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EDICION FEBRERO-OPTIMIZADO

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En este sitio, las temperaturas pueden

superar los 50 grados en el verano y bajar

mucho durante el invierno y por la noche.

Es extremadamente difícil tener cualquier

tipo de agricultura y ganado.

En este territorio, prestado por el gobierno

argelino, viven unos 200,000 saharauis

desde hace más de 40 años sin saber

cuándo podrán retornar a su país.

“Vinieron aquí y no hay nada. Dejaron

sus casas, sus cabras, todo lo que tenían,

sea poco o mucho. Imagínate tú que en

aquella época era una obligación, una necesidad

escaparse, porque Marruecos vino

y no dejaba nada. Pues llegaron aquí sin

nada. No había nada más que un desierto

calvo”: Hafed Jatri, nacido en los campamentos

en Tinduf.

Son ya tres generaciones las que han

vivido refugiadas en este terreno estéril y

polvoriento. Llegaron sin posesiones y, a

pesar de ello, han logrado sobrevivir a este

ambiente hostil.

“Más de 40 años es mucho tiempo. Por

ejemplo, a mi abuela se le murió el marido

aquí, se le murió el hijo, se le murió el hermano.

Entonces, cuando ves que tu familia

se está muriendo en una tierra así y no hay

esperanza ni ningún signo de que vamos a

volver, pues la verdad es que te va matando”:

Tumi Burha, refugiada nacida en los

campamentos.

LA VIDA EN LOS CAMPAMENTOS

El panorama es desolador en los campamentos.

La mayoría de las calles y

caminos no están pavimentados, no hay

agua corriente y, apenas hace poco, llegó

la electricidad a casi todas las wilayas (o

provincias).

La comida llega gracias a la ayuda humanitaria

de las ONG, países amigos y la

ONU a través del Alto Comisionado de las

Naciones Unidas para los Refugiados (AC-

NUR). Sin embargo, con los recortes presupuestales

esta ayuda se ha ido reduciendo

cada vez más y apenas logra satisfacer las

necesidades más básicas de la gente.

Con una precaria alimentación y mala

calidad del agua, no es de sorprender el

mal estado de salud de los saharauis. Algunas

de las afecciones más comunes son

la desnutrición, deficiencias vitamínicas,

diabetes, hipertensión y cáncer.

Aunque se cuenta con dispensarios y

hospitales, no hay suficientes recursos para

atender a toda la población. Las medicinas

escasean, al igual que el personal sanitario.

Los días comienzan al salir el sol, y desde

temprano puede escucharse a las cabras

balar y el sonido de la tradicional preparación

del té, en donde, por costumbre, se

sirve en tres vasos. El primero, “amargo

como la vida”; el segundo, “dulce como el

amor”; y el tercero, “suave como la muerte”,

según reza un popular dicho saharaui.

Los niños y jóvenes asisten al colegio

del domingo al jueves, porque los viernes

se consideran como un día de gran impor-

FOTO: CORTESÍA DE SMAWT

El equipo de mujeres desminadoras de SMAWT, Sahrawi Mine Action Women Team.

NEWSWEEK MÉXICO 21 FEBRERO, 2020

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