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4(1925) - OdeMIH

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lerreOrgano de su VenerableOrden Tercera y Cofradías.Dirección y Administración:PP. MERCEDARIOSSilva, 39.—Madrid (12)AÑ O vil 24 ABRIL <strong>1925</strong> NÚM. 81p, vil», DE LA BEATA MARIANA DE JESÚS, por Fr. Juan G. Castro.—SANp1,71)11) ARMEN GOL, por Fr. Juan Interian de Ayata.—EL P. FR. ANTONIOl e;NDÖN • Por Tirso de Molina.—APUNTES BÍBLICOS, por Fr. José Migué-ÀOINA QUE ES UN PADRE, por Fr. M. 0.—LA FEA,1, 17 Julia G. Herreros.—LINA CAPILLA QUE RECUERDA TODA UNA HISTORIA,on-r Fr. Tomas D.—HACIA Ti, por Fr. Miguel López. — CRÓNICA MENSUAL,Ní r F‘r. L. S antamaría.—FAVORES DE LA BEATA MARIANA DE JESÚS.—El4TROS AMIGOS DIFUNTOS.Vida de la Beata Mariana de Jesús(CONTINUACIÓN)XIIISu fe y esperanza.n pretender reunir bajo estos títulos cuanto a ellospe l2 Y l o que quede disperso en esta narración, y princlpor"enteen la autobiografía de la Beata y su adición hechasu confesor, sólo pondré aquí algunos testimoniosh eor 'res — de su virtud y referiré algunos de sus actos, queter "o saber la fecha a que se refieren o en que se ejercípoh° 11, O por no cortar el hilo de la narración, no se pusiejnel curso de esta breve historia.disposición y anhelo habitual, como todos loss tr: lo P rotestara en el ejercicio del cristiano, era derramarhu hrngre por el honor del Evangelio. Se admiraba de quethZetse quien, desechando el autorizado magisterio dedf 's d 'ra Madre la Iglesia, siguiese su parecer o se adhiriesede je algún heresiarca; le eran tan creíbles los misterios1 0; 19 fe , que, con semejanzas caseras y palabras sencillas,en" ileclaraba y resolvía las sutiles dificultades que contra°8 s uelen ponerse en las escuelas. «En las fiestas—dice


— 602 —el padre Presentación—de la Santísima Trinidad, d el niacii;miento del Salvador y del Santísimo Sacramento y toud;,.`"Semana Santa, se abstraía de toda conversación, sinmitir que la hablase persona alguna, para extender lasvelas en el ocio santo, y gozando regalos del Amado, e°11 .;templar los altos misterios que en estos días la igles„1"celebra. Aquí eran sus raptos maravillosos, las susPens' denes singulares, los sentimientos peregrinos y el fueg°„,su corazón tan flamante, que, participado al cuerpo,Pu'rj-ecía, o mongíbelo abrasado en llamas, o pira herm osa uolincendios del Espíritu Divino.» Cuán viva fué su fe enSantísimo Sacramento, se verá adelante.Era cosa muy sentada entre todos los que la tratabanjasegún el testimonio de don Juan de Valladares—que Qimadre Mariana tenía dón de sobrenatural sabidurí a»; Y -1,padre Valverde, de la Compañía de Jesús, la tenia 1;2,«persona de raro espíritu y sabiduría, porque en tod i.materias que trataba con ella, aunque fuesen puntos difletiotosos, ella le respondía con facilidad y resolució n , ce,,ripersona que tenía gran dón sobrenatural de Dios».Juan Mascón de Moncada atestigua que la beata Möria,11:'sin haber estudiado Teología ni la Sagrada Escritu ra, "oblabaa veces tan profundamente de estas materias, que n„podía entendérsele sin conocimiento de estos estud ios, laque vió muchos religiosos graves y doctos que veniaeconsultar con ella algunos lugares de la Escritura, Y 2.14eles respondía «con tanto acierto y propiedad como Si hu_v1;-se regentado cátedra y estudiado muy de intento la ""/feria».Vino el padre maestro fray Juan Soto, Agustino, asultarle un caso, y de él pasaron a tratar de materia s esv;rituales, en las que estuvo tan oportuna alegando testinij-enio de los Santos Padres, que el padre maestro, lwrilvii.;adusto y nada amigo de beatas, quedó prendado de la s°,'";duría y virtud de ésta, y al salir de esta entrevist a cin° edoña Catalina Pasalagua, su pariente, que a todo esto sohalló presente: «Yo no he hablado con una mujer, sin° 1,3un teólogo muy eminente » En este mismo concePt°,d,tuvieron dos insignes maestros generales de la Merc,:nrfray Felipe Guimerán y fray Francisco de Rivera, que,W,gozar de su conversación solían ir a pasar en Sant a Jiu.'bara temporadas de ocho o quince días.Entendía la epístola y el evangelio cuando se call Obliaen la misa, y comentábalos con tal profundidad, que e603Par ecer de don Alonso de Torres Maldonado, excedía losti. "seros de los estudios ordinarios. Le causaba mucha devoel."11 ,;nca Y la repetía con frecuencia, esta oración de la domiinfraoctava de la Ascensión: «Omnipotente y sempider2°p Dios, haz que siempre tengamos contigo una voluntadi'Dtasincero».Y que sirvamos a tu Majestad con un corazónLin domingo de agosto, el undécimo después de Pente-"sts , en el que se lee en la antífona del Communio estasras: Honora Dominun de tuya substantia, preguntó alten fray Agustín de Jesús María: «Angel mío, ¿qué quie-J d ecir estas palabras?» Respondió él: «Que honremos,'ladre , a«NO •a Nuestro Señor con nuestra hacienda y bienes.»ángel mío—replicóle Mariana—; no solamente eso,que honremos a Dios con toda nuestra alma, todasN-jestras nuestras potencias, todo nuestro corazón y todo nuestroque todo esto es nuestra substancia.»h S abía el latín y leía libros escritos en esta lengua, y sienlos de creer al Padre Presentación, que suele estar bien°kenmentado, lo hablaba a veces con los letrados sin12"eri o estudiado. De bastante atrás tenía este conoci-IZe,nto. Estando enferma en Valladolid, rogó a su ami-Pdo ña Isabel de Acuña le leyese en un libro latino, y silendo a la lectora iba ella traduciendo; admiróse doñay deteniéndose, díjola: «Digo, hermanita mía, ¿quiénn i2 enseñado a volver el latín en el vulgar castellano?»yo un bellísimo maestro»—siensdPalprilldeiömiáesMeaxrpildicnadc:io«Tneesn.gos c, ,De su fe vivísima nacía el ardiente deseo de que todosstruyesen en sus misterios, y «así—dice don Francisco1," llern—tenía por gustosa diversión enseñar la doctrina,C2 p iaba muchos catecismos y los repartía, y del mencioeclo don Francisco se valía para enseñarlo a los adultos,as„Pecialmente a los hombres. Cayó en sus manos el poemaenipieza: Santísima Trinidad, Dios soberano y eterno:aZrincipio de los principios, y sin principio ab aeterno;Möle e hizo imprimirlo y repartirlo. Lo mismo hizo con71,rc's escritos, como la famosa letrilla Nada le turbe y ele Uatiam laudamus.POI' por Vi sitóla una joven noble, y al despedirse, seguramentee, t ener un recuerdo de ella, le dijo: «Madre Mariana,üll„viern e un libro en que lea.» «Bien está, señora, haré lo3,14,2 mandáis»—la contestó; y comprando un catecismoi ' ciéndolo encuadernar curiosamente, se lo mandó con


—...o111/11— 604 —este recado: «que aquél era el libro que habla de leer y elque la importaba más»; recomendación que pudiéramoshacer a más de cuatro personas devotas y a un religiosas.Cuando a Madrid llegaban noticias de que las arma s denuestra nación, paladín entonces de la causa católica,habían abatido las protestantes o mahometanas, sie ndo tanmoderada, «salía de sí —dice el mencionado don Francisc°Hem—en demostraciones de placer y júbilo... Y, con vivasansias, alzando los ojos y las manos al cielo, pedía a Pi°1'la extirpación y destrucción de errores y herejías y Id ex,°„1-tación de la santa Iglesia Apostólica Romana, con la dele"-sa y firme estabilidad de la fe católica.»El año 1623 vino a Madrid el Príncipe de Gales, con lapretensión, entre otras, de pedir por mujer a la Infanta doilaMaría de Austria. Andaban divididos los pareceres, a un i°,1de gente sana y prudente, sobre la conveniencia de es'boda, y parece propendían a ella la mayoría de los enarco'ta sujetos eminentes en letras y virtud, consultados en estecaso, contra el parecer del beato Simón de Rojas. Esie:«movido, como él mismo dijo, de un impulso interior, cltle obligaba con tanta vehemencia que ninguna resistenhumana pudiera reprimirle», dijo lo siguiente, que Parec,,e,„una profecía de lo que a aquel infortunado PrínciPe,efecto, sucedió el año 1649: «Si supiésemos que el PrínciP`de Gales, siendo Rey de Inglaterra le prendía su parlamento,y puesto en una cárcel pública la hacían causa conl°a un reo, y dándole acusaciones le obligasen a que diesedescargos, y no pareciéndoles suficientes le sentenciasenmuerte con sentencia irrevocable, para que en un cacidi52'en medio de la plaza de su Corte, le cortase la cabez a '1'verdugo que ejecuta otras justicias, a vista de todo e l mildo,ensangrentando sus infames manos en la púrpur a Red¿hubiera alguno que, con la previsión de esta afren ta, 5;animaría a darle a este desgraciado Príncipe por esP,°5:una hija de unos reyes tan ilustres? ¿Quién habrá tan oe':preciador de la honra, que estime la mayor de su coronatan poco, que ponga o intente poner la joya más precios°de España en manos de quien ha de perecer a aquellaminia, pudiéndose poner con seguridad y honra en el Pec'fiel y católico de otro Monarca? Fuera de que siend o n°5-otros católicos, como por la bondad de Dios lo sonl°,Asn'podemos negar que este Príncipe, no dejando la relig.',7,que profesa con demostraciones de ateísta (que no deta'— 605 —Por ningún caso), está condenado por alevoso a Dios y asu s anta Ley, y por enemigo declarado de su Iglesia, aMuerte eterna, con sempiterna ignominia, padeciéndola porluna ete rnidad en los obscuros calabozos hediondos delfterno . » Esto, que no se ocultó al beato Simón de Rojas,ta mbién revelado a la beata Mariana de Jesús, dice elluPgado de su causa, y si no con tantos pormenores, con' Has e nergía vino a decir lo mismo; porque diciéndole suenriVa Catalina que encomendase a Dios al Príncipe de,' dl es , que, pues había venido de tan lejos, no podía por'ellos de volverse católico, contestóle Mariana, según lo2testigua doña Elvira Villalobos: «Calla, amiga, que eseu2 cado no le puedo tragar ni digerir; que tú lo ves con los°Jos del cuerpo y yo con los del espíritu y me lo dan a verY d t ocar con las manos.»El mencionado don Francisco Hem, flamenco de origenY Pobre de fortuna, para remediarla pretendió asentar porcriado de este príncipe, y habiendo hecho ya alguns diligenciasvino a tomar el parecer de su amiga Mariana, lacual con mucho enojo le dijo que «ni por todas las conve-2.i ncias del mundo había un católico de incurrir en la indig11'12n y bajeza de servir a un hereje, declarado enemigo des U Dios y de su fe».ANZ.—Campeó su esperanza en la heroica consn"Inciaen rechazar la obstinada propuesta de matrimonio2e le hicieron sus padres y parientes, en sostener onceros el combate contra la sensualidad en que le parecía se11 , 7'21) 10 conjurado contra efia todo el infierno, y en la perseverancia en un método de vida tan austero.su espíritu en una noche obscura de melan-' ollaodtirna profunda y molestísimos escrúpulos; pero afianzadaen la firme esperanza en Dios, no zozobró ni se malogró,c° 111 0 tantas veces sucede aun a almas generosas, la obra?e su santificación; aferróse—remedio único en estas tribucioaes—aldictamen de su confesor, y solía decir en memiode las angustias de su conciencia: «A mí me lo hanIllandado, no me meto en más; no me fío de mi parecer.»Viöse un día cercada de navajas y de agudos cuchillos,Con que Dios le daba a entender los grandes trabajos quee esperaban, y ofreciöse generosa a sufrirlos.la A dmiraba a sus confesores el ánimo con que emprendíaObras más arduas, y la Beata le respondía: Que todas,23 veces que poniendo los ojos en el poder de Dios, con-'Idedo en él, acometía alguna cosa dificultosa, sentía en


—.wad• t— eo6 —sí otra sobrenatural y diferente fuerza, por lo cual lo qsin esta confianza le parecía imposible (aun en la s 1!/131-mas cosas que se habían de hacer con fuerzas naturale,"en llegando a obrarlas con ella se le volvían facfilsimas.Aspirando continuamente a los bienes celestial es, des-ipreciaba los terrenos, aun aquellos que más halag an eamor propio.En el mes de marzo anterior al de su muerte, fui Pernnalmente a visitarla a Santa Bárbara la reina doña /sabe,de Barbón, y no encontrándola en casa porque estaba ," ela de su amiga doña Elvira Manrique de Lara, dejó recaonde que fuese a Palacio. Al día siguiente persuadíala el PadrAeLuis de jesús María que lo hiciese, y «ella con grallutehumildad y buenas razones se excusó; y no sólo e n e.., 5";ocasión, sino en todas las que ocurrieron hizo la n lis ", u7;resistencia». Hablando de esto con el doctor Alfons o ;Santiago, le dijo: «No hay cosa que más sienta ni m e s,",tan amarga como estas idas a Palacio, ni hagas caso, ho'mío, de estas honras del mundo, que quien nació para Pisa:1estrellas, aspire a eso, que todo lo demás que ofrecemundo es aire y viento.»Desprendida de todo, ningún provecho, ni un vas2;,e,agua, sacó para sí ni para sus hermanas, que alguna s u``:1lo necesitaban, de la amistad con personas tan rica s ; ,Z,contrario, ponía empeño en ocultarles sus necesidades.día, a la una de la tarde, mandó llamar a don Luis Zárate2viniendo a ver lo que le quería, le dijo: «Amigo mío, osllamado para deciros que hoy no tengo qué comer ». (


— 608 —ndodición por no tener materia determinada»; y fray tierna et riade jesús declara que «nunca que la confesó halló nli edenconocida, sino pecados de subrección que no s e Pu„uevitar; pero que advertido plenariamente no halló Pe‘'d quevenial ninguno, habiéndola confesado en ocasioneshabían precedido causas para tenerlos»,e laEn esta misma opinión la tenían las personas qi una,trataban: doña María de Villena, marquesa de la Lagatestigua que «nunca vió su excelencia en esta S ierva sig0 jeDios cosa que echar a mal de cuantas en ella notó,que alabar y que codiciar por su grande perfecció' queésta en estimación de su excelencia fué tan grande, que ciagaba a hablarla con encogimiento, nacido de la rever' granque tenía a su virtud»; Lucía Martínez dice que c on ma,confusión y vergüenza se ponía en presencia de Sornana, viendo su gran perfección; y Melchora de lo s 1-4'1su muy íntima amiga que la acompañaba a veces e n loslanaejercicios piadosos, después de decir que llevaba Ma cosade Jesús una vida tan ajustada, que jamás notó en ella ele suque pudiese oler a culpa, atestigua que era tan grancuidadoen evitar faltas, que algunas veces, despué s ( e algna santa conversación que tenían, le preguntaba:0Ye'uMelchora; ¿,he dicho algo en que pueda haber pecad o ; Aañade que estaba maravillada de que una criatura sutetuuermiseria como las demás del mundo, «viviese como siun ángel del Cielo».‘, losEn la oración se aviva la llama del amor divin o, .7raptos son efectos de la vehemencia de las ilustracionesafectos que en ella se reciben, y las cosas extraordinar,junsque a veces en el exterior de los siervos de Dios aparl'cson señales de lo que pasa interiormente. Oraba «C° n tanAn u„fervorosa ansia— dice el padre Presentación—que cruza"hlos dedos de las manos unos con otros, los apretaadefue ra"manera que habían hecho impresión y señal como siencajes dispuestos con artificio».Su oración era continua, no sólo en el tiempo que ' a elindedicaba en la casa y en la iglesia, sino también cua nd° entendíaen otros asuntos, como en visitas, «y así — di ' °- su 'confesor—ha andado y anda de presente casi con un a Continua abstracción y elevación en Dios, y todo lo que io espiresto le causa fastidio». Catalina, su criada, declara que udolas suspensiones que en Sor Mariana vid, y efecto sque pnotar, la parece que «siempre estaba en oración Y en lupresencia de Dios». El padre fray Pedro de la Madre jeNosde h . ' testigua que «era tan dada a la oración esta siervad„ 'los y acudía a ella con tanta puntualidad, que era cosaadmiración; y de ordinario andaba en la presencia dei„ N uestro Señor, de suerte que aunque estaba con las crietudsY las respondía y consolaba en sus trabajos y necesidane.8Para que la buscaban, no se apartaba un punto de Diose l Perdía su presencia, antes tomaba motivos de alabar at:„te, Setior de las criaturas que hablaba; y era esto entil° extremo, que cuando acababa de comulgar, estandou,`" iu a Y actuada con la presencia del Santísimo Sacramenj:Y ta n entregada a él, con todo eso, cuando llegaban al-;;411 ; as cri aturas a ella para cosas precisas del consuelo esz.,4'1,111°11 , las consolaba y hablaba sin perder de aquella alteb;h4econtemplación y unión en que quedaba cuando acalelarecibir el Santísimo Sacramento». Y la marquesal'i!a Lag una, que la visitaba frecuentemente, casi siempreraa: isa Paba en oración, en que perseveraba tres o cuatro ho-1,7,8111 mover pestañas, ojos, cabeza ni mano, como si fuetsa'h l. ie mármol, causando en la marquesa y demás circunsti8p,"2 ternísimos afectos de devoción. Un día en que larp-,u ' a anduvo muy ocupada en visitar enfermos, cuando seCgtö a su celda, vino a verla el padre fray Marcos deb `41,11 Lorenzo para preguntarle si con tantas ocupacioneseZtui faltado a su oración—no sé si porque a él le corriesea„--$2 obligación o por ser entrometido en cuidados ajenos,l 'ale todo puede ser—; adelantösele Mariana con estas pa-:luoin.rdreaaescid:0::r o«Padreaude r ea mío, qou,e o e dy é vuestra reverencia pena niaunquensalgocomunico a las criaturas, noqeuseovipeinee 'pierdo a ensio>u).n punto la presencia de Dios, que biene Cosa de notarse le sucedía cuando el Señor no queríaque se le encomendaba, porque o se le daba aoni,te nder de antemano o se le borraba de la memoria; y así,-n dole en una ocasión fray Juan de San José que encohae,lidsea Dios ciertos asuntos, contestóle que no podíaerio , ni Dios quería que lo hiciese; estando enfermo ded TeZte el marqués de Monterroso, a quien había alcanzadoda eflor otras veces la salud, y habiendo vuelto a su celei:visitarle y preguntádole los religiosos por el suceso dete enfermedad, contestöles que «era su muerte muy cierdv°rquecuando quería pedir a Dios su salud, se le borrabrigie la memoria, y a doña María del Zurco, que vino a pretiln-,2rielo mismo, contestó: «Paréceme que de esta vez—ará. don Baltasar, y no será como en otras ocasiones. -


-- 610 —Juana de San Pablo afirma que en su presencia, « ecela iglesia como en su casa, fueron innumerables lasque vio en suspensión a su buena maestra». Y ounqueu enpadre fray Tomás Martínez dice que el tiempo en que soliejetener lugar estas suspensiones y éxtasis era despu és 05comulgar; con todo lo anteriormente citado y otrasque tenían con ella trato más íntimo, afirman quesolía tenerlos en casa; porque María Hernández,dola en sus enfermedades, al ir a llevarla alimen to, 11,";contraba tan enajenada y elevada que por no imPeu'raraquel regalo que Dios le hacía, se retiraba, y que dCO'que la Beata hacía por disimular estos favores, s e le CO:nocía claramente en una belleza que en tales ocasi ones bri;liaba en sus ojos y en su cara, tan superior a todas l as belmosurasde la tierra que se conocía ser celestial.Esta belleza y resplandor de su rostro se encuentra d'Ir:macla por muchos testigos, y a pesar de sus rasgos fist:micos poco hermosos y de su extremada escualid ez, iel'r e-se de ver en sus retratos. «Suele también—dice s u C°11`;sor—muchas veces usar el ponerse en forma de cruz, Pah":3ticularmente en una grande que tiene en el huert o, Y "aexperimentado en estas ocasiones darle en el rost ro Ifil„agrande y extraordinaria luz». Su criada Catalina ateau ¿de«que esta sierva de Dios fué muy regalada y favorecid5Nuestro Señor, y que en ocasiones daba al exterior ifluellhaaveces señasde las grandes misericordias que Dios 1-15%con ella y de los favores que interiormente recibía, P°11„-eimii) -5algunas veces la veía en el rostro con tanta claridadparece despedía de él rayos de luz, y los ojos tan „–ra be'que era cosa que la causaba mucha admiración, y tanto.,''a,su gozo y su consuelo en verla, que algunas veces se t`yrbei a ella y la abrazaba, otras se contenía y la dejaba,vsjno estorbarla ni interrumpirla». Cecilia Morales, plauoje,viuda, la vió en su celda extática y con el rostro resP2ciente. Lo mismo le acaeció a un paje de doña Elvir a Iviaerique de Lara, que entrando a darle un recado, advirtió cl "dela celda, estando cerrada la ventana, estaba ilumina"raresplandor que salía del rostro de la madre Mariana.esto–dice la testigo doña Bernarda Ferraris y 5Miarje«no de otro modo que si su rostro fuese terso espejo en clala luz del sol estuviese reverberando, pero con la diferencique esta luz era más sutil».Juritábase a éste otro efecto no menos maravilloso: 11,'blando de estos altos grados de oración, su confesor dieP— 611 —r e ,est ando toda en grande paz, sin que las potencias yijnt os lo impidiesen y en gran silencio y como en un cieehtnn Y s ereno y pacífico interior, quedaba ordinariamentefr^«,,afectos muy íntimos de amor, y algunas veces con unaa,7„." 11, ol a extraordinaria y una unción en el corazón qued i7 ,algunas veces redunda en su virginal cuerpo. Pretener`nuoc alificar este olor, dice doña María del Zurco «que012 tan extraordinario, que era como ninguno de los buenosnr,",reS que hay en el mundo»; y don Francisco Terza, «queOlor' 'olor con que poder compararle, sino que era uncelestial».re,.Surrta con frecuencia raptos admirables en los que apani'lael evada en el aire. En uno de éstos se acercó a ella laZ ucio nada doña María del Zurco y la tocó sólo con el«Y corno si el cuerpo fuese de pluma, se desvió y retideella bastante espacio».2Mb ar g: ad ITILIChas veces con estas avenidas del cielo,«zi la, el hilo de la conversación y con mucha gracia decía:s, 1-1e decíamos, ángel? Mirad qué boba que soy, que noe‘,;, Ill , e acuerda.» Hablando de Dios—dicen los testigos—sepai",aoa de tal manera, que era muy frecuente a las pocashe-juras quedar arrebatada y extática, y en estas ocasioeu-,,-,,--dicedoña Isabel Montero—«no está su alma en aquelsino que se va a fijarse en el cielo y en Dios miscle-,,>>. En esta actitud la hizo retratar esta señora por manoc i-1 " 11° cleadlos mejores pintores de la Corte, y salió tal elr, ro, que atrajo mucha gente a verle.da h" On Alonso Torres Maldonado y don Jerónimo Baltoiii-d"°, ambos del Consejo de Su Majestad, don Diego GuznY Toledo, teniente de Gran Prior de la Orden de Sandn' Y el padre carmelita Juan Pedro de la Purificación,er ldi Contestes en afirmar que la fuerza del amor divino laqt ataha en éxtasis, que no podía impedir ni disimular, yg'o - sus Palabras eran tan abrasadas que introducían el fue-„, a mor en Dios en lo más íntimo del alma de los quey ;senchaban y que despertaban tan vivos deseos de amarqu-pervir a Dios que los hacía despreciar por inútil todo lo-Nn° se encaminaba a este fin.%II–e los regalos que Dios le hizo, algunos tan notableshalla el a negarse en la llaga del costado de Cristo y el derlizi c se toda endiosada, nada repito aquí por hallarse ref e-col: en la autobiografía de la Beata y su adición por su-esor , y en esta breve narración mía.(Continuará).


— 61-2 —San Pedro Armengol,Mártir de la Orden de la Merced.27 de abrilTodavía ni la Iglesia universal, ni toda España (alincluteeesperamos que ambas lo abrazarán algún día), sí solarne.n'mi religión, por indulto y concesión de la Silla APostöllc3celebra el 27 de abril la fiesta de San Pedro Armengol, escla ,srecido Mártir de Cristo, el cual, por haber padecido losIItei ribles tormentos en testimonio de la fe de Jesucristo, CO °,57razón es tenido por Mártir, aunque permitiéndolo así Di°sla sacratísima Virgen, no acabó la vida en el patíb ulo. eAcerca de sus imágenes, que son ya bastantes, m e Parecradvertir algunas cosas. Pues éste es el Santo, que c on babeoperdido miserablemente la juventud en el siglo, ay uclad2 ri c°enlos poderosos auxilios de Dios, se entró después en ni'de Nuestra Señora de las Mercedes, redención de cantidonde respl ndeció tanto en virtudes, que compensó demaneras el modo de vivir que había tenido antes, y llegöt,e„breve a la cumbre de la perfección. Este es aquelbiendo silo enviado algunas veces a Africa para r edinur olos cautivos, después de haber libertado a muchos d el Yugdode la cruel servidumbre, al fin, como se hubiese entrevoluntariamente a sí mismo por los muchachos qu e c°1.01-,13r0riesgo de perder la fe, consiguió la corona del martirio.l''.mejor será oir las palabras tomadas del rezo, que dicen 3e;«Doliéndose de no haber podido por falta de dinero liber—ea algunos muchachos que titubeaban en la fe, él misin° no squedó en prenda por su redención. Entretanto le atarongrillos, y como el día señalado no hubiese llegado la Pßglatasada por la redención y le tuvieran por despreci ador deflesuperstición mahometana, le ahorcaron en un madero."aquí al Mártir del Señor, que cuanto estuvo de su partintrépido la vida por el nombre y divinidad de Jesuc rist°' yhubiera muerto allí, si su dulcísima y piadosísima See°1-31Patrona la Virgen Santísima lo hubiera permitido, la cligjraconservó libre sosteniéndole blandamente. Pero oigaln°s°,t0vez lo que se lee en su mismo rezo, que son palabr as Intl'eamejores que las mías: « En este intermedio vuelve de sl)3— 613 —da Africa (dice su rezo) su compañero Guillermo con el precios e la rede nción, y sintiendo en gran manera la pérdida delaut° varón, acercóse al lugar donde permanecía colgado,nni?ntróle eric todavía vivo y que le decía: Carísimo hermano,sa- n°res ) Pues vivo sostenido por las manos de la Virgenj tma , que alegremente me ha socorrido estos días.' T-10 ent onces de indecible gozo, le descolgó con admiracióntarit°d°s e , pero sin dar crédito los bárbaros, y habiendo liber--",, ° a los demás, se volvieron gozosos a su patria.»' ese pintado y por buenos artífices, el triunfo de esteft'stre m ártir, pero alguna vez con descuido, que tal es lau haqueza del ingenio humano. Píntanle colgado del cuello coni ."4 c erda y cerca de el a la Santísima Virgen, que le tocai con la mano; y lo que no puedo menos de admi-rarr:Mucho, pintan tirante y apretada la cuerda con el pesoe: su Mismo cuerpo; sin embargo de que para describirse el°Portunamente debiera pintarse floja, como era verosí-C; que sucediera cuando estaba sostenido el cuerpo conb i:rza superior, conforme he notado haberlo observado muSrDIOS pintores en otras imágenes en que se ve representay-3 e:te mismo hecho. Pintan también al ilustre mártir bajadoel Patíbulo, atada una cuerda al cuello en señal del marqueque p adeció; pero sin observar bien la circunstancia1;12 verdadera y elegantemente expresan las palabras del4.--srno rezo del Santo, que dicen: •Desde entonces el bienei.enturado Pedro retuvo toda su vida torcido el cuello port,nsliPlicio que le dieron y el semblante flaco y descaecido.!4 ,Lcitle , por más que parezca menudencia, me ha parecido„"vertiria eeicio. a honor y gloria de un varón y mártir tan escla-FR. JUAN INTERIÁN DE AYALA (1)(1) E n su obra «El pintor cristiano y erudito».


— 614 —Galeria de Misioneros Mercedarios.E1 P. Fray Antonio RendónPor Tirso de 0115 .0El padre fray Antonio Rendón, de sangre clara y ruarav" ,-„5,1celo, pasó por estos mismos años (los del P. Correa), desd e -Perú a Chile, con solo el motivo de avecindar en el ciel o nuevosmoradores, porque a llevarle, como a muchos, la eodiei:s eno dejara los tesoros del Cuzco por los dudosos y llenospeligro de aquel reino. Mostró luego ser éste su empleo, Prque' arepartiendo lo que trajo entre españoles pobres, se dio focl°f,la granjería de las almas, acaudalando de éstas riqu ezas in Initas.Es capellán mayor de nuestr°ejército.Amáronle los gobernadores y capitanes con tanto extren1:0que le obligaron, haciéndole capellán de sus ejército s , a quese le perdiese de los ojos; pero qué mucho, si no habí a dise--Sión que no la apaciguase, pobreza de soldado que no larriese aunque se lo quitase, como dicen, de la boca?Sus exceienclas'Angel en la afabilidad, una cara de risa en los traba jos ' ;Llalla°oración continua entre los desasosiegos de las armas, itlfuti6;ble en las confesiones, en las pláticas espirituales, en l os sact,::menos y muchas veces en los trances de mayor riesgoneando la espada como la disciplina, y el arcabu z 0°1°breviario.Cerco del fuerte de Aralic°apretadisimo.liallóse en el apretado cerco del fuerte de Arauco, tau ; rileßmorableen todas las historias, y con razón, pues Padee,:ed»gslos sitiados cuantas penurias y calamidades las más Poma-aque celebra el mundo.Eran los bárbaros innumerables, que con tema del infiern:y asaltos presurosos pretendían entrarles; defendíanse los nuei 5tros como españoles, pocos contra innumerables y és1'.5,,, '°1-1.más valerosos de todo el Occidente, pero nunca los rinche'El hambre sí, tan rigurosa, que después de comidos los cav--- 615 —'ti", los animales domésticos, los cueros de las adargas, zapa-.°3 Y Pret inas, sin haber ya con qué satisfacer a este enemigo112nsabl e, se quedaban sin vida, arrimados a las trincheras y" ensas del perseguido fuerte.A todas estas miserias acudía el compasivo fray AntonioP0Sb tanto e spíritu, que, puesto que el remedio humano era imle,con el divino, oraciones, disciplinas, consejos y espeipenz8 al entaba, fortalecía y tenia en pie a los desmayados, en-Jr,rabQ a los difuntos, sacramentaba a los agonizantes e inter-6-egta s in cesar por los que estaban vivos. Quedaron pocos deh-SI OS, Pero confesando todos que fray Antonio solamente desrtiesde Dios había sido el apoyo de sus vidas.Hállase en la fundación de Angol,frontera de los araucanos.m. hialse también en la fundación de Angol, frontera de losindörllitOS idólatras de aquel clima formidable. Cada díat c°nletidos de ellos, sin reparos al principio suficientes, y nueser°fraile valeroso peleaba tal vez como el mejor soldado, y talei t11° P astor los beneficiaba y reprendía, porque todo el tiempoede duró el peligro de aquella población fue su vicario y curaaquel presidio.v Consta todo esto de la información que en favor de estej rön P i adoso y otros compañeros suyos, despachó al ConsejoCrenlo de esta Corte la Real Cancillería, en la ciudad de la° n cePción entonces, y agora en la de Santiago, autorizadae° 11 sus firmas y las de muchos testigos abonados, en queolltePone nuestros religiosos a todos los de las otras Ordenes/42 iba n ya viniendo con el mismo espíritu.Provincial de Chile y del Cuzco.e Nie Provincial de Chile, y por causas que tuvo, y yo ignoro,nil t hiPlido su trienio, se volvió a la del Cuzco, donde le eligierondos dveces para el mismo cargo: tanta mansedumbre yhstil'ciencia experimentaron en su gobierno que no sabían echarMuere como santo.n Tuviéramos mil ocasiones de celebrar sus prendas, si nor°s hub ieran defraudado los descuidos de los que los conocie-°n• SePultóse en nuestro monasterio del Cuzco.


Apuntes bíblicos.JERUSALEMEs éste un nombre cuyo recuerdo va siempre acoinPafia'do de una multitud de emociones, suavísimas unas, sutil"-mente trágicas otras. En aquella ciudad había determinau°la amorosísima Providencia de Dios llevar a cabo la granobra de nuestra redención, resumen de las manifestacionesdel amor eterno de Dios para con sus criaturas, y resuffie.11también del olvido, ingratitud y perfidia de parte del lionlblepara con su Criador.El origen de esta ciudad se pierde por comp leto en la anoche de antiquísimos tiempos. La primera vez que lamos mencionada es cuando Melchisedech, rey de Saieril )rsacerdote del Dios 'altísimo, salió al encuentro de Abrahanique volvía de castigar duramente a aquellos cuatro reYesorientales que coaligados acababan de realizar una inctirir,,-,sión criminal en el fertilísimo valle que más tarde que')sepultado bajo las aguas del mar Muerto (Cap. XIX d el Geinn'sComo la fecha de tales acontecimientos suele fijarse porhistoriadores alrededor del ario 2000 antes de Cristo, Y Y."entonces hallamos a Jerusalem constituida y regida Porrey sacerdote, ya se ve la gran antigüedad de su fundación.Sus habitantes fueron durante mucho tiempo los jebnseos,descendientes de Jebús, hijos de Canaán, cananTápor consiguiente, y llevó el nombre de Jebús, que sig"aplicándose a la parte que quedó en posesión de los ültirerestos de sus antiguos dueños, hasta que David los exterinynó del todo, construyendo su palacio en esa mism a parteque desde entonces se conocía con el nombre de «Ciudad ,,David».El nombre de Jerusalem está compuesto de dos eleinerin -tos, significando posesión, habitación o casa de pas, Ychas veces se la llama con solo el último elemento,esto es, paz, o también perfección. Hoy los árabes le llarnn'el-Quds, que quiere decir Santidad, la ciudad santa.Está edificada sobre las extremidades de dos colinas que r,trocorren paralelas de Noroeste a Sureste, separadas en— 617 —trieep ten po4npdoorseundevalle esco qmubuts), el tiempo llegó' a desaparecer2n cada una de esas colinas hay que distinguir tres pro-Piano de Jerusalem.srni.nencias, viniendo así la ciudad a tener su asiento sobrernontecillos. Pertenecen a la colina oriental y situadose .Norte a Sur el monte Bezeta, el Moria (sobre el que seel,c12-c (5 el Templo) y el Ofel. A la colina occidental, más ele-'44 Cine su gemela, pertenecen el Gareb (que se apoya en


g'S Z.414— 618 —el Calvario), el Acra y el Sión. Sobre el Acra hizo construirAntioco Epifanes una ciudadela que en seguida fué d estruidapor Simón Macabeo y con sus escombros se rellen ó fue13parte de valle que separaba el Acra del Moria. Este at ia eallanado por Salomón, quien sobre la explanada resulttedificó el magnífico Templo cuya fama persevera indele lb een la memoria de todas las generaciones.Por los tres lados de naciente, mediodía y poniente est3 n ellimitada la ciudad por un profundo valle que la rodea, c°1 (onombre de valle de Josafat al naciente, valle de flinn°) worteEnnon) al Sur y el valle Gihon al Oeste; mas por el i‘corren las mencionadas cordilleras a unirse con el vasto( (1-sistema de montañas que se extienden hacia Carem ‘' 0Kärim, lugar de la Visitación de nuestra Señora a Salita deIsabel y donde nació el Bautista,) circunstancia que haceJerusalem como una península.Ya en tiempo de David y de Salomón se procuró rOdeara la ciudad con un fuerte circuito de murallas que fac' ;lita'ran la defensa de la plaza; mas si bien es verdad que por a la eilado de los valles, éstos ayudaban de manera muy eficazdefensa contra los ataques del enemigo, otra cosa mil.Y n dis"dotinta sucedía por la parte del Norte; por lo que, no juzgasuficiente una muralla, fueron en diversas épocas levant"-dose otras, hasta tres, que construidas según aconseJabala táctica militar, con ángulos entrantes y saledizos, al decirde Táçito, formaban ya una defensa bastante valiosa.Estas murallas estaban coronadas de almenas, y a cad3200 codos (como unos 90 metros), se intercalaba una torresuerte que, cuando el emperador Tito se dirigió con ss13legiones a ejecutar la venganza divina decretada con o aciudad deicida, hallábase esta rodeada de 164 torre' 3eddefensa, distribuidas en esta forma: 60 pertenecían a la Primeramuralla, 14 a la segunda, y 70 a la tercera. Esta 1:11103muralla había sido levantada por Agripa II, dando u n b it eensanche a la ciudad santa mediante la inclusión del fri°11teBezeta, alcanzando así la ciudad como unos 7 kilómetros decircunferencia.Entre otras muchas obras con que Herodes el Granel Cruel, pudiéramos apellidarte), de las cuales hablaremás tarde, una fue el soberbio palacio que edificó parae (31nwsresi"— 619 —flcia suya en la ciudad de David (sobre el Sión), protegido) T tres torres que se distinguían con los nombres de Hippits,Phasael y Mariamme, que eran, respectivamente, unun hermano y la madre del propio Herodes. Refirien-)se a este palacio, decía un protestante que hizo este viajeTierra Santa, estas palabras: «El palacio de Herodes, jun-'mente con todas las edificaciones de Agrippa, con todoss jardines y cisternas que le rodeaban, ha desaparecidon dejar rastro de sí; solamente un testigo de vista hace de. mención, que es el historiador judío Flavio Josefo. A nin-In Peregrino se le ocurre preguntar dónde se hallabanWellas espléndidas salas en que cien convidados se senta-In a la mesa de Herodes. En cambio, ninguno dejará de'eguntar con piadosa ansiedad en dónde comió el Señor\)1.1 sus discípulos el cordero pascual y la última cena».r. Schubert, Reise in das Morgenland, Band II, Seite 546).(Continuará).FR. J. MIGUELEZP AGINA MISIONALNo hay duda que se ha despertado intensamente en nosotros elPiritu misionero. ¡Tenemos antecedentes tan gloriosos! Pero lo)table, lo singular hasta ahora, lo imprecedente en la Orden, esle religiosas de clausura pap ‘...1 rompan esa clausura en la que•lsaron siempre vivir y morir, y lo hagan bendecidas de todo'razón por Pío XI y salgan a la plaza del mundo y emprendanI viaje largo para establecerse en Wuhú y secundar entre lasvenes la labor de los misioneros. El nobilísimo señorío de Viz-374 a las páginas de su inmarcesible historia añade hoy unaLeva , hermosa y fragante como una rosa. Del antiguo beatariola Merced de Berriz, del hace algunos años celebérrimo centroeducación y formación de señoritas sale hoy un grupo selecto,11.10 todo lo de Bérriz, con fuego de apóstoles en el corazón, con1stencia y tenacidad férrea en el czrácter, para implantar en el-lente un Colegio, émulo del de Berriz. Dios bendecirá copiosaeri,tea las religiosas que se van y a las que se quedan.h8 una obra transcendentalmente pedagógica—esta vida esCuela para la eterna—ensanchar los horizontes de la actividadttnana, hacerse cargo del prójimo, mejor dicho de todos los horn-•


- 622 -despedida con aquellas palabras de fuego que evocaban los suba"mes arranques de San Francisco Javier. Los Padres Sance t, Renedo,tirarte, Vicinay, que tuvieron la amable atención de despedirnosantes de embarcarse para la China de sus ensueño s. ¡ O la ẖ,misión de AnwheilUn ángel, lazo de unión'¡China! Muy tiernos lazos la unen con «Juventud MisioneraMercedaria» desde que Marichu Ererio, aquel ángel de las mi15fonesque murió tan santamente en el Colegio el 4 de Febrero deus1921, ofreció su vida por ella. Aún resuenan en nuestros oídos -spalabras expirantes, que arrancaron dulces lágrimas a los que (clapresenciamos su muerte angelical: «Dios mio, os ofrezco mi z)'por la salvac ión de los infieles. Jesús quiso morir por las, 1ayo también muero gustosa por la salvación de los infieles, polsantificación de los misioneros, en especial del Padre Vidaurrzaga. Yo les ayudaré desde el cielo. Y dos horas más tarde, cuan"do tan sólo unos instantes la separaban del último adiós a la tierra;cuando abrasada por la sed, tuvo aún fuerzas para mortificarseprivándose del agua por la salvación de las almas, prometnuevorogar en la Gloria por la propagación de la fe, esPecial'demente en la misión de Anwhei, para que en el Colegio aumenta"el espíritu misional y ante todas las cosas por su queridísimo pi a -dre. Pero, ¿quién iba a decirnos entonces que al rogar con tanocariño este ángel de las misiones por su querida misión de Anwhel'iba a conseguir del Señor que nosotras, sus Madres, intentáratn°tomar parte activa en ella? Y, sin embargo, es ya un hecho./Pero, ¿y la clausuraLo han decidido en Roma: mientras permanezcamos allí (sálola clausura Papal se transforma en clausura episcopal, filientrasque el convento de Berriz seguirá en la forma que hastaaquí.¿Y este Coleg.iof¿Desaparecerá?... ¿Sufrirá menoscabo?... Nuestro Colegi o, quees vuestro, prosperará también con la bendición de Dios, CUYacondición es ser liberal y dadivoso con los que con El lo son Y secomplace en que busquemos con ahinco su reino, encargäll'''D s-El de darnos todo lo demás por añadidura. Bérriz seguirá lo trtisemo y para lo mismo, y esperamos en Dios que con mayor Pr°s'peridad aún.¿Cuándo será la rnarc ẖ; doSe ignora, pero pronto. Trátase de ampliar aquí el novi c L2Lpara que no falte sitio a las muchas almas generosas que quieran


— 624 —consagrar su vida a la salvación de los infieles. ¿Creeré is que yahan empezado a llover magníficas vocaciones misioneras?Rumores de selva laja"'Aquí se desliza la existencia con suavidad inefable y el rullWrde las voces infantiles de nuestras colegialas embellece y alegrael paisaje como las vistosas y variadas flores engalanan los Pradossilvestres. Todo esto, de belleza y, dulzura inenarrable, I°abandonaremos por Cristo. ¡Qué! ¿Viviremos nosotra s sin quenada nos falte gozando de esta amable sociedad que todas sab°reasteisalgún tiempo, y no querremos participar de aquel la otrabien diferente soledad del misionero, que, alejado de su patria, esapenas conocido de los que le rodean y ve trocada la amable ecnri,paffia de la vida religiosa por ese aislamiento que constituYemás penoso de los sacrificios?... ¿Diremos a voces que se pierdenlas almas por falta de obreros evangélicos, y seremos tan collardesque no ofrezcamos nuestras vidas en aras del más grandeideal, el mismo que Jesús trajo a la tierra?... ¡Oh, que som os redentoras,y llegó el día de llenar este nombre augusto, redittnen-do de la infidelidad a tantos pobres paganos! Llevamos en la sane-gre esta misión; la heredamos de aquellos nuestros Padr es TI;obligados con voto a redimir los , cautivos, trocaban por htirueu‘ia-smazmorras sus celdas confortables y daban gustosos sus viu3porque el débil y vacilante no decayese en la fe.Lo quiere nuestra Madrebendita de las Mercedes'Es Ella la que pone en nuestros pechos el celo por la hon ra deJesús. Lo quiere, sí; buena prueba de ello es el heroísmo quefunde a nuestros Padres, que, faltos de todo lo humano, se Ila;lanzado, sin embargo, a ganar almas por las extensas regI°11e0-del Piauhy. Si la Virgen lo quiere, ¿quién vacilará?... ÑuIén 11-se acogerá a sus banderas seguro de la victoria?Lo quiere el Papa.—Expuesto en Roma el proyecto por nuef"tro Rvdmo. Padre General, ha sido calurosamense aplaudido. P„,más: en audiencia privada concedida por Su Santidad Pío SInuestro hvdmo. Padre General para tratar de este asunto, leencargó nos dijera: Que Dios nos va a bendecir mucho Yllentitil;de santa gracia por tan inspirada idea y que El nos bend ice '-todo corazón. ¿Qué más queréis?Lo quiere nuestro Rvdmo. Padre General, que desde el priluermomento se ha constituído en apoyo de esta gran idea, alentancl°;aconsejando, negociándola en Roma. ¡Oh, cómo se ve palPIIarcorazón de un apóstol a través de los párrafos de sus cartas, toda/5ntan misioneras, tan redentoras, tan Mercedarias! Manos, pues, a "— 625 —°bPa— decía en una de sus primeras cartas relacionadas con esteasunto—con resolución, con confianza en Dios y fija la vista enniciyor gloria y en el progreso de la Orden. Se dard un paso142Port antísimo en la vida de ésta y todos recibiremos beneficiosaextraor dinarios de Dios. En el momento en que la R. M. Comen-9°ra—decía en otra—dé en nombre de todas el sí para ir a mi-,yo las bendigo como el Señor en el nombre del Padre, del' 110 Y del Espíritu Santo. Amén.;Somos felices ir:suulémiiminoes?..queda aya después de tan solemnes bendiciones de losceoPi rese n taes nt de Dios en la tierra sino esperar ya la suya muyt [nada y contando un himno de agradecimiento por vocación¡Almas, Señor, danos ahora muchas almas, y pídenos lo quequieras!-Vosotras, ejército valiente de «Juventud», rogad sin desmayos,nPnara qu e pronto seamos misioneras activas como lo somos ya deti-212/3re y para que el Espíritu Santo nos llene de un fuego celes-' semejante al que recibieron los ,.4póstoles el día de Pente-costés.S. M.Colegio de la Vera Cruz, Bérriz, dirigido porreligiosas Mercedarias.PteraPna de la velada.19 de Marzo de <strong>1925</strong>.1. ° Danza española núm. 6. «Granados » . Piano.2.° Dulce visión. Poesía misionera.3. ° « Vieni», melodía, canto y piano. L. Denza.ii(51,4:.odelelL 11.0a la labor misional del curso. Reorganiza-Junta.5. ° Himno misional, R. P. Galdós. Coro de alumnas.6. ° Conferencia oral. R. P. Tomás Carbonell.Repos de la Sainte Familie. Piano y armonium.8. ° Sed de Jesús. Poesía.9. ° Sorteo de los lotes.10. « Aldapeco». Canción vasca armonizada. G. Guridi.e Tesoro espiritual que Juventud Mercedaria Misionera»e Berriz ha ofrecido por las Misiones de infieles desde elPrillero de Octubre de 1924 hasta la fecha.


— 626 —Alumnas internas.Misas 10.135Comuniones 9.831Rosarios 11.239Visitas al Santísimo 33.646Mortificaciones.178.034Avemarías rezadas en filas976.00_8,Actos para el tesoro del Sagrado Corazón... 94.55Alumnas externas (clase gratuita)MisasComunionesRosariosVisitas al SantísimoMortificacionesAvemaríasActos para el tesoro del Sagrado CorazónExcolegialas que pertenecen a «Juventud».MisasComunionesRosariosVisitas al SantísimoMeditacionesMortificacionesDistribución de limosnas.A la Obra de la Propagación de la FeA la Obra de la Santa InfanciaInvertido en propagandaUn palio para el R. P. Antonio Guasch, Universidadde TokyoObjetos varios para la Misión de las Islas CarolinasInvertido en ornamentos y objetos varios para lasemana Misional de Bilbao con destino al futurocoiegio de Wuhú (China)A las Misiones Mercedarias del PiauhyInvertido en billetes para la rifa a beneficio delas Misiones de PiauhyAl Sanatorio de Leprosos de Fon tillesA las Misiones Carmelitas de VerápolyA la Misión de Fernando Poo.A la Misión franciscana de los jíbaros del Ecuador.A la Misión dominicana de FoochonAl R. P. Mario Martín, Misionero del Tonkin1.8421.36°7.65615.60570.168310.6054.6104.5783.9966.1665.1254.28935.871100100513001001.860500100100100100100100100— 627 —la isla de leprosos de Culiónla Semana Misional de Bilbao (Unión Misionalu del Clero)e,colegio de Nuestra Señora del Carmen, Silva,r, '55 ) Madrid."e J uventud Misionera Mercedaria del colegio deBérriz y para bautizar nueve niños con losnombres de Mercedes, Paz, Asunción, Cándida, Pío, José María, María Isabel, María Mercedesy Felisa PazTOTALLo QUE ES UN PADREEpisodio del Cardenal Martini.—Buenos días, Eminencia; dispense, pero vengo con unasunto urgente: "diera venir ahora mismo Su Eminenciaa. visitar a un pobre presidiario? Es un anciano que está murtlendo y desea con toda ansiedad verle. Acabo de adminisrarlelos últimos Sacramentos, y cuando iba a dejarle, me1,11st O viniera junto a V. E. sin dilación. Como yo vacilase,ve'r saber las graves ocupaciones de V. E., me ha entregadoeste crucifijo, diciendo: «No hay en el mundo más que otro,e,ru, cifijo como éste; es mi contraseña. Muéstreselo al Carde-"al Y (1 vendrá.»,Era un crucifijo de plata con la particularidad de unaC'otna con alas desplegadas en el sitio mismo del Inri y los'agrados pies descansando sobre el orbe.El Cardenal no pudo disimular su aturdimiento, y sin.`,„ecir palabra, sacó del bolsillo el crucifijo y vió que erakientico al otro.—Lléveme al sitio, necesito ver a ese hombre, dijo conv OZ turbada.La cárcel distaba unos 400 metros."----Sabe usted de ese hombre?—pregunta el Cardenal.ri —Es un criminal, contesta el capellán de la cárcel, con-7ei nado hace muchos arios a trabajos forzados de por vida.i'Z' evo aún poco tiempo, pero mi antecesor me dijo que eracatólico, que nunca se quejaba de su suerte y no había¡lacio el menor disgusto a nadie. Ultimamente, muy débil ya,va tenido que vivir recostado. Personalmente he admirado, arlas veces el refinamiento de su carácter y la manerasuda de su conversación. Uno de esos hombres, a quiennea nos atreveríamos a achacar pecado tan atroz, asesi-'ato , según dicen.10020055004.516


,— 628 —Los ojos del enfermo, aunque velados por la muerte truYcercana, despidieron luz extraña de satisfacción en caant°vieron al ser tan deseado.—Yo agradezco a usted, señor Cardenal, prorrumpióvoz apagada y trémula, esta visita, porque tenía que cleciP,'algo a usted solo. Es la historia de mi vida que le refentcon la brevedad posible y entonces comprenderá la raz ón "mi urgencia.Sentado el Cardenal junto al lecho del moribund o, éstecontinuaba:—Yo era hace muchos arios un artista que vivía a unniskilómetros de Florencia; había sido educado en la escuela ueun monasterio benedictino, en San Marino, cuyo abad Ineprotegió en mi juventud. Por la buena marcha de mi profiesión pude casarme pronto. Mi mujer era muy cristian a y "'-felicidad fue completa cuando tuvimos un hijo.Era mi pensamiento de entonces ir reuniendo dinero ir ratender a la educación del niño en el Colegio de San Mario°.Vano pensamiento. En un accidente ferroviario perdí la Prc::fesión con mi mano derecha. Mi mujercica hacía l o qt13podía con la aguja, pero una enfermedad prematura la llevde este mundo cuando el niño apenas contaba tres afins,,Este, naturalmente, concentraba todas mis esperan zas J,afectos. A cualquier trabajo me hubiera dado con gusto P°Ilibrarle de privación y necesidad, y mi tristeza lindab a Oil,la desesperación cuando le veía crecer débil y paliduc ho 11),°falta del debido alimento. Tenía que mendigar en las calle'para pagar el pobrísimo alojamiento.Y he aquí la tragedia de mi vida.Por entonces vine a conocer un señor de distinguidap,(,)-sición, por un motivo bien frívolo por cierto: su caballo ueimontar que se lo tuve por breves minutos. Le hablé d e 111„;pequeñito e invoqué su protección. Quizá puse en mi val];acento de especial emoción; quizá por ser él también Pat."-me comprendió muy bien; como quiera, me invitó a su casapara la noche siguiente, y que haría por mí lo q ue Ptidiese.Fui a la cita una hora más tarde y le encontré en esta':10de terrible excitación; andaba desatinado de un lado a otrode la habitación y parecía no haberse percatado de m i Presencia,hasta que corrió a la puerta y la cerró con llave.Con aire trágico y de verdadero furioso, me dice:'Usted quiere que le socorra; pues si usted a s u v,ezquiere hacérmelo a mí, puede desde ahora vivir sin cuida dopor su hijito.Y tremolando a mi barba una cartera llena de billetes,prosigue:«Aquí hay dinero suficiente para la vida de un hombre'para dar carrera a su hijo y ponerlo a cubierto de toda ne"699ensaicleaodndfuictiuörna:. y usted lo tiene Para lo que quiera ) Pero colia A-q uí hizo una pausa que recuerdo por la intensidad de,qUel momento. Al fin rompí el silencio: Yo haré con alegríaet°d? lo que pueda por conseguir ese dinero. Dígame prontouál A es esa condición.des quella misma noche, mi Sr. Cardenal, continuaba el reoh: h12:s de un minuto de emoción callada e insuperable, sec "" la Cometido un crimen en aquella casa; el hijo de este_allero ab había hecho un asesinato. En aquel mismo mofil)ento yacía el cuerpo de la víctima en la habitación coneA. Ctlál cree usted que era la condición exigida para ha°-gual econ aquel dinero tan precioso, pues había de ser la-sav ación de mi hijo? Nada menos que yo me dejara arrestart ° 1110 asesino a fin de salvar al hijo del rico; era cosa queenL:a q ue decidir allí mismo y en aquel momento., o siempre he mirado mi paternidad como algo sublimeestaba dispuesto a cualquier sacrificio por mi caro peque-Me siento demasiado débil para referir ahora todos los2 1.menores del crimen y de cómo organizamos la farsa deulpabilidad. Baste decir que dí mi consentimiento. Asírufa decir que había hecho todc, lo posible por quien eratioes l ocara demiscahruae.sos a y carne de mi carne. Los arios se han1 9 lenta y penosamente, y al fin llegó el momento de ver a., tinos minutos de silencio, después que hubo terminado el11Ustre reo. Se levanta el Cardenal, y poniendo toda su ter-11,tira en las palabras, le dice: «Dígame quién es ese su hijo;m andaremos un aviso si hay manera de hacerlo., anciano, moribundo, apretuja las manos del Cardenal,-Yetlitoas eonjaois. llenos lo soydesuláp ga. lágrimas, le dice: Usted es mi hijo, señorLA FEAFR. M. O.Sil nombre era María de los Angeles, pero en fuerza de oirseesignar con este calificativo, la fea, casi lo había olvidado ellaMism a .e,Y era fea, en efecto, muy fea, si sólo miramos su apariencia1„,,lerior , pequeña, contrahecha sin ser jorobada, sus piernases- c ' clas hacían su paso vacilante, sus cabellos rojos y ásperos° l'orlaban una frente estrecha en la que apenas se dibujaban


— 630 —las cejas; sus ojos, aunque grandes, eran saltones, bizcoe deexpresión asustada, su nariz incorrecta y su dentadur a des:gualy picada afeaba su sonrisa dulce y tímida.Era un vaso de barro grosero y deforme, que encerr aba unaflor bellísima y de exquisita fragancia. Esta flor era su alm a , enla que parecía haberse complacido el Creador en derram a] t°daslas virtudes.losPobre, miraba con el más indiferente desprecio todosbienes terrenos; ocupada en una labor asidua que consum ía susfuerzas, destruyendo su salud, consideraba en el fondo de sualma a su Madre Inmaculada en la casita de Nazaret, ocaPadan u doen las más humildes labores; adoraba a Jesús, pobre y desen la Cruz, sin tener donde reclinar su cabeza, y decía son'riendo:—Si fuera rica, estaría más lejos de ellos.Fea, según he dicho, admiraba la belleza en las demá s re'gando con toda su alma por aquellas para quienes esta mis°belleza era un peligro.—Dios es tan misericordioso conmigo—decía—que vatando los escollos de mi camino.Dotada de una ternura inagotable, hallaba a su paso lagratitud y el desprecio; ella arrancaba de su corazón la s es12/-nas que éstas le clavasen, y depositändolas al pie de la Cruz'decía:e ro—Son muy pequeñas, Dios mío, para ofrecértelas; Ptambién yo soy muy pequeña y miserable; dignaos unirlas a lasde vuestra corona, pues es lo único que puedo ofreceros.Rechazada por la sociedad, que sólo adula la belleza Y el losdinero, sus amores en la tierra eran los desgraciado s Yniños.¡Cómo amaba a estos pequeños seres en los que aún haYalgo de ángel! Pero como su exterior era tan poco atrayente,los niños huían de ella, y sólo a fuerza de dulzura, cons(Wrilahacerse amar de ellos.11Era el día 2 de Agosto; la fea celebraba sus días; agüe"mañana había recibido la Sagrada Comunión con un fervo r ver'daderamente celestial, haciendo completa entrega de su a-1 alma rn aaquel Dios tan bueno, que tantos torrentes de dulzuras rumabaen ella; después, como era urgente terminar su labor, sederhabía puesto al trabajo con gran ardor, para ganar el jubileo delos Angeles antes de ir a entregar su trabajo.Cerca del anochecer volvía de entregar su labor y cobr ar elimporte de su trabajo de toda la semana; un puñado de pesetasque bailaban alegres en su bolsillo y representaban una seraanade la vida humilde y sobria de la modesta obrera.Al cruzar una calle, el sonido de una campanilla la hiz o detener.¡Conocía tan bien aquel toque...! Era el Santo Viatie°'— 631 —de La fea volvió sobre sus pasos y echó a andar tras el moci:11.° t simón» que conducía al Dios de la Eucaristía, al Rey dee ,°. Y tierra hasta la morada de una de sus criaturas, próximaL' erar el destierro por la patria.si La dulce alegría que llenaba el alma de la fea, se había dicaPado, sucediendo a ella una melancolía reflexiva. El cochede le con ducía a Jesús Hostia, se detuvo; el Sacerdote descendióCOpenetrando en una de esas casas que asemejan grandes'lo Menas ; sus innumerables vecinos asomaban a las puertas deot s corr edores; las mujeres, cubiertas algunas con mantillas,enras con sus pañuelos, no muy limpios, las menos con velasintendidas; los acordes de la Marcha Real, tocada con mejorención que arte, salieron de uno de los primeros pisos y elo i vino Sacramento, conducido por su Ministro, seguido de las uld»sa multitud, entre la que la fea iba ya en primera línea,peinuló Por una estrecha escalera, hasta el último piso de la casa,pe'lando en una miserable bohardilla. ¡Qué triste fue el estque se ofreció ante sus ojos!c.aeulour una pieza única, sobre un jergón miserable, arrojado encinrincó n sobre el sucio suelo, una mujer joven agonizaba;en- CO chiquillos harapientos, el mayor de seis años, teniendocu' eSç us brazos al menor, de pocos meses, miraba con estúpidaec"ntoSidad a su alrededor, mientras una viejecilla temblorosa,ce' -' el Pañuelo de talle por la cabeza, a falta de mantilla y unl klo de vela en la mano, salía a la puerta conteniendo los soer)rz°s, pero sin poder contener las lágrimas que surcaban suseu .Ligadas mejillas. Eran los hijos y la madre de la moribunda,m 'Yo marido hacía un año había muerto al caer desde el andaioen que trabajaba.bc Ni una silla, ni un mueble, el fogón apagado y los pucheros)ea abajo, denotaban que aquel día no se había encendidoitribre.De Co n el corazón oprimido por dolorosa compasión, la feaje „"netroj hasta cerca del miserable lecho en el que, mas que mu-', era un esqueleto el que yacía.La Pobre vieja fue a arrodillarse al lado de la fea, siempreCOl e )jil,eniendo sus sollozos, mientras sus lágrimas gordas y sisosas caían en los pliegues del pañuelo que de mantilla leljvia. Y el Rey de Reyes, el Dios de toda grandeza y majestadruflnita , por un momento se ostentó en medio de aquella miseblevivienda que los ángeles del cielo ocuparon, plegando susfeerrsi:idltạeddeddeogrodcees. su Señor y descendió al pecho de aquella iniz' a la que, en premio de una vida de dolores, ofrecía unad i. errando después de bendecir por última vez a la moribuntel ' Dios se alejaba de su vivienda, la fea, estrechando la manos:/lblorosa de la pobre viejecilla, dejaba en ella, sin que nadiein! ercibiera, un puñado de pesetas, el jornal de toda una seade trabajo y que representaba otra semana de su vida so-


-- 652 —bria y humilde, sin pensar que al ella siguiente fendria que COprar al fiado su modesta comida.111La fea había acompañado al Señor hasta su Sagrario ydirigía a su casa, con el bolsillo vacío y el corazón rebosaalegría por haber hecho una buena obra.—Es mi día—se decía—y bien puedo permitirme al g-nfiImañana apretaré la labor y Dios proveerá.Pensando esto, atravesaba una ancha calle; dosniñas enizabanen sentido contrario; he dicho que los niños eran el ,e%canto de la fea; se volvió a contemplarlos, la mayor tenurinseis años y llevaba a remolque a la pequeñita, de unos tres,querubín encantador, de mejillas como manzanas y cabellosoro pálido.De pronto la fea lanzó un grito de espanto; un autom óvil leacercaba con rapidez vertiginosa, precipitándose sobre l as ni:fías que, aterradas, se soltaron, ganando la mayor la ace ra Yquedando la pequeña en medio de la calle.te-La pobrecita hizo un movimiento de retroceso, hijo delrror; el automóvil estaba ya sobre ella; la gente que PasLabdevolvió la cabeza gritando; sólo el chaufeur no se apercunada con la violencia de la carrera. La fea vió todo aquello e"menos tiempo del que se necesita para contarlo, y con u n rilif-evimiento heroico, propio de su hermosa alma, se lanzó sOvi,'sla niña a tiempo que el auto la alcanzaba y la arrebató ell 57,rbrazos, pero perdió el equilibrio y a su vez cayó desped ida 19-1)una de las aletas del coche, pero resguardando a la niña C0115cuerpo.La gente se arremolinó alrededor de ellas; la fea permallecíainmóvil, la niña lloraba entre sus brazos, mientras el aulamóvildesaparecía a todo motor.La pobre joven no daba señales de vida, de su frente 1110,,a;ba la sangre en abundancia, en cambio la niña fué arrancar"de sus brazos que la estrechaban fuertemente, sin la menor 'e'sión, el cuerpo de su salvadora le había servido de escudo. deDos guardias levantaron a la herida, lleváronla a la CasaSocorro, desde donde fui conducida al Hospital, con pocasperanzas de vida.1VAl domingo siguiente, una mujer con una niña en los braz°5se detenta a la puerta del Hospital, preguntando a uno de 1°porteros con voz emocionada: f ué---¡,Me podrá usted decir en qué sala está la joven queatropellada por un auto el jueves?—Ha muerto anoche y está en el depósito—contest ó elpleado, con esa indiferencia glacial, hija de la costumbre.- --- 633 —to,,L,a mujer palideció, y estrechando la niña contra su pechou '," la dirección indicada por el portero.ej‘ lli , en el depósito del Hospital, en un pobre ataúd, yacía elmuaver de la fea; una Hermana de la Caridad la velaba.tro mano piadosa de la muerte había embellecido aquel rosuorrandosus imperfecciones, afinando sus facciones que" I' elan esculpidas en cera.to °us crespos y rojos cabellos desaparecían bajo la blancab t ,,c; SU párpados, dulcemente cerrados, ocultaban sus ojosco`e°s Y espantados, y su boca sonreía con dulzura infinita,ril° Si la muerte le sorprendiera ante una visión celestial; susorlil)a de ángel, al dejar su envoltura de barro, había esparcidoct, re ella como un resplandor de luz divina, de esa luz eternac1 , 112 Ya gozaba, comunicándola una belleza sobrenatural.Lu mujer y la niña permanecieron inmóviles un momento;ce2rohto aquélla tomó de la mano a su hija y acercándose duler,,`"ente, muy qu'edito al ataúd, se arrodilló y besó las manos" zaclas de la muerta, dejando en ellas una lágrima.le — i Besala tú, hija mía!—dijo con voz de oración a la niña—' una santa!eR,La ni ña tuvo un momento de miedo; pero era tan dulce els; veCtO de la muerta que, impulsada por la mano de su madre,eeercö a ella y la besó a su vez.religiosa las miraba; la buena mujer se alzó, limpiändo-'"gs Ojos.—Estará en el cielo—dijo—. Ha muerto salvando a mi hija.un ángel, y como un ángel ha muerto -respondió ladi;'„11,1arla mirando al cadáver—. ¡Dichosa ella; ha muerto pis'u)que la vistieran el hábito de la Merced y sonriendo a la1-isinia Virgen, a quien sin duda veía.e t,"1 13endita sea!—repuso la madre de la niña con crecientemoción.V haciendo a ésta arrodillarse a su lado, añadió:(ti —Pecemos por ella, aunque no lo necesitará—. Reza, hijita,c°n_nligo: Padre nuestro que estás en los cielos...nesto... que... edtas en los celos...—repitió la pu-" Gz del angelito, mientras un rayo de sol, penetrando dulceeed.'t Por la ventana del depósito, venía a besar la frente deleh,., v,er, embellecido por el último resplandor que su purísimale ha bía dejado en su cuerpo al volar llena de hermosura aanmortalidad.JULIA G. HERREROS


— 654 —LEYENDAUna capilla que recuerda tolla una historia.La historia, mina inagotable, de donde sacaron literatos Y artista:de todos los tiempos y de todas las naciones infinidad de argunient°:para sus inmortales creaciones, tiene en nuestra patria un filón rt141-simo, del cual también se sirvieron nuestros grandes literatos Y riae--tros artistas para susincomparables obras.Al recorrer los reinos que lucharon por la integridad de la Penfasilla, durante la reconquiste, encontraremos en todos ellos recuerd°do:más o menos vivos de las gestas memorables que sus antepasaescribieron con su heroísmo, con su religiosidad y con su bien telit;s de -9piado acero. El reino de Valencia cuenta también en los analehistoria hechos ya inmortalizados en el mundo de las arte s Y de 14letras.to YAquí, en los alrededores del sitio que hoy ocupa este conven- lasantuario del Puig, tuvieron lugar los hechos más culmina ntes de;rteconquista de Valencia y de su reino. Aquí, cuando el Rey P. is`,:e9mandó reedificar el castillo del Puig, para sitiar a Valencia, sitiado.r-ery sitiados rivalizaron en heroísmo, dentro de los combates Y a geneṄles, ya particulares que sucedían durante el cerco de la d udad ' toquiero detenerme en referir las incidencias que acompañaron a .-1/famoso cerco. Voy a fijarme en un hecho que la fantasía poPular:rotambién la historia, hicieron pasar, de un hecho más o meno s histór:u;a la categoría de leyenda por el ropaje y demás circunstancias Ottle adornaron.Con amabilidad suma, el Sr. Cura párroco de este santuario 05°1:en antecedentes sobre el particular, proporcionándome los dal os needosanos para poder completar debidamente este pequeño traba jo , faltanlo menos posible a la verdad de la tradición. deGracias, pues, a dicho señor, puedo ofrecer a los lectores 111- In,tantas leyendas, de que nuestra historia es, como arriba dije, ric° eagotable manantial."e alHabían transcurrido sólo dos meses y el castillo del Puig, cfrtici0,ocuparlo el ejército de D. Jaime lo encontrara completamente clerrI° Lh' ie5j .6volvía otra vez a elevar al Cielo con sus fuertes torres e nconta`"almenas su oscura y pesada mole. ¡Con tal ardor y denuedo trapa;aquel puñado de valientes!El Rey y su consejo había seguido el parecer de D. Blasco Areçgón, «(1) experimentado en este país por haber habitadoen Valen-(1) Historia de la imagen sagrada de la venerable ermita del Puig, por el P adre fraYFrancisco Martinez, Mercedario. Afio 1760. Cap. V.sd, u,r" te unas revueltas que tuvo con el Rey; este caballero aconelei,6era este castillo puesto muy oportuno, no sólo para guarecerse enc. 'a Ge nte del Rey, sino también para ofender a los moros de ValenifflPidiindolesla entrada de toda clase de socorros en la ciudad.Efectiva mente , así fui.ella ' Co ncluída la fortaleza del castillo, y nombrado por Gobernador dee D ' Bernardo Guillén de Entenza, tío de D. Jaime, se volvió el ReyI :arkag°za •>> Luego que los nuestros estuvieron desembarazados det ia!: %ras del castillo, empezaron sus incursiones en territorio enemigo,s› ,r.6r1d0se con frecuencia reñidos combates de donde los cristianose,441.an 1" más veces vencedores. Cansados los sitiados al ver que sus;'Imas resultaban infructuosas y que en aquel estado de cosas noCo'cirfan sostenerse por mucho tiempo, decidieron acabar de una vezn aquella precaria situación.12nS°n como las doce de la noche de uno de los últimos días defoi2,1 1° . Un silencio sepulcral invadía los ámbitos todos de la nuevasii; (1leza. Nada, absolutamente nada, turba tan profundo como riguroso-nci°, Sólo alguna que otra vez óyense pasos lentos, pero seguros.que cuidan de que los centinelas, siempre alerta, puedan evitars' quiere sorpresa.--13eilorl -exclamó con voz apagada uno de los guardianes delde II 0 , entreabriendo la puerta de la estancia del gobernador—. Acabaeia teg.ar un cautivo cristiano, que ha escapado de los moros de ValenatizaY " iere hablarle de un asunto que, dice, no permite la menor e tar--,:rraedle a mi presencia—dijo el gobernador.'I S i se hizo.d pQ enrió el cautivo a don Guillén de Entenza la decisión de los morosein",. ellibestirles mañana mismo, con un ejército poderoso para desle-“Ities del castillo.» Como fuego en reguero de pólvora, se extendiólo "de" del cautivo cristiano, cuando a los pocos -momentos todosD ijs i merensores de la fortaleza se encontraban reunidos en la capilla,v¡da r n-leando sus conciencias, para fortalecer sus almas con el pan delos convertiría en «fuertes Leones » . Reparadas después susrol; z" Corporales y dadas todas las prevenciones para el caso, sanea/I cani Po con ánimo de presentar batalla al enemigo.gtj .:41tréPid o y temerario arrojo, si no lo alentara superior mano, yvielt-ra S. Pedro Nolasco, que veía al ojo la ganancia de Valencia, preenespíritu profético.»er t.C° 8 mil infantes con cien caballos ligeros y cien hombres deceb-2,8,' tenían que habérselas con cuarenta mil infantes y seiscientos"08 con igual número de jinetes escogidos.» Ha comenzado ya el--


— 636 —ten quecombate. Los cristianos, tal es el ardor y brío con que acome, _allegan en ocasiones a hacer retroceder a sus enemigos. pero l a Incindise prolonga demasiado, los enemigos son muchos y ac°"n de .vomodo a aquel puñado de valientes, que, agobiados por el exces1 onúmero de sus contrarios y agotadas sus fuerzas con tan rud a e°111cadesigual pelea, vense obligados a buscar el refugio del castillo. cercaya de sus murallas, oyen voces de los que en ellas estaban, que creiavisan de esta manera: «A ellos, quP huyen». ¡San Jorge, San JA°01.'laCobran los nuestros con estas voces nuevos alientos, Y alzahil-ile yr0vista al cielo vieron en los aires una visión celestial. «ID eauhönterriblearmado de punta en blanco, con una cruz roja en el Pee ' 1 elera una imagen o representación del esforzado Capitán deseñor San Jorge, que montado en un caballo blanco y mostrallZ,aspecto terrible a los moros, sin más que vibrar la espada que `:roen sus manos, causó tan terrible destrozo, que no hay conta r 11"--ede los que quedaron muertos en el campo. ,usa,Animados los cristianos, viendo que el cielo peleaba por SU c.- envolvieron a embestir de nuevo a los enemigos, destrozándoles YA deciéndolos, siguiendo su alcance hasta el barranco hoy 1 lania'19Carriret, cerca ya de Valencia. d deSe contaron entre los enemigos muchísimos muertos e infin-cla osheridos. «Sólo tres muertos y muy pocos heridos » fué pa ra rici°eon' Irel precio de la victoria, que había de quedar en la historia de Id ,-quista del reino valenciano con el nombre del lugar en que s e dier-.111líneaEl viajero que desde Valencia se dirige a Barcelona por -a lesférrea del Norte, unos cien pasos a su izquierda y otros la nt05 amrlinode llegar a la estación del Puig, puede contemplar al lado de uny junto a dos corpulentos cipreses un pequeño edificio de forilladrangular, terminado en una cúpula que remata en una cruz sencia IdEse al parecer insignificante edificio, para el viajero que eo0%05historia de la conquista de Valencia, le traerá a la memor ia ne' undgloriosos de nuestros mayores. Es una capilla que evoc a 10claim delhistoria. En ese mismo lugar observaron los centinelas del casii"ṯaPuig la milagrosa aparición del caballero terrible, armad o d e Pum- L,i1blanco, que causó tan horroroso destrozo en las huestes tliornri,16'pátina del tiempo y el abandono total de los hombres tiene n a la d'i-A5frica como reducida capilla en deplorable estado de conservación'juptoaprecia el hombre de hoy sus glorias más legítimas!Por eso, al que hoy estime un poco su historia, cuando Pase fie Ida tan sencillo como cristiano monumento, no es de extrafiarcfrvigamemoria le avise, recordándole que aquello que allí se ve es una crque recuerda toda una historia.Puig, 28-X1-1924.FR. T°)149— 637 —ITIACIACuplo dissolvi...Cuánto envidio, Señor, de la azucenael nevado candor y suave aroma,Para ser ante Tí fragante poma,más que de inciensos, de virtudes llena!Si fuera puro corno luz serenade claro día que en oriente asoma,Y sutil como el aire que en la lomamece las flores y en la fronda suena.Me posara en tus dulces ojos bellosPara besar tu alma santa en ellosY que Tú me miraras y Te viera...Y volara en tu boca a esconderme,Porque al tuyo mi aliento trascendieraY bajara... en tu pecho a disolverme.Inquiere el alma celestial morada,que no es su patria la mansión terrena,donde florece el cardo de la penacabe la rosa bella y perfumada.Cruza la tierra el alma desterrada,mirando al cielo sufre su condena,como esclava que arrastra su cadenaY llora lejos de su patria amada.En el de,ierto de esta vida brevemi corazón de carne no se atrevea Pedirte, Señor, muerte que espera.Pero mi alma, que es la prisioneray aspira de tu amor dulce fragancia,juzga muerte vivir; morir, ganancia.IIIRomper el ancla que mi alma aferraY quebrar este barro que la humillaY sembrar en mi carne la semillaque ha de hacerla inmortal, aun siendo tierra.Por Ti crucificar en ruda guerraeste mi cuerpo de rebelde arcillatrocarlo en diamante sin mancilla,son los anhelos que mi pecho encierra.¡Es Cristo mi vivir! De él revestida,eternamente le amará mi alma;estar con Cristo es mi corona y palma.Vuela, alma mía; morir es victoriaY tu muerte, vivir sin esa vidaque hará divina tu terrena escoria.FR. MIGUEL LÓPEZ


638'CRÓNICA MENSUALEl 15 de marzo se celebró en Málaga con gran solendad la inauguración del cable submarino que une a Italiß YnAmérica, haciendo escala en la citada capital andalu za. Ve.este motivo se cambiaron afectuosos saludos entre l os elyes de Italia y España, Primo de Rivera y Mussolini ,jefe interino del Directorio, marqués de Magaz, el ernbaJ __dor de Italia y el conde de la Mortera, expresaron elocile "temente la significación e iniportancia del acto. finDespués de varias dilaciones para su mejor estudio , Por lael 20 de marzo fué autorizado el Estatuto provincialfirma regia. En nota aparte el general Primo de Ri vera J-djtificala medida tomada con la Mancomunidad catala na orsolviéndola, por haber fracasado administrativamentoconstituir un peligro constante y un foco de desafec ción Y .133pralos españoles y para España.A silEl Nuncio de Su Santidad entregó el 21 de marz°,;ntomajestad el Rey la medalla conmemorativa del Añ o •-' ,","y otras dos depositadas por León XIII en la clausu ra 1-"- -Puerta Santa durante su pontificado y los documentos n0ø r,tificios acreditativos del privilegio de poder tener altarfesostátil él y el Príncipe de Asturias, como caballeros Profesde Santiago.eralPor una combinación de altos cargos militares el gen,- elBurguete pasó a ocupar la Dirección de la Guardia civ il ) e,general Ardanaz la Capitanía general de Madrid y el gellral don Dámaso Berenguer la de Galicia.Mal avenidas las izquierdas españolas con el réginle',,,osilencioa que las tiene sometidas el Directorio, no desa,es,-vechan cualquier ocasión para dar expansión a PasrmScontenidas. Tomando por pretexto el paso por Madri d uedeirestos de Ganivet, organizaron un homenaje en ho 1l °,1. eøgran pensador granadino, que resultó más bien un Miti„ncia.el que se entonaron cantos a la libertad y a la dern oc,r7i 30En el Consistorio secreto celebrado por Su Salida' —dede marzo fueron creados Cardenales los Arzob1sP°5Sevilla y de Granada.Eli 3 de abril salió de Madrid para Orihuela su estrna.,,d'oelRey para inaugurar los riegos de Levante, obra graWjn,sa que tan inmensos beneficios ha de reportar a los hab"-tes de aquella región.Inspeccionadas por el general Primo de Rivera las z`Zitede nuestro protectorado en Marruecos, quedó gratarn-eimpresionadode la situación de la zona oriental, exPrie redoloasí en una orden general. De Melilla se traslad ó ei,iossidente a Málaga, donde permaneció pocos días, duran'afecualespresidió algunas funciones de Semana Santa, re&--—sdarldo nuevamente a Marruecos. Las noticias que se recibenb7, a llä son cada día más halagüeñas, y la repatriación dee (7 12 número de tropas es un justo motivo de júbilo y de"ri llanza de la buena marcha del problema marroquí.earC,e, rca de Barcelona ocurrió una horrorosa catástrofe desr"andoun tren eléctrico de viajeros, resultando veintidósIlluertOs Y más d... cien heridos.ei E l 17 de abril, en el expreso de Algeciras, llegó a Madridi„Presidentet`ldel Directorio. Esperábanle en la estación eltante don Fernando, los vocales del Directorio, subsecreresi°s,ar directores generales y autoridades civiles y militación.• ' Rl Público tributó a Primo de Rivera una calurosa ova-FR. L. SANTAMARÍAFavores de la Beata Marianade Jesús.te (C°Ieg io de la Vera Cruz, Bérriz.—La niña Paz Uriaren21 9tnna del Colegio), ha estado gravísima, sin esperanza dere„—cuin, con una bronconeumonia doble que la ha tenido du-" tiNe diez días entre la vida y la muerte.efi, Ienfamos una preciosa reliquia de la Beata Mariana de Jetrozode su propia carne que en valioso relicario nost'ene el i nolvid-ble Padre, Obispo ahora de esa diócesis, setodal Y Garay. La enfermita quiso la reliquia, túvola duranteen i e en fermedad sostenida en sus manos, sobre el pecho, yclo.t momentos más angustiosos la besaba con viva fe, dicienbaii ,ueate Mariana, ora pro nobis. Luego proseguía rezandoi°, enterneciendo a todos los presentes su devoción paraunj u estra bienaventurada Hermana.dia 16, víspera de su fiesta, dijo que quería comulgar elfer uiente para honrar a la Beata Mariana. Hízolo con mucho" c41., Y ese mismo día se inició una mejoría franca que ha idogijntioll' en to hasta hoy (22 de Abril). La alegría de todo el Colecijoes para descrita; todo era agradecimiento, fiesta y rego-Tuvieron recreo extraordinario, y ahora pretenden, y queectipli°8todas, que uno de nuestros Padres celebre una misa enke-,;(;-'11 de gracias ante el sepulcro de la Beata y se toque el ór-28 . `," Pare mayor solemnidad. Incluso un cheque de 525 pesetas;eor,'" estipendio de la misa y 500 para las misiones del Piauhy,- destino al Ilmo. Fr. Pedro Pascual Miguel.—S. M. M.* * *etu,ljalländome sin colocación ni esperanza de conseguirla, re-'2 la Beata Mariana de Jesús con una novena que hice ante


— 640 —su santo cuerpo; al segundo día de la novena se me ofreció anempleo con ventajas muy favorables.—J. L.—Por su'Bendita sea la Beata Mariana de Jesús1suintercesión obtuve un señalado favor, que le pedí al empezarnovena en la iglesia de Don Juan de Alarcón, ante su cuE rpocorrupto, desde el 16 de este mes hasta el 24. Falta en absolt maa n rde recursos para lo ms imprescindible, pedí a la Beata'na hiciese que una persona virtuosa y pudiente a quien 1-14biaescrito sin resultado varias veces, me socorriese. Cuäl r o seriami asombro cuando el último día de la novena recibí COn testaciónincluyéndome doble cantidad de la que había s °licitado' .Muy agradecida, doy gracias a la gloriosa virgen niereedaria.—R.N.distas, ruega a sus lectores una oración pornuestros buenos amigos, la expresión sinceraR. 1. P.CON LAS DEBIDAS LICENCIASNuestros amigos difuntos. siclen"La señora doña Joaquina Rivas del Rivero, viuda de Ochoa, ex pita de la Cofradía de Nuestra Señora de la Merced de la Buena Die" Yarchicofrade de 1e722111:leevesEucarísticosMarzo de <strong>1925</strong>. ciarlaJustamente 2Preedsisypor las sólidas virt,nadamabletrato cit e ,:Atingulan , sobrsa"-su caridad para con 11necesitados; devota de,Santísimo Sacr a olel3t°de Nuestra Santísi nladre, no perdona bsa132 s, e 72 -o_ -para que las fiCta Øomuniones generalesiYesras Santas senilos Jueves Eucarístic°s'las funciones de los s4bg;dos se celebra sen o siellri c° 11 eplendor enviando ellores para adorno dee l 3› -tar en esos dias.Esta comuni, dad rigOrden de la Mercendli-03;,decidas a sus ben talirecordaran sienycrheoral,insigne bienhiLA MERCED, que laapabraiecjletado desde sucomo suscripto ra Y un- o-las más celosasroP°Ps,la finada y envía a sus 1110de condolencia.Editorial Católica Toledana, Juan Labrador, 6, teléfono 211.

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