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La vegetación protegida en Castilla la Mancha

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INTRODUCCIÓN 17

amenazadas. Su protección resulta muy rentable

para la conservación de amplios conjuntos de

especies valiosas. En Castilla-La Mancha es el

caso de los bosques eurosiberianos, los saladares,

las estepas yesosas, las turberas o las comunidades

dolomitícolas oromediterráneas prebéticas.

2. Hay comunidades vegetales que poseen un

indudable valor como elementos peculiares y

característicos del paisaje (guillomares, acerales,

avellanares, prados de siega), como factores

protectores frente a la erosión del suelo (piornales

y brezales oro(sub)mediterráneos, garrigas,

etc.) o como refugios de fauna (arbustedas

caducifolias espinosas submediterráneas, dehesas,

etc.), cuya conservación implica la protección

integral de la comunidad.

3. Hay numerosos casos en los que una especie no

requiere protección, por no encontrarse estrictamente

amenazada, pero forma un tipo peculiar

de comunidad que sí tiene interés por resultar

especialmente representativa, singular, o contener

alguno de los valores reseñados anteriormente.

Es el caso de los sabinares rastreros, que

son representativos de la vegetación de la alta

montaña caliza ibero-levantina, ocupan extensiones

relativamente reducidas, y poseen un

elevado valor paisajístico, aunque la sabina

rastrera, como especie, no puede considerarse

amenazada.

4. La protección a nivel de comunidades vegetales

permite tener presente en la gestión determinados

parámetros o factores ecológicos cruciales,

como pueden ser la composición específica de

la comunidad, directamente relacionada con la

biodiversidad, su estructura, su funcionamiento

y su dinámica. Estas cuestiones no suelen ser

globalmente consideradas cuando se trata de la

protección de una sola especie.

5. Mediante la protección de las comunidades

vegetales de un territorio se extiende la protección

a una fracción de la diversidad biológica

que excede ampliamente a la de la flora vascular

de dichas comunidades, sobre la que se dispone

todavía de muy poca información. Es el

caso de hongos, líquenes o invertebrados. Aunque

no podamos saber actualmente a qué especies

o grupos favorecen estas medidas, es indiscutible

que si se protege un fragmento de

hayedo o una turbera se está favoreciendo la

conservación de los invertebrados o los hongos

que sean exclusivos de estos hábitat. Y si se

seleccionan para ser protegidos los tipos de

hábitat que tengan una presencia más escasa o

puntual en la Región, seguro que se favorece

precisamente a los elementos más amenazados

por su sensibilidad a la alteración del hábitat,

aunque hoy día el gestor no los conozca. La

protección de las comunidades vegetales más

raras supone garantías adicionales de conservación

para estos grupos biológicos mal conocidos.

6. La figura se adapta bien a la gestión de determinados

tipos de bosques frágiles en los que el

lento crecimiento de los árboles y la fragilidad

del suelo condiciona fuertemente su aprovechamiento,

aunque no lo excluye totalmente. Es el

caso de los sabinares albares o de los enebrales

arborescentes, que vegetan bajo condiciones

ecológicas particularmente duras, y son altamente

representativos y casi exclusivos de la

Península Ibérica.

7. Suele resultar mucho más fácil enseñar a identificar

un hábitat valioso a alguien con responsabilidad

en su conservación que a identificar las

plantas amenazadas que lo ocupan. Las comunidades

vegetales suelen tener incluso nombres

vulgares y son fácilmente reconocidas por los

habitantes del medio rural, cosa que no suele

ocurrir con la mayoría de las plantas que requieren

protección. Mediante la protección de las

comunidades vegetales se consigue que los ciudadanos

puedan reconocer con más facilidad el

recurso que está protegido.

8. La consideración de las comunidades vegetales

añade una nueva dimensión a los programas de

interpretación de la naturaleza y de educación

ambiental, al poder relacionar sistemas biológicos

complejos (las comunidades vegetales o

asociaciones) con las múltiples variables ecológicas

del medio, y con procesos dinámicos de

sucesión o variación temporal y espacial. Esto

nos permite alcanzar o transmitir una nueva percepción

de la complejidad y del dinamismo de

la naturaleza.

9. Las comunidades vegetales son entes muy útiles

en la gestión práctica del medio natural, ya

que son relativamente fáciles de cartografiar,

de caracterizar, de valorar y de manejar técnicamente

mediante el empleo de bases de datos

y de sistemas de información geográfica. Hoy

día no puede concebirse un sistema de gestión

del medio natural que no utilice estas herramientas.

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