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Revista El Mesías - Num 04

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<strong>El</strong> <strong>Mesías</strong> 2017<br />

Aun cuando el papado no establece<br />

su poder sobre la Iglesia<br />

sino poco a poco, él representa<br />

lo espiritual. Del lado temporal<br />

es más complicado, puesto que<br />

el emperador no está solo, están<br />

también los reyes. Pero hay<br />

un tercer actor, los laicos… La<br />

laicidad es una fuerza de larga<br />

duración que, después de haber<br />

sido uno de los factores esenciales<br />

del poder y la sociedad en la<br />

Edad Media cristiana, se ha vuelto<br />

de manera independiente el<br />

fenómeno dominante de nuestras<br />

sociedades europeas» (revista<br />

1 L’Historie julio del 20<strong>04</strong>).<br />

Otro hito notable lo encontramos<br />

muy ligado a la biografía<br />

de Juan Wesley, de la cual entresacamos<br />

tan solo un par de<br />

párrafos del autor Mateo Leliévre:<br />

«Howell Harris era un simple<br />

laico, y a él le cupo el honor<br />

de haber inaugurado la predicación<br />

de los laicos en Inglaterra<br />

durante el siglo XVIII. La innovación<br />

era tan peligrosa y avanzada<br />

que no dejó de provocar<br />

los prejuicios eclesiásticos y las<br />

ideas religiosas de Wesley. Pero<br />

él tuvo que ceder en vista de la<br />

visible aprobación de Dios a los<br />

trabajos de aquel humilde evangelista.<br />

“De qué espíritu estará<br />

animado el hombre”, escribió<br />

él, “que prefiera ver perecer a<br />

las pobres criaturas por falta de<br />

conocimientos a verlas salvarse,<br />

aunque sea por las exhortaciones<br />

de Howell Harris o de un<br />

predicador ambulante»<br />

No era en Gales solamente en<br />

donde los prejuicios de Wesley<br />

tuvieron que ceder ante la fuerza<br />

de los hechos en cuanto a la<br />

legitimidad de los laicos como<br />

predicadores del evangelio.<br />

Juan Cennick, que había sido<br />

nombrado por Whitefield como<br />

director de la escuela que fundó<br />

en Kingswood, fue persuadido<br />

un día por los mineros a la sombra<br />

de un sicomoro para celebrar<br />

un culto, y en vista de que<br />

el predicador no llegó, a que les<br />

dirigiera la palabra. “<strong>El</strong> Señor”,<br />

decía él, “hizo eficaces mis palabras,<br />

y muchos creyeron en<br />

aquella misma hora”. Continuó<br />

sus exhortaciones con gran éxito<br />

en Kingswood y en los alrededores;<br />

pero Wesley, lejos de<br />

impedírselo, se hizo reemplazar<br />

por él varias veces en Brístol.<br />

No aceptaba Wesley tales cosas,<br />

sino como excepcionales, y no<br />

fue sino dos o tres años más tarde<br />

cuando, guiado por la experiencia<br />

y por la necesidad, hizo<br />

del ministerio laico una institución<br />

regular.<br />

En “<strong>El</strong> <strong>Mesías</strong>” de Balderas<br />

No. 47, aún hoy día se viertan<br />

añoranzas por sus laicos distinguidos<br />

de mediados del siglo<br />

pasado que, conviniendo o disintiendo,<br />

a la par de los pasto-<br />

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