PATRIMONIO CULINARIO DE PUEBLA Sor María de Cristo Santos Morales* Las monjas del convento de santa Catalina de Siena, en una de sus celebraciones. Foto: Sor María de Cristo Santos Morales. Comunidad que trasmite los secretos. Foto: Sor María de Cristo Santos Morales 2 Año 3 / Núm. 10 / VERANO 2017
La ciudad de Puebla ubicada en el centro del país, como una región de paso entre la metrópoli y el puerto de Veracruz, casi desde sus orígenes albergó monasterios que dieron renombre y estabilidad a la ciudad. Sus variados climas, predo<strong>min</strong>ando el templado húmedo, la vista de los volcanes y la altura que esto implica, los numerosos valles, bosques, aguas termales, ríos, la hicieron un lugar apto para la conservación de productos alimenticios, pues la temperatura fluctuaba entre los 15.2° y los 24.3°, aunque en la actualidad el cambio climático está afectando al mundo entero y también a la Puebla de hoy. Por la necesidad de formación de la mujer los monasterios de ese tiempo albergaban a las niñas educandas, que al formar parte de las comunidades religiosas van a ser las trasmisoras de los conocimientos y secretos de la vida conventual, especialmente de la cocina, los métodos de conservación de los alimentos y aquellos remedios caseros para mejorar la salud, otra de las aportaciones que se dan al mundo. Las mujeres que conformaron los monasterios en la época virreinal eran españolas, criollas, mestizas e indígenas, y los monasterios se erigieron por diversas órdenes y espiritualidades entre ellas: do<strong>min</strong>icas, concepcionistas, carmelitas, clarisas, clarisas capuchinas, agustinas y jerónimas, con muy diversas funciones entre ellas, pero la armonía y aceptación fue la nota característica. Todas salvo las carmelitas y clarisas capuchinas tuvieron educandas. Los monasterios eran lugares con una población numerosa, había sirvientas tanto para el trabajo conventual en general como para la atención de monjas en particular. Había hermanas encargadas de la educación y formación para desempeñar dignamente los diferentes oficios: cocineras, servidoras, despenseras, lavanderas, hortelanas. Esto está debidamente expresado en el libro de las Constituciones de las monjas do<strong>min</strong>icas. La encargada de la cocina y despensa era generalmente una monja de velo y coro, la cual era auxiliada por una hermana lega, o conversa. Estas personas eran religiosas en sentido pleno, pero entraban Los detalles cuidados en el comedor o refectorio. Foto: Sor María de Cristo Santos Morales. Año 3 / Núm. 10 / VERANO 2017 3 3