04.10.2016 Views

2dxfKq9

2dxfKq9

2dxfKq9

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

08<br />

Modales para recomponer el mundo<br />

“El traje nuevo del emperador”, ilustración de Dàlia Adillon.<br />

Qué mejor lugar para recibir una lección de urbanidad y<br />

buenos modales que una casona victoriana con escaleras<br />

que rechinan y tobogán para la ropa sucia, coronada<br />

con una cúpula que sirve de morada para la residente<br />

más antigua del lugar: una dama de casi doscientos años<br />

que responde al nombre de Olivia T. Vela, quien siglos<br />

atrás escribiera numerosas novelas de misterio que nadie<br />

quiso publicar en su momento, lo que provocó en la<br />

misteriosa inquilina una amargura que todavía la hace<br />

azotar puertas y ventanas de vez en cuando. Pero con<br />

la llegada del nuevo inquilino de la casa, parece que el<br />

destino ha decidido regalarle una segunda oportunidad<br />

para consumar su viejo sueño; el hombre que ha rentado<br />

la mansión se llama I. S. Rezongón, es un afamado escritor<br />

de libros para niños que no ha podido volver a escribir<br />

un libro en diez años, está en la bancarrota y sólo tiene<br />

en mente un plan desesperado: encerrarse varios meses<br />

en la vieja casona, lejos de cualquier distracción o ruido,<br />

y obligarse a escribir una nueva novela (pobrecillo,<br />

¿qué iba imaginar que tendría que compartir la casa con<br />

un fantasma verdadero y sus dos protegidos: un niño<br />

de once años de nombre Armando y su gato negro?).<br />

Narrado por completo mediante cartas, recortes de periódico,<br />

recados y dibujos, Mortalmente encantado, de<br />

Kate Klise y Sarah Klise (Castillo), tiene por partes iguales<br />

su pizca de anécdota excéntrica, su algo de manual<br />

de urbanidad, su dosis de juego de palabras y su todo<br />

de diversión.<br />

Porque nadie debe perder la compostura ni siquiera<br />

cuando un cohete atraviesa su casa, El libro del cohete,<br />

de Peter Newell (Thule), es una estupenda guía para<br />

aprender a fascinarse con los sucesos inesperados que<br />

agujerean la rutina cotidiana, en lugar de sufrir un sobresalto<br />

y entregarse a la ofuscación tras descubrir que<br />

un proyectil ha producido un boquete en el suelo de tu<br />

departamento, otro en el techo y además ha destruido<br />

a su paso el objeto que se encontraba a medio camino<br />

entre el suelo y el techo: la maceta favorita, una máquina<br />

de escribir, la locomotora del tren eléctrico, la casa<br />

de muñecas recién armada… La historia parte desde<br />

el sótano de un pintoresco edificio, donde un niño de<br />

nombre Iván le prende fuego a la mecha del cohete que<br />

habrá de atravesar veinte departamentos del edificio<br />

hasta quedar atascado en el ático (y no por casualidad),<br />

dejando a su paso veinte pequeños desastres, ilustrados<br />

con una técnica magistral.<br />

A veces los buenos modales son como las telas magníficas,<br />

se pueden volver invisibles ante los ojos de necios y tontos<br />

(o al revés). “El traje nuevo del Emperador” es uno de<br />

los ocho relatos de la recopilación Cuentos de Andersen,<br />

ilustrado por Anastassija Archipowa (Everest). La historia<br />

narra las peripecias de un emperador excéntrico al<br />

que nada le provocaba mayor entusiasmo que usarse a<br />

sí mismo como percha para lucir trajes nuevos de telas<br />

extraordinarias, y finísimos. Según las habladurías, a veces<br />

destinaba un traje distinto para cada hora del día.<br />

Era tal su obsesión por los trajes nuevos, que cierta vez<br />

no dudó en mandarse confeccionar uno que llevara por<br />

base un material rarísimo, desconocido en el resto del<br />

mundo. Así, pues, en pleno desfile real, el emperador se<br />

dejó ver de cuerpo entero con un traje de tela invisible<br />

que todos en el palacio, él incluido, aseguraban ver. Únicamente<br />

los niños tontos y necios rieron al ver desfilar<br />

con extrema elegancia a un hombre en calzoncillos que<br />

se hacía llamar el rey.<br />

En ocasiones lo que se necesita para recomponer el<br />

curso del mundo no es faltar a los buenos modales sino<br />

reinventarlos; darles a las viejas razones nuevas formas,<br />

formular nuevas preguntas en lugar de sólo cambiarle<br />

palabras a las viejas respuestas. ¿Qué tan salvajes son<br />

las ideas salvajes? Al menos la que imaginó el señor Tigre<br />

parecía una idea salvaje de lo más urbana. Ponerla<br />

en práctica no fue cosa fácil para él; era una idea tan<br />

novedosa que ninguno de los animales a su alrededor la<br />

entendía. Más de uno creyó que se trataba de una extravagancia<br />

pasajera, que al señor Tigre le había picado<br />

una idea loca que después se le pasaría. Sucedió todo<br />

lo contrario: la ocurrencia del señor Tigre se hizo cada<br />

vez más consistente, muchos temieron que se volviera<br />

contagiosa; ¡que el mundo dejara de funcionar como<br />

acostumbraba! Para fortuna del señor Tigre y los demás<br />

animales, eso fue exactamente lo que sucedió. A los<br />

libros como El señor Tigre se vuelve salvaje, de Peter<br />

Brown (Oceano Travesía), conviene tenerlos a la mano<br />

como caramelos para la garganta y leerlos al primer asomo<br />

de tos. +

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!