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Dos obras valiosas<br />
y de reconocimiento tardío<br />
POR MARGARITA POLLINI<br />
DON PABLO SARASATE,<br />
VIOLINISTA ESPAÑOL<br />
GRABADO DE CARRETERO<br />
CAMILLE SAINT-SAËNS:<br />
CONCIERTO PARA VIOLÍN NO. 3, OP. 61<br />
Como a tantos virtuosos de la historia de la música, al<br />
español Pablo de Sarasate (1844-1908) le corresponde<br />
no sólo el mérito de su excelencia como intérprete,<br />
sino el de haber sido él mismo compositor y además<br />
inspirador y dedicatario de páginas notables, algunas<br />
de ellas infaltables en los repertorios de hoy. Camille<br />
Saint-Saëns, su amigo y admirador, le dedicó tres de<br />
las obras para violín y orquesta de su autoría, entre<br />
ellas la famosa Introducción y rondó caprichoso y<br />
la que hoy nos ocupa. El concierto, que se atiene<br />
al canon de tres movimientos (rápido – lento –<br />
rápido), muestra al mismo tiempo originalidad, pone<br />
de manifiesto la maestría del autor en el manejo<br />
de este género, exhibe una equilibrada proporción<br />
de delicadeza melódica y virtuosismo y explota<br />
recursos que hicieron famoso a Sarasate, como los<br />
armónicos del final del segundo movimiento.<br />
Este tercer concierto para violín de Saint-Saëns, que<br />
se convertiría en el más popular de los escritos por<br />
él para este instrumento, tuvo su estreno en octubre<br />
de 1880 en Hamburgo, con la Orquesta Filarmónica<br />
dirigida por Adolf Georg Beer y, por supuesto, con<br />
el gran Sarasate como solista. En la Revue et Gazette<br />
Musicale de Paris del 24 de ese mes, se puede leer la<br />
crónica: “Sarasate ha brindado un concierto en el que<br />
su admirable ejecución suscitó el entusiasmo. Tocó el<br />
concierto de Mendelssohn y un nuevo concierto (el<br />
tercero) de Saint-Saëns, en Si menor, que gustó mucho,<br />
y del que la crítica hamburguesa alabó especialmente<br />
el allegro inicial y el intermezzo, que es sublime. El<br />
final pareció menos destacable: se le reprocha dar un<br />
espacio demasiado largo al virtuosismo puro”. Brian<br />
Rees subraya en su biografía de Saint-Saëns que la<br />
obra no fue en un primer momento del agrado del<br />
dedicatario, quien presupuso que no iba a interesarle al<br />
público, y que fue sólo más tarde, cuando otro célebre<br />
virtuoso, el belga Eugène Ysaÿe, obtuvo un gran éxito<br />
con ella, que Sarasate la incorporó a su repertorio.<br />
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