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PERSONAJES-25

como Gisele Bündchen. ¡Y era brasileña! No solo

me ayudó a creer en mí mismo, sino que puedo

decir que llegó un momento en el que yo defino

quién es Mario Testino a través de ella”.

A cambio, el fotógrafo apostó por la modelo

carioca cuando nadie la conocía y ni las marcas

ni las cabeceras se atrevían a contar con ella.

Dos décadas después, factura 40 millones de

euros al año. “Me llevó un tiempo aceptarme

a mí mismo y mi gusto. Pero solo comencé a

tener verdadero éxito cuando empecé a ser

yo”. Un concepto difícil de acotar, pues para

unos la carrera de Testino se caracteriza por la

ausencia de un estilo definido, y para otros, los

más benévolos, por una personalidad ecléctica.

“Mi regla es: quiero

ser nada para poder

ser todo. En este

negocio, si dices ‘a

mí me gusta el el rojo’

y, y, de repente, el el rojo

pasa de de moda, te te

quedas fuera”

A falta de una rúbrica artística clara, lo único

que identifica su obra es una mirada hedonista:

el afán por convertir cada sesión en una

incitación a la alegría, el sexo y el consumo. Una

celebración del exceso. Desde el pubis depilado

con la forma del logo de Gucci, en 2003, hasta la

erótica tomatina que recreó para Vogue España,

en 2013. Pero, por encima la provocación, las

imágenes de Testino reivindican la belleza.

Dice que se ha pasado la vida persiguiéndola.

Y mientras habla, escanea el restaurante de

París en su búsqueda. “¿Has visto qué mujer

tan maravillosa?”. Sus ojos no apuntan hacia

ninguna modelo sobrenatural, sino en dirección

a una anciana de unos ochenta años, que luce

un magnífico traje de chaqueta azul marino.

“Me encantan las señoras de esa edad que

siguen preocupándose por cómo se ven. Mi

mamá tiene 92 años y ya no puede caminar sola,

pero un día me dijo que lo peor no era eso, sino

no poder llevar su bolso y que la enfermera lo

tuviese que hacer por ella. ¿No es maravilloso?”.

Testino viaja todos los meses a Lima para visitarla.

“A veces voy solo dos días. Tardo 23 horas

desde que salgo de una casa y llego a otra, pero

vale la pena. Estoy feliz en mi casa. He vuelto a

mis raíces”, confiesa. Allí ha puesto en marcha

un museo, Mate, que acoge su obra y promueve

la de jóvenes artistas peruanos. También es

accionista de un resort de lujo.

Más allá de la identidad artística y las influencias

culturales de Testino, lo que resulta innegable

es su responsabilidad en el desembarco de

actrices, cantantes y personalidades mediáticas

en las campañas publicitarias y editoriales

de las revistas. Y, por extensión, en el cambio de

modelo que la industria del lujo ha sufrido tras

su advenimiento. “Antes de Mario, el mundo

de la moda era todavía más excluyente, como

un niño mimado que no quiere jugar con nadie

más. Él llegó con su encanto y su determinación,

y lo abrió al sector del entretenimiento

y a la diversión”, asegura Benedikt Taschen,

responsable de la editorial que lleva su apellido

por nombre y que publica Sir.

No hay icono de la cultura popular que no acuda

a su llamada agradecido y dócil. “Confían

porque saben que no los voy a dañar, que soy

el que los protege. Testino muestra siempre la

mejor versión posible de la persona que posa

para él. No busca revelarla tal y como es, sino

como le gustaría llegar a ser. Y para hacerlo se

vale de “una inteligencia emocional” que, es lo

que le convierte en un artista único.

Hablar antes de disparar. Esa es su regla de oro.

A Testino le gusta aprovechar su personalidad

explosiva y optimista para conectar con ese desconocido

al que enfoca. “Mario se encarga de

que te sientas cómodo, crea un ambiente íntimo

y, en cuanto ves la primera foto, te rindes ante él.

Es capaz de plasmar el alma de las personas, y

aunque a veces eso produce pudor, ahí es donde

reside la magia”, explica el modelo español Jon

Kortajarena, que se ha puesto a sus órdenes en

múltiples ocasiones.

Está claro que Testino es arte y parte de este

universo del glamour. No solo retrata a sus protagonistas,

sino que cena en sus yates y brinda

en sus bodas. Y aunque le gusta verse a sí mismo

como “el documentalista de su era”, cabe

preguntarse qué tipo de radiografía de nuestro

tiempo es una sin dolor ni arrugas.

Keith Richards

y Mick Jagger,

en Los Ángeles,

para ‘Vogue UK’,

en 2003

Hace ya tiempo que Mario Testino ha dejado

de ser un fotógrafo para constituirse en marca,

sociedad limitada y gestora global de imagen.

“Es como el capitán de un barco. No hay detalle

que sea demasiado pequeño para él”, constata

Moore. El peruano revisa cada tuit, presupuesto

y tratamiento de Photoshop. Porque el éxito,

dice, reside en las sutilezas. “Mi equipo es muy

joven y sabe mucho más que yo sobre decenas

de temas contemporáneos. Pero les falta lo que

posee la gente de mi edad:

EXPERIENCIA .

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