la pesca INDNR

... de marinos y buques
habiendo recientemente embarrancado
cerca de la isla.
Las publicaciones de esta ciudad (no se
les puede llamar diarios ya que raramente
daban alguna noticia) no publicaron ni una
sola noticia conectada con cualquiera de
estos hechos y, aunque he tenido algún
problema en obtener información de uno
u otro, no he podido conseguir más información
que la de que el vapor fue desmantelado
en un temporal de viento que
también causó que su timón se perdiese,
haciendo que el vapor derivase y encallase
en algún cayo cercano a esta costa,
contra el cuál quedó perdido totalmente.
Tripulantes y pasajeros pudieron escapar
con lo puesto, aunque afortunadamente
no hubo pérdida de vidas. El bergantín
ingles “Oscar” se perdió en una tormenta
al N.N.E. del banco de Gran Bahama,
que su capitán, imprudentemente, intento
atravesar de noche y como consecuencia
de su temeridad tocó fondo y el buque
naufragó. Creo que pertenecía a Nova
Scotia y tenía destino en algún puerto de
esta isla”…
Estupendo relato que nos permite cerrar
el círculo sobre la pequeña vida marítima de
este vapor.
Por su parte, Rafael González Echegaray
en su libro La Marina Cántabra. Desde el
Vapor. Vol. III. sobre las características del
buque, cita: …”era un barco de casco de
madera de 51,8 metros de eslora, 8,53 de
manga y 5,8 de puntal; con 716 toneladas
de arqueo (o desplazamiento acaso) 12 nudos
de marcha en pruebas; a hélice; máquina
de dos cilindros y 5,5 metros de calado
máximo. Era mixto de carga y pasaje y si
no el primero, uno de los primeros buques
a tornillo con pabellón español y matricula
cubana”…
Su primer capitán fue D. Marcelino de
Cagigal y Calderón de la Vega. Echegaray,
en su libro Capitanes de Cantabria
hace la siguiente anotación: …”… don
Marcelino de Cagigal y Calderón de la
Vega, nacido en Santander en 1830,
mandó el primer buque español a hélice
-el «General Armero”» de Antonio
López -graduado de Alférez de Fragata,
Cruz del Mérito Naval y Medalla de
Honor de Marina otorgada por el Gobierno
francés”…
Eran tiempos del
tráfico de azúcar,
tabaco y ron,
con vuelta desde
Norteamérica
con algodón
y productos
manufacturados,
de los que la isla
era un formidable
consumidor
Aquellos marinos decimonónicos eran
compendio de tradición, profesionalidad
y pundonor hasta límites que hoy
nos podrían parecer sorprendentes. Los
buques, debido a la inexistencia de soportes
tecnológicos a la navegación, necesitaban
de años y años de experiencia
para poder capitanearlos, y la fragilidad
de sus máquinas hacia que fuese necesaria
una arboladura fuerte y consistente,
en que la vela, en caso de necesidad,
ayudase al buque a salir de un peligro o
llegar a puerto sanos y salvos, en caso
de averías o roturas. Los tripulantes disponían
de armamento a bordo para poder
defenderse de piratas –abundantes
e incontrolados- según en las aguas por
las que navegaban.
Vicente L. Sanahuja
Óleo de Antonio López y López.
Marzo 2016
57
Mar