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MÉXICO CITY MONTHLY 2006 ... - American Apparel

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mcm_may 4/25/06 5:09 PM Page 5<br />

años, no le inspiraba amor alguno,<br />

si accedía a acostarse con él, era<br />

porque lo consideraba un hombre<br />

inteligente e interesante, pero nada<br />

más. Por el contrario, Burroughs<br />

en verdad se había infatuado del joven.<br />

Consciente de los andares<br />

homosexuales de su marido, Joan<br />

no se lo reprochaba, de hecho,<br />

antes de vivir con él en Nueva York,<br />

ya sabía de las inclinaciones de Bill.<br />

Joan no era la típica mujer americana<br />

celosa y doméstica de clase media.<br />

Diez años menor que Burroughs,<br />

había estudiado arte en Nueva York,<br />

era una mujer culta e inteligente pero,<br />

también autodestructiva y algo<br />

promiscua. Ya en México, presentaba<br />

signos inequívocos de poliomielitis,<br />

lo que añadido a su consuetudinario<br />

consumo de anfetaminas y alcohol,<br />

había afeado su apariencia.<br />

En julio de 1951, por distintas<br />

razones, Burroughs comenzaba<br />

a hartarse de México por lo que<br />

planeó ir a Sudamérica –Panamá,<br />

Ecuador, Perú– para buscar un lugar<br />

mejor donde vivir y, para tratar<br />

de obtener una poderosa planta<br />

psicoactiva; el yagé con la que deseaba<br />

experimentar. En lugar de realizar<br />

el viaje con Joan, Burroughs invitó<br />

a Marker quien no moría de ganas<br />

de acompañarlo, pero Burroughs<br />

lo convenció, ofreciéndole pagarle<br />

todos los gastos a cambio de que<br />

aceptara acostarse con él por lo menos<br />

una vez al día. Marker aceptó. El viaje<br />

fue todo un fracaso: Burroughs nunca<br />

encontró un lugar mejor que México,<br />

ni tampoco encontró yagé, y su<br />

relación con el esquivo Marker fue<br />

desastrosa, dado que el joven sólo<br />

accedía ocasional y forzadamente<br />

a tener relaciones sexuales con él.<br />

Cuando a principios de septiembre,<br />

Burroughs regresó a México, estaba<br />

deprimido y frustrado.<br />

GUILLERMO TELL TUVO LA CULPA<br />

El jueves 6 de septiembre de 1951,<br />

Burroughs necesitaba dinero y buscó<br />

vender su pistola. John Healy,<br />

el dueño del bar Bounty, le dijo que<br />

había un norteamericano que estaba<br />

interesado en comprarla, que<br />

lo esperaba en su departamento<br />

de Monterrey 122, justo arriba<br />

del Bounty, a las seis de la tarde.<br />

Ese día, por la mañana, mientras<br />

caminaba solo por la calle de Orizaba,<br />

escuchó el sonido que hacen los<br />

afiladores mexicanos ambulantes,<br />

con una suerte de zampoña de plástico.<br />

Burroughs traía consigo un cuchillo<br />

que había adquirido en Ecuador así que<br />

se acercó al afilador. Pero cuando<br />

el sonido penetró sus oídos, sintió<br />

que el cielo se le caía encima, que<br />

una profunda desolación lo poseía<br />

y que “mientras caminaba por la calle<br />

detrás de su pequeño vehículo,<br />

un sentimiento de pérdida y tristeza<br />

que había padecido todo el día<br />

le impidió respirar al grado de que<br />

las lágrimas resbalaron por su cara”.<br />

Un mal augurio.<br />

Poco antes de las cuatro de la tarde,<br />

Burroughs y Joan dejaron encargados<br />

a los niños con los vecinos de la<br />

privada de Orizaba 210, caminaron siete<br />

cuadras por las calles de la colonia<br />

Roma y llegaron a Monterrey 122,<br />

al edificio Gordehuela (que en<br />

el <strong>2006</strong> aún existe), donde entraron,<br />

subieron las escaleras y tocaron<br />

la puerta del departamento 10.<br />

Al entrar vieron que en su interior<br />

estaban John Healy, Marker<br />

–el acompañante de Burroughs<br />

en el reciente viaje– y un amigo<br />

de éste, también gringo y joven,<br />

Eddie Woods.<br />

Cuando Bill y Joan entraron,<br />

observaron que la sala estaba atiborrada<br />

de botellas de ginebra, ron<br />

y refrescos vacíos y que los presentes<br />

estaban sobrios. Resulta que la noche<br />

anterior había habido una fiesta<br />

de los norteamericanos becados<br />

en el México City College que acababan<br />

de recibir su mensualidad, y quienes<br />

se habían embriagado toda la noche<br />

en el departamento. Joan y Burroughs<br />

se sirvieron ginebra con limonada<br />

y Healy se despidió para ir atender<br />

un asunto. Todos continuaron bebiendo.<br />

Aproximadamente dos horas y media<br />

después –lo que significa que ni Joan<br />

ni Burroughs estaban ahogados<br />

de borrachos– el susodicho comprador<br />

no llegaba. Burroughs sacó su pistola<br />

Star. 380, la puso sobre la mesa<br />

y comenzó a expresar sus deseos<br />

de irse a vivir a algún lugar de Sudamérica,<br />

donde sólo pudiera<br />

sobrevivir cazando animales. Entonces,<br />

Joan le dijo que lo consideraba una<br />

persona incapaz de dispararle a alguien.<br />

Presa fácil de una provocación<br />

femenina, Burroughs le respondió<br />

que para probarle lo contrario, haría<br />

bien en levantarse, ponerse su vaso,<br />

lleno a medias de ginebra y limonada<br />

en la cabeza y realizar su consabido<br />

acto Guillermo Tell (todo indica que<br />

no era la primera vez que lo hacían).<br />

Joan se levantó rápidamente,<br />

se colocó el vaso sobre la cabeza<br />

y cerrando los ojos dijo las últimas<br />

palabras de su vida:<br />

—”No puedo mirar, no puedo soportar<br />

ver sangre”.<br />

Burroughs también se levantó,<br />

se colocó a tres metros de distancia<br />

de Joan, extendió el brazo y disparó<br />

su pistola.<br />

Joan cayó al suelo como<br />

un punching bag que se desprende<br />

de su gancho. Los azorados espectadores<br />

pensaron que se trataba de una<br />

broma. Pero luego, como vieran<br />

un hilillo rojo avanzando por<br />

el piso y, como escucharan extraños<br />

ruidos provenientes de la boca<br />

entreabierta de Joan, entendieron<br />

lo que había sucedido. Marker salió<br />

despavorido del departamento<br />

en busca de un vecino estudiante<br />

de medicina, Burroughs se hincó<br />

ante el cuerpo de Joan<br />

y comenzó a gritar:<br />

—¡Háblame! ¡Háblame!<br />

Woods dejó a Burroughs gritando<br />

y salió a buscar a la encargada<br />

del edificio, quien se comunicó con<br />

la Cruz Roja, la policía y el abogado<br />

de Burroughs, Bernabé Jurado.<br />

La ambulancia llegó al departamento<br />

a las 7:30 de la noche, llevándose<br />

el cuerpo agonizante de Joan,<br />

Burroughs se fue con ella a la Cruz<br />

Roja de la calle de Durango esquina<br />

Sonora. Una hora después Joan<br />

murió. Al enterarse Burroughs, se echó<br />

a llorar desconsoladamente, jalándose<br />

los cabellos de impotencia, de inmediato,<br />

a Burroughs lo alcanzó en el hospital,<br />

el famoso y hábil abogangster<br />

Bernabé Jurado junto con la policía<br />

que lo llevó primero a la Octava<br />

Delegación (av. Cuauhtémoc esquina<br />

Obrero Mundial) y luego al Palacio<br />

Negro de Lecumberri.<br />

La primera declaración que hizo<br />

Burroughs a la policía, era fiel<br />

a los hechos: una vez que Joan<br />

y él decidieron jugar a Guillermo Tell,<br />

en lugar de dar contra el vaso, la bala<br />

perforó la sien de ella. Fue un accidente,<br />

afirmó. Pero cuando Bernabé<br />

Jurado se encontró con Burroughs<br />

le dijo que cambiara su declaración,<br />

que dijera que la pistola se había<br />

disparado sin querer cuando se le cayó<br />

al piso y que dejara de mencionar<br />

lo de Guillermo Tell. Burroughs obedeció.<br />

Entonces Jurado movió sus hilos,<br />

sobornó a los peritos con dinero<br />

que Mortimer Burroughs –el hermano<br />

de William, que había viajado rápidamente<br />

a México– le entregó. Jurado<br />

le dijo a Burroughs que hiciera<br />

y declarara lo que él le ordenara.<br />

Después de trece días, el después<br />

famoso escritor salió de la cárcel bajo<br />

fianza. Burroughs bendijo la corrupción<br />

de los tribunales mexicanos.<br />

Todas las secciones de nota roja<br />

de los periódicos de entonces, no<br />

dejaron de dar la noticia de Guillermo<br />

Tell, aportando sus mentiras,<br />

amarillismo y falsas declaraciones.<br />

El hermano mayor de William,<br />

Mortimer, enterró a Joan en el panteón<br />

americano de Tacuba y los niños,<br />

que se quedaron varios días solos<br />

en Orizaba 210 con los aterrados<br />

En el sentido del reloj: Jack Kerouac, Allen Ginsberg, Peter Orlovsky, Lafcadio Orlovsky y Gregory Corso en el Zócalo capitalino, 1956.<br />

Clockwise from top left: Jack Kerouac, Allen Ginsberg, Peter Orlovsky, Lafcadio Orlovsky and Gregory Corso at the city’s Zócalo, 1956.<br />

vecinos que no sabían qué hacer con<br />

ellos, se regresaron a Estados Unidos<br />

a vivir con sus abuelos. La estancia<br />

de Burroughs en Lecumberri, además<br />

de breve fue todo menos terrible.<br />

Los presos lo trataron tan bien que<br />

le daban cobijas para que no le diera<br />

frío en las noches.<br />

Una vez libre bajo fianza, Burroughs<br />

estaba obligado a quedarse en México<br />

hasta que su caso se resolviera. Pero,<br />

en vista de que después de un año<br />

tres meses, las incompetentes<br />

autoridades mexicanas no resolvían<br />

nada, Burroughs huyó ilegalmente<br />

de México para nunca volver.<br />

De México se fue otra vez<br />

a Sudamérica donde finalmente<br />

probó el yagé, que dijo le reveló<br />

grandes verdades, y luego a Tangier,<br />

Marruecos, donde vivió seis años<br />

y donde, después de vivir una suerte<br />

de infierno debido a su adicción a los<br />

opiáceos, escribió el libro que lo hizo<br />

famoso: El almuerzo desnudo.<br />

Después de 25 años de silencio,<br />

Burroughs decidió hablar sobre<br />

la muerte de Joan. En 1985 escribió<br />

que aquella tarde aciaga de 1951,<br />

fue poseído por un espíritu maligno<br />

FEATURE ■ MCM<br />

que le ordenó matar a Joan, y que<br />

a partir de entonces la única manera<br />

de contrarrestarlo era escribiendo.<br />

Convertirse en escritor fue, según él,<br />

el único salvoconducto que le permitía<br />

desde entonces neutralizar y calmar<br />

esa fuerza demoníaca que mató<br />

a su esposa.<br />

JACK KEROUAC EN LA TIERRA<br />

CALIENTE DE LAS RATAS DEL<br />

DESIERTO Y EL TEQUILA<br />

Cuando Burroughs apenas había<br />

llegado a la ciudad de México,<br />

en septiembre de 1949, le envió<br />

una carta a su amigo ocho años<br />

menor, Jack Kerouac, hablándole<br />

maravillas del lugar: “México es muy<br />

barato, hay fabulosos burdeles<br />

y restaurantes. Peleas de gallos,<br />

corridas de toros, toda clase<br />

de diversiones, tienes que visitarme”.<br />

Seducido por tales elogios, meses<br />

después, en junio de 1950, Jack<br />

Kerouac, su amigo-héroe Neal<br />

Cassady y otro amigo, Frank Jeffries,<br />

se subieron en un Ford 1937,<br />

propiedad de Neal, y desde Denver,<br />

Colorado no pararon hasta llegar<br />

a Laredo, Texas. Ahí cruzaron<br />

la frontera y al llegar a Gregoria,<br />

Tamaulipas, fumaron mariguana<br />

inmediatamente y se metieron<br />

a un antro donde pasaron una<br />

tremebunda noche con prostitutas<br />

norteñas, litros de alcohol<br />

y bailongo a ritmo de mambo.<br />

Un día después, Kerouac y amigos,<br />

con Neal siempre al volante, entraron<br />

a la ciudad de México y fueron directo<br />

a visitar a los Burroughs en su casa<br />

de la colonia Roma. Casi de inmediato,<br />

Neal y Frank se regresaron a Estados<br />

Unidos. Jack se quedó solo con<br />

Burroughs, quien lo llevaba a los<br />

bares y restaurantes de la Roma<br />

y con quien fumaba mariguana –Jack<br />

prefería el alcohol y la cannabis que<br />

los opiáceos–. Un día, los dos fueron<br />

a una corrida de toros a la Plaza<br />

México, y mientras Burroughs<br />

disfrutaba del “sangriento espectáculo”,<br />

Jack se sintió horrorizado. Por lo<br />

demás, Kerouac, que no Burroughs,<br />

frecuentaba a las prostitutas<br />

de la calle Órgano, en Peralvillo,<br />

que era la calle oficial de la prostitución<br />

de la ciudad. Tres meses después<br />

se regresó a Nueva York.<br />

ENAMORADO DE UNA JUNKIE<br />

MEXICANA<br />

Cuatro años más tarde, en 1955,<br />

Kerouac, aún siendo un escritor<br />

desconocido, fue de nuevo a la ciudad<br />

de México, y al llegar se dirigió<br />

a una diminuta privada ubicada<br />

en Orizaba 210 en la colonia Roma,<br />

último domicilio de Burroughs, donde<br />

por entonces vivía un amigo<br />

americano junkie de ambos, Bill<br />

Garver, que se pasaba todo el día<br />

inyectándose las venas con cualquier<br />

derivado de opio que obtuviera.<br />

Ahí, Jack escribió uno de sus mejores<br />

libros de poesía, México City Blues<br />

y conoció a una conecte de Garver,<br />

una prostituta de 25 años también<br />

adicta a la morfina, llamada<br />

Esperanza Villanueva, de quien<br />

se enamoró y quien le sirvió<br />

de modelo para escribir su única<br />

novela beat completa de tema<br />

mexicano Tristessa.<br />

Para Kerouac, que en esa época<br />

se decía budista, Esperanza-Tristessa,<br />

fiel devota de la virgen de Guadalupe<br />

y que no faltaba los domingos<br />

a misa, era una especie de santa<br />

que al prostituirse y drogarse<br />

aumentaba su aura religiosa.<br />

Con ella, conoció los bajos fondos<br />

del DF, Garibaldi y alrededores del<br />

Centro, comió fritangas grasosas en<br />

puestos callejeros, a altas horas<br />

de la noche, conoció hoteles llenos<br />

de prostitutas y drogadictos, entró<br />

en contacto con seres defeños<br />

que le robaban sus cuadernos<br />

de poesía y lo humillaban y ante<br />

Cinco

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