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LA VORÁGINE - José Eustasio Rivera

La vorágine Es la segunda de dos obras que publicó el escritor colombiano José Eustasio Rivera, y la más famosa. Salió a la luz el 25 de noviembre de 1924 y es considerada un clásico de la literatura colombiana, así como una de las más importantes dentro del modernismo latinoamericano, aunque a menudo es asociada al romanticismo por la descripción pictórica de las culturas rurales. La novela narra las peripecias del poeta Arturo Cova y su amante Alicia, historia de pasión y venganza enmarcada en los llanos y la selva amazónica a donde los dos amantes huyen y que expone a lo largo de su trama las duras condiciones de vida de los colonos e indígenas esclavizados durante la fiebre del caucho. La Vorágine sigue la estructura narrativa del mito clásico greco-latino, de forma similar a la historia de Orfeo, la Eneida de Virgilio o la Odisea de Homero, en donde el héroe emprende un viaje iniciático, y tras descender a un mundo laberíntico e infernal, alcanza un final epopéyico. En el caso de La vorágine el poeta desciende al "infierno verde" en busca de su amada, sin embargo, oponiéndose al modelo tradicional, su protagonista no regresa al punto de partida. Este final abierto o de cierta forma inconcluso, constituye una de las características más importantes de la novela moderna.

La vorágine Es la segunda de dos obras que publicó el escritor colombiano José Eustasio Rivera, y la más famosa. Salió a la luz el 25 de noviembre de 1924 y es considerada un clásico de la literatura colombiana, así como una de las más importantes dentro del modernismo latinoamericano, aunque a menudo es asociada al romanticismo por la descripción pictórica de las culturas rurales.
La novela narra las peripecias del poeta Arturo Cova y su amante Alicia, historia de pasión y venganza enmarcada en los llanos y la selva amazónica a donde los dos amantes huyen y que expone a lo largo de su trama las duras condiciones de vida de los colonos e indígenas esclavizados durante la fiebre del caucho.
La Vorágine sigue la estructura narrativa del mito clásico greco-latino, de forma similar a la historia de Orfeo, la Eneida de Virgilio o la Odisea de Homero, en donde el héroe emprende un viaje iniciático, y tras descender a un mundo laberíntico e infernal, alcanza un final epopéyico. En el caso de La vorágine el poeta desciende al "infierno verde" en busca de su amada, sin embargo, oponiéndose al modelo tradicional, su protagonista no regresa al punto de partida. Este final abierto o de cierta forma inconcluso, constituye una de las características más importantes de la novela moderna.

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31<br />

-Franco –le dije, golpeándole el hombro-. ¡No se sorprenda usted de nada!<br />

El viejo sabe lo que hace. ¡Habrá oído mi nombre!...<br />

* * *<br />

-¡Veleta, veleta, cómo tas de cambiao!<br />

-Hola, niña Griselda, ¿qué es ese tuteo?<br />

-¿Tas entonao por el negocio? Pa morrocotas, el Vichada. Yévame. ¡Quiero<br />

irme con vos!<br />

Se echó a abrazarme, pero la aparté con el codo. Ella vaciló, sorprendida.<br />

-¡Ya sé, ya sé! ¡Le tenés “terronera” a mi marío!<br />

-¡Le tengo aversión a usted!<br />

-¡Desagradecío! La niña Alicia no sabe náa. Sólo me encargó que no te<br />

creyera.<br />

-¿Qué dice usted? ¿Qué dice usted?<br />

-Que el yanero es el sincero; que al serrano ni la mano.<br />

Pálido de cólera, entré en la sala.<br />

-¡Alicia, no me agrada tu compañerismo con la niña Griselda! ¡Puede<br />

contagiarte su vulgaridad! ¡No conviene que sigas durmiendo en su cuarto!<br />

-¿Quieres que te la deje sola? ¿No respetarás ni al dueño de casa?<br />

-¡Escandalosa! ¿Vuelven ya tus celos ridículos?<br />

La dejé llorando y me fuí al caney. La vieja Tiana prendía remiendos en la<br />

camisa del mulato, que, semidesnudo, con las manos bajo la cabeza,<br />

esperaba la obra tendido en un cuero.<br />

-Blanco, refrésquese en ese chinchorro. ¡Ta haciendo un caló de agua!<br />

En vano pretendía conciliar el sueño. Me importunaba el cacareo de una<br />

gallina que escarbaba en el zarzo, mientras sus compañeras, con los picos<br />

abiertos, acezaban a la sombra, indiferentes al requiebro del gallo que venía<br />

a arrastrarles el ala.<br />

-¡Estas condenáas no dejan ni dormí!<br />

-Mulata- le dije- ¿cuál es tu tierra?<br />

-Esta onde me hayo.<br />

-¿Eres colombiana de nacimiento?<br />

-Yo soy únicamente yanera, del lao de Manaure. Dicen que soy craveña,<br />

pero yo no soy del Cravo; que pauteña, pero no soy del Pauto. ¡Yo soy de<br />

todas estas yanuras! ¡Pa qué más patria, si son tan beyas y tan dilatáas!<br />

Bien dice el dicho: ¿Onde ta tu Dios? ¡Onde te salga el sol!<br />

-¿Y quien es tu padre?- le pregunté a Antonio.<br />

-Mi mamá sabrá.<br />

-¡Hijo, lo importante es que hayás nacío!<br />

Con doliente sonrisa, indagué:<br />

-Mulato, ¿te vas al Vichada?

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