El caballo mágico
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Con las primeras luces del alba escuchó un tintineo<br />
de campanilla de camellos. Una gran procesión venía<br />
por el bosque encantado.<br />
Mientras Tambal los miraba, dos jinetes se<br />
apartaron de la deslumbrante fila de gente y animales<br />
y galoparon hasta él.<br />
—En el nombre del príncipe, nuestro señor, te<br />
ordenamos que nos des unas frutas. Su alteza celestial<br />
tiene sed y desea algunos de esos extraños damascos<br />
—dijo un oficial.<br />
Tambal no se movió, aún aturdido por sus<br />
experiencias recientes.<br />
Entonces el propio príncipe bajó de su carroza y<br />
le dijo: —Yo soy Jadugarzada, hijo del rey mago del<br />
Oriente. Aquí hay una bolsa de oro, bobo. Voy a comer<br />
unas de tus frutas, porque las deseo. Ando con prisa<br />
para reclamar a mi novia, la princesa Perla Preciosa, hija<br />
del Kahana, el rey mago del Occidente.<br />
Al oír estas palabras, el corazón de Tambal dio un<br />
vuelco. Pero luego se dio cuenta de que este sería el<br />
destino a seguir que el sabio le había dicho, y ofreció al<br />
príncipe toda la fruta que pudiera comer.<br />
Cuando el príncipe terminó de comer, se fue<br />
adormeciendo, al tiempo que le iban creciendo cuernos,<br />
pelo y orejas enormes. Cuando los soldados lo sacudieron,<br />
el príncipe comenzó a actuar de una manera extraña.<br />
Decía que él era normal, y que eran los otros quienes<br />
estaban deformados.<br />
Sus consejeros tuvieron que atarlo, y comenzó una<br />
apresurada discusión. Tambal les dijo que todo habría<br />
estado bien si el príncipe no se hubiera dormido.<br />
Finalmente decidieron poner a Tambal en la carroza para<br />
hacerlo pasar por el príncipe. A Jadugarzada, con sus<br />
horribles cuernos, lo amarraron a un <strong>caballo</strong> y--echando<br />
un velo sobre su cara--lo disfrazaron de sirvienta.<br />
—Con el tiempo puede ser que se sane de la cabeza<br />
—dijeron los consejeros—; y de cualquier manera,<br />
sigue siendo nuestro príncipe. Que Tambal se case<br />
con la muchacha. Después, llevemos a todos de vuelta<br />
a nuestro país, lo antes posible, y que nuestro rey<br />
resuelva el problema.