Revista Tierra del corazón Mayo 2018

Mayo 2018 21
Un joven fue a solicitar un
puesto directivo en una gran
empresa. Pasó la entrevista
inicial, y ahora se reuniría con
el director para la entrevista final.
El director descubrió a partir de su
currículum que los logros académicos
del joven eran excelentes.
Él preguntó: “¿Obtuvo becas para
estudiar en la escuela?” el joven
respondió “no”.
“¿Fue su padre quien pagó las
colegiaturas de la escuela?”
“Mi padre murió cuando yo tenía un
año, fue mi madre quien pagó los
gastos y colegiaturas de mi escuela.”,
Respondió.
“¿Dónde trabaja su madre?”
preguntó-
“Mi madre trabaja lavando ropa
ajena.”
El director pidió al joven que le
mostrara sus manos.
El joven mostró un par de manos que
eran lisas y perfectamente cuidadas.
“¿Alguna vez ha ayudado a su madre
a lavar ropa?”
“Nunca, mi madre siempre quiso
que estudiara y me preparara
adecuadamente. Además, yo veo que
mi madre puede lavar la ropa más
rápido que yo, yo no sé hacer eso..
El director dijo: “Voy a pedirle algo,
cuando vuelva a casa hoy, vaya y
limpie las manos de su madre, y
luego venga a verme mañana por la
mañana.
El joven sintió que su oportunidad de
conseguir el trabajo era grande.
Cuando volvió a casa, le pidió a su
madre que le permitiera limpiar
sus manos. Su madre se sentía
extraña, feliz pero con sentimientos
encontrados, así que mostró las
manos a su hijo.
El joven limpió las manos de su
madre lentamente. Sus lágrimas
cayeron mientras lo hacía, era la
primera vez que se dio cuenta de
que las manos de su madre eran tan
arrugadas, y había tantos moretones
en ellas.
Algunos moretones eran tan
dolorosas que su madre hizo una
mueca cuando los tocaba.
Esta fue la primera vez que el joven
se dio cuenta de que se trataba de
este par de manos que lavaban ropa
ajena, todos los días para que él
pudiera pagar las cuotas escolares.
Los moretones en las manos de la
madre eran el precio que la madre
tuvo que pagar por su educación, sus
actividades escolares y su futuro.
Después de limpiar sus manos de la
madre, el joven en voz baja se dirigió
al montón de ropa que quedaba por
lavar a su madre.
Esa noche, madre e hijo hablaron
durante un tiempo muy largo.
La mañana siguiente, el joven fue a la
oficina del director.
El Director notó las lágrimas en los
ojos del joven, cuando le preguntó:
“¿ Puede decirme qué has hecho y
aprendido ayer en tu casa”
El joven respondió: “He limpiado las
manos de mi madre, y también he
terminado de lavar toda la ropa que
ella aun tenía pendiente”
“Ahora sé lo valiosa que es.
Sin mi madre, yo no sería quien soy
hoy.
Al ayudar a mi madre, me doy
cuenta de lo difícil y duro que ha
sido para ella conseguir cada peso, y
he valorado todo lo que ella es, y lo
ingrato que he sido en no ver antes
todo lo que ha hecho por mí.
El director dijo: “Esto es lo que estoy
buscando en un gerente. Quiero
contratar a una persona que pueda
apreciar la ayuda de los demás, una
persona que valore y conozca los
sufrimientos de los demás para hacer
las cosas, y una persona que no
pondría el dinero como su única meta
en la vida. “