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Rebeldes
Susan E. Hinton, 1985
Traducido por Miguel Martínez Lage
Editorial: Alfaguara
ISBN: 9788420447971
192 páginas
Género: novela juvenil (+12): valores, sociedad, tribus urbanas.
Info (sobre 5):
Amistad: 4· Diversidad: 2· Romance: 0· Violencia: 3· Humor:1
SINOPSIS:
Ponyboy es un greaser, es decir,
un chico de la zona marginal
de su ciudad pero no tan radical
como pueden ser los hoods.
Greasers y hoods tienen un enemigo
común: los socs, los de
clase alta o, como les llamamos
ahora, los pijos o niños de papá.
Cuando estos grupos se juntan,
nada bueno puede pasar. Por
eso, cuando Ponyboy va con sus
amigos al cine y conoce allí a
dos chicas socs, nadie le dijo que
casi perdería la vida ahogado y
que su amigo Johnny acabaría
matando a uno de esos socs que
les atacaban para salvarlo.
OPINIÓN:
“Todos tenemos problemas”.
Seguro que estas palabras te
suenan y que si te digo que este
libro trata de un chico con muchos
problemas, me responderás
con ellas. Pero los problemas
de Ponyboy van más allá:
es huérfano de padre y madre
y vive con sus dos hermanos
en una zona
marginal donde
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nadie te regala nada y donde
aprendes a defenderte a temprana
edad porque las palizas
y los asaltos están a la orden
del día. Luego está Johnny, él sí
tiene padres pero desearía no
tenerlos, su casa es una fábrica
de gritos y golpes y esa situación
junto con una paliza que le
dieron unos socs dejándole casi
muerto han dejado huellas en
sus ojos y en su carácter asustadizo.
Por eso ahora todo le da
miedo. Pero se hizo una promesa:
nunca más volverían a pegarle
como aquella vez. Y por eso,
cuando ve en peligro de muerte
a su amigo Ponyboy, no se lo
piensa dos veces y actúa guiado
por el instinto de supervivencia.
Y de supervivencia trata este
libro. Se nos revela un mundo
desconocido para unos y
muy familiar para otros pero,
ante todo, nos abre los ojos a
una realidad, enseñándonos el
lado más duro de la sociedad.
Veremos unas clases sociales
muy definidas y enfrentadas y
cómo afrontan cada una sus
vidas y cómo incluso a pesar
de sus diferencias, pueden tener
puntos en común. Nos enseña
a no juzgar a alguien por
el estilo de vida que lleve —o
parezca llevar —o su nivel económico.
Hay que saber ver más
allá de esas apariencias, colgar
las etiquetas que colocamos a
los demás y ser capaces de ver
a las personas que hay detrás,
con sus problemas e inquietudes.
Porque cuando se pone el
sol, da igual el dinero que uno
tenga o la zona donde viva, el
atardecer es el mismo y, como
dije al principio: “todos tenemos
problemas”.
Sonia Rincón
@Inkwand