Ponte en mi lugar
Libro-Ponte-en-mi-lugar-Editorial-Grupo-5-1
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Primer pre<strong>mi</strong>o<br />
Apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, el sanatorio Peña Retama no parecía un c<strong>en</strong>tro psiquiátrico.<br />
Era más bi<strong>en</strong> un chalecito. Eso sí, pasaba desapercibido a la <strong>en</strong>trada de<br />
Hoyo de Manzanares. El pueblo —ll<strong>en</strong>o de casas de piedra— estaba <strong>en</strong> pl<strong>en</strong>a<br />
naturaleza. Había retamas, <strong>en</strong>cinas y <strong>en</strong>ebros por doquier. Era desde luego un<br />
<strong>lugar</strong> muy tranquilo y relajante.<br />
Se accedía al sanatorio a través de un ca<strong>mi</strong>no de tierra que había <strong>en</strong> el<br />
borde izquierdo de la carretera. Había que estar muy at<strong>en</strong>to porque si no te<br />
pasabas de largo. En la <strong>en</strong>trada había un letrero de madera que ponía: Peña<br />
Retama, Clínica de Psicoterapia.<br />
La clínica era pequeña, de dos plantas. En la de abajo existía una pequeña<br />
terraza. Un jardín rodeaba el sanatorio y <strong>en</strong> él había una pequeña huerta con<br />
tomates, cebollas, pi<strong>mi</strong><strong>en</strong>tos y calabacines.<br />
Éramos a lo sumo veinticinco paci<strong>en</strong>tes, <strong>en</strong>tre mujeres y hombres, distribuidos<br />
<strong>en</strong> habitaciones dobles. Había solo dos habitaciones individuales.<br />
Todas las colchas de las camas eran amarillas. Uno de los psicólogos <strong>en</strong> formación<br />
(B<strong>en</strong>ito) me com<strong>en</strong>tó que a ese color se lo asociaba con la felicidad y el<br />
opti<strong>mi</strong>smo. Las habitaciones eran muy s<strong>en</strong>cillas: una cama, un armario y una<br />
mesilla de noche. T<strong>en</strong>ían el baño integrado.<br />
La edad media <strong>en</strong> el sanatorio rondaba los treinta años. El equipo médico<br />
lo formaban seis psiquiatras, dos médicos de guardia, otros dos <strong>en</strong> formación,<br />
dos psicólogos y cuatro <strong>en</strong>fermeras. Había dos médicos que vivían allí. Los<br />
otros se iban a sus casas a dor<strong>mi</strong>r.<br />
También había personal de servicio (que limpiaba y hacía la co<strong>mi</strong>da) y<br />
un jardinero muy simpático, Félix. Desde el primer día simpaticé con él. Se<br />
ocupaba de la pequeña huerta y del jardín. Vivía con su mujer <strong>en</strong> un piso al<br />
lado de la clínica. Iba vestido con un mono azul y calzaba unas botas de goma<br />
verdes. Fumaba un montón, siempre con una colilla <strong>en</strong> los labios y el zippo<br />
<strong>en</strong> el bolsillo. T<strong>en</strong>ía unos di<strong>en</strong>tes grandes y amarill<strong>en</strong>tos. Era muy forofo del<br />
Atlético de Madrid. Su ídolo fue el delantero internacional Gárate, apodado<br />
El Ing<strong>en</strong>iero del Área. Se emocionaba mucho cuando hablaba del futbolista.<br />
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