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Pop Uh plQfco Je locpo
Crispin, un muchacho de pocas aspiraciones, vivía de
changas y, cuando So acosaba el hambre, se arrimaba a casa
y ״.comía comía hasta que el estómago parecía un tambor.
No se preocupaba por trabajar. Su carácter bonachón y
haragán anunciaba que era difícil que progresara. Todos lo
compadecíamos.
Si se sentía enfermo, recurría a mamá, quien comenzaba
por hacerlo bañar.
Crispin tenía un alma que salvar, además de un cuerpo que
alimentar, y nosotros los chicos le hablábamos de Jesús y su
amor,y del bello hogar que nos ofrece.
A Crispin le encantaba el /ocro. Si lo dejaban, hubiese
comido la porción de diez personas como s! fuera un camello
o un dromedario, que pueden reservar alimento por varios
días.
Un día Crispin devoraba su plato de locro. Mi hermana lo
observaba compasiva y de nuevo le habló de las delicias del
cielo.
Él la escuchaba atento y, de pronto, preguntó:
-¿En el cielo hay locro?
-Pienso que no. ¡¡Allí comeremos mucha fruta!!
-Entonces, no quiero ir al cielo...
Pobre Crispin. Para él, comer y beber tenía más atractivo
que la eternidad en compañía de Cristo, los ángeles y Sos
redimidos.
No parecen sabias estas elecciones,pero ¿acaso no son com o Esaú
o Crispin las personas que desprecian!a salvación p o r otras malas
elecciones que nos separan de nuestro am ante Salvador Jesús?
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