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VIII. El Tradicionalismo Científico y la Segunda Escuela Franciscana

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3y en sus partes.» Grosse Teste concibe <strong>la</strong> línea recta como <strong>la</strong> reg<strong>la</strong>esencial de <strong>la</strong> expansión y de <strong>la</strong> eficiencia de una fuerza, mientras elángulo nos explica <strong>la</strong> reflexión y <strong>la</strong> refracción de esta expansiónrectilínea; <strong>la</strong> esfera define <strong>la</strong> ley de <strong>la</strong> expansión de <strong>la</strong> luz, mientrasque <strong>la</strong> pirámide es <strong>la</strong> reg<strong>la</strong> de <strong>la</strong> máxima concentración de unas fuerzasactuando sobre otro cuerpo.La investigación geométrica da <strong>la</strong> norma de <strong>la</strong>sefectuaciones naturales, ya que todas <strong>la</strong>s causas se dan segúnlíneas, ángulos y figuras.Las concepciones de <strong>la</strong> «naturaleza escrita con caracteresmatemáticos» de Galileo y <strong>la</strong> esencia del método cartesiano tienenque ser revocadas necesariamente de forma más inmediata al puntode partida de <strong>la</strong>s doctrinas de su discípulo Rogerio Bacon.III. Rogerio Bacon (1210-1292)Nacido en Ilchester, fue discípulo en Oxford de RobertoGrosse Teste. Estudió después en París con Alejandro de Hales ysan Alberto Magno. Enseñó en <strong>la</strong> universidad de Oxford hasta 1257,y al regresar de nuevo a París fue perseguido como sospechoso deheterodoxia. Tuvo un período de libertad durante el pontificado de suamigo y protector Guy Foulques (Clemente IV, 1265-1268) y fueentonces cuando a ruegos del propio papa escribió su Opus Maius.Sus teorías astrológicas fueron incluidas en <strong>la</strong> condenaciónde 1277 por Esteban Tempier, a consecuencia de lo cual fueencarce<strong>la</strong>do. En 1292 estaba ya libre, al escribir su Compendiumstudii theologiae, su última obra. Es incierta <strong>la</strong> fecha de su muerte.Como en su contemporáneo Raimundo Lulio los elementosde su pensamiento, por los que se le ha atribuido el carácter deprecursor de <strong>la</strong> modernidad racional y científica, se arraigan en unacomprensión unitaria del saber, que prolonga, en forma extraña ydesconcertante, <strong>la</strong> «teologización» de <strong>la</strong> ciencia y de <strong>la</strong> filosofía.Sabiduría y reve<strong>la</strong>ción son ideas corre<strong>la</strong>tivas para Baconcuyo ideal unitario del saber, por el que opera también una reducciónde <strong>la</strong>s artes a <strong>la</strong> teología, está presidido por su teoría de <strong>la</strong>iluminación.Dios se reve<strong>la</strong> a los hombres con una reve<strong>la</strong>ción natural, ycon una reve<strong>la</strong>ción extraordinaria o sobrenatural. <strong>El</strong> contenido de <strong>la</strong>iluminación natural constituye el ámbito de <strong>la</strong> filosofía. RogerioBacon presenta como iluminados por Dios no sólo los profetas deIsrael sino a <strong>la</strong>s sibi<strong>la</strong>s, los poetas y los filósofos. En su historia de<strong>la</strong>s caídas de <strong>la</strong> humanidad que olvida <strong>la</strong> sabiduría anteriormenteconocida se subraya especialmente <strong>la</strong> figura de Salomón, a cuyamisión consideraba por cierto análoga <strong>la</strong> que el propio RogerioBacon tenía que realizar. Y en esta sucesión aparecen los filósofosgriegos en un contexto que no sería comprensible si olvidáramosque Dios iluminó a los filósofos en orden a <strong>la</strong> preparación del génerohumano para <strong>la</strong> sabiduría suprema contenida en <strong>la</strong> Sagrada


4Escritura.Es función propia de <strong>la</strong> filosofía, en efecto, servir a <strong>la</strong>explicación de <strong>la</strong> Sagrada Escritura. Pero esto no en el sentido deque exista un ámbito común de verdades contenidas en <strong>la</strong> Biblia ycognoscibles por razón natural. Por el contrario, en oposición a santoTomás, <strong>la</strong> teología como sabiduría sobrenatural es exclusivamentefundada en <strong>la</strong> Sagrada Escritura, y no admite <strong>la</strong> utilización de <strong>la</strong>especu<strong>la</strong>ción metafísica a su servicio.Pero lo que ocurre es que Rogerio Bacon, si por una partereduce así el ámbito de <strong>la</strong> filosofía y <strong>la</strong> somete intrínsecamente a <strong>la</strong>Biblia, encuentra en ésta todo el patrimonio de verdades que santoTomás consideraba racionales y de suyo asequibles a todo hombre.La vieja idea de <strong>la</strong> filosofía como pedagogo del Evangelio y de losfilósofos como precursores de <strong>la</strong> Biblia, vuelve de nuevo en Baconque en el fondo, en nombre de <strong>la</strong> unidad de <strong>la</strong> sabiduría y delcarácter perfecto de <strong>la</strong> iluminación sobrenatural, sitúa a ésta en unp<strong>la</strong>no confuso, a <strong>la</strong> vez que teologiza íntegramente su saberfilosófico.No escapan a esta subordinación iluminista tampoco <strong>la</strong>sciencias. Aquí Bacon introduce sus puntos de vista más originalesque, desconocidos de un san Buenaventura, representan en él <strong>la</strong>integración del cientificismo en su tradicionalismo teológico.Todo conocimiento procede de <strong>la</strong> autoridad, de <strong>la</strong> razón o de<strong>la</strong> experiencia. La autoridad es superstición cuando no se refiere asu verdadero sentido de recepción del saber que procede de Dios através de todos los hombres iluminados por Él, los filósofos, losprofetas, los santos y en definitiva <strong>la</strong> humanidad entera en cuantoenseñada por Dios por su iluminación. Pero por <strong>la</strong> autoridad creemosy no entendemos, por esto <strong>la</strong> verdadera autoridad muestra su verdadal unirse ion <strong>la</strong> razón en que se produce <strong>la</strong> divina iluminación.En el orden natural <strong>la</strong> ciencia por excelencia es <strong>la</strong> cienciamás racional, <strong>la</strong> matemática. Siguiendo a Grosse Teste enseña <strong>la</strong>imposibilidad de conocer el mundo sin <strong>la</strong>s matemáticas, no sóloporque en el<strong>la</strong>s está únicamente <strong>la</strong> certeza indudable, sino porque <strong>la</strong>naturaleza está regida por leyes matemáticas y es ademásincognoscible sin el conocimiento de <strong>la</strong> astronomía, ya que el cursode todos los hechos sublunares se liga al proceso de los astros.Para Rogerio Bacon <strong>la</strong> certeza matemática es absoluta porfundarse en <strong>la</strong> experiencia. Sin <strong>la</strong> experiencia nada puede sersuficientemente conocido, dice Rogerio Bacon. Aparece aquí elimpulso inicial de un inmediatismo noético precedente del empirismode <strong>la</strong> modernidad filosófica.Hay dos tipos de experiencia: <strong>la</strong> sensible o externa, quepodemos enriquecer por el testimonio que nos transmite <strong>la</strong>experiencia de los otros y <strong>la</strong> experiencia interna o espiritual, queRogerio Bacon explica como fundada en <strong>la</strong> iluminación divina y en <strong>la</strong>que admite <strong>la</strong> influencia directa de Dios, al que compete <strong>la</strong> funciónque los árabes atribuyen al entendimiento agente separado. La


5experiencia espiritual extraordinaria viene a ser para Rogerio Bacon<strong>la</strong> experiencia mística, y el<strong>la</strong> es <strong>la</strong> fuente de <strong>la</strong> teología y <strong>la</strong> razón delcarácter de testimonio divino de <strong>la</strong> Sagrada Escritura.Podríamos decir en definitiva que el experimentalismo deRogerio Bacon, lejos de ser fundado en una actitud respetuosa con<strong>la</strong> pluralidad y diversidad de <strong>la</strong>s fuentes de conocimiento, estáinspirado por una pasión inmediatista al servicio de una impacientevoluntad de unidad. La experiencia viene a ser para Baconiluminación divina, y abarca desde <strong>la</strong> matemática, que permitecontemp<strong>la</strong>r el universo, hasta <strong>la</strong> experiencia mística que se sitúa enel centro de <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción extraordinaria, y se connaturaliza con eltestimonio transmitido en <strong>la</strong>s páginas de <strong>la</strong> Sagrada Escritura.IV. Raimundo Lulio (1235-1315)En sentido amplio puede incluirse en <strong>la</strong> tradición franciscana<strong>la</strong> obra de Raimundo Lulio (o Llull); figura de profunda originalidad,que ocupa un lugar singu<strong>la</strong>r en el contexto de <strong>la</strong> escolástica del sigloXIIINacido en Mallorca, después de una juventud aventurera ydisipada, experimenta a los 30 años una iluminación que cambia suvida, centrada desde entonces en el ideal de <strong>la</strong> predicación de <strong>la</strong> fecristiana a los infieles.Su novelesca vida está llena de una actividad múltiple: viajespor diversos países de Europa, Siria, Palestina y Marruecos;presencia en <strong>la</strong>s cortes reales de Mallorca, Aragón y Francia, y en <strong>la</strong>curia pontificia buscando apoyos para su empresa. Dirigió un triplepostu<strong>la</strong>do al concilio de Viena del Delfinado (1311): <strong>la</strong> fundación decolegios para el estudio de <strong>la</strong>s lenguas semíticas; <strong>la</strong> unificación detodas <strong>la</strong>s órdenes militares para proceder a <strong>la</strong> reconquista de lossantos lugares; y <strong>la</strong> condenación del averroísmo, estableciendo <strong>la</strong>obligatoriedad de que en todas <strong>la</strong>s universidades del mundo cristianose profesase <strong>la</strong> doctrina y el método de su propio «arte».Entre sus muchas obras mencionamos como de mayorimportancia filosófica el Libro de <strong>la</strong> contemp<strong>la</strong>ción (en <strong>la</strong>tín y encatalán), Ars Magna, Arte abreviada de hal<strong>la</strong>r <strong>la</strong> verdad. Arteuniversal, Arte general y última, el Libro de <strong>la</strong>s demostraciones, <strong>la</strong>nove<strong>la</strong> B<strong>la</strong>nquerna, el Libro de Amigo y Amado, <strong>El</strong> libro del ascensoy descenso del entendimiento, etc.La intención de toda <strong>la</strong> obra de Lulio es <strong>la</strong> conversiónuniversal a <strong>la</strong> fe cristiana. La fe es ciertamente una gracia hecha porDios al cristiano; y aun por encima de todo conocimiento ha devalorarse el amor. Pero hay que reconocer que Dios ha dado alentendimiento humano <strong>la</strong> posibilidad de que entienda por razonesnecesarias los artículos de <strong>la</strong> fe.«Porque <strong>la</strong> inteligencia y <strong>la</strong> luz de <strong>la</strong> sabiduría convienen enel entender, mientras <strong>la</strong> fe y <strong>la</strong> ignorancia conviene en el creer», <strong>la</strong>destrucción de los errores y <strong>la</strong> conversión a <strong>la</strong> fe se obra mejor por


6demostraciones que por fe o por creencia propuesta a los hombres:«pues el hombre por <strong>la</strong> virtud de Dios tiene el poder de entender y dedemostrar y de recibir <strong>la</strong> verdad por razones necesarias...; de otromodo se seguiría que Dios concordaría con lo que es menor ydeficiente contra lo que es mayor y perfecto...; ahora bien,conviniendo entre sí Dios con lo que es mayor y perfecto, si haquerido y ordenado que en algunos hombres el error sea destruidopor <strong>la</strong> luz de <strong>la</strong> fe, cuánto más no quiso y ordenó que lo sea por elentendimiento iluminado por <strong>la</strong> luz de <strong>la</strong> soberana sabiduría» (Librode demostraciones, prólogo).La tarea de <strong>la</strong> sabiduría es <strong>la</strong> demostración de lo que <strong>la</strong> fepropone. <strong>El</strong> iluminismo de Lulio, para el que también <strong>la</strong> verdad encuanto racional y toda tradición humana se explica por <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ciónde Dios, matiza de cierto contexto fideísta el aparente racionalismoteológico de sus doctrinas y método.«No pretendo probar los artículos de <strong>la</strong> fe en contra de <strong>la</strong> fe,sino por medio de <strong>la</strong> fe misma, ya que sin el<strong>la</strong> no los podría probar»(Libro sobre <strong>la</strong> conveniencia de <strong>la</strong> fe en su objeto). Incluso llega anegar el carácter demostrativo de sus razonamientos al decir que«todas <strong>la</strong>s razones que yo presento sobre los artículos de <strong>la</strong> fe yverdades pertenecientes a el<strong>la</strong>, que exceden <strong>la</strong>s fuerzas delentendimiento humano, no son demostraciones sino sólorazonamientos persuasivos» (Dedicatoria al Dux Grandenigo).<strong>El</strong> Arte luliano se presenta no obstante como un métodológico destinado no a «convertir proposiciones» sino a «convertirhombres», y dirigido precisamente a aquel fin de llevarles;, porentendimiento y sabiduría, al conocimiento del contenido de losartículos de <strong>la</strong> fe cristiana. A partir de conceptos puros, y porcombinaciones apriorísticamente deductibles se trata de exponercomo verdades necesarias los artículos de <strong>la</strong> fe cristiana, sin excluirel de <strong>la</strong> encarnación, y el sistema completo de <strong>la</strong> realidad deluniverso.Lulio reconoce un doble momento en el conocimientohumano. <strong>El</strong> ascendente parte de los sentidos y de <strong>la</strong> imaginación yva desde lo material y sensible hacia lo espiritual. <strong>El</strong> «descenso» delentendimiento es un proceso deductivo que, a partir de <strong>la</strong> fe, puedeestablecer los conceptos primeros o «dignidades» que, combinadassegún «principios» en diversas figuras, permitan aquel<strong>la</strong> deduccióndel sistema entero de <strong>la</strong> realidad.En el sistema o tab<strong>la</strong> de <strong>la</strong>s dignidades divinas <strong>la</strong> metafísicaluliana se mueve en <strong>la</strong> primacía del bien y en torno al conceptoneop<strong>la</strong>tónico del mismo, recibido probablemente a través de losVictorinos. Su «descenso» estructura una visión del universoprecursora del optimismo leibniziano.Las «dignidades» sirven de punto de partida a un «cálculo»regu<strong>la</strong>do según los principios de equiparancia, mayoridad yminoridad. <strong>El</strong> hilo conductor es siempre <strong>la</strong> noción de «conveniencia»que hemos visto utilizada por Lulio para probar que se había de


7otorgar por Dios al hombre el entendimiento de <strong>la</strong> fe.La combinación de <strong>la</strong>s dignidades según los principios dapor resultado <strong>la</strong>s «figuras». Característica del arte luliano es <strong>la</strong>mentalidad combinatoria, con antecedentes pitagóricos recibidosprobablemente por fuentes semíticas de tipo cabalístico.Toda <strong>la</strong> obra de Llull a lo <strong>la</strong>rgo de su vida hubo de consistiren un intento de c<strong>la</strong>rificación y simplificación de su sistemacombinatorio, para combatir el escepticismo y desprecio con que fueconsiderado y combatido por sus adversarios.La intención de apologética racional y <strong>la</strong> puesta al servicio de<strong>la</strong> misma de un matematicismo apriorístico habían de inspirar afinales de <strong>la</strong> edad media <strong>la</strong> obra de Nicolás de Cusa. Modernamentese ve en Lulio un precursor de <strong>la</strong> idea Leibniziana de un artecaracterístico universal y del intento contemporáneo de cálculologístico. Los presupuestos gnoseológicos y metafísicos de Lulio semovieron no obstante en <strong>la</strong> encrucijada de un intento arcaizante deretorno a una «filosofía en <strong>la</strong> fe» con otros elementos deracionalismo y matematicismo metafísico, de procedencia oriental yextraescolástica.V. Duns Escoto (h. 1265-1308)Juan Duns Escoto es oriundo de Duns (y no de Maxton),según una hipótesis de C. Balic. Ingresado en los frailes menores en1278 y sacerdote en 1291, murió en Colonia en 130H. Estudió enOxford con Guillermo de Ware y en París con Gonzalo de Balboa.Ejerció el magisterio en Oxford y en París, de donde fue desterradocomo partidario del papa Bonifacio <strong>VIII</strong> en el conflicto con el reyFelipe el Hermoso. Escribió numerosísimas obras de <strong>la</strong>s que tiene <strong>la</strong>mayor importancia el Opus Oxoniense u Ordinario, constituido porlos comentarios a <strong>la</strong>s Sentencias de Pedro Lombardo. También <strong>la</strong>s26 Quaestiones generales sobre filosofía y el opúsculo De primoprincipio, que viene a ser como <strong>la</strong> primera «teología natural» escritapor un teólogo escolástico.Duns Escoto, cuya doctrina había de ser dec<strong>la</strong>radaobligatoria en <strong>la</strong> orden de frailes menores, viene a fundar una nuevaescue<strong>la</strong> franciscana, que en<strong>la</strong>za con <strong>la</strong> de Alejandro de Hales y sanBuenaventura, porque prolonga y en algún sentido consolida ysistematiza su orientación agustiniana, pero que tiene algunosnuevos rasgos que le dan una nueva fisonomía. En primer lugar elmatematicismo que <strong>la</strong> universidad de Oxford hereda de <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> deChartres, que está casi por completo ausente en los maestros de <strong>la</strong>primera escue<strong>la</strong> franciscana, influye en forma determinante en <strong>la</strong>idea que Duns Escoto se forma de <strong>la</strong> demostración y de <strong>la</strong> ciencia.Un agudo criticismo sutil y una exigencia imp<strong>la</strong>cable de evidenciademostrativa se muestra ya penetrados del ideal de <strong>la</strong> demostraciónmatemática.La difusión y arraigo del aristotelismo hace que en elpensamiento de de Duns Escoto ocupe un lugar mucho más central


8que el parcial y subordinado que le reservaban Alejandro de Hales ysan Buenaventura. A veces se ha dicho incluso que Duns Escotoviene a ser una síntesis entre <strong>la</strong> antigua escolástica agustiniana y <strong>la</strong>nueva escolástica aristotélica; pero esta calificación, como veremos,no podría ser aceptada sino con muchas reservas. En todo caso e<strong>la</strong>ristotelismo de Duns Escoto es de signo diverso y en muchasdimensiones opuesto al de santo Tomás, y más bien podría hab<strong>la</strong>rsede un «avicenismo» agustiniano.Otro rasgo característico es el endurecimiento de <strong>la</strong> actitudpolémica y crítica frente a <strong>la</strong> nueva escolástica. Duns Escoto esfundamentalmente un crítico y su antitomismo prolonga <strong>la</strong> polémicade Enrique de Gante contra Egidio Romano; pero tampoco secomprendería el escotismo sin advertir sus diferencias polémicas ysu enfrentamiento a <strong>la</strong> obra de Enrique de Gante.Teología y filosofíaLa obra de Duns Escoto se ha visto con frecuencia como <strong>la</strong>ruptura de <strong>la</strong> armonía entre <strong>la</strong> fe y <strong>la</strong> razón propugnada por losgrandes maestros dominicos san Alberto Magno y santo Tomás deAquino, y conseguida mediante <strong>la</strong> distinción de un doble orden deverdades y el reconocimiento de <strong>la</strong> unidad y convergencia de <strong>la</strong> fe y<strong>la</strong> razón, de <strong>la</strong> filosofía y <strong>la</strong> teología, en los puntos de contacto entreambas.Sobre este supuesto Duns Escoto habría obrado <strong>la</strong>separación entre lo creíble y lo cognoscible racionalmente, y por lomismo entre <strong>la</strong> filosofía, incapaz de alcanzar ninguna verdad recibidapor <strong>la</strong> fe, y <strong>la</strong> teología que habría perdido su carácter demostrativo yespecu<strong>la</strong>tivo para quedar reducida a un saber práctico.Se juzga así a Duns Escoto desde fuera de sus propiospresupuestos, con lo que viene a atribuírsele una doctrina queestaría en <strong>la</strong> más radical contraposición a <strong>la</strong> agustiniana inteligenciade <strong>la</strong> fe e incluso a <strong>la</strong> subordinación y conciencia de límite de <strong>la</strong>sdisciplinas filosóficas de san Buenaventura, para estar en una líneaque llevaría a <strong>la</strong> emancipación moderna de <strong>la</strong> filosofía frente a <strong>la</strong>autoridad teológica.Duns Escoto es, por el contrario, heredero en este punto de<strong>la</strong> tradición de san Agustín. Pero como san Buenaventura no utilizael término «filosofía» para significar <strong>la</strong> sabiduría cristiana, <strong>la</strong> religiónverdadera. Ni siquiera acostumbra a hab<strong>la</strong>r de <strong>la</strong> «filosofía» desde elp<strong>la</strong>no de una consideración abstracta de lo que sería un saberracional definido en su esencia y sus límites. Su expresión máscomún, vertida sobre lo fáctico y sobre <strong>la</strong> situación histórica de <strong>la</strong>scuestiones, es en este punto <strong>la</strong> de «los filósofos», y muyfrecuentemente, en tono despectivo, los «filosofantes».Los «filósofos» son los que han buscado conocer <strong>la</strong> verdadcon <strong>la</strong> so<strong>la</strong> luz de <strong>la</strong> razón. Sea lo que fuere de lo que hubiesepodido alcanzar ésta en una humanidad no caída en el pecado, aDuns Escoto le preocupa notar que en el presente estado, el hombre


9no puede por sus so<strong>la</strong>s capacidades naturales alcanzar a conoceraquel<strong>la</strong> verdad a que su entendimiento está, por otra parte,«naturalmente» ordenado.Por esto puede decir: «los filósofos afirman <strong>la</strong> perfección de<strong>la</strong> naturaleza y niegan <strong>la</strong> perfección sobrenatural; los teólogos por elcontrario, aceptan estas tres cosas: el defecto de <strong>la</strong> naturaleza, <strong>la</strong>necesidad de <strong>la</strong> gracia y <strong>la</strong> perfección sobrenatural» (prólogo a <strong>la</strong>Ordinatio). «Los filósofos erraban en el conocer a dónde hay que ir yel camino por donde hay que ir, porque aunque enseñaron algunascosas verdaderas sobre <strong>la</strong>s virtudes, mezc<strong>la</strong>ron cosas falsas... y siAristóteles enseña que hay que dar culto a los dioses y que <strong>la</strong> ley nomanda alimentar a ningún deforme» (ibid).Se podrá notar sin paradoja que el «aristotelismo» de DunsEscoto consiste en este punto en considerarle como el filósofo porantonomasia, a <strong>la</strong> vez que se aceptan como expresión de supensamiento <strong>la</strong>s tesis más alejadas de <strong>la</strong> apertura al ejemp<strong>la</strong>rismo yal espiritualismo.Avicena no hab<strong>la</strong>ba como filósofo sino como creyente alreferirse al ente, en toda su universalidad y en cuanto trasciende delo sensible para alcanzar también a lo espiritual y divino: «hay quenegar que sea naturalmente cognoscible, que el ente, según suindiferencia a lo sensible y a lo no sensible, sea el primer objeto denuestro entendimiento, y que diga Avicena que es naturalmenteconocido. Pues mezcló su secta —que fue <strong>la</strong> mahometana—, con lofilosófico, y dijo algunas cosas como filosóficas y probadas por <strong>la</strong>razón, y otras como acordes con su secta: por lo que expresamenteafirma que el alma separada conoce <strong>la</strong> substancia inmaterial en sí, ypor esto puso bajo el objeto primero del entendimiento contenidatambién <strong>la</strong> substancia inmaterial. Pero no así Aristóteles; sino quesegún él mismo, el primer objeto de nuestro entendimiento es oparece ser <strong>la</strong> quiddidad sensible; y ésta es <strong>la</strong> quiddidad que sepuede abstraer de los sentidos» (ibid.).Tampoco puede el hombre sin <strong>la</strong> fe conocer <strong>la</strong> naturaleza desu alma espiritual en cuanto «naturalmente» ordenada a un fin quesólo «sobrenaturalmente» puede alcanzar. Por esto los «filósofos»fueron incapaces de conocer «naturalmente» y sin el auxilio especialde <strong>la</strong> enseñanza sobrenaturalmente reve<strong>la</strong>da el último fin delhombre.«Es falso que nuestra naturaleza o facultad intelectual nossea cognoscible naturalmente según su propia y especial razón por<strong>la</strong> que se ordena a su fin... y por <strong>la</strong> que tiene a Dios como a su objetoperfectísimo. Pues ni nuestra alma ni nuestra naturaleza no sonconocidas por nosotros en el presente estado sino bajo algúnconcepto genérico, que puede ser abstraído de lo sensible» (ibid.).Como puede verse <strong>la</strong> incapacidad fáctica e histórica de <strong>la</strong>«filosofía» o de los «filósofos» responde a unos presupuestosteológicos, de tradición agustiniana, en los que está totalmenteausente <strong>la</strong> idea de una «naturaleza pura» ordenada a un fin que


10pudiese alcanzarse con fuerzas naturales. Duns Escoto dicesimplemente: «Concedo que Dios es el fin natural del hombre, peroalcanzable no naturalmente sino sobrenaturalmente» (ibid.).Los «filósofos», son para Duns Escoto en tal manera hombresviadores que carecen de <strong>la</strong> luz de <strong>la</strong> fe, que no pudieron, por noserles alcanzable naturalmente, concebir una comunicación libre einmediata por parte de Dios. «Esto no es naturalmente cognosciblepor ciencia, como se ve, que también aquí erraban los filósofos, queafirman que todas <strong>la</strong>s cosas que proceden de Dios inmediatamenteproceden de él necesariamente» (ibid.). La imponente presencia delos emanatismos descendentes del aristotelismo neop<strong>la</strong>tonizantearábigo, en los que no se podía admitir <strong>la</strong> procedencia inmediata de<strong>la</strong> multiplicidad a partir de lo uno, parece gravitar sobre el teólogocristiano hasta suponer <strong>la</strong> constitutiva incapacidad de <strong>la</strong> filosofía delhombre caído para comprender <strong>la</strong> idea cristiana de Dios y deluniverso creado.<strong>El</strong> inquietante y desconcertante lenguaje de Duns Escoto:«es imposible contra Aristóteles usar de <strong>la</strong> razón natural en estepunto: pues si arguye a partir de lo creído, no es razón contra elfilósofo, que no concederá una premisa creída...» (ibid), no es unaproc<strong>la</strong>mación de <strong>la</strong> autonomía de <strong>la</strong> filosofía frente a <strong>la</strong> fe, sino <strong>la</strong>constatación de que <strong>la</strong> filosofía de los «filósofos» se realiza en elestado de separación respecto de <strong>la</strong> luz sobrenatural.Duns Escoto no propugna esta separación, sino que <strong>la</strong>constata, y en nombre de el<strong>la</strong> canceló como cristiano los errores delos «filosofantes».Pero su mismo concepto de <strong>la</strong> naturaleza humana, que si enel presente estado es naturalmente incapaz de conocer su fin, y aunsu ordenación natural al mismo, es no obstante «ordenadanaturalmente» al fin alcanzable sobrenaturalmente, da razón de quepara Duns Escoto <strong>la</strong> fe dé al hombre <strong>la</strong> posibilidad, y sólo el<strong>la</strong> se <strong>la</strong>dé, de un conocimiento racional verdadero y armónico con el<strong>la</strong>.De aquí que por encima de <strong>la</strong> filosofía de los «filósofos»,esté <strong>la</strong> «metafísica», el saber racional del creyente teólogo. Conexaintrínsecamente, pero todavía distinta de <strong>la</strong> teología de losobrenatural reve<strong>la</strong>do.<strong>El</strong> prólogo a <strong>la</strong> Ordinatio o Comentario a <strong>la</strong>s Sentencias dePedro Lombardo, al que nos hemos venido refiriendo, es uno de lostextos cimeros en el <strong>la</strong>rgo proceso histórico de <strong>la</strong> cuestión de <strong>la</strong>sre<strong>la</strong>ciones de <strong>la</strong> fe y <strong>la</strong> razón a lo <strong>la</strong>rgo de los siglos medievales.Sólo desde él se advierte el sentido de <strong>la</strong> metafísica de Duns Escoto,y resulta sorprendente y significativo que en esta controversia entrelos teólogos y los filósofos, éstos estén representados por losaristotélicos «naturalistas», mientras están ausentes de <strong>la</strong> escena losp<strong>la</strong>tónicos, aquellos filósofos iluminados y aún hijos de <strong>la</strong> luz quefiguraban en primer p<strong>la</strong>no en <strong>la</strong> obra de san Buenaventura.Por lo dicho se comprende que en <strong>la</strong> historia de <strong>la</strong> filosofía elpensamiento de Duns Escoto, lejos de explicarse como se ha hecho


11tantas veces como una síntesis del aristotelismo con el p<strong>la</strong>tonismoagustiniano, tiene que ser aceptado como un momento creador yoriginario en que aparecen algunas radicales novedades.La metafísica y <strong>la</strong> univocidad del enteLa calificación de <strong>la</strong> teología reve<strong>la</strong>da como ciencia práctica(cf. Ordinatio, prol. p. 3, q. 1-3, 204) dista tanto de ser el abandono oel desprecio de su carácter científico y demostrativo, que por elcontrario los caracteres centrales de <strong>la</strong> metafísica de Duns Escoto,que por lo dicho se comprende ya que es, por encima de todo y con<strong>la</strong> intención más unitaria, obra de teólogo, responden al intento deexplicar <strong>la</strong> posibilidad de un saber racional y demostrativo en elp<strong>la</strong>no de <strong>la</strong> teología sobrenatural.Ésta se mueve en <strong>la</strong> formalidad del conocimiento de Dios encuanto tal, es decir, desde el concepto mismo de <strong>la</strong> deidad de Dios.Pero para que sea pensable por el hombre creyente de una maneraque no resulte meramente verbal o equívoca tiene que ser capaz elhombre creyente de un saber en el p<strong>la</strong>no racional que alcance aDios al modo como es posible a nosotros, cuyo horizonte objetivoprimero se constituye en <strong>la</strong>s cosas mundanas y sensibles. ParaDuns Escoto no habría teología reve<strong>la</strong>da si no fuese posible unsaber metafísico. La univocidad del ente es precisamente lo que. seexige para que <strong>la</strong> metafísica tenga sentido.«Dios no se concibe sólo en un concepto análogo alconcepto de <strong>la</strong> criatura, a saber que sea totalmente otro que el quese dice de <strong>la</strong> criatura, sino en algún concepto unívoco a Dios y a <strong>la</strong>criatura. Y para no disputar sobre el término de univocación, l<strong>la</strong>moconcepto unívoco, al que de tal manera es uno que su unidad bastapara <strong>la</strong> contradicción, afirmando y negando lo mismo de lo mismo;basta también como medio del silogismo, de modo que, unidos, losextremos, por un medio que sea de tal modo uno, puede concluirsesin fa<strong>la</strong>cia de equivocación que se unen entre sí» (Ordinario i, d. 3, p.1, q. 1-2).La univocidad, así entendida, del concepto de ente encuanto aplicable a Dios y a <strong>la</strong>s criaturas, <strong>la</strong> prueba Duns Escoto porel hecho de que pueda darse en nosotros conocimiento cierto sobreel ente quedando dudosa <strong>la</strong> noción de lo finito o de lo infinito, o de locreado o de lo increado. Pero en todos estos conceptos lógicamentemenos extensos se incluye intrínsecamente el de ente, mientras queéste no es idéntico con ninguno de aquellos, precisamente porqueha de poder incluirse en todos ellos (ibid.).Si <strong>la</strong>s perfecciones simplemente tales que se atribuyen aDios y a <strong>la</strong> criatura <strong>la</strong>s entendiésemos como conceptos diversos sinposibilidad de resolverse en un concepto uno tendríamos <strong>la</strong>equivocidad y agnosticismo respecto de Dios. Si dijéramos que sonconceptos propios de Dios no tendríamos por qué ape<strong>la</strong>r, con sanAnselmo, al criterio según el cual hemos de atribuirle aquello que«sea simplemente mejor serlo que no serlo», criterio que supone queconocemos antes <strong>la</strong> sabiduría o <strong>la</strong> vida, a fin de aplicar<strong>la</strong> después en


12un sentido unitario para hab<strong>la</strong>r de <strong>la</strong> vida infinita o de <strong>la</strong> sabiduríaperfecta».Duns Escoto formu<strong>la</strong> así su comprensión del sentido ymétodo del conocimiento «quiddidativo» que somos capaces dealcanzar de Dios en el p<strong>la</strong>no metafísico: «Toda inquisición metafísicasobre Dios procede así: considerando en su formalidad el concepto orazón de algo y quitando de aquél <strong>la</strong> imperfección que tiene en <strong>la</strong>scriaturas, y reservando aquel<strong>la</strong> razón o concepto en su formalidad yatribuyéndole totalmente <strong>la</strong> perfección suma, y así atribuyendoaquello a Dios. Por ejemplo, en el concepto de <strong>la</strong> sabiduríaformalmente considerada (o del entendimiento) o de <strong>la</strong> voluntad: seconsidera en sí y según sí mismo; y porque este concepto o razónno incluye formalmente imperfección o limitación alguna, seremueven de aquel concepto <strong>la</strong>s imperfecciones concomitantes almismo en <strong>la</strong>s criaturas, y reservada <strong>la</strong> misma razón o formalidad desabiduría y de voluntad, se atribuyen éstas a Diosperfectísimamente. Luego toda inquisición sobre Dios supone que elentendimiento tiene un concepto idéntico, unívoco, con el que tomóde <strong>la</strong>s criaturas» (ibid.).Sería injusto atribuir a Duns Escoto un univocismo estricto ytotal, y mucho menos confundir <strong>la</strong> univocidad esencial e inteligibledel concepto con <strong>la</strong> postu<strong>la</strong>ción de <strong>la</strong> exigencia de <strong>la</strong> unidad real uóntica de <strong>la</strong>s cosas conocidas bajo el concepto unívoco.<strong>El</strong> concepto de ente no es genérico. No se contrae pordiferencias sino por modos intrínsecos a <strong>la</strong> entidad misma: <strong>la</strong>spropiedades o «pasiones» disyuntivas del ente como <strong>la</strong>s de «finito»e «infinito», no se comportan como si añadiesen o quitasen unadiferencia dentro de un género.La univocidad tiene el sentido ciertamente de que por el<strong>la</strong> seposibilita <strong>la</strong> predicación in quid, esencial quiditativa de los conceptosuniversalismos y primeros respecto de los inferiores en que secontraen. Pero el ente no se predica quiditativamente sino in qualequid de sus propiedades universales o «pasiones», lo uno, loverdadero y lo bueno; y en el mismo sentido se predica respecto de<strong>la</strong>s últimas diferencias de <strong>la</strong> species specialissima y de <strong>la</strong> haecceitaso diferencia formal de lo individual.<strong>El</strong> indudable esencialismo de <strong>la</strong> metafísica de Duns Escoto y<strong>la</strong> tendencia a interpretar desde otros presupuestos que los suyos <strong>la</strong>univocidad del ente y el sentido quididativo de los predicados divinoshan dado a su sistema una apariencia onto-teológica, con lo que sumisma doctrina de lo sobrenatural parecería convertirse en unareducción racionalista e inmanentista de lo divino.En coherencia con <strong>la</strong> univocidad afirmada respecto de lospredicados que significan perfecciones simples, o sea aplicados aDios y a <strong>la</strong>s criaturas, está <strong>la</strong> tesis de <strong>la</strong> distinción real formal,basada en <strong>la</strong> naturaleza de <strong>la</strong> cosa, que se reconoce entre <strong>la</strong>sdistintas perfecciones o atributos. Este formalismo escotista queencontraremos aplicado también a <strong>la</strong> distinción entre <strong>la</strong> diferencia


13individual, <strong>la</strong> naturaleza específica y cada uno de los gradosgenéricos en <strong>la</strong> misma realidad creada, ha sido también entendidocomo una vuelta a un ultrarrealismo de los universales. Duns Escoto,pasando más allá del realismo moderado habría encontrado suposición propia en <strong>la</strong> afirmación de <strong>la</strong> existencia de los universalesen <strong>la</strong>s cosas, con anterioridad a <strong>la</strong> abstracción intelectual, y habríapensado incluso según este ultrarrealismo los mismos atributos delser divino.Noticia intuitiva y noticia abstractivaLa doctrina de Escoto queda así desfigurada por desconocersu modo de comprender <strong>la</strong> diferencia entre el conocimiento plenariay propiamente tal, es decir, <strong>la</strong> noticia intuitiva, y un modo deconocimiento que nunca tiene para él sino una función subordinada yfuncional y que carecería de sentido ante <strong>la</strong> patencia plena de loconocido: <strong>la</strong> noticia abstractiva.En Duns Escoto comienza esta línea de interpretación de <strong>la</strong>esencia del conocimiento, y por el<strong>la</strong> cambian de sentido muchasnociones y términos que parecen comunes con <strong>la</strong> escolásticaanterior.Mientras para un ontologismo p<strong>la</strong>tonizante lo concebido seinterpreta como contenido de intuición, y para el aristotelismo desanto Tomás lo enunciable es el lugar propio de <strong>la</strong> verdad delentendimiento, para Duns Escoto el conocimiento por representacióny concepto supone <strong>la</strong> imperfección y distancia de <strong>la</strong> re<strong>la</strong>cióncognoscitiva. <strong>El</strong> lugar propio de <strong>la</strong> verdad sería <strong>la</strong> entidad mismaintuitivamente captada; el conocimiento abstractivo tiene así supropia evidencia y legalidad pero éstas están constitutivamentefundadas en <strong>la</strong> necesidad de suplir un objeto que queda inalcanzadoen su entidad propiamente verdadera y física.En <strong>la</strong> concepción de Duns Escoto <strong>la</strong>s noticias intuitiva yabstractiva difieren en los siguientes puntos: Mientras para <strong>la</strong>intuitiva se exige <strong>la</strong> referencia del cognoscente a lo existente y queesté realmente presente, <strong>la</strong> noticia abstractiva es indiferente a <strong>la</strong>existencia o no existencia y a <strong>la</strong> presencia o ausencia del objeto. Deaquí que <strong>la</strong> abstractiva no alcance el objeto en sí mismoperfectamente, sino en cierta semejanza de inferior perfección,mientras que sólo <strong>la</strong> intuitiva es un conocimiento perfecto del objeto(Quodlibeto, q.6).En <strong>la</strong> noticia intuitiva es <strong>la</strong> cosa misma el motivo formal delconocimiento mientras que en el conocimiento abstractivo <strong>la</strong> realidadestá suplida por alguna causa que contiene virtualmente <strong>la</strong> cosacomo cognoscible, sea a modo de efecto de <strong>la</strong> cosa conocida sea amodo de semejanza representativa de <strong>la</strong> misma (Quodlibeto, q. 13).La noticia intuitiva implica necesariamente re<strong>la</strong>ción real yactual con el objeto, mientras que <strong>la</strong> abstractiva tiene una re<strong>la</strong>ciónpotencial de mensurabilidad y dependencia, pero no de unión realcon el objeto (ibid.).


14Finalmente, <strong>la</strong> noticia intuitiva recae sobre un objetopresente en su existencia, mientras que <strong>la</strong> presencia del objeto alsujeto en <strong>la</strong> noticia abstractiva se da precisamente sólo por vía derepresentación (Quodlibeto, q. 14 y Ordinatio, 1. IV, d. 10, q. 8).Toda <strong>la</strong> metafísica humana se constituye íntegramente en elp<strong>la</strong>no de <strong>la</strong> noticia abstractiva, por carecer el hombre viador de <strong>la</strong>visión inmediata de Dios, que alcanzará sólo en <strong>la</strong> bienaventuranza,y porque ningún ente creado es en su existencia apto para sercaptado por una intelección perfecta en virtud de su contingenciaradical.La ciencia no puede versar sobre lo contingente sino sobrelo esencial. La metafísica humana, por moverse en el orden delconcepto o de <strong>la</strong> noticia abstractiva tiene que ser esencialista. Peroel esencialismo de Escoto, como su misma metafísica, no tienecarácter último y fundamental, ni puede conducir a un monismoidealista, precisamente por <strong>la</strong> conciencia del carácter funcional delsaber conceptual o abstractivo.La última comprensión de <strong>la</strong> realidad es en Escoto de talmanera respetuosa con <strong>la</strong> primacía de <strong>la</strong> existencia, que, ya ganadapor vía esencialista <strong>la</strong> infinidad de Dios, se prueba su existenciaalegando que de otro modo Dios no sería objeto noticia intuitiva, esdecir, carecería en sentido propio de entidad y verdad (cf. Ordinatio,1. I, d. 2, p., q. 1-2).<strong>El</strong> conocimiento metafísico de DiosDios no es conocido metafísicamente en su deidad, en <strong>la</strong>haecceitas determinada de su propio ser, sino alcanzado en elhorizonte del ente, y bajo el concepto de ente infinito.La existencia de algo infinito no es una proposición conocidapor sí misma. «Que Dios existe» es por sí evidente en el supuestodel conocimiento de esta esencia, al modo como Dios y losbienaventurados <strong>la</strong> alcanzan. Se puede conceder que es evidenteque Dios existe con tal que entendamos por el nombre Dios lo quenosotros no conocemos perfectamente ni concebimos como taldeterminada esencia divina.Ni siquiera Anselmo afirmó, propiamente, para Duns Escoto,<strong>la</strong> evidencia de que existe «aquello mayor que lo cual nada puedeser pensado». Porque en <strong>la</strong> argumentación anselmiana se ocultandos silogismos: «todo lo que es» es mayor que «lo que no es»; nadahay mayor que lo que es sumo; luego, lo sumo no es algo que notenga ser...; lo que no es no ente, es ente; lo sumo no es no ente;luego es ente» (Ordinatio, 1. 1, d. 1, q. 2).La prueba de que «existe algo infinito» presupone necesariamente<strong>la</strong> premisa de que «<strong>la</strong> infinidad no repugna al ente» para«persuadir» — expresión muy frecuente en Duns Escoto — de <strong>la</strong>verdad de esta proposición, cuya verdad no puede ponerse demanifiesto a priorí, «colorea» Duns Escoto el argumento delProslogion: «Dios es aquello, conocido lo cual sin contradicción, no


15puede pensarse sin contradicción que exista algo mayor. Y que debeañadirse "sin contradicción" es evidente pues aquello que al serconocido o pensado incluye contradicción debe ser dicho nopensable, porque entonces se trata de dos objetos pensablesopuestos que no forman un único objeto pensable, porque ningunode los dos determina al otro» (Ordinatio, 1. 1, d. 2, q, 2, 137-138).La prueba escotista es ascendente y parte de lo creado. Enel tratado del Primer principio se parte del «orden esencial» de lo«efectuable», lo «finible» y lo «excedido» para alcanzar en virtud de<strong>la</strong> exigencia de tal orden a <strong>la</strong> afirmación, primeramente en el p<strong>la</strong>noquiditativo, para pasar sólo después al de <strong>la</strong> existencia, de losupremo «efectivo», «finitivo» y «eminente». Precedido de unaplegaria que confiesa que Dios habló a su siervo Moisés, al decirleYo soy el que soy «sabiendo lo que puede concebir de Ti elconocimiento de los mortales» es el primer tratado metafísico sobreDios escrito por un teólogo escolástico.<strong>El</strong> esencialismo impera sobre su estructura sistemática, conun estilo de pensamiento que parece anticipar <strong>la</strong>s construcciones 'more geométrico del racionalismo. También hay que reconocer uncierto sabor de ontoteología univocista, en el sentido peyorativo de<strong>la</strong>s acusaciones de sus adversarios escolásticos. «Es inconvenienteque el universo carezca del supremo grado posible de ser», dice enun pasaje en que parece desdibujarse <strong>la</strong> trascendencia divina.<strong>El</strong> empeño esencialista se profesa metódicamente, y en él sefunda <strong>la</strong> preferencia de <strong>la</strong>s «premisas necesarias», que parten de <strong>la</strong>sesencias en su posibilidad, sobre <strong>la</strong>s contingentes que tomarían supunto de partida en <strong>la</strong> existencia de <strong>la</strong>s cosas finitas. De aquí que <strong>la</strong>idea de <strong>la</strong> posibilidad de lo sumo efectivo, finitivo y eminente, esdecir, su composibilibad con el ente, sea el nervio de <strong>la</strong> prueba de <strong>la</strong>existencia del ente infinito.<strong>El</strong> ascenso racional a Dios es pues ontológico, en el sentidoen que Kant calificó así <strong>la</strong> clásica prueba del racionalismo. Peroencontramos una tensión entre este aspecto de su metafísica y <strong>la</strong>tendencia de Duns Escoto a atribuir a <strong>la</strong> teología reve<strong>la</strong>da <strong>la</strong>posibilidad del conocimiento de atributos divinos que santo Tomássituaba en el orden de <strong>la</strong>s verdades cognoscibles por <strong>la</strong> razón.<strong>El</strong> sentido de <strong>la</strong> metafísica escotista sobre Dios se conexionaintrínsecamente con sus presupuestos gnoseológicos: «En <strong>la</strong> vía de<strong>la</strong> generación, o al adquirir <strong>la</strong> ciencia, aprehendemos primeramente<strong>la</strong>s quididades de <strong>la</strong>s cosas sensibles, porque en el estado denaturaleza caída nada entendemos sino por ministerio de lossentidos. Sin embargo tales quididades no son el propio objetoadecuado de nuestro entendimiento, sino que podemos tambiénentender <strong>la</strong>s substancias separadas; y tal objeto es primero en elorden de <strong>la</strong> perfección, y hab<strong>la</strong>ndo simplemente» (De anima, q. 19,5).Si para Duns Escoto <strong>la</strong> gnoseología aristotélica describe unasituación de hecho, <strong>la</strong> del hombre viador y caído, y <strong>la</strong> metafísica es


16función de <strong>la</strong> fe, en cuanto que sin su iluminación no puede seralcanzado el ente en cuanto tal, es comprensible — aunprescindiendo aquí del problema de <strong>la</strong> autenticidad de los teoremataen que se expresa un más radical agnosticismo— que el problemavital para Escoto no está en <strong>la</strong> delimitación de <strong>la</strong> metafísica sino ensu funcionalidad respecto de <strong>la</strong> teología.<strong>El</strong> «formalismo» que fue durante siglos unos de loscaracteres diferenciales de <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> escotista, tiene su sentidooriginario en esta necesidad de un conocimiento conceptualmetafísico para <strong>la</strong> construcción sistemática de <strong>la</strong> propia teología. Ladistinción formal ex natura reí fue pensada primeramente paradistinguir los predicados esenciales de los nocionales o referentes a<strong>la</strong>s personas en el campo de <strong>la</strong> teología trinitaria. Por lo mismo secomprende que esta distinción real formal basada en <strong>la</strong> naturalezade <strong>la</strong> cosa, entre los atributos divinos, no tiene ningún sentido deatenuación de <strong>la</strong> simplicidad del ser de Dios.Voluntarismo y contingentismoSi <strong>la</strong> influencia de Avicena determina <strong>la</strong> interpretaciónesencialista del ente, es intento capital del pensamiento de Escoto <strong>la</strong>salvaguardia de <strong>la</strong> libertad divina en <strong>la</strong> producción del mundo y en suiniciativa de su providencia con respecto de sus criaturas.La ponderación del carácter abstractivo del conocimientohumano, si pone lo divino a salvo del encadenamiento necesitanteque se implicaría en el ontologismo intelectualista, justifica también<strong>la</strong> complejidad de nuestras distinciones conceptuales mediante <strong>la</strong>sque nuestro pensamiento supera <strong>la</strong>s aporías del monismo.<strong>El</strong> argumento aviceniano que deduce de <strong>la</strong> definición de Dioscomo ente necesario <strong>la</strong> imposibilidad de atribuirle por vía de voluntadel origen de todas <strong>la</strong>s cosas exigidas eternamente por su mismanecesidad, es tal vez el estímulo decisivo a <strong>la</strong> vez del formalismo ydel voluntarismo de Duns Escoto.<strong>El</strong> orden de nuestros conceptos y <strong>la</strong> distinción entre <strong>la</strong>sformalidades resuelve los problemas que surgirían de postu<strong>la</strong>r comointuiciones absolutas estas mismas razones humanas. Distinguida <strong>la</strong>voluntad divina de <strong>la</strong> esencia y del entendimiento en el p<strong>la</strong>no de <strong>la</strong>distinción formal ex natura reí, tiene Duns Escoto el instrumento parauna revisión de <strong>la</strong> teoría de <strong>la</strong>s ideas «ejemp<strong>la</strong>res».La esencia de Dios funda ciertamente <strong>la</strong> posibilidad de <strong>la</strong>scosas creadas, y <strong>la</strong> voluntad divina, que no es una inclinación ciega,impera <strong>la</strong> creación conforme a esta esencia eterna normativa de todaposibilidad. Pero <strong>la</strong>s ideas, en sentido de arquetipos ejemp<strong>la</strong>res de<strong>la</strong>rte divino o modelos de <strong>la</strong>s cosas creadas, como <strong>la</strong>s vio sanAgustín, ha de reconocerse que son dependientes de <strong>la</strong> voluntadcreadora.La capacidad para <strong>la</strong>s sutiles distinciones se muestra distinguiendolos momentos en <strong>la</strong> originación de <strong>la</strong>s esencias finitas enDios. Primeramente Dios conoce su propia esencia en sí misma y


17absolutamente; en un segundo momento Dios confiere el serinteligible a <strong>la</strong> esencia finita, y por lo mismo <strong>la</strong> conoce; en un tercermomento Dios se compara a este inteligible para en un cuartomomento conocer esta re<strong>la</strong>ción misma. Con este proceso sepretende mostrar <strong>la</strong> libertad de <strong>la</strong> voluntad divina que no hal<strong>la</strong>, cual sifuese normativa de <strong>la</strong> potencia creadora de Dios, una necesidadnatural eterna que determinase los arquetipos de <strong>la</strong>s cosas.Santo Tomás para salvar <strong>la</strong> simplicidad del ser de Dios habíacorregido <strong>la</strong> doctrina de san Agustín e identificado <strong>la</strong>s ideas con <strong>la</strong>esencia de Dios. Duns Escoto es todavía más antip<strong>la</strong>tónico quesanto Tomás. Las complejidades de su formalismo tienden aquíprecisamente a insistir con mayor energía en <strong>la</strong> simplicidad de Dios ymostrar sobre todo en su libertad creadora es fuente no sólo del serexistencial sino de <strong>la</strong> entidad esencial u quiditativa de lo creado.<strong>El</strong> pensamiento de Duns Escoto, lejos de ser en esta suorientación capital una síntesis entre <strong>la</strong> antigua escolástica de <strong>la</strong> primeraescue<strong>la</strong> franciscana y <strong>la</strong> nueva escolástica aristotélica, ha dereconocerse como profundamente original e independiente a <strong>la</strong> vezde Aristóteles y de P<strong>la</strong>tón. Los dos autores que ponen en marcha sureflexión son Avicena y san Agustín, pero <strong>la</strong> reacción contra elnecesitarismo del primero lleva a una desp<strong>la</strong>tonización de<strong>la</strong>gustinismo.<strong>El</strong> voluntarismo se expresa también en dos puntoscaracterísticos de <strong>la</strong> síntesis escotista. Atenuándose también elejemp<strong>la</strong>rismo ético de <strong>la</strong> ley moral, todo lo referente a los preceptos«de <strong>la</strong> segunda tab<strong>la</strong>», los que versan sobre el orden entre <strong>la</strong>scriaturas, depende de <strong>la</strong> voluntad soberana de Dios que funda esteorden. <strong>El</strong> bien, el «deber ser», son fundados por el imperio divino ypor <strong>la</strong> razón eterna.Sobre <strong>la</strong> naturaleza de <strong>la</strong> fruición del fin último se afirma quesu .constitutivo esencial no está en el acto contemp<strong>la</strong>tivo intelectual,sino en el acto perfecto de <strong>la</strong> voluntad que es el amor, únicamenteen el cual consiste esencialmente <strong>la</strong> perfección de <strong>la</strong> personacreada, aunque se exija <strong>la</strong> contemp<strong>la</strong>ción como condición de estaperfecta unidad con Dios.Esta posición de Duns Escoto vino a ser uno de los lugarescentrales del p<strong>la</strong>nteamiento de <strong>la</strong> cuestión sobre <strong>la</strong> esencia de <strong>la</strong>bienaventuranza.Metafísica de lo individual. Los grados metafísicasLas concepciones sobre <strong>la</strong> naturaleza y el hombre, aunquerenovadas en <strong>la</strong> terminología y expuestas en conexión con <strong>la</strong>sexigencias del formalismo escotista, siguen en el fondo en <strong>la</strong> líneatradicional de <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> franciscana y son <strong>la</strong>s características de<strong>la</strong>gustinismo.La doctrina de <strong>la</strong> materia y <strong>la</strong> forma difiere, por tanto,radicalmente de <strong>la</strong> profesada por el aristotelismo tomista. La materia


18prima no es potencia pura sino que está dotada de su entidad propia.Se distingue <strong>la</strong> materia primo prima, no determinada todavía porninguna forma, cuya «unidad», real menor que <strong>la</strong> unidad numeral, seafirma, y que está presente en todos los entes creados, seancorpóreos o incorpóreos.La forma no da a <strong>la</strong> materia su ser y realidad sino un serdeterminado; <strong>la</strong> materia secundo prima es así el sustrato de <strong>la</strong>generación y de <strong>la</strong> corrupción como sujeto de <strong>la</strong>s formassubstanciales materiales; <strong>la</strong> materia tertio prima es <strong>la</strong> materia yadeterminada por <strong>la</strong> forma substancial y sujeto de los cambiosaccidentales.Se sostiene por tanto <strong>la</strong> pluralidad de formas. <strong>El</strong> cuerpohumano está constituido por <strong>la</strong> forma de corporeidad. La tesis de <strong>la</strong>pluralidad de <strong>la</strong>s formas parece coincidir en Duns Escoto con suteoría de los grados metafísicos distintos entre sí con distinciónformal ex natura reí. Pero por <strong>la</strong>s razones ya dichas convieneadvertir <strong>la</strong> distinta perspectiva en que se mueve una y otra doctrina.Las po<strong>la</strong>ridades entre materia y forma y <strong>la</strong> pluralidad de <strong>la</strong>sformas son heredadas de <strong>la</strong> tradición recibida en <strong>la</strong> escolásticaagustiniana de <strong>la</strong> doctrina de Avicebrón. <strong>El</strong> formalismo de <strong>la</strong>sdistinciones se mueve en <strong>la</strong> comprensión característica de Escotosobre <strong>la</strong>s exigencias de <strong>la</strong> noticia abstractiva y <strong>la</strong> unidad esencial de<strong>la</strong>s formalitates conceptualmente captadas.La individualidad o singu<strong>la</strong>ridad no puede proceder de <strong>la</strong>materia cuantificada. Las determinaciones individuantes sonformales y se mueven en una línea análoga a <strong>la</strong>s diferencias especificativas.La haecceitas así constituida da al individuo, por lomismo, <strong>la</strong> máxima individualidad. Pero conviene notar que DunsEscoto no atribuye una plena intuición intelectual de lo individual alhombre, y que desde luego <strong>la</strong> primacía del individuo no puedeconfundirse con una posición empirista en lo gnoseológico onominalista en lo metafísico.La distinción formal entre <strong>la</strong>s determinaciones individuales ycada una de <strong>la</strong>s determinaciones genéricas y específicas atribuiblesal individuo han dado al escotismo posterior, endurecido.Por <strong>la</strong> polémica, <strong>la</strong> apariencia de profesar como un encajonamientoo composición real de los grados metafísicos diversos enel seno de <strong>la</strong> realidad.Para <strong>la</strong> perspectiva que ve en <strong>la</strong>s soluciones sobre <strong>la</strong> «cuestiónde los universales» casi el argumento central en <strong>la</strong> historia de <strong>la</strong>filosofía durante <strong>la</strong> edad media, el formalismo escotista es una vueltaal ultrarrealismo, como un retorno a <strong>la</strong> tesis de <strong>la</strong> realidad deluniversal con anterioridad a <strong>la</strong> consideración intelectual. DunsEscoto es eminentemente realista y tal vez por no considerar tanto elpensamiento conceptual como lenguaje intelectual, al modo de santoTomás, cuanto como sucedáneo o representación, parece insta<strong>la</strong>rseen una interpretación intuicionista de <strong>la</strong>s formalidades. Pero en elfondo se desconoce y deforma su pensamiento si se le quiere


19comprender como un nuevo p<strong>la</strong>tonismo.Duns Escoto utiliza <strong>la</strong> terminología aristotélica sobre el origensensible del conocimiento, y sobre el entendimiento posible yagente, aunque <strong>la</strong> doctrina de <strong>la</strong> iluminación queda así substituida yabandonada por <strong>la</strong> de <strong>la</strong> abstracción, pero no hay que olvidar <strong>la</strong>fundamental perspectiva según <strong>la</strong> cual esta dimensión delconocimiento humano responde a <strong>la</strong> situación del hombre caído. Eneste sentido y por <strong>la</strong> orientación teológica de su pensamiento DunsEscoto pertenece substancialmente a <strong>la</strong> tradición derivada de sanAgustín.<strong>El</strong> agnosticismo de los «theoremata»No nos corresponde tomar posición sobre el problema,<strong>la</strong>rgamente discutido, sobre <strong>la</strong> autenticidad de los theoremata, en losque se niega reiteradamente <strong>la</strong> posibilidad de <strong>la</strong> demostraciónracional de una serie de atributos divinos, o de verdades re<strong>la</strong>tivas a<strong>la</strong>lma humana y a su inmortalidad y destinación al último fin eterno.Si en algunos casos parecen obra de un precursor de <strong>la</strong> víamoderna ockamista, hay que ver en definitiva esta apariencia comoefecto de los mismos presupuestos que en <strong>la</strong> obra del Doctor Sutilconmueven desde dentro mismo su propia construcción sistemática.Es una crítica del escotismo, pero se trata de una autocríticacaracterísticamente escotista.Duns Escoto utiliza en sus obras teológicas con frecuenciamuchas argumentaciones persuasivas y probables a cuya conclusiónse adhiere firmemente como creyente, pero a <strong>la</strong>s que no puedereconocer validez especu<strong>la</strong>tiva apodíctica y a <strong>la</strong>s que, desde luego,tiene que negar validez estrictamente racional y filosófica.Por otra parte el instrumento de <strong>la</strong> metafísica de <strong>la</strong>univocidad y <strong>la</strong> interferencia del esencialismo aviceniano en unpensamiento vertido sobre <strong>la</strong> intuición de lo singu<strong>la</strong>r, además de <strong>la</strong>convicción profesada por Duns Escoto de que <strong>la</strong> filosofía no podría,de hecho, sin <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción probar <strong>la</strong> espiritualidad del alma ni ponerde manifiesto que el ente es el objeto proporcionado delentendimiento, explicarían que el agudo criticismo del Doctor Sutilconcluyese en <strong>la</strong> posición que conmueve todos los puntos de partidade su ascenso racional a Dios.La existencia de lo primero en un orden esencial en lo quese apoya <strong>la</strong> prueba del De primo principio, y <strong>la</strong> existencia misma delorden esencial en <strong>la</strong>s distintas líneas de causalidad, quedanderribados en su necesidad para reconocer que una y otra son«peticiones» probables que es imposible demostrar absolutamentepor razones necesarias meramente naturales.De aquí se sigue una serie de consecuencias agnósticas,que derriban íntegramente <strong>la</strong> posibilidad de una metafísica sobreDios. Así se excluye de lo demostrable racionalmente: <strong>la</strong> posibilidadde que Dios cree entes fuera de sí mismo, ya que no parece


20demostrable que pueda producir inmediatamente sino sólo un primerefecto, con lo cual Duns Escoto volvería de nuevo al emanantismoneop<strong>la</strong>tónico y a <strong>la</strong> originación de un único demiurgo a partir delprimer principio. Tampoco es posible demostrar racionalmente queDios es inmutable, que carece de accidentes y de partes esenciales,y por lo tanto que Dios es simple y acto puro. La omnipresencia deDios, su sabiduría e inteligencia, su voluntad, su carácter viviente, yel que se den en Dios operaciones inmanentes, queda tambiénexcluido de <strong>la</strong> demostrabilidad. Por lo mismo no es filosóficamentedemostrable que Dios conozca y quiera algo distinto de sí misino Eneste sentido crítico, y no dogmáticamente negativo, el agnosticismode los teoremata excluye también de <strong>la</strong> filosofía <strong>la</strong> demostración de<strong>la</strong> existencia del alma racional e inmortal y <strong>la</strong> ordenación del hombrea una felicidad superior a <strong>la</strong> de esta vida.Parece independiente de <strong>la</strong> cuestión de <strong>la</strong> autenticidadescotista de los theoremata el reconocimiento del resultado de <strong>la</strong>obra de Duns Escoto como desintegración de <strong>la</strong> síntesis entre <strong>la</strong>teología y <strong>la</strong> filosofía. Pero esta desintegración es consecuencia dosus concepciones sobre el conocimiento, a <strong>la</strong> vez que se apoyaprecisamente en concepciones teológicas que postu<strong>la</strong>n <strong>la</strong>orientación natural del hombre a un fin sólo sobrenaturalmentealcanzable. Nada más lejano a Duns Escoto que un intento deautonomía humana frente a <strong>la</strong> fe.corrección desp<strong>la</strong>tonizadora del ejemp<strong>la</strong>rismo y de <strong>la</strong> doctrina de <strong>la</strong>iluminación. Paradójicamente los instrumentos aristotélicos de sucriticismo son utilizados en una actitud nueva orientada a corregir losriesgos que para el pensamiento cristiano se encierran en elnecesitarismo intelectualista de los aristotélicos árabes.Si para san Buenaventura el ejemp<strong>la</strong>rismo p<strong>la</strong>tonizante desan Agustín era el punto central de una sabiduría cristianarespetuosa con <strong>la</strong> primacía de Dios, para el Doctor Sutil <strong>la</strong> afirmaciónde <strong>la</strong> soberanía divina, en lo que el cristiano no tiene que quedar pordebajo del musulmán, le enfrenta no sólo a <strong>la</strong>s sistematizacionesneop<strong>la</strong>tónicas del aristotelismo semítico sino al imponente pesotradicional del p<strong>la</strong>tonismo cristiano. La omnipotencia y <strong>la</strong> voluntadlibre de Dios, pensadas desde sus fuentes bíblicas, son <strong>la</strong>s ideasdirectivas de este nuevo franciscanismo nacido con Duns Escoto.La reacción contra el ontologismo aviceniano que Enrique deGante había introducido en el agustinismo lleva a Duns Escoto a <strong>la</strong>

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