PLAZA DE LA MARINA
VIRGEN DEL CARMEN · PATRONA DE LOS SUBMARINISTAS MALAGUEÑOS La trayectoria de una asociación. Punto y seguido Llevo un tiempo más crítico de lo habitual porque veo con cierta desesperación, el vacío que algunas veces se nos hace a los mayores. El ignorar la voz de la experiencia. El querer transformar las tradiciones por el simple hecho de pasar a la historia aunque sea por destrozar algo. La tradición es conservar y mimar el legado que recibimos y pasarlo, de generación en generación, hasta el fin de los tiempos. Esta asociación ha evolucionado, para bien, con el paso de los años, de la mano de una persona entrañable al que se le han discutido iniciativas que se ha llevado con él hasta la morada celestial donde, cuando el Altísimo disponga, tendremos que ir llegando para rendir nuestras cuentas, nuestros triunfos y fracasos. Aquí, por estos pagos de abajo, queremos arreglar las cosas con los homenajes cuando estamos en las últimas, los escudos en la solapa, las medallas de oro y cuadros con pergaminos hechos en imprenta para que sean más baratos, pero pocas veces acertamos en el momento. Siempre nos vamos en silencio, probablemente porque nacemos llorando; no hemos terminado de asomar la cabeza cuando ya nos dan dos cachetes, premonición probable de lo que nos espera. Lo hecho en esta asociación, que yo sepa, no ha sido recompensado, si bien su mentor jamás habría querido ningún reconocimiento. Cada martes, después de la celebración anual de la Solemnidad de Nuestra Señora <strong>del</strong> <strong>Carmen</strong>, era cuando disfrutaba Paco Cañete. Igual que las vísperas en las que algunas veces hemos compartido desayuno en la cafetería de nuestro barrio; comentado cómo van los preparativos, cómo ha salido la procesión, la misa en San Gabriel, la presentación <strong>del</strong> cartel y el pregón. Miraba una y otra vez la cruceta musical al tiempo que especulaba, al principio, con las marchas de aquí y las de “allí”, como si la música tuviera patria, tratando de satisfacer a todos. Los señores se notan, porque van dejando una especie de céfiro, aire suave y apacible con el que van impregnando todo con su clase, saber estar, abriendo puertas con constancia pero siempre con un por favor, con honradez, respeto y seriedad. Igual que a su familia trató a su asociación; a ambas por la razón de que son sagradas, cada cual por un estilo y de las que fue devoto sin flaquear un solo instante. De una parte Ángeles, su esposa y madre de sus hijos. Todo gran hombre necesita una gran mujer a su lado, una colaboradora incondicional. De otra parte, la Santísima <strong>Virgen</strong>, bajo dos advocaciones, de Pasión y de Gloria; Dolores y <strong>Carmen</strong>, las dos balizas de su vida en el Perchel: la verde y la roja. La roja símbolo <strong>del</strong> sacrificio, <strong>del</strong> esfuerzo, <strong>del</strong> triunfo; la verde, la esperanza con la que los seres humanos nos lanzamos al ruedo para lidiar con lo que nos echen para beneficio de los nuestros, nuestra casa y en este caso, la Asociación Nuestra Señora <strong>del</strong> <strong>Carmen</strong> que el siempre trataba de encuadrarla en el espacio de las Hermandades de Gloria y así ha sido tratada siempre gracias al ejemplar comportamiento de su presidente, en contraposición de www.virgen<strong>del</strong>carmen.com 59