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548.Historias de mi granja Otilia Peverini de Ampuero

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Pop Uh plQfco Je locpo

Crispin, un muchacho de pocas aspiraciones, vivía de

changas y, cuando So acosaba el hambre, se arrimaba a casa

y ״.‏comía comía hasta que el estómago parecía un tambor.

No se preocupaba por trabajar. Su carácter bonachón y

haragán anunciaba que era difícil que progresara. Todos lo

compadecíamos.

Si se sentía enfermo, recurría a mamá, quien comenzaba

por hacerlo bañar.

Crispin tenía un alma que salvar, además de un cuerpo que

alimentar, y nosotros los chicos le hablábamos de Jesús y su

amor,y del bello hogar que nos ofrece.

A Crispin le encantaba el /ocro. Si lo dejaban, hubiese

comido la porción de diez personas como s! fuera un camello

o un dromedario, que pueden reservar alimento por varios

días.

Un día Crispin devoraba su plato de locro. Mi hermana lo

observaba compasiva y de nuevo le habló de las delicias del

cielo.

Él la escuchaba atento y, de pronto, preguntó:

-¿En el cielo hay locro?

-Pienso que no. ¡¡Allí comeremos mucha fruta!!

-Entonces, no quiero ir al cielo...

Pobre Crispin. Para él, comer y beber tenía más atractivo

que la eternidad en compañía de Cristo, los ángeles y Sos

redimidos.

No parecen sabias estas elecciones,pero ¿acaso no son com o Esaú

o Crispin las personas que desprecian!a salvación p o r otras malas

elecciones que nos separan de nuestro am ante Salvador Jesús?

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