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Inmigración • NASSAU
Para Francisco Cantú, quien es nieto
de inmigrantes mexicanos, el
feroz enfrentamiento entre los defensores
de los inmigrantes y los que se
oponen —liderados por su comandante
en jefe Donald Trump— no es nada nuevo.
Él ya lo había visto en el 2006, cuando
los que pedían un aumento de la fortificación
a lo largo de la línea divisoria entre
los EE.UU. y México, más agentes de la
Patrulla Fronteriza y un muro entre los
dos países, obtenían lo que querían.
Por aquel entonces Cantú estaba en la
universidad, estudiando relaciones internacionales
y obsesionado con entender
los conflictos políticas que rodean las
tierras fronterizas, concluyó que había un
mundo de información crítica para entender
ese conflicto y que estaban fuera
de su alcance. Entonces, poco después
de graduarse a los 23 años, Cantú se enroló
en la Patrulla Fronteriza de EE.UU.,
a pesar de que su madre se opuso a la
decisión.
La advertencia de su madre
Como una ex empleada federal, le
recordó a su hijo que su empleador —la
Patrulla Fronteriza de EE.UU.— era una
organización paramilitar, y que esas organizaciones
tienen una forma de doblegar
y quebrar los límites morales, incluso de
los empleados con más principios. “Debes
comprender que estás entrando en un
sistema, una institución que tiene poco
respeto por las personas”, le advirtió.
Unos años después el comprobó en la
vida real que su madre tenía razón y el resultado
fue el libro “The Line Becomes
a River” la “deshumanización” de los inmigrantes
indocumentados y la “normalización”
de la muerte en la frontera.
Su libro, cuya versión en inglés salió a la
venta a principios de este mes y será publicado
en español en los próximos meses,
relata los cuatro años (2008-2012) que trabajó
con la Patrulla Fronteriza en Texas,
Nuevo México y el desierto de Arizona.
Ser “bueno” en la Patrulla Fronterizo
En un pasaje, Cantú revela que, en su trato
a los inmigrantes, ser “bueno” en su trabajo
es “cortarles sus botellas y drenarles su
Marzo 1 - 7, 2018 • La Tribuna Hispana USA
La Patrulla Fronteriza como una organización paramilitar
Redacción LTH
Foto: AFP
agua en la tierra seca, volcarles sus mochilas
y amontonar su comida y su ropa para
aplastarlas, prenderles fuego y esparcirlas
por el desierto”.
“Cuando entré a la Patrulla Fronteriza
pensaba que podría ayudar, ser un agente
humanitario. Entrené para dar primeros
auxilios, quería salvar la vida a personas,
curar sus heridas, hidratarlos, pero en realidad
era muy difícil sentirme bien conmigo
mismo porque sabía que lo que hacía era
llevarles a una celda para que lo regresaran
al país del que escaparon, incluso temiendo
por su vida”, explica en entrevista con
Efe.
Deshumanización de los indocumentados
Uno de los casos que más recuerda de
esa desconexión, de la deshumanización a
la que se somete a los indocumentados, es
el de dos niñas pequeñas que viajaban solas
y fueron llevadas a uno de los puntos de
revisión de la Patrulla Fronteriza, a donde
Cantú fue convocado como traductor.
“Recuerdo su mirada de confusión y de
temor al ser entrevistadas por todos esos
agentes fronterizos”, lamenta el hispano, que
recuerda que, a pesar de que uno de los uniformados
les dio unos dulces, ellas, aterradas,
ni los miraron. “Es en una situación
como esta que te cuestionas si realmente
estás haciendo algo bueno”.
Autor se confiesa: “Fui cómplice”
Desde que salió a la venta, el libro
ha sido aclamado por la crítica,
pero no ha estado exento de
controversia. En Austin, Texas, los manifestantes
calificaron a Cantú de “traidor”
y lo acusaron de aprovecharse del dolor
de los migrantes. El sitio web de noticias
radical It’s Going Down, argumentó
además que Cantú posee una “capacidad
insidiosa para minimizar la complicidad”,
y que “ha forjado su carrera y fama
como escritor al participar en la cultura
de la crueldad que caracteriza a la Patrulla
Fronteriza”.
Respondiendo a las críticas que recibió,
Cantú tuiteó la semana pasada, “Para ser
claro: durante mis años como agente de
BP, fui cómplice en la perpetuación de la
violencia institucional y la política viciada
y mortal. Mi libro trata de reconocer
eso, se trata de pensar a través de las formas
en que normalizamos la violencia y
deshumanizamos a los migrantes como
individuos y como sociedad”.
Y agregó:” No estoy aquí para defender
a BP. Pero estoy aquí para escuchar y
aprender de las formas en que mi escritura
se puede interpretar... y las formas en
que mi voz puede amplificarse a expensas
de quienes la padecen. En definitiva, estoy
aquí para trabajar en contra de eso”.