InvestigaciOn Y Ciencia NUmero 473 - Febrero 2016
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Hipótesis<br />
Una mutación que favorece la acumulación de grasas<br />
Los autores proponen que una mutación genética en una especie<br />
de simio hace millones de años ayudó a esos animales a soportar las<br />
hambrunas, mientras que otros simios se extinguieron. Los que sobrevivieron<br />
transfirieron la mutación a especies posteriores, las cuales<br />
se diversificaron y dieron lugar a los humanos (árbol genealógico inferior).<br />
La mutación en cuestión, correspondiente a un gen que codifica<br />
El «gen ahorrador»<br />
apareció en los simios<br />
la enzima uricasa, favoreció la supervivencia durante la escasez de alimentos<br />
porque, entre otros efectos, hizo que el organismo se volviera<br />
«ahorrador» con la comida, ya que almacenaba parte de las calorías<br />
de los alimentos en forma de grasa en lugar de obtener energía para<br />
su uso inmediato. Pero hoy que la comida abunda, la mutación tal vez<br />
esté contribuyendo a la obesidad y otras enfermedades (diagrama).<br />
Las frutas elevan los niveles de<br />
fructosa en la sangre y el hígado;<br />
los alimentos ricos en azúcar<br />
común o jarabe de maíz alto<br />
en fructosa los disparan.<br />
Los niveles altos de fructosa<br />
accionan un interruptor en el<br />
organismo que lo hacen acumular<br />
grasa, aumentar el azúcar en la<br />
sangre y elevar la presión arterial.<br />
Los simios con el gen<br />
de la uricasa inalterado<br />
se extinguieron en los<br />
momentos de escasez<br />
(marrón)<br />
Antepasado<br />
común<br />
Mutación<br />
del gen<br />
de la uricasa<br />
20 15 10 5 0<br />
Millones de años de antigüedad<br />
Las especies con la<br />
mutación sobrevivieron<br />
al hambre y evolucionaron<br />
(verde)<br />
Orangután<br />
Chimpancé<br />
Humanos<br />
Gorila<br />
Cola<br />
Fructosa<br />
La cerveza y la carne,<br />
especialmente las vísceras,<br />
producen ácido úrico<br />
durante la digestión<br />
ON<br />
La fructosa genera ácido<br />
úrico y la mutación<br />
de la uricasa inhibe<br />
su degradación<br />
El aumento<br />
de ácido úrico<br />
amplifica<br />
los efectos<br />
de la fructosa<br />
Ácido úrico<br />
tración de ácido úrico, que a su vez incrementa los efectos de<br />
la fructosa. Esta combinación de circunstancias lleva en última<br />
instancia a sufrir el síndrome metabólico, que aumenta el riesgo<br />
de cardiopatías, accidentes cerebrovasculares y diabetes.<br />
cambio duradero<br />
En junio de 2008, cuando se estaba concibiendo esa imagen,<br />
Johnson visitó a Andrews en el Museo de Historia Natural de Londres,<br />
donde el segundo dirigía investigaciones sobre la evolución<br />
humana y de los primates. Durante algunas horas imaginaron<br />
cómo una mutación del gen de la uricasa habría provocado la<br />
carencia de esta enzima, lo cual habría ayudado a los simios hoy<br />
extintos a sobrevivir cuando el clima global se enfrió. Johnson<br />
sugirió que la ausencia de uricasa y la consiguiente elevación<br />
del ácido úrico propiciarían la conversión de la fruta en grasa,<br />
con lo que los animales soportarían mejor los inviernos cuando,<br />
a mediados del Mioceno, hace 15 millones de años, se volvieron<br />
más fríos y secos. Andrews aportó una idea importante. Aunque<br />
África se estaba enfriando, seguía siendo lo suficientemente<br />
cálida como para acoger extensos bosques de ficus tropicales<br />
(grupo de plantas en el que se incluye la higuera), que producen<br />
frutos durante todo el año. De este modo, los simios africanos<br />
dispondrían de alimentos todo el tiempo, como les sucede hoy<br />
a los chimpancés, gorilas y orangutanes. Pero en Europa, a medida<br />
que el clima subtropical se volvía templado, estos árboles<br />
empezaron a escasear y dejaron de fructificar en invierno. Como<br />
consecuencia, los monos europeos empezaron a pasar hambre.<br />
Los autores propusieron la hipótesis de que una mutación<br />
habría desactivado la uricasa y habría permitido a los simios<br />
europeos convertir la fructosa en grasa para poder afrontar los<br />
momentos de vacas flacas. Unos pocos millones de años más<br />
tarde, los descendientes de estos simios habrían regresado a<br />
África y, al llevar la mutación, se hallarían mejor preparados que<br />
los simios africanos para soportar las posibles hambrunas. Si los<br />
simios europeos sobrevivieron mejor y desplazaron a los africanos,<br />
muy probablemente sean los ancestros de los humanos y<br />
simios africanos de hoy en día. Y el gen mutado que desactiva<br />
la uricasa correspondería al «gen ahorrador» que tanto había<br />
buscado James Neel.<br />
Preguntas abiertas<br />
A pesar de las numerosas pruebas que tanto los autores como<br />
otros han reunido, la hipótesis de que el gen que anula la uricasa<br />
constituye un gen ahorrador todavía no se ha demostrado.<br />
Algunos investigadores han buscado de forma exhaustiva los<br />
genes ahorradores mediante el examen de polimorfismos genéticos<br />
humanos (variantes de genes) que pudieran ser responsables<br />
de la epidemia de obesidad y diabetes. Han identificado<br />
algunos que predisponen a las personas a estas enfermedades,<br />
pero ninguno que pueda explicar la epidemia. Sin embargo,<br />
la búsqueda de polimorfismos pasaría por alto el gen desactivado<br />
de la uricasa, ya que este no varía; todos los humanos lo<br />
poseemos igual. Los escépticos han alegado también que un<br />
gen ahorrador solo habría prosperado si la gordura hubiese<br />
supuesto una ventaja para los antepasados de los humanos. Pero<br />
la inhibición de la uricasa surgió hace millones de años para<br />
ayudar a nuestros ascendentes simios a no morir de hambre,<br />
no para hacerlos obesos.<br />
fuentE: «EVOLutionARY HIStorY AND METAboLIC INSIGHTS OF ANCient MAmmALIAN URICASES», por JAmeS T. KRATZer ET AL., eN PROCEEDINGS<br />
OF THE NATIONAL ACADEMY OF SCIENCES USA, VOL. 111, N. O 10; 11 de marzo de 2014 (orden de eventos); amanDA montañez (ilustración)<br />
32 INVESTIGACIÓN Y CIENCIA, febrero <strong>2016</strong>