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El petizo 9QU0
¡podem os decir que algún a n im a l es sabio?
I Dios ha d o tado a los anim ales, a unos más que a otros, de
m isteriosos sentidos de peligro, de lealtad, de deber y de cariño.
Joel y Petizo, su caballito, se quieren y se entienden.
Montando a su caballito, Joel silba feliz mientras cumple
con su trabajo en el campo. Es como un paseo para ambos.
¡Hay tanto para observar hasta donde dan los ojos! Van al
trotecito.
De pronto, Petizo se detiene en seco. Es tan brusca su parada
que, por un pelo, no lo despide a Joel por sobre su cabeza.
-¡Vamos, Petizo! -le dice, taloneándolo.
Nada. No se mueve.
-¡No seas m añoso! -y le da suavemente con el rebenque.
Como si fuera una estatua, el caballito no obedece.
Joel se impacienta. No lo apalea como Balaam a su fiel asna,
pero le da un segundo rebencazo.
Petizo sigue firme en su "capricho"
Joel decide desmontar y tirarlo de las riendas; tal vez
arranque de una vez.
Joel se desliza y... da un salto hacia atrás. El sabio Petizo
aprieta firmemente, bajo el casco de una pata delantera, una
enorme víbora yarará, la que procura clavar sus largos colmillos
en la pata dei animal pero, como éste la pisa cerca de! cuello,
la yarará apunta inútilmente sus ataques al casco del Petizo.
El casco es duro como la piedra. Solo se oye el "toe toe" de los
ataques de la víbora.
Si Petizo levanta la pata, lo pica.
Con el rebenque, Joel mata a la yarará y recién entonces el
Petizo levanta la pata con un resoplido de alivio.
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