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La Panera 75

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alcohólico y cincuentón, tras abandonar su traje de<br />

justiciero, derrotado por sus demonios personales.<br />

Lo que seguía era su forzado regreso a las pistas y<br />

en modo ultraviolento, fascistoide, para limpiar las<br />

calles de una Ciudad Gótica devorada por delincuentes<br />

y anarquistas. Y la guinda de la torta era<br />

poner fin a la superamistad, con el Hombre Murciélago<br />

convertido en irreconciliable adversario de<br />

Superman, presentado aquí como un títere al servicio<br />

de la Casa Blanca y sus guerras, en un rol no<br />

muy diferente al del Dr. Manhattan, el héroe con<br />

poderes cuasi-omnipotentes presentado en la serie<br />

de Alan Moore.<br />

Hace 30 años, «Watchmen» y «El Regreso del<br />

Caballero Oscuro» bucearon en las mentes y en la<br />

trastienda de los superhéroes, y se aprovecharon<br />

de los mismos para hacer también crítica y sátira<br />

socio-política en la era de Reagan y Thatcher. Ambas<br />

sagas transcurrían en mundos convulsionados,<br />

de calles sucias y héroes proscritos por una nueva<br />

“cacería de brujas”, amenazados por el fantasma<br />

atómico de la Guerra Fría y proféticamente dominados<br />

por el poder de los mass media. Con historias<br />

que se movían en distintos niveles, ambas sagas se<br />

ganaron la aclamación unánime de la crítica y del<br />

público, y hoy se les mira con rótulo de clásicos, de<br />

obras mayores, que dejaron una huella que reverbera<br />

demasiado en la entretención de las grandes<br />

audiencias.<br />

LOS NUEVOS DIOSES<br />

<strong>La</strong> deconstrucción de género que hicieron «Watchmen»<br />

y «El Regreso del Caballero Oscuro» fue<br />

de fondo y de forma al sacudir el medio con modos<br />

narrativos hasta entonces poco vistos en él.<br />

Frank Miller, guionista-dibujante, desmadejaba su<br />

historia con una puesta en escena casi cinematográfica<br />

y tributaba a su afición por el noir con un<br />

omnipresente relato en off, la voz de la conciencia<br />

del murciélago renacido. Alan Moore, con la vital<br />

ayuda de su compatriota, el ilustrador Dave Gibbons,<br />

iba más lejos y su apuesta era aprovechar un<br />

campo amplio y poco explotado para contar otro<br />

tipo de historias. Así presentaba su saga como un<br />

collage donde se mezclaban historieta, otra historieta<br />

dentro de la misma, citas de novelas y poemas,<br />

y páginas completas en prosa; unas a otras se retroalimentaban<br />

para armar un relato que se movía<br />

entre pasado, presente y futuro. Era el camino para<br />

entender viejas rencillas, pasiones desatadas y hacer,<br />

de paso, un viaje casi arqueológico, un vistazo a<br />

los cambios sufridos por un género –el de superhéroes–<br />

y sus estereotipos tras su partida en 1938, con<br />

el debut del Hombre de Acero.<br />

Ambas obras cambiaron la industria al ser compiladas,<br />

más tarde, en tomos unitarios, en novelas<br />

gráficas que hicieron entrar por la puerta ancha a<br />

ese modo de consumir historietas. Una y otra tienen<br />

hoy categoría de best sellers permanentes y «Watchmen»<br />

llegó a ser incluido en 2005 en la lista de las<br />

100 Mejores Novelas jamás escritas.<br />

Miller y Moore se convirtieron en estrellas del<br />

cómic, y en su fulgor abrieron también el camino<br />

para autores como Grant Morrison y Neil Gaiman<br />

(otro par de ingleses), que también aplicaron nuevas<br />

fórmulas temáticas y expresivas a estos superhéroes<br />

adultos y para adultos, que se quitaban el disfraz<br />

para ponerse pantalones largos.<br />

EL CREPÚSCULO DEL CREPÚSCULO<br />

¿Superamigos? El Hombre Murciélago y<br />

el Hombre de Acero siguen enfrentados<br />

en las páginas de «El Regreso del<br />

Caballero Oscuro».<br />

Página opuesta: Todo partió con la<br />

sonrisa burlona de Smiley.<br />

Elenco central de «Watchmen», la<br />

historieta que debutó en septiembre de<br />

1986, editada por DC Comics.<br />

Pero con la irrupción de «Watchmen» y «El Regreso<br />

del Caballero Oscuro», los superhombres<br />

comenzaron a hiperventilarse. Todos querían una<br />

tajada de la torta y el camino más fácil, el mejor<br />

gancho comercial, eran historias tormentosas y de<br />

vidas al límite. Cierto, nada se construye desde cero,<br />

y Marvel Comics ya anticipaba en los 60 que sus<br />

personajes podían ser imperfectos y de moral ambigua,<br />

y en la década siguiente derechamente revelaba<br />

que su Tony Stark/Iron Man tenía problemas de alcoholismo<br />

y que su ascendente Wolverine era una<br />

máquina asesina, pero esto era distinto.<br />

<strong>La</strong> revolución de 1986 fue de algún modo dar la<br />

mano para que muchos agarraran el antebrazo. O el<br />

brazo completo. En los 90, los estudiosos y catalogadores<br />

del género ya hablaban de la Edad Oscura<br />

de la historieta de superhéroes. En DC Comics, el<br />

correcto Linterna Verde se convertía en un genocida<br />

universal y varios de sus compañeros de trajes<br />

ajustados se transformaban grotescamente en busca<br />

de la reinvención. En Marvel, el paradigma serían<br />

los mutantes X-Men, que vivían sus aventuras entre<br />

integrantes que llegaban a empuñar metralletas<br />

y cuchillas, y se daban unos a otros puñaladas en la<br />

espalda con tal de empujar su odisea mutante.<br />

<strong>La</strong>s cosas no han cambiado mucho desde entonces<br />

y, con contadas excepciones, 2016 nos muestra<br />

un mundo de superhéroes que surcan<br />

los cielos aún descontrolados. Personajes<br />

que mueren y regresan cambiados<br />

y más rudos, y cuyos universos se desintegran<br />

y luego reaparecen para darle<br />

cohesión editorial a una continuidad<br />

que, de verdad, poco importa a estas<br />

alturas. En esa dinámica, la más cruel<br />

paradoja es que DC Comics este año<br />

le dio un nuevo reboot a sus personajes<br />

echando mano a las maniobras cósmicas<br />

desatadas en «Watchmen» por el<br />

Dr. Manhattan, el superhombre-casidios<br />

que controla el espacio, el tiempo<br />

y la materia. Así, el culpable de todo es,<br />

finalmente, culpado de todo.<br />

Entrevistado por «The Guardian»,<br />

en 2013, un decepcionado Alan Moore<br />

declaraba que los superhéroes “son abominaciones,<br />

porque ya no significan lo<br />

que deberían significar, puesto que originalmente<br />

estaban en manos de escritores<br />

que expandían la imaginación de<br />

su audiencia, compuesta por niños de<br />

entre 9 y 13 años. Eso es lo que estaban<br />

destinados a hacer y lo hacían de forma<br />

brillante, pero actualmente los autores<br />

creen que su audiencia es de gente de<br />

más de 30 años”.<br />

Los ecos del 86 aún se sienten y han<br />

llegado también al cine. «Watchmen»<br />

se convirtió en película hace menos de<br />

una década. Los Vengadores se dan de<br />

tortazos y se persiguen unos a otros por<br />

orden del poder político. El Batman de<br />

Miller es el referente de la trilogía de<br />

Christopher Nolan y del insulso «Batman<br />

vs. Superman», de Zack Snyder. Deadpool<br />

nada en las aguas de la incorrección superheroica<br />

absoluta. Con mejores y peores resultados, mayores<br />

y menores matices, todos estos personajes de carne<br />

y hueso beben de premisas manoseadas y, al final,<br />

lucen hoy tan estancados y faltos de ideas como antes<br />

de la revolución. Los 30 años de «Watchmen»<br />

y «El Regreso del Caballero Oscuro» cierran así un<br />

círculo tan perfecto como la cara de Smiley, cuya<br />

sonrisa burlona hoy es también una mueca que disimula<br />

decepción.<br />

“Los hombres no cambian, se desenmascaran”, Germaine de Staël (1766-1817), escritora francesa.<br />

<strong>La</strong> <strong>Panera</strong> I 33

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