REMINICENCIAS

Miedo.
Tras toda esta máscara de rostro alegre,
quince años de constante "inhalar" y "exhalar",
reír, correr, llorar, sonreír, caminar, hablar…
Siempre con la misma duda recurrente.
Tras cada año con una excusa y respuesta diferente,
con una mueca como gesto en la cara
y con mil cosas pasándome por la mente.
Hoy, pocos días después de mi declive.
El hoy del ocaso. El hoy de Mi fin.
Ha llegado a buscarme.
¡Cuánto me alegra!
¡Por fin aquí!
Después de tanto.
Después de tanto esperar que ya no sé cuánto.
Ha hablado conmigo.
Me lo ha dicho con su propia voz.
Su voz como las notas de un piano.
Su voz. Su voz tan única.
Su voz que con cada palabra que salía de esa pequeña mancha
que le servía de boca me sumergía más y más en lo oscuro de
aquellas cuencas que algún día tuvieron ojos.
Quería perturbarme.
Tomarme por sorpresa.
Quería que le ruegue por piedad.
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