— 166 — nes Terceras tienen también una serie de prácticas piadosas tomadas de los religiosos que aseguran el cumplimiento de los mandamientos y son una tendencia a la perfección; las Ordenes <strong>religiosas</strong> tienen capítulos de corrección, de observancia y de elección, y las Terceras Ordenes tienen análogas reuniones. No son, pues, los terciarios verdaderos religiosos, porque no hacen votJs de obediencia, pobreza y castidad, ni profesan vida común; pero se distinguen de los simples seglares y se parecen a los religiosos en que profesan una regla, tienen hábito propio, son probados durante un año de noviciado, hacen profesión y tienden a la perfección cristiana según el espíritu de la propia Orden y bajo la dirección de sus superiores. En las procesiones marchan corporativamente precedidos por su cruz; no pueden pertenecer al mismo tiempo a dos Terceras Ordenes, sino mediante privilegio apostólico; ni deben pasar de una Tercera Orden a otra sin causa legítima; son, en una palabra, la prolongación de la Primera Orden, aunque con personalidad jurídica distinta. Un proyecto actual de Constituciones de nuestra Tercera Orden, que todavía no llegó a aprobarse, la define así: «La Tercera Orden secular de la Bienaventurada Virgen María de la Merced fué instituida para que los que la profesan, ajustando su vida, cuanto lo permite su estado de seglares, al modo de vivir de los religiosos y consagrándose asiduamente a las obras de misericordia según el espíritu de la Primera Orden, alcancen la perfección cristiana» (1). Elementos de la Tercera Orden de la Merced. De lo dicho podemos destacar los elementos de la Tercera Orden de la Merced, comunes con las demás Ordenes Terceras, y a continuación añadiremos los propios de la nuestra. Elementos comunes. Son los que forman el denominador común de todas las Ordenes Terceras, y se reducen a la práctica, según es posible en el mundo, de los consejos evangélicos y de las observancias regulares. (1) Tertius Ordo saecularis Beatae Mariae Virginis de Mercede institutus est ut qui eum profitentur vitam ad religiosam vivendi formarrr exigentes, opéribusque misericordiae secundum spiritum Primi Ordinis sedulo intendentes, christianam perfectionem assequantur. 11. — 167 — Todos los consejos evangélicos se reducen, como a cabezas y a manantiales, a los tres de obediencia, pobreza y castidad que son la total abnegación de los bienes del espíritu, del cuerpo y de fortuna, que impiden la total y perfecta transformación de las almas en Cristo. Traduciendo del mencionado proyecto de Constituciones, los hermanos terceros, «imitando la obediencia religiosa se esforzarán en guardar los mandamientos de Dios y de la Iglesia, en cumplir perfectamente las obligaciones de su e stado, en obedecer a sus mayores y en someterse con ánimo humilde y amoroso en todo, aun en lo adverso, a la Providencia de Dios; »imitando la pobreza religiosa, e vitando lo superfluo en la comida, en el vestido y en el ajuar, seguirán la medianía dentro de los términos de las exigencias de su estado, dejarán el cuidado ansioso de las cosas temporales y usen de ellas como quien está en el destierro y dispongan a tiempo de ellas por medio de testamento; »imitando el voto de castidad, guárdenla según su estado, absténganse de bailes y espectáculos indecentes, y de lecturas depravadas, y todo sea decoroeo en sus palabras, en sus ademanes y vestidos»; imitando la vida regular, tengan algún tiempo dedicado a la oración mental, al examen de conciencia, a las prácticas comunes de piedad, frecuenten los sacramentos. Elementos propios. Son el espíritu de redención, y el de filial afecto a la Santísima Virgen nuestra Madre y Fundadora, y un porte santo, noble y valiente como conviene a miembros de una Orden Celestial, Real y Militar. «Imitando el voto de redimir cautivos, los terciarios deben consagrarse a todas las obras de mise ricordia y especialmente a favorecer, si la ocasión se presenta, la obra de la redención, a enseñar a los niños y a los rudos el catecismo, o ayudar con oraciones y limosnas las misiones entre fieles e infieles, a divulgar libros y periódicos católicos y, por fin, a fomentar y llevar a cabo aque-