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Lazarillo de Tormes - IES Jaume I de Borriana

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muy poca, comenzaba la fuentecilla a <strong>de</strong>stillarme en la boca, lacual yo <strong>de</strong> tal manera ponía que maldita la gota se perdía. Cuandoel pobreto iba a beber, no hallaba nada.Espantábase, mal<strong>de</strong>cíase, daba al diablo el jarro y el vino,no sabiendo qué podía ser."No diréis, tío, que os lo bebo yo -<strong>de</strong>cía-, pues no lequitáis <strong>de</strong> la mano."Tantas vueltas y tiento dio al jarro, que halló la fuente ycayó en la burla; mas así lo disimuló como si no lo hubierasentido.Y luego otro día, teniendo yo rezumando mi jarro comosolía, no pensando en el daño que me estaba aparejado ni que elmal ciego me sentía, sentéme como solía, estando recibiendoaquellos dulces tragos, mi cara puesta hacia el cielo, un pococerrados los ojos por mejor gustar el sabroso licor, sintió el<strong>de</strong>sesperado ciego que agora tenía tiempo <strong>de</strong> tomar <strong>de</strong> mívenganzay con toda su fuerza, alzando con dos manos aquel dulce yamargojarro, le <strong>de</strong>jo caer sobre mi boca, ayudándose, como digo, contodo su po<strong>de</strong>r, <strong>de</strong> manera que el pobre Lázaro, que <strong>de</strong> nada <strong>de</strong>stose guardaba, antes, como otras veces, estaba <strong>de</strong>scuidado ygozoso, verda<strong>de</strong>ramente me pareció que el cielo, con todo lo queen él hay, me habia caído encima.Fue tal el golpecillo, que me <strong>de</strong>satinó y sacó <strong>de</strong> sentido, yel jarrazo tan gran<strong>de</strong>, que los pedazos <strong>de</strong> él me metieron por lacara, rompiédomela por muchas partes, y me quebrólos dientes,sinlos cuales hasta hoy día me quedé. Des<strong>de</strong> aquella hora quise malal mal ciego, y aunque me quería y regalaba y me curaba, bien vique se había holgado <strong>de</strong>l cruel castigo. Lavóme con vino lasroturas que con los pedazos <strong>de</strong>l jarro me había hecho, ysonriéndose <strong>de</strong>cía:"¿Qué te parece, Lázaro? Lo que te enfermó te sana y dasalud".Y otros donaires que a mi gusto no lo eran.Ya que estuve medio bueno <strong>de</strong> mi negra trepa y car<strong>de</strong>nales,consi<strong>de</strong>rando que a pocos golpes tales el cruel ciego ahorraría <strong>de</strong>mí, quise yo ahorrar <strong>de</strong> él; mas no lo hice tan presto por hacerlomas a mi salvo y provecho. Aunque yo quisiera asentar mi corazóny perdonarle el jarrazo, no daba lugar al maltratamiento que elmal ciego <strong>de</strong>n<strong>de</strong> allí a<strong>de</strong>lante me hacía, que sin causa ni razón mehería, dándome coscorrones y repelándome.Y si alguno le <strong>de</strong>cía por qué me trataba tan mal, luegocontaba el cuento <strong>de</strong>l jarro, diciendo:"¿Pensaréis que este mi mozo es algún inocente? Pues oíd siel <strong>de</strong>monio ensayara otra tal hazaña."Santiguándose los que lo oían, <strong>de</strong>cian:"¡Mira quién pensara <strong>de</strong> un muchacho tan pequeño talruindad!".Y reían mucho el artificio, y <strong>de</strong>cíanle:"Castigaldo, castigaldo, que <strong>de</strong> Dios lo habréis."Y el con aquello nunca otra cosa hacia. Y en esto yosiempre le llevaba por los peores caminos, y adre<strong>de</strong>, por lehacer mal y daño: si había piedras, por ellas, si lodo, por lomás alto. Que aunque yo no iba por lo más enjuto, holgábame ami<strong>de</strong> quebrar un ojo por quebrar dos al que ninguno tenía. Con estosiempre con el cabo alto <strong>de</strong>l tiento me atentaba el colodrillo,el cual siempre traía lleno <strong>de</strong> tolondrones y pelado <strong>de</strong> susmanos. Y aunque yo juraba no lo hacer con malicia, sino por nohallar mejor camino, no me aprovechaba ni me creía más: tal erael sentido y el grandísimo entendimiento <strong>de</strong>l traidor.Y porque vea vuestra merced a cuánto se estendía el ingenio<strong>de</strong> ste astuto ciego, contaré un caso <strong>de</strong> muchos que con él meacaecieron, en el cual me parece dio bien a enten<strong>de</strong>r su granastucia. Cuando salimos <strong>de</strong> Salamanca, su motivo fue venir atierra <strong>de</strong> Toledo, porque <strong>de</strong>cia ser la gente más rica, aunque nomuy limosnera. Arrimábase a este refran: "Más da el duro que el<strong>de</strong>snudo." Y venimos a este camino por los mejores lugares. Don<strong>de</strong>hallaba buena acogida y ganancia, <strong>de</strong>teníamonos; don<strong>de</strong> no, atercero día hacíamos San Juan.Acaeció que, llegando a un lugar que llaman Almoroz altiempo que cogían las uvas, un vendimiador le dio un racimo<strong>de</strong>llas en limosna. Y como suelen ir los cestos maltratados, ytambién porque la uva en aquel tiempo está muy madura,<strong>de</strong>sgranábasele el racimo en la mano. Para echarlo en el far<strong>de</strong>ltornábase mosto, y lo que a él se llegaba.Acordó <strong>de</strong> hacer un banquete, así por no lo po<strong>de</strong>r llevarcomo por contentarme, que aquel día me habia dado muchoscodillazos y golpes. Sentámonos en un valladar y dijo:"Agora quiero yo usar contigo <strong>de</strong> una liberalidad, y es queambos comamos este racimo <strong>de</strong> uvas, y que hayas <strong>de</strong>l tanta partecomo yo. Partirlo hemos <strong>de</strong>sta manera: tú picarás una vez y yootra; con tal que me prometas no tomar cada vez más <strong>de</strong> una uva.Yo haré lo mismo hasta que lo acabemos, y <strong>de</strong> esta suerte nohabrá engaño."Hecho así el concierto, comenzamos; mas luego al segundolance; el traidor mudó <strong>de</strong> proposito y comenzó a tomar <strong>de</strong> dos endos, consi<strong>de</strong>rando que yo <strong>de</strong>bría hacer lo mismo. Como vi que élquebraba la postura, no me contenté ir a la par con el, mas aunpasaba a<strong>de</strong>lante: dos a dos, y tres a tres, y como podía lascomía. Acabado el racimo, estuvo un poco con el escobajo en lamano y meneando la cabeza dijo:"Lázaro, engañado me has. Juraré yo a Dios que has túcomido las uvas tres a tres.""No comí -dije yo- mas ¿por que sospecháis eso?"Respondió el sagacísimo ciego:"¿Sabes en qué veo que las comiste tres a tres? En quecomía yo dos a dos y callabas."A lo cual yo no respondí. Yendo que íbamos así por <strong>de</strong>bajo<strong>de</strong> unos soportales, en Escalona, adon<strong>de</strong> a la sazón estabámos encasa <strong>de</strong> un zapatero, había muchas sogas y otras cosas que <strong>de</strong>esparto se hacen, y parte <strong>de</strong>llas dieron a mi amo en la cabeza.El cual, alzando la mano, tocó en ellas, y viendo lo que eradíjome:"Anda presto, mochacho; salgamos <strong>de</strong> entre tan mal manjar,que ahoga sin comerlo."Yo, que bien <strong>de</strong>scuidado iba <strong>de</strong> aquello, miré lo que era, ycomo no vi sino sogas y cinchas, que no era cosa <strong>de</strong> comer,díjele:"Tío, ¿por qué <strong>de</strong>cís eso?"Respondióme:"Calla, sobrino; según las mañas que llevas, lo sabrás yverás como digo verdad."Y así pasamos a<strong>de</strong>lante por el mismo portal y llegamos a unmesón, a la puerta <strong>de</strong>l cual había muchos cuernos en la pared,don<strong>de</strong> ataban los recueros sus bestias, y como iba tentando siera allí el mesón adon<strong>de</strong> el rezaba cada día por la mesonera laoración <strong>de</strong> la emparedada, asió <strong>de</strong> un cuerno, y con un gransuspiro dijo:"¡O mala cosa, peor que tienes la hechura! !De cuántos eres<strong>de</strong>seado poner tu nombre sobre cabeza ajena y <strong>de</strong> cuán pocostenerte ni aun oír tu nombre, por ninguna vía!"Como le oí lo que <strong>de</strong>cía, dije:"Tío, ¿qué es eso que <strong>de</strong>cís?""Calla, sobrino, que algún día te dará este, que en la manotengo, alguna mala comida y cena.""No le comeré yo -dije- y no me la dará.""Yo te digo verdad; si no, verlo has, si vives."Y así pasamos a<strong>de</strong>lante hasta la puerta <strong>de</strong>l mesón, adon<strong>de</strong>pluguiere a Dios nunca allá llegáramos, según lo que me sucediaen él.

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