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Morelos: Documentos inéditos
y poco conocidos, T. III, México,
SEP, 1927, pp. 10-11.
Se halla depositado en las cárceles secretas
de este Santo Oficio; y habiendo concurrido la
segunda sala del Tribunal, me lo presentaron y
preguntado por mí, dijo llamarse don José María
Morelos, natural de la ciudad de Valladolid, de
edad de 50 a 51 años, de estado eclesiástico,
de estatura de poco más o menos 5 pies [alrededor
de 1.55 m], grueso de cuerpo y cara,
barba negra y poblada, un lunar entre la oreja y
el extremo izquierdo, dos verrugas inmediatas al
cerebro por el lado izquierdo, una cicatriz en la
pantorrilla izquierda… Dicho alcalde le dijo que
lo pondría en la cárcel número uno y que no lo
daría ni en suelto ni fiado, sin expresa orden del
Tribunal. Le advertí la moderación y buen porte
con la que debe conducirse en su prisión lo que
así prometió cumplir y lo firmé [con los demás
alcaides] de que certifico. Esteban Francisco
Antonio Martínez de Pampillón y don Casiano de
Chávari (secretario). 22
Varios son los retratos anónimos del XIX, cientos
de ellos inspirados en la famosa pintura de
1812. Por ejemplo, el que hoy se encuentra en el
Ayuntamiento de Morelia, Michoacán: ante un fondo
neutro oscuro, de pie mira casi de frente al espectador,
destaca el rostro la luz que proviene del
cuello blanco y de los oros del uniforme.
Con la cabeza y la frente cubierta y la mirada
torva, José Zerbero de la Luz Casco apunta en su
lienzo: “El Exmo. y Gemo. Sr. D. José María Morelos”.
En la parte posterior añade: “Retrato horiginal q se
hiso en el pueblo de Chilapa a 24 de junio de 1812
a consta de el capitán de Mastranza del hexercito
Americano”.
En 1858 la Junta Patriótica de Morelia le honra
con un retrato de perfil, óleo de curiosa composición
que pretende reproducir un monumento en el
que se inscribe un óvalo que descansa sobre un
pedestal en el cual se lee: “A la memoria del Exmo.
Sr. Gral. D. José María Morelos y Pavón. Nació en
esta ciudad el año de 1765; por la rabia del Gobierno
español, fusilado en San Cristóbal Ecatepec el
22 de Diciembre de 1815”.
Emotivo el lienzo de gran formato (óleo sobre
tela, 1888) en el que Juan Ortega detalla el encuentro
de Hidalgo y Morelos en Indaparapeo, la
copia realizada por Rafael Gallegos Luna está en
el Museo Casa de la Constitución en Apatzingán,
Michoacán.
Años después, durante el Imperio de Maximi-
liano, el emperador, para homenajear a los héroes
de la Independencia, ordenó se realizaran varios
retratos. Una de las primeras obras en presentarse
fue el boceto de Morelos de mano de Petronilo
Monroy. El artista mexiquense poco tiempo después
concluyó el óleo. En él, el caudillo se encuentra
en uno de sus campamentos de campaña,
tocado con el consabido pañuelo que le cubre la
cabeza. El retrato se inscribe en lo austero, en una
gama de terrosos, grises y negros. De cuerpo entero,
de pie, en traje de campaña. La figura en el
centro carga en ceñida diestra el manuscrito, quizás
los pliegos de Sentimientos de la Nación. Para
reafirmarlo, sellarlo, protegerlo, la izquierda toca en
su pecho su corazón. La escenografía rústica, una
silla y un armario convergen en resaltar ideología
y peregrinajes, además aglutina la sabiduría de un
retrato heroico. Tela que por su fuerza, composición,
etcétera, sirvió de modelo a otros pintores:
la de José Espiridión Domínguez (1897) está en el
Congreso del estado de Michoacán, también existe
otra de Carlos Incháustegui (2010), ubicada en el
Museo Nacional de las Intervenciones.
Indignación, desconsuelo causó la abominable
manera de la captura y fusilamiento de Morelos.
Realidad, mito y leyenda se conjugan en varias de
las pinturas que reproducen esos momentos, cito
solamente una imagen de autor desconocido que
insiste en tal violencia. De José Díaz del Castillo,
Fusilamiento de Morelos, que desvela aún más la
agresividad de los realistas y, el impresionante y
elocuente óleo Rompimiento del Sitio de Cuautla,
en el que el héroe encabeza la marcha, le siguen
los grupos cabisbajos de tropa e indígenas que lo
acompañaron en esa circunstancia, ominosos y negros
nubarrones, pese al rompimiento de gloria en
el que aparece la luna, acrecientan lo dramático
del hecho.
Leandro Izaguirre ocupa un lugar especial dentro
de los pintores académicos de finales del siglo
XIX y principios del XX; atraído por los temas de historia
su tríptico Independencia de México (ca. 1909)
es prueba de ello: en la parte central tiene como
fondo el Monumento a la Independencia de la ciudad
de México, Izaguirre coloca del lado izquierdo
del espectador las figuras de Iturbide, Morelos e
Hidalgo, en el centro la libertad con una cartela
y la fecha 1810, a la derecha parecen atestiguar
el momento personajes de las jerarquías hispanas,
en la parte baja y en un primer plano, al centro
del cuadro, en eje con la Libertad, la mexicana Pa-
12. Petronilo Monroy, José María Morelos y Pavón, 1865.