A LA MEXICANA COMPLETA

empezó a preguntar en los locales más cercanos, si es que alguien traía uno, inclusive a
algunas personas que tenían su carro estacionado en la misma calle y nos contó que pudo
percibir la gran desconfianza que existe entre la mayoría de las personas y la falta de
disposición de ayudar al prójimo. Lamentablemente no pudo conseguir ayuda. Mi papá, ya
impaciente, saca su celular para llamarle a mi mamá y le dijo que si ella le podía llevar uno, a
lo cual mi mamá contestó:- “No, ahorita estoy muy ocupada y no puedo ir hasta allá”-, en ese
momento mi papá ve a lo lejos lo que parecía ser la sombra de un señor, que se dirigía hacia
donde estaba él, cuando el señor llega con mi papá, él le pregunta que si se le ofrece algo o
que si lo podía ayudar en algo . Mi papá le comenta la situación y el señor le dijo: -“ Deme
solo cinco minutos y ahorita se lo consigo”-, luego de un rato el señor regresa con el gato y le
ayudó a mi papá a cambiar la llanta.
Mi papá de tan angustiado que estaba con la situación, no se había percatado siquiera
de quién era el señor que lo había ayudado y tal fue la sorpresa de mi papá que al voltear y
verlo bien, para agradecerle, se dio cuenta de que el señor que lo había ayudado, fue el mismo
al que le habíamos llevado la comida, la semana anterior.
Yo pude darme cuenta que a lo largo del transcurso de la vida, tarde o temprano las
buenas acciones se regresan y te das cuenta que muchas de las ocasiones se obtienen
respuestas de los que menos esperamos.