Pideme lo que quieras 1-85 Megan Maxwell

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interior. Ver su expresión y su fuerza me enloquece. Abro mis piernas todo lo que puedo para darle más cabida y noto cómo mi útero se contrae. Tras varios envites que me rompen por dentro y me revuelven por completo, Eric cierra los ojos y se corre tras un gruñido sexy, mientras me aprieta contra él. Finalmente cae sobre mí.
7 Desnuda y con su duro cuerpo sobre el mío, intento recuperar el control de mi respiración. Lo ocurrido ha sido ¡fantástico! Le acaricio la cabeza, que reposa sobre mi cuerpo, con mimo y aspiro su perfume. Es varonil y me gusta. Noto su boca sobre mi pecho y eso también me gusta. No quiero moverme. No quiero que él se mueva. Quiero disfrutar de ese momento un segundo más. Pero entonces, él rueda hacia el lado derecho de la cama y me mira. —¿Todo bien, Jud? Digo que sí con la cabeza. Él sonríe. Instantes después veo que se levanta y se marcha de la habitación. Oigo la ducha. Deseo ducharme con él pero no me ha invitado. Me siento en la cama sudorosa y veo en mi reloj digital que son las siete y media. ¿Cuánto tiempo hemos estado jugando? Minutos después aparece desnudo y mojado. ¡Apetecible! Me sorprendo al darme cuenta de que coge los calzoncillos y se los pone. —Anoche perdisteis el partido de fútbol contra Italia. ¡Lo siento! Os mandaron a casita. Eric me mira y añade: —Sabemos perder, te lo dije. Otra vez será. Sigue vistiéndose sin inmutarse por lo que le acabo de decir. —¿Qué haces? —le pregunto. —Vestirme. —¿Por qué? —Tengo un compromiso —responde escuetamente. ¿Un compromiso? ¿Se va y me deja así? Irritada por su falta de tacto, tras lo que ha ocurrido entre nosotros, me pongo la camiseta y las bragas. —¿Vas a repetir con mi jefa? —le suelto, incapaz de morderme la lengua. Eso lo sorprende. ¡Ay, Dios! Pero ¿qué he dicho? Sin mover un solo músculo de su cara se acerca a mí, vestido únicamente con los calzoncillos. —Sabía que eras curiosa, pero no tanto como para leer las tarjetas que no son para ti —me dice, escrutándome con su mirada. Eso me avergüenza. Acabo de dejar constancia de que soy una fisgona. Pero sigo mostrándome incapaz de contener mi lengua. —Lo que tú pienses me da igual —le digo. —No debería darte igual, pequeña. Soy tu jefe. Con un descaro increíble, lo miro, me encojo de hombros y respondo: —Pues me lo da, seas mi jefe o no.
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Él asiente. No me toca. No se acer
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Yo sonrío y me encojo de hombros.
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sometes de tal manera que no puedo
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17 Mi jefa se vuelve loca cuando Er
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educadamente, le pide que no vuelva
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Voy a protestar, y a que a cada ins
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18 La reunión se alarga más de lo
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—Simplemente decidí divertirme t
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hombres de distintas edades nos mir
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y no te bajes el vestido. Me abraso
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19 Cuando suena mi despertador, qui
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acercarse a mí más de lo necesari
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Sin más, comienza a andar hacia un
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Por la tarde, sobre las seis, decid
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—Es diferente. Tú eres tú y él
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Con la dignidad que me queda, abro
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muchas cosas. Respiro con dificulta
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—Al restaurante, señor Zimmerman
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21 Cuando todo acaba, Amanda, Eric
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dentro de mis bragas y me hurga has
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y a tienes a Amanda. A la maravillo
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Me enfada pero me reconforta. Neces
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que lo ordenéis. La escoba y la fr
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exclusividad. Eric está de buen hu
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—La hubo. —¿Y? Clava su intens
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—Me gusta todo lo que hago contig
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—¿Qué te ocurre? —susurro, in
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—Exquisita… la trufa también.
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calzoncillos, agarro su caliente pe
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pintamos los labios y los plantamos
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Lunes 25 El despertador suena a las
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Martes 26 Le envío un e-mail a Eri
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Jueves 28 Me niego a enviarle más
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—Lo segundo —prosigue—, eres
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—Al día siguiente de nuestra con
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cama con tu marido no significa que
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silla. Nos miramos. —Me voy. Su c
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Decidido, trabaja en la plantilla.
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32 Con el lunes comienza la semana
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—¿Qué tal todo? —Bien. ¿Y t
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33 Dos días después, Fernando no
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34 A las once y media, mi amiga Roc
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echa hacia atrás y suelta un gruñ
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villa que… —¿Has alquilado una
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—Vamos, bájate de la moto. —No
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Cuando mi padre, el Lucena, el Bich
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puedo alzarme con algún premio. Pe
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sido por respeto a tu padre y al su
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disfrutaba dando saltos y derrapand
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tratar. Por eso, sólo te puedo dec
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Su mano busca la mía y cuando la e
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cercano, receptivo, tan pendiente d
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—Sí. —Darme cuenta de eso me d
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Una vez desnuda, mi excitación es
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atrás mientras Andrés murmura:
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Eric suelta una risotada y aclara:
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41 A las ocho de la tarde, Frida y
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Saber eso me sorprende. —Pues y o
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caminamos por un amplio pasillo de
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—Jud… —añade Eric—. Dile a
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hablar algo con Björn y entonces d
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Eric sonríe, mira a su amigo y, mi
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llegue, él me agarra y me tumba so
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42 Tres días después, seguimos en
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también, pero de dolor. Me he dest
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43 Los maravillosos días juntos co
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vestido, se tumba en la cama. —Va
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Uno… dos… tres… diez. Eric sa
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Mi vagina se contrae y succiona la
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—¿Sólo ese tiempo? —Sí. Hace
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—¿Y por qué no? —Pero, vamos
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el neceser, lo cierra y lo estrella
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cuatro pertenencias en ella. Veo de
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46 En Jerez, mi padre no habla, só
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—Pues entonces, morenita, serás
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Me quedo parada. El miércoles lo v
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—No pares, por favor… ahora no.
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48 De: Judith Flores Fecha: 4 de se
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Éste es mi último mensaje. Si no
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—Gracias. Tú también —sonrío
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50 A las once obligo a Nacho a que
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—Desmaquillándome. Con lo mona q
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—Sí. ¿Y tú? —Con Fernando. D
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enfado venía porque ella me dijo e
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de nuevo junto a él y le tomo las
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52 La semana comienza con fuerza y
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acceso al despacho de mi jefa. —J
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53 Cuando salgo de la oficina a las
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—Más me gusta a mí saber que te
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54 Pasan los días y no vuelvo a pr
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Pasa por delante de Miguel y ni lo
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a la oficina y, cuando abro la nota
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novia? —Te recuerdo que en el Mor
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56 La madre de Eric resulta ser una
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—Sí, mi novia —aclara Eric.
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—Ven aquí, cariño. —No. —Po
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Odio el tratamiento y a mi hermana.
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unos minutos y al final cambio. Cua
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58 De vuelta a la oficina, mi mundo
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—¡Se acabó! Ahora mismo voy a s
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Suelto el corsé y me deshago de su
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Hay alguien pero no puedo ver quié
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Eric coge la botella de champán y
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llevo el clítoris a mi boca para a
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Me fijo en Marisa y en cómo, con u
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—Mío. Eres sólo mío. Un grito
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60 A la mañana siguiente, Eric y y
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paso hacia atrás. Me mira, levanta
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—Responde, Jud. Resoplo y murmuro
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62 Suena un ruido. Me sobresalto. E
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Raquel me abraza y llora desconsola
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—Gracias, cariño. —De nada.
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—Buenos días, Jud. ¿Te encuentr
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me dejo llevar por mi impulso. Enca
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—¿Algún juego en especial? Me r
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pañuelos de papel. Coge uno y lo m
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—Me gusta serlo y hacerlo, señor
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Helga. Le coge la cabeza y comienza
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y él sabe lo que quiero. Me chupa,
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aunque no son tan fuertes ni profun
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—Como dice la canción, me muero
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para todo aquello. Estoy totalmente
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66 El lunes, cuando llego al trabaj
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mentirosa. Puedo tener mil fallos,
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eaccionara así. Sin mirarlo, me di
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Y, cuando voy a contestar, Gerardo
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ver mi negativa finalmente se march
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