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AguaTinta Nº19

La Música - Noviembre de 2016

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Pero vamos lento. Miremos un poco a Ucrania,<br />

país ubicado en los confines de lo que fueran el antiguo<br />

Imperio Ruso y la Unión de Repúblicas Socialistas<br />

Soviéticas, cuyos sus conflictos actuales conocemos<br />

poco y mal, esa guerra que involucra territorios que<br />

alguna vez no pertenecieron a ese país, como Crimea.<br />

Tal cual ocurre en buena parte de Europa, sus límites<br />

cambiantes -que incluyen la anexión de espacios de<br />

Polonia, Checoslovaquia y Rumania- han influido en su<br />

cultura y, por supuesto, en su música. Al igual que los<br />

grandes dramas vividos, entre ellos el ‘holodomor’ o “la<br />

gran hambruna” -que habría que llamar genocidio- de<br />

los años 1932-1933, en que murieron de hambre entre 7<br />

y 10 millones de personas, principalmente campesinos.<br />

No hay cálculo preciso.<br />

Considerado uno de los más ricos de los creados<br />

por los pueblos eslavos orientales, el folclor ucraniano<br />

y su música rural están vivos y presentes, y no sólo son<br />

un reflejo de los dolores y las vivencias de sus pueblos,<br />

sino el permanente trasvasije cultural con las naciones<br />

vecinas -en sus melodías y ritmos es posible encontrar<br />

aires rusos, bielorrusos, polacos, eslovacos, húngaros,<br />

rumanos, gitanos, griegos y turcos- y, ya en el siglo XXI,<br />

con influencias de todos los rincones del mundo.<br />

Así como la música de los Balcanes conquistó al<br />

mundo con Goran Bregovic y Emir Kusturica a la cabeza,<br />

quizá en breve tiempo sea el momento estelar para los<br />

grupos contemporáneos de Ucrania y sus sonidos -que<br />

han sabido unir la tradición de instrumentos y formas<br />

musicales, con la renovación de los ritmos populares<br />

occidentales, como el jazz y el rock- nos vuelen la cabeza.<br />

La máquina del tiempo<br />

Documentado en imágenes, incluso en iglesias<br />

como la Catedral de Santa Sofía en Kiev, la capital, se<br />

sabe ya que la música era importantísima en las cortes<br />

principescas. No era, claro, actividad exclusiva de los<br />

poderosos. El pueblo tenía sus intérpretes, entre ellos los<br />

músicos viajantes, llamados kobzares que, como todos<br />

los trovadores, cantaron las gestas de héroes y relataron<br />

los romances más encendidos.<br />

Cómo sería de importante la música en las aldeas<br />

que, en el siglo XVIII, un rabino llamado Israel Ben Elieser,<br />

más conocido como el Baal Shem Tov (Maestro del Buen<br />

Nombre) concibió la idea de que los judíos pobres<br />

-sin conocimientos, recursos ni tiempo para estudiar la<br />

Torah- podían llegar a Dios mediante el canto y el baile,<br />

fundando el movimiento jasídico, que existe hasta hoy<br />

y en el que la música y la alegría son los elementos<br />

místicos centrales.<br />

Un siglo más tarde, el folclor dio pie a su<br />

utilización en música docta, creándose la escuela de los<br />

compositores ucranianos. Un pianista, recopilador de<br />

folclor y fundador de la música profesional de esa nación<br />

fue Nicolái Lisenko, a quien se debe las primeras piezas<br />

con formato docto.<br />

Paralelamente, la música popular se enriquecía con<br />

nuevas formas que pasaron a ser parte del patrimonio<br />

sonoro del país.<br />

Presentando a DakhaBrakha<br />

Afirmábamos que la música folclórica está viva en<br />

Ucrania. Pero no sólo ella; los más diversos estilos son<br />

desarrollados, desde el rock al hip-hop y al jazz, con<br />

exitosas bandas que han sabido encontrar el equilibrio<br />

entre las tradiciones y los componentes del sonido<br />

europeo o anglosajón. Las más exitosas son Vopli<br />

Vidopliasova, Okean Elzi, Plach Ieremii, Mandri, Skriabin<br />

(en honor al músico atonal ruso) y Gaidamaki.<br />

Pero este artículo no existe para hablar de ellas, sino<br />

para presentar a un grupo que se ha convertido en una<br />

leyenda ya en Occidente: DakhaBrakha (‘dar y tomar’).<br />

Renovar el folclor tradicional fue el objetivo de la<br />

creación de este grupo, hace 12 años, en el Teatro de<br />

Arte Contemporáneo de Kiev, cuando el director de<br />

teatro vanguardista Vladyslav Troitskyi y sus alumnos<br />

unieron teatro y música.<br />

El cuarteto -integrado por la multintérprete,<br />

folclorista y actriz Iryna Kovalenko, la bajista Olena<br />

Tsibulska, la cellista Nina Garenetska y el también<br />

multintérprete Marko Halanevych- define su música<br />

como “ethno caos” y su nombre, en ucraniano antiguo,<br />

deriva del movimiento de energía que sienten en los<br />

conciertos entre ellos y el público, aunque también de<br />

la experiencia de recorrer toda Ucrania escuchando,<br />

compartiendo y tocando con músicos locales. Es decir:<br />

dando y tomando.<br />

A las audiencias primero las entusiasmaron en casa<br />

y luego internacionalmente, cuando se dieron a conocer<br />

en la versión australiana de Womad, el importantísimo<br />

festival de músicas del mundo, en 2011. Luego vino el<br />

asombro: han actuado en gran parte del mundo, desde<br />

Barcelona al Central Park de Nueva York; desde China a<br />

Canadá. Y han tocado en programas de televisión con<br />

patente de hipercalidad, como el espectáculo de la BBC<br />

Late… with Jols Holland, en el que sólo aparecen los<br />

magníficos.<br />

“Es increíble cómo hemos sido aceptados: desde<br />

Australia a la China, desde Rusia a Canadá, la gente<br />

ha abierto sus corazones para sentir la música, aun sin<br />

entender nada de lo que estamos cantando. Tratamos<br />

de adaptar nuestras performances en cada nueva<br />

gira, poniendo detalles que tengan relación con la<br />

peculiaridad de la audiencia. Igualmente, siempre hay un<br />

poco de improvisación en lo que hacemos. En Ucrania<br />

nuestro público es muy joven. Sin embargo, en otras<br />

partes del mundo vienen a nuestros conciertos personas<br />

de todas las edades, incluso muy mayores”.<br />

La banda no tiene un líder aparente. En su formación,<br />

hay tres mujeres en primera línea y un varón que<br />

pareciera quedar en un relativo segundo plano. Visten<br />

ropajes basados en las tradicionales vestimentas del<br />

país y las chicas se adornan con hermosas joyas también<br />

ancestrales. Complementan el atuendo, sombreros de<br />

gran envergadura que prolongan sus cabezas de manera<br />

teatral.<br />

“Cuando empezamos, lo que hacíamos era<br />

realmente nuevo. La música tradicional había dejado<br />

de ser popular y fuimos los primeros en tocar folclor de<br />

esta manera –dice Iryna en una entrevista publicada en<br />

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