Y DEL CUERPOYa me percaté hace algunos años <strong>de</strong> cuántas opiniones falsas admití comoverda<strong>de</strong>ras en la primera edad <strong>de</strong> mi vida y <strong>de</strong> cuán dudosas eran las que <strong>de</strong>spuésconstruí sobre aquéllas, <strong>de</strong> modo que era preciso <strong>de</strong>struirlas <strong>de</strong> raíz para comenzar<strong>de</strong> nuevo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los cimientos si quería establecer alguna vez un sistema firme ypermanente; con todo, parecía ser esto un trabajo inmenso, y esperaba yo una edadque fuese tan madura que no hubiese <strong>de</strong> suce<strong>de</strong>rle ninguna más a<strong>de</strong>cuada paracompren<strong>de</strong>r esa tarea. Por ello, he dudado tanto tiempo, que sería ciertamenteculpable si consumo en <strong><strong>de</strong>l</strong>iberaciones el tiempo que me resta para intentarlo. Portanto, habiéndome <strong>de</strong>sembarazado oportunamente <strong>de</strong> toda clase <strong>de</strong> preocupaciones,me he procurado un reposo tranquilo en apartada soledad, con el fin <strong>de</strong><strong>de</strong>dicarme en libertad a la <strong>de</strong>strucción sistemática <strong>de</strong> mis opiniones.Para ello no será necesario que pruebe la falsedad <strong>de</strong> todas, lo que quizánunca podría alcanzar; sino que, puesto que la razón me persua<strong>de</strong> a evitar dar feno menos cuidadosamente a las cosas que no son absolutamente seguras e indudablesque a las abiertamente falsas, me bastará para rechazarlas todas encontrar encada una algún motivo <strong>de</strong> duda. Así pues, no me será preciso examinarlas una poruna, lo que constituiría un trabajo infinito, sino que atacaré inmediatamente losprincipios mismos en los que se apoyaba todo lo que creí en un tiempo, ya que,excavados los cimientos, se <strong>de</strong>rrumba al momento lo que está por encima edificado.Todo lo que hasta ahora he admitido como absolutamente cierto lo hepercibido <strong>de</strong> los sentidos o por los sentidos; he <strong>de</strong>scubierto, sin embargo, que éstosengañan <strong>de</strong> vez en cuando y es pru<strong>de</strong>nte no confiar nunca en aquellos que nos hanengañado aunque sólo haya sido por una sola vez. Con todo, aunque a veces lossentidos nos engañan en lo pequeño y en lo lejano, quizás hay otras cosas <strong>de</strong> lasque no se pue<strong>de</strong> dudar aun cuando las recibamos por medio <strong>de</strong> los mismos, como,por ejemplo, que estoy aquí, que estoy sentado junto al fuego, que estoy vestidocon un traje <strong>de</strong> invierno, que tengo este papel en las manos y cosas por el estilo.¿Con qué razón se pue<strong>de</strong> negar que estas manos y este cuerpo sean míos? A no serque me asemeje a no sé qué locos cuyos cerebros ofusca un pertinaz vapor <strong>de</strong> talmanera atrabiliario que aseveran en todo momento que son reyes, siendo en realidadpobres, o que están vestidos <strong>de</strong> púrpura, estando <strong>de</strong>snudos, o que tienen unajarra en vez <strong>de</strong> cabeza, o que son unas calabazas, o que están creados <strong>de</strong> vidrio;/ 12 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.pero ésos son <strong>de</strong>mentes, y yo mismo parecería igualmente más loco que ellos si meaplicase sus ejemplos.Perfectamente, como si yo no fuera un hombre que suele dormir por lanoche e imaginar en sueños las mismas cosas y a veces, incluso, menos verosímilesque esos <strong>de</strong>sgraciados cuando están <strong>de</strong>spiertos. ¡Cuán frecuentemente me hacecreer el reposo nocturno lo más trivial, como, por ejemplo, que estoy aquí, quellevo puesto un traje, que estoy sentado junto al fuego, cuando en realidad estoyechado en mi cama <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>de</strong>snudarme! Pero ahora veo ese papel con los ojosabiertos, y no está adormilada esta cabeza que muevo, y consciente y sensiblementeextiendo mi mano, puesto que un hombre dormido no lo experimentaríacon tanta claridad; como si no me acordase <strong>de</strong> que he sido ya otras veces engañadoen sueños por los mismos pensamientos. Cuando doy más vueltas a la cuestión veosin duda alguna que estar <strong>de</strong>spierto no se distingue con indicio seguro <strong><strong>de</strong>l</strong> estardormido, y me asombro <strong>de</strong> manera que el mismo estupor me confirma en la i<strong>de</strong>a<strong>de</strong> que duermo.Pues bien: soñemos, y que no sean, por tanto, verda<strong>de</strong>ros esos actos particulares;como, por ejemplo, que abrimos los ojos, que movemos la cabeza, que exten<strong>de</strong>moslas manos; pensemos que quizá ni tenemos tales manos ni tal cuerpo. Sinembargo, se ha <strong>de</strong> confesar que han sido vistas durante el sueño como unas ciertasimágenes pintadas que no pudieron ser i<strong>de</strong>adas sino a la semejanza <strong>de</strong> cosasverda<strong>de</strong>ras y que, por lo tanto, estos órganos generales (los ojos, la cabeza, lasmanos y todo el cuerpo) existen, no como cosas imaginarias, sino verda<strong>de</strong>ras;puesto que los propios pintores ni aun siquiera cuando intentan pintar las sirenas ylos sátiros con las formas más extravagantes posibles, pue<strong>de</strong>n crear una naturalezanueva en todos los conceptos, sino que entremezclan los miembros <strong>de</strong> animalesdiversos; incluso si piensan algo <strong>de</strong> tal manera nuevo que nada en absoluto hayasido visto que se le parezca ciertamente, al menos <strong>de</strong>berán ser verda<strong>de</strong>ros los colorescon los que se componga ese cuadro. De la misma manera, aunque estos órganosgenerales (los ojos, la cabeza, las manos, etc.) puedan ser imaginarios, se habrá<strong>de</strong> reconocer al menos otros verda<strong>de</strong>ros más simples y universales, <strong>de</strong> los cualescomo <strong>de</strong> colores verda<strong>de</strong>ros son creadas esas imágenes <strong>de</strong> las cosas que existen ennuestro conocimiento, ya sean falsas, ya sean verda<strong>de</strong>ras.A esta clase parece pertenecer la naturaleza corpórea en general en su extensión,al mismo tiempo que la figura <strong>de</strong> las cosas extensas. La cantidad o la magnitudy el número <strong>de</strong> las mismas, el lugar en que estén, el tiempo que duren, etc.En consecuencia, <strong>de</strong>duciremos quizá sin errar <strong>de</strong> lo anterior que la física, laastronomía, la medicina y todas las <strong>de</strong>más disciplinas que <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n <strong>de</strong> la consi<strong>de</strong>ración<strong>de</strong> las cosas compuestas, son ciertamente dudosas, mientras que la aritmética,la geometría y otras <strong>de</strong> este tipo, que tratan sobre las cosas más simples yabsolutamente generales, sin preocuparse <strong>de</strong> si existen en realidad en la naturaleza/ 13 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.o no, poseen algo cierto e indudable, puesto que, ya esté dormido, ya esté <strong>de</strong>spierto,dos y tres serán siempre cinco y el cuadrado no tendrá más que cuatro lados; yno parece ser posible que unas verda<strong>de</strong>s tan obvias incurran en sospecha <strong>de</strong>falsedad.No obstante, está grabada en mi mente una antigua i<strong>de</strong>a, a saber, que existeun Dios que es omnipotente y que me ha creado tal como soy yo. Pero, ¿cómopuedo saber que Dios no ha hecho que no exista ni tierra, ni magnitud, ni lugar,creyendo yo saber, sin embargo, que todas esas cosas no existen <strong>de</strong> otro modo quecomo a mí ahora me lo parecen? ¿E incluso que, <strong><strong>de</strong>l</strong> mismo modo que yo juzgo quese equivocan algunos en lo que creen saber perfectamente, así me induce Dios aerrar siempre que sumo dos y dos o numero los lados <strong><strong>de</strong>l</strong> cuadrado o realizo cualquierotra operación si es que se pue<strong>de</strong> imaginar algo más fácil todavía? Pero quizáDios no ha querido que yo me engañe <strong>de</strong> este modo, puesto que <strong>de</strong> él se dice quees sumamente bueno; ahora bien, si repugnase a su bondad haberme creado <strong>de</strong> talsuerte que siempre me equivoque, también parecería ajeno a la misma permitir queme engañe a veces; y esto último, sin embargo, no pue<strong>de</strong> ser afirmado.Habrá quizás algunos que prefieran negar a un Dios tan potente antes quesuponer todas las <strong>de</strong>más cosas inciertas; no les refutemos, y concedamos que todoeste argumento sobre Dios es ficticio; pero ya imaginen que yo he llegado a lo quesoy por el <strong>de</strong>stino, ya por casualidad, ya por una serie continuada <strong>de</strong> cosas, ya <strong>de</strong>cualquier otro modo, puesto que engañarse y errar parece ser una cierta imperfección,cuanto menos potente sea el creador que asignen a mi origen, tanto másprobable será que yo sea tan imperfecto que siempre me equivoque. No sé quérespon<strong>de</strong>r a estos argumentos, pero finalmente me veo obligado a reconocer que<strong>de</strong> todas aquellas cosas que juzgaba antaño verda<strong>de</strong>ras no existe ninguna sobre laque no se pueda dudar, no por inconsi<strong>de</strong>ración o ligereza, sino por razones fuertesy bien meditadas. Por tanto, no menos he <strong>de</strong> abstenerme <strong>de</strong> dar fe a estospensamientos que a los que son abiertamente falsos, si quiero encontrar algo cierto.Con todo, no basta haber hecho estas advertencias, sino que es preciso queme acuer<strong>de</strong> <strong>de</strong> ellas; puesto que con frecuencia y aun sin mi consentimiento vuelvenmis opiniones acostumbradas y atenazan mi credulidad, que se halla comoligada a ellas por el largo y familiar uso; y nunca <strong>de</strong>jaré <strong>de</strong> asentir y confiarhabitualmente en ellas en tanto que las consi<strong>de</strong>re tales como son en realidad, es<strong>de</strong>cir, dudosas en cierta manera, como ya hemos <strong>de</strong>mostrado anteriormente, pero,con todo, muy probables, <strong>de</strong> modo que resulte mucho más razonable creerlas quenegarlas. En consecuencia, no actuaré mal, según confío, si cambiando todos mispropósitos me engaño a mí mismo y las consi<strong>de</strong>ro algún tiempo absolutamentefalsas e imaginarias, hasta que al fin, una vez equilibrados los prejuicios <strong>de</strong> uno yotro lado, mi juicio no se vuelva a apartar nunca <strong>de</strong> la recta percepción <strong>de</strong> las cosaspor una costumbre equivocada; ya que estoy seguro <strong>de</strong> que no se seguirá <strong>de</strong> esto/ 14 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.ningún peligro <strong>de</strong> error, y <strong>de</strong> que yo no puedo fundamentar más <strong>de</strong> lo preciso una<strong>de</strong>sconfianza, dado que me ocupo, no <strong>de</strong> actuar, sino solamente <strong>de</strong> conocer.Supondré, pues, que no un Dios óptimo, fuente <strong>de</strong> la verdad, sino algúngenio maligno <strong>de</strong> extremado po<strong>de</strong>r e inteligencia pone todo su empeño en hacermeerrar; creeré que el cielo, el aire, la tierra, los colores, las figuras, los sonidos y todolo externo no son más que engaños <strong>de</strong> sueños con los que ha puesto una celada ami credulidad; consi<strong>de</strong>raré que no tengo manos, ni ojos, ni carne, ni sangre, sinoque lo <strong>de</strong>bo todo a una falsa opinión mía; permaneceré, pues, asido a esta meditacióny <strong>de</strong> este modo, aunque no me sea permitido conocer algo verda<strong>de</strong>ro, procuraréal menos con resuelta <strong>de</strong>cisión, puesto que está en mi mano, no dar fe a cosasfalsas y evitar que este engañador, por fuerte y listo que sea, pueda inculcarmenada. Pero este intento está lleno <strong>de</strong> trabajo, y cierta pereza me lleva a mi vidaordinaria; como el prisionero que disfrutaba en sueños <strong>de</strong> una libertad imaginaria,cuando empieza a sospechar que estaba durmiendo, teme que se le <strong>de</strong>spierte ysigue cerrando los ojos con estas dulces ilusiones, así me <strong>de</strong>slizo voluntariamente amis antiguas creencias y me aterra el <strong>de</strong>spertar, no sea que tras el plácido <strong>de</strong>scansohaya <strong>de</strong> transcurrir la laboriosa velada no en alguna luz, sino entre las tinieblasinextricables <strong>de</strong> los problemas suscitados./ 15 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.MEDITACIÓN SEGUNDA: SOBRE LA NATURALEZA DEL ALMA HUMANA Y DEL HECHO DEQUE ES MÁS COGNOSCIBLE QUE EL CUERPOHe sido arrojado a tan gran<strong>de</strong>s dudas por la meditación <strong>de</strong> ayer, que nipuedo <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> acordarme <strong>de</strong> ellas ni sé <strong>de</strong> qué modo han <strong>de</strong> solucionarse; por elcontrario, como si hubiera caído en una profunda vorágine, estoy tan turbado queno puedo ni poner pie en lo más hondo ni nadar en la superficie. Me esforzaré, sinembargo, en a<strong>de</strong>ntrarme <strong>de</strong> nuevo por el mismo camino que ayer, es <strong>de</strong>cir, en apartartodo aquello que ofrece algo <strong>de</strong> duda, por pequeña que sea, <strong>de</strong> igual modo quesi fuera falso; y continuaré así hasta que conozca algo cierto, o al menos, si no otracosa, sepa <strong>de</strong> un modo seguro que no hay nada cierto. Arquíme<strong>de</strong>s no pedía másque un punto que fuese firme e inmóvil, para mover toda la tierra <strong>de</strong> su sitio; porlo tanto, he <strong>de</strong> esperar gran<strong>de</strong>s resultados si encuentro algo que sea cierto e inconcuso.Supongo, por tanto, que todo lo que veo es falso; y que nunca ha existidonada <strong>de</strong> lo que la engañosa memoria me representa; no tengo ningún sentidoabsolutamente: el cuerpo, la figura, la extensión, el movimiento y el lugar sonquimeras. ¿Qué es entonces lo cierto? Quizá solamente que no hay nada seguro.¿Cómo sé que no hay nada diferente <strong>de</strong> lo que acabo <strong>de</strong> mencionar, sobre lo que nohaya ni siquiera ocasión <strong>de</strong> dudar? ¿No existe algún Dios, o como quiera que lellame, que me introduce esos pensamientos? Pero, ¿por qué he <strong>de</strong> creerlo, si yomismo puedo ser el promotor <strong>de</strong> aquéllos? ¿Soy, por lo tanto, algo? Pero he negadoque yo tenga algún sentido o algún cuerpo; dudo, sin embargo, porque, ¿qué soyen ese caso? ¿Estoy <strong>de</strong> tal manera ligado al cuerpo y a los sentidos, que no puedoexistir sin ellos? Me he persuadido, empero, <strong>de</strong> que no existe nada en el mundo, nicielo ni tierra, ni mente ni cuerpo; ¿no significa esto, en resumen, que yo no existo?Ciertamente existía si me persuadí <strong>de</strong> algo. Pero hay un no sé quién engañadorsumamente po<strong>de</strong>roso, sumamente listo, que me hace errar siempre a propósito. Sinduda alguna, pues, existo yo también, si me engaña a mí; y por más que meengañe, no podrá nunca conseguir que yo no exista mientras yo siga pensando quesoy algo. De manera que, una vez sopesados escrupulosamente todos los argumentos,se ha <strong>de</strong> concluir que siempre que digo «Yo soy, yo existo» o lo concibo enmi mente, necesariamente ha <strong>de</strong> ser verdad. No alcanzo, sin embargo, a compren<strong>de</strong>rtodavía quién soy yo, que ya existo necesariamente; por lo que he <strong>de</strong> procurarno tomar alguna otra cosa impru<strong>de</strong>ntemente en lugar mío, y evitar que me engañeasí la percepción que me parece ser la más cierta y evi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> todas. Recordaré,/ 16 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.por tanto, qué creía ser en otro tiempo antes <strong>de</strong> venir a parar a estas meditaciones;por lo que excluiré todo lo que, por los argumentos expuestos, pueda ser combatido,por poco que sea, <strong>de</strong> manera que sólo que<strong>de</strong> en <strong>de</strong>finitiva lo que sea cierto einconcuso. ¿Qué creí entonces ser? Un hombre, naturalmente. Pero ¿qué es unhombre? ¿Diré que es un animal racional? No, puesto que se habría <strong>de</strong> investigarqué es animal y qué es racional, y así me <strong>de</strong>slizaría <strong>de</strong> un tema a varios y másdifíciles, y no me queda tiempo libre como para gastarlo en sutilezas <strong>de</strong> este tipo.Con todo, <strong>de</strong>dicaré mi atención en especial a lo que se me ocurría espontáneamentesiguiendo las indicaciones <strong>de</strong> la naturaleza siempre que consi<strong>de</strong>raba queera. Se me ocurría, primero, que yo tenía cara, manos, brazos y todo este mecanismo<strong>de</strong> miembros que aún pue<strong>de</strong> verse en un cadáver, y que llamaba cuerpo. Se meocurría a<strong>de</strong>más que me alimentaba, que comía, que sentía y que pensaba, todo locual lo refería al alma. Pero no advertía qué era esa alma, o imaginaba algo ridículo,como un viento, o un fuego, o un aire que se hubiera difundido en mis partesmás imperfectas. No dudaba siquiera <strong><strong>de</strong>l</strong> cuerpo, sino que me parecía conocer<strong>de</strong>finidamente su naturaleza, la cual, si hubiese intentado especificarla tal como laconcebía en mi mente, la hubiera <strong>de</strong>scrito así: como cuerpo comprendo todoaquello que está <strong>de</strong>terminado por alguna figura, circunscrito en un lugar, que llenaun espacio <strong>de</strong> modo que excluye <strong>de</strong> allí todo otro cuerpo, que es percibido por eltacto, la vista, el oído, el gusto, o el olor, y que es movido <strong>de</strong> muchas maneras, nopor sí mismo, sino por alguna otra cosa que le toque; ya que no creía que tener laposibilidad <strong>de</strong> moverse a sí mismo, <strong>de</strong> sentir y <strong>de</strong> pensar, podía referirse a lanaturaleza <strong><strong>de</strong>l</strong> cuerpo; muy al contrario, me admiraba que se pudiesen encontrartales faculta<strong>de</strong>s en algunos cuerpos.Pero, ¿qué soy ahora, si supongo que algún engañador potentísimo, y si mees permitido <strong>de</strong>cirlo, maligno, me hace errar intencionadamente en todo cuantopue<strong>de</strong>? ¿Puedo afirmar que tengo algo, por pequeño que sea, <strong>de</strong> todo aquello que,según he dicho, pertenece a la naturaleza <strong><strong>de</strong>l</strong> cuerpo? Atiendo, pienso, doy más ymás vueltas a la cuestión: no se me ocurre nada, y me fatigo <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar en vanosiempre lo mismo. ¿Qué acontece a las cosas que atribuía al alma, como alimentarseo andar? Puesto que no tengo cuerpo, todo esto no es sino ficción. ¿Y sentir?Esto no se pue<strong>de</strong> llevar a cabo sin el cuerpo, y a<strong>de</strong>más me ha parecido sentirmuchas cosas en sueños que he advertido más tar<strong>de</strong> no haber sentido en realidad.¿Y pensar? Aquí encuéntrome lo siguiente: el pensamiento existe, y no pue<strong>de</strong>serme arrebatado; yo soy, yo existo: es manifiesto. Pero ¿por cuánto tiempo? Sinduda, en tanto que pienso, puesto que aún podría suce<strong>de</strong>r, si <strong>de</strong>jase <strong>de</strong> pensar, que<strong>de</strong>jase yo <strong>de</strong> existir en absoluto. No admito ahora nada que no sea necesariamentecierto; soy por lo tanto, en <strong>de</strong>finitiva, una cosa que piensa, esto es, una mente, unalma, un intelecto, o una razón, vocablos <strong>de</strong> un significado que antes me era <strong>de</strong>sco-/ 17 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.nocido. Soy, en consecuencia, una cosa cierta, y a ciencia cierta existente. Pero, ¿quécosa? Ya lo he dicho, una cosa que piensa.¿Qué más? Supondré que no soy aquella estructura <strong>de</strong> miembros que sellama cuerpo humano; que no soy un cierto aire impalpable difundido en mismiembros, ni un viento, ni un fuego, ni un vapor, ni un soplo, ni cualquier cosa quepueda imaginarme, puesto que he consi<strong>de</strong>rado que estas cosas no son nada. Misuposición sigue en pie, y, con todo, yo soy algo. ¿Suce<strong>de</strong>rá quizá que todo estoque juzgo que no existe porque no lo conozco no difiera en realidad <strong>de</strong> mí, <strong>de</strong> eseyo que conozco? No lo sé, ni discuto sobre este tema: ya que solamente puedojuzgar aquello que me es conocido. Conozco que existo; me pregunto ahora ¿quién,pues, soy yo que he advertido que existo? Es indudable que este concepto, tomadoestrictamente así, no <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> las cosas que todavía no sé si existen, y por lotanto <strong>de</strong> ninguna <strong>de</strong> las que me figuro en mi imaginación. Este verbo «figurarse»me advierte <strong>de</strong> mi error; puesto que me figuraría algo en realidad en el caso <strong>de</strong> queimaginase que yo soy algo, puesto que imaginar no es otra cosa que contemplar lafigura o la imagen <strong>de</strong> una cosa corpórea. Pero sé ahora con certeza que yo existo, yque pue<strong>de</strong> suce<strong>de</strong>r al mismo tiempo que todas estas imágenes y, en general, todolo que se refiere a la naturaleza <strong><strong>de</strong>l</strong> cuerpo no sean sino sueños. Advertido lo cual,no me parece que erraré menos si digo: «imaginaré, para conocer con más claridadquién soy», que si supongo: «ya estoy <strong>de</strong>spierto, veo algo verda<strong>de</strong>ro, pero puestoque no lo veo <strong>de</strong> un modo <strong>de</strong>finido, me dormiré intencionadamente para que lossueños me lo representen con más veracidad y evi<strong>de</strong>ncia». Por lo tanto, llego a laconclusión <strong>de</strong> que nada <strong>de</strong> lo que puedo aprehen<strong>de</strong>r por medio <strong>de</strong> la imaginaciónatañe al concepto que tengo <strong>de</strong> mí mismo, y <strong>de</strong> que se ha <strong>de</strong> apartar la mente <strong>de</strong>aquello con mucha diligencia, para que ella misma perciba su naturaleza lo más<strong>de</strong>finidamente posible.¿Qué soy? Una cosa que piensa. ¿Qué significa esto? Una cosa que duda,que conoce, que afirma, que niega, que quiere, que rechaza, y que imagina y siente.No son pocas, ciertamente, estas cosas si me atañen todas. Pero ¿por qué nohan <strong>de</strong> referirse a mí? ¿No dudo acaso <strong>de</strong> casi todas las cosas; no conozco algo, sinembargo, y afirmo que esto es lo único cierto y niego lo <strong>de</strong>más; no <strong>de</strong>seo saberalgo, aunque no quiero engañarme; no imagino muchas cosas aun sin querer, y noadvierto que muchas otras proce<strong>de</strong>n como <strong>de</strong> los sentidos? ¿Qué hay entre estascosas, aunque siempre esté dormido, y a pesar <strong>de</strong> que el que me ha creado me hagaengañarme en cuanto pueda, que no sea igualmente cierto que el hecho <strong>de</strong> queexisto? ¿Qué es lo que se pue<strong>de</strong> separar <strong>de</strong> mi pensamiento? ¿Qué es lo que pue<strong>de</strong>separarse <strong>de</strong> mí mismo? Tan manifiesto es que yo soy el que dudo, el que conozcoy el que quiero, que no se me ocurre nada para explicarlo más claramente. Por otraparte, yo soy también el que imagino, dado que, aunque ninguna cosa imaginadasea cierta, existe con todo el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> imaginar, que es una parte <strong>de</strong> mi pensa-/ 18 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.miento. Yo soy igualmente el que pienso, es <strong>de</strong>cir, advierto las cosas corpóreascomo por medio <strong>de</strong> los sentidos, como, por ejemplo, veo la luz, oigo un ruido ypercibo el calor. Todo esto es falso, puesto que duermo; sin embargo, me pareceque veo, que oigo y que siento, lo cual no pue<strong>de</strong> ser falso, y es lo que se llama enmí propiamente sentir; y esto, tomado en un sentido estricto, no es otra cosa quepensar.A partir <strong>de</strong> lo cual empiezo a conocer un poco mejor quién soy; sin embargo,me parece (y no puedo <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> creerlo) que las cosas corpóreas, cuyas imágenesforma el pensamiento, son conocidas con mayor claridad que este no sé qué míoque no se halla bajo mi imaginación, aunque sea en absoluto asombroso que puedaaprehen<strong>de</strong>r con mayor evi<strong>de</strong>ncia las cosas <strong>de</strong>sconocidas, ajenas a mí, y que reconozcoque son falsas, que lo que es verda<strong>de</strong>ro, lo que es conocido, que yo mismo,en <strong>de</strong>finitiva. Pero ya veo lo que ocurre: mi mente se complace en errar y no soportaestar circunscrita en los límites <strong>de</strong> la verdad. Sea, pues, y <strong>de</strong>jémosle todavía lasriendas sueltas para que pueda ser dirigida si se recogen oportunamente poco <strong>de</strong>spués.Pasemos a las cosas que, según la opinión general, son aprehendidas conmayor claridad entre todas: es <strong>de</strong>cir, los cuerpos que tocamos y vemos; no loscuerpos en general, ya que estas percepciones generales suelen ser un tanto másconfusas, sino tan sólo en particular. Tomemos, por ejemplo, esta cera: ha sidosacada <strong>de</strong> la colmena recientemente, no ha perdido todo el sabor <strong>de</strong> su miel yretiene algo <strong><strong>de</strong>l</strong> olor <strong>de</strong> las flores con las que ha sido formada; su color, su figura ysu magnitud son manifiestos; es dura, fría, se toca fácilmente y si se la golpea conun <strong>de</strong>do emitirá un sonido; tiene todo lo que en resumidas cuentas parece requerirsepara que un cuerpo pueda ser conocido lo más claramente posible. Pero heaquí que mientras hablo se la coloca junto al fuego; <strong>de</strong>saparecen los restos <strong>de</strong> sabor,se <strong>de</strong>svanece la figura, su magnitud crece, se hace líquida y cálida; apenas pue<strong>de</strong>tocarse y no emitirá un sonido si se la golpea. ¿Queda todavía la misma cera? Se ha<strong>de</strong> confesar que sí: nadie lo niega ni piensa <strong>de</strong> manera distinta. ¿Qué existía, portanto, en aquella cera que yo aprehendía tan claramente? Con seguridad, nada <strong><strong>de</strong>l</strong>o que aprecié con los sentidos, puesto que todo lo que excitaba nuestro gusto, elolfato, la vista, el tacto y el oído se ha cambiado; pero con todo, la cera permanece.Quizás era lo que pienso ahora: que la cera misma no consiste en la dulzura<strong>de</strong> la miel, en la fragancia <strong>de</strong> las flores ni en su blancura, ni en su figura ni en elsonido, sino que es un cuerpo que hace poco se me mostraba con unas cualida<strong>de</strong>s yahora con otras totalmente distintas. ¿Qué es estrictamente eso que así imagino?Pongamos nuestra atención y, <strong>de</strong>jando aparte todo lo que no se refiera a la cera,veamos qué queda: nada más que algo extenso, flexible y mudable. ¿Qué es esealgo flexible y mudable? ¿Quizá lo que imagino, es <strong>de</strong>cir, que esa cera pue<strong>de</strong> pasar<strong>de</strong> una forma redonda a una cuadrada y <strong>de</strong> ésta a su vez a una triangular? De/ 19 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.ningún modo, puesto que me doy cuenta <strong>de</strong> que la cera es capaz <strong>de</strong> innumerablesmutaciones <strong>de</strong> este tipo y <strong>de</strong> que yo, sin embargo, no puedo imaginarlas todas; portanto, esa aprehensión no se realiza por la facultad <strong>de</strong> imaginar. ¿Qué es ese algoextenso? ¿No es también su extensión <strong>de</strong>sconocida? Puesto que se hace mayor si lacera se vuelve líquida, mayor todavía si se la hace hervir, y mayor aún si el caloraumenta; y no juzgaría rectamente qué es la cera si no consi<strong>de</strong>rase que ésta admitemás varieda<strong>de</strong>s, según su extensión, <strong>de</strong> las que yo haya jamás abarcado con laimaginación. Hay que conce<strong>de</strong>r, por tanto, que yo <strong>de</strong> ninguna manera imagino quées esta cera, sino que la percibo únicamente por el pensamiento. Me refiero a estepedazo <strong>de</strong> cera en particular, ya que ello es más evi<strong>de</strong>nte todavía en la cera engeneral. Así pues, ¿qué es esta cera que no se percibe sino mediante la mente? Lamisma que veo, que toco, que imagino, la misma finalmente que creía que existía<strong>de</strong>s<strong>de</strong> un principio. Pero lo que se ha <strong>de</strong> notar es que su percepción no es visión, nitacto, ni imaginación, ni lo ha sido nunca, sino solamente una inspección <strong>de</strong> larazón, que pue<strong>de</strong> ser imperfecta o confusa como era antes, o clara y <strong>de</strong>finida comoahora, según atiendo más o menos a los elementos <strong>de</strong> que consta.Me admira ver cuán propensa es mi mente a los errores, porque, aunquepiense esto calladamente y sin emitir sonidos, me confundo sin embargo en lospropios vocablos y me engaño en el uso mismo <strong>de</strong> la palabra. Afirmamos, enefecto, que nosotros vemos la cera en sí si está presente, y que no <strong>de</strong>ducimos queestá presente por el color o la figura; <strong>de</strong> don<strong>de</strong> yo concluiría al punto que la cera esaprehendida por los ojos y no únicamente por la razón, si no viese <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la ventanalos transeúntes en la calle, que creo ver no menos usualmente que la cera. Pero,¿qué veo excepto sombreros y trajes en los que podrían ocultarse unos autómatas?Sin embargo, juzgo que son hombres. De este modo lo que creía ver por los ojos loaprehendo únicamente por la facultad <strong>de</strong> juzgar que existe en mi intelecto.Pero un hombre que <strong>de</strong>sea saber más que el vulgo <strong>de</strong>be avergonzarse <strong>de</strong>encontrar duda en las maneras <strong>de</strong> hablar <strong><strong>de</strong>l</strong> vulgo; atendamos, por tanto, a la pregunta:¿En qué momento percibí la cera más perfecta y evi<strong>de</strong>ntemente, cuando lavi por primera vez y creí que la conocía por el mismo sentido externo o al menospor el sentido común, es <strong>de</strong>cir, por la potencia imaginativa, o cuando investiguécon más diligencia no sólo qué era sino <strong>de</strong> qué modo era conocida? Dudar <strong>de</strong> estosería necio, pues ¿qué hubo <strong>de</strong>finido en la primera percepción? ¿Y qué hubo queno se admita que lo pueda tener otro animal cualquiera? Por el contrario, cuandoseparo la cera <strong>de</strong> las formas externas y la consi<strong>de</strong>ro como <strong>de</strong>snuda y <strong>de</strong>spojada <strong>de</strong>sus vestiduras, entonces, aunque todavía pueda existir algún error en mi juicio, nola puedo percibir sin el espíritu humano.¿Qué diré por último <strong>de</strong> ese mismo espíritu, es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> mí mismo? En efecto,no admito que exista otra cosa en mí a excepción <strong>de</strong> la mente. ¿Qué diré yo, portanto, que creo percibir con tanta claridad esa cera? ¿Es que no me conozco a mí/ 20 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.mismo no sólo con mucha más certeza y verdad sino también más <strong>de</strong>finida yevi<strong>de</strong>ntemente? Pues si juzgo que la cera existe a partir <strong><strong>de</strong>l</strong> hecho <strong>de</strong> que la veo,mucho más evi<strong>de</strong>nte será que yo existo a partir <strong><strong>de</strong>l</strong> mismo hecho <strong>de</strong> que la veo.Pue<strong>de</strong> ser que lo que veo no sea cera en realidad; pue<strong>de</strong> ser que ni siquiera tengaojos con los que vea algo, pero no pue<strong>de</strong> ser que cuando vea o —lo que ya nodistingo— cuando yo piense que vea, yo mismo no sea algo al pensar. Del mismomodo, si juzgo que la cera existe <strong><strong>de</strong>l</strong> hecho <strong>de</strong> que la toco, se <strong>de</strong>ducirá igualmenteque yo existo. Lo mismo se concluye <strong><strong>de</strong>l</strong> hecho <strong>de</strong> imaginar <strong>de</strong> cualquier otracausa. Esto mismo que he hecho constar <strong>de</strong> la cera es posible aplicarlo a todo lo<strong>de</strong>más que está situado fuera <strong>de</strong> mí. Por tanto, si la percepción <strong>de</strong> la cera parece sermás clara una vez que me percaté <strong>de</strong> ella no sólo por la vista y por el tacto sino pormás causas, ¡con cuánta mayor evi<strong>de</strong>ncia se ha <strong>de</strong> reconocer que me conozco a mímismo, puesto que no hay ningún argumento que pueda servirme para la percepción,ya <strong>de</strong> la cera, ya <strong>de</strong> cualquier otro cuerpo, que al mismo tiempo no pruebecon mayor niti<strong>de</strong>z la naturaleza <strong>de</strong> mi mente! Ahora bien, existen tantas cosas en lapropia mente mediante las cuales se pue<strong>de</strong> percibir con mayor claridad su naturaleza,que todo lo que emana <strong><strong>de</strong>l</strong> cuerpo apenas parece digno <strong>de</strong> mencionarse.He aquí que he vuelto insensiblemente a don<strong>de</strong> quería, puesto que, conociendoque los mismos cuerpos no son percibidos en propiedad por los sentidos opor la facultad <strong>de</strong> imaginar, sino tan sólo por el intelecto, y que no son percibidospor el hecho <strong>de</strong> ser tocados o vistos, sino tan sólo porque los concebimos, me doyclara cuenta <strong>de</strong> que nada absolutamente pue<strong>de</strong> ser conocido con mayor facilidad yevi<strong>de</strong>ncia que mi mente; pero, puesto que no se pue<strong>de</strong> abandonar las viejas opinionesacostumbradas, es preferible que profundice en esto para que ese nuevo conceptose fije in<strong><strong>de</strong>l</strong>eblemente en mi memoria por la reiteración <strong><strong>de</strong>l</strong> pensamiento./ 21 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.MEDITACIÓN TERCERA: DE DIOS, QUE EXISTECerraré ahora los ojos, taparé los oídos, apartaré mis sentidos, <strong>de</strong>struiré enmi pensamiento todas las imágenes aun <strong>de</strong> las cosas corporales, o, al menos,puesto que eso difícilmente pue<strong>de</strong> conseguirse, las consi<strong>de</strong>raré vanas y falsas, yhablándome, observándome con atención, intentaré conocer y familiarizarme progresivamenteconmigo mismo. Yo soy una cosa que piensa, esto es, una cosa queduda, afirma, niega, que sabe poco e ignora mucho, que <strong>de</strong>sea, que rechaza y aunque imagina y siente. Porque, en efecto, he comprobado que por más que lo quesiento y lo que imagino no tenga quizás existencia fuera <strong>de</strong> mí, estoy seguro, sinembargo, <strong>de</strong> que estos modos <strong>de</strong> pensar que llamo sentimientos e imaginaciones,existen en mí en tanto son solamente modos <strong>de</strong> pensar.Con todo esto he pasado revista a lo que realmente conozco, o al menos a loque hasta ahora he notado que sabía. Ahora veré con más diligencia si existentodavía otros conocimientos que aún no haya yo divisado. Estoy seguro <strong>de</strong> ser unacosa que piensa: ¿no sé también, por en<strong>de</strong>, qué se precisa para estar yo seguro <strong>de</strong>algo? En este primer conocimiento no existe nada más que una cierta percepciónclara y <strong>de</strong>terminada <strong>de</strong> lo que afirmo; lo cual no me bastaría para asegurarme <strong>de</strong> lacerteza <strong>de</strong> una cosa si pudiese suce<strong>de</strong>r que fuese falso lo que percibo <strong>de</strong> un modoclaro y <strong>de</strong>terminado. Por lo tanto, paréceme po<strong>de</strong>r establecer como una reglageneral que todo lo que percibo muy clara y <strong>de</strong>terminadamente es verda<strong>de</strong>ro.Con todo, he admitido antes muchas cosas como absolutamente ciertas ymanifiestas que, sin embargo, hallé más a<strong><strong>de</strong>l</strong>ante ser falsas. ¿Qué cosas eran éstas?La tierra, el cielo, los astros y todo aquello a lo que llego por los sentidos. Pero,¿qué es lo que percibía claramente acerca <strong>de</strong> esas cosas? Pues que las i<strong>de</strong>as o lospensamientos <strong>de</strong> tales cosas se presentaban a mi mente. Pero tampoco ahora niegoque estas i<strong>de</strong>as existan en mí. Pero aún afirmaba otra cosa, que me parecía aprehen<strong>de</strong>rpor estar acostumbrado a creerla, pero que en realidad no percibía, a saber,que existen ciertas cosas fuera <strong>de</strong> mí <strong>de</strong> las que procedían estas i<strong>de</strong>as, y a las queeran <strong><strong>de</strong>l</strong> todo semejantes. Y en esto era en lo que me equivocaba precisamente, opor lo menos, si yo estaba en lo cierto, ello no ocurría en virtud <strong>de</strong> ningún conocimientomío. Cuando consi<strong>de</strong>raba algo muy fácil y sencillo sobre la aritmética o lageometría, por ejemplo, que dos y tres son cinco o algo por el estilo, no lo veíasuficientemente claro para afirmar que era verda<strong>de</strong>ro? Con todo, no por otra razónhe pensado que se <strong>de</strong>bía dudar sobre su certeza que porque se me ocurría quequizás algún Dios me había podido dar una naturaleza tal, que pudiese yo enga-/ 22 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.ñarme incluso en aquellas cosas que tengo por las más evi<strong>de</strong>ntes. Siempre que meviene a la mente la opinión expresada antes sobre la suprema omnipotencia <strong>de</strong>Dios, me veo obligado a confesar que, siempre que quiera, le es fácil conseguir queme equivoque, aun en aquello que creo divisar <strong>de</strong> modo evi<strong>de</strong>ntísimo con los ojos<strong><strong>de</strong>l</strong> entendimiento. Sin embargo, siempre que me vuelvo a las cosas que creo percibirclarísimamente, me persua<strong>de</strong>n con tal evi<strong>de</strong>ncia, que me digo yo mismo: quienquieraque me engañe, nunca podrá conseguir que no sea nada, mientras yo estépensando que soy algo, o que sea cierto que yo no haya existido, cuando ya escierto que existo, o que dos y tres sumados <strong>de</strong>n un número mayor o menor quecinco, o cosas por el estilo, en las que veo una manifiesta contradicción. Ahora bien,puesto que no tengo ningún motivo para creer que algún Dios sea engañoso, y nisiquiera ahora sé a ciencia cierta si existe algún Dios, es muy sutil y —por llamarlaasí metafísica— una causa <strong>de</strong> duda que <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> solamente <strong>de</strong> tal opinión.Para eliminarla también, <strong>de</strong>bo examinar, tan pronto como se me presenteocasión, la cuestión <strong>de</strong> si Dios existe, y, en el caso <strong>de</strong> que exista, si pue<strong>de</strong> serengañoso, puesto que, si se <strong>de</strong>jan <strong>de</strong> lado estas cuestiones, paréceme que no puedocerciorarme <strong>de</strong> ninguna otra cosa.El or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> mi trabajo me obliga a distribuir todos mis pensamientos endiversos géneros, y a averiguar en cuáles hay propiamente verdad o falsedad.Unos pensamientos son como imágenes <strong>de</strong> cosas, que son los únicos a los queconviene el nombre <strong>de</strong> i<strong>de</strong>a, como cuando pienso un hombre, una quimera, elcielo, un ángel o Dios.Otros tienen a<strong>de</strong>más otras formas, como cuando <strong>de</strong>seo, temo, afirmo, niego;entonces aprehendo siempre alguna cosa como sujeto <strong>de</strong> mi reflexión, pero conciboalgo más extenso que la simple similitud <strong>de</strong> esta cosa; unos se llaman volunta<strong>de</strong>s oafectos, y los otros juicios.En lo que se refiere a las i<strong>de</strong>as, si se consi<strong>de</strong>ran en sí mismas y no las refieroa alguna otra cosa, no pue<strong>de</strong>n ser propiamente falsas; puesto que si me imaginouna cabra o una quimera, es cierto que imagino tanto la una como la otra. Tampocohay que temer falsedad alguna en la misma voluntad o en los afectos, puesto que,aunque pueda <strong>de</strong>sear cosas malas o que no existan, está fuera <strong>de</strong> duda que yo<strong>de</strong>seo. Por lo tanto, nos restan solamente los juicios, en los que me he <strong>de</strong> esforzarpor no engañarme. El principal error y el más común que se pue<strong>de</strong> encontrar enellos, consiste en juzgar las i<strong>de</strong>as que existen en mí iguales o parecidas a las cosasque existen fuera <strong>de</strong> mí; puesto que si consi<strong>de</strong>rase tan sólo las i<strong>de</strong>as como maneras<strong>de</strong> mi pensamiento y no las refiriese a otras cosas, no podrían apenas ofrecerocasión para errar. De estas i<strong>de</strong>as, unas son innatas, otras adventicias y otras hechaspor mí; puesto que la facultad <strong>de</strong> aprehen<strong>de</strong>r qué son las cosas, qué es laverdad y qué es el pensamiento, no parece provenir <strong>de</strong> otro lugar que no sea mipropia naturaleza; en cuanto al hecho <strong>de</strong> oír un estrépito, ver el sol, sentir el fuego,/ 23 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.ya he indicado que proce<strong>de</strong> <strong>de</strong> ciertas cosas colocadas fuera <strong>de</strong> mí; y finalmente lassirenas, los hipogrifos y cosas parecidas son creados por mí. O aun quizá las puedojuzgar todas adventicias, o todas innatas, o todas creadas, puesto que todavía no hepercibido claramente su origen.He <strong>de</strong> examinar ahora, en relación a las i<strong>de</strong>as que consi<strong>de</strong>ro tomadas <strong>de</strong> lascosas que existen fuera <strong>de</strong> mí, qué causa me mueve a juzgarlas parecidas a esascosas. Ciertamente, así parece enseñármelo la naturaleza; a<strong>de</strong>más experimento enmí mismo que no <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n <strong>de</strong> mi voluntad y, por lo tanto, <strong>de</strong> mí mismo; frecuentementese presentan aun sin mi consentimiento, ya que, quiera o no, siento el calory por lo tanto consi<strong>de</strong>ro que aquel sentido, o la i<strong>de</strong>a <strong><strong>de</strong>l</strong> calor, proce<strong>de</strong> <strong>de</strong> una cosaque no soy yo, es <strong>de</strong>cir, <strong><strong>de</strong>l</strong> calor <strong><strong>de</strong>l</strong> fuego junto al cual estoy sentado. Y no haynada más razonable que juzgar que es esa cosa la que me envía su semejanza, másbien que alguna otra.Voy a ver ahora si estas razones son suficientemente firmes. Cuando digoque he sido enseñado así por la naturaleza, quiero <strong>de</strong>cir tan sólo que algún ímpetuespontáneo me impulsa a creerlo, y no que alguna luz natural me muestre que elloes verda<strong>de</strong>ro. Estos dos conceptos son muy diferentes entre sí, puesto que las i<strong>de</strong>asque me son mostradas por la luz natural (por ejemplo, que <strong><strong>de</strong>l</strong> hecho <strong>de</strong> que du<strong>de</strong>,se <strong>de</strong>duzca que yo existo) <strong>de</strong> ningún modo pue<strong>de</strong>n ser dudosas, dado que no pue<strong>de</strong>haber ninguna otra facultad a la que me confíe tanto como a esta luz, ni que mepueda <strong>de</strong>mostrar que aquello no sea verda<strong>de</strong>ro; pero en lo que se refiere a losímpetus naturales, ya he observado con frecuencia que he sido arrastrado por ellosa la peor parte cuando se trataba <strong>de</strong> elegir bien, y por lo tanto no veo razón algunapara confiarme a ellos en cualquier otra materia.Finalmente, aunque estas i<strong>de</strong>as no <strong>de</strong>pendan <strong>de</strong> mi voluntad, no por ello esseguro que procedan <strong>de</strong> cosas colocadas fuera <strong>de</strong> mí. De igual manera que aquellosímpetus, sobre los que hablaba hace un momento, parecen existir ajenos a mivoluntad, así quizás hay también en mí alguna facultad, que no me es conocidatodavía claramente, creadora <strong>de</strong> estas i<strong>de</strong>as, <strong><strong>de</strong>l</strong> mismo modo que hasta ahora meha venido pareciendo que, mientras duermo, tales i<strong>de</strong>as se forman en mí sinintervención alguna <strong>de</strong> cosas externas.Por último, aunque procedan <strong>de</strong> cosas ajenas a mí, no por ello se sigue quehayan <strong>de</strong> ser parecidas a ellas. Muy al contrario, me parece haber encontrado enmuchas gran diferencia; como, por ejemplo, existen en mi mente dos i<strong>de</strong>as <strong><strong>de</strong>l</strong> sol,una adquirida por medio <strong>de</strong> los sentidos, que, según creo, <strong>de</strong>be incluirse entre lasi<strong>de</strong>as adventicias, en la que se me aparece muy pequeño, y otra tomada <strong><strong>de</strong>l</strong> estudioastronómico, es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> ciertas nociones que me son innatas o formadas por mí <strong>de</strong>cualquier otro modo, y en la que el sol aparece muchas veces mayor que la tierra.Ambas i<strong>de</strong>as no pue<strong>de</strong>n ser iguales al sol que existe fuera <strong>de</strong> mí, y el cálculo/ 24 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.<strong>de</strong>muestra que es precisamente la más ajena a la realidad aquella que pareceproce<strong>de</strong>r más directamente <strong><strong>de</strong>l</strong> sol mismo.Todo lo cual <strong>de</strong>muestra que yo, no por razonamiento seguro, sino por unciego impulso, he creído que existían cosas diferentes <strong>de</strong> mí que me enviaban susi<strong>de</strong>as o sus imágenes por los órganos <strong>de</strong> los sentidos o por cualquier otro medio.Otro camino se me ocurre para investigar si hay fuera <strong>de</strong> mí ciertas cosas,cuyas i<strong>de</strong>as existen <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> mí. En cuanto estas i<strong>de</strong>as son sólo modos <strong>de</strong> pensar,no encuentro en ellas ninguna diferencia y todas parecen provenir <strong>de</strong> mí <strong>de</strong> igualmanera. Pero en tanto en cuanto una representa una cosa y otra otra, está claro queson entre sí totalmente diversas. Sin duda las que me presentan las substancias sonalgo más, y por <strong>de</strong>cirlo así tienen más realidad objetiva, que aquellas que tan sólorepresentan los modos o los acci<strong>de</strong>ntes. De este modo, tiene más realidad objetivala i<strong>de</strong>a por la que concibo a Dios como un ser eterno, infinito, omnisciente, omnipotente,creador <strong>de</strong> todas las cosas que existen, excepto <strong>de</strong> sí mismo, que aquellaspor las que se presentan las substancias finitas.Es manifiesto, por tanto, que <strong>de</strong>be <strong>de</strong> haber al menos igual realidad en unacausa total y eficiente que en el efecto <strong>de</strong> dicha causa. Porque ¿<strong>de</strong> dón<strong>de</strong> podríatomar su realidad el efecto a no ser <strong>de</strong> la causa? ¿Y <strong>de</strong> qué modo la causa pue<strong>de</strong>otorgarla al efecto, a no ser que la posea? De lo que se <strong>de</strong>duce que la nada nopue<strong>de</strong> crear algo, ni lo que es menos perfecto a lo que es más perfecto, es <strong>de</strong>cir, loque contiene en sí más realidad. Todo lo cual no sólo se aplica a los afectos, cuyarealidad es actual o formal, sino también a las i<strong>de</strong>as, en las que se consi<strong>de</strong>ra tansólo la realidad objetiva. Es <strong>de</strong>cir, una piedra, por ejemplo, que no existía antes, nopue<strong>de</strong> empezar a existir si no es producida por alguna cosa en la que exista formalo eminentemente todo aquello <strong>de</strong> lo que está compuesta la piedra. Y no se pue<strong>de</strong>producir calor en un sujeto que antes no lo tenía sino a partir <strong>de</strong> una cosa que seaal menos <strong>de</strong> un or<strong>de</strong>n igualmente perfecto que el calor, y así in<strong>de</strong>finidamente. Porotra parte, no pue<strong>de</strong> existir en mí la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> calor o <strong>de</strong> una piedra a no ser que hayasido introducida en mí por una causa en la que exista al menos igual realidad que ami juicio poseen el calor o la piedra. Pues, aunque esta causa no transmita surealidad actual o formal a mi i<strong>de</strong>a, no se <strong>de</strong>be pensar en consecuencia que es porello menos real; sino que la naturaleza <strong>de</strong> la misma i<strong>de</strong>a es tal, que no exige en síninguna otra realidad formal excepto aquella que toma <strong>de</strong> mi pensamiento, <strong><strong>de</strong>l</strong>cual es un modo. Por otra parte, el hecho <strong>de</strong> que una i<strong>de</strong>a tenga esta o aquellarealidad en vez <strong>de</strong> otra cualquiera <strong>de</strong>be provenir <strong>de</strong> alguna causa en la que existaal menos tanta realidad formal cuanta realidad objetiva tiene la i<strong>de</strong>a. Porque sisuponemos que existe algo en la i<strong>de</strong>a que no se encuentra en la causa, entoncesesto lo posee <strong>de</strong> la nada; ahora bien, por muy imperfecto que sea ese modo <strong>de</strong> serpor el que una cosa se encuentra <strong>de</strong> un modo objetivo en nuestro entendimiento/ 25 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.mediante la i<strong>de</strong>a, no por eso, sin embargo, no es absolutamente nada, y no pue<strong>de</strong>,por lo tanto, existir <strong>de</strong> la nada.No <strong>de</strong>bo suponer, por otra parte, que, puesto que la realidad que consi<strong>de</strong>roen mis i<strong>de</strong>as es tan sólo objetiva, no es necesario que la misma realidad exista <strong>de</strong>un modo formal en las causas <strong>de</strong> las mismas, sino que basta que exista en lascausas también <strong>de</strong> un modo objetivo. Puesto que, como el modo objetivo <strong>de</strong> sercorrespon<strong>de</strong> a las i<strong>de</strong>as según su propia naturaleza, así el modo formal <strong>de</strong> sercorrespon<strong>de</strong> a las causas <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>as, al menos a las primeras y principales, segúnsu propia naturaleza. Y aunque una i<strong>de</strong>a pueda proce<strong>de</strong>r <strong>de</strong> otra, no se da, sinembargo, una sucesión hasta el infinito, sino que se <strong>de</strong>be llegar a alguna primerai<strong>de</strong>a, cuya causa sea equivalente a un original, en el cual esté contenida formalmentetoda la realidad que sólo existe en la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> un modo objetivo. De maneraque es evi<strong>de</strong>nte por la luz natural que las i<strong>de</strong>as son en mí como unas imágenes;que pue<strong>de</strong>n fácilmente <strong>de</strong>generar <strong>de</strong> la perfección <strong>de</strong> las cosas <strong>de</strong> las que han sidotomadas, pero <strong>de</strong> ninguna manera contener algo mayor o más perfecto.Cuanto más larga y más <strong>de</strong>tenidamente consi<strong>de</strong>ro estas cosas, con tantamayor claridad y distinción conozco que son ciertas. Pero, ¿qué conclusión se ha <strong>de</strong>obtener <strong>de</strong> todo esto? Sin duda la <strong>de</strong> que, si la realidad objetiva <strong>de</strong> alguna <strong>de</strong> misi<strong>de</strong>as es tal que esté yo seguro <strong>de</strong> que ella no existe en mí ni formal ni eminentemente,y <strong>de</strong> que por lo tanto no puedo ser yo mismo la causa <strong>de</strong> tal i<strong>de</strong>a, se siguenecesariamente que no soy yo el único ser existente, sino que existe también algunaotra cosa que es la causa <strong>de</strong> esa i<strong>de</strong>a. Por el contrario, si no existe en mí una i<strong>de</strong>atal, no tengo ningún otro argumento para asegurarme <strong>de</strong> la existencia <strong>de</strong> otra cosadiferente <strong>de</strong> mí, puesto que, a pesar <strong>de</strong> haberlo buscado cuidadosamente, no hepodido encontrar otro todavía.Ahora bien; entre estas i<strong>de</strong>as mías, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> la que me muestra a mí mismoy sobre la que no pue<strong>de</strong> haber aquí ninguna dificultad, existe una que representaa Dios, otra a las cosas corpóreas e inanimadas, otra a los ángeles y otra a loshombres parecidos a mí. En lo que se refiere a las i<strong>de</strong>as que representan a los<strong>de</strong>más hombres, a los animales o a los ángeles, veo fácilmente que han podido sercreadas <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>as que tengo <strong>de</strong> mí mismo, <strong>de</strong> las cosas corporales y <strong>de</strong> Dios, auncuando, a excepción <strong>de</strong> mí, no existiese en el mundo ningún hombre, ni ningúnanimal, ni ningún ángel.En lo que respecta a las i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> las cosas corporales, no hay nada en ellastan consi<strong>de</strong>rable que no parezca que podría proce<strong>de</strong>r <strong>de</strong> mí mismo; puesto que, silas consi<strong>de</strong>ro con más atención y las examino una por una <strong><strong>de</strong>l</strong> mismo modo que heexaminado antes la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la cera, advierto que es poco lo que puedo percibirclara y diferenciadamente: a saber, su magnitud, es <strong>de</strong>cir, su extensión en longitud,anchura y profundidad; su figura, que proviene <strong>de</strong> la <strong>de</strong>terminación <strong>de</strong> esa extensión;la situación que respectivamente ocupan las cosas que tienen diversas figuras;/ 26 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.el movimiento o la mutación <strong>de</strong> esa situación; a lo que se podría añadir la substancia,la duración y el número. Lo <strong>de</strong>más, por el contrario, como la luz, los colores,los sonidos, los olores, los sabores, el calor y el frío y las restantes cualida<strong>de</strong>s <strong><strong>de</strong>l</strong>tacto, no lo pienso sino confusa y obscuramente, <strong>de</strong> manera que hasta ignoro si sonverda<strong>de</strong>ras o falsas, esto es, si las i<strong>de</strong>as que tengo <strong>de</strong> aquéllas son i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> ciertascosas o no. Aunque la falsedad propiamente dicha o formal solamente se puedaencontrar en los juicios, como he hecho notar hace poco, hay sin embargo unacierta falsedad material en las i<strong>de</strong>as, cuando representan una no-cosa como cosa.Así, por ejemplo, las i<strong>de</strong>as que tengo <strong><strong>de</strong>l</strong> calor y el frío son tan poco claras y tanpoco diferenciadas, que no puedo saber por ellas si el frío es la privación <strong><strong>de</strong>l</strong> caloro el calor la privación <strong><strong>de</strong>l</strong> frío, o si ambos o ninguno son una cualidad real. Dadoque no pue<strong>de</strong> existir ninguna i<strong>de</strong>a que no contenga la pretensión <strong>de</strong> representaralguna cosa, si es cierto que el frío es la privación <strong><strong>de</strong>l</strong> calor, la i<strong>de</strong>a que me lo representacomo algo real y positivo, será tachada <strong>de</strong> falsa no sin razón; y así <strong>de</strong> las<strong>de</strong>más.No es necesario que asigne a estas i<strong>de</strong>as otro autor que yo mismo. Puestoque, si son falsas, es <strong>de</strong>cir, no representan ninguna cosa, conozco por la luz naturalque proce<strong>de</strong>n <strong>de</strong> la nada, es <strong>de</strong>cir, que existen en mí no por otra razón que porquefalta algo a mi naturaleza y no es totalmente perfecta; pero si, por el contrario, sonciertas, dado que me presentan una realidad tan exigua que ni siquiera puedodistinguirla <strong>de</strong> la no-cosa, no veo por qué no podrían proce<strong>de</strong>r <strong>de</strong> mí mismo.Respecto a las cosas que aparecen en las i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> los seres corporales <strong>de</strong> unmodo claro y <strong>de</strong>finido, hay algunas, a saber, la substancia, la duración, el número ytodo lo que es <strong>de</strong> este género, que me parece que las he podido tomar <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>mí mismo, puesto que cuando pienso que la piedra es una substancia, o bien unacosa que pue<strong>de</strong> existir por sí misma, y al mismo tiempo que yo soy también unasubstancia, aunque me conciba como una cosa que piensa y que no es extensa, y ala piedra, por el contrario, como extensa e irracional, y por tanto exista la mayordiferencia entre los dos conceptos, parecen sin embargo convenir ambos en lo quese refiere a la substancia. Así cuando me doy cuenta <strong>de</strong> que existo, y recuerdohaber existido hace algún tiempo, y cuando tengo varios pensamientos y alcanzo adiscernir su número, adquiero las i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> la duración y <strong><strong>de</strong>l</strong> número, que luegopuedo transferir a cualquier otra cosa. Todas las <strong>de</strong>más cosas <strong>de</strong> las que se componenlas i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> los seres corpóreos, a saber, la extensión, la figura, el lugar, elmovimiento, etc., no están contenidas en mí formalmente en tanto que soy solamenteuna cosa que piensa; pero como son tan sólo ciertos modos <strong>de</strong> la substanciay yo soy substancia, parece ser posible que estén contenidas en mí eminentemente.Por lo tanto, sólo queda la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Dios, en la que se ha <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar si esalgo que no haya podido proce<strong>de</strong>r <strong>de</strong> mí mismo. Bajo la <strong>de</strong>nominación <strong>de</strong> Dioscomprendo una substancia infinita, in<strong>de</strong>pendiente, que sabe y pue<strong>de</strong> en el más alto/ 27 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.grado, y por la cual he sido creado yo mismo con todo lo <strong>de</strong>más que existe, si esque existe algo más. Todo lo cual es <strong>de</strong> tal género que cuanto más diligentementelo consi<strong>de</strong>ro, tanto menos parece haber podido salir sólo <strong>de</strong> mí. De lo que hay queconcluir que Dios necesariamente existe.Porque aun cuando exista en mí la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> substancia por el mismo hecho <strong>de</strong>que soy substancia, no existiría la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> substancia infinita, siendo yo finito, si noprocediese <strong>de</strong> alguna substancia infinita en realidad.No <strong>de</strong>bo pensar que yo no percibo el infinito por una i<strong>de</strong>a verda<strong>de</strong>ra, sinotan sólo por la negación <strong>de</strong> lo finito, como percibo la quietud y las tinieblas por lanegación <strong><strong>de</strong>l</strong> movimiento y <strong>de</strong> la luz. Al contrario, veo manifiestamente que haymás realidad en la substancia infinita que en la finita, y por lo tanto existe primeroen mí la percepción <strong>de</strong> lo infinito, es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> Dios, que <strong>de</strong> lo finito, es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> mímismo. ¿Cómo podría saber que yo dudo, que <strong>de</strong>seo, es <strong>de</strong>cir, que me falta algo, yque no soy en absoluto perfecto, si no hubiese una i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> un ser más perfecto enmí, por cuya comparación conociese mis <strong>de</strong>fectos?No se pue<strong>de</strong> afirmar que quizás esta i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Dios sea materialmente falsa, yque por lo tanto pueda existir <strong>de</strong> la nada, como hace poco he señalado en las i<strong>de</strong>as<strong><strong>de</strong>l</strong> calor y <strong><strong>de</strong>l</strong> frío y <strong>de</strong> cosas similares. Muy al contrario, siendo absolutamenteclara y <strong>de</strong>finida y conteniendo más realidad objetiva que ninguna otra, no hayninguna i<strong>de</strong>a más verda<strong>de</strong>ra por sí, ni en la que se encuentre menor sospecha <strong>de</strong>falsedad. Esta i<strong>de</strong>a, repito, <strong>de</strong> un ente totalmente perfecto e infinito es absolutamentecierta; puesto que, aunque quizá se pueda pensar que no exista un ser así,no se pue<strong>de</strong> pensar, sin embargo, que su i<strong>de</strong>a no me muestre nada real, como hedicho poco ha sobre la i<strong>de</strong>a <strong><strong>de</strong>l</strong> frío. Es también por completo clara y <strong>de</strong>finida, yaque todo lo que percibo clara y <strong>de</strong>finidamente que es real y verda<strong>de</strong>ro y queencierra alguna perfección, está contenido en su totalidad en esta i<strong>de</strong>a. No obsta aello que no pueda yo aprehen<strong>de</strong>r lo infinito, ni que existan en Dios innumerablesotras cosas que ni puedo aprehen<strong>de</strong>r, ni tampoco alcanzar siquiera con el pensamiento;puesto que es propio <strong>de</strong> lo infinito no po<strong>de</strong>r ser concebido por mí, que soyfinito. Me basta, pues, concebir esto mismo, y juzgar que todas aquellas cosas quepercibo claramente y que sé que encierran alguna perfección, e incluso quizás otrasinnumerables que ignoro, existen formal o eminentemente en Dios, <strong>de</strong> manera quela i<strong>de</strong>a que tengo <strong>de</strong> él es la más verda<strong>de</strong>ra, clara y <strong>de</strong>finida <strong>de</strong> todas.Quizá soy algo más <strong>de</strong> lo que yo mismo alcanzo a ver, y todas las perfeccionesque atribuyo a Dios existen en cierto modo potencialmente en mí, aunque no semanifiesten ni lleguen al acto. Veo, en efecto, que mi conocimiento aumenta paulatinamentey que nada se opone a que crezca más y más hasta el infinito, ni tampocoa que, aumentado así el conocimiento, pueda aprehen<strong>de</strong>r las restantes perfecciones<strong>de</strong> Dios, ni, por último, a que la potencia para estas perfecciones, si yaexiste en mí, no baste a producir la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> aquéllas./ 28 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.Al contrario, nada <strong>de</strong> esto pue<strong>de</strong> ocurrir; en primer lugar, porque aunquesea cierto que mi conocimiento aumenta paulatinamente y que existen en mímuchas cosas en potencia que no están todavía en acto, nada <strong>de</strong> esto atañe, sinembargo, a la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Dios, en la que no hay nada en absoluto en potencia, puestoque esto mismo, ir conociendo poco a poco, es una prueba certísima <strong>de</strong> la imperfección.A<strong>de</strong>más, aunque mi conocimiento se engran<strong>de</strong>zca siempre más y más,nunca, no obstante, será infinito en acto, puesto que nunca llegará a un extremo talen que ya no sea capaz <strong>de</strong> un incremento mayor todavía. Por el contrario, juzgo aDios infinito en acto <strong>de</strong> tal modo que nada pue<strong>de</strong> añadirse a su perfección. Finalmente,consi<strong>de</strong>ro que el ser objetivo <strong>de</strong> una i<strong>de</strong>a no pue<strong>de</strong> provenir únicamente <strong>de</strong>un ser potencial, que en realidad no es nada, sino tan sólo <strong>de</strong> un ser actual oformal.No hay nada en lo que acabo <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir que no sea evi<strong>de</strong>nte por la luz natural,para todo el que piense con cuidado; pero puesto que, cuando relajo mi atención ylas imágenes <strong>de</strong> las cosas sensibles obnubilan la vista <strong>de</strong> la mente, no veo confacilidad por qué la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> un ser más perfecto que yo proce<strong>de</strong> necesariamente <strong>de</strong>algún ente que sea en realidad más perfecto, parece oportuno investigar si yo podría existir teniendo la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Dios, si un ente tal no existiera en realidad.Entonces, ¿<strong>de</strong> quién existiría? De mí, sin duda alguna, o <strong>de</strong> mis padres, o <strong>de</strong>otros entes cualesquiera menos perfectos que Dios, puesto que nada hay más perfectoque Él mismo, ni se pue<strong>de</strong> pensar o i<strong>de</strong>ar un ser igualmente perfecto.Si mi existencia procediese <strong>de</strong> mí mismo, no dudaría, no <strong>de</strong>searía, ni mefaltaría nada en absoluto; puesto que todas las perfecciones cuyas i<strong>de</strong>as existen enmi mente me las habría dado a mí mismo, y <strong>de</strong> tal manera yo sería Dios. No <strong>de</strong>boimaginarme que las cosas que me faltan pue<strong>de</strong>n ser más difíciles <strong>de</strong> adquirir quelas cosas que existen ya en mí, puesto que, por el contrario, está claro que es muchomás difícil que yo, es <strong>de</strong>cir, una cosa o una substancia que piensa, haya salido <strong>de</strong> lanada, que adquirir el conocimiento <strong>de</strong> las muchas cosas que <strong>de</strong>sconozco, que sontan sólo acci<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> esa substancia. Ciertamente, si tuviese <strong>de</strong> mí mismo aquelloque es mayor, no sólo no me hubiera negado lo que se pue<strong>de</strong> conseguir más fácilmente,sino tampoco ninguna otra cosa <strong>de</strong> entre las que advierto que están contenidasen la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Dios. En efecto, ninguna me parece más difícil <strong>de</strong> lograr; y sialgunas fuesen más difíciles <strong>de</strong> lograr, me parecerían en verdad más difíciles (en elcaso <strong>de</strong> que lo <strong>de</strong>más que tengo lo tuviese <strong>de</strong> mí), puesto que experimentaría quemi potencia se termina en ellas.Y no escapo a la fuerza <strong>de</strong> estas argumentaciones si imagino que yo he sidotal como soy ahora, como si <strong>de</strong> esto se siguiese que no se ha <strong>de</strong> buscar ningúnautor <strong>de</strong> mi existencia. Dado que todo el tiempo <strong>de</strong> la vida se pue<strong>de</strong> dividir eninnumerables partes, las cuales no <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n entre sí <strong>de</strong> ninguna manera, <strong><strong>de</strong>l</strong>hecho <strong>de</strong> que haya existido hace poco no se sigue que <strong>de</strong>ba existir ahora, a no ser/ 29 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.que alguna causa me cree <strong>de</strong> nuevo, es <strong>de</strong>cir, me conserve. Si se atien<strong>de</strong> a la naturaleza<strong><strong>de</strong>l</strong> tiempo, es obvio que para conservar una cosa cualquiera en cada momentoque dura, se precisa la misma fuerza y acción que para crearla <strong>de</strong> nuevo, si noexistiese. De este modo una <strong>de</strong> las cosas manifiestas por la luz natural es el hecho<strong>de</strong> que la conservación difiere <strong>de</strong> la creación sólo según el pensamiento.Por tanto, <strong>de</strong>bo interrogarme a mí mismo si tengo algún po<strong>de</strong>r, por el queconsiga que yo, que existo ahora, exista un poco <strong>de</strong>spués; por que, no siendo sinouna cosa que piensa, o mejor dicho, tratando estrictamente <strong>de</strong> esa parte mía que esuna cosa que piensa, si existiera un tal po<strong>de</strong>r en mí, estaría consciente <strong>de</strong> él; peroveo que no hay ninguno, y por esto concluyo evi<strong>de</strong>ntemente que yo <strong>de</strong>pendo <strong>de</strong>algún ser diferente <strong>de</strong> mí.Quizás aquel ser no es Dios, y he sido engendrado, ya por mis padres, yapor causas cualesquiera menos perfectas que Dios.Como ya he dicho antes, es manifiesto que por lo menos tanto <strong>de</strong>be existiren la causa como en el efecto; por tanto, siendo yo una cosa que piensa, y que tieneuna cierta i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Dios, sea cual sea mi causa, se ha <strong>de</strong> reconocer que ella es tambiénuna cosa que piensa, y que posee la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> todas las perfecciones que atribuyoa Dios. Se pue<strong>de</strong> investigar nuevamente si ella existe por sí o por otra causa. Siexiste por sí es manifiesto, por lo anteriormente dicho, que es ella misma Dios,dado que, teniendo el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> existir por sí tiene sin duda alguna la facultad <strong>de</strong>poseer en acto todas las perfecciones cuyas i<strong>de</strong>as tiene, es <strong>de</strong>cir, todas las queconcibo que existen en Dios; si existe por otra causa, se interrogará nuevamente <strong><strong>de</strong>l</strong>mismo modo si ésta existe por sí o por otra causa, hasta que se llegue así a laúltima, que será Dios. Está bastante claro que no pue<strong>de</strong> haber en este caso unasucesión hasta el infinito, especialmente tratándose aquí no sólo <strong>de</strong> la causa que meha creado en un tiempo, sino en particular <strong>de</strong> aquella que me conserva en elmomento presente.No se pue<strong>de</strong> alegar que hayan concurrido varias causas parciales para crearme,y que así he recibido <strong>de</strong> una la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> una <strong>de</strong> las perfecciones que atribuyo aDios, <strong>de</strong> otra la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> otra, <strong>de</strong> manera que se encuentren todas esas perfeccionesen conjunto en alguna parte, pero no estén unidas en un solo ser que sea Dios; porel contrario, la unidad, la simplicidad, o la inseparabilidad <strong>de</strong> todo lo que en Diosexiste es una <strong>de</strong> las más principales perfecciones que, según creo, posee Dios. Ni,por otra parte, la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong> todas sus perfecciones pudo ser puesta porninguna causa <strong>de</strong> la que no haya recibido a<strong>de</strong>más las i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> las <strong>de</strong>más perfecciones;pues tampoco hubiera podido hacer que las concibiese juntas e inseparablessin hacer al mismo tiempo que reconociera cuáles eran.En lo que se refiere a los padres, aunque sea verdad todo lo que haya pensadosobre ellos, no me conservan, sin embargo, ni me han creado <strong>de</strong> ninguna manera,en tanto que soy una cosa que piensa, sino que han puesto tan sólo ciertas/ 30 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.disposiciones en una materia en la cual he juzgado que yo, es <strong>de</strong>cir, mi mente, queacepto ahora únicamente por mí, me encuentro comprendido. Por lo tanto, nopue<strong>de</strong> haber aquí ninguna dificultad, sino que se ha <strong>de</strong> concluir que <strong><strong>de</strong>l</strong> hechosolamente <strong>de</strong> que exista, y <strong>de</strong> que posea una cierta i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> un ser perfecto, es <strong>de</strong>cir,Dios, se <strong>de</strong>muestra evi<strong>de</strong>ntísimamente que Dios existe.Resta tan sólo examinar <strong>de</strong> qué modo he recibido esta i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Dios, porqueni la he recibido con los sentidos, ni me viene a las mientes cuando no atiendo aella, como suelen (o al menos lo parecen) las i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> las cosas sensibles; ni ha sidoimaginada por mí, puesto que no puedo sustraer nada <strong>de</strong> ella ni añadirle algo;hemos <strong>de</strong> reconocer, por tanto, que su i<strong>de</strong>a no es en mí innata como me es innata lai<strong>de</strong>a <strong>de</strong> mí mismo.No es <strong>de</strong> extrañar que Dios, al crearme, haya puesto en mí esa i<strong>de</strong>a, como elsigno <strong><strong>de</strong>l</strong> artífice impreso en su obra, y no es necesario que ese signo sea una cosadiferente <strong>de</strong> la obra en sí. Sólo <strong><strong>de</strong>l</strong> hecho <strong>de</strong> que Dios me haya creado, es muy verosímilque haya sido hecho en cierto modo a su imagen y semejanza, y esa semejanza,en la que está contenida la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Dios, la perciba por la misma facultad conque me percibo a mí mismo: es <strong>de</strong>cir, cuando concentro mi atención en mí, no solamenteconsi<strong>de</strong>ro que soy una cosa incompleta y <strong>de</strong>pendiente <strong>de</strong> otra, una cosa queaspira in<strong>de</strong>finidamente a lo mayor o mejor, sino que también reconozco que aquel<strong>de</strong> quien <strong>de</strong>pendo posee estas cosas mayores no in<strong>de</strong>finidamente y en potencia,sino en realidad y en grado infinito, y que, por tanto, es Dios. Toda la fuerza <strong><strong>de</strong>l</strong>argumento resi<strong>de</strong> en admitir que no pue<strong>de</strong> ser que yo exista, siendo <strong>de</strong> tal naturalezacomo soy, a saber, teniendo en mí la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Dios, si Dios no existiera tambiénen realidad, Dios, repito, cuya i<strong>de</strong>a poseo, es <strong>de</strong>cir, que tiene todas las perfecciones(que no puedo compren<strong>de</strong>r, si bien las alcanzo en cierto grado con el pensamiento),sin estar sujeto a ninguna imperfección.Pero antes <strong>de</strong> pasar a examinarlo más atentamente y <strong>de</strong> averiguar las <strong>de</strong>másverda<strong>de</strong>s que se pue<strong>de</strong>n <strong>de</strong>ducir <strong>de</strong> aquí, paréceme apropiado pararme algúntiempo en la contemplación <strong>de</strong> Dios mismo, consi<strong>de</strong>rar sus atributos, y mirar,admirar y adorar la belleza <strong>de</strong> tal luz, en tanto cuanto lo permita la capacidad <strong>de</strong>mi entendimiento cubierto <strong>de</strong> sombras. Del mismo modo que creemos por la fe quela suprema felicidad <strong>de</strong> la otra vida consiste en la única contemplación <strong>de</strong> la divinamajestad, así consi<strong>de</strong>ramos que <strong>de</strong> esta otra contemplación, aun que sea muchomenos perfecta, pue<strong>de</strong> percibirse el máximo placer <strong>de</strong> que somos capaces en estavida./ 31 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.MEDITACIÓN CUARTA: SOBRE LO VERDADERO Y LO FALSODe tal manera me acostumbré estos días a separar la mente <strong>de</strong> los sentidos,y tan diligentemente advertí que muy poco es percibido sobre las cosas corpóreasen realidad, y que, por el contrario, se conoce mucho más sobre la mente humana,y mucho más aún sobre Dios, que sin ninguna dificultad vuelvo mi pensamiento<strong>de</strong> las cosas imaginables a las inteligibles solamente y separadas en absoluto <strong>de</strong> lamateria. Con seguridad, mi i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la mente humana, en tanto que es una cosa quepiensa, no extensa a lo largo ni a lo ancho ni a lo profundo, y no teniendo partealguna <strong>de</strong> cuerpo, es mucho más clara que la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> cualquier otra cosa corporal.Cuando me doy cuenta <strong>de</strong> que yo dudo, o <strong>de</strong> que soy una cosa incompleta y<strong>de</strong>pendiente, <strong>de</strong> tal manera se me presenta clara y <strong>de</strong>finida la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> un serin<strong>de</strong>pendiente y completo, es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> Dios, y <strong><strong>de</strong>l</strong> hecho <strong>de</strong> que exista esa i<strong>de</strong>a enmí concluyo <strong>de</strong> tal modo manifiestamente que Dios también existe, y que <strong>de</strong>pen<strong>de</strong><strong>de</strong> Él en cada instante toda mi existencia, que creo que nada pue<strong>de</strong> conocer lainteligencia humana más evi<strong>de</strong>nte ni más cierto. Ya me parece ver algún caminopor el cual se llegue al conocimiento <strong>de</strong> las <strong>de</strong>más cosas, partiendo <strong>de</strong> lacontemplación <strong><strong>de</strong>l</strong> verda<strong>de</strong>ro Dios, en el que se encuentran todos los tesoros <strong>de</strong> lasciencias y <strong>de</strong> la sabiduría.Primeramente, reconozco que no pue<strong>de</strong> suce<strong>de</strong>r que Él me engañe algunavez. Y aunque po<strong>de</strong>r engañar parezca ser una prueba <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r o <strong>de</strong> inteligencia,sin duda alguna querer engañar testimonia malicia o necedad, y por lo tanto no seencuentra en Dios.A continuación experimento que hay en mí una cierta facultad <strong>de</strong> juzgar,que he recibido ciertamente <strong>de</strong> Dios, como todas las <strong>de</strong>más cosas que hay en mí; ypuesto que Aquél no quiere que yo me equivoque, no me ha dado evi<strong>de</strong>ntementeuna facultad tal que me pueda equivocar jamás mientras haga uso <strong>de</strong> ella conrectitud.Nada restaría sobre esta cuestión que diera lugar a dudas, si no pareciera<strong>de</strong>ducirse en consecuencia que yo nunca puedo errar; porque si lo que hay en mí lotengo <strong>de</strong> Dios, y Éste no me ha dado ninguna posibilidad <strong>de</strong> errar, me parece queno puedo equivocarme.Así, cuando pienso tan sólo sobre Dios y me concentro en Él solamente, noencuentro ninguna causa <strong>de</strong> error o <strong>de</strong> falsedad; pero cuando me vuelvo a mímismo, me doy cuenta <strong>de</strong> que estoy sujeto, sin embargo, a innumerables errores, einvestigando su causa <strong>de</strong>scubro que no sólo se presenta a mi mente la i<strong>de</strong>a real y/ 32 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.positiva <strong>de</strong> Dios, es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> un ente sumamente perfecto, sino también una ciertai<strong>de</strong>a negativa <strong>de</strong> la nada, por así <strong>de</strong>cirlo, o <strong>de</strong> algo que dista en grado sumo <strong>de</strong> todaperfección, y que yo me hallo situado <strong>de</strong> tal manera entre el ser perfecto y el no ser,que, en tanto que he sido creado por el ente perfecto, no hay nada en mí por lo quepueda errar o ser inducido a error, y, en tanto que participo en cierto modo <strong>de</strong> lanada, o <strong><strong>de</strong>l</strong> no ser, es <strong>de</strong>cir, en tanto en que no soy el ente perfecto, me faltaninnumerables cosas, por lo que no es <strong>de</strong> extrañar que me equivoque. Así consi<strong>de</strong>roque el error no es algo real que <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> Dios, sino que es tan sólo un <strong>de</strong>fecto; ypor lo tanto, no he menester, para equivocarme, <strong>de</strong> una facultad que me haya sidootorgada por Dios con esta finalidad, sino que el errar proviene <strong>de</strong> que mi facultad<strong>de</strong> enjuiciar lo verda<strong>de</strong>ro, que tengo <strong>de</strong> Él, no es infinita.Con todo, no satisface esto todavía; en efecto, el error no es una pura negación,sino una privación o carencia <strong>de</strong> cierto conocimiento que <strong>de</strong>bería existir en mí<strong>de</strong> alguna manera; y si se para mientes en la naturaleza <strong>de</strong> Dios, parece que nopue<strong>de</strong> ser que haya puesto en mí alguna facultad que no sea en su género perfecta,o que esté privada <strong>de</strong> alguna perfección que le era <strong>de</strong>bida. Porque si cuanto máshábil es el artista, tanto más perfecta será su obra, ¿qué pue<strong>de</strong> haber sido hecho poraquel creador sumo <strong>de</strong> todas las cosas que no sea perfecto en todas sus partes? Noes dudoso que Dios me habría podido hacer <strong>de</strong> manera que nunca me equivocase,ni es por otra parte dudoso que Él quiere siempre lo mejor. ¿Es mejor, por tanto,errar que no errar?Mientras lo consi<strong>de</strong>ro más atentamente, se me ocurre primero que no es <strong>de</strong>extrañar que Dios haga cosas cuyos motivos no comprendo; y por lo tanto, no se ha<strong>de</strong> poner en duda su existencia por el hecho <strong>de</strong> que me dé cuenta <strong>de</strong> que existenotras cosas que no comprendo por qué o <strong>de</strong> qué modo han sido creadas por Él.Sabiendo que mi naturaleza es muy débil y limitada, mientras que la naturaleza <strong>de</strong>Dios es inmensa, incomprensible e infinita, concluyo por esto que pue<strong>de</strong> innumerablescosas cuyas causas ignoro; así, por esta única razón, juzgo que no tieneninguna utilidad en la física aquel género <strong>de</strong> causas que se suelen obtener <strong><strong>de</strong>l</strong> fin,porque pienso que no podría yo sin temeridad investigar los fines <strong>de</strong> Dios.Me viene a las mientes, a<strong>de</strong>más, que no se ha <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar una sola criaturaseparadamente, sino la entera totalidad <strong>de</strong> las cosas, siempre que investiguemos silas cosas <strong>de</strong> Dios son perfectas, puesto que lo que, si existiera solo, parecería muyimperfecto, siendo en realidad una parte es perfectísimo; y aunque, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que mepropuse dudar <strong>de</strong> todo, nada hasta ahora he conocido que exista excepto Dios y yomismo; no puedo, sin embargo, advirtiendo la inmensa potencia <strong>de</strong> Dios, negarque haya hecho muchas otras cosas, o que al menos pue<strong>de</strong> hacerlas, <strong>de</strong> modo queyo sea una parte en el conjunto <strong>de</strong> las cosas.Finalmente, acercándome a mí mismo e investigando cuáles son mis errores(porque ellos únicamente testimonian alguna imperfección en mí), advierto que/ 33 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n <strong>de</strong> dos causas confluyentes, a saber, <strong>de</strong> la facultad <strong>de</strong> conocer que poseoy <strong>de</strong> la facultad <strong>de</strong> elegir, o libertad <strong>de</strong> arbitrio, es <strong>de</strong>cir, <strong><strong>de</strong>l</strong> intelecto y al mismotiempo <strong>de</strong> la voluntad. Sólo por el intelecto percibo las i<strong>de</strong>as que po<strong>de</strong>mos juzgar,y no se encuentra ningún error propiamente dicho en él, estrictamente consi<strong>de</strong>rado;aunque existan quizás innumerables cosas <strong>de</strong> las que no poseo ninguna i<strong>de</strong>a,no estoy en propiedad privado <strong>de</strong> ellas, sino tan sólo <strong>de</strong>sprovisto negativamente,porque no puedo aducir ninguna razón, por la que <strong>de</strong>muestre que Dios me haya<strong>de</strong>bido dar una mayor facultad <strong>de</strong> conocer que la que me ha dado; y aunque consi<strong>de</strong>reque es un artista habilísimo, no creo que haya <strong>de</strong>bido poner en cada una <strong>de</strong>sus obras todas las perfecciones que pue<strong>de</strong> poner en algunas. No me puedo quejar,por otra parte, <strong>de</strong> que no haya recibido <strong>de</strong> Dios una voluntad o libertad <strong>de</strong> arbitriosuficientemente amplia y perfecta, puesto que sé que ésta no está circunscrita porningún límite; y, lo que me parece ser digno <strong>de</strong> advertirse, ninguna otra cosa existeen mí tan perfecta o tan gran<strong>de</strong>, que no consi<strong>de</strong>re que pueda ser más perfecta omayor. Porque si, por ejemplo, consi<strong>de</strong>ro mi facultad <strong>de</strong> pensar, reconozco inmediatamenteque es en mí exigua y finita en grado sumo, y formo al mismo tiempola i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> otra mucho mayor, incluso máxima e infinita, que percibo que se refierea la naturaleza <strong>de</strong> Dios <strong><strong>de</strong>l</strong> hecho mismo <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r formar su i<strong>de</strong>a. De igual modo,si examino la facultad <strong>de</strong> recordar o <strong>de</strong> imaginar, u otras cualesquiera, no encuentroninguna que no comprenda que es en mí tenue y limitada; en Dios, por elcontrario, inmensa. Únicamente tanta voluntad, o libertad <strong>de</strong> arbitrio, existe en mí,que no puedo aprehen<strong>de</strong>r la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> ninguna mayor; <strong>de</strong> modo que es ella laprincipal razón por la que creo ser en cierto modo la imagen y la semejanza <strong>de</strong>Dios. Porque, aunque sea mayor sin comparación en Dios que en mí, tanto a causa<strong><strong>de</strong>l</strong> conocimiento y <strong>de</strong> la potencia que le están unidas y la vuelven más firme yeficaz, como a causa <strong>de</strong> su objeto, puesto que se extien<strong>de</strong> a mayor número <strong>de</strong> cosas,no parece ser mayor, formal y estrictamente consi<strong>de</strong>rada; ya que consiste solamenteen po<strong>de</strong>r hacer o no hacer una cosa (es <strong>de</strong>cir, afirmar o negar, seguir orehuir), o mejor dicho, en actuar <strong>de</strong> tal manera con respecto a lo que nos propone elintelecto para afirmar o negar, seguir o rehuir, que no sintamos ser <strong>de</strong>terminados aello por ninguna fuerza externa. No es menester que pueda yo inclinarme porambos términos opuestos para ser libre, sino al contrario, cuanto más propensoestoy a uno <strong>de</strong> ellos, ya porque veo en él la causa <strong>de</strong> lo verda<strong>de</strong>ro y lo bueno, yaporque Dios dispone <strong>de</strong> tal suerte el interior <strong>de</strong> mi pensamiento, tanto más librementela elijo; y ni la gracia divina, ni el pensamiento natural la disminuyen, sinoque la aumentan y corroboran. Aquella indiferencia que experimento cuandoningún argumento me impele a una parte más que a otra, es el grado más ínfimo<strong>de</strong> la libertad, y no testimonia alguna perfección en ella misma, sino tan sólo un<strong>de</strong>fecto en el conocimiento o una cierta negación; porque si viese siempre claramentequé es lo verda<strong>de</strong>ro y lo bueno, nunca <strong><strong>de</strong>l</strong>iberaría sobre lo que se ha <strong>de</strong>/ 34 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.juzgar o <strong>de</strong> elegir respecto <strong>de</strong> ello, y <strong>de</strong> este modo, aunque libre sin duda, nuncapodría ser con todo indiferente.Por lo cual entiendo que ni la capacidad <strong>de</strong> querer, que tengo <strong>de</strong> Dios, es,estrictamente consi<strong>de</strong>rada, la causa <strong>de</strong> mis errores, puesto que es amplísima yperfecta en su género, ni tampoco la capacidad <strong>de</strong> concebir, porque lo que concibo,habiendo recibido <strong>de</strong> Dios la facultad <strong>de</strong> concebir, lo concibo sin duda algunarectamente, y no pue<strong>de</strong> provenir <strong>de</strong> ella que me equivoque. ¿De dón<strong>de</strong> nacen,pues, mis errores? Del hecho solamente <strong>de</strong> que, siendo mas amplia la voluntad queel intelecto, no la retengo <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> ciertos límites, sino que la aplico aun a lo queno concibo, y, siendo indiferente a ello, se <strong>de</strong>svía fácilmente <strong>de</strong> lo verda<strong>de</strong>ro y lobueno; <strong>de</strong> esta manera me equivoco y peco.Por ejemplo, al examinar estos días si existe algo en el mundo, y al advertirque <strong><strong>de</strong>l</strong> mismo hecho <strong>de</strong> examinarlo se sigue que yo existo, no pu<strong>de</strong> no juzgar quelo que tan claramente concebía fuese verda<strong>de</strong>ro; no porque fui obligado a ello poralguna causa externa, sino porque a esa gran luz en mi intelecto siguió una propensiónen mi voluntad, y consiguientemente tanto más libre y voluntariamente locreí, cuanto menos indiferente era respecto <strong>de</strong> ello. Y ahora no sé solamente queexisto en tanto que soy una cosa que piensa, sino que también se me presenta unacierta i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la naturaleza corpórea, y me suce<strong>de</strong> que dudo si la naturaleza pensanteque existe en mí, o, mejor dicho, la que soy yo mismo, es diferente <strong>de</strong> esanaturaleza corpórea, o si son ambas lo mismo; y supongo que todavía mi entendimientono ha divisado razón alguna que me convenza más <strong>de</strong> lo uno que <strong>de</strong> lootro. Por esto mismo soy indiferente a afirmar o negar cualquiera <strong>de</strong> las dos cosas oaun a no juzgar nada sobre esta cuestión.Esta indiferencia no se extien<strong>de</strong> tan sólo a lo que el intelecto no conoce enabsoluto, sino generalmente a todo lo que no conoce con suficiente claridad en elmomento en que la voluntad <strong><strong>de</strong>l</strong>ibera sobre ello: aunque probables conjeturas mearrastran a una parte, el simple conocimiento <strong>de</strong> que son tan sólo conjeturas y norazones ciertas e indudables es suficiente para <strong>de</strong>sviar mi asentimiento a la contraria,lo cual he experimentado con frecuencia estos días, cuando consi<strong>de</strong>ré quetodas las cosas que antes había supuesto por certísimas, eran falsas, solamente porel hecho <strong>de</strong> advertir que se podía dudar <strong>de</strong> ellas.No percibiendo con suficiente claridad y distinción qué es verda<strong>de</strong>ro, si meabstengo <strong>de</strong> dar un juicio, es evi<strong>de</strong>nte que obro cuerdamente y que no me equivoco;si afirmo o niego, no uso con rectitud <strong>de</strong> mi libertad <strong>de</strong> arbitrio: si me vuelvo ala parte que es falsa, erraré sin duda, y si elijo la otra, encontraré por casualidad laverdad, pero no por ello careceré <strong>de</strong> culpa, porque es manifiesto por la luz naturalque la percepción <strong><strong>de</strong>l</strong> intelecto <strong>de</strong>be siempre prece<strong>de</strong>r a la <strong>de</strong>terminación <strong>de</strong> lavoluntad. En este mal uso <strong><strong>de</strong>l</strong> libre albedrío se encuentra aquella privación queconstituye la forma <strong><strong>de</strong>l</strong> error; la privación, repito, se encuentra en la misma opera-/ 35 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.ción en tanto que proce<strong>de</strong> <strong>de</strong> mí, pero no en la facultad que he recibido <strong>de</strong> Dios, niaun en la operación en tanto que <strong>de</strong> él <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>. Pues no tengo razón paraquejarme <strong>de</strong> que Dios no me haya dado un mayor po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> concebir o una mayorluz natural que la que me ha dado, porque es propio <strong><strong>de</strong>l</strong> intelecto finito no enten<strong>de</strong>rmuchas cosas, y <strong><strong>de</strong>l</strong> intelecto creado ser finito; por tanto, hay motivo para darlegracias a Él, que nunca me ha <strong>de</strong>bido nada, por lo que me ha regalado, y no parapensar que me ha privado <strong>de</strong> aquellas cosas, ni que me ha quitado lo que no medio.No tengo razón para quejarme <strong>de</strong> que me haya dado una voluntad másextensa que el intelecto; consistiendo la voluntad, en efecto, en una sola cosa, y éstaindivisible, no parece que su naturaleza consienta que se le arrebate algo <strong>de</strong> ella;consiguientemente, cuanto más amplia es, tanto más hemos <strong>de</strong> dar gracias a sudonador.Finalmente, no me <strong>de</strong>bo quejar <strong>de</strong> que Dios concurra conmigo a formar esosactos <strong>de</strong> voluntad o aquellos juicios en los que me equivoco; en efecto, sus actosson absolutamente verda<strong>de</strong>ros y buenos, en tanto que <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n <strong>de</strong> Dios, y tengouna mayor perfección en cierto modo al po<strong>de</strong>rlos formar, que si no pudiera. Laprivación, en la que resi<strong>de</strong> solamente la causa <strong>de</strong> la falsedad y la culpa, no precisa<strong>de</strong> ningún concurso <strong>de</strong> Dios, porque no es una cosa, ni referida a Él como causa<strong>de</strong>be llamarse privación, sino tan sólo negación. No hay ninguna imperfección enDios porque me haya concedido la libertad <strong>de</strong> asentir o <strong>de</strong> no asentir a ciertascosas, <strong>de</strong> las que no puso una percepción clara y <strong>de</strong>finida en nuestro intelecto; porel contrario, tengo la imperfección en mí sin duda alguna, puesto que no utilizocon recitud esta libertad, y emito juicios sobre lo que no concibo con claridad. Veo,con todo, que Dios hubiera podido hacer fácilmente que nunca errase aun siendolibre y <strong>de</strong> conocimiento finito, si hubiese prestado a mi intelecto una percepciónclara y <strong>de</strong>finida <strong>de</strong> todo aquello sobre lo que puedo <strong><strong>de</strong>l</strong>iberar, o si hubiera grabadotan firmemente en mi memoria que no se <strong>de</strong>be juzgar sobre ninguna cosa que no seperciba clara y <strong>de</strong>finidamente, que nunca me olvidase <strong>de</strong> ello. Y comprendo fácilmente,que, en cuanto formo un cierto todo, sería más perfecto que lo soy ahora sihubiese sido creado <strong>de</strong> tal manera por Dios. Pero no por ello puedo negar queexiste una mayor perfección en el conjunto <strong>de</strong> las cosas, al no estar ciertas partesexentas <strong>de</strong> error, y otras sí, que si todas fuesen iguales en absoluto. Y no tengoningún <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> quejarme porque Dios haya querido que tenga tal papel en elmundo, que no es el principal ni el más perfecto <strong>de</strong> todos.A<strong>de</strong>más, aunque no me pueda abstener <strong>de</strong> los errores <strong>de</strong> la primera manera,que consiste en la percepción evi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> todo aquello sobre lo cual se ha <strong>de</strong><strong><strong>de</strong>l</strong>iberar, puedo conseguirlo <strong>de</strong> aquella otra manera, que radica tan sólo en recordar,siempre que no se tenga certeza sobre algo, que no se ha <strong>de</strong> emitir juicio; porque,aunque sepa que hay en mí una <strong>de</strong>bilidad que me impi<strong>de</strong> estar atento siempre/ 36 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.a un solo pensamiento, puedo sin embargo lograr con una meditación cuidadosa yfrecuentemente repetida el efecto <strong>de</strong> recordar aquello siempre que sea necesario, y<strong>de</strong> adquirir <strong>de</strong> esta manera un cierto hábito <strong>de</strong> no errar.Como es en eso en lo que consiste la máxima y principal perfección <strong><strong>de</strong>l</strong>hombre, no creo haber sacado poco con la meditación <strong>de</strong> hoy, al investigar la causa<strong><strong>de</strong>l</strong> error y <strong>de</strong> la falsedad. Ninguna otra pue<strong>de</strong> existir más que la que he explicado;puesto que siempre que contengo mi voluntad al emitir un juicio, <strong>de</strong> manera que seextienda tan sólo a lo que el intelecto le muestre clara y <strong>de</strong>finidamente, no pue<strong>de</strong>ser que me equivoque, porque toda percepción clara y <strong>de</strong>finida es algo sin dudaalguna, y por lo tanto no recibe su ser <strong>de</strong> la nada, sino que tiene necesariamente aDios como autor, a Dios, repito, aquel ser perfecto en grado sumo, a quien repugnaser falaz; y, por lo tanto, es verda<strong>de</strong>ra. No solamente he aprendido hoy qué he <strong>de</strong>evitar para no errar nunca, sino también qué se ha <strong>de</strong> hacer para lograr la verdad; yla lograré, en efecto, si atiendo tan sólo a lo que percibo <strong>de</strong> un modo suficiente yperfecto, y lo separo <strong>de</strong> lo <strong>de</strong>más que aprehendo más confusa y obscuramente; aello me <strong>de</strong>dicaré con diligencia en a<strong><strong>de</strong>l</strong>ante./ 37 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.MEDITACIÓN QUINTA: SOBRE LA ESENCIA DE LAS COSAS MATERIALES. Y NUEVAMENTESOBRE DIOS Y QUE EXISTEMe queda mucho por investigar sobre los atributos <strong>de</strong> Dios, y sobre lanaturaleza <strong>de</strong> mí mismo o <strong>de</strong> mi alma; quizá lo intente en otra ocasión, pero ahoranada parece ser más urgente (una vez que he <strong>de</strong>scubierto qué se ha <strong>de</strong> hacer y quése ha <strong>de</strong> evitar para conseguir la verdad) que intentar emerger <strong>de</strong> la duda en quecaí anteriormente y ver si pue<strong>de</strong> ser conocido algo cierto sobre las cosas materiales.Primeramente, antes <strong>de</strong> averiguar si existen tales cosas fuera <strong>de</strong> mí, <strong>de</strong>boconsi<strong>de</strong>rar sus i<strong>de</strong>as en tanto que existen en mi pensamiento, y ver cuáles entreellas son <strong>de</strong>finidas, cuáles confusas.Me imagino <strong>de</strong>finidamente la cantidad (que generalmente llaman cantidadcontinua los filósofos) o la extensión <strong>de</strong> esa cantidad, o mejor dicho <strong>de</strong> la cosacuanta en longitud, anchura y profundidad; distingo varias partes en ella y asignoa esas partes cualesquiera magnitu<strong>de</strong>s, figuras, situaciones y movimientos locales yduraciones cualesquiera a esos movimientos.No solamente estas cosas, vistas en general, me son conocidas y obvias, porpoca atención que preste, sino que también percibo un sinfín <strong>de</strong> particularida<strong>de</strong>ssobre la figura, el número, el movimiento, etcétera, cuya verdad es tan perspicua ytan evi<strong>de</strong>nte a mi naturaleza, que cuando las <strong>de</strong>scubro por primera vez no meparece aprehen<strong>de</strong>r algo nuevo, sino acordarme <strong>de</strong> lo que ya sabía, o advertir cosasque existían en mí antaño, aunque no hubiese concentrado en ellas la visión <strong>de</strong> mimente.Lo que me parece que ahora he <strong>de</strong> tratar especialmente es el hecho <strong>de</strong> queencuentro en mí innumerables i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> ciertas cosas que, aun cuando tal vez noexistan fuera <strong>de</strong> mí, no se pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir por ello que no sean nada; y aunque laspiense a mi arbitrio, no las invento yo, sino que tienen una naturaleza verda<strong>de</strong>ra einmutable. Cuando, por ejemplo, me imagino un triángulo, aunque quizá tal figurano exista fuera <strong>de</strong> mi pensamiento en ninguna parte, posee sin embargo una <strong>de</strong>terminadanaturaleza, o esencia, o forma, inmutable y eterna, que ni ha sido creadapor mí, ni <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> mi mente; como se evi<strong>de</strong>ncia <strong><strong>de</strong>l</strong> hecho <strong>de</strong> que se puedan<strong>de</strong>mostrar varias propieda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> este triángulo, a saber, que sus tres ángulos soniguales a dos rectos, que el máximo ángulo está colocado junto al máximo lado, yotras semejantes que he <strong>de</strong> reconocer quiera o no, aunque no haya pensado sobreellas antes <strong>de</strong> ningún modo cuando me imaginé el triángulo, ni en consecuencia lashaya yo inventado./ 38 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.No es una objeción <strong>de</strong>cir que la i<strong>de</strong>a <strong><strong>de</strong>l</strong> triángulo proce<strong>de</strong> quizá <strong>de</strong> las cosasexternas mediante los órganos <strong>de</strong> los sentidos, por haber yo visto varias vecescuerpos con forma triangular, ya que puedo en efecto imaginar otras innumerablesfiguras en las que no pue<strong>de</strong> caber la sospecha <strong>de</strong> que me hayan venido por lossentidos, y <strong>de</strong>mostrar, sin embargo, sus varias propieda<strong>de</strong>s <strong><strong>de</strong>l</strong> mismo modo queen el triángulo: todas las cuales son ciertas, dado que las conozco claramente, y porlo tanto son algo, y no meramente nada, puesto que es evi<strong>de</strong>nte que todo aquelloque es verda<strong>de</strong>ro es algo, y ya he <strong>de</strong>mostrado que todo lo que conozco <strong>de</strong>finidamentees verda<strong>de</strong>ro. Y aun cuando no lo hubiese <strong>de</strong>mostrado, es tal la naturaleza<strong>de</strong> mi mente, que <strong>de</strong> ninguna manera no hubiera podido darles fe, al menos cuandolas percibo claramente. Y me acuerdo <strong>de</strong> que siempre, aun anteriormente a estetrabajo y cuando me adhería totalmente a los objetos <strong>de</strong> los sentidos, he consi<strong>de</strong>radocomo certísimas las verda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> este tipo, es <strong>de</strong>cir, las que conocía <strong>de</strong> unmodo evi<strong>de</strong>nte con respecto a las figuras, a los números y a la aritmética o la geometríao en general a la matemática pura y abstracta.Si sólo por el hecho <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r extraer <strong>de</strong> mi pensamiento la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> cualquiercosa se sigue que todo lo <strong>de</strong>más que percibo claramente referente a ella se refiere aella en realidad, ¿no se pue<strong>de</strong> obtener <strong>de</strong> aquí un argumento para probar la existencia<strong>de</strong> Dios? Ciertamente encuentro no menos en mí su i<strong>de</strong>a, es <strong>de</strong>cir, la <strong>de</strong> unente sumamente perfecto, que la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> cualquier figura o número; y me doycuenta <strong>de</strong> que no menos clara y <strong>de</strong>finidamente atañe a su naturaleza el que siempreexista, que lo que <strong>de</strong>muestro <strong>de</strong> un número o <strong>de</strong> una figura atañe a la naturaleza<strong>de</strong> ellos; por lo tanto, aunque no fuesen verdad todas las cosas que medité enlos días anteriores, en el mismo grado <strong>de</strong> certeza <strong>de</strong>bería estar en mí al menos laexistencia <strong>de</strong> Dios que lo estuvieron hasta ahora las verda<strong>de</strong>s matemáticas.Con todo, esto no es evi<strong>de</strong>nte a primera vista, sino que incluso tiene unacierta apariencia <strong>de</strong> sofisma. Estando acostumbrado a separar en las <strong>de</strong>más cosas laexistencia <strong>de</strong> la esencia, me persuado fácilmente <strong>de</strong> que aquélla se pue<strong>de</strong> separar<strong>de</strong> la esencia <strong>de</strong> Dios, y que por tanto se pue<strong>de</strong> pensar a Dios como no existente.Sin embargo, si se presta un poco más <strong>de</strong> atención, aparece manifiestamente que laexistencia no menos pue<strong>de</strong> separarse <strong>de</strong> la esencia <strong>de</strong> Dios que <strong>de</strong> la esencia <strong><strong>de</strong>l</strong>triángulo la magnitud <strong>de</strong> los tres ángulos iguales a dos rectos, o <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>monte la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> valle, <strong>de</strong> modo que no menos repugna pensar en Dios (es <strong>de</strong>cir,un ente sumamente perfecto), a quien falte la existencia (es <strong>de</strong>cir, al que falte unaperfección), que pensar un monte a quien falte un valle.Con todo, aunque no pueda pensar a Dios privado <strong>de</strong> existencia, comotampoco un monte sin valle, no obstante, <strong><strong>de</strong>l</strong> mismo modo que <strong><strong>de</strong>l</strong> hecho <strong>de</strong> quepiense un monte con un valle no se sigue que exista algún monte en el mundo, así<strong><strong>de</strong>l</strong> hecho <strong>de</strong> que piense a Dios como existente no se sigue que Dios exista. Mipensamiento no impone ninguna necesidad a las cosas; y así como es posible/ 39 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.imaginar un caballo alado aunque ningún caballo tenga alas, <strong>de</strong> igual modo puedoquizás atribuir a Dios la existencia, aunque no exista ningún Dios.Muy al contrario, está oculto aquí un sofisma: puesto que <strong><strong>de</strong>l</strong> hecho <strong>de</strong> nopo<strong>de</strong>r pensar un monte sin un valle no se sigue que exista en parte alguna el monteo el valle, sino tan sólo que el monte y el valle no se pue<strong>de</strong>n separar mutuamente,existan o no. Por tanto, <strong><strong>de</strong>l</strong> hecho <strong>de</strong> no po<strong>de</strong>r pensar a Dios privado <strong>de</strong> existencia,se sigue que la existencia es inseparable <strong>de</strong> Dios, y consiguientemente que Ésteexiste en realidad; no porque lo cree mi pensamiento o imponga una necesidad aalguna cosa, sino porque la necesidad <strong>de</strong> la cosa misma, es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> la existencia<strong>de</strong> Dios, me obliga a pensarlo: ya que no tengo libertad <strong>de</strong> pensar a Dios sin existencia,así como tengo libertad <strong>de</strong> imaginar un caballo con alas o sin ellas.Tampoco se <strong>de</strong>be <strong>de</strong>cir aquí que, si bien es necesario que yo admita que Diosexiste una vez que he admitido que tiene todas las perfecciones, siendo la existenciauna <strong>de</strong> ellas, la primera admisión, sin embargo, no era necesaria; <strong>de</strong> igualmanera que no es necesario que yo piense que todas las figuras cuadriláteras seinscriben en un círculo, pero, supuesto que yo lo piense, será necesario que confieseque el rombo se inscribe en un círculo, lo cual es abiertamente falso. En efecto,aunque no sea necesario que yo llegue a pensar nunca en Dios, es necesario, sinembargo, que siempre que me plazca pensar en un ente primero y sumo, y extraeresa i<strong>de</strong>a como <strong><strong>de</strong>l</strong> tesoro <strong>de</strong> mi mente, le atribuya todas las perfecciones, aunqueno las enumere una por una, ni atienda a cada una en particular; esta necesidad essuficiente para que concluya con rectitud que existe un ente sumo y primero, unavez que me he dado cuenta <strong>de</strong> que la existencia es una perfección; <strong><strong>de</strong>l</strong> mismo modoque no es necesario que yo imagine nunca un triángulo, pero siempre que quierayo consi<strong>de</strong>rar una figura rectilínea con sólo tres ángulos, es necesario que leatribuya las cosas <strong>de</strong> las que se <strong>de</strong>duce que sus tres ángulos no son mayores quedos rectos, aun cuando no me dé cuenta precisamente <strong>de</strong> esto en ese momento. Porotra parte, cuando examino qué figuras se inscriben en un círculo, <strong>de</strong> ningún modoes necesario que juzgue que todos los cuadriláteros están en ese caso; muy alcontrario, ni siquiera puedo imaginar tal cosa, mientras quiera no admitir nadasino lo que percibo clara y <strong>de</strong>finidamente. Por lo tanto, existe una gran diferenciaentre las suposiciones falsas <strong>de</strong> ese tipo y las i<strong>de</strong>as verda<strong>de</strong>ras que me son ingénitas,entre las que la principal y primera es la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Dios, puesto que me percato<strong>de</strong> muchas maneras <strong>de</strong> que ella no es algo ficticio y <strong>de</strong>pendiente <strong>de</strong> mi pensamiento,sino la imagen <strong>de</strong> una naturaleza verda<strong>de</strong>ra e inmutable: primero, porqueno puedo yo pensar ninguna otra cosa a cuya esencia pertenezca la existencia,excepto Dios; segundo, porque no puedo pensar dos o más dioses <strong>de</strong> este tipo, yporque, aceptado que exista uno solo, veo claramente que es necesario que exista<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la eternidad, y que permanezca hasta la eternidad; y por último, porque/ 40 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.percibo en Dios muchas otras cosas, ninguna <strong>de</strong> las cuales puedo yo quitar nimudar.Con todo, cualquiera que sea el método <strong>de</strong> mi <strong>de</strong>mostración, siemprevolvemos al hecho <strong>de</strong> que las únicas cosas que me convencen <strong>de</strong> verdad son lasque percibo clara y <strong>de</strong>finidamente. De las cosas que así percibo, aunque haya algunasobvias a todo el mundo, otras sin embargo sólo son <strong>de</strong>scubiertas por los quelas examinan más <strong>de</strong> cerca y las investigan diligentemente, y una vez que han sido<strong>de</strong>scubiertas, son consi<strong>de</strong>radas igualmente ciertas cual las primeras; así, aunque noesté tan claro a primera vista que en el triángulo rectángulo el cuadrado <strong>de</strong> la basees igual a los cuadrados <strong>de</strong> los lados, como que esa base está opuesta a su ángulomayor, no se cree sin embargo una cosa menos que la otra, una vez que se hacomprendido. En lo que se refiere a Dios, a no ser que sobre mí gravitasen los prejuicios,y las imágenes <strong>de</strong> las cosas sensibles asediasen mi pensamiento por todoslados, nada reconocería yo antes o más fácilmente que a Él; porque ¿qué hay másmanifiesto que el hecho <strong>de</strong> que existe un ente sumo o Dios cuya esencia es la únicaa la que pertenece la existencia?Aunque me haya sido preciso usar <strong>de</strong> toda mi atención para <strong>de</strong>scubrir esto,ahora no sólo estoy igualmente seguro <strong>de</strong> ello como <strong>de</strong> cualquier otra cosa que meparezca segurísima, sino que también advierto que la certidumbre <strong>de</strong> las <strong>de</strong>máscosas <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> hasta tal punto <strong>de</strong> esto mismo, que sin ello nada pue<strong>de</strong> jamás conocerse<strong>de</strong> un modo perfecto.Pues aunque soy <strong>de</strong> tal naturaleza que, mientras estoy percibiendo algoclara y <strong>de</strong>finidamente, no puedo no creer que sea verdad, no obstante, puesto quesoy al mismo tiempo <strong>de</strong> una naturaleza tal que no puedo fijar mi atención siempreen la misma cosa para percibirla claramente, y que reaparece con frecuencia elrecuerdo <strong>de</strong> haber formado antes un <strong>de</strong>terminado juicio cuando ya no sigo atendiendoa las razones por las que juzgué así, se pue<strong>de</strong>n aducir otros argumentosque si yo no conociese a Dios me harían cambiar <strong>de</strong> opinión fácilmente, <strong>de</strong> modoque no tendría <strong>de</strong> ninguna cosa una ciencia verda<strong>de</strong>ra y cierta, sino tan sóloopiniones vagas y mudables. Así, por ejemplo, cuando consi<strong>de</strong>ro la naturaleza <strong><strong>de</strong>l</strong>triángulo me es absolutamente evi<strong>de</strong>nte, porque he estudiado geometría, que sustres ángulos son cuales a dos rectos, y no puedo no creer que esto sea verdadmientras estoy atento a su <strong>de</strong>mostración; pero tan pronto como aparto mi atención<strong>de</strong> ella por más que recuer<strong>de</strong> que la he comprendido muy claramente, pue<strong>de</strong>suce<strong>de</strong>r con facilidad que du<strong>de</strong> que sea verda<strong>de</strong>ra, en el caso <strong>de</strong> que ignore a Dios.Me puedo, en efecto, persuadir <strong>de</strong> que he sido creado <strong>de</strong> tal modo por la naturaleza,que me engañe <strong>de</strong> cuando en cuando en las cosas que me parece percibir conla máxima evi<strong>de</strong>ncia, ya que, sobre todo, me acuerdo <strong>de</strong> que con frecuencia hetenido por ciertas y verda<strong>de</strong>ras muchas cosas que <strong>de</strong>spués he juzgado que eranfalsas convencido por otros argumentos./ 41 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.Pero una vez que he percibido que Dios existe, habiéndome al mismo tiempodado cuenta <strong>de</strong> que todo <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> Él, y <strong>de</strong> que Él no es engañador, y habiendo<strong>de</strong>ducido <strong>de</strong> ello que todo lo que percibo clara y <strong>de</strong>finidamente es cierto, resultaque, aunque ya no siga yo atendiendo a las razones por las que he juzgado que estoes verdad, sólo con que recuer<strong>de</strong> haberlo percibido clara y <strong>de</strong>finidamente, no sepue<strong>de</strong> aducir ningún argumento en contra que me induzca a dudar, sino que tengouna ciencia verda<strong>de</strong>ra y cierta sobre ello. Y no sólo sobre esto, sino también sobretodo lo que recuerdo haber <strong>de</strong>mostrado alguna vez, como sobre las cuestionesgeométricas y otras por el estilo. ¿Qué se me pue<strong>de</strong> objetar ahora? ¿Que yo he sidocreado para ser siempre engañado? Con todo, ya sé que no me puedo equivocar enlo que percibo evi<strong>de</strong>ntemente. ¿Que otras veces he aceptado yo muchas cosas porciertas y verda<strong>de</strong>ras que he juzgado <strong>de</strong>spués que eran falsas? Pero no había percibidoninguna <strong>de</strong> ellas clara y <strong>de</strong>finidamente, sino que, <strong>de</strong>sconociendo la regla <strong>de</strong>esta verdad, las había aceptado por otras razones que <strong>de</strong>scubrí <strong>de</strong>spués que eranmenos firmes. (,Qué se me objetará entonces? ¿Que sueño quizá (como me he objetadoanteriormente) y que todo lo que pienso no es más cierto que lo que se aparecea un hombre que está dormido? Muy al contrario, nada cambia esta suposición,puesto que, aunque estuviese soñando, si hay algo evi<strong>de</strong>nte para mi mente, esabsolutamente cierto.Por lo tanto, veo que la certidumbre y la verdad <strong>de</strong> toda ciencia <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ntan sólo <strong><strong>de</strong>l</strong> conocimiento <strong>de</strong> Dios, <strong>de</strong> modo que nada podría conocer perfectamenteantes <strong>de</strong> que lo hubiera conocido a Él. Mas ahora puedo conocer y cerciorarme<strong>de</strong> innumerables cosas, no sólo acerca <strong>de</strong> Dios mismo y <strong>de</strong> las <strong>de</strong>más cosasintelectuales, sino también acerca <strong>de</strong> toda esa naturaleza corpórea que es el objeto<strong>de</strong> la matemática pura./ 42 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.MEDITACIÓN SEXTA: SOBRE LA EXISTENCIA DE LAS COSAS MATERIALES Y SOBRE LA DISTIN-CIÓN REAL DEL ALMA Y DEL CUERPOResta examinar si existen las cosas materiales. Ya sé al menos que éstaspue<strong>de</strong>n existir en tanto que son el objeto <strong>de</strong> la pura matemática, ya que las perciboclara y <strong>de</strong>finidamente. No es dudoso que Dios es capaz <strong>de</strong> crear todo lo que yopuedo percibir <strong>de</strong> esa manera; y ninguna cosa he juzgado jamás que no pudiera serrealizada por Él a no ser por el hecho <strong>de</strong> que repugnase a la esencia <strong>de</strong> ella que yola pudiera percibir claramente. A<strong>de</strong>más, se <strong>de</strong>duce que existen a partir <strong>de</strong> la facultad<strong>de</strong> imaginar, <strong>de</strong> la que yo uso cuando estoy <strong>de</strong>dicado a estas cosas materiales,porque si se consi<strong>de</strong>ra con mayor atención qué es la imaginación, no parece serotra cosa que cierta aplicación <strong>de</strong> la facultad cognoscitiva al cuerpo que le está íntimamentepresente, y que por lo tanto existe.Para aclararlo más, examinaré primero la diferencia entre la imaginación yla pura intelección. Por ejemplo, cuando me imagino un triángulo, no supongo tansólo que es una figura comprendida en tres líneas, sino que también veo estas treslíneas como presentes por el po<strong>de</strong>r <strong><strong>de</strong>l</strong> intelecto; esto es lo que llamo imaginar. Siquiero pensar en un quiliógono, juzgo que es una figura que consta <strong>de</strong> mil lados,con la misma certeza con que he juzgado que el triángulo consta <strong>de</strong> tres; pero no<strong><strong>de</strong>l</strong> mismo modo me imagino aquellos mil lados o los veo como cosas presentes. Yaunque entonces, por la costumbre <strong>de</strong> imaginar algo, siempre que pienso en unacosa corpórea me represente una figura quizá confusa, está claro que ésa no es unquiliógono, porque no es diversa en nada <strong>de</strong> la figura que me representaría sipensase en un miriógono o en cualquier otra figura <strong>de</strong> muchos lados, ni ayuda ennada a conocer las propieda<strong>de</strong>s por las que se diferencia el quiliógono <strong>de</strong> los<strong>de</strong>más polígonos. Por el contrario, si se trata <strong>de</strong> un pentágono, puedo ciertamenteconcebir su figura, como la figura <strong><strong>de</strong>l</strong> quiliógono, sin la ayuda <strong>de</strong> la imaginación;pero puedo también imaginarla, aplicando mi atención a sus cinco lados, y al áreacomprendida entre ellos, y advierto evi<strong>de</strong>ntemente que he menester entonces <strong>de</strong>un peculiar esfuerzo <strong>de</strong> ánimo para imaginar, que no me es preciso para concebir.Este esfuerzo nuevo <strong>de</strong> ánimo muestra claramente la diferencia entre imaginacióne intelecto.A<strong>de</strong>más, consi<strong>de</strong>ro que este po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> imaginar que existe en mí, en tantoque difiere <strong><strong>de</strong>l</strong> po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> concebir, no es requerido para la esencia <strong>de</strong> mí mismo, es<strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> mi espíritu, puesto que, aunque <strong>de</strong>sapareciese aquél, yo permanecería sinduda tal como soy ahora, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> parece seguirse que aquél <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> una cosadiferente <strong>de</strong> mí. Veo fácilmente que, si existe algún cuerpo al que el espíritu esté <strong>de</strong>/ 43 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.tal manera unido que pueda éste ocuparse <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rarlo a su arbitrio, pue<strong>de</strong>ocurrir que sea <strong>de</strong> esta manera como imagino yo las cosas corpóreas, <strong>de</strong> suerte queeste modo <strong>de</strong> pensar difiere tan sólo <strong>de</strong> la pura intelección en que la mente, mientrasconcibe, se concentra en cierto modo en sí misma, y consi<strong>de</strong>ra alguna <strong>de</strong> lasi<strong>de</strong>as que tiene; por el contrario, cuando imagina, se vuelve al cuerpo y ve en élalgo conforme a la i<strong>de</strong>a concebida por ella o percibida por los sentidos. Concibofácilmente, repito, que la imaginación se pue<strong>de</strong> producir así si existe el cuerpo; ydado que no se me ocurre ningún otro argumento más apropiado para explicarla,conjeturo con probabilidad que el cuerpo existe; pero tan sólo con probabilidad, y,aunque lo examine todo con diligencia, no veo todavía que <strong>de</strong> la clara i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> lanaturaleza corpórea que existe en mi imaginación se pueda tomar alguna pruebaque concluya necesariamente que existe algún cuerpo.Suelo imaginarme muchas otras cosas, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> aquella naturaleza corpóreaque es el objeto <strong>de</strong> la pura matemática, como son los colores, los sonidos, lossabores, el dolor, etc., pero ninguna tan claramente como aquélla; y dado que perciboestas cosas mejor por los sentidos, por los cuales parecen haber llegado a laimaginación con ayuda <strong>de</strong> la memoria, para tratarlas <strong>de</strong> un modo más útil se ha <strong>de</strong>tratar al mismo tiempo sobre los sentidos, y se ha <strong>de</strong> ver si se pue<strong>de</strong> obtener algúnargumento cierto en favor <strong>de</strong> la existencia <strong>de</strong> los seres corpóreos a partir <strong>de</strong> aquellascosas que se perciben por medio <strong>de</strong> ese modo <strong>de</strong> pensar que llamo sentido.Primeramente recordaré qué cosas percibidas por el sentido son las queconsi<strong>de</strong>ré ciertas hasta ahora, y por qué lo hice; <strong>de</strong>spués examinaré las causas porlas que <strong>de</strong>spués las puse en duda, y finalmente, consi<strong>de</strong>raré qué he <strong>de</strong> creer ahorasobre ellas.En primer lugar he sentido que yo tenía cabeza, manos, pies, y los <strong>de</strong>másmiembros <strong>de</strong> los que consta ese cuerpo que consi<strong>de</strong>raba parte <strong>de</strong> mí o quizás comomi totalidad; sentí que este cuerpo se hallaba entre otros muchos cuerpos, <strong>de</strong> losque podía recibir diversos beneficios o perjuicios, y medía esos beneficios porcierto sentimiento <strong>de</strong> placer, y los perjuicios por el sentido <strong><strong>de</strong>l</strong> dolor. A<strong>de</strong>más <strong><strong>de</strong>l</strong>dolor y <strong><strong>de</strong>l</strong> placer, sentía en mí el hambre, la sed y otros apetitos por el estilo, almismo tiempo que unas ciertas propensiones a la risa, a la tristeza, a la ira o afectos<strong>de</strong> este tipo; exteriormente sentía la dureza, el calor y otras cualida<strong>de</strong>s táctiles,a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> la extensión <strong>de</strong> los cuerpos y las figuras y los movimientos; y también laluz, los colores, los olores, los sabores y los sonidos, por los que distinguía el cielo,la tierra, los mares y los restantes cuerpos. No ciertamente sin razón, creía sentirciertas cosas diferentes en absoluto <strong>de</strong> mi pensamiento, es <strong>de</strong>cir, cuerpos <strong>de</strong> los queprocedían esas i<strong>de</strong>as, a causa <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> todas esas cualida<strong>de</strong>s que se mostrabana mi pensamiento, y que eran las únicas que sentía propia e inmediatamente.Experimentaba a<strong>de</strong>más que aquéllas me venían a la mente sin mi consentimiento,<strong>de</strong> manera que ni podía sentir ningún objeto aunque quisiese, si no estaba presente/ 44 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.el órgano <strong><strong>de</strong>l</strong> sentido, ni podía no sentirlo cuando estaba presente. Siendo las i<strong>de</strong>aspercibidas por los sentidos mucho más vívidas y configuradas, y en cierto modomás claras que cualesquiera <strong>de</strong> las que producía en mi meditación, o <strong>de</strong> las queadvertía que estaban grabadas en mi memoria, parecía que no podía ser queprocediesen <strong>de</strong> mí mismo, y por tanto restaba únicamente que viniesen <strong>de</strong> otrosseres; pero, no teniendo ningún otro conocimiento <strong>de</strong> esos seres que el queprocedía <strong>de</strong> esas mismas i<strong>de</strong>as, no podía ocurrírseme otra cosa que pensar queaquéllos eran semejantes a éstas. Al mismo tiempo, como recordaba que yo habíautilizado antes los sentidos que la razón, y veía que las i<strong>de</strong>as que yo creaba no erantan claras como las que percibía por los sentidos y generalmente se componían <strong>de</strong>partes <strong>de</strong> éstas, me persuadía fácilmente <strong>de</strong> que no tenía ninguna i<strong>de</strong>a en el intelectoque antes no la hubiese tenido en los sentidos. No sin razón juzgaba que aquelcuerpo, que llamaba con un <strong>de</strong>recho especial «mío» me pertenecía más que ningunaotra cosa: no podía separarme <strong>de</strong> él, como <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más; sentía todos los afectosy apetitos en él y para él; y, finalmente, advertía el dolor y el cosquilleo <strong><strong>de</strong>l</strong> placeren sus partes, y no en otras que estaban situadas fuera <strong>de</strong> él. No podía explicar porqué a un sentido <strong><strong>de</strong>l</strong> dolor se sigue una cierta tristeza <strong>de</strong> ánimo, o al sentido <strong><strong>de</strong>l</strong>cosquilleo una cierta alegría, o por qué una no sé qué irritación <strong><strong>de</strong>l</strong> estómago, quellamo hambre, me mueve a tomar alimento, o la ari<strong>de</strong>z <strong>de</strong> la garganta a beber, etc.,a no ser porque había sido enseñado así por la naturaleza; porque no existe ningunaafinidad (al menos en lo que alcanzo a ver) entre esta irritación <strong><strong>de</strong>l</strong> estómago yel <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> tomar alimento, o entre el sentimiento <strong>de</strong> la cosa que produce el dolor yel pensamiento <strong>de</strong> la tristeza producida por ese sentimiento. Todo lo <strong>de</strong>más quejuzgaba sobre los objetos <strong>de</strong> los sentidos, me parecía haberlo aprendido <strong>de</strong> lanaturaleza; en efecto, yo me había convencido <strong>de</strong> que así eran las cosas antes <strong>de</strong>consi<strong>de</strong>rar razón alguna por la que se <strong>de</strong>mostrase que eran así.Pero <strong>de</strong>spués, muchas experiencias <strong>de</strong>struyeron paulatinamente la fe quetenía en los sentidos, ya que, <strong>de</strong> vez en cuando, las torres que parecían redondas<strong>de</strong>s<strong>de</strong> lejos, aparecían cuadradas <strong>de</strong> cerca, y las colosales estatuas situadas en suscimas no parecían gran<strong>de</strong>s al observarlas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> tierra; y así en innumerables otrascosas advertía que los juicios <strong>de</strong> los sentidos externos se engañaban; y no sólo <strong><strong>de</strong>l</strong>os externos, sino también <strong>de</strong> los internos, porque ¿qué hay más interior que eldolor? Y, sin embargo, había oído que a aquellos a quienes se había cortado unbrazo o una pierna, les parecía sentir todavía a veces el dolor <strong>de</strong> la parte <strong><strong>de</strong>l</strong> cuerpoque no tenían; por lo tanto, no me parecía ser absolutamente cierto que me dolieseun miembro, aunque sintiese dolor en él. A todo lo cual he añadido hace poco doscausas principales <strong>de</strong> duda: la primera consiste en que yo nunca puedo sentirmientras estoy <strong>de</strong>spierto cosas que no pueda también, mientras duermo, creeralguna vez que las siento; y no creyendo en lo que me parece sentir en los sueños,no veía por qué había <strong>de</strong> creer en aquello que me parece sentir estando <strong>de</strong>spierto./ 45 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.La otra era que, ignorando todavía al autor <strong>de</strong> mi creación, o al menos suponiendoque lo ignoraba, nada me parecía oponerse a que yo hubiera sido creado por lanaturaleza <strong>de</strong> tal suerte que me engañase aun en aquellas cosas que se me mostrabancertísimas. En lo que se refiere a las razones por las que me había persuadidoanteriormente <strong>de</strong> la verdad <strong>de</strong> las cosas sensibles, respondía a ellas sin dificultad;viendo, en efecto, que la naturaleza me impelía a cosas <strong>de</strong> las que me disuadía larazón, no juzgaba que se había <strong>de</strong> confiar mucho en lo que nos enseñase la naturaleza.Aunque las percepciones <strong>de</strong> los sentidos no <strong>de</strong>pendiesen <strong>de</strong> mi voluntad, nocreía que se había <strong>de</strong> concluir por ello que procedían <strong>de</strong> cosas diferentes <strong>de</strong> mí,porque pue<strong>de</strong> quizá existir una facultad en mí, que me es <strong>de</strong>sconocida y que sea lacreadora <strong>de</strong> aquéllas.Pero ahora, una vez que empiezo a conocerme mejor a mí mismo y al autor<strong>de</strong> mi origen, no creo, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, que se haya <strong>de</strong> admitir indistintamente todo loque me parece poseer por los sentidos, pero tampoco que se haya <strong>de</strong> dudar enabsoluto sobre todo.Primeramente, puesto que ya sé que todo lo que concibo clara y <strong>de</strong>finidamentepue<strong>de</strong> ser creado por Dios tal como yo lo concibo, es suficiente po<strong>de</strong>r concebiruna cosa sin otra clara y <strong>de</strong>finidamente para tener la certeza <strong>de</strong> que una es diferente<strong>de</strong> la otra, porque pue<strong>de</strong> ponerse separadamente, al menos por Dios; y paraque se la juzgue diferente no importa qué po<strong>de</strong>r sea el que lo haga; y por lo tanto,<strong><strong>de</strong>l</strong> hecho mismo <strong>de</strong> que yo sé que existo, y <strong>de</strong> que advierto que ninguna otra cosaen absoluto atañe a mi naturaleza o a mi esencia, excepto el ser una cosa quepiensa, concluyo con certeza que mi existencia radica únicamente en ser una cosaque piensa. Y aunque quizás (o mejor dicho, ciertamente, según diré más a<strong><strong>de</strong>l</strong>ante)tengo un cuerpo que me está unido estrechamente, puesto que <strong>de</strong> una parte poseouna clara y distinta i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> mí mismo, en tanto que soy sólo una cosa que piensa, einextensa, y <strong>de</strong> otra parte una i<strong>de</strong>a precisa <strong>de</strong> cuerpo, en tanto que es tan sólo unacosa extensa y que no piensa, es manifiesto que yo soy distinto en realidad <strong>de</strong> micuerpo, y que puedo existir sin él.Encuentro a<strong>de</strong>más en mí faculta<strong>de</strong>s <strong>de</strong> pensar por ciertos modos especiales,como por ejemplo las faculta<strong>de</strong>s <strong>de</strong> imaginar y <strong>de</strong> sentir, sin las que me puedoconcebir clara y <strong>de</strong>finidamente, pero no viceversa aquéllas sin mí, es <strong>de</strong>cir, sin lasubstancia inteligente en la que existen; puesto que incluyen en su concepto formaluna cierta intelección, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> percibo que se diferencian <strong>de</strong> mí como los modos<strong>de</strong> la cosa.Advierto a<strong>de</strong>más ciertas otras faculta<strong>de</strong>s, como la <strong>de</strong> cambiar <strong>de</strong> lugar,adquirir varias figuras, etc., que no pue<strong>de</strong>n ser concebidas, al igual que las prece<strong>de</strong>ntes,sin alguna substancia en don<strong>de</strong> existan, ni por lo tanto existir sin ella; peroes manifiesto que estas faculta<strong>de</strong>s, puesto que existen, <strong>de</strong>ben existir en una subs-/ 46 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.tancia corpórea o extensa, no inteligente, porque está incluido en su concepto claroy preciso una cierta extensión, pero <strong>de</strong> ningún modo una intelección.Por otra parte, existe en mí una cierta facultad pasiva <strong>de</strong> sentir, o <strong>de</strong> recibir yconocer las i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> las cosas sensibles, pero no obtendría ningún provecho <strong>de</strong> ellasi no existiese también una cierta facultad activa, ya exista en mí, ya en otro, <strong>de</strong>producir o <strong>de</strong> hacer estas i<strong>de</strong>as. Y ésta no pue<strong>de</strong> existir en mí mismo, porque nosupone ninguna intelección anterior, sino que estas i<strong>de</strong>as me vienen sin mi cooperacióny aun sin mi consentimiento; por tanto, resta que exista en alguna substanciadiferente <strong>de</strong> mí, y, dado que <strong>de</strong>be estar en ella toda la realidad, ya formal, yaeminentemente, que existe objetivamente en las i<strong>de</strong>as producidas por esa facultad(como ya antes hice notar), o esta substancia es un cuerpo o naturaleza corpórea,en la que todo lo que en las i<strong>de</strong>as está contenido objetivamente está contenidoformalmente, o es Dios, o alguna criatura más noble que el cuerpo en la que todoaquello está contenido eminentemente. Como Dios no es engañador, es manifiestoabsolutamente que Él ni me envía esas i<strong>de</strong>as por sí mismo inmediatamente, nimediante otra criatura en la que se contenga su realidad objetiva, no formal sinoeminentemente. Pues no habiéndome concedido ninguna facultad para conocerlo,sino, muy al contrario, una gran propensión a creer que las i<strong>de</strong>as son emitidas <strong><strong>de</strong>l</strong>as cosas corpóreas, no veo <strong>de</strong> qué manera podría enten<strong>de</strong>rse que no es falaz, siprocediesen <strong>de</strong> otra parte que <strong>de</strong> las cosas corpóreas; por lo tanto, las cosas corpóreasexisten. Con todo, no existen todas <strong><strong>de</strong>l</strong> modo en que yo las concibo por lossentidos, porque la aprehensión <strong>de</strong> los sentidos es muy obscura y confusa respectoa muchas cosas; pero al menos existe en ellas todo lo que percibo clara y <strong>de</strong>finidamente,es <strong>de</strong>cir, todo lo que está comprendido <strong>de</strong> un modo general en el objeto<strong>de</strong> la pura matemática.En lo que se refiere a las <strong>de</strong>más cosas que son tan sólo particulares, como,por ejemplo, que el sol sea <strong>de</strong> tal magnitud o figura, etc., o bien que se concibenmenos claramente, como la luz, el sonido, el dolor, etc., aunque sean muy dudosase inciertas, el mismo hecho <strong>de</strong> que Dios no sea falaz y <strong>de</strong> que, por tanto, no pue<strong>de</strong>ser que se encuentre alguna falsedad en mis opiniones, a no ser que Dios me hayaconcedido otra facultad para enmendarla, me muestra una esperanza cierta <strong><strong>de</strong>l</strong>ograr la verdad aun en aquéllas. No es dudoso que todo lo que me enseña lanaturaleza tiene algo verda<strong>de</strong>ro; comprendo por naturaleza en general a Diosmismo o la or<strong>de</strong>nación <strong>de</strong> las cosas creadas constituida por Dios; y por mi naturalezaen particular el conjunto <strong>de</strong> todo lo que Dios me ha dado.No hay nada que la naturaleza me enseñe más manifiestamente que el quetenga cuerpo, que sufra cuando siento dolor, que he menester <strong>de</strong> alimento o <strong>de</strong>bebida cuando sufro hambre y sed, etc.; no <strong>de</strong>bo dudar, por tanto, que no haya enello algo verda<strong>de</strong>ro./ 47 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.La naturaleza me enseña también, mediante los sentidos <strong><strong>de</strong>l</strong> dolor, <strong><strong>de</strong>l</strong> hambre,<strong>de</strong> la sed, etc., que no sólo estoy presente en mi cuerpo como el navegante enel barco, sino que estoy unido a él estrechísimamente y como mezclado, <strong>de</strong> maneraque formo una totalidad con él. Por lo <strong>de</strong>más, cuando el cuerpo es herido, yo, queno soy más que una cosa que piensa, no sentiría dolor, por tanto, sino que recibiríaesa lesión en el mero intelecto, como el navegante ve si se rompe algo en la nave; ocuando el cuerpo ha menester <strong>de</strong> alimento o <strong>de</strong> bebida, lo concebiría estrictamente,y no tendría las confusas sensaciones <strong><strong>de</strong>l</strong> hambre y <strong>de</strong> la sed, ya que esas sensaciones<strong>de</strong> la sed, el hambre, el dolor, etc., no son más que ciertos modos confusos <strong>de</strong>pensar producidos por la unión y como por la mezcla <strong><strong>de</strong>l</strong> alma con el cuerpo.A<strong>de</strong>más me enseña la naturaleza que existen varios otros cuerpos a mialre<strong>de</strong>dor, <strong>de</strong> los que <strong>de</strong>bo rehuir unos, perseguir los otros. Ciertamente, <strong><strong>de</strong>l</strong> hecho<strong>de</strong> sentir diversos dolores, sonidos, olores, sabores, el calor, la dureza, etc., concluyocon rectitud que existen en los cuerpos <strong>de</strong> los que proce<strong>de</strong>n esas varias percepciones<strong>de</strong> los sentidos, algunas varieda<strong>de</strong>s correspondientes a aquéllos, aunquequizá no sean iguales; y <strong><strong>de</strong>l</strong> hecho <strong>de</strong> que unas percepciones me son gratas y otras<strong>de</strong>sagradables, es manifiesto que mi cuerpo, o mejor dicho, yo mismo en conjunto,en tanto que estoy compuesto <strong>de</strong> cuerpo y alma, puedo recibir beneficios y perjuicios<strong>de</strong> las cosas que me ro<strong>de</strong>an.Existen por otra parte muchas cosas que, aunque parezca habérmelas enseñadola naturaleza, no las he recibido en realidad <strong>de</strong> ella, sino <strong>de</strong> cierta costumbre<strong>de</strong> juzgar inconsi<strong>de</strong>radamente, y por tanto suele acaecer que sean falsas; como porejemplo, que todo el espacio en el que nada hay que impresione mis sentidos, estévacío; o que en un cuerpo caliente exista algo parecido a la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> calor que tengo,en uno blanco o ver<strong>de</strong> exista la misma blancura o verdura que siento, en unoamargo o dulce el mismo sabor, etc.; o que los astros y las torres o cualquier cuerpolejano sean <strong>de</strong> la misma magnitud y forma con que se muestran a mis sentidos.Pero para no concebir nada en este asunto sin la suficiente claridad, <strong>de</strong>bo <strong>de</strong>finircon más precisión qué quiero expresar cuando digo que la naturaleza me enseñaalgo. Tomo aquí naturaleza en un sentido más estricto que como el conjunto <strong>de</strong>todo lo que Dios me ha dado, ya que en este conjunto están comprendidas muchascosas que se refieren tan sólo al alma, como por ejemplo que perciba que lo queestá acabado no pue<strong>de</strong> estar inacabado y todo lo que es conocido por la luz natural,sobre la que no se trata aquí ahora; y otras muchas cosas que atañen al cuerposolamente, como por ejemplo tener peso y propieda<strong>de</strong>s similares, <strong>de</strong> las que no meocupo, sino tan sólo <strong>de</strong> aquellas que Dios me ha dado a mí como compuesto <strong>de</strong>alma y <strong>de</strong> cuerpo. Por lo tanto, esa naturaleza enseña a huir <strong>de</strong> lo que nos producesensación <strong>de</strong> dolor, y a <strong>de</strong>sear lo que nos proporciona placer; pero no parece quenos enseñe a concluir algo <strong>de</strong> esas percepciones <strong>de</strong> los sentidos sin un previoexamen sobre las cosas que están situadas fuera <strong>de</strong> nosotros, porque el conocer con/ 48 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.certeza esas cosas parece referirse al alma tan sólo y no al compuesto. Así, aunqueuna estrella impresione mi ojo no más que el fuego <strong>de</strong> una pequeña antorcha, nohay en ello ninguna propensión real o positiva para creer que aquélla no seamayor, sino que lo he juzgado así sin fundamento <strong>de</strong>s<strong>de</strong> mi infancia; y aunque alacercarme al fuego siento calor y al aproximarme más siento dolor, no hay ningunarazón que me persuada a creer que hay en el fuego algo parecido a ese calor, comotampoco a ese dolor, sino tan sólo que hay en él algo, sea lo que sea, que produceen nosotros esas sensaciones <strong>de</strong> calor y <strong>de</strong> dolor; y, <strong><strong>de</strong>l</strong> mismo modo, aunque enalgún espacio no haya nada que impresione los sentidos, no se sigue por ello queno exista ningún cuerpo en él; pero veo que yo acostumbro alterar el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> lanaturaleza en esta y en muchas otras cosas, porque, en efecto, me sirvo <strong>de</strong> laspercepciones <strong>de</strong> los sentidos, que en propiedad nos habían sido dadas por lanaturaleza sólo para señalar al alma qué cosas son convenientes o inconvenientesal compuesto <strong><strong>de</strong>l</strong> que forma parte, y que para eso son suficientemente claras y<strong>de</strong>finidas, como reglas ciertas para conocer inmediatamente cuál es la esencia <strong><strong>de</strong>l</strong>os cuerpos situados fuera <strong>de</strong> mí, sobre la que en realidad no especifican nada queno sea confuso u obscuro.Con todo, ya he comprendido antes suficientemente <strong>de</strong> qué modo suce<strong>de</strong>que mis juicios sean falsos no obstante la bondad <strong>de</strong> Dios. Pero aquí se presentauna nueva dificultad sobre las cosas mismas que la naturaleza me muestra que hayque rehuir o que hay que <strong>de</strong>sear, y aun sobre los sentidos internos en los que meparece haber encontrado errores: como, por ejemplo, cuando alguien, engañadopor el sabor agradable <strong>de</strong> algún alimento, toma un veneno que está oculto <strong>de</strong>ntro.Sin embargo, la naturaleza impele entonces tan sólo a apetecer aquello en lo quehay un sabor agradable, y no el veneno, que ignora sin duda; nada, por tanto, se ha<strong>de</strong> concluir <strong>de</strong> esto, sino que la naturaleza no es omnisciente; lo cual no es <strong>de</strong>extrañar, puesto que siendo el hombre una cosa limitada, no le pertenece otranaturaleza que la <strong>de</strong> una perfección limitada.Pero no raramente nos engañamos también en las cosas a que nos impele lanaturaleza, como los que están enfermos <strong>de</strong>sean un alimento o una bebida que lesha <strong>de</strong> dañar poco <strong>de</strong>spués. Se podrá <strong>de</strong>cir quizá que si los tales se engañan esporque su naturaleza está <strong>de</strong>teriorada; pero esto no quita la dificultad, porque nomenos es un hombre enfermo criatura <strong>de</strong> Dios que un hombre sano; por lo tanto,no parece menos contradictorio que posea <strong>de</strong> Dios su naturaleza engañosa. Y <strong>de</strong>igual modo que un reloj fabricado con ruedas y pesos no menos exactamenteobserva todas las leyes <strong>de</strong> la naturaleza cuando ha sido fabricado mal y no indicacon rectitud las horas, que cuando satisface plenamente a los <strong>de</strong>seos <strong><strong>de</strong>l</strong> artista, así,si consi<strong>de</strong>ro el cuerpo <strong><strong>de</strong>l</strong> hombre en tanto que es una cierta máquina <strong>de</strong> tal maneraensamblada y compuesta <strong>de</strong> huesos, nervios, músculos, venas, sangre y piel,que, aunque no existiese en él alma alguna, tendría sin embargo todos los movi-/ 49 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.mientos que ahora en él no proce<strong>de</strong>n <strong><strong>de</strong>l</strong> mando <strong>de</strong> la voluntad ni, por tanto, <strong><strong>de</strong>l</strong>alma, veo con facilidad que para él tan natural sería, si, por ejemplo, estuvieseenfermo <strong>de</strong> hidropesía, sufrir esa sequedad <strong>de</strong> garganta que suele producir en elalma la sensación <strong>de</strong> la sed, y, por lo tanto, que sus nervios y <strong>de</strong>más partes sean <strong>de</strong>esta manera acuciados a tomar una bebida que agrave la enfermedad, como, cuandoninguna enfermedad semejante hay en él, ser movido por una sequedad <strong>de</strong>garganta semejante a tomar una bebida útil para él. Y aunque, volviendo al usoantes mencionado <strong><strong>de</strong>l</strong> reloj, podría yo <strong>de</strong>cir que se aparta <strong>de</strong> su naturaleza cuandono indica bien las horas, y, <strong><strong>de</strong>l</strong> mismo modo, consi<strong>de</strong>rando la máquina <strong><strong>de</strong>l</strong> cuerpohumano como <strong>de</strong>stinada a los movimientos que suelen hacerse en él juzgase queaquélla se aparta <strong>de</strong> su naturaleza si su garganta está seca, no sirviendo la bebidapara su conservación, advierto sin embargo que esta última acepción <strong>de</strong> la palabranaturaleza difiere mucho <strong>de</strong> la otra; ésta, en efecto, no es más que una <strong>de</strong>nominación<strong>de</strong>pendiente <strong>de</strong> mi pensamiento que compara el hombre enfermo y el relojmal fabricado con la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> un hombre sano y <strong>de</strong> un reloj bien hecho, y extrínsecaa las cosas <strong>de</strong> las que se dice; mediante aquélla, en cambio, comprendo algo que seencuentra en realidad en las cosas, y por lo tanto tiene algo <strong>de</strong> realidad.Ciertamente, aunque en lo que se refiere al cuerpo enfermo <strong>de</strong> hidropesíasea tan sólo una <strong>de</strong>nominación extrínseca, cuando se dice que su naturaleza estácorrupta porque tiene la garganta seca y no ha menester, empero, <strong>de</strong> bebida, en loque se refiere, sin embargo, al compuesto, es <strong>de</strong>cir, al alma unida a un cuerpo así,no es una pura <strong>de</strong>nominación, sino un verda<strong>de</strong>ro error <strong>de</strong> la naturaleza, el quetenga sed siéndole la bebida perjudicial; por lo tanto, sigue quedando por investigar<strong>de</strong> qué manera la bondad <strong>de</strong> Dios no impi<strong>de</strong> que la naturaleza consi<strong>de</strong>rada <strong>de</strong>este modo sea engañosa.Advierto en primer lugar que hay una gran diferencia entre el alma y elcuerpo en el hecho <strong>de</strong> que el cuerpo sea siempre divisible por naturaleza y el almaindivisible; ya que cuando la consi<strong>de</strong>ro a ella o a mí mismo en tanto que soy unacosa que piensa, no puedo distinguir en mí ninguna parte, sino que veo que soyuna cosa una e íntegra; y aunque el alma parezca estar unida a todo el cuerpo, alcortar un pie o un brazo o cualquier otra parte <strong><strong>de</strong>l</strong> cuerpo, conozco sin embargoque nada ha sido quitado al alma, y tampoco se pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir que las faculta<strong>de</strong>s <strong>de</strong>querer, <strong>de</strong> sentir, <strong>de</strong> compren<strong>de</strong>r, etc., sean partes <strong>de</strong> ella, porque es una y lamisma el alma que quiere, que siente, que compren<strong>de</strong>. Al contrario, no puedopensar ninguna cosa corpórea o extensa que no pueda dividir fácilmente en partescon el pensamiento, y por esto mismo sepa que es divisible; y sólo esto bastaríapara enseñarme que el alma es en absoluto diferente <strong><strong>de</strong>l</strong> cuerpo, si aún no losupiese con suficiencia <strong>de</strong> otra manera. Finalmente, advierto que el alma no esimpresionada <strong>de</strong> un modo inmediato por todas las partes <strong><strong>de</strong>l</strong> cuerpo, sino tan sólopor el cerebro o quizá tan sólo por una exigua parte <strong>de</strong> aquél, es <strong>de</strong>cir, por aquella/ 50 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.en la que se dice que está el sentido común; la cual, siempre que está dispuesta <strong><strong>de</strong>l</strong>mismo modo, muestra lo mismo al alma, aunque las restantes partes <strong><strong>de</strong>l</strong> cuerpopuedan encontrarse <strong>de</strong> diversos modos, como lo prueban experimentos sin número,<strong>de</strong> los que no es preciso hacer recensión.Advierto, a<strong>de</strong>más, que la naturaleza <strong><strong>de</strong>l</strong> cuerpo es tal, que ninguna partesuya pue<strong>de</strong> ser movida por otra parte un poco alejada que no pueda ser movidatambién <strong><strong>de</strong>l</strong> mismo modo por cualquiera <strong>de</strong> las que son intermedias, aunque lamás alejada no obre en absoluto. Como, por ejemplo, en la cuerda A B C D, si searrastra su parte última D, no <strong>de</strong> otro modo se moverá la primera A que podríamoverse si se arrastrase una <strong>de</strong> las intermedias B o C, y la última D no se moviese.Igualmente, cuando siento el dolor <strong>de</strong> pie, me enseña la física que esa sensación seproduce gracias a los nervios esparcidos por el pie, que, extendidos como cuerdashasta el cerebro, cuando se tira <strong>de</strong> ellos en el pie, tiran también <strong>de</strong> las partesinteriores <strong><strong>de</strong>l</strong> cerebro con las que están vinculadas y excitan en aquéllas un ciertomovimiento, que ha sido dispuesto por la naturaleza <strong>de</strong> modo que afecte al almacon la sensación <strong><strong>de</strong>l</strong> dolor como radicando en el pie. Pero puesto que aquellosnervios <strong>de</strong>ben atravesar la tibia, la pierna, los riñones, la espalda y el cuello, pue<strong>de</strong>suce<strong>de</strong>r que aunque la parte <strong>de</strong> aquéllos que se halla en el pie no haya sido tocada,sino tan sólo alguna <strong>de</strong> las intermedias, se produzca el mismo movimiento en elcerebro que cuándo ha sido herido el pie, por lo que será necesario que el almasienta el mismo dolor. Lo mismo se ha <strong>de</strong> pensar <strong>de</strong> cualquier otro sentido.Advierto finalmente que, puesto que cada uno <strong>de</strong> los movimientos que seproducen en la parte <strong><strong>de</strong>l</strong> cerebro que <strong>de</strong> un modo inmediato impresiona al alma nole proporciona sino una sola sensación, nada mejor se pue<strong>de</strong> pensar sobre esteasunto que le proporcione, entre todas las que pue<strong>de</strong> proporcionarle, aquella queen el mayor grado y con la máxima frecuencia es útil para la conservación <strong><strong>de</strong>l</strong>hombre sano. Por otra parte, la experiencia testimonia que así son todas las sensacionesque nos han sido atribuidas por la naturaleza, y que por lo tanto nada sepue<strong>de</strong> encontrar en ellas que no testimonie la bondad y la potencia <strong>de</strong> Dios. Así,por ejemplo, cuándo los nervios que están en el pie son sacudidos fuertemente ycontra lo acostumbrado, el movimiento <strong>de</strong> aquéllos, llegando a lo más recóndito<strong><strong>de</strong>l</strong> cerebro por la médula <strong>de</strong> la espina dorsal, da allí al alma una señal para sentiralgo, a saber, un dolor como radicando en el pie, por el cuál es impelida a eliminarla causa <strong>de</strong> aquél, en cuánto pueda, como nociva al pie. La naturaleza <strong><strong>de</strong>l</strong> hombrepodría haber sido constituida por Dios <strong>de</strong> manera que el mismo movimiento en elcerebro mostrase alguna otra cosa al alma: por ejemplo, que se mostrase a símismo, en tanto en cuánto está en el cerebro, o en cuánto está en el pie o en alguno<strong>de</strong> los lugares intermedios, o, finalmente, otra cosa cualquiera; pero ninguna otracosa contribuiría igualmente a la conservación <strong><strong>de</strong>l</strong> cuerpo./ 51 /


www.philosophia.cl / Escuela <strong>de</strong> Filosofía Universidad ARCIS.que he convocado todos los sentidos, la memoria y el intelecto para examinarlas,ninguno <strong>de</strong> ellos me manifiesta nada que se oponga a los <strong>de</strong>más. Del hecho <strong>de</strong> queDios no sea engañoso se sigue que yo no me engaño en absoluto en esto. Pero yaque la necesidad <strong>de</strong> llevar una vida activa no conce<strong>de</strong> siempre una pausa para unexamen tan <strong>de</strong>tenido, se ha <strong>de</strong> confesar que la vida humana está expuesta afrecuentes errores en lo que se refiere a las cosas particulares, y se ha <strong>de</strong> reconocerla <strong>de</strong>bilidad <strong>de</strong> nuestra naturaleza./ 53 /

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