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Inteligencia Emocional- Daniel Goleman

El presente libro constituye una guía para conocer todas esas visiones científicas sobre la emoción, un viaje cuyo objetivo es proporcionarnos una mejor comprensión de una de las facetas más desconcertantes de nuestra vida y del mundo que nos rodea. La meta de nuestro viaje consiste en llegar a comprender el significado y el modo de dotar de inteligencia a la emoción, una comprensión que, en sí misma, puede servirnos de gran ayuda, porque el hecho de tomar conciencia del dominio de los sentimientos puede tener un efecto similar al que provoca un observador en el mundo de la física cuántica, es decir, transformar el objeto de observación.

El presente libro constituye una guía para conocer todas esas visiones científicas sobre la emoción, un viaje cuyo objetivo es proporcionarnos una mejor comprensión de una de las facetas más desconcertantes de nuestra vida y del mundo que nos rodea. La meta de nuestro viaje consiste en llegar a comprender el significado y el modo de dotar de inteligencia a la emoción, una comprensión que, en sí misma, puede servirnos de gran ayuda, porque el hecho de tomar conciencia del dominio de los sentimientos puede tener un efecto similar al que provoca un observador en el mundo de la física cuántica, es decir, transformar el objeto de observación.

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<strong>Daniel</strong> <strong>Goleman</strong><br />

<strong>Inteligencia</strong> <strong>Emocional</strong><br />

quedaban fuera del campo de la psicología. La visión convencional de los científicos cognitivos supone que<br />

la inteligencia es una facultad hiperracional y fría que se encarga del procesamiento de la información, una<br />

especie de señor Spock (el personaje de la serie Star Trek), el arquetipo de los asépticos bytes de<br />

información que no se ve afectado por los sentimientos, la encamación viva de la idea de que las emociones<br />

no tienen ningún lugar en la inteligencia y sólo sirven para confundir nuestra vida mental.<br />

Los científicos cognitivos se adhirieron a este criterio seducidos por el modelo operante de la mente<br />

basado en el funcionamiento de los ordenadores, olvidando que, en realidad, el wetware (juego de palabras<br />

en el que el autor establece una analogía entre el hardware, el software y el wetware cerebral al que, en tal<br />

caso, se asimila a un ordenador en estado líquido.) cerebral está inmerso en un líquido pulsante<br />

impregnado de agentes neuroquímicos que nada tiene que ver con el frío y ordenado silicio que utilizan<br />

como metáfora del funcionamiento del psiquismo. De este modo, el modelo imperante entre los científicos<br />

cognitivos sobre la forma en que la mente procesa la información soslaya el hecho de que la razón se halla<br />

guiada e incluso puede llegar a verse abrumada por los sentimientos. El modelo cognitivo prevalente<br />

constituye, a este respecto, una visión empobrecida de la mente, una perspectiva que no acierta a explicar<br />

el Sturm and Drang (Alusión al movimiento literario romántico alemán de ese mismo nombre que se<br />

caracterizó por su oposición a las normas sociales y racionales establecidas y por su exaltación suprema de<br />

la sensibilidad y de la intuición.) de los sentimientos que sazonan la vida intelectual. No cabe duda de que,<br />

con el fin de poder sustentar su modelo, los científicos cognitivos se han visto obligados a obviar la<br />

relevancia de los temores, de las esperanzas, de las riñas matrimoniales, de las envidias profesionales y. en<br />

definitiva, de todo el trasfondo de sentimientos que constituye el condimento mismo de la vida y que a cada<br />

momento determinan la forma exacta (y el mayor o menor grado de adecuación) en que se procesa la<br />

información.<br />

Pero esta concepción científica unilateral de una vida mental emocionalmente plana que durante<br />

los últimos ochenta años ha condicionado la investigación sobre la inteligencia está cambiando<br />

gradualmente a medida que la psicología comienza a reconocer el papel esencial que desempeñan por los<br />

sentimientos en los procesos mentales. La psicología actual, más parecida a Data (el personaje de la serie<br />

Star Trek: The Next Generation) que al señor Spock, comienza a tomar en consideración el potencial y las<br />

virtudes así como los peligros de las emociones en nuestra vida mental. Después de todo, como Data<br />

llega a columbrar (para su propia consternación, si es que puede sentir tal cosa), la fría lógica no sirve de<br />

nada a la hora de encontrar una solución humana adecuada. Los sentimientos constituyen el dominio en el<br />

que más evidente se hace nuestra humanidad y, en ese sentido, Data quiere llegar a sentir porque sabe<br />

que, mientras no sienta, no podrá acceder a un aspecto fundamental de la humanidad. Anhela la amistad y<br />

la lealtad porque, como el Hombre de Hojalata de El mago de Oz, carece de corazón. Al faltarle el sentido<br />

lírico que proporcionan los sentimientos, Data puede componer música o escribir poesía haciendo alarde de<br />

un alto grado de virtuosismo técnico, pero jamás podrá llegar a experimentar la pasión. La lección que nos<br />

brinda el anhelo de Data es que la fría visión cognitiva adolece de los valores supremos del corazón<br />

humano, la fe, la esperanza, la devoción y el amor. Así pues, dado que las emociones no resultan<br />

empobrecedoras sino todo lo contrario, cualquier modelo de la mente que las soslaye será siempre un<br />

modelo parcial.<br />

Cuando pregunté a Gardner sobre su insistencia en la preponderancia del pensamiento sobre el<br />

sentimiento, o en la metacognición más que en las emociones mismas, reconoció que su visión de la<br />

inteligencia se atenía al modelo cognitivo pero añadió: «cuando escribí por vez primera sobre las<br />

inteligencias personales , podría, en realidad, a las emociones, especialmente en lo que atañe a la noción<br />

de la inteligencia intrapersonal, uno de cuyos aspectos principales es la capacidad para sintonizar con las<br />

propias emociones. Por otro lado, las señales viscerales que nos envian los sentimientos también resultan<br />

decisivas para la inteligencia interpersonal, pero, a medida que ha ido desarrollándose, la teoría de la<br />

inteligencia múltiple ha evolucionado hasta centrarse más en la metacognición -es decir, en la toma de<br />

conciencia de los propios procesos mentales, que en el amplio espectro de las habilidades emocionales».<br />

Aun así, Gardner se da perfecta cuenta de lo decisivas que son, en lo que respecta a la confusión y la<br />

violencia de la vida, las aptitudes emocionales y sociales, y subraya que «muchas personas con un elevado<br />

CI de 160 (aunque con escasa inteligencia intrapersonal) trabajan para gente que no supera el CI de 100<br />

(pero que tiene muy desarrollada la inteligencia intrapersonal) y que en la vida cotidiana no existe nada más<br />

importante que la inteligencia intrapersonal ya que, a falta de ella, no acertaremos en la elección de la<br />

pareja con quien vamos a contraer matrimonio, en la elección del puesto de trabajo, etcétera. Es necesario<br />

que la escuela se ocupe de educar a los niños en el desarrollo de las inteligencias personales».<br />

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