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y perfecta encarnación de la Mujer que jamás haya
existido. Y ahora está muerta y no sé qué extraño
acorde de elegía vibra en mi corazón en recuerdo suyo.”
Enferma de suma gravedad, a las puertas casi de
la muerte. Abandonada por Dumas y por Liszt, se
casa el 21 de febrero de 1846 en Londres, con el
que fue su antiguo amante el Conde de Perragaux.
A pesar de que el matrimonio solo tenía validez legal
en El Reino Unido, cuando vuelve a Paris se
ALEJANDRO DUMAS HIJO
crea su propio escudo de armas, manda grabar con
él su vajilla, su papel de cartas y las puertas de sus coches de caballos.
Y dejo de ser la Divine Marie, para convertirse en Madame La Comtesse
du Plessis, Madame La Comtesse de Perragaux o, como era usual en la
época, utilizando el nombre de su marido La Comtesse Edouard de Perragaux.
El 3 de febrero de 1847, a las 23 horas, en su piso del Boulevard de La
Madeleine nº 11, hoy es el 15, tras recibir los Santos Oleos, fallecía Marie
Duplessis. Fue amortajada por su sirvienta, su marido y protector Perragaux
y el Conde Ruso Gustav Ernst Von Stackelberg, que la estuvieron
velando durante semanas.
El funeral, se llevó a cabo el día 5 de febrero en La Iglesia De La Magdelene.
El día 15 del mismo mes fue enterrada, en la que hoy sigue siendo su
tumba, en el Cementerio de Montmatre. Aunque fue encargada por su
marido, no lleva en su inscripción ningún título
honorifico ni aristocrático.
Ici Repose
ALPHONSINE PLESSIS
Née Le 15 Janvier 1824
Decedée le 5 Fevrier 1847
De Profundis
Desde el día de su entierro hasta hoy, nunca faltan
camelias blancas en su tumba.
Alejandro Dumas, le hizo esta elegía titulada "M.D." Está incluida en su
libro "Pèchés de Jeunese" (Pecados de la juventud), en que recuerda los
tiempos pasados junto a Marie:
Pauvre fille ! on m’a dit qu’à
votre heure dernière,
un seul homme était là pour
vous fermer les yeux,
Et que, sur le chemin qui
mène au cimetière,
Vos amis d’autrefois
étaient réduits à deux!
¡Pobre niña! Me dijeron que, en
vuestra última hora,
un solo hombre estaba allí
para cerraros los ojos,
y que en el camino que
lleva al cementerio,
vuestros amigos de otrora
¡Se habían reducido a dos!