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Lazarillo de Tormes - IES Jaume I de Borriana

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que hallé partido hice según <strong>de</strong> yuso está escrito. Y con aquelloalgún tanto consolado, tornando a cerrar, me volví a mis pajas,en las cuales reposé y dormí un poco.Lo cual yo hacía mal, y echabalo al no comer. Y así sería,porque cierto en aquel tiempo no me <strong>de</strong>bían <strong>de</strong> quitar el sueño loscuidados <strong>de</strong>l rey <strong>de</strong> Francia.Otro día fue por el señor mi amo visto el daño así <strong>de</strong>l pancomo <strong>de</strong>l agujero que yo había hecho, y comenzó a dar a losdiablos los ratones y <strong>de</strong>cir:"¿Qué diremos a eso? ¡Nunca haber sentido ratones en estacasa sino agora!"Y sin duda <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir verdad. Porque si casa había <strong>de</strong> haberen el reino justamente <strong>de</strong> ellos privilegiada, aquélla <strong>de</strong> razónhabia <strong>de</strong> ser, porque no suelen morar don<strong>de</strong> no hay qué comer.Torna a buscar clavos por la casa y por las pare<strong>de</strong>s y tablillas ya tapárselos. Venida la noche y su reposo, luego era yo puesto enpie con mi aparejo, y cuantos él tapaba <strong>de</strong> día, <strong>de</strong>stapaba yo <strong>de</strong>noche.En tal manera fue, y tal priesa nos dimos, que sin duda poresto se <strong>de</strong>bió <strong>de</strong>cir: "Don<strong>de</strong> una puerta se cierra, otra se abre."Finalmente, parecíamos tener a <strong>de</strong>stajo la tela <strong>de</strong> Penélope, puescuanto él tejía <strong>de</strong> día, rompía yo <strong>de</strong> noche; Y en pocos días ynoches pusimos la pobre <strong>de</strong>spensa <strong>de</strong> tal forma, que quienquisierapropiamente <strong>de</strong>lla hablar, más corazas viejas <strong>de</strong> otro tiempo queno arcaz la llamara, segun la clavazón y tachuelas sobre sítenía.De que vio no le aprovechar nada su remedio, dijo:"Este arcaz está tan maltratado y es <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra tan vieja yflaca, que no habrá ratón a quien se <strong>de</strong>fienda. Y va ya tal que,si andamos más con él, nos <strong>de</strong>jará sin guarda. Y aun lo peor, queaunque hace poca, todavía hará falta faltando, y me pondrá encosta <strong>de</strong> tres o cuatro reales. El mejor remedio que hallo, puesel <strong>de</strong> hasta aquí no aprovecha, armaré por <strong>de</strong> <strong>de</strong>ntro a estosratones malditos."Luego buscó prestada una ratonera, y con cortezas <strong>de</strong> quesoque a los vecinos pedía, contino el gato estaba armado <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>larca. Lo cual era para mí singular auxilio; porque, puesto casoque yo no había menester muchas salsas para comer, todavía meholgaba con las cortezas <strong>de</strong>l queso que <strong>de</strong> la ratonera sacaba, ysin esto no perdonaba el ratonar <strong>de</strong>l bodigo.Como hallase el pan ratonado y el queso comido y no cayeseel ratón que lo comía, dábase al diablo, preguntaba a los vecinosqué podría ser comer el queso y sacarlo <strong>de</strong> la ratonera, y no caerni quedar <strong>de</strong>ntro el ratón, y hallar caída la trampilla <strong>de</strong>l gato.Acordaron los vecinos no ser el ratón el que este dañohacía, porque no fuera menos <strong>de</strong> haber caído alguna vez.Dijole un vecino:"En vuestra casa yo me acuerdo que solía andar una culebra,y ésta <strong>de</strong>be ser sin duda. Y lleva razón que, como es larga, tienelugar <strong>de</strong> tomar el cebo; y aunque la coja la trampilla encima,como no entre toda <strong>de</strong>ntro, tórnase a salir."Cuadró a todos lo que aquél dijo, y alteró mucho a mi amo;y <strong>de</strong>n<strong>de</strong> en a<strong>de</strong>lante no dormía tan a sueño suelto. Que cualquiergusano <strong>de</strong> la ma<strong>de</strong>ra que <strong>de</strong> noche sonase, pensaba ser la culebraque le roía el arca. Luego era puesto en pie, y con un garroteque a la cabacera, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que aquello le dijeron, ponía, daba enla pecadora <strong>de</strong>l arca gran<strong>de</strong>s garrotazos, pensando espantar laculebra. A los vecinos <strong>de</strong>spertaba con el estruendo que hacía, y amí no me <strong>de</strong>jaba dormir. Íbase a mis pajas y trastornábalas, y amí con ellas, pensando que se iba para mí y se envolvía en mispajas o en mi sayo. Porque le <strong>de</strong>cían que <strong>de</strong> noche acaecía aestosanimales, buscando calor, irse a las cunas don<strong>de</strong> estén criaturasy aun mor<strong>de</strong>rlas y hacerles peligrar.Yo las más veces hacía <strong>de</strong>l dormido, y en las mañanas<strong>de</strong>cíame él:"¿Esta noche, mozo, no sentiste nada? Pues tras la culebraanduve, y aun pienso se ha <strong>de</strong> ir para ti a la cama, que son muyfrías y buscan calor.""Plega a Dios que no me muerda -<strong>de</strong>cía yo-, que harto miedole tengo."De esta manera andaba tan elevado y levantado <strong>de</strong>l sueño,que, mi fe, la culebra (o culebro, por mejor <strong>de</strong>cir) no osaba roer<strong>de</strong> noche ni levantarse al arca; mas <strong>de</strong> día, mientra estaba en laiglesia o por el lugar, hacia mís saltos: los cuales daños viendoél y el poco remedio que les podía poner, andaba <strong>de</strong> noche, comodigo, hecho trasgo.Yo hube miedo que con aquellas diligencias no me topase conla llave que <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> las pajas tenía, y pareciome lo mas segurometerla <strong>de</strong> noche en la boca. Porque ya, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que viví con elciego, la tenía tan hecha bolsa que me acaeció tener en ella doceo quince maravedís, todo en medias blancas, sin que me estorbasenel comer; porque <strong>de</strong> otra manera no era señor <strong>de</strong> una blanca que elmaldito ciego no cayese con ella, no <strong>de</strong>jando costura ni remiendoque no me buscaba muy a menudo.Pues así, como digo, metía cada noche la llave en la boca,y dormía sin recelo que el brujo <strong>de</strong> mi amo cayese con ella; mascuando la <strong>de</strong>sdicha ha <strong>de</strong> venir, por <strong>de</strong>más es diligencia.Quisieron mis hados, o por mejor <strong>de</strong>cir mis pecados, que una nocheque estaba durmiendo, la llave se me puso en la boca, que abierta<strong>de</strong>bía tener, <strong>de</strong> tal manera y postura, que el aire y resoplo queyo durmiendo echaba salía por lo hueco <strong>de</strong> la llave, que <strong>de</strong> cañutoera, y silbaba, según mi <strong>de</strong>sastre quiso, muy recio, <strong>de</strong> tal maneraque el sobresaltado <strong>de</strong> mi amo lo oyó y creyo sin duda ser elsilbo <strong>de</strong> la culebra; y cierto lo <strong>de</strong>bia parecer.Levantóse muy paso con su garrote en la mano, y al tiento ysonido <strong>de</strong> la culebra se llegó a mí con mucha quietud, por no sersentido <strong>de</strong> la culebra. Y como cerca se vio, pensó que allí en laspajas do yo estaba echado, al calor mío se había venido.Levantando bien el palo, pensando tenerla <strong>de</strong>bajo y darle talgarrotazo que la matase, con toda su fuerza me <strong>de</strong>scargó en lacabeza un tan gran golpe, que sin ningún sentido y muy mal<strong>de</strong>scalabrado me <strong>de</strong>jó.Como sintió que me habia dado, según yo <strong>de</strong>bía hacer gransentimiento con el fiero golpe, contaba él que se había llegado amí y dandome gran<strong>de</strong>s voces, llamándome, procuró recordarme.Mascomo me tocase con las manos, tentó la mucha sangre que se meiba, y conoció el daño que me había hecho, y con mucha priesa fuea buscar lumbre. Y llegando con ella, hallóme quejando, todavíacon mi llave en la boca, que nunca la <strong>de</strong>samparé, la mitad fuera,bien <strong>de</strong> aquella manera que <strong>de</strong>bía estar al tiempo que silbaba conella.Espantado el matador <strong>de</strong> culebras qué podría ser aquellallave, miróla, sacándomela <strong>de</strong>l todo <strong>de</strong> la boca, y vio lo que era,porque en las guardas nada <strong>de</strong> la suya diferenciaba. Fue luego aproballa, y con ella probó el maleficio.Debió <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir el cruel cazador:"El ratón y culebra que me daban guerra y me comían mihacienda he hallado."De lo que sucedió en aquellos tres días siguientes ningunafe daré, porque los tuve en el vientre <strong>de</strong> la ballena; mas <strong>de</strong> cómoesto que he contado oí, <strong>de</strong>spués que en mi torné, <strong>de</strong>cir a mi amo,el cual a cuantos allí venían lo contaba por extenso.A cabo <strong>de</strong> tres días yo torné en mi sentido y vine echado enmis pajas, la cabeza toda emplastada y llena <strong>de</strong> aceites yungüentos y, espantado, dije:"¿Que es esto?"Respondióme el cruel sacerdote:"A fe, que los ratones y culebras que me <strong>de</strong>struían ya loshe cazado."Y miré por mí, y vime tan maltratado que luego sospeche mimal.

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