You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
24. CYRANO DE BERGERAC Edmond<br />
Rostand.<br />
CRISTIÁN. — ¡Ayudadme!<br />
CYRANO. — ¡De ninguna manera!<br />
CRISTIÁN. — Moriré si no consigo recuperar sus favores al momento.<br />
CYRANO. — ¿Y qué puedo hacer yo? ¿Queréis que en un momento os lo<br />
enseñe?<br />
CRISTIÁN. — (Cogiéndole por el brazo.) ¡Mira allá!<br />
(La ventana del balcón se ha iluminado.)<br />
CYRANO. — (Con emoción.) ¡Su ventana!<br />
CRISTIÁN. — (Gritando.) ¡Me moriré!<br />
CYRANO. — ¡Baja la voz!<br />
CRISTIÁN. — (Más bajo.) ¡Voy a morir!<br />
CYRANO. — La noche es muy oscura.<br />
CRISTIÁN. — ¿Y…?<br />
CYRANO. — Podemos arreglarlo. No lo mereces, pero… ¡Ponte ahí,<br />
miserable! ¡Ahí, delante del balcón! Yo me pondré debajo y te iré diciendo lo<br />
que tienes que hacer.<br />
CRISTIÁN. — Pero…<br />
CYRANO. — ¡Cállate!<br />
LOS PAJES. — (Reapareciendo por el fondo, a Cyrano.) ¡Eh!<br />
CYRANO. — ¡Chiss! (Les hace señas para que hablen más bajo.)<br />
PRIMER PAJE. — (A media voz.) Venimos de dar la serenata a<br />
Montfleury.<br />
CYRANO. — (En voz baja y deprisa.) ¡Id a esconderos cada uno en una<br />
esquina de la calle! Si algún paseante se acerca por aquí, tocad algo.<br />
SEGUNDO PAJE. — Y ¿qué queréis que toquemos, señor?<br />
Página92