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VIII. El Tradicionalismo Científico y la Segunda Escuela Franciscana

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19comprender como un nuevo p<strong>la</strong>tonismo.Duns Escoto utiliza <strong>la</strong> terminología aristotélica sobre el origensensible del conocimiento, y sobre el entendimiento posible yagente, aunque <strong>la</strong> doctrina de <strong>la</strong> iluminación queda así substituida yabandonada por <strong>la</strong> de <strong>la</strong> abstracción, pero no hay que olvidar <strong>la</strong>fundamental perspectiva según <strong>la</strong> cual esta dimensión delconocimiento humano responde a <strong>la</strong> situación del hombre caído. Eneste sentido y por <strong>la</strong> orientación teológica de su pensamiento DunsEscoto pertenece substancialmente a <strong>la</strong> tradición derivada de sanAgustín.<strong>El</strong> agnosticismo de los «theoremata»No nos corresponde tomar posición sobre el problema,<strong>la</strong>rgamente discutido, sobre <strong>la</strong> autenticidad de los theoremata, en losque se niega reiteradamente <strong>la</strong> posibilidad de <strong>la</strong> demostraciónracional de una serie de atributos divinos, o de verdades re<strong>la</strong>tivas a<strong>la</strong>lma humana y a su inmortalidad y destinación al último fin eterno.Si en algunos casos parecen obra de un precursor de <strong>la</strong> víamoderna ockamista, hay que ver en definitiva esta apariencia comoefecto de los mismos presupuestos que en <strong>la</strong> obra del Doctor Sutilconmueven desde dentro mismo su propia construcción sistemática.Es una crítica del escotismo, pero se trata de una autocríticacaracterísticamente escotista.Duns Escoto utiliza en sus obras teológicas con frecuenciamuchas argumentaciones persuasivas y probables a cuya conclusiónse adhiere firmemente como creyente, pero a <strong>la</strong>s que no puedereconocer validez especu<strong>la</strong>tiva apodíctica y a <strong>la</strong>s que, desde luego,tiene que negar validez estrictamente racional y filosófica.Por otra parte el instrumento de <strong>la</strong> metafísica de <strong>la</strong>univocidad y <strong>la</strong> interferencia del esencialismo aviceniano en unpensamiento vertido sobre <strong>la</strong> intuición de lo singu<strong>la</strong>r, además de <strong>la</strong>convicción profesada por Duns Escoto de que <strong>la</strong> filosofía no podría,de hecho, sin <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción probar <strong>la</strong> espiritualidad del alma ni ponerde manifiesto que el ente es el objeto proporcionado delentendimiento, explicarían que el agudo criticismo del Doctor Sutilconcluyese en <strong>la</strong> posición que conmueve todos los puntos de partidade su ascenso racional a Dios.La existencia de lo primero en un orden esencial en lo quese apoya <strong>la</strong> prueba del De primo principio, y <strong>la</strong> existencia misma delorden esencial en <strong>la</strong>s distintas líneas de causalidad, quedanderribados en su necesidad para reconocer que una y otra son«peticiones» probables que es imposible demostrar absolutamentepor razones necesarias meramente naturales.De aquí se sigue una serie de consecuencias agnósticas,que derriban íntegramente <strong>la</strong> posibilidad de una metafísica sobreDios. Así se excluye de lo demostrable racionalmente: <strong>la</strong> posibilidadde que Dios cree entes fuera de sí mismo, ya que no parece

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