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Lazarillo de Tormes - IES Jaume I de Borriana

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el convento, perdido por andar fuera, amicísimo <strong>de</strong> negociosseglares y visitar. Tanto que pienso que rompía el más zapatosque todo el convento. Éste me dió los primeros zapatos que rompíen mi vida; mas no me duraron ocho días. Ni yo pu<strong>de</strong> con su trotedurar más. Y por esto y por otras cosillas que no digo, salí dél.Tratado QuintoCómo Lázaro se asentó con un bul<strong>de</strong>ro, y <strong>de</strong> las cosas que con élpasóEn el quinto por mi ventura di, que fue un bul<strong>de</strong>ro, el más<strong>de</strong>senvuelto y <strong>de</strong>svengonzado y el mayor echador <strong>de</strong>llas quejamásyo vi ni ver espero ni pienso que nadie vio. Porque tenía ybuscaba modos y maneras y muy sotiles invenciones.En entrando en los lugares do habían <strong>de</strong> presentar la bula,primero presentaba a los clérigos o curas algunas cosillas, notampoco <strong>de</strong> mucho valor ni substancia: una lechuga murciana, siera por el tiempo, un par <strong>de</strong> limas o naranjas, un melocotón, unpar <strong>de</strong> duraznos, cada sendas peras verdiniales. Así procurabatenerlos propicios porque favoreciesen su negocio y llamasen susfeligreses a tomar la bula.Ofreciéndosele a el las gracias, informábase <strong>de</strong> lasuficiencia <strong>de</strong>llos. Si <strong>de</strong>cían que entendían, no hablaba palabraen latín por no dar tropezón; mas aprovechábase <strong>de</strong> un gentil ybien cortado romance y <strong>de</strong>senvoltísima lengua. Y si sabía que losdichos clérigos eran <strong>de</strong> los reverendos, digo que más con dinerosque con letras y con reverendas se or<strong>de</strong>na, hacíase entre ellos unSanto Tomás y hablaba dos horas en latín: a lo menos, que loparecía aunque no lo era.Cuando por bien no le tomaban las bulas, buscaba cómo pormal se las tomasen, y para aquello hacía molestias al pueblo eotras veces con mañosos artificios. Y porque todos los que leveía hacer sería largo <strong>de</strong> contar, diré uno muy sotil y donoso,con el cual probaré bien su suficiencia.En un lugar <strong>de</strong> la Sagra <strong>de</strong> Toledo había predicado dos otres días, haciendo sus acostumbradas diligencias, y no le habíantomado bula, ni a mi ver tenían intención <strong>de</strong> se la tomar. Estabadado al diablo con aquello y, pensando qué hacer, se acordó <strong>de</strong>convidar al pueblo, para otro día <strong>de</strong> mañana <strong>de</strong>spedir la bula.Y esa noche, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> cenar, pusiéronse a jugar lacolacion él y el alguacil. Y sobre el juego vinieron a reñir y ahaber malas palabras. Él llamó al alguacil ladrón, y él otro a elfalsario. Sobre esto, el señor comisario mi señor, tomó un lanzónque en el portal do jugaban estaba. El aguacil puso mano a suespada, que en la cinta tenía.Al ruido y voces y que todos dimos, acu<strong>de</strong>n los huéspe<strong>de</strong>s yvecinos y métense en medio, y ellos muy enojados procurándose<strong>de</strong>sembarazar <strong>de</strong> los que en medio estaban, para se matar. Mascomola gente al gran ruido cargase y la casa estuviese llena <strong>de</strong>lla,viendo que no podían afrentarse con las armas, <strong>de</strong>cíanse palabrasinjuriosas. Entre las cuales el alguacil dijo a mi amo que erafalsario y las bulas que predicaba que eran falsas.Finalmente, que los <strong>de</strong>l pueblo, viendo que no bastaban aponellos en paz, acordaron <strong>de</strong> llevar el alguacil <strong>de</strong> la posada aotra parte. Y así quedo mi amo muy enojado. Y <strong>de</strong>spues que loshuéspe<strong>de</strong>s y vecinos le hubieron rogado que perdiese el enojo y sefuese a dormir, se fue, y así nos echamos todos.La mañana venida, mi amo se fue a la iglesia y mandó tañera misa y al sermón para <strong>de</strong>spedir la bula. Y el pueblo se juntó,el cual andaba murmurando <strong>de</strong> las bulas, diciendo cómo eran falsasy que el mismo alguacil riñendo lo había <strong>de</strong>scubierto. De maneraque tras que tenían mala gana <strong>de</strong> tomarla, con aquello <strong>de</strong> todo laaborrecieron.El señor comisario se subió al púlpito y comienza susermón, y a animar la gente a que no quedasen sin tanto bien eindulgencia como la santa bula traía.Estando en lo mejor <strong>de</strong>l sermón, entra por la puerta <strong>de</strong> laiglesia el alguacil y, <strong>de</strong>sque hizo oración, levantóse y con vozalta y pausada cuerdamente comenzó a <strong>de</strong>cir:"Buenos hombres: oídme una palabra, que <strong>de</strong>spués oiréis aquien quisiére<strong>de</strong>s. Yo vine aquí con este echacuervo que ospredica, el cual engaño y dijo que le favoreciese en este negocioy que partiríamos la ganancia. Y agora, visto el daño que haría ami conciencia y a vuestras haciendas, arrepentido <strong>de</strong> lo hecho, os<strong>de</strong>claro claramente que las bulas que predica son falsas, y que nole creáis ni las toméis, y que yo, directe ni indirecte, no soyparte en ellas, y que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> agora <strong>de</strong>jo la vara y doy con ella enel suelo. Y si en algún tiempo éste fuere castigado por lafalsedad, que vosotros me seáis testigos cómo yo no soy con él nile doy a ello ayuda, antes os <strong>de</strong>sengaño y <strong>de</strong>claro su maldad."Y acabó su razonamiento. Algunos hombres honrados que allíestaban se quisieron levantar y echar el alguacil fuera <strong>de</strong> laiglesia, por evitar escándalo. Mas mi amo les fue a la mano ymandó a todos que so pena <strong>de</strong> excomunión no le estorbasen: masquele <strong>de</strong>jasen <strong>de</strong>cir todo lo que quisiese. Y así, el también tuvosilencio, mientras el alguacil dijo todo lo que he dicho.Como calló, mi amo le preguntó, si quería <strong>de</strong>cir más, que lodijese. El alguacil dijo:"Harto hay más que <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> vos y <strong>de</strong> vuestra falsedad, maspor agora basta."El señor comisario se hincó <strong>de</strong> rodillas en el púlpito y,puestas las manos y mirando al cielo, dijo así:"Señor Dios, a quien ninguna cosa es escondida, antes todasmanifiestas, y a quien nada es imposible, antes todo posible: túsabes la verdad y cuán injustamente yo soy afrentado. En lo que amí toca, yo lo perdono porque tú, Señor, me perdones. No mires aaquel que no sabe lo que hace ni dice; mas la injuria a ti hecha,te suplico, y por justicia te pido, no disimules. Porque algunoque esta aquí, que por ventura pensó tomar aquesta santa bula,dando credito a las falsas palabras <strong>de</strong> aquel hombre, lo <strong>de</strong>jará <strong>de</strong>hacer. Y pues estanto perjuicio <strong>de</strong>l prójimo, te suplico yo,Señor, no lo disimules, mas luego muestra aquí milagro, y sea<strong>de</strong>sta manera: que si es verdad lo que aquél dice y que traigomaldad y falsedad, este púlpito se hunda conmigo y meta sieteestados <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> tierra, do él ni yo jamás parezcamos; y si esverdad lo que yo digo y aquél, persuadido <strong>de</strong>l <strong>de</strong>monio, por quitary privar a los que están presentes <strong>de</strong> tan gran bien, dice maldad,también sea castigado y <strong>de</strong> todos conocida su malicia."Apenas habia acabado su oración el <strong>de</strong>voto señor mío, cuandoel negro alguacil cae <strong>de</strong> su estado y da tan gran golpe en elsuelo que la iglesia toda hizo resonar, y comenzó a bramar yechar espumajos por la boca y torcella, y hacer visajes con elgesto, dando <strong>de</strong> pie y <strong>de</strong> mano, revolviéndose por aquel suelo auna parte y a otra.El estruendo y voces <strong>de</strong> la gente era tan gran<strong>de</strong>, que no seoían unos a otros. Algunos estaban espantados y temerosos. Unos<strong>de</strong>cian:"El Señor le socorra y valga."Otros: "Bien se le emplea, pues levantaba tan falsotestimonio."Finalmente, algunos que allí estaban, y a mi parecer no sinharto temor, se llegaron y le trabaron <strong>de</strong> los brazos, con loscuales daba fuertes puñadas a los que cerca dél estaban. Otros letiraban por las piernas y tuvieron reciamente, porque no habíamula falsa en el mundo que tan recias coces tirase.

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